Genocidal Organ (NL)

Volumen 1

Capitulo 1:

Parte 2

 

 

papel era más cercano al del soldado ordinario. La única diferencia era que nuestro trabajo es dar un paso más, definir y diferenciar a ese enemigo para fines operativos. Pero aún era más fácil si emocionalmente, los tratáramos como la misma masa indiferenciada que disparaba el soldado común, de modo que el peso de todas las vidas individuales que extinguimos no recaía demasiado sobre nuestros hombros.

Algunos soldados todavía se rompieron, por supuesto. Recordamos el momento en que los Estados Unidos reclutaron cientos de consejeros para tratar de rehabilitar a sus tropas estacionadas en Irak antes de enviarlas a sus hogares para su reintegración en la sociedad. Establecieron campamentos de repatriación donde los que estaban en la cubierta para regresar a Estados Unidos podrían experimentar una versión simulada de la sociedad estadounidense. Así es como Bagdad llegó a ser un gran campamento de verano con temática estadounidense.


Los soldados que habían estado viviendo en el universo paralelo que es la guerra ahora tenían que tratar de recordar cómo era ir de compras a K-Mart. ¿Cuánto cuesta una barra de Snickers nuevamente? Y así sucedió que a los hombres y mujeres deformados por los campos de batalla de Iraq no se les permitiría volver a la América real sin pasar primero por la virtual.

La psique humana es algo frágil. Cuanto más te preocupabas por la gente que mataste, imaginabas las vidas que ellos lideraban y continuarían guiándolos si no los hubieras asesinado, era más probable que sufrieras una cicatriz emocional. Lo que significaba que nosotros, en las Fuerzas Especiales, éramos particularmente susceptibles a este tipo de cosas; después de todo, a diferencia del soldado ordinario que disparó contra la multitud, matamos individuos, cara a cara. Mucho más estresante para nosotros.

O tal vez gente como Williams y yo solo pensamos de esta manera porque éramos estadounidenses, mimados y envueltos en nuestras pequeñas burbujas etnocéntricas occidentales. Todavía quedaban muchos lugares en el mundo donde la vida era barata o incluso completamente sin valor. Lo sabía. Yo había estado con ellos.

De hecho, estábamos entrando en un lugar tan infernal en este momento, penetrando la oscuridad en nuestro elegante avión negro. Nos lanzábamos hacia las tierras baldías de abajo, y cuando salimos sabíamos que entraríamos en pandemonio. Una escena de tragedia inimaginable que de alguna manera estaba teñida de alegría maníaca.

Una escena directamente de una pintura de Hieronymus Bosch, en otras palabras.

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El intercomunicador desde la cabina sonó dentro de mi oído; “Estamos a cinco minutos del espacio aéreo enemigo, pero no hay señales de fuego antiaéreo y ninguna respuesta de sus sistemas de misiles. Estamos avanzando sin problemas, y todas las señales son que evitaremos la detección del enemigo. Parece que los hemos cogido con la siesta, caballeros.”

Todos los operativos en esta clase de misión secreta tenían transmisores internos y receptores manos libres integrados en nuestros cuerpos. También otros dispositivos de alta tecnología; software para detectar y descifrar el más leve de los murmullos, de modo que lo que es imperceptible para nuestro entorno se decodifica y se transmite al resto del equipo. Este discurso reconstruido no sonaba como tu discurso real, por supuesto. Era una representación artificial de lo que habrías sonado, una construcción imaginaria que existía en algún lugar entre tu caja de voz y los parlantes a los que se transmitió.

“Nuestra pintura invisible golpea de nuevo. Está absorbiendo todo el radar “, dijo Williams despreocupadamente. “Si no fuera por nuestra IFF diciéndoles a nuestros muchachos de nuevo en nuestra posición, dudo que puedan encontrarnos tampoco”.

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“Diez minutos hasta la caída. Comience a moverse, muchachos. Y buena suerte.”

“Aquí vamos”. Le di unas palmaditas en la espalda a Williams. Se dirigió a su capsula sin decir palabra. La razón por la cual las vainas eran negras mate no era

para bloquear la detección por rayos electromagnéticos, sino más bien para bloquear el infrarrojo. El jefe de carga lanzó “Voodoo Child (Slight Return)” de Jimi Hendrix por los altavoces. Preparándonos para la batalla.

Pensé lo que siempre pienso cuando vi a los hombres a mi alrededor subir a sus cápsulas; se meten dentro de sus ataúdes.

Los muertos que vuelven a sus ataúdes. Con sus caras pintadas con camuflaje, se veían como zombis. Como si fueran cadáveres reanimados por un hechizo de vudú y recién ahora finalmente regresan a sus ataúdes donde pertenecían. Mientras miraba a los muchachos que me rodeaban meterse en sus capsulas, no pude ayudarlos.

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La puerta de la escotilla de mi vaina se cerró silenciosa y suavemente, y en el momento en que me aisló del mundo exterior, sentí el ruido sordo de la presurización. El sonido desapareció del mundo, y todo fue oscuridad. Esto era lo que era ser enterrado.

Sí. Ahora estaba experimentando la muerte de mi madre por mí mismo. Es por eso que de repente estaba tan abrumado por la emoción, me di cuenta. Esa era la razón por la cual esta caída a gran altura, normalmente tan rutinaria para las personas en mi línea de trabajo, había adquirido un significado monumental.

Hubo un sonido crujiente agudo desde el exterior de la cápsula. El compartimento de carga comenzaba a perder presión.

“El compartimento de carga ahora está completamente descomprimido. Tres minutos hasta el despegue. Soltando las escotillas traseras”

Los motores rugieron en acción, y poco después se abrieron las cerraduras. El vientre del Flying Seaweed Craft se abrió. El jefe de carga fue golpeado de un lado a otro por las corrientes de aire que entraban por la escotilla abierta, pero los que estábamos dentro de nuestras cápsulas escuchamos y no sentimos nada.

“Un minuto hasta el despegue. Comienza la cuenta atrás”

Me preguntaba si así era como mi mamá lo sintió. Ser desconectado de la luz cuando el ataúd finalmente se cerró, y luego sellado en su lugar con clavos. En el viaje a quién sabe dónde, atrapada dentro de una caja, enterrado por toda la eternidad. ¿Eso es lo que le pasó a mamá y a todas las personas, desde tiempos inmemoriales cuando la gente comenzó a sellar a sus muertos en ataúdes?

La cuenta regresiva continuó dentro de mi mente, pero no sentía la euforia que solía sentir justo antes de una gota.

“Despegue. Buena suerte para todos ustedes”

Escuché el golpe que vino con la liberación; pesado y suave al mismo tiempo. Entonces la gravedad desapareció.

Estaba a merced de las leyes de la física.

Específicamente, la ley de la gravedad.

***

 

 

Mi ataúd se precipitó a través del cielo vacío.

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Durante unos segundos mi equipo pareció flotar a mi alrededor. Luego, el descenso guiado por computadora inició, finalizando la sección de caída libre del vuelo. Las vainas en las que estábamos no tenían mecanismo de propulsión. No estaban equipados con combustible ni motor. La trayectoria solo podría ser modificada por alas de estabilidad externas, siguiendo el mismo principio que los deltas. Fueron pilotados cambiando los ángulos de las aletas, en algún lugar entre un planeador y una bomba inteligente. Una bomba inteligente con un ser humano dentro de donde normalmente van los explosivos.

El ataúd volador se abrió paso a través de las corrientes, las alas hábilmente lo guiaron hacia su destino. Las alas estaban hechas de tejido muscular vivo. De hecho, el ataúd volador en el que yo viajaba actualmente — El Intruder Pod, para darle su nombre oficial — apenas contenía partes mecánicas. O, mejor dicho, era más fácil decir que estaba hecho casi en su totalidad de carne viva. La vaina no solo podía controlar las alas, sino que estaba cubierta de quistes que podían contraerse a voluntad, lo que provocaba que la forma real de la vaina se deformara para poder adaptarse y cortar suavemente a través de las turbulentas corrientes de aire.

Las vibraciones y el ruido del aire que golpea la cápsula comenzaron a desaparecer. El ángulo de descenso era cada vez menos pronunciado, y pude sentir cómo la trayectoria estaba siendo ajustada por la forma en que el centro de gravedad comenzó a cambiar. Parecía que la cápsula estaba entrando en la etapa final de su modo de guía.

Oí otro ruido sordo, y de repente mi peso corporal estaba presionando sobre mis piernas otra vez. El conducto del embudo se había abierto y absorbió la mayor parte de la fuerza propulsora. Probablemente ya estábamos a solo unos metros de la tierra. Me preparé para el impacto. Eso era todo lo que podías hacer en uno de estos ataúdes. La velocidad de la cápsula murió por completo, ahora estaba cayendo al suelo.

La mayor parte del impacto en el aterrizaje fue absorbida por el conducto del embudo y el tejido vivo del casco. La vaina descendió tan suavemente como una espora de diente de león cayendo. Era un poco como colocar un paracaídas en un bolígrafo. La vaina cilíndrica golpeó el suelo y luego cayó hacia un lado. La forma en que se construyó el casco significaba que estaba a un lado, por lo que no había demasiadas posibilidades de que siguiera rodando y atormentando el sentido del equilibrio del soldado en el proceso, a menos que su ocupante tuviera la mala suerte de aterrizar en el infierno de una pendiente.

No había tenido mala suerte, y parecía que mi cápsula ahora estaba en reposo. Solté la cerradura y puse mi mano sobre la escotilla. Empujé la puerta cuadrada suavemente hacia afuera. La última vez que miré fue en el techo de Flying Seaweed Craft. Ahora me encontré mirando hacia un cielo nocturno estrellado.

Después de salir de nuestras cápsulas y confirmar que nuestras posiciones eran seguras, trabajamos en silencio. La cápsula de Williams había aterrizado a menos de doce metros de distancia. Los otros dos tipos estaban dentro de un radio de cuatrocientos pies. Con bombas inteligentes guiadas por GPS o por láser o drones, esperaría que al menos la mitad caigan dentro del radio objetivo; estábamos trabajando en un nivel por encima de todo eso. Nunca echaremos de menos, podría haber sido nuestro lema, incluso si sonaba un poco cursi. Pero era cierto que nuestra tecnología para el descenso guiado era casi tan buena como se puede.


Pusimos las cápsulas en modo de autodestrucción, y los cultivos de tejidos vivos tuvieron su suministro de enzimas especiales cortadas, lo que resultó en una muerte celular rápida y una rápida desintegración. Las vainas desecadas eran como antiguas momias egipcias, queratinizadas como piel antigua. Ahora podíamos dejar que las cascaras se desmoronaran, a sabiendas de que en poco tiempo no serían más que abono para las llanuras cubiertas de hierba en las que ahora se encuentran.

Todo lo que quedaba por hacer era deshacernos del puñado de piezas mecánicas no integradas en las estructuras biológicas de las vainas. Incluso estas partes se modularizaron completamente, y la operación de limpieza fue simple. Terminamos en menos de diez minutos. Éramos como adolescentes diligentemente arreglando después de una fogata, eliminando en silencio todas las pistas de que alguna vez habíamos estado allí.

La única diferencia fue que, para nosotros, la fiesta apenas comenzaba …

Pusimos nuestro plan en acción en el momento en que terminamos nuestra limpieza.

Necesitábamos tener todo terminado antes del amanecer. El asesinato no es realmente un trabajo diurno. Lo ideal es que no quieras que nadie te vea, incluido el objetivo.

Era un equipo de cuatro hombres; Williams, yo y otros dos. Todos habíamos estado en este escenario muchas veces, no hay novatos aquí. Seguimos el plan establecido por SOP; Alex, el hábil rastreador, era el explorador avanzado, y Leland, que se graduó en la misma clase que Alex, en tareas de retaguardia. Williams y yo empujamos a través de la oscuridad en el medio, manteniendo un vigilante a cada lado.

Lo hago sonar simple ahora, pero, a decir verdad, una marcha sigilosa nocturna no es fácil. Más fácil de lo que solía ser, por supuesto, gracias a la tecnología con la que fuimos bendecidos en estos días. El forro interior ajustado de nuestra ropa absorbe la humedad que transpiramos y lo elimina para ser reciclado, y la cirugía nanocapa cubrió nuestros ojos con una visión que no solo ajustaba automáticamente los niveles de luz ambiental para que pudiéramos ver claramente incluso en una medianoche nublada como este, pero también proyectó datos de combate útiles directamente a nuestras retinas.

Incluso con estos desarrollos, todavía no sería suficiente aterrizar los Intruder Pods justo al lado de nuestro objetivo y acabarlos. Los preceptos básicos de operaciones especiales se mantuvieron sin cambios; todavía era necesario aterrizar a cierta distancia del objetivo, repletos de armas y explosivos y otros objetos útiles, y luego marchar. Teniendo en cuenta cómo se suponía que variaba el trabajo de operaciones especiales, pasamos mucho tiempo caminando, al menos, así me pareció a mí. Nuestro trabajo era caminar, caminar y caminar, y finalmente, al final de todo, acercarnos al objetivo. La primera parte de la selección para unirnos a nuestro equipo consistió en atar una gran mochila de Bergen a su espalda, rellenarla con piedras y enviarte en una marcha forzada prolongada a una velocidad vertiginosa. Esto separaba a los hombres de los niños, de acuerdo, la mayoría de los solicitantes fueron eliminados en esta etapa.

Nuestro equipo había consultado estrechamente con la inteligencia antes de la caída para decidir el mejor punto de aterrizaje que tomara en cuenta todos los factores. Aun así, aún estábamos contemplando una marcha cuesta arriba de cuatro horas, y eso no suponía distracciones ni desvíos.

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Alex estaba muy por encima del resto de nosotros en términos de estado físico, por lo que aceleró para explorar de manera más efectiva cada vez que había contornos en el paisaje. Esta fue una misión corta, dentro y fuera de las doce horas, por lo que no necesitábamos nuestras mochilas llenas de comida, agua y munición. Esto significaba que podíamos establecer un ritmo de castigo. Marchamos en la ciudad objetivo lo más rápido que fue posible

caminar mientras seguíamos vigilando adecuadamente las indicaciones de la presencia del enemigo.

Había un camino que conducía hacia la ciudad. No es más que un sendero de tierra áspera, realmente. Pero nuestros satélites habían mostrado suficiente tráfico a lo largo de él que nunca fue realmente una opción viable para nosotros. Habiendo dicho eso, el paisaje eurasiático en el que estábamos ahora, en su mayoría consiste en campos y bosques, fue bastante fácil para nosotros atravesarlo. El terreno del desierto o la jungla habría sido mucho más difícil.





La línea oficial era que este país sufría de la misma vieja historia que encontró en todo el mundo; musulmanes versus cristianos. Por supuesto, los conflictos suelen tener más de un catalizador. Después de todo, había países donde el islam y el cristianismo podían coexistir pacíficamente, incluso cuando estaban al lado. Parecía que esto solía ser el caso en este país, históricamente. Un antiguo estado de la URSS que había declarado la independencia después de la desintegración del antiguo Partido Comunista, este país había tomado el curso habitual de confrontación con Rusia sobre los recursos naturales, pero no había nada que sugiriera que la religión iba a ser la causa de amargas guerras intestinas. No hasta hace unos pocos años.

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¿Cómo se desarrolló el conflicto tan rápidamente? ¿Cómo se habían avivado las llamas del odio en los corazones de las personas tan rápidamente que las masacres se habían convertido en algo común?

¿Una tasa tan exponencial? No había un erudito en el mundo que hubiera podido proponer una hipótesis convincente.

Debíamos evitar un encuentro con el enemigo a toda costa. Al menos hasta que nuestros objetivos estuvieran muertos de forma segura. Si fuéramos vistos, todo habría terminado. Avisaron por radio a nuestros objetivos, que se liberarían del peligro. Con nuestro equipo y entrenamiento no tendríamos problemas para abrirnos camino a través de una o dos compañías enemigas hasta que alcancemos la seguridad de nuestro punto de recogida. Pero la misión en sí sería un fracaso.

Hicimos una breve parada después de nuestra segunda hora de marcha. Prácticamente habíamos estado corriendo todo el camino, y Williams estaba al borde de la falta de aliento. No podría decir que tampoco lo estaba sintiendo. Nos acostamos en un matorral, oculto a la vista, y nuestra nanocapa se puso en acción, mezclándonos con los colores de la vegetación que se arremolinaba a nuestro alrededor. Una pequeña pieza de magia que fue muy útil al planear una infiltración o emboscada.

En esta ocasión, sin embargo, parecía que nos habíamos vuelto demasiado dependientes de ella.

Resultó que había una camioneta aparcada justo al otro lado de la espesura en la que nos escondíamos. Por supuesto, todos nuestros músculos entraron en un estado de alerta máxima. Respirando en silencio, nos volvimos uno con la vegetación que nos rodeaba y vimos como tres hombres salían del auto blandiendo rifles AK. No hace falta decir que estaban completamente ajenos a nuestra presencia. Encendieron una hoguera.

No parecían darse cuenta o no les importaba la munición en sus pistolas. Arrojaron sus armas justo al lado de ellos, junto al fuego, a pesar de que las AK estaban completamente cargadas.

“Aficionados”, dijo Williams. Me encogí de hombros. En esta tierra, la calificación para ser un soldado era la capacidad de saquear y aterrorizar a un pueblo indefenso cuando se presentaba la oportunidad. La capacitación realmente no entró en eso.

Habiendo dicho eso, no podríamos despegar exactamente mientras permanecieron aquí, aficionados o no. No teníamos tiempo de sobra si teníamos que hacer nuestro objetivo antes del amanecer. Así que no teníamos ningún reparo ético en decidir matar a estas desafortunadas tropas de patrulla que no nos tenían ninguna mala voluntad específica, que no habían tratado de dañarnos, y que solo estaban tratando de arrebatarnos un momento de cálido respiro.

Los hombres permanecieron completamente inconscientes de nuestra presencia mientras los flanqueábamos silenciosamente. También habrían sido completamente inconscientes del breve destello de acero antes de que sus tráqueas fueran abiertas con precisión quirúrgica. No habrían sabido lo que sucedió, quién los mató o por qué. Incluso cuando la sangre de sus vidas brotaba de sus gargantas, sus ojos ni siquiera nos habrían echado un vistazo. Simplemente parpadeaban de color naranja, reflejando las llamas de la hoguera en frente de ellos. Y así sucedió que donde había cuatro hombres, ahora había cuatro cadáveres.

Registramos los cuerpos rápidamente. No hay señal de ninguna placa de identificación u otra identificación. Luego usé mi cuchillo para abrir la manga de mi chico, empezando por su hombro ya empapado de sangre.

Como esperaba, había un pequeño bache en un punto entre los músculos de su espalda. Completamente indetectable a simple vista a menos que supiera exactamente lo que estaba buscando, un bulto del tamaño de la uña de su meñique.

Usé mi cuchillo para quitar el trozo de carne. Dentro de él, efectivamente, había un pequeño disco.

Su etiqueta de identificación.

Williams me miró, arqueando las cejas. Lo de siempre, ¿eh? estaba preguntando.

Como oficial de rango, fue mi decisión.

Éramos cuatro hombres blancos parados allí; solo blancos fueron elegidos para esta misión, por razones obvias. Los soldados que acabamos de matar también eran blancos. Como todos los de este país que estaban masacrando a sus compatriotas por creer en una versión diferente de un dios.

Mis ojos se encontraron con los de Alex y Leland. Se encogieron de hombros; primero, señor. No había nada para eso. Saqué el gel protector de mi mochila y lo usé para cubrir la etiqueta de perro empapada de sangre que había extraído de la carne del hombro del muerto, puse la etiqueta en la palma de mi mano y la tragué como una aspirina.

***

 


 

La camioneta estaba montada con una pistola calibre.50, configurada para que pudiera disparar mientras se mueve. Una camioneta Toyota normal se convirtió en una máquina de guerra en virtud de una simple ametralladora injertada en ella. La fuerza aérea de este país fue puesta fuera de combate en la guerra civil, pero de alguna manera habían logrado preservar la mayoría de sus radares y baterías antiaéreas asociadas. Parecía un desequilibrio casi cómico que un país que logró luchar con los vestigios de una fuerza aérea moderna se redujera a desplegar tales esfuerzos de bricolaje amateur en lugar de vehículos blindados adecuados.

Y así sucedió que ahora estábamos usando un vehículo enemigo para acelerar el camino que habíamos estado evitando. Con la excepción de nuestras nano capas, tuvimos que deshacernos de todos nuestros equipos sofisticados. Incluso nuestros rifles de asalto modulares SOPMOD que, como un juguete para niños con partes

intercambiables, podrían convertirse en lanzagranadas o rifles de francotirador guiados por láser.

Era mejor abandonar el equipo que continuar una marcha nocturna sin fin por un terreno desconocido. Cuando llegó el momento, nosotros, los mimos, teníamos una actitud sobreprotectora hacia nuestro equipo que rayaba en fetichismo. Nuestra tecnología militar era la número uno, lo sabíamos, y fue grandioso que pudiéramos emocionarnos por lo increíble que éramos — recuerdo que a menudo

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