Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)
Volumen 5
Capitulo 8: La Espada Demoníaca Hace Estragos
Al regresar al campamento, Leonis y Lyseria reconocieron de inmediato que algo andaba mal.
“¡Regina!”
“Ah, Seria ojou-sama… y el chico”. Regina se dio la vuelta para mirarlos, de pie frente a la tienda. “¿Dónde estaba, Seria ojou-sama? Tiene el cabello mojado”.
“¡¿Huh?! Oh, erm…” Lyseria apartó la mirada torpemente y cambió de tema. “No te preocupes por eso. ¿Qué pasó?”
(Por Dios, eres una terrible mentirosa). Pensó Leonis, exasperado. A este paso, sin importar lo mucho que su sirviente intentara ocultar su naturaleza vampírica, los demás lo descubrirían.
Por suerte, Elfine se acercó corriendo y agilizó la conversación.
“Hemos perdido contacto con el Quinto Pelotón. Y el grupo de Regil también ha permanecido en silencio”.
“¿Qué?” Los ojos azul hielo de Lyseria se abrieron de par en par con incredulidad.
“El orbe del Eye of the Witch que envié con ellos terminó siendo destruido de repente. No estoy recibiendo ninguna reacción de él”. Explicó Elfine.
“¿Se encontraron con los Void?”
Elfine asintió. “Es muy probable. ¿Pero se encontrarían dos pelotones con enemigos exactamente al mismo tiempo?»
“Hmm, ¿no es posible que los Void de la Colmena hayan empezado a eclosionar todos a la vez?” Preguntó Regina.
“Si los Void comenzaran a aparecer en cantidades tan grandes, ya me habría dado cuenta”. Respondió Elfine.
Leonis sintió que el suelo empezaba a temblar bajo sus pies.
(¿Qué?)
*Brrrr, brrrr, brrrr… Brrr, brrr, brrr…*
Los temblores se hicieron gradualmente más fuertes. Los árboles del bosque se movieron a medida que el temblor los arrancaba de raíz.
“¡¿Un terremoto?!” Exclamó sorprendida Lyseria.
“No, no lo creo”. Leonis respondió inmediatamente.
Había construido Necrozoa sobre una zona en la que era poco probable que ocurrieran esas cosas. Nadie construiría un reino subterráneo que abarcara trece estratos en una zona propensa a los terremotos. Habían pasado mil años, pero Leonis dudaba que la corteza hubiera cambiado tanto.
Sin embargo, no había duda de que el suelo retumbaba continuamente.
“¿Qué es eso?”
“¡Hay algo brillando en el cielo!”
Voces familiares gritaban desde el otro lado de la tienda.
Los miembros del pelotón de Silesia señalaron hacia un objeto visible entre las copas de los árboles. Leonis siguió sus miradas.
“… ¡¿Q-Qué es eso…?!” Tartamudeó Regina.
A lo lejos, una gigantesca estructura emergió en el centro del bosque: una gran pirámide negra. Se alzaba a ochenta kilómetros de altura, y un resplandor de mana verdoso recorría sus paredes, formando patrones geométricos.
“¿Es una antigua… ruina?” Lyseria jadeó.
Leonis, que estaba a su lado, reaccionó de forma diferente.
(¡No puede ser! ¿Qué hace sobre la tierra?)
Leonis sabía lo que era esa estructura. Era el corazón de Necrozoa… el Santuario de la Diosa de la Rebelión, el lugar donde Roselia Ishtaris pronunciaría su oráculo divino.
(¿Alguien activó el Santuario de la Diosa…?)
Leonis estaba en un estado de confusión total. Lo que vio simplemente no podía ser verdad. El único que podía activar el Santuario de la Diosa era el Rey No Muerto. Ni siquiera los oficiales de más alto rango de Necrozoa podían hacerlo.
La Sacerdotisa Oscura Iris, el Caballero del Inframundo Schteizer, el Emperador Lobo Negro Blackas, el Oficial Oscuro Zemein, la Ministra de Ébano Melgia y el General de Huesos Malditos Derlich.
De todos ellos, Iris y Melgia, al ser la sacerdotisa y la ministra respectivamente, eran la excepción y tenían la autoridad para activar el templo. Aun así, sin el permiso de Leonis, no se les permitía poner un pie dentro.
Ese santuario era un espacio sagrado, reservado sólo para Roselia y Leonis.
(¿Quién ha hecho esto?) Leonis apretó sus dientes con rabia. Una rabia ardiente, como la que había olvidado hace tiempo, llenó su mente y su cuerpo.
(Puede que sea un Rey Demonio misericordioso, pero hay dos cosas que nunca perdono).
La primera era que alguien dañara a sus sirvientes. Y la otra era… (¡Cualquiera que se atreva a mancillar su sagrado nombre…!)
Alguien había entrado descaradamente en los recintos sagrados del Santuario de la Diosa. Leonis castigaría al infractor con la mayor severidad.
“… ¿Q-Qué está pasando?” Preguntó Silesia a Elfine.
“No lo sé. En cualquier caso, tenemos que reagruparnos con el pelotón de Liat”.
“D-De acuerdo…”
“Existe la posibilidad de que los dos pelotones con los que perdimos contacto estén luchando contra los Void. Tenemos que apresurarnos a ayudarlos antes de que sea demasiado tarde”.
Lyseria miró a los estudiantes de la Academia Excalibur reunidos. “Deberíamos dividirnos y acudir a ayudar a un pelotón cada uno. ¿Alguien tiene alguna objeción al respecto?”
Los miembros del Decimoctavo y Vigésimo Sexto Pelotón intercambiaron miradas y negaron con la cabeza.
“Entonces está decidido. Debemos dividir cada grupo de manera que cada uno tenga miembros aptos para la batalla y el apoyo”.
Lyseria dividió a los miembros de los pelotones en función de las habilidades de sus Espadas Sagradas, formando rápidamente equipos improvisados.
Leonis pensó que los estudiantes más veteranos del Vigésimo Sexto Pelotón tendrían objeciones por dejar que una estudiante más joven como Lyseria tomara el mando de ellos, pero se mostraron sorprendentemente cooperativos. En parte, esto podría atribuirse a la emergencia, pero algunos estudiantes mayores habían visto a Lyseria en los encuentros de entrenamiento y reconocieron su capacidad de liderazgo.
(De hecho, es lo que se esperaría de mí sirviente). Pensó Leonis con orgullo.
“Fine-senpai, Leo-kun, Silesia-san y yo iremos a buscar al pelotón de Liat. Regina, Sakuya, Meltis-san, y Milea-san, ustedes cuatro vayan a ayudar al pelotón de Regil. Shia, Shad-san, ustedes dos esperen en el campamento y usen el punto de relevo para contactar a la fuerza principal».
“Entendido”.
“Recibido”.
Silesia y los otros dos estudiantes mayores asintieron. Sin embargo…
“Seria-senpai, creo que sería mejor que vaya por mi cuenta”. Dijo Sakuya, apoyándose en un árbol del fondo.
Lyseria ladeó la cabeza. “¿Por qué?”
“Mi Raikirimaru me permite acelerar y moverme más rápido. Puedo avanzar con mayor rapidez que cualquiera de los presentes, y sería mucho más rápido por mi cuenta”.
“Pero en solitario, tú…” Silesia comenzó a objetar, pero Sakuya la cortó bruscamente.
“Sólo me retrasarás”.
“¡¿Disculpa…?!”
Los estudiantes mayores fruncieron el ceño, indignados por la declaración de Sakuya.
“E-Ella no quiso decir nada malo con eso, de verdad”. Elfine se disculpó apresuradamente.
Después de pensarlo un momento, Lyseria dijo: “Bien. Necesitamos aprovechar al máximo el tiempo en este momento. Sakuya, adelántate. Pero no hagas nada imprudente”.
“Entendido, Lyseria-senpai”.
Sin perder tiempo, la superviviente de la Orquídea Sakura se adentró en el bosque, con Raikirimaru en la mano. Lyseria miró a los miembros restantes.
“No tenemos ni un segundo que perder. Démonos prisa”.
“Hoh, hoh, hoh, que hermosa vista…”
Sentado a los pies del Santuario de la Diosa estaba el Oficial Oscuro Zemein. Miraba al cielo, con una sonrisa de éxtasis en los labios. Había invadido un recinto sagrado que sólo el Rey No Muerto tenía derecho a activar.
“Ah, pero Su Santidad Roselia también podría activarlo…” Comentó Zemein, jugueteando con un objeto negro y triangular entre sus dedos.
El fragmento roto de la diosa tenía una forma similar a la de la pirámide.
Sostuvo el fragmento en alto.
*¡Sheeeeeeeeeeeeeeen!*
La superficie de la pared empezó a cambiar, como si resonara con el fragmento. Un resplandor de mana verdoso recorrió libremente la superficie de la pirámide, formando un único rayo que se disparó hacia los cielos. El Santuario de la Diosa era un dispositivo mágico que servía de repetidor a Roselia, permitiéndole transmitir sus profecías del futuro.
La voz de la Diosa de la Rebelión resonaba, afectando directamente a los elegidos por una Espada Demoníaca.
“Despierten, Espadachines Demoníacos. ¡Conviértanse en sacrificios para alimentar el renacimiento del Rey No Muerto…!”
La aguda risa del anciano loco resonó en la noche.
*¡Swhish, swhish, swhish…*
Numerosas cuchillas de sangre, brillando con mana, atravesaron el bosque. Este era el poder de la Espada Sagrada de Lyseria, la Bloody Sword. Dado que había tomado la sangre de Leonis hace poco, tenía un amplio suministro de energía mágica.
“Seria, sigue adelante”. Le dijo Elfine, sosteniendo un orbe del Eye of the Witch en su mano. Estaba enlazada con sus otros orbes, los cuales se encontraban repartidos por la zona, en busca de señales del pelotón de Liat.
“¡Entendido!”
Leonis siguió a las dos chicas, mirando al Santuario de la Diosa todo el tiempo.
(Alguien activó el Santuario mientras un grupo de humanos se encontraba cerca).
Además, habían perdido el contacto con los pelotones de Liat y Regil… Esto no podía ser una coincidencia.
(¿Alguien está utilizando Necrozoa para algún tipo de plan ridículo?)
¿Era acaso otro plan ideado por el lacayo del Diablo del Inframundo, Nefakess Reizaad? ¿O era otra fuerza la que actuaba aquí? Quienquiera que fuera el responsable, Leonis se aseguraría de que lamentara sus acciones. Desde luego, no se imaginaban que un Rey Demonio se escondía entre la presa que pretendían cazar.
(Pero es un poco inquietante. No consigo contactar con Shirley…)
Leonis había estado llamándola, usando la hechicería telepática desde hace un tiempo, pero ella no había respondido. Probablemente Shirley había bajado al octavo estrato, el cual tenía una barrera que bloqueaba el mana a su alrededor.
(Nunca tuvo sentido de la orientación, a pesar de ser una asesina).
“Un momento… ¡Detecto a alguien! ¡Justo delante de nosotros!” Gritó Elfine.
“¡Haaaaah!” Lyseria blandió su Espada Sagrada hacia arriba y cortó las ramas que se interponían en el camino.
El Eye of the Witch iluminó el camino que había delante.
“¡Aaaaaaah!” Un joven se abalanzó sobre ellos, con una piedra del tamaño de un puño en la mano.
Inmediatamente, Leonis entonó un hechizo: “¡Raspa!”
“¡Ugh!” Un cúmulo de aire condensado hizo retroceder al agresor. “Ngh… ¡Aaah…!”
“¿Es un enemigo?” Preguntó Leonis.
“Espera. Es del quinto pelotón…”
El Eye of the Witch de Elfine proyectó luz sobre el atacante, revelando que llevaba un uniforme de la Academia Excalibur. Era el vice-comandante del pelotón de Liat, Delcea. Estaba inmóvil en el suelo.
“Fuiste demasiado lejos, Leo-kun”. Le reprendió Lyseria.
“E-En mi defensa, me aseguré de contenerme”. Leonis respondió encogiéndose de hombros y bajó su báculo.
Delcea estaba herido, pero estaba claro que no era por el ataque de Leonis.
Su cuerpo estaba cubierto de quemaduras.
“Lo curaré”. Dijo Silesia. Sostuvo su Espada Sagrada sanadora, una esfera brillante, sobre el cuerpo del joven herido.
Elfine se arrodilló ante Delcea. “¿Qué ha pasado?”
“… ¿? Tú… Sal de aquí, rápido…”
“¿Qué sucedió?”
“El capitán… Liat, él… nos atacó… de repente”.
“¿Liat? No…”
“Es verdad. La Espada Sagrada del capitán se descontroló, y…”
“¿Se descontroló…?” Elfine repitió con evidente y sombría comprensión.
“Empezó a tener un aspecto… aterrador y siniestro… Como un Void…” Delcea continuó, con su voz temblando de miedo.
“¿Qué pasó con el resto de tu pelotón?” Preguntó Lyseria mientras vigilaba su entorno.
“… Gazetta e Irma fueron quemadas por las llamas de su Espada Sagrada. No sé si… Bressla… Creo que se las arregló para escapar como yo…” Incapaz de decir algo más, Delcea se desmayó, aparentemente habiendo agotado sus últimas fuerzas.
“¡H-Hey! ¡¿se encuentra bien!?” Exclamó Lyseria.
“Sí, sólo está inconsciente”. Aseguró Silesia.
“Por favor, continúa así” Elfine le agradeció a Silesia y se puso de pie. Con el rostro pálido, murmuró: “Una Espada Demoníaca…”.
“¿Quieres decir como Muselle Rhodes?” Preguntó Lyseria.
“Sí, una Espada Sagrada fuera de control… Estoy segura de que esa es la única explicación”. Respondió Elfine, con voz temblorosa.
“No… ¿Por qué haría eso Liat?”
“Como parte del comité ejecutivo, estuvo involucrado en experimentos relacionados con las Espadas Demoníacas. Tal vez por eso empezó a escuchar la voz de la diosa…”
“¿La voz de la diosa?” Repitió Leonis, haciendo énfasis en esa frase.
Afortunadamente, Elfine no pareció encontrar nada sospechoso en su reacción.
“Hay unas cuantas personas que sufrieron el descontrol de su Espada Sagrada y fueron internadas en un centro médico. Y cada uno de ellos afirmó que una diosa les dio el poder de una Espada Demoníaca…”
“… ¿Una diosa les concedió Espadas Demoníacas…?” Susurró Leonis, y entonces se dio la vuelta y miró la pirámide de ébano. Era un dispositivo mágico destinado para transmitir la voz de Roselia Ishtaris…
(¿Acaso se debió a que escuchó el oráculo de la Diosa de la Rebelión…?)
No, eso no podía ser. Roselia había sido derrotada hace mil años, y su alma debería haberse reencarnado.
(¡¿Alguien está actuando en nombre de la diosa?!)
Leonis levantó el Báculo de los Pecados Sellados y comenzó a cantar.
“Leo-kun, ¿qué pasa?”
“Voy a revisar el santuario… Quiero decir, esa pirámide. Quédate aquí, por favor”.
“¿Huh? ¡Leo-kun, espera!”
Lyseria intentó detenerlo, pero Leonis utilizó su hechicería de control gravitatorio para elevarse hacia el cielo y alejarse a toda velocidad.
Un rayo de luz pálida atravesó el oscuro bosque. Era el resplandor de innumerables tajos. El aire silbaba mientras los árboles eran derribados, y el aroma del aire quemado llenaba los alrededores.
Se trataba de [Rayo Atronador], una habilidad única de la Espada Sagrada de Sakuya, que le permitía acelerar a velocidades increíbles. Sakuya se dirigía al lugar donde el pelotón de Regil fue detectado por última vez. Rastrear a alguien en un bosque denso no era una tarea difícil para una espadachina de la Orquídea Sakura. Es más…
(Puedo olerlos).
No era una criatura viva lo que detectó, sino más bien, Void.
Sakuya disminuyó la velocidad hasta detenerse, con Raikirimaru preparada.
Miró cuidadosamente a su alrededor. Y entonces…
“… Espada Sagrada… poder…”
“Oooh… Poder… ¡Dame, poder…!”
Dos figuras aparecieron a la vista. Sakuya hizo una mueca y sacudió la cabeza al verlas.
(He llegado demasiado tarde).
Eran espadachines sagrados del Vigésimo Primer Pelotón. Se acercaron a Sakuya, con los ojos vacíos y claramente furiosos. Sus Espadas Sagradas habían mutado en formas siniestras y viles, goteando miasma del Vacío.
“Espadas Demoníacas…” Sakuya susurró, dando un paso atrás. “No imaginé que encontraría lo que buscaba aquí, pero…”
“¡Aaaaaaaaah!”
Uno de los miembros del pelotón aulló y blandió hacia ella su Espada Demoníaca con forma de garra. Sakuya alzó la voz en un grito de guerra mientras bajaba su arma para hacer frente al ataque. La enorme garra se hizo añicos, como si hubiera sido alcanzada por un rayo.
Un grito sacudió los árboles, y el Espadachín Sagrado cayó al suelo.
“Parece que no puede hablar”.
Sakuya cambió rápidamente de posición, cautelosa ante el otro portador de Espada Demoníaca. No, había más de uno. Sakuya percibió con agudeza la presencia de otro detrás de ella. Era el capitán del Vigésimo Primer Pelotón, Regil Deusca. Avanzaba hacia Sakuya ciegamente, arrastrando tras de sí una Espada Demoníaca con forma de látigo.
“¿Has consumido una Espada Sagrada…?” Preguntó Sakuya. Como era de esperar, no recibió respuesta alguna.
El otro usuario de Espada Demoníaca avanzó tambaleándose, tal vez con la esperanza de rodear a la joven. Al no tener otra opción, Sakuya levantó a Raikirimaru.
“Acabaré con esto antes de que lleguen Regina-senpai y el resto”.
Su hoja se volvió negra y el miasma comenzó a filtrarse del brazo de Sakuya. Antes, ella había afirmado que los demás la frenarían, pero eso no había sido del todo cierto. Sakuya no podía dejar que otros la vieran así.
“Espada Demoníaca, Yamichidori…”
Los portadores de Espada Demoníaca parecían confundidos ante el repentino cambio de su presa. Podían notar, instintivamente, que a lo que se enfrentaban era mucho más grande que una simple Espada Demoníaca.
“Los derrotaré antes de que llegue el resto del grupo”.
La promesa de Sakuya resonó suavemente.
Levitando en el aire, Leonis miró fijamente al Santuario de la Diosa.
“Leonis Death Magnus, el gobernante de Necrozoa, te lo ordena. Abre tus puertas ante mí”. Leonis proclamó en voz alta mientras levantaba un brazo.
“…”
Sin embargo, la pirámide de color obsidiana no reaccionó.
(¡Kh, no funcionó…!)
Lo cierto era que Leonis ya lo había previsto.
Nadie podía controlar el Santuario de la Diosa excepto el Rey No Muerto. El propio Leonis lo había construido así. Claramente, la estructura ya no lo reconocía como el Rey No Muerto ahora que estaba en el cuerpo de un niño de diez años.
(¡Grr, qué dispositivo tan inflexible!)
Enfurecido por su desobediencia, Leonis apuntó al santuario con el Báculo de los Pecados Sellados.
“¡Abre tus puertas! ¡Hechizo de Octavo-Orden… Al Gu Belzelga!” *¡Boooooooooom!*
Leonis lanzó una bola de fuego que estalló sobre el templo con una intensa explosión. Lenguas de llamas carmesí lapidaron el edificio. El aire tembló, y las brasas llovieron sobre el bosque. Esta magia habría incinerado incluso a los dragones rojos resistentes a las llamas. Era el hechizo de fuego más fuerte.
“… No le hizo nada…”
No había ni un rasguño en las paredes de la pirámide. El Santuario de la Diosa era la mayor estructura que Leonis había construido. Incluso cuando los ejércitos humanos saquearon Necrozoa, no lograron destruir este Santuario.
“… Me llevará tiempo hacerlo, pero no tengo otra opción”.
Leonis suspiró y comenzó a entonar otro hechizo. Lanzó tres bolas de fuego, todas de Octavo-Orden, a la vez. Tan pronto como lo hizo, el pico de la pirámide comenzó a brillar con mana.
“… ¡¿Qué?!”
Se produjo un destello cegador y un rayo de luz atravesó los cielos, perforando las oscuras nubes. ¡La luz se dividió en el aire, y luego los rayos separados volaron hacia abajo, convergiendo en Leonis!
*¡Vwoooooooooooooon!*
“¡Rua Meires!”
Leonis rápidamente desplegó un hechizo defensivo.
(¡Es el sistema de defensa autónomo del santuario…!)
Esto también era algo que Leonis había construido, pero nunca había estado en el extremo receptor. Lo había olvidado por completo.
*¡Vwooon! ¡Vwooon! ¡Vwooon!
Los rayos le cayeron encima.
(¡Una barrera de puntos de poder no será suficiente para bloquear esto!)
Los rayos estaban compuestos del mana que el Rey No Muerto había vertido en cristales hace mil años. Ahora que estaba en el cuerpo de un niño, y que su poder era muy limitado, no sería capaz de superar los rayos.
Abrumado por la tormenta de mana, Leonis cayó al suelo.
“¿Qué te parece esto? ¡Vira Zuo!”
Leonis lanzó un hechizo de gravedad de Octavo-Orden a sus pies. El suelo bajo él se contorsionó, formando un gigantesco cráter.
*¡Brrrrrrrrrrrr!*
La tierra se desmoronó de inmediato, y Leonis cayó en picada en las ruinas de Necrozoa. Más rayos de luz se estrellaron contra la superficie, creando enormes explosiones.
Los mecanismos de defensa del Santuario de la Diosa no atacarían a la propia Necrozoa.
(Parece que he escapado, por ahora).
Un sistema que Leonis había ideado estuvo a punto de ser su perdición. El Rey Demonio utilizó un hechizo de control gravitatorio para ralentizar su caída. Al aterrizar en el suelo, Leonis encendió la punta del Báculo de los Pecados Sellados y miró a su alrededor.
“¿Qué…?”
Unos enormes cristales tenían bloqueadas grandes cavidades. Y dentro de ellas había innumerables monstruos.
“Este es el núcleo de la Colmena del Vacío…”
Cientos, no… miles de Void yacían latentes. Si eclosionaran todos a la vez, significaría la perdición para el Séptimo Assault Garden.
“Estos tontos insolentes decidieron infestar mi ciudad…” Leonis murmuró con desagrado.
Nada le hubiera gustado más que exterminar a estas plagas de una vez, pero encontrar a quien activó el santuario tenía prioridad.
“Hoh… Me preguntaba qué era todo ese alboroto. Parece que un mocoso humano ha conseguido colarse”.
“… ¡¿?!”
La divertida voz de un anciano resonó desde algún lugar en lo profundo de la oscuridad.
“… ¡¿Qué fue esa luz?!” Elfine levantó la cabeza sorprendida.
Un haz de luz había salido disparado desde la cúspide de la pirámide, dispersándose en innumerables rayos que caían desde el cielo.
“Leo-kun…” Dijo Lyseria, mirando a los destellos con ansiedad. Sin embargo, no podía salir a buscarlo. Tenía que quedarse hasta que Silesia terminara de curar a Delcea.
(Soy la única que puede defender este lugar ahora mismo).
Era de suponer que Leonis la había dejado aquí porque confiaba en su sirviente. Lyseria pensó en Muselle, cuya psique había sido devorada por la Espada Demoníaca. Su mediocre Espada Sagrada se convirtió en una Espada Demoníaca que podía manipular a multitudes enteras. Así que, si un as como la Espada Sagrada de Liat el León Ardiente se corrompiera, no se sabía lo peligroso que sería.
“¿Por qué alguien como Liat haría esto…?” Se preguntó Lyseria.
“Creo que puedo entender por qué buscó ese poder”. Respondió Elfine. “Se culpó a sí mismo por lo que pasó. Su culpa por no proteger a sus compañeros le hizo sentirse responsable, así que se sumergió en el conflicto. Pero el poder que quería, la fuerza para protegerlo todo, no estaba ahí…”
Elfine se interrumpió.
*¡Whoooooosh!*
Unas llamas consumieron los árboles que había delante del grupo. Y mientras ardían, Lyseria y las demás pudieron ver la figura de un hombre que se acercaba. En sus manos había una espada envuelta en un remolino de fuego.
“… Uuuooooo… ¡Graaaaah…!”
“¡Liat!” Elfine gritó y se puso de pie. “Seria, déjame ayudarte”.
“De acuerdo. Silesia-san, lleva a Delcea a un lugar seguro”.
“… ¡Entendido!”
Lyseria levantó la Bloody Sword mientras confirmaba la respuesta de su superior.
“¡Graoooooooo!” Aullando como un animal, Liat blandió su Espada Demoníaca hacia abajo.
“Oh, es sólo un niño. ¿Te has perdido?”
Mirando al niño que temblaba en la oscuridad, el anciano no muerto sonrió con alegría. Lentamente, se acercó, como un depredador jugando con su presa.
“¿Q-Qué es este lugar…? ¿Quién es usted?” Leonis dio un paso atrás, con las piernas temblando de miedo.
“Esto era una gran estructura gobernada por un Rey Demonio. Pero ahora, ha sido reducida a una guarida para las criaturas de la nada”.
“Una Colmena del Vacío… ¡¿Todo el lugar es una Colmena?!”
“Ciertamente lo es. Y pronto, el rey que reinará sobre todos estos Void despertará”.
“Un rey de los Void… ¿Se refiere a un Lord del Vacío?” Leonis trató de alejarse, pero se dio cuenta de que su espalda estaba presionada contra una pared.
“Sí. ¡Todas sus Espadas Sagradas se convertirán en Espadas Demoníacas, y servirán como sacrificios para el renacimiento del rey!”
*Snap… ¡Snap, snap, snap…! *
La espalda de Zemein se contorsionó grotescamente. Después de hincharse, seis brazos brotaron.
*¡Whooosh!*
Una de las extremidades salió disparada hacia delante, agarrando a Leonis por su delgado cuello.
“… ¡Ugh!”
“¡El Rey No Muerto, Leonis Death Magnus, renacerá en este mundo y gobernará sobre los Void!”
“¡¿Rey… No Muerto…?!” Leonis se atragantó, luchando en vano por liberarse. “¡¿Qué estás… tratando… de hacer…?!”
“Tal conocimiento sería desperdiciado en un niño muerto”. Las garras comenzaron a clavarse en el cuello de Leonis. “… Ugh… Ah… Aaaah… Nng…”
Leonis se retorció en un intento desesperado de liberarse, pero las extremidades arácnidas se negaban a ceder.
“Sí, sigue retorciéndote. Entretenme un rato más. No hay nada que me guste más que oír los gritos de los humanos cuando están al borde de la muerte. Especialmente cuando vienen de jóvenes puros e inocentes…”
El rostro del monstruoso anciano se contorsionó en éxtasis, y se rió a carcajadas. Sus garras se hundieron más.
“Oh. ¿Puro e inocente, dices?” El chico dejó escapar de repente una risa oscura.
“… ¡¿Q-Qué?!” Los ojos de Zemein se abrieron de par en par, con sorpresa.
“… Heh… heh, heh, heh, heh. Ah, ha, ha, ha…” Leonis continuó riéndose siniestramente, a pesar de que todavía estaba siendo estrangulado. “Realmente estás enamorado del sonido de sus voces, ¿no es así? Me cuesta reprimir la risa”.
“¡¿Q-Quién eres tú?!” Exclamó Zemein.
“Silencio. Y quítame tus asquerosas manos de encima…”
*¡Slash!*
La sombra bajo los pies de Leonis arremetió como un látigo, cortando el brazo arácnido que lo sujetaba.
“¡Aaagh! ¿Qué has hecho?” El Oficial Oscuro cayó al suelo, retorciéndose y gritando de dolor.
Leonis miró el patético comportamiento del hombre.
“Lo siento. Quería alargar esto un poco más…” Los labios de Leonis se curvaron en una fría sonrisa. “Pero la farsa termina aquí. ¿Qué estás haciendo, Zemein?”
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