Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 4

Intermedio 3: Un Día En La Vida Del Rey Demonio

Mientras el grupo de Shinichi estaba fuera, todos los demonios del castillo del Rey Demonio se enfrentaban a un gran problema. Sólo había una fuente de sus problemas: El Rey Demonio Azul se consumía de tristeza por la ausencia de su amada hija.

“Ja, ja, ja, papá te leerá un libro”, se rió en la habitación de Rino, donde había una muñeca parecida a su hija que el dvergr había hecho.

A través de una rendija de la puerta, Sirloin, el orco con cabeza de cerdo, se asomó al interior para ver a su patético amo leyendo un libro ilustrado a la muñeca posada en sus rodillas.

“Oh, no. Su Alteza se ha vuelto loco. Oink”.

“*Squee*…”, respondió su cerdo mascota.

Kalbi, el minotauro con cabeza de toro, se levantó de repente. “¡No puedo seguir viendo esto! ¡Tenemos que hacer algo. Moo!”

“¿Pero qué podemos hacer?”, gimió Ribido, la súcubo.

Kalbi pensó por un momento. “Oh, ¿qué tal si usas la Ilusión para hacerte pasar por Rino? Puedes animarle. Mugido”.

“Oooh, es una gran idea. Oink!” gruñó Sirloin con entusiasmo.

Pero Ribido no parecía sentir lo mismo. “Sería divertido tener un poco de acción papá-hija, pero me da miedo pensar en lo que pasaría cuando se supiera la verdad”.

“¡Nadie dijo que lo llevaran tan lejos! Moo“, protestó Kalbi.

“¡Sí! Y ella nunca te perdonaría, aunque Su Alteza lo hiciera. Oink“. Sirloin tembló de miedo, imaginando que ella también vendría tras ellos.

Kalbi tuvo de repente una idea. “¡Ya sé a quién podemos invitar. Moo!”

“¡Me había olvidado totalmente de eso!”

“¡*Squeee*!”, respondió el cerdo mascota, llorando felizmente de acuerdo, pero Ribido rechazó la idea.

“Pero ni siquiera sabemos su paradero”.

“En algún lugar del mundo de los demonios, como mínimo. Algo aparecerá si buscamos. Oink“.

“Podemos conseguir ayuda para enviar mensajes telepáticos diciendo: ‘El Rey Demonio está enfermo. Vuelve cuanto antes’ o algo así. Moo“.

“De las dos, creo que Lady Rino respondería a ese mensaje más rápido. Oink“.

“Hablas como si fuera tan fácil”, gimió Ribido, con su bello rostro retorcido por la molestia.

Las únicas personas que podían teletransportarse al mundo de los demonios por sí solas eran el Rey Demonio y Celes, pero Ribido podía conseguirlo──si conseguía que la gente le diera magia. Eso significaba que ella era la encargada de enviar mensajes hasta que Celes volviera.

“Se suponía que mañana iría al Reino de Tigris a cazar con mi hermano”.

“¿Cazar qué? Moo“.

“Bueno, obviamente, encontraremos a unos virg──”

“¡No te dejaré decirlo! ¡Oink!” resopló Sirloin, cortando la obscena respuesta, empujando la espalda de la súcubo con un pesado suspiro. “Estaré encantado de hacerme cargo si quieres que alguien te acompañe por la noche. Ponte en marcha. Oink“.

“Hmm, no estoy segura de que tu linda salchicha me llene…”

“¡Gah──oink!” Sirloin cayó al suelo, vomitando sangre después de que Ribido destruyera sin piedad su orgullo varonil. Kalbi no pudo evitar reírse ante el patético espectáculo. “Hee-hee. Eso es lo que obtienes. Moo“.

“No estoy seguro de que un virgen de treinta años pueda hablar”, dijo Ribido.

“¡Ack──moo!” Kalbi cayó al suelo, vomitando sangre.

Ribido había aplastado salvajemente su delicado corazón, aunque la súcubo no parecía interesada en los dos mientras se alejaba.

“Bueno, no quiero que Celes se enfade conmigo después. Me pasaré un rato por el mundo de los demonios”.

“*Squee*”, dijo el cerdo mascota, agitando una pezuña y despidiéndola. Para entonces, el cerdo había crecido hasta alcanzar unos maravillosos dos metros y medio de longitud, utilizando su cuerpo para llevar al orco y al minotauro derrumbados a la enfermería.

“¿Sí? ¿Rino quiere casarse con papá? Ja-ja-ja… Ja…”, llegó la voz del Rey Demonio. No se dio cuenta de la conmoción en el pasillo y se encorvó para abrazar a la muñeca, con una sola lágrima rodando por su mejilla.