Boogiepop And Others (NL)

Volumen 1

Capitulo 3: No One Lives Forever

Parte 2

Quería ser asesinado por algo mucho más poderoso que él.

Incluso con Kirima Nagi, él no había querido realmente salir con ella; quería que ella lo matara.

Esa era su naturaleza. Y por primera vez, entendió claramente esta verdad sobre sí mismo.

No sabía exactamente por qué. Obviamente no había nada fuera de lo común en casa y no tenía que enfrentarse a ningún trauma de la infancia, tal y como el que se había encontrado Suema Kazuko. Pero ahí estaba, claro como el día.

Una búsqueda profunda de algún tipo de razón lo habría revelado como una reacción contra su estilo de vida, una forma de luchar contra su pretensión deliberada de mundanismo. Pero esa era una razón demasiado superficial para satisfacer a un psiquiatra. Personas como Masami, que tenían un fetiche por el suicidio indirecto, no eran particularmente inusuales.

—¿……? —La asesina desnuda lo miró, desconcertada. Hasta ahora, todos los que la habían visto no habían sentido más que odio y miedo, pero este muchacho no mostraba señales de ninguno de los dos—. ¿Por qué estás tan callado? No luchas… no ruegas… —se encontró preguntándose.

—Eso es porque te amo —contestó Masami, honesta y sinceramente.

—¿Hunh? —Por primera vez en su vida, la chica quedó estupefacta.

***

—Tenías razón, Saotome-kun. La forma de Yurihara Minako se adapta bien a mis necesidades. A nadie le parece extraño que no hable con ellos en clase. Al parecer, siempre fue así —dijo Manticore, en la cafetería poco iluminada.

Su cara encajaba tan perfectamente con la de Yurihara que, a todos los efectos, era Yurihara Minako, ya que la antigua dueña de ese nombre hacía tiempo que había sido borrada de la faz de la tierra.

—Eso pensé.

—Las clases en la escuela se parecen a algún tipo de juego, pero este estudio para los exámenes es totalmente inútil. Sólo tengo que leer la explicación y puedo entender cualquier cosa.

—Entonces, eres mucho más inteligente que la mayoría de los humanos.

—Ni siquiera los padres de Yurihara Minako han notado la diferencia. Se comunican con ella con tanta cautela. ¿Todos los humanos son así?

—En su mayoría. Pero ten cuidado. Hay algunos egoístas que piensan que otras personas son parte de ellos mismos. Mis padres, por ejemplo.

—¿Los mato por ti? —Sugirió con displicencia Yurihara.

—Aún no. Todavía es demasiado pronto —contestó Masami con la misma tranquilidad.

—Cierto. Debemos ser cautelosos hasta que controlemos el mundo —se rió.

—Exacto —le sonrió Masami.

En ese momento, la camarera trajo el té y el pastel de limón que Masami ordenó. Los escuchó hablando de “controlar el mundo”, pero asumió que estaban hablando de una especie de nuevo videojuego.

Ella, sin embargo, pensó que la pareja estaba demasiado excitada, y que deberían conseguir una habitación antes de que empezaran a besarse allí mismo en el restaurante.

Ni siquiera deben haber terminado la preparatoria, pero se comportan como recién casados. ¡Están uno encima del otro! pensó ella. Todavía estaba tambaleándose tras una dura ruptura, así que dio una palmadita en la mesa y se fue.

Masami continuó:

—¿Debemos transformar nuevos esclavos más allá de Kusatsu Akiko?

—Sí, si es posible, me gustaría tener dos o tres más. Demasiados, y puede que nos hagamos notar… Pero en algún momento, los necesitaremos a mayor escala. Es mejor probar el proceso ahora.

Su plan era simple: rehacer la sociedad humana con ellos mismos en el centro. Yurihara sin duda tenía el poder de hacer eso realidad. Podía convertirse en cualquier ser humano que quisiera y podía hacer que cualquier ser humano hiciera lo que ella quisiera.

La idea era de Masami. Se ofreció a ayudarla, pero cuando le habló de sus poderes, se encontró frotándose las manos con alegría.

—Nos puede servir eso —dijo con entusiasmo.

Cuando ella escuchó su plan, le pareció bastante razonable, así que aceptó.

Todo en lo que había pensado antes era en su propia supervivencia. Nunca había pensado en el resto del mundo. Y lo que es más importante, siempre había estado sola. Había sido clonada como un “experimento” y no tenía familia propia. La única persona que le había dicho “te amo” fue Saotome Masami, a quien la sociedad normal clasificaría como un lunático enloquecido.

—Pero debe haber agentes de la institución que me persiguen. ¿Qué deberíamos hacer con ellos?

—Por el momento, todo lo que podemos hacer es esperar que no te encuentren. Dale un poco más de tiempo y podremos contraatacar.

—¿Y demoler a cualquiera que desee ‘borrarme’ por ser un ‘fracaso’?

—¡Exactamente! No eres un fracaso. Vas a ser la nueva gobernante del mundo —dijo Masami con fuerza.

Yurihara apoyó su mano sobre la suya.

—Saotome-kun, eres mi príncipe —El monstruo come-hombres acarició la mano de su Mefistófeles, mientras susurraba dulcemente—: Te amo.

Puede que fuese retorcido, pero estaban inequívocamente enamorados.

***

Como habían planeado, Kusatsu Akiko gradualmente empezó a ir a la escuela cada vez con menos frecuencia. Su familia se estaba desmoronando, y estaba atrasada en el pago de su matrícula, así que nadie pensó que esto fuera raro.

Enganchó a sus amigos, y Yurihara y Masami se los llevaron. La primera que atraparon fue Suzumiya Takako, de segundo año, clase F.

Fue fácil llevársela. Ella y sus amigos siempre se reunían en soledad, y todo lo que Yurihara y Masami tuvieron que hacer fue seguirlos mientras se iban y simplemente derribarlos.

Desafortunadamente, no pudieron alterarlos en la forma en que lo hicieron con Kusatsu Akiko. Murieron, pero no regresaron.

—Parece que requiere un equilibrio muy delicado.

—Menos mal que decidimos experimentar primero —dijeron, susurrando en la oscuridad.

Habían asesinado a chicas de preparatoria de la Academia Shinyo y de otras escuelas locales, una tras otra. Para encubrir esto, pusieron unos cuantos arenques rojos para despistar a las autoridades.

Una vez establecido el precedente, el resto de su trabajo se desarrolló sin problemas. No había señales de alboroto en la escuela. En la Academia Shinyo, hubo una reunión especial y una conferencia matutina, pero eso fue todo. Probablemente se habían presentado informes de personas desaparecidas a la policía, pero fueron enterradas en una montaña de chicas desaparecidas que no tenían nada que ver con ellas, y rápidamente las olvidaron.

—Para empezar, las alumnas que huyeron eran todas holgazanas —dijo el profesor de orientación a Saotome en la reunión del comité disciplinario.

Esta generalización fue tan insensible a las circunstancias individuales de las estudiantes que la presidenta del comité, Niitoki Kei, endureció su diminuto cuerpo y volteó su linda e infantil cara hacia abajo para ocultar su mirada humeante. Pero Masami estaba tomando las actas, así que escribió la esencia del comentario en su cuaderno. “Perturbación en el comportamiento precede a la desaparición”. Mientras escribía estas palabras, no tenía expresión.

Nunca dejó que ni una leve sonrisa se adueñara de sus labios. Todo iba exactamente según lo planeado.

Aún así, se quedó sin expresión. Nada de lo que dijeron los maestros y nada de lo que sucediera a su alrededor podría cambiar esto. Había matado a cinco personas sin remordimientos, y aquí estaba, actuando como un estudiante ordinario.

Pero cuando el maestro dijo:

—Por cierto, la infame Kirima Nagi no llegó esta mañana. Asegúrense de vigilarla, ¿me oyen? No se sabe lo que está tramando esa chica en las sombras —el frío corazón de Masami dio un vuelco. No lo demostró, pero incluso ahora que tenía a Manticore, el de ella era uno de los pocos nombres que podían afectarle.

***

El comportamiento de Kusatsu Akiko se volvió extraño un mes después de ser alterada.

Incluso cuando llegaba a la escuela, parecía particularmente fuera de sí.

Cuando la gente hablaba con ella, apenas parecía darse cuenta, y mucho menos responder.

(…Uh-oh.)

Masami pensó que Kusatsu Akiko había empezado a desmoronarse mucho más rápido de lo esperado.

No podían dejarla así. Era una evidencia clara. Si se desmayara en alguna parte y fuera llevada a un hospital, seguramente descubrirían su estado, y la “institución” que hizo a Manticore lo descubriría pronto.

Por lo que Yurihara se vio forzada a comerse a Kusatsu Akiko, y la primera etapa de su experimento terminó. Desgraciadamente, todavía no habían logrado reclutar a un segundo sujeto con un éxito real, lo que estaba ejerciendo una presión considerable sobre la relación entre Masami y Yurihara.

—¡Maldita sea! ¡¿Por qué no funciona?! —Gritó Yurihara, poniéndose cada vez más nerviosa.

—No hay nada de qué preocuparse. Tendremos muchas más oportunidades.

—Lo sé, pero… —Dijo Yurihara, y luego miró a Masami—. Lo siento. Lo haré bien la próxima vez.

—Deberíamos esperar un tiempo —contestó Masami con calma.

—¿Por qué? ¡Puedo hacerlo ahora! —Dijo Yurihara casi chillando, su voz resonando claramente por el vacío estacionamiento.

—Ese no es el problema. Estamos llegando al límite de lo que podemos hacer en la escuela. Tenemos que buscar más presas en otra parte. Pero tenemos que prepararnos. No sólo para más experimentos, sino también para tu suministro de comida. Hasta ahora nos hemos ocupado de ambos al mismo tiempo, pero se necesitan otras formas de alimentación —dijo con suavidad, con un tono que contrastaba con el horroroso significado de sus palabras. Apoyó su mano en el hombro de ella.

—Muy bien, haremos lo que tú digas —Yurihara asintió obedientemente.

***

El día después de que Kusatsu Akiko desapareció, Masami se involucró en algo un poco fuera de lo común.

Durante el descanso, regresaba de devolver carrete de diapositivas que había tomado prestado de la sala de profesores, cuando una profesora apareció volando a la vuelta de la esquina, muy nerviosa.

—¡Tú! Estás en el comité disciplinario, ¿no? —preguntó ella, su cara iluminándose en el momento en que vio a Masami.

—Sí, Saotome, clase 1-D —contestó Masami.

—¡Gracias a Dios que estás aquí! ¡Por favor, sigue vigilando! No dejes que se escape —gritó, y continuó por el pasillo.

—¿……? —Masami parecía desconcertado, y caminó en la dirección por la que ella había venido. Era el baño del personal.

Como era una profesora, ladeó la cabeza en la puerta. No tenía ningún entusiasmo particular por los baños de damas, pero no dudó en absoluto en sus acciones. Simplemente caminó derecho hacia adentro.

Pero una vez dentro, se sorprendió mucho.

—Oh, eres tú, Saotome-kun —dijo Kirima Nagi, en carne y hueso, de pie en medio de la habitación blanca, asintiéndole con la cabeza.

—S-senpai, ¿qué está pasan…? —No necesitaba terminar. En el momento en que preguntó, notó el cigarrillo apagado en su mano—. ¡Eso es !

—Sí, bueno, ya sabes cómo es —dijo ella, sin hacer ningún esfuerzo por ocultarlo.

—Te atraparon, ¿no? Pero, ¿por qué? ¿Y en un lugar como éste?

—Lo que sea —Nagi le medio sonrió.

Tuvo un gran impacto. Fue este tipo de impresión lo que lo hizo enamorarse de ella.

—Senpai, um… —intentó hablar más.

Ella lo interrumpió.

—Lo siento otra vez por lo de esa otra cosa. Sigo pensando que es mejor para ti de esta manera.

—Oh, no, eso es…

—Oh, oye, tú eras de la clase 1-D, ¿no?

—Sí…

—¿Eres amigo de Kusatsu Akiko?

Masami pensó que su corazón iba a saltar de su boca.

—Er, n-no realmente… —murmuró.

Nagi le miró.

—¿La conoces?

—Salí con ella una vez.

—¿A una cita?

—¡No! Quiero decir, uh, fue como… —dijo, esforzándose para formar una frase coherente.

Nagi miró su cara, y volvió a sonreír.

—No es lo que estoy preguntando. ¿Te has dado cuenta de que se comporta de forma extraña últimamente?

—Bueno, sí, supongo que sí.

—¿Cuánto tiempo?

—¿Quizás… dos o tres semanas?

—Encaja… —se susurró Nagi.

Masami sintió un escalofrío correr por su espina dorsal, pero no lo dejó notar.

—¿Encaja con qué?

—¿Mm? Oh, no importa —dijo Nagi evasivamente.

—¿Le ha pasado algo a Kusatsu? Si hay algo que pueda hacer para ayudar, senpai… —presionó.

—No, no es nada importante.

—Por supuesto que es importante. Quiero decir, esto es intencional, ¿no?

— dijo, quitándole el cigarrillo de la mano a Nagi.

—Hey, Saotome-kun —dijo Nagi, perturbada.

—Es algo lo suficientemente grande como para que te suspendan a propósito, ¿no? Déjame decírselo a los profesores.

—¡No harán nada! Los maestros no son más que esclavos asalariados — dijo fríamente.

Masami no podría discutir eso. Lo había sugerido precisamente porque tenía la misma opinión. Si dejaran las cosas en manos de los profesores, todo se olvidaría en un abrir y cerrar de ojos.

—Entonces… —insistió.

Nagi cogió su mano y la sostuvo con fuerza.

—Gracias, pero no. Eres normal, y no deberías tener nada que ver con esto.

—Pero… —dijo mientras tres maestros masculinos entraban al baño de damas.

—¡Tú otra vez! —le gritaron a Nagi.

Nagi no se vio afectada.

—Um… —Masami intentó hablar con ellos, pero ni siquiera lo miraron.

Uno de ellos le quitó el cigarrillo de la mano y le dijo:

—¡Esto es una prueba!

Ella no dijo nada.

La llevaron a la oficina de orientación como a una criminal buscada. Masami la siguió, parecía preocupado, pero uno de los profesores le dijo que volviera a su aula, así que simplemente los vio marcharse.

No había nadie más alrededor, y el color de su cara se desvaneció lentamente.

—…………

Desde el pasillo, oyó cómo se abría la puerta de la oficina. Todo lo que Masami podía hacer era darse la vuelta y alejarse. No quedaba ninguna emoción en su cara.

—…………

La elección de palabras de Nagi seguía resonando en su mente. Ella había dicho: ” Encaja.” Todo lo que podía pensar era que coincidía con la primera chica que había “huido”, Suzumiya Takako. Nagi sabía algo.

Algo demasiado aproximado para su comodidad.

—…………

Su máscara se rompió durante un segundo, dejando entrever su verdadero rostro.

Sus ojos estaban marchitos, inhumanos, como un hombre que acaba de vagar por el desierto durante una semana sin agua y dejando que la arena se deslice por cada uno de los poros de su cuerpo.

***

—¿Kirima Nagi? ¿Por qué lo sabría? —gritó Yurihara cuando escuchó la historia de Masami.

Estaban en los vestuarios de la piscina, donde afortunadamente nadie se atrevía a venir durante el invierno.

—No lo sé. Pero está claro que se ha enterado de algo.

Masami le contó a Yurihara sobre Nagi a los seis días de su suspensión. Durante ese período, él estaba acechando a las chicas que habían planeado atrapar y matar. Rápidamente se hizo obvio que Nagi las estaba derribando una tras otra: todas las amigas de Kusatsu Akiko de la preparatoria. Hoy, la había visto atacar a Kinoshita Kyoko, y le había hecho prometer que no volvería a consumir drogas. En las sombras de la escuela, estaba claro que estaba jugando una especie de fantasía de heroína.

—¡¿Por qué?! ¡Hicimos todo bien! —Gritó histéricamente Yurihara.

—Sí, lo hicimos. Por eso aún no se ha enterado de nosotros —dijo en voz baja.

Pero por dentro, sabía lo precaria que era la situación en la que se encontraban. Si se hubiesen retrasado un poco en deshacerse de Kusatsu Akiko, Nagi seguramente habría deducido lo que estaba mal con ella. Había sido por poco.

—No podemos matar a nadie más de la Academia Shinyo. No queremos que sospeche que eres estudiante aquí.

—¿Por qué no la matamos? — sugirió Yurihara.

—Aún no. No sé cuánto sabe ni cómo se enteró. Al menos necesitamos saber eso.

—¡Necesita morir! ¡No dejemos ninguna prueba! Y está loca, nadie se dará cuenta cuando desaparezca.

Era obvio que estaban en la misma clase. Yurihara conocía muy bien a Nagi.

—Pero sus actuales padres son muy ricos. Y tiene varios cientos de millones de yenes en el banco. Desaparece, y te garantizo que no será considerada como una fugitiva. Cuando el dinero está en juego, no se sabe quién saldrá de la nada. Así es como funciona la sociedad humana.

Yurihara permaneció en silencio. Miró al suelo, se mordió el labio y luego susurró petulantemente:

—… ¿es esa la única razón?

—¿Eh?

—¿Es esa la única razón por la que no matarás a Kirima Nagi? Hay otra razón, ¿no?

—¿De qué estás hablando?

—Saotome-kun, no me mientas. Estás enamorado de ella, ¿no? —Masami miró hacia otro lado.

—¿Por qué crees eso?

—¿Me equivoco? Tengo razón, ¿no? —preguntó ella mientras miraba hacia arriba y lo miraba con ira.

—Yo… —Masami empezó a decir, cuando de repente…

—-¿Qué estás haciendo aquí, Echoes? —preguntó la voz de una chica alegre, mientras la puerta del vestuario se abría.

Por las rayas de su uniforme, estaba claro que era de tercer año. Y una chica radiante y risueña.

—Uh, ¿oops? Me equivoqué, lo siento —dijo ella, rascándose la cabeza.

—¡Ah! ¡No-! —Masami gritó, fingiendo que la chica los había atrapado en medio de un momento romántico.

Pero estuvo bien. No los había escuchado sin querer.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! Ahora diviértanse —comentó sonriendo.

Claramente se estaba sonrojando por la vergüenza cuando empezó a salir por la puerta.

Pero en ese momento, el cuerpo de Yurihara se adelantó como una bala. Siseó como una cobra rey, y hundió sus dientes en la nuca de la chica de tercer año.

Hubo un fuerte crujido.

—¿Qué? —gritó Masami, tratando de interponerse entre ellos, pero ya era demasiado tarde.

Había mordido la columna vertebral de la chica, matándola instantáneamente. Se acabó antes de que la chica se diera cuenta de lo que le estaba pasando.

—¡¿En qué demonios estabas pensando?! ¡Te dije que no mataras en la escuela! —Gritó Masami, enfadándose con Yurihara.

Pero cuando vio su cara, su comportamiento cambió.

Estaba blanca como una sábana y temblando violentamente.

—¿Cómo… cómo está él aquí? —lloriqueó con la sangre de su última víctima salpicada en su boca.

—¿Qué quieres decir?

—¡Él! ¡Echoes! ¡Está aquí!

—¿Quién o qué es Echoes?

—Mi  ―original‖!  ¡El  hombre  sobre-evolucionado!  —Se  apretó  las  manos contra el pecho, pero eso no le impidió temblar.

—¡Tranquilízate! Puedes explicarlo más tarde. ¡Primero, tenemos que deshacernos de este cuerpo! —Gritó Masami, mirando al cadáver de la chica. Mirando de cerca, reconoció su cara—. Ella es… ¿Kamikishiro Naoko?

Era una de las valiosas pocas amigas de Nagi. Así fue como la conoció. Nagi se había tomado un año libre en la secundaria debido a una enfermedad, pero había estado en la misma clase que Kamikishiro en ese momento.

(¿Por qué la amiga de Nagi…? ¿Es sólo una coincidencia? No, no puede ser…) Él sintió que la última pieza caía en su lugar. Justo cuando se habían deshecho de Kusatsu Akiko en el último momento, una vez más el Destino les había dado una oportunidad que necesitaban desesperadamente.

—No te preocupes, Manticore. La ventaja está de nuestro lado —Sonrió, y suavemente puso sus brazos alrededor de sus temblorosos hombros.

—¿Eh? —se preguntó mientras miraba hacia arriba, y fue recibida con un cálido y sabio asentimiento con la cabeza y una sonrisa luminosa.

***

Llevaron el cuerpo de Kamikishiro Naoko a una habitación secreta en el sótano. Yurihara se inclinó sobre el cadáver y empezó a deshacerse de las pruebas.

Mientras miraba, Masami sonrió.

(Me aseguraré de que sobrevivas a esto. Te lo prometo. Pase lo que pase conmigo valdrá la pena.)

Una simple línea de una canción pasó por la mente de Saotome Masami.

Por alguna razón, no era una canción de su amado grupo The Doors. Había olvidado su nombre exacto; era sólo una canción que había escuchado por casualidad en alguna parte y que apenas recordaba. Ni siquiera podía recordar toda la línea; sólo un fragmento que resonaba en su mente como un disco rayado.

Era una canción de una banda que no era tan famosa como The Doors; eran una banda de locos llamada Oingo Boingo que eran famosos por sus extrañas melodías. El nombre de la canción era “No One Lives Forever*”. (*Nadie vive para siempre).

La canción alegre y animada no coincidía con el siniestro nombre, ni con las letras sangrientas. Masami empezó a cantar en voz baja.

―…Nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie

Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie Nadie. ‖

Su sonrisa continuó hasta el resto de la frase volvió a él, “vive para siempre”. La sonrisa contenía más que el resplandor de alguien dispuesto a sacrificar su vida por el objeto de su afecto: también había una pizca de maldad y de placer profundamente personal en ella.

Delante de él vino un sonido como el del viento silbando a través de una grieta en la pared mientras la devoradora de hombres consumía a la chica.