Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 3

Capítulo 3: Mi Historia Y Su Historia

Parte: 2

“Lo lamento mucho.”

En el momento en que regresaron a la posada y Celes había disuelto el hechizo de Ilusión, ella se inclinó profundamente. Pero el comerciante, también conocido como Shinichi, no la culpó ni nada. Él solo se sentó en la cama con una sonrisa irónica.

“No te preocupes por eso. Todos tienen algo que no les gusta.”

“… Lo siento, ¿tienes fiebre? ¿No me exigirías normalmente que me “desnudara y me arrastrara por el suelo”?”

“Sí, esa es mi Celes”.

Shinichi se sintió tranquilo al escuchar que Celes había regresado a su humor natural.

“¿Por qué odias los insectos de todos modos? Me sorprende que no te vea hacer una escena como esa de forma regular. Hay todo tipo de bichos en todos lados.”

“Eso sería porque mantengo un hechizo de insecticida. Elimina todos los insectos cerca de mí.”

“¡¿Insecticida?! ¿Es eso incluso saludable de inhalar?”

“Lo disipo cuando estoy con otros. Por eso me sorprendió especialmente ver un insecto mientras mis defensas estaban bajas…”

“Ya veo. Entonces, ¿por qué los odias tanto?”

“Eso es…”

La cara de Celes se nubló de repente.

“No tienes que decirme si no quieres”.

Shinichi intentó terminar la conversación, sintiendo que ese recuerdo era demasiado difícil de contar.

Pero Celes sacudió la cabeza y lo miró.

“No, esta es una buena oportunidad para hablarlo. Pero me gustaría saber algo de ti a cambio.”

“¿Como el día en que decidí revisar la ubicación de todos los extintores en la escuela, de la nada? ¿Y cómo pensé que podría usarlos como armas en caso de que la escuela fuera tomada por terroristas?”, Shinichi bromeó, burlándose de ella con un ejemplo que era incomprensible para alguien en este mundo.

Pero Celes no se rió, mucho menos se burló de él. Su expresión no traicionó ninguna emoción, como si la hubiera aplastado a la fuerza.

“¿A quién perdiste?”, ella susurró.

A veces, Shinichi mostraba ira o envidia hacia la capacidad de los héroes de resucitar de entre los muertos. Ella había entendido que era algo emocional, dejado atrás después de haber perdido a alguien importante.

“… Ya veo. Así de profunda es esta conversación”, murmuró Shinichi después de un momento de silencio, dejando escapar un suspiro autocrítico.

“No es algo de lo que quiera hablar a la ligera.”

“Bueno, ¿no tienes que decirme si no quieres?”, Celes hizo eco de su frase anterior, haciéndolo sonreír con ironía mientras sacudía la cabeza.

“No, te lo diré. Quiero que sepas… Pero no es una historia feliz. No quisiera que Arian o Rino la escuchen, pero creo que estará bien para ti.”

“¿Disculpe? ¿Qué crees que soy exactamente?”

“Una doncella de piel oscura, con grandes tetas, lengua afilada y bastante sexy.”

“Entendido. Dejare de disipar el insecticida.”

“¡Oye, estoy sintiendo escalofríos!”

Después de que terminaron sus bromas cómicas habituales, su rostro se disolvió en una cálida sonrisa por un momento y se sentó en la cama junto a Shinichi.

“Puedo ir primero”, ofreció.

Celes comenzó a contar su historia.

“Nunca he conocido a mis padres. Mi primer recuerdo es haber sido forzada a trabajar como esclava del Rey Demonio Gris, un hombre elefante.”

Había nacido en un país controlado por la violencia, uno que era la manifestación del mundo de los demonios como lo imaginó la humanidad.

“Cualquiera que intentara ir contra el Rey Demonio Gris o huir fue asesinado sin piedad, incluso los bebés. Solo había dos formas en que los débiles podían sobrevivir: si se ganaban el favor de alguien más grande o si trabajaban obedientemente como esclavos”.

“… Sí, supongo que existen lugares así de violentas”, murmuró Shinichi.

“Mientras era esclava allí, trabajé para reunir Beossla con los otros niños.”

“¿Beossla?”

“Una planta comestible, devoradora de hombres. Supuestamente era la comida favorita del Rey Demonio Gris”, explicó Celes.

“Pero apuesto a que es asquerosa. Como todas las plantas del mundo de los demonios.”

La beossla tenía varios tentáculos que sobresalían de su cuerpo redondo y verde, la versión monstruosa de las plantas carnívoras en la Tierra.

“En ese momento, era tan débil que solo podía lanzar unas cuatro flechas mágicas por día. Estábamos constantemente bajo la supervisión de soldados, lo que hacía imposible escapar. Pasamos todos los días buscando desesperadamente las Beossla. Había muchos esclavos que tuvieron la mala suerte de ser tragados enteros, pero el Rey Demonio Gris aparentemente se rió y pensó que sabía “mejor cuando engordaba con pequeños mocosos”.”

“……”

“El más fuerte gana y se lleva todo; el más débil pierde y pierde todo. Esas son las reglas del mundo de los demonios, independientemente de si eres un demonio, un monstruo o una planta devoradora de hombres”.

Ella estaba tratando de decir que no le molestaba, pero no pudo evitar apartar la mirada. Llorando la muerte de los otros niños.

“Basado en esas circunstancias, supongo que te puedes imaginar que mi habitación también era vil.”

Era una celda de piedra pequeña y húmeda, con más de diez niños amontonados. Nunca se les permitía bañarse, mucho menos tener un inodoro adecuado. En lugar de un inodoro, habían un balde, y el olor a mordaza de orina y heces cubría toda la habitación. Sus mantas desaliñadas estaban llenas de agujeros y garrapatas. Esas condiciones sucias estaban destinadas a atraer plagas desagradables.

“Corrían por la habitación”, continuó Celes, refiriéndose a los insectos. “En ese momento, no me quedaba suficiente energía para preocuparme por ellos. Pero había un chico elfo oscuro que dormía a mi lado, y un día comenzó a quejarse de que le dolía la oreja…”

“¡No! ¡Sé a dónde va esto! ¡Ahórrame los detalles!”

“Miré en su oído y vi que habían puesto huevos en algún momento y… ¡eclosionaron y los pequeños, insectos negros, salieron…!”

“¡Aaaaaaaaagh! ¡Qué asco!”

La piel bronceada de Celes palideció al recordar aquel horrible espectáculo.

“Desde entonces, no puedo evitar quedar petrificada al ver cualquier tipo de insecto…”

“Sip. Cualquiera estaría traumatizado por ese incidente.”

Celes cubrió sus largas orejas con manos temblorosas, lo que Shinichi encontró particularmente adorable, pero realmente no pudo sonreír en esta situación.

“Después de todo eso, estaba tan asqueada por ellos que ya no podía soportar estar en esa pequeña celda de piedra. Traté de huir.”

Pero fue detenida de inmediato por un ogro al acecho que la golpeó hasta que no pudo aguantar más.

Mientras yacía en el suelo y la sangre goteaba de su nariz, el ogro balanceó un enorme palo en un intento de eliminar su joven vida.

Pero un estruendo explotó entre ellos en el último momento.

“Alguien agarró el palo con una mano y golpeo el pecho del ogro con la punta de su dedo.”

“Lo haces sonar como si fuera un superhéroe.”

Esa figura era un Salvador, o al menos, un salvador a los ojos de Celes y los otros niños.

“Esa persona me lanzó un hechizo de curación antes de correr hacia el castillo del Rey Demonio Gris sin decir una palabra más.”

En el camino, este supuesto salvador golpeó a la pandilla de pequeños alevines tratando desesperadamente de evitar sus avances, como si sacudiera un poco de polvo y en poco tiempo llego al tirano.

“Con un solo hechizo, el temido y odiado Rey Demonio Gris se redujo a cenizas.”

“¡Guau, totalmente manipulado! La única bestia que puede romper las reglas es un mismo Rey Demonio… ¿Oh?”

“¿Ahora lo entiendes?”

Ella le sonrió suavemente, cuando algo en la mente de Shinichi finalmente hizo clic.

“Era la futura esposa de Su Alteza, mi maestra de magia y entrenadora: La Princesa Azul de la Guerra, Regina Petrara Verlum.”

Ella era la atractiva mujer azul que había aplastado al Rey Demonio Gris y miraba a los demonios temblorosos con aburrimiento. Esta imagen de ella quedó grabada en la mente joven de Celes. Era como si el sol azul del mundo de los demonios descendiera en una exhibición divina y deslumbrante.

“Después de que Lady Regina derrotó al Rey Demonio Gris, parecía perder interés, decidida a abandonar el área.”

Ella no tenía la intención de participar en un acto generoso y agradable de liberar a los esclavos de sus lamentables condiciones. Ella había ido a esa tierra para luchar contra el Rey Demonio Gris al escuchar rumores de su fuerza. Ella sólo Tenía ojos para el combate. Por eso la llamaban la Princesa Azul de la Guerra.

“Incluso si este Rey Demonio Gris fuera un gobernante benevolente, ella no hubiera dudado en derribarlo y matarlo.”

“Bueno, ella suena peligrosa.”

Pero Regina solo era estoica con los fuertes; ella era gentil con los débiles.

Después de todo, ella había curado a Celes en su momento de necesidad.

“Perseguí a Lady Regina y le rogué que me hiciera su aprendiz”.

Y sorpresa, sorpresa, la Princesa Azul de la Guerra le permitió acompañarla.

“Lady Regina es una maestra de artes marciales y mágicas. Ella hizo todo lo posible para pulir mis técnicas de batalla. Pero por otro lado, no tenía absolutamente ningún interés en cocinar o limpiar. Estaba buscando a alguien que la ayudara con las tareas diarias cuando me acerqué a ella.”

Regina era del tipo que entrenaba al borde del agotamiento, física y mágicamente, si se la dejaba sola. Si llegaba a sus oídos que había un guerrero fuerte en el este, ella saldría corriendo y lo golpearía para someterlo. Si escuchaba que había un poderoso usuario de magia en el oeste, se iría de allí y lo eliminaría.

Mientras Celes seguía frenéticamente a su maestra en todas las direcciones, había experimentado un crecimiento mágico.

“Podría ser porque Lady Regina se estaba hartando de su búsqueda imposible de encontrar un oponente adecuado. Creo que esperaba entrenarme hasta que la superara o la derrotara”.

“Como una especie de jefe final…”

Pero antes de que Celes alcanzara ese nivel, la Princesa Azul de la Guerra se enteró de alguien que también usaba el título “Azul”. Estaba al borde de un fatídico encuentro con el Rey Demonio Azul, Ludabite.

“Todavía recuerdo cómo Lady Regina sonreía de oreja a oreja mientras Su Alteza esperaba su llegada con una sonrisa. Eso marcó el comienzo del ahora famoso incidente, “El último día de las Montañas Timoar”.”

“Oh, cuando esas montañas se convirtieron en campos vacíos…”

“Estaba mirando desde arriba, usando un hechizo para volar, pero estuve a punto de morir un par de veces por la fuerza de su combate.”

Desde el amanecer hasta el anochecer, la batalla decisiva se prolongó durante más de medio día. El telón finalmente se cerró después de que la pareja se enfrentara, exprimiendo lo último de su fuerza para lanzar su hechizo más poderoso.

Un destello había estallado en el cielo, borrando momentáneamente la oscura oscuridad del crepúsculo. Las montañas Timoar fueron barridas, sin dejar nada más que una nube de polvo. Después de un momento, los escombros se asentaron para revelar a la Princesa de la Guerra tendida en el fondo de un cráter y el Rey Demonio cubierto de sangre, arrodillado pero de alguna manera aún consciente.

“Me apresuré al lado de Lady Regina y la curé, luego usé mi magia restante para curar a Su Alteza.”

“¿Consideraste acabar con él allí mismo en su estado debilitado?”

“¡¿Disculpe?! Si lo hubiera hecho, habría manchado el honor de Lady Regina.”

“Bien, sí. Celes, definitivamente eres un demonio.”

El vencedor es fuerte, por lo tanto, justo. Por eso no intentó distorsionar los resultados al entrometerse en sus asuntos. Shinichi no podía discutir eso: en realidad le gustaba la simplicidad de sus ideales.

“Entonces los dos se enamoraron, se casaron y tuvieron a Rino”, concluyó.

“Sí. Durante un tiempo, Lady Regina se quedó en el castillo. Se portó bien.

Ella me ayudó a entrenar, y se preocupaba por Lady Rino”.

Celes esbozó una sonrisa suave, imaginando a Rino con su pañal.

Celes nunca había conocido a sus padres, pero Regina había actuado como su mentor y figura materna. Y Rino era como una hermana pequeña y su amo al mismo tiempo.

“En comparación con ellas, realmente eres dura con tu “padre”…”

“Qué grosero. Respeto y amo a Su Alteza, tanto como las otras dos. Pero desearía que madurara un poco y detuviera su sobreprotección con Rino.”

“No puedo estar más de acuerdo”, Shinichi asintió con la cabeza.

Celes dejó escapar un gran resoplido al recordar un incidente en particular.

“Cuando Lady Rino tenía tres años, fue picada por un pequeño mosquito en su brazo. Su Alteza estaba tan furioso que pasó dos meses limpiando el área (aproximadamente 120 millas) de todos los mosquitos”.

“Si exterminó un área del tamaño de Hokkaido, estoy seguro de que destruyó completamente el ecosistema…”

“Obviamente, lo ayudé con esta misión.”

“¡Eres igual de mala!”

Bueno, en el caso de Celes, ella tenía la razón adicional de odiar los insectos.

“Pasó el tiempo, y hace dos años, Lady Regina declaró abruptamente que “debía entrenar nuevamente, así que probaría el mundo humano”.”

“Y luego regresó del mundo humano con pan, lo que nos trajo aquí.”

“Sí. Después de eso, ella se fue de nuevo. Esta vez para buscar en el mundo de los demonios el Dragón Negro.”

Ella no parecía preocupada en lo más mínimo por la vida de su maestra. Pero la mirada de ella demostraba que ansiaba reunirse con esta preciosa persona.

Shinichi pensó en voz baja mientras miraba su perfil. Sus primeros recuerdos. Hmm. Digamos que tenía unos cinco años. Luego fue esclava durante aproximadamente un año. Luego viajó con su maestra por, como, un año. Sus amos actuales se casaron, y luego Regina quedó embarazada y dio a luz, ese es otro año. Y Rino tiene catorce años ahora. En total, eso la hace al menos veinte…

“¿Qué estás calculando?”

Sonó un crujido.

“E-Eh, ¿estas usando magia para leer mis pensamientos?”

“No estoy usando magia. Es lo que llaman la intuición de una mujer.”

“¡Incluso eso es más aterrador!”

Shinichi se sacudió de miedo cuando la mano de Celes apretó su rostro. Su cráneo comenzó a hacer algunos crujidos gravemente ominosos.

¡Mierda! No puedo ocultarle nada a esta criada.

“Es tu turno. Escúpelo.”

Después de librarse del agarre de Celes, él obedientemente comenzó su historia.

“La mía no es tan mala como la tuya, Celes. Hace ocho años, una niña de mi barrio se ahogó en el océano y murió”.

Hubo aproximadamente mil accidentes fatales en el mar cada año en Japón. Esa era una de cada cien mil personas. Dio la casualidad de que era su amiga de la infancia.

“Como he dicho, no tenemos estos hechizos superconvenientes para resucitar a los muertos en la Tierra. Si mueres, eso es todo. Se acabó.”

Aunque las personas aprendieron mejor del fracaso, hubo un fracaso del que no pudieron regresar: la muerte.

“No creo que ella haya entendido eso. Ella era una tonta”, una sonrisa apareció en su rostro.

Ella era el tipo de persona que sonreía todo el tiempo.

“Siempre he sido frío y distante, incluso cuando era un niño. Todos los adultos del vecindario dijeron que yo era un mocoso desagradable”.

“Creo que ahora sigues siendo bastante desagradable”, ofreció Celes.

“No lo digas. De todos modos, ella era diferente: honesta y entrañable, una idiota brillante y vivaz.”

“Por eso…”

“Ella me recuerda a alguien que solía conocer”… Por eso había susurrado eso cuando decidió salvar a Arian.

Pero Celes no dijo eso en voz alta.

Shinichi adivinó lo que estaba pensando y sacudió la cabeza riendo.

“Dije que me recuerda a ella, pero Arian es mucho más bonita y más inteligente. Además, Arian puede parecer feliz en la superficie, pero tiene un pasado bastante oscuro”.

“Sí. Justo cuando crees que se ha vuelto demasiado agradable, hará pucheros y hará una rabieta”.

“En comparación con Arian, esa chica nunca tuvo nada en mente. Ella era una idiota. Ella legítima parecía feliz todos los días”.

Jugaría afuera de la mañana a la noche, corriendo en el barro. Y justo después de llorar cuando su madre la regañara, se recuperaba con una gran sonrisa. No era extraño que una estudiante de primaria cambiara de emociones tan rápido, pero seguía siendo una gran idiota. A menos, eso es lo que él pensaría para sí mismo.

Celes podía decir cuánto significaba esa chica para él, incluso si él la llamaba idiota repetidamente. Esta chica debe haberlo calentado como el sol, él que era frío y distante.

“¿Te gustaba?”

“Dicen que las idiotas son las más lindas. Si tuviera que elegir entre amarla u odiarla, tendría que decir que la amaba. Pero no románticamente. Bueno, no estoy seguro.”

No fue una mentira. Era como se había sentido.

No tenía intenciones de insultar al amor joven. Pero simplemente no podía entenderlo, porque estaba atado a la lógica y la razón más que a las emociones. Después de todo, él era una persona racional de corazón.

“¿Qué es el amor de todos modos? Si es cuando se te acelera el corazón, bueno, entonces definitivamente estoy enamorado de tus pechos, Celes.”

“Eso es sólo lujuria, pervertido.”

“¿Um? ¡Estoy bastante seguro de que es más pervertido que no les gusten las tetas!”

“Me asusta que seas tan insistente.”

Si Sanctina estuviera aquí, probablemente estaría del lado de Shinichi, pero definitivamente era un pervertido.

“De todos modos, ella fue divertida, pero no podía estar cerca de ella por mucho tiempo, porque eso me agotaría muchísimo. Nunca nos acercamos tanto.”

Y es por eso que no fue ese día cuando ella lo invitó a la playa con su familia.

“Le encantaba la piscina, pero no podía nadar en absoluto. Su maestro era un imbécil enérgico y se le ocurrió que “no debería tener miedo, ¡solo adelante!”, ya sabes, estaba muy emocionada por meterse en el agua. Luego se fue al océano cuando sus padres no estaban mirando y se ahogó. Ella era realmente tonta. Supongo que eso era inevitable.”

Había escuchado el rumor de que ella se había ahogado tratando de salvar a un niño, pero no sabía si era verdad.

“Los niños siempre piensan como invencibles, que todo estará bien, pase lo que pase. Cosechas lo que siembras, supongo. No fue culpa de nadie más que de ella.”

Shinichi entendió eso en su mente, pero no podía perdonar a los adultos que siempre la habían empujado a hacer más y no la reprendían por ser descuidada. Pero estaba muy resentido por algo intangible, no alguien.

“Ella murió por ser tonta. Pero si ella hubiera notado que alguien olvidó sus zapatillas de colegio, ella le prestaría las suyas; o si un niño dejaba caer su flan en el almuerzo escolar, ella les daría el suyo, incluso cuando la baba goteaba de su boca, eran su favorito. Una vez, había un niño llorando porque se mojaba en clase, así que ella se mojó para animarlo. Ella era una buena niña.”

“No estoy segura de eso último”, respondió Celes, exasperada. Shinichi le devolvió la sonrisa con ironía.

“Era una idiota. Pero era agradable, y todos estaban llorando en su funeral.”

Bueno, todos excepto Shinichi, que estaba en silencio.

“Ella hizo lo mejor que pudo y no retrocedió ante un desafío. Pero ella cometió este pequeño error, y eso fue todo. ¿Cómo podría este mundo ser tan irracional? Un mocoso arrogante y desagradable como yo podría seguir viviendo bien, pero un buen niño muere. No podría perdonar al mundo por ser tan cruel.”

Por eso Shinichi decidió luchar contra la muerte. Pero no eligió la magia, el vudú ni nada sombrío como eso. Eligió la opción más realista: la ciencia.

“Leía libros de la biblioteca todos los días. Había leído todas las páginas de los sitios de ciencias en Internet. Estaba tan obsesionado que incluso me sorprendí a mí mismo.”

Gracias a eso, sabía mucho sobre ciencia. Pero también le hizo enfrentar la realidad de que resucitar a los muertos era imposible. Se rindió. Y ahora él estaba aquí.

“Bueno, esta conversación fue más larga de lo esperado. Todo se trata de que una chica que conocí murió.”

“Por eso…”, comentó Celes, buscando palabras cuando se dio cuenta de la respuesta a sus dudas, molestándola en secreto.

Desde el momento en que el Rey Demonio había convocado a Shinichi hasta ahora, Shinichi nunca había dicho que quisiera regresar a la Tierra.

En la mayoría de los casos normales, cualquiera querría volver a su hogar, a sus padres y amigos. Por supuesto, la respuesta en el caso de Shinichi no fue tan simple. Se había quedado para satisfacer su propia curiosidad mórbida y probar sus trucos sucios en la vida real. En el camino, comenzó a preocuparse por el bienestar de Rino, junto con los demás, lo que agravó sus razones para quedarse.

Pero en el centro de todo estaba esa chica. Ella había significado algo para él. Cuando la perdió, no tuvo otros lazos con la Tierra, especialmente cuando se dio cuenta de que nunca podría resucitarla. Eso era lo que había estado escondiendo en las pequeñas grietas de su corazón.

“Puedo estar diciendo algo que no debo, pero ¿por qué no puede esta ciencia resucitar a los muertos?”, preguntó Celes.

“Bueno, es lo mismo que este mundo. Si el cuerpo estuviera en buenas condiciones, podría ser posible.”

Al congelar un cadáver, los muertos podrían resucitar en el futuro, cuando la ciencia haya avanzado lo suficiente como para permitirlo.

Pero si el cuerpo en cuestión hubiera sido incinerado, perdiendo el cerebro, sus recuerdos e información y su ADN, sería imposible.

“A menos que podamos computarizarlo, supongo. Como en las películas de ciencia ficción, ya sabes, cargar los recuerdos de una persona en un servidor una vez que el cerebro se ha ido…”

“¿Hacer qué?”, Celes dijo, pero su voz no lo alcanzó.

Lo había sorprendido otra revelación, provocada por sus propias palabras.

De ninguna manera. ¿Qué pasa si ese es el tipo de sistema que la Diosa está usando para proteger a los héroes eternos?

No era algo que pudiera hacerse en su versión de la Tierra en el siglo XXI, pero no era tan absurdo pensar que podría hacerse en unos pocos cientos de años. En teoría, era posible lograr la inmortalidad.

Esa es una teoría que puede ser verdad. Pero, ¿cómo es capaz la Diosa de guardar los datos?

“Sir Shinichi.”

“¡¿Ah?!”

Shinichi saltó hacia atrás sorprendido cuando encontró la cara de Celes a centímetros de la suya. Podía sentir su aliento caliente sobre su piel.

“Soy muy consciente de que puedes dejarte llevar por tus fantasías eróticas, pero por favor abstente de dejarte llevar en medio de una conversación.”

“¡No estaba teniendo fantasías eróticas! Todo lo que estaba haciendo era preguntarme cómo un centauro amamanta a sus hijos: ¿tetas humanas o tetas de caballo?”

“¡Ajá! Yo tenía razón.”

Aunque dejó escapar un suspiro molesto, fue lo suficientemente observadora como para darse cuenta de que él estaba tratando de cambiar de tema.

“Sé que no entenderé lo que estás pensando, así que no voy a preguntar. Además, ya me has dicho lo que quería saber.”

“… Lo siento, lo explicaré una vez que tenga alguna prueba.”

Agachó la cabeza en tono de disculpa.

“Espero eso”, Celes se levantó de la cama. “Creo que hemos terminado con nuestra charla por ahora. Me gustaría escuchar nuestra estrategia, pero primero, iré a buscar algo de comer.”

Salió por la puerta, pero justo antes de cerrarla, se volvió.

“Una última cosa.”

“¿Qué?”

“Estoy un poco celosa de esa chica, por llevarse un pedazo de tu corazón.”

“… ¿Eh?”

Dejó que la puerta se cerrara detrás de ella antes de que él pudiera pedirle que aclarara, haciéndole escuchar sus pasos mientras ella se alejaba. Se desplomó en la cama, completamente atónito.

“Ella…”

Shinichi podía sentir sus mejillas calentarse, pero necesitaba encontrar un plan para derrotar a los cardenales. Usó todo lo que tenía para reenfocar su atención y ajustar su estrategia para avanzar.