Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 2

Capítulo 1: ¿Diez Mil Y Dos Mil Años Atrás?

Parte: 3

La historia de la gran inundación apareció en “The Epic of Gilgamesh”, la obra literaria más antigua de la Tierra. Según el cuento, llovió durante cuarenta días seguidos para eliminar a los pecadores. Todo era parte del plan de Dios, a pesar de que Dios había sido el que creó a la humanidad.

Tal vez la Diosa misma trajo esta calamidad a Obum. De cualquier manera, parece que el Dios Maligno que estaba sellado debajo de la tierra y el dios que se convirtió en el sol podría ser el mismo ser.

Justo cuando llegó a esta conclusión, lanzó una mirada al Rey Demonio, quien golpeó su pecho cerúleo con un golpe orgulloso.

“Reclamé el título del Rey Demonio Azul, en parte por el color de mi piel, pero también como un tributo al dios que salvó a la humanidad demoníaca.”

“Ya veo. Dado que el color del sol es azul”, concluyó Shinichi.

En términos humanos, sería como tener el nombre “Rey del Sol Dorado”.

“Qué extraño”, dijo Arian, asintiendo con admiración al notar sus diferencias culturales una vez más.

“Hablando de eso, ¿es esta calamidad la razón por la cual los demonios no salían a la superficie?”, Shinichi preguntó.

“Sí, nos han enseñado que este es un lugar peligroso. No debemos abandonar el mundo de los demonios desde que cayó la calamidad”, explicó Celes.

“Y es por eso que los que salen a la superficie son aquellos que buscan el peligro, como mi esposa”, agregó el Rey.

“Apuesto a que estaba bastante desanimada”, comentó Shinichi.

Después de todo, les habían dicho que la superficie era más peligrosa que el mundo de los demonios: la tierra de los monstruos itinerantes, donde la fuerza dominaba el mundo. Y cuando apretaron los dientes, decididos a subir a la superficie, se encontraron con… una vista pacífica: animales deambulando por la exuberante vegetación bajo un sol dorado que fluye a través de las nubes.

Ah, y a los humanos, débiles como las ratas y en su mayoría incapaces de usar magia, salvo por unos pocos especiales.

“Algunos de los demonios hastiados regresaron para contar sus historias del “mundo humano”, un lugar donde no había una sola cosa peligrosa. Pero la mayoría de los demonios no podían verlo por sí mismos, ya que tendrían que teletransportarse a una gran distancia. Y con unos pocos viajeros nunca volviendo, preferirían creer que la superficie era peligrosa”, explicó Celes.

“Supongo que no regresaron porque los héroes los eliminaron o se enamoraron de la comida”, ofreció Shinichi.

Incluso podría haber algunos que se enamoraron de los humanos y se establecieron en Obum.

“Es increíble si piensas en cómo llegaron aquí. Todo comenzó por la esposa de su alteza quien trajo historias de la buena comida que había aquí.”

“Sí, y pude conocerte, Shinichi, gracias a mamá. ¡Tendré que decirle gracias cuando vuelva a casa!”

La alegría de Rino era contagiosa, y Shinichi también se encontró sonriendo.

“¿Cuál es la verdad, las hordas de criaturas malvadas o una calamidad del cielo? ¿O están ambas historias equivocadas…? Esto sería mucho más rápido si tuviéramos a alguien que hubiera estado allí. Los elfos viven por miles y miles de años, ¿no?”, preguntó.

“¿Qué crees que es exactamente un elfo?”, Celes se enfureció, fulminándolo con la mirada.

¿A quién crees que estas llamando vieja? parecía ser lo que ella estaba insinuando.

Shinichi recordó lo que le había dicho antes.

“Oh sí; la vida de los elfos no es muy diferente de la de los humanos, ¿verdad?”

Habían hablado de eso poco después de haber derrotado al obispo Hube, cuando Arian se unió a ellos.

“Sí, vivimos alrededor de ciento veinte años”, dijo Celes.

“Nunca me acostumbraré a escuchar eso…”, murmuró.

Basado en mundos de fantasía populares e historias en Japón, había tenido la impresión de que los elfos generalmente vivían largas vidas. Por eso fue un poco resistente al principio, pero no tenía nada de extraño.

“Bueno, entonces olvídate de los elfos. ¿Hay algún demonio que viva tanto?”

Shinichi lo intentó de nuevo.

“No seas tonto. Los sucesos de la historia pasaron hace bastante tiempo, ¿sabes?”

El rey contesto su pregunta.

“Podemos vivir hasta doscientos años. De hecho, algunos pueden vivir trescientos años, pero ninguno ha vivido mil años.”

“Tienes razón; es una pérdida de tiempo… Espera, espera”, dijo Shinichi cuando se le ocurrió una posibilidad.

“Ese dragón todavía vive, ¿no?”

El legendario dragón negro. Esa era la criatura increíblemente poderosa que dormía en el mundo de los demonios: el Dragón Malvado que la Diosa supuestamente selló debajo de la tierra.

“En efecto. El Dragón Negro tal vez podría saber algo”, afirmó Celes.

“Pero nadie sabe dónde está”, intervino Rino.

Era una leyenda, incluso algunos decían que tal vez ya había muerto.

“Es verdad. Ni siquiera sabemos si existe el Dragón Negro. Pero sabemos con certeza que el Dragón Rojo todavía vive”, declaró Shinichi mientras miraba fijamente su prueba, Arian.

“Ah…”

Arian se sorprendió al encontrarse en el centro de su atención. Levantó la mano para tocar las escamas rojas que caían en cascada por la base de su garganta. Era medio dragón, hija de un padre dragón y una madre humana. Esta fue una prueba más que suficiente de que existían los dragones.

“Arian, sé que debe ser difícil hablar de eso, pero ¿sabes dónde está tu padre?”, preguntó Shinichi, tratando de ser lo más considerado posible con sus sentimientos.

“… Lo siento, no sé nada sobre mi padre”.

Ella bajó la cabeza en tono de disculpa.

“Solo recuerdo a mi madre. A mi padre nunca lo he conocido. Cuando le pregunté a mi madre, lo único que me dijo fue que era un dragón y que yo soy medio dragón…”

Como su madre había fallecido de una enfermedad, los secretos de cómo había conocido al padre de Arian y las circunstancias que habían llevado al nacimiento de Arian permanecerían envueltos en misterio.

“Ya veo”, dijo.

“Pero sabes, cada vez que le preguntaba a mi mamá acerca de papá, parecía un poco avergonzada y vacilante, pero nunca parecía que le desagradara. Entonces…”

Arian se detuvo.

… Tal vez estaban verdaderamente enamorados, parecía querer decir.

Shinichi le acarició el pelo mientras sonreía tranquilizadoramente.

“Un dragón y un humano te procrearon. Dos razas diferentes, dos formas diferentes. Es más que obvio que tu naciste de su amor.”

“… ¡Uh… huh!”

Arian lloró lágrimas de felicidad cuando saltó a sus brazos. Las gentiles palabras de Shinichi borraron toda una vida de miedo.

“¡Hmph, Arian! ¡No es justo!”, se quejó Rino.

“…… (Mirando fijamente)”

“Uuum, sí, veamos. ¿Tiene la iglesia alguna historia del paradero de los dragones?”

Shinichi cambió estratégicamente el tema cuando soltó a Arian al ver a Rino haciendo pucheros y Celes frunciéndole el ceño con frialdad.

“Aparte de la historia del Dragón Malvado sellado debajo de la tierra, en realidad no. He oído hablar de dragones escondidos en las montañas y rumores de que los héroes han derrotado algunos”, respondió Sanctina.

“Pero no conoces a nadie que los haya visto, ¿verdad?”

“No”, confirmó.

Los hombros de Shinichi se desplomaron con desanimo.

“Oh, bueno, entonces renunciemos a los dragones. De todos modos, tenemos que idear un plan para tratar con la iglesia”.

“Podría ir a buscarlos si no tienes tiempo”, sugirió el Rey Demonio, con los ojos brillantes de emoción.

“No hay necesidad”, Shinichi se negó de inmediato.

Si el padre de Arian es como el Dragón Negro, entonces el Rey Demonio no sería rival para él… Pero, por supuesto, los demonios estarían ansiosos por pelear con un oponente inigualable.

Con eso en mente, Shinichi decidió que sería demasiado arriesgado hablar sobre los dragones por más tiempo, así que volvió el tema a las leyendas de la iglesia.

“Así que la humanidad fue empujada al borde de la destrucción por un grupo de demonios o la calamidad. ¿Y qué?”

“Durante mucho tiempo, la humanidad vivió en un mundo sin dioses, sufriendo en el camino. Pero lo soportaron. Luego, hace 287 años, la Diosa de repente despertó de nuevo…”

Justo en el centro exacto del continente de Uropeh, había un pequeño pueblo donde vivía un hombre llamado Eument. Trabajó como leñador y carpintero, un joven honesto y bueno, pero se dice que era un plebeyo sin ninguna habilidad mágica.

Entonces, una noche fatídica, se despertó de su sueño y encontró a una mujer encantadora y radiante de pie junto a su cama. Eument estaba congelado por la sorpresa, pero la mujer le habló con una sonrisa amable.

“Soy Elazonia, la Diosa de la Luz. Me he despertado y he descendido de los cielos para salvar a mis hijos perdidos. Eres su salvador, destinado a difundir la luz divina a la gente”, ordenó.

Con eso, Eument se bañó con una luz brillante como si el sol mismo estuviera en su habitación, mostrándole que las creencias politeístas de sus difuntos padres eran mentiras, falsos ídolos. Juró su eterna devoción a la Diosa Elazonia, que se llenó de alegría y le otorgó un gran poder mágico y el símbolo sagrado del sol.

Ese fue el momento en que se creó el primer seguidor de la Diosa: el primer predicador, el primer héroe eterno y el magnífico primer papa.

Eument usó su magia para curar a los enfermos y heridos, incluso para resucitar a los muertos y para derribar monstruos temerosos y hombres malvados. Impresionados por sus actos de fe, la gente comenzó a dejar de lado sus viejas creencias en los espíritus locales y la naturaleza para alabar a la Diosa Elazonia. El número de seguidores se multiplicó de inmediato, y los seguidores particularmente hábiles recibieron el símbolo de la Diosa de Eument para comenzar su trabajo como héroes, difundiendo aún más su palabra.

Luego, en el año veintidós del calendario elazoniano, Eument dirigió a muchos seguidores en un regreso triunfal a su ciudad natal donde establecieron la Ciudad Santa, el centro de la iglesia. Con sus propias manos, Eument talló una estatua de la Diosa en piedra y la colocó en su casa, que más tarde se convirtió en el sitio de la Archibasílica, donde la Diosa había descendido a Obum.

“—Y esa es la historia desde el momento en que Elazonia descendió de los cielos hasta que se creó la Ciudad Santa”, concluyó Sanctina.

“……”

Shinichi estaba en silencio, perdido en sus pensamientos, mientras Sanctina respiraba hondo y bebía un poco de agua.

Así que no está mal pensar que la Diosa Elazonia “existió”…

Era más realista pensar que había una entidad paranormal moviendo los hilos que creer que un joven promedio de repente desarrolló la habilidad de usar magia y comenzó a correr la voz de una religión inventada.

Lo que significa que la Diosa Elazonia no es un sistema o máquina, sino una sola entidad.

Y si eso es cierto, ¿cuál es su objetivo? Mientras Shinichi pensaba, Rino habló con una voz teñida de tristeza.

“¿Todos abandonaron los espíritus originales y los otros dioses? Eso es tan triste…”

“¡Tsk, la gente de la iglesia es una basura! ¡No puedo creer que hicieran llorar a mi dulce niña!”, Sanctina chilló, explotando de ira.

“… ¿Debería decir algo?”, preguntó Arian.

“Déjala ser. Mejor no digas nada”, Celes suspiró.

Ellas estaban exasperadas al ver a Sanctina, lista para echarle la culpa a alguien más cuando su propio pasado estaba intrínsecamente vinculado con ellos.

Al escuchar las palabras de Rino, Shinichi tuvo otra pregunta.

“Hablando de eso, ¿existen realmente estos espíritus y dioses? Quiero decir, ¿podríamos encontrarnos y hablar con ellos?”

“En Tigris, hay personas que creen en el dios de la montaña, y he oído hablar de dioses del bosque en otros lugares, pero nunca he conocido a nadie ni he oído hablar de alguien más que tenga ese tipo de encuentros”, comentó Arian.

“Si existieran otros dioses, imagino que la iglesia los atacaría, alegando que eran dioses falsos, pero no recuerdo haber oído hablar de tal cosa”, agregó Sanctina.

“También hay historias de espíritus que viven en piedras y árboles en el mundo de los demonios, pero nunca he visto uno”, coincidió Rino.

“Bueno, los fantasmas de los fallecidos a menudo aparecen en los campos de batalla”, dijo Celes.

“Sí, pero los golpeo”, admitió el Rey, “ya que me molestan”.

“Entonces los exorcismos (físicos) son efectivos, ¿eh? Hombre, los fanáticos de las películas de terror estarían muy decepcionados”, bromeó Shinichi.

Por un lado, había aprendido la sorprendente verdad. Por otro lado, no había información útil sobre si existían o no espíritus o dioses basados solo en historias contadas.

La única persona que había visto a la Diosa fue el primer papa, Eument. Pero ciertamente había algo que le dio su poder mágico masivo y algo que continuó convirtiendo a los héroes en seres inmortales.

“Tengo una pregunta. Los héroes no existían antes del primer papa, ¿verdad?”, Shinichi preguntó.

“Correcto. Si lo que está escrito en el libro sagrado es correcto, Eument fue el primer héroe”, confirmó Sanctina.

“Así que podemos estar bastante seguros de que la Diosa comenzó a hacer cosas hace unos trescientos años”, supuso. “De todos modos, creo que no tenemos más remedio que hacer algo con los cardenales…”

“¿Debo seguir diciéndote lo que sé?”, preguntó Sanctina.

“Sí, por favor”, instó Shinichi.

Desafortunadamente, el resto de las historias fueron sobre cómo los diversos papas a lo largo de la historia difundieron la palabra de la Diosa. No contenían ninguna información oculta sobre Elazonia. Rino comenzó a quedarse dormida mientras hablaban de los cardenales actuales, por lo que terminaron su reunión de estrategia y se fueron a sus respectivas habitaciones a dormir.