Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 2

Capítulo 1: ¿Diez Mil Y Dos Mil Años Atrás?

Parte: 2

 

 

“Vamos a pelear contra la iglesia”, declaró Shinichi.

Esto fue lo primero que salió de su boca después de que las personas necesarias se habían reunido en el comedor.

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“Hemos luchado contra los héroes tres veces ahora, pero no creo que la iglesia vaya a ceder. Seguirán enviando más héroes.”

Después de todo, la iglesia había decidido que necesitaban destruir a los demonios.

“Con la fortaleza de Su Alteza en mente, no me preocuparía si nos atacaran. Pero las cosas podrían empeorar si enviaran sus tropas al Reino de Tigris”.

El joven rey de Tigris, Sieg, había roto todos los lazos con la iglesia, después de soportar su abuso durante muchos años, y se unió a los demonios. Todavía tenía que hacer un anuncio formal, ya que este cambio de opinión podría hacer que sus súbditos se disolvieran en el caos. Pero cualquiera que fuera un poco observador notaría que los guerreros sagrados casi habían desaparecido de la catedral. No solo eso: Rino y Sanctina estaban en términos amistosos, realizaban curaciones y trataban a los pacientes lado a lado. Obviamente se tuvieron que haber dado cuenta de que un gran cambio estaba en curso.

“Hoy es el cuarto día de nuestra alianza”, anunció Shinichi. “Dudo que ya hayan llegado los rumores a la Archibasílica, pero es solo cuestión de tiempo”.


Si los cardenales se enteraran de lo sucedido, seguramente enviarían héroes o sus tropas para asaltar el Reino de Tigris con el pretexto de suprimir a los herejes.

“No puedo abandonar a Tigris. Me imagino que matarían a toda la clase dominante, incluido el rey, y someterán a los ciudadanos a fuertes impuestos, como mínimo o los harán esclavos”.

“Probablemente”, reforzó Sanctina.

“Todos son humanos… ¿Por qué se harían cosas tan terribles el uno al otro…?”, gimió Rino. Sus ojos brillaban con lágrimas mientras imaginaba esta cruel escena.

Celes presionó una mano contra su propio pecho, claramente ocultando algo, luego amablemente le ofreció un vaso de agua a Rino para calmarla.

“No lo olviden: hay algunos demonios que actúan de la misma manera.

Sería una simplificación excesiva culpar solo a los humanos”.

“Supongo que estas en lo correcto…”

“¡No puedo permitir que nadie entristezca a mi hija! ¡Yo aniquilaré a toda persona corrupta, ya sea humana o demonio!”, el Rey Demonio grito.

“Ese es exactamente el tipo de cosas que haría un malvado villano”, bromeó Shinichi.

“¡De todas formas! ¡Es un dolor seguir luchando contra los héroes! Quiero derrotar a la iglesia y terminar esta guerra ridícula antes de que los problemas golpeen a Tigris”, dijo Shinichi.

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“No tengo ningún interés en los asuntos de los humanos, pero arruinaría mi honor como el Rey Demonio Azul abandonar a aquellos que han llegado a confiar en mi poder”, el Rey Demonio asintió profundamente de acuerdo.

“No me gusta pelear, pero sería aún peor si el capitán y todos los demás en la ciudad se lastimaran”, comentó Rino, apoyando a Shinichi con una mueca.

En cuanto a Arian, había estado en silencio todo este tiempo.

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“Cuando dijiste que tenías algo importante de qué hablar, pensé…”, se detuvo, avergonzada de sí misma por su romántico vuelo de fantasía, poniéndose roja como la remolacha cuando se desplomó sobre la mesa.

“No digo que no puedas soñar despierta, pero creo que sería bueno para todos si pudieras recuperar algo de tu estima como héroe”, regañó Celes mientras le entregaba a Arian una toalla húmeda.

“Ugh, lo siento mucho…”

Se limpió y enfrió su cara ardiente mientras Shinichi la miraba con irónica diversión.

Con eso, continuó explicando su plan: “Al “luchar contra los héroes”, no estoy hablando de que Su Alteza reduzca la Archibasílica a cenizas ni nada. Porque los héroes no morirán de todos modos”.

“Que problemático”, se quejó el Rey Demonio.

“Es por eso que vamos a seguir rompiendo sus espíritus y manipulándolos”.

“Sinvergüenza”, Celes replicó sin perder el ritmo.

Los insultos se habían convertido en una parte normal de sus conversaciones. Shinichi lo hizo a un lado y se giró para mirar a la antigua Santa.

“Nuestros objetivos son las cuatro personas que dirigen la iglesia: los cardenales. Quiero que me cuentes todo lo que sabes sobre ellos.”

“Hare cualquier cosa por Rino”.

Sanctina suspiró sin pestañear ante la perspectiva de apuñalar a su padre adoptivo y sus colegas por la espalda.

El Rey Demonio hizo una mueca.

“Shinichi, ¿ganaremos algo al escuchar a esta chica? Podría estar pensando en traicionarnos”.

“No creo que ese sea el caso”.

“¡Es verdad, papi! ¡Cómo puedes dudar de Sanctie!”, gritó Rino enojada mientras saltaba en defensa de Sanctina.

“Oh, tu bondad nunca deja de sorprenderme…”, se maravilló Sanctina.

Mientras se apoyaba contra el pequeño cuerpo de Rino, una vena apareció en la frente del Rey Demonio.

“¡Pero! ¡Esta chica me desagrada!”

“Papi…”, Rino se opuso al berrinche infantil de su padre.

Al ver su expresión sombría, Sanctina se levantó de repente.

“Su Alteza, me doy cuenta de que he cometido delitos graves. No puedo esperar que me perdones. Pero, ¿hay alguna forma de demostrar mi lealtad hacia Rino?”

Estaba frente al gran Rey Demonio, una figura incomparable y, además de eso, un hombre. Pero su rostro no mostro ninguna emoción, aunque debe haber experimentado escalofríos por todo su cuerpo.





Miró a la ex-santa con frialdad.

“Bueno, entonces, ¿morirías por Rino?”

“Felizmente lo haría”, dijo ella.

Sanctina ni siquiera tuvo tiempo de abrir la boca antes de colocar su mano derecha en la base de su propia garganta con una sonrisa amable.

“Cuchilla de viento”.

Su cabeza voló fuera de su cuerpo.

“¡¿Aah?!”, chilló Rino.

La sangre brotó del cuello cortado y pintó el comedor de un brillante color carmesí.

Shinichi y Arian estaban congelados en su lugar, incapaces de responder al acto repentino, pero el Rey Demonio se levantó en silencio de su asiento, levantó la cabeza de Sanctina y la conecto con su cuerpo en el suelo. Antes de que sus células cerebrales murieran por completo por falta de oxígeno, él levantó las manos y pronunció un encantamiento.

“Sanación”.

Luz cubrió su cuerpo, uniéndolo como si el tiempo hubiera regresado.

“¿Fue suficiente?”

Para Sanctina, este acto no era nada. Si esto fue todo lo que se necesitó para demostrar su amor por Rino, que así sea. Ella le devolvió la sonrisa al Rey Demonio, firme con su resolución.

Las comisuras de sus labios se retorcieron de diversión, y él agitó su gran mano.

“Sí. Reconozco tu lealtad a mi hija.”

Después de todo, los demonios valoraban la fuerza por encima de todo. Y no solo la fuerza física. También era lo mismo para el poder espiritual y emocional. El Rey Demonio estaba impresionado por la locura de Sanctina y felizmente cambió de opinión.

“Estoy muy agradecida”, respondió ella, inclinando la cabeza profundamente.

“… La gente de la iglesia está realmente loca”, murmuro Shinichi, encogiéndose.

“… Dudo que sean tan locos como Sanctina”, objetó Arian, pero su argumento era bastante débil.

Hasta entonces, la cara de Rino había sido blanca como una sábana, rígida por la sorpresa. Pero se había liberado de su conmoción inicial para correr hacia Sanctina en un pánico frenético.

“S-Sanctie, ¿por qué hiciste algo así?”

“Sanctie” es el apodo que le dio Rino, al parecer, ya que se le dificultaba decir su nombre completo.

“Mi vida es un pequeño precio a pagar para demostrar mi lealtad hacia ti.”

“Y eres una héroe, así que resucitarías de todos modos”, intervino Shinichi sin rodeos.

Rino lo fulminó con la mirada y levantó la voz.

“¡No importa si ella es una héroe! ¡El dolor es malo y tratar la vida con indiferencia es aún peor!”

“… Lo siento mucho”, respondió Sanctina.

Por supuesto. Eso era sentido común. Pero esa podría ser la razón por la que resonó tan fuertemente con Sanctina.

Toda su vida la había pasado en la iglesia donde las lesiones, enfermedades e incluso la muerte no eran un problema. Por primera vez en su vida, estaba siendo seriamente amonestada por desestimar la vida e infligir dolor, a sí misma o de otra manera. Rino fue la primera persona en señalar eso.

“¡Tenía razón todo el tiempo! ¡Rino es mi diosa!”, ensalzó Sanctina, luciendo absolutamente feliz.

“Eh, ¿ella… subió el nivel de amor por Rino?, Shinichi gimió.

“Olvida eso. ¿Podrías hacer algo con esta sangre?”, Celes dijo a Sanctina.

Después de lanzar un hechizo de Purificación para ordenar y limpiar la sangre excesiva en el suelo, finalmente volvieron al tema en cuestión.

“Bueno. ¿Decías que te gustaría saber más sobre los cardenales y sus debilidades?”, Sanctina dijo, mientras comía su filete de jabalí.

“Sip. Pero creo que también será una buena oportunidad para aprender más sobre la iglesia misma”, propuso Shinichi, haciendo las preguntas que había esperado tanto tiempo para preguntar.

“¿Cuándo comenzó la religión? ¿Cuál es su doctrina? ¿Cuál es su historia general? Quiero saber todo.”

Puede ser que todas esas preguntas no sean necesarias, pero podría llegar un día en que sería útil. Quiero decir, algo tan pequeño como una termita puede derribar un palacio entero sabiendo cuál es su columna principal.

Me podría ayudar si la Diosa alguna vez decide mostrar su rostro. Puede ser bueno comprender mejor la mano detrás del sistema que resucita a los héroes una y otra vez. Si pudiera echar un vistazo al secreto detrás de esas resurrecciones, podría terminar esta batalla sin sentido.

Sanctina pensó en silencio por un momento antes de comenzar a hablar tranquilamente.

“Bueno, supongo que te contaré la historia desde el principio, basada en nuestro libro sagrado. Hace mucho, mucho tiempo, cuando el mundo era uno…”

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Hace mucho tiempo, los dioses de la justicia y la virtud crearon este mundo, Obum, convirtiéndolo en un gran continente.

La gente vivía en una prosperidad resplandeciente. Incluso en la oscuridad de la noche, sus ciudades estaban bañadas de luz. Los residentes llenaron sus estómagos con abundante comida y bebida. Cantaron y bailaron día tras día. En esencia, fue el paraíso.

Pero apareció algo que destruiría ese paraíso: el diabólico Dios Maligno y sus parientes, los demonios.

El Dios Maligno lideró sus hordas y al Dragón Maligno, librando una guerra contra los humanos. Era un infierno para Obum: humanos destrozados y aplastados por la magia del Dios Maligno, el aliento del Dragón Maligno, los colmillos y las garras de los demonios.

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Cuando la humanidad se tambaleaba en el precipicio de la destrucción, con una tasa de supervivencia de uno de cada diez, los Dioses Buenos descendieron de los cielos para salvar a la humanidad. La Diosa Elazonia los lidero a una batalla furiosa que duro diez días y diez noches. Su ferocidad dividió el gran continente en tres. El polvo y la tierra estallaron en el cielo y hundieron al mundo en un duro invierno.

Los Dioses Buenos encontraron una victoria amarga y sellaron al Dios Maligno, al Dragón Maligno y a los demonios en las profundidades de la tierra, pero la victoria tuvo un alto precio. La mayoría de sus parientes habían sido asesinados, y Elazonia, habiendo agotado su poder, regresó a los cielos y cayó en un largo sueño.

Los dioses buenos ya no estaban, la luz del sol estaba ahogada por los escombros y los pocos humanos restantes se marchitaron por el hambre y el frío.

Sin embargo, continuaron buscando una vida en la tierra sombría durante muchos años.

“—Y así es como es, esa es la historia de la creación según el libro sagrado”, concluyó Sanctina.

“Interesante, claro, pero hay un montón de agujeros en la trama”, objetó Shinichi.

Sabía que era absurdo esperar que un mito tuviera perfecto sentido, pero simplemente no podía mantener la boca cerrada.

“Primero, la historia sobre la creación del mundo es débil, descuidada en el mejor de los casos. Entiendo que los Dioses Buenos lo crearon, pero ¿eso es todo lo que se sabe?”

“Sí. El libro sagrado solo dice que la Diosa Elazonia y los otros Dioses buenos crearon Obum, dejándolo al cuidado de los humanos antes de desaparecer en los cielos”.

“Me contaron la misma historia en la iglesia. ¿Qué tiene de malo?”, preguntó Arian.

Estaban confundidas porque Shinichi cuestionó la historia.

“¿No creen que carece de detalle, no? ¿Soy el único?”

Shinichi trató de razonar con ellas, pero se dio cuenta de algo a medio camino. Tenía un punto de referencia, otros mitos de la creación que había en la Tierra, por lo que podía observar que esta historia era débil. Pero no había ninguna razón para que las personas de este mundo cuestionen la historia, especialmente si han estado escuchando el mito de la creación de la iglesia de la Diosa toda su vida.

“Está bien, escuchen esto como un ejemplo: en algunas religiones en la Tierra, se dice que un dios creó el mundo en seis días y luego descansó el séptimo, e hizo el primer humano del suelo. Luego están los mitos sobre cómo nació el Caos de la nada, luego Gaia nació del Caos y más tarde dio a luz a un grupo de dioses diferentes”.

“Wow, eso suena super cool”, jadeó Rino.

“Oh, se dice que el país insular del que soy nació de dos dioses, un hermano y una hermana”, agregó.

“Una isla nacida del incesto. Qué leyenda tan pervertida”, se burló Celes.

“Guarda eso para la mitología griega: hermanos, hermanas, padres, hijos, incluso animales y esculturas procrearon hijos. Además, el dios principal era el epítome de un tramposo crónico.”

Los mitos fueron escritos hace mucho tiempo, antes de las restricciones morales. Por supuesto, estarían llenos de tonterías sexuales y grotescas.

“De todos modos, pensé que la historia es un poco descuidada, eso es todo.”

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¿Por qué existe el mundo? La vieja pregunta. Era una pregunta que todas las personas llevaban con ellos. Les incomodaba no saber la verdad. Ahí fue donde entraron las religiones y los mitos, cumpliendo el papel de un maestro, explicando que fue “creado por los dioses” o lo que sea para darles tranquilidad. También fue la razón por la que muchas iteraciones de historias de creación se transmitieron como mitos.

Pero el libro sagrado de la Diosa parecía recortarlo, perdiendo esa parte por completo. Como si dijera: No hay necesidad de explicar cómo se creó el mundo después de todos estos años, o algo así…

Había algo en eso que molestaba a Shinichi, pero no podía identificarlo. De todos modos, volvió al tema principal.

“Bien, entonces, si los Dioses Buenos crearon este mundo, ¿de dónde vendrían el Dios Maligno y el Dragón Maligno? ¿Los buenos dioses los crearon? ¿Por qué los dioses buenos los dejaron ser hasta que casi destruyeron a la humanidad?”

Este era un argumento común en la Tierra: un dios omnipotente y omnipresente no dejaría que un demonio haga lo suyo.

“En la Tierra, algunas personas afirman que Dios vino y salvó a la humanidad del demonio que trató de manipularlos, por lo que la gente estaba agradecida. Y Dios dejó que el diablo se fuera para poder seguir tomando crédito por hacer el bien”, continuó Shinichi.

“¿Estás tratando de decirme que en tu mundo no son solo los humanos los que están retorcidos? ¿Sino que los dioses también lo están?”, preguntó Celes, viéndose desanimada por las historias.

“¿No crees que los humanos y los dioses aquí también están bastante sucios?”, replicó Shinichi con una sonrisa irónica.

A su lado, Sanctina se llevó un dedo a los labios mientras pensaba.

“¿De dónde vinieron el Dios malvado y el Dragón malvado…? Ahora que lo mencionas, es extraño, pero nunca había pensado mucho en eso antes. Me enseñaron que en el libro sagrado están las propias palabras de la Diosa, registradas por el primer papa, por lo que es incorrecto cuestionar la historia.”

“… Ya veo”, dijo Shinichi con el ceño fruncido.

“Pero no puedo ser solo yo. Apuesto a que la gente estudiada e inteligente también tendrían algo que decir al respecto”.

“No estoy segura de otras ciudades, pero cualquiera que dudara de sus enseñanzas en la Ciudad Santa sería encarcelado”, explicó Sanctina.

“¡Guau, increíble! De todos modos, la historia sobre los demonios dirigidos por el Dios Maligno y la masacre de los humanos… ¿Eso realmente sucedió?”

Es probable que la iglesia haya torcido la historia de la creación para que se ajuste a su agenda.

“Nunca he escuchado una historia así. Ni siquiera había oído hablar de la Diosa hasta que llegamos aquí”.

“Lanzaron a nuestro gran Dragón Negro en el papel de su Dragón Malvado. Debo decir que es bastante ofensivo”, agregó Celes.

“No sé nada al respecto, pero no quiero creer que mis tatara-tatara-ancestros hicieron cosas tan horribles a los humanos…”, Rino se estremeció.

No tenían ninguna prueba, pero tanto Celes como Rino parecían pensar que no era cierto.

“Ya veo… Por cierto, ¿el mundo de los demonios también tiene un mito de la creación?”, Shinichi preguntó.

“Sí, sí”, confirmó Rino con un movimiento de cabeza antes de levantarse de su asiento y salir corriendo del comedor.

Ella regresó con un libro.

“Está escrito en este libro”.

Parecía un libro ilustrado titulado “El Dios que se convirtió en el sol”.

“Uno de los enanos lo ilustro para mí”, exclamó Rino.

“Esos tipos pueden hacer cualquier cosa, ¿eh?”

“Porque cada enano, joven o viejo, hombre o mujer, es un artesano. Sir Ivan es un maestro de la herrería, pero los otros se superan en sus propias artes, incluida la cerámica o la pintura”, explicó Celes.

“Por otro lado, se niegan a ayudar con proyectos que no les interesan”, se lamentó el Rey.

“Suena bien. Artistas de principio a fin, ¿eh?”

Shinichi miró el libro que fue hecho a mano.

“¿Puedo leerlo?”


“Sí, señor”, respondió Rino, extendiendo la mano para pasárselo.

“Alto ahí. Creo que esta sería una oportunidad perfecta para escuchar a Rino leer en voz alta”, sugirió Sanctina, extendiendo su mano para evitar que tomara el libro.

“¿Te gustaría que leyera?”

“Sí, si lo lees con tu voz clara, fluirá por el mundo como un evangelio, llegando a nuestras almas.”

“Hmm, una buena propuesta de hecho”, el Rey Demonio estuvo de acuerdo.

“Ustedes tienen realmente una grave enfermedad”, reprendió Shinichi.

Pero Rino se sonrojó ante todos los cumplidos, abriendo tímidamente el libro para leer.

“Hace mucho, mucho tiempo, una gran calamidad llegó a Obum, el lugar donde vivían los demonios.”

“Calamidad, ¿eh…?”, murmuró Shinichi.

“Dios apareció ante los demonios en pánico, diciéndoles: “He creado un nuevo mundo debajo de la superficie de la tierra donde la calamidad no puede llegar. Todos vengan conmigo a un lugar seguro”. Guiados por Dios, los demonios caminaron penosamente por debajo de la superficie de la tierra para comenzar sus nuevas vidas allí. Pero había un gran problema: no había sol bajo tierra. Nadie podía ver en la oscuridad. Ninguna hierva o flor broto del suelo. Fue entonces cuando Dios se convirtió en el sol. Dios se convirtió en el sol, iluminando la tierra subterránea con una luz azul. Y así, el mundo de los demonios fue creado, y los demonios vivieron felices para siempre. Fin.”

“¡Qué hermosa interpretación!”, lloró Sanctina.

“¡Bravo! ¡No esperaría menos de mi hija!”, retumbó el Rey, aplaudiendo con la fuerza de conmoción de una bomba, pero Shinichi los ignoró, perdido en sus pensamientos.

Hay una ligera superposición con la historia de origen enseñada por la iglesia.


Aparte de la obvia diferencia entre esta calamidad y las hordas de criaturas malvadas, era bastante obvio que algo grande y serio había sucedido hace mucho tiempo. Todavía no podía identificar qué era, pero había resultado en que la mayoría de los humanos perecieran y los demonios se movieran bajo tierra.

Realmente no puedo tomarlas al pie de la letra. Quiero decir, quién sabe cuánto de las historias se han deformado a lo largo de los años, especialmente desde que fueron transmitidas por generaciones… Pero me pregunto si hay algo de verdad en donde se superponen.

Como un arqueólogo descubriendo ruinas perdidas de hace mucho tiempo, Shinichi dejó que su mente pensara en las posibilidades.

Me recuerda al Arca de Noé por alguna razón…

Megami no Yuusha Volumen 3 Capitulo 1 Parte 2 Novela Ligera

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