Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 4

Intermedio 2: Un Día En La Vida De La Santa Madre

Francoise era una sacerdotisa empleada por la Santa Madre Vermeita. Actualmente se ocupaba de los niños del orfanato en el lugar de Vermeita. La Santa Madre parecía estar muy ocupada últimamente.

Francoise se daba cuenta de que tenía un problema.

“¿Has visto el nuevo lanzamiento de Mimolette? ¡Es lo mejor!”

“¡Creí que el corazón se me iba a salir del pecho cuando vi el nuevo personaje! Oooh, cuando el mayordomo engreído de piel oscura y con un lado sádico se le insinuó al protagonista de cabello negro…!”

“Cuando lo estaba leyendo, pensé totalmente que el frío mayordomo sería un top, ¡pero en realidad era un bottom! ¡Mimolette es un genio!”.¹¹

Las tres chicas mayores del orfanato estaban reunidas en un rincón del comedor, charlando animadamente sobre algo, pero ──

“Parece que se están divirtiendo. ¿De qué están hablando?”, preguntó Francoise.

“……”

Cuando Francoise se acercó, las chicas no dijeron ni pío con las sonrisas pegadas en la cara. Podría haber oído caer un alfiler en la habitación.

“Estábamos pensando en el menú de esta noche, Lady Francoise”, ofreció una.

“Todavía hay algo de esa calabaza que recibimos de un miembro de la iglesia.

Estábamos pensando en lo que podríamos hacer con algo así”, continuó otra.

• SB: Por si son inocentes y si lo interprete bien se refiere a quien es el pasivo y quien es el activo jaja

“S-sí”.

Estaba claro que estaban eludiendo el verdadero tema, pero Francoise tenía un lado blando y algo tímido, así que no les presionó más y se fue.

“¿Qué esconden exactamente esas chicas…?”

Ese era el problema de Francoise. Vermeita había criado a los niños del orfanato con su amor. Esas tres niñas eran muy buenas y a menudo ayudaban a cuidar a los más pequeños. Sin embargo, últimamente se reunían y organizaban discusiones en secreto. No le dejaban saber lo que estaban discutiendo.

“Me pregunto si están siendo traviesas…”

Aunque estaban en la Ciudad Santa, que servía de centro de la iglesia, todavía había muchas zonas sombrías como el barrio rojo. No pudo evitar sentirse preocupada por la posibilidad de que hubieran entrado en uno de esos lugares, engañadas por algún hombre malintencionado.

“Parecía que hablaban de chicos… Debería ir a hablar con Lady Vermeita sobre ello”.

Significaría exponer su propia incapacidad para manejar a los niños. Pero su futuro estaba en juego.

Afortunadamente, la Santa Madre había terminado con sus responsabilidades, cerrando un acuerdo formal para el cese del fuego con los demonios. Ella había regresado al orfanato. Esta era la única oportunidad que tenía Francoise de pedir la guía de la Santa Madre.

Francoise fue a visitar su habitación.

“…Ya veo. Están teniendo conversaciones secretas, ¿eh?”, dijo Vermeita después de que Francoise le explicara la situación. Pero no parecía preocupada, y le dio unas suaves palmaditas en el hombro a Francoise. “No te preocupes. Creo que estás demasiado preocupada. Las chicas no están participando en nada que vaya en contra de las enseñanzas de la Diosa”.

“Pero…”, protestó Francoise.

“Están en una edad en la que tienen secretos, ocultandolo incluso a su madre o a sus hermanas. ¿No eras tú la misma cuando tenías su edad?”

“¡S-Sí, es verdad!”, exclamó Francoise cuando la Santa Madre le dedicó una sonrisa acorde con su nombre. Francoise se dio cuenta de que debía tener razón.

Fue entonces cuando Vermeita pareció recordar algo de repente.

“Por cierto, tenía algo en lo que esperaba que pudieras ayudarme. ¿Está bien?”

“Por supuesto. ¿Qué puedo hacer por ti?”, respondió Francoise.

“Si no te importa, lee esto y dime qué te parece”. Vermeita sacó una gran carpeta de su escritorio.

“¿Qué es esto?”, preguntó Francoise al abrirla, echando un vistazo a unas cuantas docenas de hojas cubiertas de dibujos y palabras.

“Es un manga. Lo ha hecho un buen amigo mío. Es un nuevo tipo de libro ilustrado”.

“¿Un manga?”, murmuró Francoise, hojeando algunas de las páginas. Vio imágenes simplificadas y una escritura que parecía ser predominantemente las líneas de los personajes.

La historia era fácil de digerir. “Esto es increíble. ¡Más personas leerían el libro sagrado de la Diosa si lo convirtiéramos en un manga!”.

“…Sí, es cierto”. Pasó un tiempo antes de que Vermeita respondiera.

Pero Françoise estaba demasiado absorta en el cómic para darse cuenta.

“Oh, se trata de chicos que profundizan su amistad jugando a la pelota. Awww, se ven tan felices… Um, ¡¿qué?!” Su sonrisa desapareció al instante mientras se sonrojaba.

“¿Qué pasa?”

“¡¿Qu-Qué pasa?! ¡Hay dos chicos besándose!”. gritó Francoise, mostrando la página a Vermeita, que no parecía entender.

Era un dibujo de un chico estoico atrapando los labios de su enérgico rival. Pero Vermeita no pareció inmutarse en absoluto, ni siquiera ante la imagen.

“¿Hmm? ¿No dice que los besos son un saludo común entre amigos y familiares en su país?”

“Bueno, sí, pero el romance entre el mismo género es…”, empezó a decir Francoise con desaprobación, pero los ojos de Vermeita se abrieron de par en par con sorpresa.

“¿Qué? ¿No es una historia sobre dos chicos que reconcilian su amistad a través de un juego de pelota?”.

“Eh…”, vaciló Francoise.

“Estaba segura de que ése era el objetivo de la historia…”, murmuró Vermeita.

“Sí, claro. Lo entendí mal”. Incapaz de soportar la mirada inocente de Vermeita, Francoise intentó desesperadamente dar marcha atrás en su afirmación anterior.

Tiene razón. ¿Por qué iba a pensar que se trataba de un romance entre dos chicos…?

Francoise reflexionó sobre la situación. Se dio cuenta de que había estado mirando el manga a través de sus propias suposiciones. Por alguna razón, no pudo evitar que su corazón se le acelerara en su pecho.

“¿Y bien? ¿Cuál es tu impresión del manga?”, preguntó Vermeita.

“Um, bueno…”

“Lo siento. No debería apresurarte. Si quieres, puedes cogerlo por la noche y volver a leerlo. Hazme saber lo que piensas mañana”.

“¡Sí, me parece bien!”, contestó Francoise con entusiasmo, asintiendo con una sonrisa involuntaria.

Vermeita no se olvidó de advertir a su nuevo adepto.

“Por cierto, sólo hay uno de este manga en todo el mundo. Es muy valioso. Por favor, manténgalo oculto a los niños, para que no rompan las páginas por accidente o algo así”.

“Sí, lo protegeré con mi vida”, respondió Francoise, abrazando el cómic contra su pecho mientras salía de la habitación, jurando guardar el secreto. Sería un suicidio social que se supiera.

Una vez que los pasos de Francoise se desvanecieron en la distancia, la boca de Vermeita se estiró en una sonrisa maligna. Todo iba según lo previsto. Podría haber sido la sonrisa de un particular Consejero Sucio o del Santo.

“Me alegro de haberle pedido a Mimolette que hiciera una versión sin nada explícito”.

Aunque no tuvieran una inclinación natural a buscar este contenido, ella podría utilizarlo para arrastrarlos más profundamente a su pequeño pantano.

“Hee-hee-hee. Primero, crearé más adeptos, y luego empezaré a producir manga en masa para difundirlos por todos los rincones de este mundo”.

Maestra en la difusión de la propaganda, Vermeita sonrió con su sonrisa podrida, sabiendo que un día habría creado la patria del manga.

Esto se conocería más tarde como el momento trascendental. El orfanato pasaría a ser conocido como la fábrica de artistas de manga ── o, como al consejero del Rey Demonio le gustaba llamarlo, el Sucio Tokiwa-sou, en referencia a un centro de prominentes artistas de manga en Japón.