Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 5

Capítulo 2: Fragmentos De Memoria

Parte: 4

 

 

Rino se quedó sin palabras. La declaración de Elen, cargada de odio, resonó en su mente.

“Los demonios también solían ser humanos…”


“¡Eso significa que podemos tener hijos!”, gritó Sanctina.

“No, no significa eso”, replicó Shinichi.

Arian trató de serenarse. Parecía demasiado tranquilo ante este bombazo.

“¿Cuándo lo descubriste, Shinichi?”

“Probablemente alrededor de cuando te conocí”.

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“¡¿En serio?!”

La posibilidad sólo se le había pasado por la cabeza cuando vio a los morfos bestia en la Aldea Mouse.

Shinichi comenzó a explicar lentamente. “Hay muchos tipos diferentes de demonios, desde orcos hasta arpías. Todos son tan inteligentes como los humanos. Todos pueden hablar. Tienen sus respectivas culturas. Eso ya es extraño”.

“¿Lo es?”, preguntó Celes, inclinando la cabeza hacia un lado.

A ella le parecía perfectamente normal. Después de todo, ella había nacido y crecido en el mundo de los demonios. Era sabido que había muchas especies de demonios.

Sin embargo, Shinichi era de la Tierra, que tenía exactamente una raza inteligente. Sólo él pensaría que esto era peculiar.

“Sus facultades mentales eran sólo una pequeña pista. Empecé a cuestionar todo cuando sospeché que el cerdo se estaba convirtiendo en un monstruo”.

Se refería al cerdo destinado al matadero, que había acabado convirtiéndose en su pequeña mascota. Como estaba rodeado de demonios, estaba expuesto a la magia las 24 horas del día y, como resultado, se transformó en un cerdo de dos metros.

“Me pregunté: ‘¿Qué pasaría si un humano se convirtiera en un monstruo? Fue entonces cuando planteé la hipótesis de que sería un demonio”.

“Ya veo.”

“Y luego estaba lo de Rino”.

“¿Yo?”

Shinichi la examinó de la cabeza a los pies: delicados mechones de pelo negro, piel blanca en contraste, ojos de color rubí. Nada la delataba como demonio, aparte de su diabólico aspecto.

A partir de su viaje al Reino de Tigris, nadie había sospechado su verdadera identidad, incluso sin alterar su apariencia.

“Eres la hija del Rey Demonio, pero pareces una humana. Empecé a preguntarme por qué”.

“Nunca me lo cuestioné, ya que este tipo de cosas ocurren de vez en cuando…”, dijo Regina.

A excepción de su pelo zafiro, también podría confundirse con un humano.

Podría atribuirse al atavismo, donde un gen ancestral perdido reaparece en una nueva generación.

“No puedo creer que los elfos y los demonios solían ser como nosotros…”, dijo Arian.

“Oh, la ironía”.

A Sanctina se le había escapado una sonrisa torcida sólo de imaginar lo que pasaría si los miembros de la iglesia de la Diosa se enteraran, ya que lo suyo era aniquilar a los demonios.

“Nada cambiaría”, argumentó Shinichi. “Ya han trazado la línea de que son una raza diferente”.

Incluso los humanos se dividían en aliados y enemigos según el color de la piel y la religión.

No podían simplemente deshacerse de esta distinción entre las dos especies con diferentes apariencias y poderes.

“Pero la gente no tiene que pelearse sólo por ser diferente”.

Habían conseguido hacerse amigos del capitán del Reino de Tigris. Incluso habían desarrollado una relación mutuamente beneficiosa con la Santa Madre.

¿Y qué si los humanos y los demonios eran diferentes? Podían trabajar juntos para encontrar un camino que no resultara en el derramamiento de sangre.

“Por eso tenemos que deshacernos de este odioso demonio”.

Shinichi se mostró hostil hacia Elen, que más tarde sería conocida como la Diosa Elazonia.

Rino le miró a la cara. “¿Por qué nos odia Elen?”

Su argumento era que los demonios obtenían su poder, lo que los convertía en un peligro para la sociedad, pero no había razón para sacrificar todo por su derrota, ya fuera contaminando grandes extensiones de tierra con radiación, utilizando armas nucleares o aniquilando todo el planeta con antimateria. El nivel de su animosidad no tenía sentido.

“Si mis antepasados le hicieron daño, quiero pedirle perdón…”13

Rino esperaba que eso pusiera fin a sus peleas y les ayudara a ser amigos.

Le rogó con los ojos hinchados.

“¿Aunque haya matado a Fey?”, preguntó.

“¡¿ ──Ngh?!”

Eso casi le arranca el corazón. Desvió la mirada por un momento, antes de volverse hacia él.

“Nunca podré perdonarla por eso… pero no creo que podamos resolver nada haciéndonos daño mutuamente y tratando de vengarnos”.

“Tienes razón”. Shinichi sonrió y le acarició el pelo.

Sólo había dos formas de detener la guerra: destruir al otro bando o dejar de lado las diferencias para perdonar.

A Shinichi le pareció encomiable que Rino tuviera la fuerza de perdonar a Elazonia a pesar de que había matado a su amiga y capturado a su padre. Sin embargo, eso no significaba que fuera suficiente para que todos reflexionaran sobre su forma de actuar, aunque ella hubiera cambiado a Sanctina para bien.

Para eso estoy aquí.

Ese era su papel. Shinichi miró al Dragón Rojo.

Este pareció adivinar lo que Shinichi estaba insinuando, porque retomó los recuerdos de la pelea entre el profesor y Elen.

Apareció un nuevo personaje.

“D-Disculpa, Elen…”

  • SB: La historia venia pisteando de lo mejor hasta que decidió abrir la boca para decir pendejadas

Alguien trató de interponerse nerviosamente entre los dos.

Era una chica con cara de bebé y con gafas…

“¡¿Fey?!”, gritó Rino.

“Debe ser la Fey original”.

Notó sus ojos afilados. También parecía un poco mayor.

Mientras todos retrocedían por el shock, ver a Fey los convenció de dejar de discutir.

Elen tuvo que dar un último golpe.

“Si no aprueban mi investigación sobre la fusión nuclear, me iré a otro país”.

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Salió enfadada del Departamento de Magiologia, pisando fuerte hasta su casa y entrando a trompicones en su cuarto de baño, donde empezó a desvestirse.

“¡No mires! Shinichi!” gritó Arian.

“Um. Cubrir mis ojos no va a funcionar. Estoy viendo esto con el ojo de mi mente”.

“¿Debería quitarte el cerebro?” Sugirió Celes.

“¿Quieres que me muera?”

Arian le tapó los ojos con las manos. Celes se aferró a su cabeza. Eso no le impidió ver a Elen ducharse.

En cuanto vio su cuerpo desnudo, todo pensamiento sucio se desvaneció en el aire, sustituido por el shock.

“¡No puede ser! ¡¿Esas son ──?!”

Su pecho estaba cubierto de formas pentagonales azules.

Escamas de dragón.

“¡¿La diosa Elazonia era medio dragón?!”

“No hay relación”.

El Dragón Rojo derribó inmediatamente su conjetura.

“¿Significa eso que es un demonio con escamas de dragón?”

“Correcto”.

Shinichi miró a Regina, la Princesa Azul de la Guerra, una mujer con gran magia.

Su trascendente pelo azul era lo único que la diferenciaba de un humano.

¿Qué tenía de extraño un demonio del mismo calibre con escamas en el pecho?

“Hmph. Así que El-algo-u-otro es un demonio igual que nosotros”, observó Regina.

“Si esto se descubre, será un caos”.

Sanctina empezó a sudar, sabiendo que esto podría hacer temblar los cimientos de la iglesia.

Megami no Yuusha Volumen 5 Capitulo 2 Parte 4 Novela Ligera

 

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Rino estaba visiblemente confundida. “¿Por qué odia a los demonios si es uno de ellos?”

No podía entender que alguien conspirara para aniquilar a los demonios siendo su propia raza.

Rino había sido criada con amor por su propia raza. Eso no significaba que no hubiera otros que hubieran sido heridos por su propia gente, haciendo que desearan su destrucción.

“…¿Podemos ver la respuesta?” preguntó Shinichi.

“Sí”.

El chico suspiró, adivinando que sería una respuesta funesta.

El Dragón Rojo retrocedió en el tiempo para localizar la primera escena de su trágica historia.

***

 

 

El lado oriental del supercontinente contenía el mayor lago del mundo.

La joven Elen y sus padres surcaban el agua en una barca anticuada.

No parecía emocionada por la excursión. De hecho, su cara mostraba puro terror.

“¡Mamá, vamos a casa!”

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Elen se aferró al brazo de su madre, con los ojos clavados en algo en el lago. Debajo de ellas había peces más grandes que las orcas, desgarrándose en el agua roja.

“¡Vamos a morir!”

“No te preocupes, Elen. Te acostumbrarás a ellos”.

“Tu madre tiene razón. Vas a ser más fuerte que esos monstruos”.

Los padres intentaron consolar a su aterrorizada hija. Sus ojos estaban oscuros y nublados, como el agua de un pantano.

Este lago era el hogar de los monstruos; era conocido como zona restringida.

Muy abajo, en las profundidades del lago, dormitaba uno de los cinco Proxies, el Dragón Azul. Sus ondas mágicas saturadas transformaban a todas las criaturas vivas del lago en monstruos.

No podían clavar sus dientes en el casco de acero de la embarcación, ya que, al fin y al cabo, sólo eran organismos. El piloto golpeaba a los monstruos que se acercaban con la proa de acero, y a veces indicaba a la tripulación que utilizara cañones o minas de agua. Se detuvieron en medio del lago, por encima del Dragón Azul que dormía.

Esto era lo más cerca que podían estar de uno. El Proxy Rojo estaba en lo profundo de las montañas. El Dragón Blanco se encontraba a través de un desierto mortal. Este era el mejor lugar para que los humanos se expusieran a las ondas mágicas.

Cosas extrañas empezaron a sucederle al cuerpo de Elen después de medio día.

“¡Ah! ¡Agh!”

Sentía calor, como si todo su cuerpo estuviera en llamas. Pensó que su cabeza y su pecho se partirían en dos.

“Voy a morir… ¡Mamá! ¡Papá!” Elen gritó desesperadamente.

Sus padres le dieron agua y comida líquida, sonriendo todo el tiempo.

“No pasa nada. Esto es una parte necesaria de tu evolución”.

“Si no hay dolor, no hay ganancia. Significa que vas a ser bendecida por un gran poder”.

Estaban susurrando cosas que no entendia. Elen sufrió de fiebre y el dolor.

Al cabo de unos días, estaba notablemente más delgada y agotada, pero su estado se había estabilizado ligeramente. Su padre la llevó en brazos a una gran zona abierta bajo la cubierta. Allí había niños que habían sido transformados como ella.

“¡Vaya, soy un tigre! ¡*Roar*!”

“Oh, mira, Kyle. Ahora eres un weretiger. Muy genial”.

“¡Mamá, ahora tengo alas!”


“Una arpía. Has conseguido tu sueño de ser piloto y volar por el cielo”.

Los padres de los niños mutados los colmaron de elogios. Elen temblaba de miedo al ver esta impía reunión.

“¿Qué están…?”

Elen no podía entender por qué serían felices en sus cuerpos transformados en bestias, sólo porque ella nunca había sido maltratada por los usuarios de la magia.

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“No queríamos que pasaras por lo mismo que nosotros, Elen”.


“No queríamos que te despreciaran sólo porque no puedes usar la magia”.

Con el corazón roto, sus padres recordaron sus propios pasados. Habían nacido sin magia, lo que los etiquetó instantáneamente como “ineptos”. Nacidos de padres pobres, nunca tuvieron una forma de ascender en la escala social. Todo lo que habían conocido era vivir bajo las pesadas botas de los usuarios de la magia, molidos en pedazos.

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“Yo sacaba un noventa en un examen después de horas de estudio, mientras que un usuario de magia utilizaba Speed Learning para memorizar la información en minutos y sacar un cien. ¿No crees que es injusto?”

“Yo luché para graduarme en la universidad sólo para trabajar para una persona que abandonó el instituto. ¿No odiarías que te mande un usuario de magia?”

“Recuerdo cuando esa vieja zorra me robó a mi novio usando Shape Change14.

Se me rompió el corazón; no pude dormir durante días”.

“Quería asesinar al usuario mágico rico que se interpuso entre mi novia y yo”.

Treinta años de este tratamiento. Habían olvidado que estaban frente a su hija mientras los maldecían.

Todos los padres del barco habían sido golpeados de la misma manera. Por eso querían poner a sus hijos del lado de los maltratadores. Les estaban dando el don de la magia, sin pedir su consentimiento ── y sin considerar los riesgos.

“”Muy bien, Elen. Vamos a vengarnos cuando tú también seas un demonio””.

Los rostros de sus padres se habían transformado, transformados por la magia saturada.

Su piel se peló en escamas crepitantes. Sus ojos sobresalían de la cabeza. Sus lenguas se habían dividido por la mitad.

Se estaban convirtiendo en serpientes.

Era como si su oscura envidia se hubiera filtrado. Todo en ellos era miserable y feo.

“¡N-nooooo ──!”

Un grito espeluznante brotó de su alma.

  • SB: Cambio de forma

Había una cosa que sus padres no sabían. Aunque Elen era su hija, ella misma había sido bendecida con un potencial oculto para convertirse en una usuaria de magia.

Los patitos feos habían dado a luz a un cisne, que ahora se estaba transformando gracias a las ondas mágicas del Dragón Azul.

“¡Aléjateeeeee ──!”

No podía soportar la idea de convertirse en un mutante feo. No quería convertirse en algo parecido a sus patéticos padres.

Mientras esos pensamientos llenaban su mente, la magia de su interior se despertó.

Lightning Vortex.

Una tormenta de relámpagos blancos incineró a las desdichadas bestias, concediendo su deseo.

Cuando procesó la situación, todo estaba carbonizado. Ella era el único ser vivo allí.

“Mamá… Papá…”

Elen se estremeció ante esta involuntaria devastación, y luego estalló en carcajadas.

“¡Ah-ha-ha-ha! ¡La culpa es de ellos por obligarme a hacer eso! ¡Tienen lo que se merecen!”

No podía decir si estaba tratando de quitarse de encima la culpa de haber cometido un parricidio o si ésta era su verdadera naturaleza. En cualquier caso, Elen casi se ahoga de la risa antes de notar el dolor en su pecho.

“¿Qué… es esto…?”

Bajo sus uñas, encontró escamas azules que brillaban contra su piel como zafiros.

Si sus padres cenicientos siguieran vivos, se habrían alegrado, diciendo que era una hija elegida del Dragón Azul. Pero no era así como lo veía Elen.

Sus padres la habían marcado con la prueba de que era un miserable demonio, la última maldición de la gente serpiente.

“¡No! ¡Noooo ──!”

Elen se arañó el pecho, arrancándose las uñas ensangrentadas, pero no supuso ninguna diferencia con respecto a la maldición permanente de su cuerpo.

Elen había masacrado a toda la tripulación sin saber que habían sido instruidos por el grupo rebelde de demonios para encontrar potenciales combatientes.

Utilizó su nueva magia para volar, dejando atrás el lago del Dragón Azul y regresando a la civilización, donde fue acogida en un orfanato y maduró como usuaria de magia.

“Elen, nos haces sentir muy orgullosos”, dijo el director del orfanato.

A petición suya, le habían dado su propia habitación y todo lo que necesitara para avanzar en sus estudios.

Una poderosa usuaria de magia era un tesoro nacional que podía influir en el futuro del país. Elen sabía que estaban mostrando favoritismo por sus propios intereses, pero eso la beneficiaba. Al fin y al cabo, sus verdaderos padres sólo la habían querido para su propio beneficio. El amor incondicional le era ajeno.

Pero eso no significaba que deseara menos el amor.

Durante el verano de su segundo año de instituto, Elen le confesó su amor a su profesor de matemáticas.

“Te amo”.

“S-sí, yo también…”

Su franqueza hizo que el sencillo profesor se sonrojara.

Este podría haber sido el comienzo de la época más feliz de la vida de Elen, aunque tuvieran que mantenerlo en secreto.

“Mira mi cuerpo”.

Elen pensó que el corazón se le iba a salir del pecho. Su profesor la había invitado a su habitación unos meses después de comenzar su relación.

Se había quitado la ropa.

“Eres tan hermosa, Elen”.

No pudo ocultar su excitación, mirando su cuerpo desnudo.

Se acercó a ella.

Elen sonrió un poco ante su reacción. “Dispel“.

Quitó el hechizo que ocultaba las marcas que tenía en el pecho desde el día en que había matado a sus padres. La ilusión se desvaneció. Su piel flexible se convirtió en escamas azules de dragón. Su maestro se puso rígido y retiró la mano.

“¡Ah!… ¡Elen! ¡¿Eres un demonio?!”

Estaba asustado por su violenta especie. Pero empezó a darse cuenta: Ella siempre había tenido una magia muy superior a la de un humano normal.

Elen no le dejó ver la tristeza que se apoderaba de su corazón.

Todos los hombres a los que había amado reaccionaron así: el chico de su clase en la escuela primaria, el estudiante mayor en la escuela secundaria, y ahora él.

“Bésame”.

Elen se inclinó hacia su maestro, acercando su pecho escamoso en lugar de sus labios a su cara.

Si él pudiera amarla por sus detestables escamas. Entonces podría vivir como una chica normal, resolviendo el resentimiento que sentía por haberse convertido en demonio.

“¡L-Los profesores no deberían involucrarse con los estudiantes, creo!” Volvió la cara, apartando a Elen por los hombros. “…Eres igual que los otros”.

Al igual que los dos chicos, la rechazaba una vez que sabía lo que realmente era.

“Adiós”.

Y al igual que en el pasado, se despidió de él antes de hacer caer el castigo sobre el traidor.

“Vuelve al polvo atómico. Disintegrate“.

“E-Espe──”

Sin tiempo para intentar explicarse, su maestro fue engullido por una luz mágica. Los enlaces entre los átomos comenzaron a desligarse, descomponiendo su cuerpo en polvo blanco. Elen utilizó la Telequinesis para limpiarlo, tirarlo al retrete y tirarlo a la basura. No había ninguna prueba física de su asesinato; Elen fue muy cuidadosa. Borró hasta el último rastro de él.

“Uninstall”.

El hechizo alteró las neuronas de su cerebro, eliminando todos sus dulces pensamientos sobre él y sus felices recuerdos. En su mente, él no era más que su profesor. Incluso si la policía cuestionaba su relación, ella pasaría el detector de mentiras con éxito.

Así era como siempre lo había hecho. Había borrado todos los recuerdos incómodos del asesinato de sus novios y padres. Pero incluso con su pizarra en blanco, nunca podría olvidar las escamas azules de su pecho, que le recordaban que un demonio feo nunca podría ser amado.

“Destrúyelos”.

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Destruir a los demonios feos, a su creador dragón, a un mundo donde nadie la amaba.

“Voy a borrar todo”.

Aunque expurgara cada recuerdo doloroso, no podría borrar el odio latente en su corazón.

Podía deshacerse de los recuerdos cada vez que era rechazada y herida, pero el odio seguía latente en su corazón aunque hubiera olvidado la razón. En algún momento, había dejado de desear que desapareciera y había empezado a imaginar que lo destruía ella misma.

Su deseo se hizo realidad. No fue por sus maldiciones ── sino por la calamidad, el asteroide que se estrelló contra el planeta.

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