Kiraware Maou ga Botsuraku Reijou to Koi ni Ochite Nani ga Warui! (NL)

Volumen 1

Capítulo Tres: El Rey Demonio Hace una Fortuna

Parte 3

 

 

Anima bullía de rabia al ver como los hombres se burlaban de la familia que tanto amaba. Quería matarlos donde estaban, pero tenía que evitar recurrir a la violencia. No habría dudado si hubiesen estado en un lugar apartado, pero había varios espectadores a su alrededor; la noticia de sus brutales muertes a manos de Anima sin duda se extendería como un incendio forestal, llevando a terribles rumores sobre él y a una abundancia de problemas para su familia. Tenía que controlar su ira para evitar crear problemas a su familia. Tenía que hacerlo, pero no podía soportar que la siguiesen degradando.

—Discúlpense con Myuke o mueran por mi mano; la elección es suya, —continuó, la espesa y abrumadora sed de sangre en sus ojos hizo que los hombres palideciesen. Anima, esperando su disculpa, no les había puesto un dedo encima, pero no salió ni una palabra de sus bocas, que aleteaban con pánico. Respiró hondo—. Ya veo, así que eligen la muerte en vez de una simple disculpa. Entonces yo–

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—¡¿Qué está pasando aquí?!

Justo cuando apretó el puño, alguien gritó enfadado. El hombre de pelo castaño al que pertenecía la voz enfurecida se abrió paso entre los espectadores y se acercó a los cuatro. Cuando finalmente logró alcanzarlos, los dos hombres soltaron suspiros de alivio como si acabaran de ser arrastrados de vuelta de la puerta de la muerte.

—¡No vas a creer esto, Krain! ¡Este hombre nos amenazó!

—¡Casi nos mata!

—Oh, ¿de verdad? —Krain se mofó de los dos hombres que delataron a Anima—. ¡Este desgraciado de pelo blanco debe ser la escoria que ha estado atacando a las mujeres bajo el velo de la noche!

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—¿Qué…? ¡¿De qué lo estás acusando?!

—Hemos recibido informes de un hombre malhumorado que asalta a ciudadanos inocentes en las calles vacías por la noche! Como cazador, es mi responsabilidad mantener la paz y la seguridad en esta ciudad.

Krain habló teatralmente, como si fuese el protagonista de alguna telenovela, mientras Myuke se quedaba atónita ante las extravagantes afirmaciones.

—¡Espera! ¡Esto debe ser un malentendido! Él… ¡Anima no es así!

—¡Silencio! ¡No quiero oír ni una palabra más de la hija de un criminal! ¡Yo, Krain, me desharé de la inmundicia que amenaza la paz de nuestro precioso pueblo! ¡Te enseñaré el dolor mientras mantengo a salvo a nuestros ciudadanos inocentes! ¡Estoy tan enojado que podría terminar matándote accidentalmente!”

Levantó aún más la voz y tocó la piedra negra que colgaba de su cuello, haciendo que los ojos de Myuke se abrieran de golpe.

—¿Eso es…? ¡Anima, corre!

—¿Por qué?

—¿Por qué? ¡¿Estás ciego?! Esa piedra es–

Myuke se quedó en silencio cuando la arena empezó a cubrir el cuerpo de Krain. Momentos después, esa arena se expandió al tamaño de rocas. Con todo su cuerpo cubierto de robustas rocas, se había convertido en una alta y magnífica estatua.

—¡Vamos, tenemos que correr!

Myuke agarró la mano de él mientras gritaba. Por lo que parece, tanto Myuke como los espectadores podían verse envueltos en el inevitable duelo.

—Apártate, Myuke. Le mostraré a este hombre su lugar.

—¡No-No puedes ganar contra esa cosa! Él… ¡Krain está usando una piedra de golem! ¡Te aplastará!

—Oh, wow. Gracias por preocuparte por papi, Myuke.

—¿Por qué no me preocuparía por ti? ¡¿Qué más debería hacer cuando te enfrentas a un golem?!

—Estoy tan feliz. Tus amables palabras me han llenado de fuerza, así que no tienes nada que temer. No seré derrotado. —Se quitó el sombrero y se lo dio a Myuke con una poderosa sonrisa—. Por favor, agarra mi sombrero. No quiero que se rompa.

—¡¿A-A quién le importa tu sombrero?! ¡Estás loco si vas a luchar contra un monstruo como ese! Date la vuelta y corre rá–

Myuke se quedó corta por la enorme sombra que se extendía sobre ellos. Levantó la vista, pero su campo de visión estaba lleno solo de rocas. Era como si una montaña estuviese a punto de caer sobre su cabeza, cuando en realidad era el pie del golem; Krain iba a aplastar tanto a Anima como a ella.

La pierna descendió lentamente y de forma constante hacia ellos, hasta que Anima la detuvo con una mano. Sus piernas se hundieron en el suelo bajo el increíble peso.

—…¿Qué?

El terror apareció en la cara de la agachada Myuke mientras granos de arena salían del pie del golem y bailaban grácilmente alrededor de ella en el aire. Cuando empezó a darse cuenta de lo que acababa de ocurrir, el terror fue reemplazado por puro asombro.

—I-Imposible… Detuvo el ataque de un golem… ¿Cuánto maná necesitas para tener tal fuerza sobrehumana?

En realidad, Anima no estaba usando magia; sólo era insanamente fuerte. Pero Myuke atribuyó la fuerza para recibir un golpe de golem de frente a tener una piedra de minotauro llena de grandes cantidades de maná.

—Myuke, vuelve.

—¿Te-Te estás quedando sin maná? ¡Déjame ayudarte! ¡No dejaré que te aplasten aquí solo!

Le temblaban las piernas, pero valientemente ofreció su ayuda. Ella estaba bajo una montaña de presión, pero intentaba proteger a Anima. Solo ese gesto era suficiente para llenar el corazón de él con un calor espeso.

—No te preocupes. Papi no perderá con este debilucho.

—¿De verdad?

—De verdad de la buena. Ya luché contra algunos enemigos increíblemente poderosos y los derroté sin recibir un solo golpe. Comparado con ellos, esto es prácticamente una broma; me sorprendería si pudiera siquiera hacerme un rasguño. Así que, por favor, ¡cree en papi!

—De-De acuerdo…

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—Buena chica.

Sonrió suavemente a Myuke mientras ella se ponía a salvo, y luego empujó al golem. Acompañado por un profundo estruendo, Krain se derrumbó, haciendo que el suelo de los alrededores se agrietara y que el pavimento de piedra se volcara, sus fragmentos se esparcieron a gran velocidad. El lugar en el que Myuke había estado agachada momentos antes estaba enterrado bajo los escombros.

Mientras Krain luchaba por volver a ponerse en pie, Anima saltó sobre su abdomen y le dio una suave patada en el estómago con el dedo del pie. Un momento después, pequeñas grietas atravesaron su armadura de piedra antes de que se rompiese completamente, cayendo de su cuerpo.

Enterrado bajo los escombros de su propia creación, su brazo, doblado en un ángulo poco natural, era la única cosa que sobresalía. Anima tiró de el, sacando a Krain de los restos de su golem. Tras sujetarlo un momento, Anima lo tiró a un lado como si fuese un trozo de basura. Intentó desesperadamente levantarse del suelo, pero su lucha no sirvió para nada.

—Tú… eres… un monstruo.

Krain intentaba arrastrarse, pero Anima no era un santo benévolo que le dejaría ir después de lo que había hecho. Saltó delante de Krain, quien gritó de miedo y enterró su cara en la tierra.

—¡Perdóname! ¡Perdóname, por favor! ¡Perdóname la vida!

Krain estaba rogando por su vida, y Anima hubiese estado dispuesto a dejarle marchar si hubiese sido el único en peligro, pero Krain intentó activamente hacer daño a Myuke. Una ofensa tan grave no sería absuelta, aunque destrozara a Krain miembro a miembro, pero no podía hacerlo. Matarle en el acto sentaría las bases para horrendos rumores. Su ira se desvanecería con el tiempo, pero nunca viviría exponiendo a su familia al acoso. Aun así, dejarlo ir ileso no se sentía bien.

Atrapado en ese aprieto, Anima finalmente encontró una solución. Puso una mirada amenazadora y abrió la boca.

—Si juras no volver a acercarte a mi familia, te dejaré ir.

—¡Lo juro! ¡Lo juro por mi vida!

—Bien, pero no lo suficiente. Las palabras son una cosa, pero tienes que demostrar tu resolución.

—¿Quieres que te lo demuestre? ¿Cómo?

—Veamos. O te arranco los miembros para que no puedas volver a acercarte físicamente a nosotros, o me das esa piedra mágica. ¿Cuál será?

—¡Te daré la piedra!

Rápidamente se quitó el colgante y se lo tiró a Anima, quien lo tomó y lo miró.

—Hoy te dejaré libre, pero no te atrevas a mostrarte ante mí o mi familia nunca más. Si lo haces… Bueno, estoy seguro de que sabes lo que pasará.

Toda la sangre se drenó de la cara de Krain cuando Anima lo amenazó.

—E-Entiendo. ¡Juro que no me volverás a ver! ¡De hecho, me iré de la ciudad hoy!


Krain se arrastró a cuatro patas mientras gritaba aterrorizado. Iba a vivir el resto de su vida bajo la sombra de Anima, aterrorizado por el mundo que le rodeaba.

Mientras Krain se escabullía, Anima se acercó a los dos hombres que habían causado el incidente. Temían por sus vidas; sus caras estaban completamente pálidas, pero no intentaron huir.

—¡Po-Por favor, perdónenos!

—¡Sólo seguíamos las órdenes de Krain!

Suplicaron por sus vidas antes de que Anima pudiera decir una palabra.

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—¿Sus órdenes?

—¡Sí-Sí! ¡Nos ordenó provocar a un hombre de pelo blanco!

Habían intentado irritarle insultando a Myuke, lo que significaba que Krain sabía que al hacerlo le empujaría al límite.

Me ven como un hombre de familia… Anima a menudo se preocupaba por ser un buen marido y padre, pero el profundo amor que sentía por su familia, al ser tan flagrante, demostraba que lo estaba haciendo bien. La pregunta que quedaba era por qué Krain había intentado sacarle de quicio, pero desafortunadamente, no estaba para confirmar ninguna sospecha que Anima tuviera. No pudo haber llegado muy lejos, pero al mismo tiempo, Anima no quería volver a ver la cara de ese canalla. Supongo que estaba celoso de mí porque me casé con ella o algo así.

El incidente con Malshan la semana anterior demostró lo popular que era Luina entre los hombres; era una consecuencia inevitable de su matrimonio con Anima que algunos de ellos se sintieran celosos.

—No se aparezcan ante mí nunca más.

Los dos hombres salieron corriendo después de recibir la advertencia de Anima. Justo cuando estaba a punto de volver a Myuke para ver si ella estaba bien, alguien le llamó.

—¡Gracias, Ani! ¡Eso fue increíble!

La voz alegre del hombre fue seguida por una celebración del resto de los espectadores.

—¡Ese maldito Krain actuaba muy altivo y poderoso sólo porque era fuerte!

—¡Yo he vivido aquí toda mi vida, pero nunca he visto a un hombre tan torcido y podrido como él!

—¡Estoy mareado ahora que le diste una paliza!

—¡El bastardo realmente amenazó a mi chica! ¿Sabes qué? Visita mi tienda uno de estos días; ¡te invitaré a algo!

Anima había tenido que recurrir a la violencia para proteger a Myuke, y aunque se había contenido, se había preparado para soportar la carga de aterrorizar a los locales. La única cosa que no se esperaba era que le aclamaran en agradecimiento.

Krain parecía haber hecho muchos enemigos en el pueblo, y por ello, su derrota aumentó la reputación de Anima en vez de destruirla. Pero había algo mucho más importante que celebrar su recién descubierto éxito.

—¿Estás bien? —preguntó a Myuke.

—Estoy bien, —respondió ella—, ¿pero tú estás bien? ¿Te has hecho daño?

—Ese debilucho nunca podría hacerme daño. Estoy feliz de que estés a salvo.

Myuke le miró mientras daba un suspiro de alivio.

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—¿Por qué te preocupas tanto por mí después de todas las cosas horribles que te dije?

—No creo que hayas dicho nada irrazonable. En realidad, fui un poco aprovechado. Además, eres mi hija. ¿No es natural que me preocupe por ti? —Con una cálida sonrisa, le mostró el colgante con la piedra mágica negra—. ¿Crees que podemos vender esto?

—Tendremos que ir al especialista en piedras mágicas, pero ¿estás seguro de que no quieres quedártela?

—Soy lo suficientemente fuerte incluso sin esto.

—No puedo discutir eso. Sígueme.

Con Myuke a la cabeza, salieron a buscar al especialista en piedras mágicas.

***

 

 

—Estamos aquí, —dijo Myuke—. Este es el especialista en piedras mágicas.

—Esperaba que fuera un poco más imponente. —Anima contestó sin rodeos al llegar a la pequeña y destartalada tienda.

Las piedras mágicas jugaban un papel importante en el mundo, desde condimentar la monotonía de la vida cotidiana hasta ser armas eficientes y altamente letales en las manos adecuadas. Se había esperado que una tienda que tratase con un recurso tan precioso fuese un poco más extravagante, pero comparada con el Gremio de Cazadores era como una choza.

—Este es el especialista más cercano al Gremio, pero hay un número de otras tiendas en la ciudad. Puedo llevarte a otra si quieres.

—¿Puedo vender la piedra aquí?

—¡Claro que sí! ¡Te rogarán que se la vendas! Una piedra de golem no es algo que se pueda encontrar en una tienda cualquier día de la semana. Los gólems son súper raros, y derrotar a uno es realmente difícil.

—Realmente conoces tu oficio. Justo lo que esperaba de usted, Maestra.

—¡Eso es de conocimiento común! ¡Vamos, vamos a entrar!

Escondiendo su vergüenza, Myuke entró rápidamente en la tienda, con Anima siguiéndola.

El interior de la tienda estaba decorado con brillantes y glamurosos adornos. Había vitrinas llenas de anillos, collares, y otros accesorios, cada uno con incrustaciones de varios cristales. Deslumbrados por las brillantes piedras mágicas, se dirigieron al mostrador.

—Bienvenidos. ¿En qué puedo ayudarles?

—Estoy buscando vender esto.

Anima arrojó el colgante sobre el mostrador. Al ver la piedra mágica negra, los ojos del mercader se abrieron de par en par.

—¿Pu-Puede ser que esta sea una piedra de golem? ¡¿De dónde ha sacado esto?! —Fue mi botín después de una batalla. ¿Cuánto está dispuesto a pagar por ella?

—¡Por favor, espere un momento! —Corrió a la parte de atrás de la tienda, volviendo con una gorda bolsa de cuero unos momentos después. Seguramente estaba intentando cerrar el trato antes de que Anima cambiase de opinión—. Siento mucho la vergonzosa exhibición, pero nuestras reservas de oro parecen haberse agotado. ¿Se conformaría con trescientas monedas de plata?

—¡¿Trescientas monedas de plata?! —Myuke gritó conmocionada.

—¿Es una buena oferta?

—¡Es perfecta! ¡Una familia de cuatro personas puede vivir de eso por tres años enteros y no tener que trabajar ni un solo día!

—¿Una familia de cuatro? ¿Me estás contando a mí también?

—¡Da-Dah! —ella resopló—. ¡No puedo llamarte aprovechado ahora que has ganado trescientas piezas de plata!

—¿Significa eso que me llamarás “papi” de ahora en adelante?

Esperaba una respuesta positiva, pero el hecho de que Myuke se sonrojase poco a poco no era una buena señal.

—Bu-Bueno, supongo que lo haré… ¡Pero no lo hago porque hayas ganado algo de dinero!

(Se va a convertir en el otro tipo de “Papi”)

—¿Entonces por qué lo haces?

—Porque me protegiste.





—Te quiero, Myuke, y siempre estaré aquí para protegerte. Siempre puedes confiar en mí.

Anima acarició suavemente a la nerviosa chica a través de su sombrero de paja, a la que asintió nerviosamente.

—¡Pe-pero no olvides que yo soy la jefa cuando se trata de trabajar!

—Lo sé. Es usted una gran ayuda, maestra.

—Bi-Bien. Eso es lo que me gusta oír.

Myuke le mostró una sonrisa encantadora, y salieron de la tienda.

—Esto es para ti, —dijo Anima, entregando la abultada bolsa de dinero a la sorprendida Myuke.


—¿Por qué?

—Quieres mantener las apariencias alrededor de Marie, ¿no?

Después de mirar fijamente a los ojos de Anima durante un momento, asintió.

—Sí. Para compensar las cosas que me faltan.

—¿Qué tipo de cosas crees que te faltan?

—Bueno, no soy tan fuerte como tú, y no puedo hacer las tareas tan limpiamente como Luina.

Marie no tiene motivos para respetarme.

Ganarse la adoración de Marie era lo más importante del mundo para Myuke. Para ello, llenaba su bolsa con guijarros para que pareciera que estaba llena de dinero, pero ni siquiera eso era suficiente para que Marie dejara de adular a Anima. Pensando que le robaban a su querida hermanita, vio a Anima como un enemigo.

—No tienes que darte aires alrededor de Marie; ella te quiere mucho. Justo el otro día, preguntó cuándo ibas a volver a casa con lágrimas en los ojos.

—¿En serio?

—De verdad de la buena. Así que asegúrate de pasar mucho tiempo jugando con ella cuando lleguemos a casa, especialmente porque el dinero no será un problema por un tiempo. ¿O preferirías trabajar en su lugar?

—No, vamos a casa, —respondió, sacudiendo la cabeza—. El sol casi se ha puesto y tengo hambre. ¡Quiero comer y tomar un buen baño caliente!

—Yo también. ¿Te gustaría que nos bañáramos juntos?

—¡Cómo se te ocurre! ¡¿En qué estás pensando?! ¡Tengo doce años! ¡Por Dios! —Anima bajó abatido la cabeza ante su rápido rechazo—. Pe-pero te lavaré la espalda.

Esa línea fue suficiente para sacar a Anima de las profundidades de la desesperación. Myuke no lo odiaba abiertamente, simplemente estaba avergonzada.

—Estoy tan feliz de escuchar eso. Gracias.

Con una sonrisa aliviada, Anima le entregó la bolsa de dinero. Después de tomarla, le miró fijamente a los ojos.

—Gracias, papi.

—De nada, —respondió, sonriendo aún más brillante—. ¿Nos vamos? Luina y Marie nos están esperando.

Extendió su mano hacia Myuke, quien felizmente unió su pequeña mano con la suya. Así, se dirigieron a casa bajo el sol poniente.

—¡Ah! ¡Mami! ¡Papi y Myukey han vuelto!

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—¡Bienvenidos a casa!

Al verlos llegar a casa de la mano, Luina no pudo evitar mostrarles una cálida sonrisa.

***

 

 

Esa misma noche, Krain corría sin pensar por un campo iluminado por la luna a una velocidad sobrehumana. Había usado una piedra de centauro para fortalecer sus músculos, permitiéndole alcanzar velocidades imposibles para los humanos normales. Había dejado atrás a Garaat mucho antes, pero no podía bajar la guardia; el alivio era un lujo que no podía permitirse en un momento tan crítico. Tenía que cruzar el río que marcaba la frontera del país vecino. Si no, estaba muerto.

Y así, corrió. No de Anima, sino de Malshan. Matar a Anima a plena luz del día le habría puesto una diana en la espalda, así que ideó un plan: Usando su amor por su familia para enfadarlo, y luego acusándolo falsamente de horribles crímenes, se pintaría a sí mismo como el héroe de la ciudad.

Sin embargo, las cosas se pusieron en su contra. Había fallado en su misión y la ira de Malshan era inminente, así que huyó. Dejando todo atrás – salvo algunas poderosas piedras mágicas y cien monedas de oro – se puso en marcha al amparo de la noche.

Cien de oro eran más que suficientes para permitir que Krain llevara una vida de lujos. El único problema era que con Malshan tras él, tenía que pasar desapercibido. Llegar a la siguiente gran ciudad y comprar una mansión sin duda levantaría sospechas, llevando a su peor enemigo hasta su puerta. No tenía otra opción que retirarse y llevar una vida reservada, y todo era culpa de Anima.

¡Solo espera, desgraciado! ¡Te haré pagar por esto!

Su rabia hacia Anima estaba empezando a dominar su miedo a Malshan. La creciente rabia no disminuiría hasta que se vengara, pero había visto de primera mano lo poderoso que era Anima. Estaba al menos a la altura de Malshan – enfrentarlo de frente era como entrar en una guarida de demonios sin un arma – pero Krain no tenía que matar a Anima para vengarse.

—¡Destruiré todo lo que le es querido! ¡Recuerda mis palabras, mataré a esas mocosas, haré mía a Luina, y tendré mi dulce venganza!

Si algo había aprendido en la última semana era que Anima era un hombre de familia hasta la médula. Matar a las niñas y violar a Luina lo destrozaría.

Al imaginar la cara de Anima mientras se retorcía de desesperación y angustia, la rabia de Krain empezó a disminuir, solo para ser reemplazada una vez más por el terror al pensar en la ira de Malshan. Corrió por las llanuras mientras agitaba violentamente la cabeza.

—¡Malshan es fácil de convencer! —gritó en la tranquila noche, intentando combatir su miedo—. ¡Es un cobarde que me empujó a hacer su trabajo en el momento en que sintió el peligro! ¡Yo soy mucho más fuerte que ese tonto!

—¿Ponemos eso a prueba?

La voz fría y sin emociones lo detuvo en seco. Miró tímidamente al cielo, donde una horrible bestia carmesí le estaba mirando.

Como si se hubiera levantado de un mar de sangre, sus escamas carmesíes brillaban bajo la deslumbrante luz de la luna. Los aleteos de sus anchas alas golpearon a Krain con una brisa ominosa, mientras que su cabeza parecida a la de una serpiente se retorcía y giraba de forma hipnótica.

Las escamas que cubrían la cara del monstruo impedían a Krain discernir cualquier expresión particular, pero era dolorosamente consciente de su verdadera identidad. Una criatura temida más que cualquier otra por su destructivo poder, y solo existía una piedra mágica que pertenecía a esa criatura, el Dragón Carmesí.

—Lo-Lord Malshan… —Apenas pudo exprimir esas palabras de su boca; de hecho, apenas podía mantenerse en pie. Era como si sus aumentados músculos se hubiesen atrofiado instantáneamente—. ¿Por qué está…?

Cuando finalmente consiguió unir unas pocas palabras, Malshan aterrizó lentamente y continuó en su escalofriante tono.

—Te he estado observando. Para ser más preciso, estaba observando a Anima durante su pequeña “pelea”.

—¿Estaba mirando?

Si Malshan hubiera surcado los cielos dentro de la ciudad, seguramente habría visto a Krain huir con el rabo entre las piernas. Krain no podía salir del aprieto en el que se encontraba, lo que significaba que sólo le quedaba una opción: Malshan tenía que morir en ese mismo momento.

Sin embargo, tal hazaña era más fácil de decir que de hacer. Krain sabía que no tenía ninguna posibilidad de ganar un combate cara a cara. Tenía que concentrarse en bajar la guardia de Malshan.

—Te ordené que mataras a Anima, pero te diste la vuelta y huiste. Qué tontería. Dime, ¿conoces el destino al que condeno a los traidores?

Él sabía muy bien lo que implicaba ese destino. Malshan vivía según el mantra de “hacer o morir”, así que Krain se había preparado para la posibilidad de que Malshan intentara matarlo. Por eso se había tomado un tiempo extra para recoger sus piedras mágicas más valiosas, unas que le ayudarían a sobrevivir y otras que le ayudarían a escapar. Llevaba un anillo en cada uno de sus diez dedos, cada uno con una de esas piedras.

—¡Co-Con el debido respeto, señor, puede que haya fracasado en esta misión, pero ¿un fracaso invalida todo lo que he hecho por usted durante estos años?!

—Hiciste mucho. Mataste a gente honesta e inocente a mi pedido, por mi bien. Eso es exactamente por lo que tienes que morir. Eres un obstáculo en mi camino para convertirme en un héroe.

Malshan dijo sus palabras de despedida. El ataque del Dragón Carmesí era bastante llamativo, por lo que había esperado pacientemente a que Krain llegara a una zona apartada.

Pero Krain no tenía intención de simplemente darse la vuelta. Iba a matar a Malshan y a tomar la piedra del Dragón Carmesí para sí mismo.

—¿De verdad? ¿Tengo que morir aquí? —Vertió toda su maná en la piedra que estaba en su dedo medio derecho. Era una piedra infernal, capaz de producir los mismos fuegos del infierno—. ¡Idiota! ¡Tú eres el que caerá muerto!

De repente, un rastro de llamas negras surgió de la mano derecha de Krain. Serpenteó a través del campo hacia Malshan, carbonizando todo a su paso.

—¡Deberías saberlo, Malshan! ¡Esta será tu última lección para que nunca bajes la guardia a mi alrededor!

Krain estalló en risas mientras veía las llamas subir sobre Malshan y quemarlo vivo. Las escamas del Dragón Carmesí eran veneradas como uno de los materiales más duros del mundo, incapaces de ser dañadas por simples espadas o flechas; solo los más hábiles y preparados podían arañarlas.

Por muy duras que fueran, sin embargo, no eran más que armaduras. Ninguna armadura podía proteger al portador contra el calor del fuego del infierno. Sólo tomaría unos momentos para que Malshan gritara en agonía mientras su piel se derretía, su sangre hirviendo se escupía en la fría tierra sólo para ser vaporizada, y se quemaba hasta morir.

Al menos, así fue como se desarrolló en la cabeza de Krain.

—Cachorro insolente.

Una fuerte ráfaga de viento extinguió las furiosas llamas. Con el más pequeño aleteo de sus alas, Malshan eliminó el hechizo en el que Krain había usado todo su poder para conjurar.

—No hay manera… ¿Por qué no estás muerto…?

—Niño tonto. ¿Realmente pensaste que tus insignificantes llamas podrían hacerme daño?

—¡¿Por qué no estás muerto?!

Krain no podía creer lo que veía. Podrían haberse quedado sin oxígeno, pero había visto las llamas carcomiendo sus escamas durante unos cinco segundos más o menos. El calor del ardiente fuego del infierno debería haberle dañado de alguna manera, pero Malshan se quedó allí como si nunca hubiera ocurrido.


—La esencia del Dragón Carmesí reside en su dureza. Al replicar sus poderes, me he convertido en el Dragón Carmesí de la leyenda, heredando todas sus resistencias. Nada de lo que hagas puede dañarme, ni siquiera los fuegos del infierno.

Cansado de la farsa, Malshan levantó ambos brazos sobre su cabeza. Mientras lo hacía, una bola de fuego, lo suficientemente grande como para tragarse a una persona entera, apareció sobre su cabeza.

Como un pequeño sol, desterró la noche a su alrededor. Se podía oír un ligero crepitar cuando la hierba y las plantas que le rodeaban se incendiaron. Una tórrida y sofocante ráfaga de viento llevó el aterrorizado grito de Krain a la oscuridad de la noche.

—Los Dragones Carmesí pueden ser alabados por su dureza, pero su poder destructivo no debe ser subestimado. Agradece, porque tu vida será apagada por las llamas de una bestia de fábula, de la que se dice que ha llovido muerte y destrucción sobre las tierras.

Malshan bajó los brazos, enviando la bola de fuego hacia Krain. Parecía que su cuerpo sería aplastado por la gigantesca y ardiente bola, pero en vez de eso se lo tragó, y desapareció del mundo sin dejar rastro.

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