Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 6

Capítulo 3: Una Gran Historia De Amor

Parte: 1

Aunque era casi primavera, una gruesa capa de nieve cubría la zona restringida en el punto más septentrional de Uropeh.

En esa extensión de tierra blanca y pura, los monstruos hambrientos que habían perdido su oportunidad de hibernar intentaban comerse unos a otros. En las profundidades del caos, uno de los Proxies del Planeta ──── el Dragón Rojo ──── dormía en un espacio tranquilo bajo tierra, sin mover ni un músculo.

Cuando sintió una onda mágica familiar, sus párpados se agitaron ligeramente. Unos segundos después, una luz brillante inundó la cueva subterránea, marcando la llegada de tres sombras humanas. Estaba el demonio de pelo azul claro, el forastero de pelo negro y su propia hija pelirroja.

“Papá, siento haber tardado tanto en volver para darte las gracias”.

“……”

Su hija, Arian, agachó la cabeza, pero el Dragón Rojo mantuvo los ojos cerrados. No estaba enfadado con ella.

Como Dragón Rojo, seguiría viviendo durante miles de millones de años hasta que este planeta fuera aniquilado. Cuatro meses no se acercaban a lo que él llamaría mucho tiempo. Además, ya sabía por medio de la magia que el forastero de pelo negro había estado corriendo de un lado a otro, tratando de limpiar después del caos una vez que habían derrotado a ese fantasma. Habían estado tan ocupados que no tuvieron tiempo de venir.

El Proxy sabía que finalmente habían venido hoy porque la demonio de pelo azul había regresado del continente del sur, donde había podido reunirse con el Dragón Blanco. Con ella de vuelta, tenían a alguien capaz de teletransportarlos hasta aquí.

Por eso no le importaba, pero no lo expresó con palabras.

“Me gustaría darte las gracias de nuevo. Gracias por ayudarme. He protegido a la gente importante para mí con tu ayuda, papá”. Arian sostuvo la espada de dragón que le había dado el Dragón Rojo y le mostró una sonrisa tan hermosa que las flores parecían aburridas en comparación.

Ver esa cara era todo lo que necesitaba. La emoción burbujeaba en su pecho, pero el torpe padre se mantuvo callado.

Arian pareció percibir sus sentimientos, porque no se quejó de que siguiera fingiendo el sueño. Sólo parecía nerviosa ahora que había terminado de expresar su gratitud y dio otro paso adelante.

“Umm, así que sobre mam ────”

La pesada mandíbula del Dragón Rojo se movió rápidamente. “Teleport“.

La magia envolvió a Arian y a sus compañeros.

“¡ ────Papá, sólo quiero saber!”

Arian se apresuró a objetar, pero llegó demasiado tarde. Sus cuerpos se volvieron ligeros como plumas, transportados al castillo del Rey Demonio en la distancia.

El Dragón Rojo suspiró pesadamente, solo una vez más. “…Cansado”.

No podía imaginarse contándole a su hija cómo había conocido a su madre.

El Dragón Rojo se durmió de nuevo, negándose a revelar el misterio.

***

El pueblo de los morfos bestia, Mouse, estaba construido en el profundo valle en medio de la zona restringida. Una risa bulliciosa sonó desde una de las casas en forma de cueva.

“¡Ah-ha-ha! No se puede esperar mucho más, ¿verdad?”

Shinichi acababa de contarle al anciano, el jefe de la aldea, lo que había sucedido.

Se rió, tratando de defender al Dragón Rojo. “Yo también estaría avergonzado. Diablos, ni siquiera he contado a mis hijos cómo nos enamoramos la señora y yo, ni siquiera después de que ella falleciera”.

“¿En serio?” Arian arrugó la frente.

Regina, la Princesa Azul de la Guerra, se rió. “Ja-ja-ja. Los chicos suelen ser más tímidos con estas cosas. Algo así como que estos asuntos no se pueden discutir a la ligera”.

“Pero el Rey Demonio habla con mucho orgullo de cuando se conocieron”, señaló Arian.

“Bueno, es un marido inútil”. Regina actuó con hartazgo, pero estaba radiante.

Shinichi parecía que esto era enfermizamente dulce. “Sí, sí. Nunca sé qué hacer cuando habla de cómo suelen estar pegados el uno al otro”.

Se esforzaron tanto en matarse el uno al otro, que convirtieron toda una cordillera en una llanura. Al final, eso fue lo que les hizo enamorarse el uno del otro. Si el Rey Demonio actuó todo tímido cuando contó la historia… ¿cuál sería la respuesta apropiada?

“De todos modos, si está avergonzado, podría significar que hay algunos recuerdos agridulces allí”, dijo Shinichi.

“Eso es lo que pienso…” La expresión de Arian no cambió.

Su padre era un alma bondadosa, lo suficientemente amable como para ayudarles, así que no creía que hubiera forzado a su madre. Pero, ¿qué había pensado su madre cuando estaba con el Dragón Rojo y dio a luz a un medio dragón? No tenían ninguna pista sobre la que trabajar, y ni siquiera podía imaginar las respuestas, lo que realmente la molestaba.

“Jefe, ¿te ha contado mucho mi madre sobre mi padre?”

“No… Brigit no hablaba mucho de sí misma…” Parecía preocupado por la pregunta de Arian, pero trató de recordar lo que había sucedido diecisiete años atrás. “Recuerdo que había un grupo extraño que entraba en la zona restringida. Sucedió en algunas ocasiones ──── una rareza”.

“¿Qué grupo extraño?”

“Un grupo extraño que podía parecer imperturbable aunque se lo comiera un monstruo”.

“Ah, los héroes de la Diosa”.

Arian les había contado historias sobre héroes que habían cruzado las Montañas Matteral para poner a prueba sus habilidades y fueron inmediatamente asesinados por monstruos. Además, ninguna persona normal pondría un pie en la zona restringida ──── sería un suicidio, teniendo en cuenta la cantidad de monstruos que corren por aquí.

“…Espera. ¿Significa eso que la madre de Arian era una heroína?” preguntó Shinichi.

“¡Uh, no hay manera!” Dijo Arian, en voz alta. “¡Mamá despreciaba a la iglesia!”

Su madre se había negado a ser curada por la iglesia durante todo su viaje de nómada, incluso cuando estuvo a las puertas de la muerte.

“Pero no pudo ser una heroína…”, murmuró Arian, incapaz de creerlo, pero había un atisbo de incertidumbre en sus ojos.

¿Podría haber odiado tanto a la iglesia porque había sido una heroína?

Más o menos lo veía venir, pensó Shinichi, mirando a Arian, aún más seguro de su suposición. Bueno, no tenían ninguna prueba real. Volvió a lo que el jefe estaba diciendo.

“¿Así que la madre de Arian estaba cazando monstruos en la zona restringida?” “Sí. La vigilábamos desde lejos, porque sabíamos que no sobreviviríamos si nos atacaban”.

Los morfos bestia eran los únicos restos vivos de la ciudad de Mouse que fue destruida por la iglesia de la Diosa. Si los héroes descubrían su presencia, sin duda vendrían a atacar.

“La vimos luchar contra los monstruos durante un tiempo, pero en algún momento, desapareció un poco”, continuó el jefe.

“Apuesto a que entonces se puso cómoda con el Dragón Rojo”, explicó Regina.

“Sí, pero ¿te mataría ser menos explícito?” espetó Shinichi. Las mejillas de Arian se pusieron rojas.

“Al cabo de unos meses, los monstruos parecían estar en tensión, así que fuimos a ver y vimos a Brigit luchando contra ellos sola”.

Oleadas de monstruos iban tras ella mientras acribillaba los árboles del bosque. La escena era tan horrible que incluso los morfos bestias se prepararon para la muerte, pero Brigit se mantuvo firme frente a ellos y finalmente mató hasta el último de los monstruos con un golpe de su espada.

“¡No está mal! Realmente me gustaría haber luchado con ella alguna vez”, dijo Regina, realmente impresionada.

“¿Estás seguro de que era humana?” Shinichi tenía la boca floja abierta de asombro.

Incluso el jefe sonrió torpemente al recordar lo que vio aquel día.

“Odio decirlo, pero parecía más un monstruo que nosotros… De todos modos, nos quedamos allí, preguntándonos qué debíamos hacer, y al final se desplomó de agotamiento”.

Se apresuraron a rodear a la mujer inconsciente, y luego discutieron sus próximos pasos.

“Si mantenemos a esta mujer con vida ──── podría matarnos algún día, o volver con ese extraño grupo de antes. Es mejor que acabemos con ella aquí”.

Ese había sido su consenso, pero fueron detenidos cuando intentaron levantar sus lanzas de hierro contra ella.

“Mi señora dijo de repente: ‘Esta mujer está embarazada. No podemos matarla. Tenemos que llevarla a la aldea'”.

Los demás se opusieron, pero la esposa del jefe de la aldea era toda una guerrera, así que los hizo callar con sus puños y arrastró ella misma a Brigit de vuelta a la aldea.

“Le debemos la vida a tu mujer…”, dijo Arian, con los hombros caídos. Le hubiera gustado conocerla alguna vez y darle las gracias.

El jefe sonrió felizmente y le dio una palmadita en el hombro para reconfortarla. “Seguro que está en el otro mundo, sonriéndote”.

“¿Qué pasó cuando volviste a la aldea?”, preguntó Shinichi para que la historia siguiera adelante.

El jefe asintió. “Mi señora le explicó a Brigit todo sobre nosotros y nuestra aldea cuando se despertó. Cuando terminó, Brigit se arrodilló, se inclinó hasta que su cabeza tocó el suelo, lo que nos hizo sentir mal, y nos rogó que la dejáramos quedarse en la aldea hasta que naciera el bebé”.

Al principio, muchos de los habitantes del pueblo se opusieron, pero enseguida cambiaron de opinión cuando supieron quién era el padre del niño.

“¡Dijo que era el Dragón Rojo! ¡Todos nos quedamos boquiabiertos!”.

Hasta hace poco, el propio jefe nunca había visto al Dragón Rojo en persona, pero se rumoreaba que había estado en la zona restringida incluso antes de que la ciudad de Mouse fuera destruida.

“Hay mucha gente que adora al Dragón Rojo, diciendo que los morfos bestia nacen bajo su protección”, continuó el jefe.

“Así que sí sabes de dónde vienes”, dijo Shinichi.

Las enormes ondas mágicas del dragón hicieron que el sistema mágico de sus cuerpos se desarrollara rápidamente. Aunque no fueran conscientes de esa lógica, parecían adivinar intuitivamente que así era. Esa había sido la razón por la que Elazonia había arrasado toda la ciudad: para evitar que nacieran más morfos de bestia ──── demonios con otro nombre ────.

“De todos modos, no sabríamos si Brigit mentía hasta que naciera el bebé, así que decidimos que no podíamos matarla de inmediato”.

Así comenzó la vida de Brigit en la Aldea Mouse.

Nunca se había burlado de los morfos bestia por su aspecto. De hecho, llegó a disculparse por los héroes de la Diosa que invadieron la zona restringida y se ofreció a cazar monstruos por voluntad propia, a pesar de estar embarazada.

A medida que ayudaba en las tareas de la aldea, la gente empezó a acercarse poco a poco y a tenerle aprecio.

“Finalmente, nació Arian. Las escamas en su cuello eran una señal segura de que era la hija del Dragón Rojo. Todo el mundo estaba muy contento. Pensé que se quedaría a vivir con nosotros para siempre, pero…”

Después de que Arian cumpliera dos años, paseando felizmente, Brigit dijo de repente que dejarían la aldea y volverían a la sociedad humana.

“¿Por qué? Es mucho más divertido en Mouse. Los monstruos nunca aparecen en las aldeas humanas”, dijo Regina.

“No creo que eso sea algo positivo…”, dijo Arian con una sonrisa irónica. “Las cosas habrían sido mucho más fáciles si nos hubiéramos quedado en esta aldea…”.

Habían tenido que seguir moviéndose para ocultar el hecho de que Arian era medio dragón. Nunca pudieron establecerse en un solo lugar. No podía hacer amigos cercanos. Realmente había sido puesta a prueba. Si hubiera vivido con los morfos bestia en la Aldea Mouse, nunca habría experimentado esas dificultades.

“Estoy agradecida, sin embargo, ya que significó que finalmente conocí a Shinichi”, añadió Arian.

“He-he-he-he. El placer es mío”, dijo Shinichi, riéndose para ocultar su vergüenza mientras Arian se sonrojaba y le cogía la mano.

Si se hubieran quedado en la Aldea Mouse…

Shinichi trató de imaginarlo. Dudaba que las cosas hubieran salido tan bien. La razón por la que Arian no había sido capaz de acceder a sus verdaderos poderes hasta hace poco era porque se sentía diferente a los demás. Tenía la sangre de un dragón fluyendo por sus venas. La iglesia odiaba a los dragones, lo que la hacía sentir inferior.

Si hubiera crecido en la Aldea Mouse, nunca habría tenido ese sentimiento de inferioridad. De hecho, habría sido prácticamente adorada por ser la hija del Dragón Rojo, y habría tenido acceso a su verdadera fuerza muy rápidamente.

Si hubiera crecido ejerciendo libremente su poder, que era suficiente para amenazar a Elazonia, ni los aldeanos ni su madre habrían sido capaces de mantenerla a raya.

¿Qué le ocurriría a una chica con demasiado poder y sin nadie que la detuviera? Era evidente.

Demasiada confianza en sí mismo puede convertir a alguien en narcisista. Una cantidad adecuada de inseguridad puede convertirse en humildad. Aunque no estoy seguro de que su madre pensara tanto…

Sabía que no iba a encontrar una respuesta por sí mismo, así que Shinichi se dirigió al jefe de la aldea. “¿Qué dijo la madre de Arian al respecto?”

“Creo que fue algo así como ‘Sé que estoy siendo egoísta como madre, pero quiero que vea el mundo con sus propios ojos'”.

“Ella quería que viera el mundo, ¿eh?”

“Y añadió: ‘Como no pude ver nada…’”

Los aldeanos no habían podido detenerla cuando vieron su cara de dolor mientras se llevaba a Arian.

“Eso es todo lo que sé. La señora fue la que más se acercó a ella. Brigit podría haberle contado más, pero…”

“Es tan lamentable que haya fallecido…”

Shinichi y el jefe dejaron escapar un fuerte suspiro.

“¿Cuál es nuestro próximo movimiento, entonces?” preguntó Regina. “El Dragón Rojo no quiere hablar, y no se me ocurre ninguna otra pista”.

“……” Arian se quedó en silencio.

Shinichi la miró, con una expresión muy seria. “Arian, ¿estás segura de que quieres saberlo todo sobre tu madre?”

Si Brigit no había sido capaz de contarle a su hija ni siquiera en su lecho de muerte, podía ser porque no quería que Arian supiera ciertas cosas.

“Es posible que lo haya ocultado por tu bien”, añadió.

Aunque no fuera así, exponer los secretos que alguien se llevó a la tumba era tan irrespetuoso como desenterrar su cuerpo de la tierra.

“Los muertos no pueden enfadarse ni buscar venganza, pero los vivos pueden sentirse atormentados por la culpa. ¿Estás seguro de que quieres saberlo?”

“……” Arian pensó en silencio durante un momento. Después, sonrió como una niña a la que han pillado en una travesura. “Para ser sincera, en realidad sólo quiero saberlo como referencia”.

“¿Una referencia?”

“Quiero decir, mis hijos tendrán sangre de dragón. Quiero aprender de mamá, ya que ella ya pasó por todo el dolor de criarme”.

“Uh, oh…” Shinichi se puso nervioso cuando ella lo miró con ojos suaves y mejillas sonrojadas.

“Un cuarto de dragón, ¿eh? Tengo curiosidad por saber qué clase de hijos serán, futuro novio”, se burló Regina, sonriendo ampliamente.

“…¿Así que todavía quieres saberlo?” preguntó Shinichi, ignorando por completo a la Princesa Azul de la Guerra.

Arian asintió con la cabeza, como desechando cualquier duda. “Quiero saber sobre mamá. Quiero poder estar orgullosa de decir que soy su hija, como estoy orgullosa de ser hija de papá”.

¿Por qué odiaba la iglesia? ¿Por qué se negaba a curarse incluso cuando estaba enferma? ¿Y por qué se obligó a llevar una vida de soledad? Debió ser una heroína, pero tuvo un hijo con el Dragón Rojo, un enemigo de la iglesia. ¿Por qué insistiría en criar a ese niño, aun sabiendo que sería ridiculizada por la gente que la rodeaba?

Arian prefería enfrentarse a la verdad directamente y tener que lidiar con las consecuencias, si la alternativa era seguir teniendo esas insistentes preguntas y sentirse disgustada por su madre hasta acabar odiándola.

Shinichi miró a Arian y sonrió ampliamente. “¡Muy bien, vamos a desenterrar la feliz y vergonzosa historia de la cita romántica del Dragón Rojo!”.

“¡Sí!”

“Parece que tienen un plan”, observó Regina, poniéndose en pie de un salto junto a Shinichi y Arian y pareciendo igual de emocionada.

“Vamos a salir ahora. Asegúrate de pensar en lo que dije antes”, dijo Shinichi.

“¿Te refieres a lo de enviar a los jóvenes a la escuela?”

“Uh-huh. Sólo a los que estén interesados. No quiero obligar a nadie a venir”.

“Psssh. Los jóvenes están interesados en el mundo fuera de la aldea. Me preocupa más que se vayan en masa”.

“Ja-ja-ja. En cualquier mundo, los pueblos siempre acaban reduciendo su población”.

Shinichi se rió y terminó de despedirse del jefe, luego se volvió para decirle a

Regina a dónde iban. “¿Puedes teletransportarnos al mundo de los demonios?”

“¿El mundo de los demonios?”

“Allí es donde encontraremos a alguien que lo sabe todo, como el Dragón Rojo”.

“¿No querrás decir…?” Regina adivinó lo que quería decir, y su rostro palideció, pero Shinichi dijo el nombre como si nada.

“Vamos a obtener la primicia de su ‘sol’──── el Dragón Azul”.

***

El sol azul del cielo nunca se hundió en el mundo de los demonios. En cambio, seguía colgado allí, atenuándose e iluminándose lentamente en ciclos de veinticuatro horas. Para los que habían crecido en la superficie, era difícil acostumbrarse a esta visión.

“Es como el latido de un corazón”, señaló Shinichi.

“Un corazón que sólo late una vez al día. Cualquier criatura moriría”, dijo Arian. “Cuanto más grande es el animal, más lentos son sus latidos. No es imposible con un corazón tan grande”.

Shinichi y Arian charlaban distraídamente mientras Regina utilizaba Fly para llevarlos a todos hasta el sol, ahora que era de noche y había dejado de brillar.

“De cerca parece aún más grande”, gritó Shinichi.

La esfera tenía al menos un tercio de kilómetro de diámetro. El hecho de que siguiera flotando en el aire a pesar de la gravedad era prueba suficiente del poder del Dragón Azul.

Los tres estaban asombrados mientras se acercaban al sol. “¿Realmente pretendes hablar con el Dragón Azul?” preguntó Regina con inseguridad.

“¿Es un descaro por mi parte?”

“¡Obviamente! Este es el dios que salvó a los demonios. ¡Incluso yo sería más reverente!”.

Nunca la había visto tan nerviosa; normalmente era tan segura de sí misma. Shinichi no pudo contenerse.

“Ja-ja-ja, ojalá Celes pudiera verte ahora mismo”.

“Imbécil. Si Celes estuviera aquí, te habría hecho papilla por ser tan irrespetuoso”.

Regina levantó la voz, afirmando que incluso el Rey Demonio se habría negado a venir ──── con alguna excusa sobre cómo no podía dar la cara porque no era ni siquiera más fuerte que Elazonia.

A Shinichi no le importó. “Si su dios es misericordioso, debería estar feliz de responder a nuestras preguntas. Quiero decir, ¿no era el Dragón Blanco del sur todo un caballero?”

“Bueno, sí, pero…” Ella vaciló, recordando su encuentro de unos días antes.

Nada había cambiado desde la antigua civilización. El Dragón Blanco seguía durmiendo, con sus escamas brillando como perlas, en medio de un desierto mortal asolado por monstruos y tormentas de arena.

Y había saludado amablemente a Regina, su primera visitante en miles de años.

“Habla, valiente. ¿Qué es lo que buscas?”

Regina ya sabía lo que quería. “¡Pido que te enfrentes a mí en una batalla!”

Tan pronto como dijo eso, lanzó el hechizo más poderoso de su arsenal: False Dragon Breath. Hubo un destello tan ardiente que evaporó la arena blanca del desierto.

Sin embargo, incluso con un golpe directo, el Dragón Blanco no sufrió ni una sola herida. Sus ojos se entrecerraron como si estuvieran divertidos, y le dio a Regina una de sus escamas blancas como prueba de sus esfuerzos antes de teletransportar su cuerpo exhausto de vuelta al castillo del Rey Demonio.

“Yo diría que al Dragón Blanco le gusta la gente poderosa que se abre camino hacia el”, dijo Shinichi.

“Mm, tenía la sensación de que estaba cortado por el mismo patrón”.

“El Dragón Rojo es un hombre de pocas palabras que ama a su hija. El Dragón Negro es una criatura perezosa que sólo quiere seguir durmiendo. Todos ellos son bastante inofensivos”.

Por eso era difícil imaginar que sus vidas correrían peligro incluso si trataban de hablar con el Dragón Azul.

“Creo que los dragones sólo se volverían violentos contra alguien lo suficientemente poderoso como para destruir el planeta. Nosotros no somos tan fuertes”.

“Odio admitir que tienes razón”. Regina aceptó el argumento de Shinichi y los bajó a la superficie del sol.

Al verlo de cerca, parecía estar hecho de una sustancia translúcida parecida al cristal.

Estaba frío al tacto────era difícil imaginar que acababa de brillar.

Shinichi sintió curiosidad por el misterioso material, pero se centró en el asunto que tenía entre manos para visitar al Proxy.

“Hola, Dragón Azul. Hemos venido a visitarte porque queremos preguntarte algo”.

No sabía con qué clase de ser estaban tratando, así que optó por un saludo formal, pero todo lo que recibió fue silencio.

“…No hay respuesta. Es sólo un cadáver”.

“¡No digas algo tan siniestro!”, espetó Regina.

“¿Tal vez sólo esté durmiendo?”

De repente, la voz de una mujer joven sonó en sus mentes.

“¡Felicidades! ¡Son los primeros clientes que nos visitan desde la gran apertura de nuestra sucursal subterránea!”

“……”

“¿Hmm? ¿Fracasó mi broma? ¡Tee-hee!♪”

Estaban casi demasiado sorprendidos por las palabras.

“Um, ¿eres el Dragón Azul?” Shinichi logró decir.

“¡Ah, sí! Soy Azul, ¡la superestrella OG que mantiene el mundo de los demonios brillando!♥”

La imagen mental de una hermosa mujer haciendo una pose hizo que Shinichi se mareara tanto que cayó de rodillas.

“¿Este… es… su… dios…?”

“……”

“¡Regina! ¡Quédate con nosotros!” Arian sacudió violentamente a la Princesa Azul de la Guerra, mientras sus ojos se ponían en blanco.

El Dragón Azul rió divertido al ver a los tres.

“¡Tee-hee-hee! ¡Me alegro de haber hecho el mundo de los demonios si eso significa ver las miradas en sus caras! ¡Merece la pena!”.