Megami no Yuusha wo Taosu Gesu na Houhou (LN)

Volumen 3

Capítulo 1: ¿Diez Mil Y Dos Mil Años Atrás?

Parte: 1

 

 

Esta aldea fue una de las muchas pequeñas ciudades agrícolas que salpicaban el Reino Jabalí. El jefe de la aldea se quedó boquiabierto cuando vio quién conducía el carro tirado por caballos que se acercaba a la aldea.

“¡¿Aún estás vivo?!”, tartamudeó.

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“Por supuesto”, respondió un comerciante de estatura media y constitución promedio, tan deslumbrante como siempre.

Manju sonrió y asintió mientras bajaba del carro.

“Y todavía estoy parado sobre mis dos piernas también”.

“¿Qué….?”

“Vaya, disculpa. Es, um, una broma de mi país de origen. No me hagas caso”, le aseguró.

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Pero el jefe lo miro como si fuera un fantasma.

“Fuiste a Dog Valley, y realmente estás bien…”

“¿Ves? Te lo dije. No hay demonios peligrosos allí”.

El jefe escuchó una risita linda detrás del comerciante. Cuando miró alrededor, se encontró con la mirada de una doncella desconocida de cabello rosa pálido. Parecía joven, tal vez de quince años, pero tenía la sonrisa seductora de una adulta. Después hablo.

“Bueno, puede que no haya demonios peligrosos… pero hay un peligroso humano”, ella bromeó.

“No tengo idea de quién estás hablando”, respondió el comerciante, fingiendo ignorancia.

“De usted, obviamente”, escupió la criada cercana de pelo azul que era increíblemente hermosa.

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Ella había venido con el comerciante la última vez que paso por aquí.

El jefe de la aldea se resistió a su intercambio, pero comenzó a hablar después de algunas dudas.

“Um, creo que no nos hemos conocido…”

“Oh sí, perdón por no presentarte antes. Esta es Ribido, mi empleada.”

“Encantada de conocerlo, señor”, dijo Ribido con una sonrisa cautivadora, aferrándose al brazo del jefe y apretando su gran pecho contra él.

“O-Otra hermosa dama, ya veo, ja-ja…”, se rió el jefe incómodo.

“También eres muy animado para tu edad”, jadeó, mostrándole una expresión de deleite cuando sus delgados dedos comenzaron a moverse hacia su ingle.

Pero antes de que pudiera alcanzar, el golpe de karate del mercante le cortó el camino.

“Ooh, eres tan malo…”, dijo con la mirada.

“Eres una idiota, te dije que te controlaras”, la regañó con los ojos.

Era como si estuvieran intercambiando mensajes telepáticos. Después de este intercambio silencioso, ambos sonrieron como si nada hubiera pasado.

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“Me disculpo. A decir verdad, pronto estaré muy ocupado. No podré venir yo mismo, por eso esperaba que Ribido pudiera manejar algunas transacciones con usted. La traje hoy para presentártela.”

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“O-Oh, ya veo”, respondió el jefe aturdido, asintiendo febrilmente.

“¡Sí, espero trabajar contigo♡!”, dijo mientras se inclinaba, presionando sus pechos y mirándolo.





El jefe tenía más de sesenta años y su esposa ya no estaba. Pero en el momento en que esta vista llenó sus ojos, el viejo marchito volvió a la vida. Con nerviosismo, se encorvó para esconderlo lo mejor que pudo, fingiendo un dolor repentino en la articulación de la cadera.

“Ah-ha-ha, ejem. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte?”

“Sí, esperaba comprar más papas y aceite, siempre y cuando no sea demasiado problema…”, comentó el comerciante, fingiendo no darse cuenta del nuevo vigor del jefe.

Mientras tanto, las dos criadas comenzaron a jugar con los niños que se habían reunido a su alrededor.

“¡Oh, sí señorita, regresaste!”

“¿Tienes más de esas cosas dulces?”

“Tengo algunos dulces aquí mismo.”

“Ooh, lindos niños pequeños. ¿Les gustaría venir y divertirse con esta hermana mayor…? ¡Celes, solo estoy bromeando! ¡Por favor suelta mi cabeza!”, rogó Ribido.

“¿Qué demonios están haciendo ustedes dos?”

El comerciante soltó una risita mientras veía a Ribido chillar de dolor mientras Celes administraba su castigo. Pasó el dinero por los bienes. No fue tanto como la última vez, pero aún es mucho más que el precio de mercado. El jefe dudaba un poco en aceptar, pero finalmente lo guardó en el bolsillo de su pecho.

“Muchas gracias. Por favor, vuelve en cualquier momento”.

Junto con los otros aldeanos, el jefe bajó la cabeza al unísono.

“Por supuesto. Estoy seguro de que volveremos durante la próxima temporada de cosecha, si no antes.”

El comerciante y sus doncellas se inclinaron en respuesta antes de subir al carro. Cuando el pueblo estaba lo suficientemente lejos y ya no estaba a la vista, la magia de Ilusión que los cubría a los tres se desvaneció. El comerciante se convirtió en el chico de cabello negro, Shinichi; la criada de pelo azul en un elfo de piel oscura y pelo plateado; y Ribido en su forma de súcubo, con alas de murciélago y una cola puntiaguda.

“Ji, ji, ji, los hombres humanos parecen tan sabrosos. ¡No puedo esperar hasta la próxima!”, gimió, mientras se limpiaba la saliva.

“¿Estás seguro de que podemos dejarle esto a esta tipa?”, preguntó Celes.

Sus cejas se fruncieron de preocupación.

Shinichi sonrió con ironía y asintió.

“No hay muchos demonios que puedan hacerse pasar como humanos.

Realmente no tenemos otra opción”.

A diferencia de los humanos, todos los demonios poseían grandes cantidades de poder mágico. Pero la mayoría de ellos eligió centrarse en hechizos de encantamiento físico. Sorprendentemente, pocos pudieron manejar un hechizo complicado como Ilusión. Además, el hechizo solo distorsiona las cosas visualmente. Es decir, si su forma original fuera demasiado diferente, sus verdaderas identidades se mostrarían al contacto físico. Eso significaba que la lista de posibles candidatos se reducía a los elfos oscuros o incubus y súcubos, por lo tanto, Celes y Ribido.

“Estará bien, Celes. Quiero decir, incluso mi hermano pequeño está trabajando duro en Tigris, ¿recuerdas?”, dijo Ribido.

“Por eso estoy tan preocupada…”

Hablaban de que el incubus travesti trabajaba arduamente, con su, eh, mitad inferior, para lavar el cerebro de los guerreros sagrados. Con este hermano, conocido por ser un pervertido extremo, incluso para los estándares de los incubus, no fue una sorpresa que Celes estuviera preocupada por el “potencial” de su hermana mayor. Pero a pesar de que Shinichi era consciente de los peligros, la había encargado de comprar comida en la aldea vecina.

“Tenemos que dejar que lo maneje, para que podamos hacer lo que necesitemos”, le recordó con una mirada de firme resolución.

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“….”, Celes dejó que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios.

La súcubo reprimió una risita cuando notó que los dos se trataban cálidamente.

“Tee-hee, veo que ya es hora de que la “Sra. De hierro” finalmente pierda su virginidad.”

“Tranquila, obscenidad andante”.

“Oye, no quiero escucharlo de una pervertida como tú, ¡Aaaaaa!”

Inexpresiva como siempre, Celes clavó su mejor garra en la cara de la súcubo, administrando su castigo por verter combustible en el fuego. Shinichi se rió entre dientes mientras veía la pelea afable e instó al carro tirado por caballos hacia adelante.

***

 

 

El castillo del Rey Demonio se alzaba sobre una franja de tierra que era estrecha y cubierta de rocas: Dog Valley, el cual fue abandonado hace mucho tiempo debido a su suelo estéril. Ahora, sin embargo, parcelas labradas de tierra suave y marrón se extendían por el terreno en forma de campos de papa.

“Shinichi, bienvenido a casa, oink”, gritó Sirloin, un orco con cabeza de cerdo. A sus pies estaba el cerdo mascota que los demonios habían acogido. Se había vuelto bastante gordo desde que llego aquí.

“¿Por qué estas aquí? Hemos terminado de plantar las semillas de papa y es muy temprano para cosecharlas”, señaló Shinichi.

“Estábamos recolectando comida del bosque, muuuuuu”, respondió Kalbi, el minotauro con cabeza de toro, caminando penosamente detrás de Sirloin. En su espalda había una cesta llena de tesoros del bosque: helechos, petasita y brotes de bambú.

“¡Mi hermano aquí encontró todo esto, oink!”

“¡Oink!”, anunció el cerdo con orgullo mientras el orco lo acariciaba.

“He oído hablar de personas que usan cerdos para encontrar trufas, pero no me di cuenta de que él sería uno de ellos”.

Shinichi se maravilló del cerdo que había comprado originalmente para matarlo.

“Se ha vuelto enorme en un abrir y cerrar de ojos”.

Cuando Shinichi lo compró, el lindo y pequeño cochinillo tenía poco más de un pie de largo. Pero ni siquiera había pasado un mes, y se había convertido en un adulto de tamaño completo: tres pies de largo y un peso de más de doscientas libras. Y tampoco parecía que hubiera terminado de crecer.

“¡Es porque se come todo! Sin preferencia por el sabor, oink.”

“Ni siquiera tiene problemas para comer parbegut o el beossla del mundo demoniaco. ¡Es increíble, muuu!”


“¡Oink!”, regocijó el cerdo cuando el minotauro lo colmó de cumplidos, pero la expresión de Shinichi se volvió sombría.

“Esto… es un poco demasiado rápido, incluso para un cerdo. No se está convirtiendo en un monstruo, ¿verdad?”

Un monstruo, la forma de un animal normal que absorbió demasiada magia. En la mayoría de los casos, se hicieron más grandes y sus músculos se volvieron más fuertes que los animales normales, pero hubo algunos que incluso pudieron lanzar magia. Shinichi se preocupó porque esto le estaba sucediendo a su mascota, pero todos los demonios lo miraron confundidos.

“¿Se ha convertido el cerdito en un monstruo?”, cuestionó Ribido.

“No me preguntes. Los monstruos pueden ser comunes en el mundo demoniaco, pero no sé si un animal del mundo humano puede convertirse en uno”, explicó Celes.


“Ni siquiera sé la diferencia entre los dos, oink.”

“Pensé que los fuertes eran monstruos y los débiles eran animales, muuuu.”

Si Celes no lo sabía, nadie lo sabía. Después de todo, ella era la más conocedora del clan demonio.

La ex héroe y cazadora de monstruos Arian fue la persona que le contó a Shinichi sobre esta teoría, que ella había reconstruido a partir de rumores. Lo que significa que ella realmente no conocía los principios subyacentes.

Tal vez esto se debió a que los demonios poseían magia desde el nacimiento, así que el cerdito ha estado a la exposición de la magia de los demonios todo este tiempo.

“¿Oink?”

Shinichi acarició la cabeza del cerdo mientras lo miraba confundido. Un cierto miedo corrió por su mente: si los animales pueden convertirse en monstruos por la exposición prolongada a la magia, entonces los humanos pueden convertirse en…

“No tengo ningún problema si necesitas pensar en nuestros platos para la cena… pero ¿no deberíamos ocuparnos de otra cosa primero?”, Celes interrumpió.

“… Ah sí, tienes razón”, dijo Shinichi, volviendo a la Tierra y palmeando a Celes en el hombro.

“¡¿Cena?! ¡Pero dijiste que no íbamos a comer a mi hermano, oink!”

“¡Oink…!”

“Cálmate. No vamos a hacerlo”.

Le dirigió una sonrisa irónica al orco.

Después de ese intercambio empujo los caballos hacia el castillo. Cuando llegaron a su destino, Shinichi y Celes trasladaron sus compras más recientes al sótano y se dirigió hacia una habitación con un círculo mágico dibujado en el suelo.

“Muy bien, cuento contigo”.

“Entendido. A donde deseamos ir, para ir a donde nos necesitan, Teletransportación”, canto Celes.

En el momento en que terminó su encantamiento, una luz blanca pura iluminó sus cuerpos, acompañada de una sensación de ingravidez, como si estuvieran flotando en el espacio. Pero pasó rápidamente cuando la escena frente a sus ojos cambió repentinamente.

La luz del sol goteaba a través del tragaluz y bañaba la estatua brillante de la Diosa en el centro de la sala de oración, digna pero lujosamente decorada. Tres hermosas chicas estaban hay curando a los heridos.

“Rino, veo que estás trabajando duro”.

“¡Ah, Shinichi, no pensé que vendrías a recogernos!”, dijo Rino, la hija del Rey Demonio. Después de que ella terminó de curar a su paciente, corrió hacia Shinichi con una amplia sonrisa, saltando a sus brazos.

“Hubo un accidente en las cuevas hoy, y algunas personas murieron, pero todos se sienten mucho mejor ahora.”

“Buena chica”, Shinichi la alabó mientras le acariciaba el cabello. Su cara se arrugo de alegría.

Cerca, la ex-héroe Arian hizo una mueca de envidia.

“Yo también trabajé duro. Ayudé a sacar a la gente de los escombros…”

“Sí, sí, también lo hiciste bien”.

Shinichi se rió secamente mientras le acariciaba la cabeza. Ella se echó a reír y una sonrisa feliz salió de su rostro.

“Tan tonto como siempre, ya veo”, observó Celes con un toque de molestia.

“Encuentro su simplicidad encantadora”, objetó la ex-santa de cabello pálido.

Después de traicionar a la iglesia y unirse a los demonios, había estado aquí en la Catedral del Reino de Tigris, apoyando a su amada Rino mientras curaba a los enfermos y heridos. Hubo solo un problema.

“Lady Sanctina, el próximo paciente está listo”, anunció un guerrero sagrado que también había renunciado a la iglesia.

Sanctina se dio la vuelta, con la cara enyesada con la falsa sonrisa de un profesional experimentado.

“¿Es una mujer?”

“No, un hombre”.

“Rino, el próximo paciente está listo”, repitió ella, tratando de pasarlo a Rino sin pestañear.

“¡Eh, tú! ¡Santa! No puedes elegir a tus pacientes”, advirtió Shinichi.

Sudor frío comenzó a gotear de la frente de Sanctina.

“S-Sí, pero… cuando me acerco a los hombres, ¡todo mi cuerpo se adormece y no puedo respirar…!”

“Vaya, qué grave enfermedad”, respondió con exasperación monótona mientras miraba a Sanctina, que estaba pálida y al borde del colapso.

“Pensé que curabas hombres antes. ¿Qué pasó…?”

“Estoy bastante segura de que es por ti”, bromeó Celes.

Después de todo, Shinichi la había traumatizado y psicológicamente la había destrozado. Esto, agravado por su odio hacia los hombres, debe haber estimulado un cambio en Sanctina.

“¿Qué pasa si usas un hechizo de ilusión para hacer que todos los hombres se parezcan a Rino?”, Shinichi ofreció.

“… No había considerado eso antes”.

“Oye, obviamente estoy bromeando”.

Mientras la ex-santa brillaba de alegría imaginando un mundo lleno de “Rinos”, la sangre comenzó a gotear de su nariz. Shinichi no pudo evitar retroceder con disgusto.

Mientras continuaban con sus bromas, Rino terminó de curar al paciente y el trabajo del día terminó.

“Muy bien, vamos a casa”, propuso Shinichi.

“¡Sí! Juda, por favor cuida las cosas aquí mientras no estemos”, dijo Rino.

“¡Déjamelo a mí!”, respondió el guerrero sagrado, Juda, con un movimiento de cabeza vigoroso. Sus ojos brillaron cuando recibió una tarea de su ídol. Los vio alejarse mientras se paraban en el círculo mágico.

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“Shinichi, ¿por qué has venido a recogernos hoy?”, preguntó Arian sospechosamente. (Que era la abreviatura de “Por lo general, es solo Celes”)

Shinichi respondió con una expresión tensa en su rostro.

“Nada. Solo que tengo algo importante que hablar.”

“¡¿Eh?! ¿Lo es?”

Justo cuando ella comenzó a preguntarle, Celes terminó el encantamiento para el hechizo de Teletransportación, los lavó la luz y los devolvió al castillo del Rey Demonio.

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