Boogiepop And Others (NL)

Volumen 3

Capitulo 5: Pero Ya No Podia Confiar En El

 

 

Boogiepop And Others Volumen 3 Capitulo 5 Novela Ligera

 


Intentando no vomitar por los efectos persistentes de la pistola eléctrica con la que mi hermana me había electrocutado, subí a un autobús y me dirigí directamente al edificio de apartamentos de Orihata.

(Urp…)

Cuanto más intentas reprimir el impulso, más atención atraes. Apenas conseguí parecer normal.

Había perdido el traje de Boogiepop que Orihata me confeccionó.

Eso se sentía extraño.





Sentía que ese había sido el vínculo entre nosotros, y sin él, no podía tranquilizarme.

Pero ya no podía confiar en él. De cualquier manera, Kinukawa Kotoe fue detenida, y no había forma de preguntarle dónde estaba Orihata.

Me bajé del autobús y recorrí la ruta hacia el apartamento de Orihata, que ya había seguido en innumerables ocasiones (aunque siempre me giraba en la entrada).

Me preocupaba que alguien me detuviera, pero nadie lo hizo, y pronto estuve frente a la puerta de su apartamento.

Toqué el timbre, con el corazón latiendo con fuerza.

No hubo respuesta…

Volví a llamar.

Todavía nada…

Apreté los dientes, saqué la llave y abrí la puerta.

Ahora que lo pensaba, Orihata nunca había venido a mi casa, y ésta era la primera vez que entraba en la suya. Sí, teniendo en cuenta todo esto, habíamos tenido una relación bastante extraña.

―¿Hola? ―Susurré, entrando.

Mis pies se detuvieron casi al instante.

―¡¿Eh…?!

La habitación estaba vacía.

No había ni rastro de nadie viviendo aquí.

―E-Espera un momento ―dije, nervioso.

Esto era absurdo. La había dejado aquí casi todos los días, y la llave era la correcta, así que… Sintiendo que empezaba a entrar en pánico, volví a mirar alrededor del apartamento, y encontré una bolsa de dormir tirada en la esquina de la sala de estar vacía.

Me quedé boquiabierto.

Me acerqué sigilosamente y la tomé por la esquina.

Olfateé -lo sé, es un poco espeluznante- y olía como lo hacía su pelo cada vez que se inclinaba para empolvarme la cara con el maquillaje.

(¿Orihata-durmió aquí?)

Dejé caer el saco de dormir y eché un vistazo a la habitación.

Su uniforme de la Academia Shinyo estaba colgado en la pared.

Abrí el armario y encontré el resto de su ropa. Había visto todo lo que había allí.

Era toda la ropa que había llevado en nuestras citas.

Y eso era todo…

Nada casual, nada para la casa. Ni sudaderas, ni jerséis, ni pijamas. Nada.

―…………

Vacilante, abrí lo que supuse que era su cajón de ropa interior.

Sólo un tipo, y estaban todas alineadas. Era como si las hubiera comprado en rebajas en algún sitio.

―…………

Volví a mirar hacia su ropa.

Las había visto todas… pero faltaba un conjunto.

―¿Dónde está la ropa que llevaba la última vez que la vi…? ―Dije, con la inquietud royendo mis entrañas.

Fui a la cocina. La estufa apenas parecía estar en uso, así que busqué en su basura. Estaba llena de bentos vacíos de tiendas de conveniencia. Los examiné todos.

No había fechas recientes…

El más reciente era del día anterior a la última vez que la vi.

―……… ―Me sentí repentinamente mareado y me caí al suelo.

(¿Qué significa esto?)

¿Dónde estaba Orihata?

Sentí que estaba pasando por alto algo importante.

¿Pero qué?

¿Qué estaba olvidando?

***

 

 

Mientras tanto, en un parque de atracciones suburbano, abandonado y a medio terminar, cerca de la ciudad, otro hombre estaba igualmente confundido.

(¿Qué está pasando?)

Spooky E marcaba furiosamente un número tras otro, con sus rasgos siempre pastosos aún más pálidos, intentando contactar con los “terminales” a los que había lavado el cerebro.

Pero ninguno de ellos respondía. Todos los teléfonos estaban apagados. (¡Mierda! ¿Cómo ocurrió esto?)

La sangre brotaba de las heridas donde había estado su oreja derecha. Sus dientes castañeaban.

Su pelo había pasado de ser ligeramente canoso a ser completamente gris.

El miedo.

Era lo único que le atormentaba ahora.

Si sus terminales no respondían, entonces su poder sobre ellos había desaparecido.

Lo que (para él) significaba que había perdido toda prueba de su existencia.

Esto ya había sucedido antes: un niño se había escapado de su control, pero se había convencido de que era un hecho aislado y una mera coincidencia.

No, había intentado convencerse a sí mismo.

Sin su poder, estaba en la misma posición que el objeto de su abuso y desprecio, Orihata Aya, si no peor.

Orihata Aya podría seguir de alguna manera, probando si era posible el cruce, pero él no tenía ninguna posibilidad de hacer algo así.

Sería completamente inútil.

Y, probablemente, eliminado.

(¡Esto no puede estar pasando!)

Abrió las manos y dejó que la electricidad crepitara en sus palmas. Pudo ver las chispas, escuchar el sonido del aire quemándose.

(Todavía está funcionando, ¡todavía no estoy acabado! Entonces, ¿por qué…?)

Obligó a la mandíbula a que le diera energía y consiguió que sus dientes dejaran de bailar.

Normalmente, no sería el momento de estar encerrado en un parque de atracciones abandonado y a medio terminar como éste. Debería estar en la ciudad, tratando de averiguar qué estaba mal. Pero…

―Maldito seas…

No podía hacerlo.

Estaba demasiado asustado, demasiado asustado para ver las cosas con sus propios ojos.

―¡Maldición… Maldición!

Lo que más le preocupaba era la falta de respuesta de Kinukawa Kotoe, a quien había dedicado tanto tiempo. Incluso si los demás se desvanecían, ella había sido una copia virtual de sí mismo, así que ¿cómo podría escapar a su control?

―¡Imposible! Es completamente imposible.

La sangre volvió a salir a borbotones de su herida en la oreja.

Se sentó temblando en la oscuridad un rato más, pero por fin se controló y se levantó.

Caminó lentamente hacia la cima de la torre en la que se escondía.

El tejado de la torre, a medio terminar, estaba cubierto de materiales de construcción, y se dirigió a un montón de aspecto especialmente inocuo.

―Si hemos llegado a esto…

Había siete botes, ninguno especialmente grande.

Cada uno de ellos contenía suficiente arma biológica para acabar con todos los seres vivos de la zona.

En concreto, se trataba de un virus tóxico diseñado genéticamente para disiparse y morir a las tres horas de ser liberado en el aire, o treinta minutos a la luz del día.

Pero durante ese tiempo, el virus se multiplicaría de forma explosiva, infectaría a todo ser vivo con el que entrara en contacto y fundiría todas las células de su cuerpo. Finalmente, el virus comenzaría a canibalizarse a sí mismo, sin dejar nada intacto a su paso.

Se describió como el “antibiótico” definitivo, uno tan poderoso que podía desinfectar la vida misma.

Pero a Spooky E no le preocupan esos detalles. Su cuerpo ya tenía inmunidad al virus, así que no importaba cuánta “muerte” propagara, nunca sentiría ni siquiera un escalofrío.

―Podría usar esto…

Si mataba a todo el mundo, podría ocultar el hecho de que su habilidad había

fallado…

Alargó la mano hacia la válvula de uno de los botes.

―¡Entonces…! ―Había un brillo en sus grandes ojos.

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Pero su mano se congeló de repente, como si algo tirara de ella hacia atrás.

Levantó la cabeza y miró a su alrededor.

―¿Qué…?

Oyó pasos. Había alguien aquí.

Había mucha gente.

Miró por encima del borde de la torre hacia el suelo.

Su expresión se endureció.

―………

Había una multitud de personas que lo miraban fijamente.

Reconoció al menos a la mitad de ellos.

Naturalmente, eran las personas a las que había lavado el cerebro.

―¡¿Qué demonios?! ―rugió.

Pero ninguno de ellos respondió. Era como si no lo hubieran oído.

Se limitaron a mirarlo tranquilamente, en silencio.

―¡Respóndanme! ¿Qué demonios…? ―gritó histérico.

Una voz detrás de él dijo:

―Por fin nos conocemos, Spooky Electric-kun.

Era la voz de un joven. Spooky E se movió como si hubiera recibido una descarga eléctrica y se giró.

Un hombre vestido de blanco -Asukai Jin- estaba de pie en la entrada del tejado.

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―¿Quién eres tú? ―gritó Spooky E.

Asukai Jin no respondió. Se quedó mirando el bote detrás de Spooky E.

―Oh, ya veo. El ‘desinfectante’. ¿Ibas a usar eso? Entonces, córtalo por lo

sano.

―¡¿Qué demonios eres tú?! ―chilló Spooky E, y por fin Asukai se encontró con su mirada.

―Esa es una pregunta extraña.

―¡¿Qué?!

―Creía que me buscabas a mí. ¿Me equivoqué? ―dijo Asukai, encogiéndose de hombros―. Si tienes que decir algo, debería ser: ‘Supongo que ha llegado el momento’, o algo así.

―Entonces… eres…… ―Spooky E dio un paso atrás. Se golpeó contra el

bote.

―Me conoces como ‘Imaginator’ ―dijo Asukai, sonriendo.

Spooky E. se quedó sin aliento.

―¿Qué… hiciste? ¿Cómo…?

Sabía que el hombre que tenía delante era su mayor amenaza.

―Es que soy mejor que tú ―dijo Asukai en voz baja y con total confianza.

―¡Guh…!

―¿La Organización Towa, no? ¿Su sindicato-no, sistema? ―Asukai trinó.

¿Lo sabes…?

―No hay nada específico. Sólo que este sistema está… “observando” cosas. Debo decir que tienes bastante gente trabajando para ti.

Spooky E hizo otro sonido ahogado.

―¿Qué están observando? ¿Qué condiciones buscas? ―preguntó Asukai, tranquilamente―. He pensado en muchas cosas, pero sólo he podido llegar a una teoría que funcione.

Spooky E temblaba como una hoja.

―Transformación. ¿Qué más? ¿Cualquier cosa que cambie? Eso es lo que estás viendo, ¿correcto? Le das drogas a humanos comunes e inocentes y observas sus reacciones, y luego investigas cuánto cambian… ¿tengo razón?

―Unh…

―A partir de lo cual podemos determinar que la Organización Towa opera a una escala demasiado grande como para referirse a un simple sindicato. Esencialmente, todo en el ‘presente’ -ya sea que odien todas las cosas nuevas y diferentes, o que traten de doblegar estas cosas nuevas a su voluntad- ha producido colectivamente lo que se conoce como la Organización Towa. Obviamente, esto significa que su poder es increíblemente vasto. Sin embargo…

―Asukai lanzó otra sonrisa a Spooky E―.”En esta zona, por el momento, sólo estás tú. ¿Correcto?

Sonrió sólo con sus ojos, sus ojos declarando que Spooky E no se salvaría, no podría escapar.

―¡Grraagh…! ―Spooky E rechinó los dientes, la sangre volvía a brotar de su oreja perdida―. T-tú… ya lo sabes… ¿pero tienes idea de lo que significa?

―¿Mm?

―¡No importa lo que me hagas, no tienes futuro! ―Bramó Spooky E―. ¡No puedes sobrevivir mucho tiempo con la Organización Towa como enemiga! Cuando acabes con mi vida, acabarás con la tuya ―Su estridente voz fue casi completamente barrida por el fuerte viento que soplaba en el techo de la torre.

―………… ―Asukai Jin siguió sonriendo, mirando fijamente a Spooky E―.

¿Mi enemiga? ―Asintió para sí mismo. Luego su boca se torció en una sonrisa de satisfacción―. ¡Mi enemiga!

―¿Qué es tan gracioso?

―Hablando de enemigos… ¿Tienes alguna idea?

―¿De qué?

―¿Cuánta gente ha muerto a causa de los ‘experimentos’ que has realizado? Gente que casualmente tuvo una reacción alérgica a las drogas que les diste… o que entraron en shock. Te doy una pista, no es un número pequeño.

―¿Y qué? No son importantes.

―Es cierto. No lo son ―aceptó Asukai, con calma―. El porcentaje de muertes es mucho menor que el de los accidentes de tráfico, o el de las enfermedades. Ciertamente, se podría decir que cualquiera que muera de esa manera simplemente tuvo mala suerte… nada más. Pero todos los humanos tienen a alguien que depende de ellos. ¿No lo entiendes? Tienen amigos… familia.

―¿…? ―Spooky E frunció el ceño, incapaz de entender a qué quería llegar Asukai.

―Ciertamente tuvo mala suerte. Siempre tuvo mala suerte ―dijo Asukai, mientras su mirada se desviaba ligeramente hacia el cielo―. No tenía ‘raíces’, ¿sabes? Todo lo que intentaba, lo hacía tímidamente. Sin embargo, su ‘flor’ era gigantesca, lo que significaba que se subía a cualquier sueño de un tonto, se dejaba engañar de nuevo y acababa en problemas. Tuve que cubrirlo muchas veces ―Una sonrisa de autodesprecio pasó por su rostro―. Pero todo fue en vano. Por mucho que me esforzara, no podía compensar su absoluta falta de fortuna.

―¿Qué quieres decir? ¿De qué estás hablando?

―Supongo que fue él quien me regaló El Principito ―Asukai suspiró y volvió a fijar su mirada en Spooky E―. ¿Enemigo? No, esto es una venganza. Esto es la ironía del destino.

―¡Entonces dime qué quieres decir!

―Sólo un poco de historia ―dijo Asukai de repente.

―¿Qué…?

―¿Has pensado alguna vez quién es el que finalmente gana? ¿Es el más fuerte? ¿Es el que mantiene a todos bajo su control? ¿Qué crees que le pasa a la gente así al final? Te diré… nada. Cuando ganan, utilizan demasiado poder y se derrumban. Su victoria les es arrebatada por otra persona. Cuando te enfrentas a tu enemigo, debes tomar una decisión más inteligente.

La sonrisa de Asukai desapareció.

―La segunda opción es rendirse cuidadosamente. Tienes mucho poder, pero no el suficiente para enfrentarte a tu oponente, así que rendirte es la mejor manera de seguir vivo. Pero la primera opción…

Sin sonreír, su mirada era tan aguda que parecía atravesar la piel del otro hombre.

―Convierte a tu enemigo en tu aliado. Es el método más sabio y eficaz.

Los grandes ojos de Spooky E se abrieron aún más.

―¡¿Qué…?!

―Tú  y  yo  nos  parecemos  mucho.  Somos  casi  exactamente  iguales.

Tenemos el mismo tipo de poder. Nuestras habilidades se complementan.

Asukai extendió sus manos.

―En otras palabras, mientras siga haciendo el mismo tipo de cosas, en lo que respecta a la Organización Towa, no hay ninguna diferencia real con respecto a cuando tú las hacías.

―¡…………! ―La expresión de Spooky E se torció―. ¡No puedes estar

diciendo…!

―Sí, puedo. Voy a utilizarte como cobertura mientras me hago cargo de la Organización Towa. A través de ti, extenderé a Imaginator por toda la Organización Towa; al menos, ése es el plan.

Asukai dio un paso hacia Spooky E.

Spooky E se deslizó de lado a lado del bote a su espalda, tratando de mantener la distancia.

―P-pero eso es…

―Olvida que puedes o no puedes. Tengo que hacerlo. Si quiero hacer que la nieve caiga en abril en todo el mundo, necesito imperiosamente una vasta organización que me respalde.

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―¿Nieve…?

Para cualquier ser humano sensato, Spooky E era un ser monstruoso de insondable misterio… sin embargo, por primera vez desde que llegó a este mundo se enfrentaba a algo mucho más inescrutable que él mismo.

―En pocas palabras, planeo normalizar la psique de la humanidad, poniendo fin a toda la tristeza, a todas las desconexiones, a todos los malentendidos que surgen entre nosotros.

―¡Estás loco! Has perdido la cabeza por completo.

―¿Y qué si lo he hecho? Si te crees cuerdo, entonces haz algo con este loco antes de empezar a insistir en que lo estás ―dijo Asukai, sonriendo.

―¡Ah… rraaaaaaah! ―bramó Spooky E al tiempo que saltaba hacia Asukai, con chispas de electricidad en ambas manos.

Asukai… no esquivó.

Las palmas eléctricas de Spooky E le golpearon en la cabeza como un luchador de sumo, haciéndole caer de espaldas.

(¡¿Qué?!)

Después de todos los discursos de confianza, Spooky E estaba completamente desconcertado por la extrema debilidad de su enemigo.

Pero ahora no podía dudar. Atacó de nuevo.

Agarrando la cabeza de Asukai entre ambas manos, envió electricidad-

O al menos, lo intentó, pero Asukai se lanzó de repente hacia delante, y Spooky E retrocedió por reflejo.

―Unh… ―Grandes gotas de sudor de batalla rodaron por sus gordas mejillas y su frente.

―Bastante intenso ―dijo Asukai, sacudiendo la cabeza. Algo cayó de ella.

Algo que hizo que los ojos de Spooky E se salieran de su cabeza.

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Una peluca, de la que salía humo. El interior estaba cubierto de tiras de algo.

Era una textura sin brillo que Spooky E conocía muy bien.

―¿Hojas antimagnéticas?

Eran pegatinas diseñadas para proteger los disquetes de los imanes de los cierres de los bolsos y similares, deteniendo todas las ondas electromagnéticas. Al amontonarlas, la cabeza de Asukai quedó envuelta en una especie de casco de papel maché.

―¡Exactamente! Había supuesto que tu habilidad se basaba en las ondas electromagnéticas, así que vine preparado ―se burló Asukai. Sin la peluca, su pelo tenía el mismo aspecto. Se ocupaba de sacudir los restos de él, los fragmentos caídos de las láminas antimagnéticas.

―……… ―Spooky E se quedó mirando la peluca durante un momento, pero

al final resopló con fuerza, y luego soltó una carcajada salvaje―. ¡¡¡Bua, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!

―¿Es gracioso? ―preguntó Asukai.

Spooky E siguió riendo.

―¡Ja, ja! ¡No fuiste más que un fraude todo el tiempo! ¿Cómo no voy a reírme? Me has hecho correr de miedo.

¿Yo?

―Sin ese pequeño truco tuyo, no puedes bloquear mi ataque. Puede que estemos igualados en el departamento de lavado de cerebros, ¡pero ni siquiera estás en el terreno de juego cuando se trata de pelear!

―Ah, podrías decirlo así. Sí ―Asukai agachó la cabeza.

―¡Déjalo! Nunca podrás… ―empezó a decir, pero…

(……?)

Spooky E notó algo extraño.

En la mano derecha de Asukai Jin había una sola rosa. Sostenida delicadamente en la punta de sus dedos.

(¿De dónde salió eso?)

La rosa no tenía raíces. Pero no había sido cortada; en su lugar, el tallo crecía constantemente, disminuyendo hasta desaparecer. Era como una flor artificial, pero demasiado realista, demasiado fresca.

―Puede que otras personas no sean capaces de ver mis ‘visiones’, pero imagino que tú sí ―dijo Asukai, haciendo girar la rosa entre las yemas de sus dedos―. Después de todo, esto… es tu ‘psique’.

―¿Más trucos de magia? ―bramó Spooky E, y se abalanzó de nuevo sobre Asukai.

De nuevo, Asukai no intentó esquivar. Esta vez no había nada en su cabeza para protegerlo.

(¡No hace falta que te contengas! Potencia máxima en la tormenta, fríe cada célula de su estúpido cerebro).

Spooky E extendió sus manos.

Asukai se quedó allí, esperando que el golpe cayera…

***

 

 

=Pero justo antes de que lo hiciera, el cuerpo de Spooky E se congeló en el lugar. (¿Qué…?)

Estaba justo delante de Asukai Jin. Sus manos estaban a escasos centímetros de agarrarse a él… pero no pudo cerrar esa brecha.

―¿Gr…rrrrr…?

Claramente, no era un muro invisible entre ellos. Era más bien como si el cuerpo de Spooky E se hubiera vuelto increíblemente, asombrosamente pesado-demasiado pesado para seguir moviéndose.

―¡Mi cuerpo… no… no se mueve…!

―Tu cuerpo no. Tu mente ―dijo Asukai en voz baja, con la rosa aún en la mano.

―¿Qué me hiciste?

―Ahora mismo, pase lo que pase, no serás capaz de reunir la motivación para atacarme. Eso es todo. Lo único que te impide moverte es tu propia voluntad. Tu propia voluntad inconsciente.

―¡¿Cómo…?!

―Quité las ‘espinas’ de tu ‘flor’. Eso es todo.

―¡¿…………?!

―Pero eso parece haber eliminado tu propia capacidad de agresión.

Asukai volvió a hacer girar la rosa en su mano. No había espinas en ninguna parte del tallo de la rosa.

―Eso es imposible… ―Pero incluso mientras hablaba, Spooky E se desplomó débilmente y con un golpe, estaba sentado en el suelo del tejado.

―Unh… ―Ni siquiera pudo rugir.

Ahora lo entendía.

Sabía por qué Asukai había utilizado otro truco barato como esas láminas antimagnéticas… Era para que no pudiera huir.

Primero, necesitaba hacerlo atacar, y luego detener ese ataque. Pero sólo necesitaba detenerlo una vez. Si lograba acercarse lo suficiente a Spooky E aunque sea por un momento, entonces podría tomar su “rosa”.

―Tu poder -esto de controlar el cerebro de una persona con descargas eléctricas- es increíblemente retrógrado ―dijo Asukai, mirando a Spooky E―. Carece del concepto de ‘alma’. No se presta atención a la fuerza principal que impulsa el comportamiento humano. Se limita a meter un poco de información en sus mentes, sin cambiarlas realmente en ningún sentido de la palabra. Comparado con Imaginator, eres de segunda categoría.

―Unh…

―Nunca pensaste en hacer siquiera lo que yo puedo: percibir los defectos de los corazones humanos y descubrir cómo repararlos. Tu método es como golpear el agua con un martillo. El punto clave es cambiar tu método dependiendo de con quién estés trabajando.

―Uuuuunh…

―Te dije que era mejor ―dijo Asukai.

―Uuuuuunh ―gimió Spooky E, tambaleándose. Era tal y como dijo Asukai; no tenía ganas de atacar, ni fuerza en ninguna parte de su cuerpo.

―Sin embargo… debo admitir que tengo que hacer casi lo mismo que tú con tu rayo. Hay demasiados humanos en este mundo.

―¿Qué hiciste…? ¿Qué vas a hacer ahora…? ―consiguió Spooky E, desganado.

―Injertar. ¿Conoces la palabra? Cuando se toman dos plantas similares, se tocan las partes que dan fruto y se crea una planta completamente nueva. Es el mismo principio. He estado escogiendo grupos de dos o más y utilizándolos para plantar un pequeño trozo de lo que a cada uno le faltaba. Todos en los que he hecho esto han sido muy felices, ya que sus corazones son ahora perfectos. Y, naturalmente, todos se han convertido en mis aliados.

Asukai sonrió suavemente.

―Puedo hacer lo mismo por ti. En cuanto encuentres una pareja, puedo darte las ‘raíces’ que te faltan. A cambio, tomaré sólo una pequeña porción de tu ‘tallo’. Por supuesto, te cortará ese fuerte poder mental… pero apenas lo notarás. No con la alegría que sentirás una vez que tu defecto esté curado.

―…………… ―Spooky E parecía aturdido―. No… entiendo.

―Incluso tú lo entenderás pronto.

Spooky E miró a Asukai, con los ojos desenfocados.

―Lo que no entiendo es cómo puedes estar disfrutando de esto. Yo, por lo

menos, estaba actuando por órdenes de la Organización Towa, pero tú…

Asukai frunció el ceño, bruscamente.

Spooky E lo ignoró, dejando caer su mirada de nuevo.

―No… Bueno, eso no es realmente importante… Sólo me queda una cosa que esperar.

Levantó las manos frente a su cara, mirándolas fijamente.

―¿Qué es eso?

―Algo que he querido hacer hace mucho tiempo ―murmuró―. Pero mi odio hacia ellos era demasiado fuerte, así que nunca pude. No pude hacerlo mientras vivían. Pero ahora esos sentimientos han desaparecido. Tal vez porque me quitaron las ‘espinas’. Así que por eso, supongo que te estoy agradecido…

―¿De qué estás hablando? ―preguntó Asukai, desconcertado.

―Déjame darte una advertencia… ¡Imaginator! Boogiepop te persigue ―dijo, y entonces Spooky E se agarró la cara.

Las chispas volaron.


―¡–!

Para cuando un nervioso Asukai llegó a su lado, Spooky E ya había quemado todas las células de su cerebro con su propia electricidad. La sangre brotaba de sus ojos y nariz. De la herida de su oreja derecha salía humo.

Estaba muerto.

***

 

 

―………Ah ―gimió Orihata Aya, abriendo los ojos. Le pareció oír un débil

grito procedente de algún lugar.

El mundo que la rodeaba seguía en la más absoluta oscuridad. No había ventanas ni lámparas en la habitación en la que estaba encerrada.

Estaba tirada en el suelo cubierto de polvo, con las manos y los pies esposados por detrás. Spooky E la había puesto aquí.

Ya no podía decir cuánto tiempo había estado durmiendo. La desesperación parecía dispuesta a desgarrarla.

―Mmph ―murmuró, incorporándose.

El polvo voló y ella tosió.

―Tengo que… tengo que irme…

Puede que ya sea demasiado tarde. La idea le hizo castañetear los dientes con violencia.

―Tengo que ir… Tengo que decírselo…

Atormentada por la ansiedad y el miedo, se movió como un gusano, buscando la puerta.

Pero no era tan sencillo. La puerta estaba cerrada, y no había otra forma de entrar o salir.

―¡Augh…!

Estaba temblando violentamente. Hacía frío, estaba agotada y se sentía impotente.

Pero siguió moviéndose a pesar de las esposas, buscando frenéticamente una salida.

Mientras su cuerpo se retorcía, algo cayó del bolsillo de su chaqueta.

Su celular.

Spooky E se había olvidado de quitárselo, pero a pesar de lo mucho que brillaba la luz de la batería baja… aún había esperanza.

(¡Aaah…!)

Aya plantó rápidamente su cara junto al teléfono. ¡Con esto, ella podría decirle…! Rezó para que hubiera señal.

( P-por favor……!)

Con la punta de la lengua -la única parte de ella que podía mover- intentó pulsar los botones.

De repente, se oyó un clic en la puerta.

La cara de Aya se estremeció.

―¡……!

No sirvió de nada. No tenía tiempo. No podía esconder el teléfono a tiempo…

El picaporte giró y la puerta se abrió.

La luz entró en la habitación oscura.

Pero la silueta que estaba ante ella no era Spooky E.

―¿Quién es…? ―Aya creía haber visto antes a ese hombre alto vestido de blanco.

―Nos hemos visto antes ―dijo el hombre, asintiendo.

―¡Usted es…! ―recordó ella.

El hombre que los había salvado el día que conoció a Masaki.

―¿Por qué está…? ―murmuró ella, y luego su cabeza se levantó de golpe.

¡Por favor! Ayúdeme.

―Lo siento, pero no puedo hacerlo ―dijo el hombre en voz baja.

―¿Eh…?

―Necesito que seas un sacrificio ―dijo, sonando muy solitario.

―¿A qué se refiere?

―No tengo mucho tiempo… No esperaba que Spooky E muriera. Tarde o temprano, otro agente de la Organización Towa vendrá aquí. Tengo que estar preparado para ellos. Al menos he traído un “relámpago” a esta ciudad.

Aya no pudo entender la mayor parte de lo que dijo el hombre, excepto una cosa…

(¿Está muerto…?)

Ella estaba segura de que él dijo eso.

¿El hombre que la había atado de esta manera estaba muerto?

Entonces eso significa… eso significa que él está…

―¡Disculpe…! ―Ignorando la siniestra promesa del hombre de sacrificarla, Aya intentó preguntar por la única cosa que le importaba.

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Y entonces el teléfono frente a ella se iluminó y comenzó a sonar.

―¡……!

Aya lo supo al instante.

Sólo dos personas llamaban a su número de teléfono, y una de ellas era Spooky E.

El hombre de blanco alargó la mano y cogió el teléfono.

Contestó y, al igual que cuando se arrancan los auriculares de un equipo de música, se escuchó muy alto, y la voz frenética de un chico llenó la habitación.

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―¡Orihata! Orihata, ¿eres tú?

Era Taniguchi Masaki.

El alivio robó toda la fuerza del cuerpo de Aya.

***

 

 

―………

Asukai había escuchado antes la voz que salía a borbotones del teléfono. (Ese chico…)

Volvió a mirar a Orihata Aya.

Parecía total y absolutamente aliviada.

(Estuvo a punto de preguntarme si el chico estaba a salvo).

Asintió con la cabeza. Eso era más importante para la chica que su propia seguridad.

―¿Hola…? ¡Hola! ¡¿Orihata?! ¡¿Di algo, por favor?!

―…………

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Asukai escuchó sin decir nada, y al final acercó el teléfono… al oído de Aya. ―¿…?

Ella pareció sorprendida. Fuera quien fuera este hombre, no parecía que tuviera pensado perdonarla. Entonces, ¿por qué le daba el teléfono?

Asukai la miró fríamente. Ni rastro de piedad ni de orgullo.

―¡¿Orihata?! ¡¿Orihata?! ―continuó la voz del chico, casi gritando.

Asukai Jin y Orihata Aya se miraron cuando la voz entre ellos sonó-.

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