Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 4

Capítulo 1: Aventura En La Naturaleza Con La Diva Demonio: ¿¡Quiénes Son Esas Misteriosas Orejas Largas Que Viven En El Bosque Secreto?!

Parte: 1

 

 

Uverse. Una ciudad mediana con un millar de habitantes situada en la parte oriental del continente de Uropeh.

Con abundancia de uvas, esta pequeña región era famosa por su vino. Aparte de eso, era una ciudad totalmente normal, ausente de rasgos distintivos──hasta ahora.


Un terror sin precedentes se había tragado la ciudad, haciéndola entrar en caos.

“¡Aaaaaah──!”

Los viñedos ardieron con llamas rojas. La gente del pueblo se alejó de las llamas, gritando a todo pulmón.

Si hubiera sido un incendio normal, habrían intentado desesperadamente apagar las llamas que amenazaban su sustento, pero eso no serviría en este caso.

En medio del fuego infernal había una criatura increíble que se alzaba por encima de las casas, con las llamas saliendo de sus colmillos.

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Su cuerpo no estaba cubierto de escamas, sino de una armadura pétrea, y se balanceaba sobre sus patas traseras y su cola. Evidentemente, se trataba de una bestia legendaria──un dragón.

“¿Po-Por qué hay un dragón aquí de todos los lugares…?”

“¡¿No los selló la Diosa Elazonia?!”

No había forma de que los habitantes del pueblo lucharan contra el dragón de roca que había asolado repentinamente sus viñedos. Sólo podían temblar de terror mientras miraban.

Desde el cielo, una extraña figura contempló toda la escena, dejando escapar una estridente carcajada.

“¡Ah-ha-ha-ha! ¡Vosotros, los humanos, y vuestra ignorancia! Utilizad vuestro último aliento para huir avergonzados”.

Bajo la máscara negra, la misteriosa persona era el sacerdote impío, True One. El elfo oscuro que le acompañaba utilizó la magia para amplificar su voz, haciendo que sus malévolas palabras resonaran por toda la ciudad.





“Elazok──el Dios del Mal, el divino, el gran gobernante del mundo──no necesita sucios seguidores de la Diosa. Retorceros, retorceros, sufrir hasta que encontréis vuestro fin”, gritó el sacerdote impío.

El dragón de piedra lanzó otra ráfaga de fuego, quemando todo el campo de uvas.

“¡Si esto continúa, nuestros viñedos serán destruidos!”

“¡Alguien… alguien…! Por favor, sálvenos…”

Justo cuando la gente del pueblo se entregó a la desesperación, clamando porque finalmente llegue su salvación…

“¡Lluvia, lluvia, ven por aquí! ¡Por favor, que caiga mucho hoy! Squall”.

En cuanto la gente del pueblo escuchó la bonita voz a través de los viñedos, el cielo se llenó de nubes de lluvia, y una fuerte lluvia comenzó a caer del cielo y a apagar las llamas que asolaban los viñedos.

“¡¿Qué?! ¿¡Cómo puede alguien usar la magia para hacer una tormenta!?”

Este hechizo no podía ni compararse con el de los sacerdotes de la iglesia de este pueblo. Mientras los habitantes del pueblo gritaban sorprendidos, se volvieron hacia la voz que había convocado la lluvia.

Ante ellos había una joven de piel nacarada y pelo negro brillante──Rino y …

“¡Arian la Roja, has venido!”

El pañuelo y el pelo carmesí de la joven heroína se agitaron con el viento.

“¡Sacerdote impío! ¡True One! ¡Tus maldades terminan aquí!”, gritó, sacando su espada mágica de la funda que llevaba en la cadera, corriendo hacia el dragón de piedra a través de los viñedos carbonizados.


“¡Hi──yah!”

Arian lanzó un grito de valentía mientras bajaba la espada por encima de su cabeza, realizando un feroz corte y partiendo al dragón de piedra en dos de un solo golpe.

“¡Oooh! ¡Guau!”, gritó la gente del pueblo con alegría, mientras el sacerdote impío temblaba de rabia al otro lado.

“¡Maldita seas, Arian! ¡Maldita seas, Rino! ¿Cómo te atreves a interponerte en nuestro camino?”, gritó.

“¡Planifica todo lo que quieras en secreto! El mal nunca triunfará”, gritó Arian.

“Exactamente. Los huevos malos siempre recibirán su lección”. gritó Rino. (SB:

Literal estaba bad eggs asi que no hay otra forma de traducirlo)

“Tsk. Seré amable y me retiraré por hoy… ¡Resiste con cada fibra de tu ser, pero llegará el momento en que te desmorones ante el poder de Elazok! Ah-ha-ha!” respondió el sacerdote impío, teniendo la última palabra mientras el elfo oscuro recitaba el conjuro de Invisibilidad. Los dos parecieron fundirse en el claro cielo azul.

“¡La justicia siempre prevalece!”, anunció Arian felizmente mientras adoptaba una pose heroica.

“Ya es seguro, todos”, dijo Rino, con un comportamiento mucho más amable.

La gente del pueblo estalló en gritos de alegría al ver la figura angelical de Rino junto con la valiente postura de Arian.

“¡Lo han conseguido! Nos han salvado”.

“¡Gracias, señorita!”

Los que aplaudían a Arian y Rino no tenían forma de saber que todo había sido orquestado por el sacerdote impío, True One, conocido por nosotros como Shinichi Sotoyama, el consejero del Rey Demonio. (SB: No se cual es el nombre ni apellido del prota asi que lo dejare como viene en el ingles)

***

 

 

Sin peligro inminente, la gente del pueblo se puso rápidamente a trabajar en la limpieza del viñedo ennegrecido. En medio de la multitud se encontraba Shinichi, que se había cambiado el disfraz y nadie se dio cuenta de la farsa.

“Siento mucho haberte obligado a ayudarnos. Sólo eres un compañero de viaje del héroe”, se disculpó un anciano granjero.

“No te preocupes. Nuestra misión es ayudar a la gente que ha sido víctima de Elazok, el Dios del Mal”, respondió Shinichi, mostrando una brillante sonrisa.

“Lo dice el pirómano”, espetó Celes en un mensaje telepático mientras arrancaba vides del campo.

Shinichi actuó como si no hubiera oído nada, continuando su conversación con el anciano granjero. “Qué situación tan desafortunada”.

“Nunca dudé de las enseñanzas de la Diosa, pero no creía que el Dios del Mal existiera. Qué sorpresa”.

“Sé exactamente cómo se siente, pero el Dios del Mal es real. No creo que intente atacar esta ciudad de nuevo ya que fracasó una vez, pero no baje la guardia”.

“Por supuesto”. El granjero era muy crédulo.

Celes no pudo evitar suspirar. “Eres prácticamente un religioso que va tocando puertas”.

“En el manual de la religión, es normal incitar al miedo para que la gente crea en tu versión de dios. Hablando de eso, ¿hay alguna religión en el mundo de los demonios?” Shinichi pregunto por telepatía.

“Las principales religiones adoran al Dios Azul que se convirtió en nuestro sol o al todopoderoso Dragón Negro. Respeto al Dios Azul y al Dragón Negro, pero detesto la terquedad de los creyentes más devotos”.

“Ja──ja. Supongo que es lo mismo si eres humano, demonio o terrícola”. Shinichi se rió por dentro, pero mantuvo su expresión facial seria mientras seguía ayudando a limpiar las vides ennegrecidas. (SB: Ya saben que el prota es un invocado de otro mundo asi que se refiere asi como terrícola por ser de la tierra)

La iglesia de la Diosa Elazonia contra los demonios liderados por el Rey Ludabite el Demonio Azul. La batalla entre estos dos grupos dio lugar a la tercera parte imaginaria: Elazok el Dios del Mal.

Para convencer a la gente buena de la existencia de Elazok y mantener el alto el fuego, Shinichi viajaba para hacer estas recreaciones heroicas.

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“Dicho esto, me alegro de que hayan atacado este campo en particular. Estas uvas ya estaban sufriendo la podredumbre de las raíces, y pensábamos quemar todo este viñedo antes de que se extendiera”, comentó el anciano agricultor.

“De verdad. Escuchando eso, parece que fue una bendición oculta”, dijo Shinichi, fingiendo ignorancia.

En realidad, había visitado el pueblo como Manju el mercader un día antes, tratando de averiguar lo que se hablaba en el pueblo. Ya se había enterado de la infestación y se había propuesto incendiar este campo intencionadamente.

Sé que Rino se enfadará si hago daño a civiles inocentes, aunque eso traiga la paz a los demonios, pensó, mirando a Rino que estaba en el borde del viñedo, rodeada por la gente del pueblo.

“¡Dolor, dolor, aléjate! Full Healing… Bien. ¿Cómo se siente ahora?”

“¡Dios mío! No puedo creerlo. ¡Mi dolor de pecho ha desaparecido! El cura del pueblo no pudo curarme en absoluto cuando se lo pedí”, respondió el paciente de Rino.

“Me alegro mucho por ti, querida. Esto es para cubrir los gastos… Sé que no es suficiente, pero…”, dijo el esposo.

“¡Oh, no! No hace falta que me des ningún dinero. Lo único que quiero es ver a todos sonreír”, intervino Rino.

Su sonrisa era la definición misma de la pureza y el amor, todo lo contrario de cierta persona que sólo buscaba beneficiarse de todo. La gente del pueblo quedó sorprendida por su amabilidad, cayendo de rodillas.

“¡Qué madurez para una chica más joven que mi nieto!”

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“Desinteresada. Cariñosa. Hermosa… ¡No podrías ser la Diosa Rino, ¿verdad?!”

“¿Qué? ¿Quién?”, preguntó Rino.

“No, en serio. ¿De qué están hablando?” Shinichi lo negó.

Dejó de limpiar las enredaderas y se acercó corriendo al escuchar el extraño nombre por primera vez. No podía ser un error.

El que la había llamado diosa ──un vendedor ambulante de mediana edad ──relató su experiencia, con su voz cubierta de emoción.

“Debió de ser hace dos semanas. Estaba de viaje y me atacó el peor dolor de estómago. Estaba a las puertas de la muerte, atrapado en un pueblecito que ni siquiera tenía medicinas. Pero entonces, llegó esa tierna santa viajera”.

“Cuando dices ‘Santa’, no te refieres a…”, empezó Shinichi.

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“Sí, Lady Sanctina”, respondió el vendedor ambulante.

“¡Ugh!” Shinichi soltó un gemido involuntario al oír el nombre.

Había abandonado intencionadamente a Sanctina en el castillo del Rey Demonio, ya que ponía en peligro la castidad de Rino, pero parecía que había venido corriendo tras ellos.

“Me curó el dolor de estómago, y le ofrecí todas mis posesiones mundanas como agradecimiento, pero se negó a aceptar nada. En cambio, me dijo: ‘La diosa Rino dice que el amor es libre'”, continuó el vendedor ambulante.

¿¡Qué demonios le está diciendo esa degenerada a la gente!? Shinichi se detuvo antes de gritar en voz alta, pero estaba echando humo por dentro.

Sanctina los seguía y daba curaciones gratuitas a su paso, sembrando la semilla de una nueva religión bajo la “Diosa” Rino.

“Me avergüenza admitirlo, pero hasta entonces había engañado a la gente con mi oficio… Sus palabras me abrieron los ojos. He abandonado mis deseos egoístas, ¡y atesoro el amor por mis clientes por encima de todo!”

“Uh-huh…”

“¡Todo es gracias a la Santa y a la Diosa Rino!”, gritó el vendedor ambulante.

“M-Me alegro de haber podido ayudar”, dijo Rino, un poco confundida. Pero siguió sonriendo mientras él le agarraba las manos, con lágrimas de gratitud rebosando en sus ojos.

Justo en ese momento, alguien más llamó desde detrás de la multitud de gente.

“¿Has dicho Rino? ¡¿Quieres decir que la Diva ha venido a este pueblo?!”

“¡¿Y ahora qué?!”, gritó Shinichi.

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La multitud se dividió y una mujer dio un paso adelante. Llevaba una gorra de color verde y un laúd corto colgado a la espalda. Debía de ser una juglar ambulante.

“Una niña que asusta por su belleza. Pelo negro azabache. Ojos de color rubí… ¡No hay error! Eres la auténtica ──la superestrella Rino en persona. ¡Por Dios! ¿Puedo pedirte un autógrafo, por favor?”

“¿Has oído hablar de mí?”, preguntó Rino mientras la juglar sonreía, extendiendo su laúd y una pluma, instando a Rino a firmar su instrumento.

El juglar asintió con énfasis.

“¡Por supuesto! Rino la Diva es la extraordinaria cantante que dio un soplo de aire fresco en el estancado mundo de los juglares. Todas nuestras canciones sólo añadían letras sobre la Diosa o los héroes a la música, pero las suyas son totalmente diferentes. Historias de amor relatadas desde la perspectiva de una chica normal. Un sonido totalmente nuevo. Acompañamientos de baile en las actuaciones. Todo ello captura los corazones de los miembros de la audiencia. ¡Está prácticamente garantizado que conseguirás una ovación de pie y ganarás dinero! ¡Eres una leyenda!”.

“Esto se ha convertido en algo más grande de lo que pensábamos…”, murmuró Shinichi.

“¡Con tus canciones que he aprendido gratis, ya he ganado diez monedas de oro!”

“¿Quién demonios le ha enseñado──? Ah, ese tipo”. Shinichi consiguió llegar a su propia conclusión a mitad de la frase.

Tenía que ser el joven juglar del país minero de Tigris que utilizó su laúd para acompañar a Rino durante su gran debut por… er, razones. Se había marchado de Tigris enfadado después de que los guerreros sagrados le trataran mal. Shinichi se había preguntado qué había sido de él.

Resulta que había estado viajando por ahí, difundiendo las canciones de Rino.

“¿Te refieres al señor Juglar? Estoy avergonzada y muy contenta de saber que la gente ha escuchado mis canciones”, dijo Rino.

“Es muy generoso por su parte enseñar esas canciones gratis”, bromeó Shinichi.

Obviamente, las civilizaciones de este mundo no sabían nada de leyes de derechos de autor ni tenían organizaciones que prohibieran dichas infracciones. Pero tendría sentido que los juglares se tomaran la justicia por su mano para castigar a los que ganaban dinero copiando canciones populares sin permiso; esa era la principal preocupación de Shinichi.

Megami no Yuusha Volumen 4 Capitulo 1 Parte 1 Novela Ligera

 

La dama juglar dijo en voz baja: “Esto queda entre nosotros: en realidad me enseñó porque acepté difundir rumores para arruinar la reputación de la iglesia”.

Al parecer, la reprimenda que había recibido de los guerreros sagrados no le había sentado bien. Shinichi sintió que un escalofrío le recorría la espina dorsal, pensando en cómo los juglares podían ser la peor pesadilla de uno cuando ponían todo su empeño en difamar a alguien.

Me siento mal por la iglesia al hacerse enemiga de los medios de comunicación…

El internet no existía en este mundo. Tampoco había radios ni periódicos. Eso significaba que la gente normal que no podía usar la Telepatía tenía que depender de los mercaderes ambulantes o de los juglares para saber más del mundo más allá de sus fronteras.

Los juglares tenían un fuerte control sobre la transmisión de información: Si decían que algo era blanco, la gente no tenía más remedio que creerles──incluso si la cosa en cuestión era negra. Ahora que la Iglesia se había enemistado con los juglares, era posible que la opinión pública empezara a caer en picado.

“Una canción es más poderosa que la espada”, ¿eh? Quiero decir, hasta Cú Chulainn acabó muerto por culpa de un juglar. (SB: Cú Chulainn es un Aquiles versión irlandesa pero su grandeza lo llevo a su muerte prematura, y si no mal entendí los bardos le dieron una gran fama pero de la misma forma los bardos decían que iba a morir tempranamente y quiero suponer que el prota se refiere a esto)

Shinichi dejó escapar un pequeño suspiro, aunque se sintió animado al saber que los juglares estaban de su lado.

La juglar estaba extasiada mientras agarraba su laúd firmado.

“¡Rino, tienes que hacer una canción conmigo! ¡Esta es una oportunidad única para escuchar a la legendaria Diva en persona!”.

“¡¿Qué?! P-pero debo seguir curando y limpiando los viñedos…”, murmuró Rino, asustada.

“Los viñedos ya están limpios”, le aseguró Arian alegremente.


Todos se volvieron para verla agarrando una azada, de pie junto a una montaña de vides y raíces chamuscadas.

“¡Fue mucho más fácil que arar la tierra en Dog Valley!”

“Tienes razon, pero te has pasado”, dijo Celes con un suspiro mientras señalaba a los campesinos.

Naturalmente, el dragón de piedra les había dado miedo, pero la visión de la joven arando entre las raíces dañadas a velocidades inhumanas les había asustado igualmente.

“Bueno, si todo está limpio, no debería ser un problema. ¿No vas a cantar para nosotros, Rino?”, preguntó Shinichi.

“Hmm… Hace tiempo que no practico. No estoy seguro de si sonaré bien…”

“No nos importa si no suena bien. Me encantaría escuchar tu bonita voz. Ha pasado un largo tiempo”.

“¡Si es por ti, me esforzaré al máximo, Shinichi!” exclamó Rino. Su expresión sombría se convirtió en una sonrisa dirigida a su persona favorita.

“Te has convertido en un auténtico mujeriego”. *Squeeze*. Celes le pellizcó la espalda.

“Sólo era para facilitarnos las cosas a todos, Celes…”, trató de refutar Shinichi, poniendo excusas.

Arian hizo un mohín al verlos acurrucados. “¡Eh, hagamos un escenario para el concierto de Rino!”.

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“Eh… ¡Por supuesto!”

“…Como quieras”, dijo Celes, aunque no parecía estar satisfecha con su explicación.

Empezaron a preparar las cosas, alineando las mesas de la taberna en la plaza del pueblo para hacer un sencillo escenario. Era la hora del concierto de Rino la Diosa Superestrella.

“¡¿Están todos listos?!”

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