Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)
Volumen 5
Capitulo 6: Necrozoa
Una fila de ocho vehículos militares atravesaba el desierto, dejando una gran nube de polvo a su paso. Eran las 13:00 hora imperial estándar. La fuerza especial de ataque encargada de destruir la Colmena del Vacío había partido de la base de relevo temporal y se acercaba al Bosque de la Muerte.
“Estamos a unos cuarenta kilómetros del lugar donde te encontramos, Leo-kun”. Dijo Lyseria, con sus manos en el volante del vehículo. “La Colmena debe estar situada a unos treinta kilómetros de distancia, en el interior del bosque”.
El techo del vehículo había sido abierto. Sakuya estaba situada en el asiento del copiloto, mientras que Regina y Elfine estaban reclinadas sobre una sábana en el asiento trasero. Leonis iba sentado en cuclillas, entre las dos.
“¿Te sientes apretujado, chico?” Le preguntó Regina.
“… E-Estoy bien”. Leonis respondió, agachando la cabeza para ocultar sus mejillas sonrojadas.
El camino era irregular y estaba lleno de rocas. Cada vez que el vehículo se sacudía, los pechos de las chicas se agitaban visiblemente bajo sus uniformes.
“Hee, hee… si te sientes apretujado, puedes poner tu cabeza en mi regazo, Leo”. Elfine se ofreció, golpeando sus muslos.
“¡N-No, gracias!”
“Eso no es justo, Fine-senpai. Yo también quiero que el chico descanse en mi regazo”. Se quejó Regina.
“Bien, entonces hagamos que descanse en una de las piernas de cada una”.
“¡Oh, eso debería funcionar! Aquí tienes, chico, puedes poner tu cabeza en mi rodilla”.
Lyseria se dio la vuelta desde el asiento del conductor, haciendo un mohín. “… ¡Dejen de hacer eso, ustedes dos!”
“Mantén tus ojos en el camino, Lyseria-senpai”. Le reprendió Sakuya, tirando de la manga de Lyseria.
El vehículo se sacudió con fuerza, haciendo que Leonis se tambaleara de cara a los pechos de Elfine y Regina.
(¡N-No puedo mantener la compostura de esta manera…!)
A medida que Leonis se sentía más incómodo, la sombra bajo él se agitó ligeramente.
“En verdad es un pervertido, Leonis-sama…” La voz de Shirley sonó desde debajo de Leonis.
“… ¡No, no lo soy!” Leonis respondió con un chasquido muy a su pesar.
“¿Pasa algo, chico?” Regina le miró con sospecha.
“N-No, nada…” Murmuró Leonis.
“Miren, el tiempo está empezando a cambiar…” Dijo Elfine, señalando hacia adelante.
Un vasto bosque se extendía más allá del desierto. El oscuro miasma que surgía de él colgaba como una sombría cortina sobre los cielos del bosque. La maldición del Rey No Muerto aún impregnaba la tierra.
(Parece que los humanos renunciaron a purificar la región y la dejaron como está).
“Los dispositivos de detección de mana no funcionan correctamente en zonas donde el miasma es especialmente denso, ¿verdad?” Preguntó Lyseria.
Elfine asintió. “Sí. Lo mismo ocurre con las herramientas de comunicación, también. Así que mientras estemos aquí, los Espadachines Sagrados de tipo detector tendrán que permanecer coordinados”.
“Eso me recuerda. Sakuya, ya estuviste en una misión de exterminio en una Colmena, ¿verdad?” Preguntó Regina.
“Sí, pero era una unidad mucho más pequeña”. Contestó Sakuya, lanzando una mirada en dirección a los otros vehículos que circulaban por delante y detrás del Decimoctavo Pelotón. “Parece que, aparte de nosotros, enviaron a algunos de los mejores de la academia”.
“¿La Oficina Administrativa decide la estructura de las fuerzas de incursión durante las misiones?” Preguntó Leonis.
“Sí, el Cuartel General consulta los datos de las Espadas Sagradas que tienen registradas y conforma los equipos en función de los objetivos de la operación”. Respondió Elfine. “Las misiones de exterminio son peligrosas, así que tienen en cuenta el nivel de habilidad de cada pelotón”.
“… Ya veo”.
“Aun así, esto es un poco extraño…” Elfine admitió.
“¿Qué cosa?” Preguntó Leonis.
“Bueno, parece que esta vez la forma de elegir las unidades ha sido bastante desigual”. Dijo Elfine, mirando su terminal de análisis de datos con una expresión dudosa y preocupada. “Es decir, hay todo tipo de Espadas Sagradas con diferentes poderes, así que es lógico que den prioridad a ciertos tipos sobre otros, pero…”
“¿Podría alguien haber seleccionado intencionadamente estos pelotones con un propósito oculto?” Sugirió Leonis.
“… Probablemente solo me lo estoy imaginando”. Descartó Elfine.
“Los Elementales Artificiales se encargan de comparar los datos de las Espadas Sagradas, pero el comandante es quien toma la decisión final”. Explicó Regina. “Los responsables consideran todo tipo de cosas. ¿Quizás querían impulsar las unidades bajo su mando directo, para que tengan más experiencia de combate?”
“Eso es posible”. Elfine estuvo de acuerdo. “Supongo que simplemente me dio curiosidad, eso es todo…” Con una sonrisa un poco incómoda, Elfine cerró su terminal.
En lo más profundo del bosque, donde el oscuro miasma flotaba en el aire, había un gigantesco templo de cuarzo negro. Estaba invadido de arbustos. El altar para adorar a la diosa estaba agrietado y desgastado, y el lugar lucía desprovisto del suntuoso esplendor que una vez tuvo.
Dos figuras salieron de la penumbra. Una de ellas era un anciano encapuchado con cuernos, y la otra una joven de cabello azul que llevaba una máscara blanca.
“¿Nos servirá de algo este lugar?” Preguntó la chica enmascarada, medio paso por detrás de su anciano compañero.
A pesar de haber atravesado un bosque tan profundo y espeso, su atuendo de alabastro se mantenía totalmente inmaculado.
“Oh, debería funcionar bien. El verdadero santuario, donde se dan las profecías, se encuentra en las profundidades de Necrozoa”.
Zemein dio un paso adelante y tocó la superficie del altar.
*¡Brrrrrrrrrrrr…!*
El suelo se agitó sonoramente en respuesta, y un siniestro resplandor iluminó la zona. El altar se dividió en dos, y su centro se convirtió en una puerta de luz.
“Esta es una de las hechicerías tejidas por el gran y poderoso Rey No Muerto”. Zemein extendió sus brazos en reverencia al maestro de Necrozoa. “Simplemente espléndido. Incluso mil años después, su poder aún perdura”.
Zemein atravesó el portal luminoso. Más allá había una inmensa cueva que albergaba un lago subterráneo. Unos candelabros encantados para arder eternamente iluminaban la superficie translúcida del agua.
“¿Este es el Templo de la Diosa?” Preguntó la chica, cruzando la puerta un momento después de Zemein.
“No. El santuario está debajo de este lago”. Respondió Zemein. Pasó su mano por el aire y recitó un conjuro. Una esfera de mana se formó en su arrugada mano, la cual mostró visiones de algún otro lugar. La esfera mostraba que una formación de vehículos de la Academia Excalibur se dirigía al Bosque de la Muerte. “Sólo tenemos que esperar a que las Espadas Demoníacas para el sacrificio se reúnan aquí”. Dijo.
“¿Qué hay del cuerpo sellado del Rey No Muerto?” Preguntó la chica enmascarada.
“Leonis-sama debe seguir durmiendo en las profundidades de Necrozoa. Sólo él y Roselia Ishtaris pueden deshacer la magia que lo mantiene allí. Si se activa el templo y la diosa lo llama, despertará”. Zemein explicó con confianza.
“Se dice que el Rey No Muerto era el más fuerte de los Reyes Demonio. ¿Podemos realmente controlarlo?”
“Los humanos exhumaron al Rey Demonio Dragón antes de que pudiera despertar del todo, por lo que se desató de forma incompleta”. Dijo Zemein con una risa insidiosa. “Eso no ocurrirá aquí”.
Atravesando la inquietante superficie burbujeante de los pantanos, entraron en el denso bosque plagado de miasma. Los Espadachines Sagrados estacionaron sus vehículos en la entrada del bosque.
(Ah, el frío aroma de la decadencia, el terror y la muerte. Me lleva al pasado).
Cuando Leonis pisó su tierra, sus labios se curvaron en una sonrisa. El ambiente familiar le estimuló, y disfrutó de una larga inhalación.
“Qué lugar tan espeluznante…”
“Sí, me daría la vuelta y me iría ahora mismo si no tuviéramos una misión que cumplir”.
Lyseria y las otras chicas no parecían apreciar el lugar.
Un joven alto levantó la voz, llamando la atención. “Ahora nos dividiremos en dos grupos”.
Leonis reconoció al orador. Había visitado la Cafetería Embrujada durante el Festival de la Luz Sagrada junto a Fenris. Por supuesto, en aquel momento, Leonis iba vestido de chica, así que el joven probablemente no le reconocía ahora. Aparentemente, era bastante sobresaliente y había sido nombrado comandante de campo para esta misión.
(Liat el León Ardiente, si no recuerdo mal. Supongo que su Espada Sagrada tiene el poder de las llamas).
Liat ordenó a la unidad que se dividiera en dos grupos compuestos por tres pelotones cada uno. La orden de hacerlo había venido directamente del Cuartel General de la Academia Excalibur. Cada grupo debía investigar diferentes zonas, y al encontrar la Colmena del Vacío, debían informar al otro.
El Decimoctavo Pelotón iba a operar junto al Quinto Pelotón de Liat y el Vigesimosexto Pelotón de Silesia Mia. Silesia blandía una Espada Sagrada con el raro poder de la curación. Entre los dos grupos, cada uno tenía una Espada Sagrada con capacidad de radar y otra que podía curar.
“Estoy deseando trabajar contigo, Leonis”. Dijo Silesia con una sonrisa amistosa mientras estrechaba su mano. “Sé que este lugar es aterrador, pero mi pelotón y yo te protegeremos”.
“Sí, gracias”. Leonis respondió cortésmente, aunque un poco disgustado por ser tratado como un niño.
“El chico es bastante fuerte a pesar de su apariencia, ¿sabes?” Comentó Regina.
“Oh, ¿lo es?” Preguntó Silesia.
“Por supuesto. Y además es más pervertido de lo que podrías imaginar”.
“¿De verdad? Pero si sólo tienes diez años. Tú, niño precoz”.
“¡¿R-Regina-san?!” Protestó Leonis.
Durante ese intercambio, Elfine y los otros Espadachines Sagrados adecuados para la exploración y la comunicación se dispusieron a enlazar sus Espadas Sagradas. No habría ninguna forma adicional de contactar con el otro grupo una vez que entraran en el bosque.
“Comenzaremos nuestra búsqueda tan pronto como sus Espadas Sagradas hayan terminado de conectarse”. Dijo Liat.
A pesar de ser mediodía, el bosque estaba tan oscuro que uno podría creer fácilmente que era de noche. Un espeso y arremolinado miasma se cernía sobre el cielo como nubes de tormenta, y las copas de los árboles bloqueaban cualquier luz que lograra penetrar el vapor.
Más inquietante era el silencio. No se podía escuchar el canto de ningún pájaro o cualquier otro sonido animal. Sólo se oían las pisadas del grupo y el susurro del follaje que se movía.
El reino del Rey No Muerto rechazaba a todas las criaturas. Nada podía existir en este entorno, excepto aquellos que eran una amenaza para las reglas de este mundo… como los Void.
El grupo de Leonis continuó a través de los árboles, con el orbe del Eye of the Witch de Elfine flotando delante de ellos. Sin ser conscientes de que el suelo que pisaban estaba lleno de magia maldita e innumerables muertos vivientes.
“Parece que todo lo que alguna vez residió aquí ha perecido”. Susurró Lyseria. “Esto es realmente un bosque de la muerte”. Tragó nerviosamente y afianzó su agarre en la mano de Leonis.
“No hace falta que me tomes de la mano, Seria-san”. Dijo Leonis con el ceño fruncido.
“¿Y si te pierdes?” Contraatacó Lyseria, reforzando su agarre y tirando de Leonis.
(Este lugar es como mi jardín trasero. No me perdería). Pensó Leonis con amargura. Se lo guardó para sí y dejó que Lyseria hiciera lo que quisiera.
Las chicas de los otros pelotones los observaron, riéndose.
“Es tan lindo. ¿Crees que está en esa fase rebelde?” Se preguntó una de ellas en voz alta.
“¡Leonis, deberías escuchar lo que dice tu onee-san!” Le dijo otra.
“¡Grr…!” Leonis agachó la cabeza con timidez, comunicándose telepáticamente con la sombra a sus pies.
(… ¿Has visto algo sospechoso, Shirley?)
(No, no hay nada fuera de lo normal en la zona, Leonis-sama). Contestó.
La chica no era una excelente sirvienta, pero era una asesina de primera. Cuando se trataba de vigilancia, Shirley era más fiable que cualquiera de los hechizos de detección de Leonis. Por ello, dejó a Blackas para que vigilara su reino en su ausencia e hizo que Shirley le acompañara.
(A propósito, Leonis-sama…)
(¿Qué pasa?)
(¿Hay algo que quiera llevarse de aquí? La bóveda del tesoro en el Reino de las Sombras tiene algo de espacio libre, así que, si alguna herramienta mágica pudiera serte útil, podría buscarla).
(Hmm, bueno…)
Las ruinas de la superficie estaban bastante deterioradas, pero esa decadencia probablemente no se extendía a los niveles más profundos del reino subterráneo de Leonis. Podrían quedar algunas armas poderosas u objetos mágicos. Sin embargo, la mayoría de ellos eran basura para Leonis.
(No se me ocurre nada que valga la pena recuperar… En realidad, espera.
El de Zemein debe estar abajo).
(¿El laboratorio de quimeras? ¿Pero ese lugar no está…?)
(… Sí, lo sellé).
Zemein Vairel había sido un oficial de los Ejércitos de los Reyes Demonio. Había cruzado monstruos con la esperanza de crear armas biológicas. Por desgracia, los resultados de sus investigaciones resultaron ser tan espantosos que Leonis le obligó a ponerles fin, denunciando el trabajo como una ofensa a los Ejércitos de los Reyes Demonio y a la Diosa de la Rebelión.
Al final, Zemein se alió con el Archi-Sabio de los Seis Héroes. Fue una desgracia para los Ejércitos de los Reyes Demonio.
(Pero en ese entonces hubo algunas de sus quimeras que nunca encontré). (¿Cree que todavía pueden estar vivas?)
(Lo dudo. Pero puede que valga la pena obtener los resultados de sus investigaciones. Era un subordinado desagradable, pero su pasión por la investigación de las quimeras era genuina).
(Entendido, Leonis-sama).
Los no muertos por sí solos no serían suficiente para reconstruir los Ejércitos de los Reyes Demonio. Ahora que los monstruos del viejo mundo se habían extinguido, crear otros nuevos podría ser una forma eficaz de aumentar las filas de Leonis.
(Puedes sentirte orgulloso, Zemein. Le daré un buen uso a tu investigación).
Se dijo a sí mismo Leonis con una sonrisa perversa.
“¿Qué pasa, Leo-kun?” Preguntó Lyseria, mirándolo con duda.
Después de dos horas de adentrarse en las profundidades del bosque…
“… Esperen”. Elfiné les advirtió de repente. “Hay algo más adelante”.
Todos se detuvieron en seco y miraron hacia donde flotaba el orbe del Eye of the Witch. Allí vieron un pequeño lago. Una escultura cubierta de musgo se había desplomado en el agua clara en algún momento, y muchas lianas la recorrían como serpientes. Estaba en un terrible estado de decadencia.
“Hmm, parece bastante malvada…” Lyseria comentó temerosa.
“Nunca he visto este tipo de estatua en nuestras clases de estudio de textos antiguos…” Sakuya añadió, aparentemente de acuerdo con la valoración de Lyseria.
“…” Leonis permaneció detrás de las chicas, con una expresión tensa. De todos los presentes, sólo él reconoció esta escultura. Era una estatua del Rey No Muerto. Había hecho que sus esqueletos la erigieran en su honor hace tiempo. Debía haber cristales de mana incrustados en sus ojos, los cuales brillaban en la oscuridad, pero alguien los había robado.
Leonis supuso que había sido destruida durante la batalla final en Necrozoa, cuando se levantó como una estatua animada para entrar en combate. Su valiente lucha pasó a ser una leyenda, y sembró el terror en los corazones de quienes la contemplaron y creyeron que la escultura era el verdadero Rey Demonio.
“… Es bastante horripilante”.
“Me da un poco de miedo…”
“Parece que podría cobrar vida”.
Otros miembros del grupo ofrecieron sus opiniones.
(… ¡Malditos sean, tontos…!) Leonis apretó los dientes.
Shirley trató de consolarlo. (¡C-Creo que se ve encantador, Leonis-sama!)
(… E-Está bien… Esta gente simplemente carece del sentido de la estética).
Leonis asintió para sí mismo, siendo el Rey Demonio indulgente que era.
“¿Debería destrozarla?” Ofreció Regina, apuntando con su Espada Sagrada a la estatua.
“… ¡¿Qué?!” Espetó Leonis de repente.
Regina lo miró, desconcertada. “¿Pasa algo, chico?”
“No puedes romperla”. Le dijo Lyseria. “Es una reliquia valiosa y antigua”.
“¡E-Estoy de acuerdo!” Se apresuró a añadir Leonis.
(¡Muy bien, mi sirviente!)
Lyseria se puso en cuclillas frente a la escultura. “… Veamos. Parece que hay algo tallado en ella”. Sacó un diccionario y trató de descifrar la escritura. “Huh. ¿Dónde he visto este texto antes…?”
“Quizás eso deba esperar hasta más tarde, Seria ojou-sama”. Le recordó Regina.
“C-Cierto…” Lyseria se aclaró la garganta y se puso de pie.
“Creo que este es un buen lugar para acampar”. Declaró Liat, mirando a su alrededor.
No había muchos árboles alrededor del lago, lo que lo hacía un espacio relativamente abierto.
(El mana residual de la estatua probablemente impedía que las plantas crecieran aquí).
“Sin embargo, no estoy seguro de que el agua del lago sea potable”. Continuó Liat. Se arrodilló frente al lago y recogió un poco del líquido.
“Puedo usar mi Espada Sagrada para analizar su calidad”. Ofreció Elfine, elevando su orbe del Eye of the Witch sobre el lago.
“Adelante”. Respondió Liat.
(Creo que la armería de los esqueletos estaba por esta zona). Leonis no recordaba que hubiera un lago aquí. Lo más probable era que el agua se hubiese ido acumulando con el paso de los años.
“Parece ser potable”. Concluyó Elfine. “Pero deberíamos instalar un dispositivo de filtrado, por si acaso”.
“Muy bien. Entonces acamparemos aquí. Contacta con las otras unidades”.
Ordenó Liat.
A las 17:00, hora imperial estándar, el sol se hundía en el horizonte y una pesada oscuridad se cernía sobre el bosque. El equipo colgó linternas con cristales de mana e instaló tiendas plegables para cada pelotón. Cada tienda estaba hecha de un tejido fino, pero utilizaba fibras especiales que mantenían una temperatura agradable en su interior.
(Creía que me había acostumbrado a esto, pero los avances en su tecnología nunca dejan de sorprenderme).
Por otra parte, los pequeños terminales de información, que eran la vanguardia de dicha tecnología, eran inútiles en estos bosques. Puesto que los dispositivos mágicos se veían afectados por el mana, no podían funcionar correctamente dentro de un espeso miasma. El grupo tuvo que recurrir a linternas de piedra de mana para tener iluminación, un método bastante primitivo de la época de Leonis.
Lyseria estaba sentada debajo de una lámpara, con la nariz metida en su libro de notas. Estaba absorta en tratar de descifrar la inscripción de la estatua y escribía algo mientras comparaba notas con un libro encuadernado en cuero.
(Si no recuerdo mal, desde hace tiempo le interesan los lugares antiguos).
La fascinación de Lyseria por las ruinas había sido fomentada por su padre, el Duque Christaria, que investigaba los lugares antiguos. Si no hubiera sido por eso, no habría descubierto a Leonis en el Mausoleo subterráneo, y no se habría convertido en su sirviente.
Leonis se percató de que el rostro de Lyseria estaba ligeramente enrojecido por la emoción mientras trabajaba. No pudo evitar sentirse fascinado al verla con tanto interés.
“No deberías molestar a Seria ojou-sama, chico”. Regina le susurró al oído de repente. “Cuando se pone así, todo lo que le dices le entra por un oído y le sale por el otro”.
“… Puedo darme cuenta de eso”. Leonis se encogió de hombros y se dio la vuelta. “Regina-san, ¿qué estás haciendo?”
La joven rubia estaba arrodillada sobre una sábana en la que había una olla y un cuchillo de cocina.
“Estoy cocinando”.
“Pero ya nos dieron nuestras raciones…”
Las raciones militares eran barras muy nutritivas hechas de frutos secos. Cuando Leonis se encontró por primera vez con Lyseria, ella le había dado una de esas barras, la cual encontró bastante sabrosa. Desde entonces, al Rey Demonio le gustaban.
“Esas son un tanto insípidas, y mi orgullo profesional como sirvienta me obliga a asegurarme de que Seria ojou-sama tenga una comida caliente en cualquier momento y lugar”. Regina colocó sus manos en las caderas con jactancia.
“Sin embargo, considero que las raciones son bastante sabrosas”. Comentó Sakuya, mordisqueando una barra.
“¡Ah, Sakuya, detente!” Regina se acercó para arrebatarle la comida de supervivencia a medio comer.
Sin embargo, Sakuya, con su rapidez natural, la esquivó fácilmente.
“… ¡¿Cómo te mueves así?!” Exigió Regina.
“Es una técnica tradicional de la Orquídea Sakura”.
Leonis suspiró, se levantó y salió de la tienda. Afuera, pudo ver a los otros pelotones acampando.
(… Esperaba comprobar la situación en Necrozoa, pero no puedo arriesgarme a algo tan sospechoso con todos estos ojos sobre mí).
Caminó en dirección al lago, esperando al menos recoger algunos huesos tirados. Podría haber algunos útiles en el fondo.
“… Hmm, la antigüedad no está clara. Pero definitivamente tiene más de quinientos años”.
De pie en la orilla del lago, Elfine introdujo datos en su terminal.
“Hay una débil reacción de mana, pero nunca he visto este tipo de patrón…”
Pequeñas esferas brillantes estaban rodeando la estatua derribada, grabando imágenes de ella. Este era un informe de sondeo que Elfine entregaría a los altos mandos. La razón por la que se formaban colmenas en las ruinas antiguas era desconocida. Mediante la recopilación de datos, los líderes de la academia esperaban descubrir algún indicio para resolver ese misterio y otros relacionados con los Void.
Tras grabar lo suficiente de la estatua, Elfine envió sus orbes al agua. Cerrando sus ojos, se concentró en la imagen que le transmitían las esferas del Eye of the Witch. La abrumadora información habría quemado la mente de alguien menos experimentado. Sin embargo, Elfine estaba acostumbrada a manipular ocho orbes a la vez, por lo que no supuso ningún esfuerzo.
Bajo la superficie del lago, vio lo que parecía una escalera de piedra cubierta de musgo.
(¿Hay una estructura sumergida aquí? ¿Hasta dónde llega?)
Había poco que ver en la oscuridad del agua, pero que hubiera alguna estructura en esta parte del bosque fue algo inesperado.
(Intentaré ir más profundo… ¡¿Ah?!)
Un brusco escalofrío recorrió el cuerpo de Elfine. Innumerables luces rojo-brillantes aparecieron desde el lecho del lago. El miedo se apoderó de la joven. Las imágenes de sus esferas se cortaron, y los sentidos de Elfine volvieron a su cuerpo.
(¡Mi Espada Sagrada, acaba de…!)
El Eye of the Witch había sido destruido. Unas ondas cruzaron la superficie del antes tranquilo lago.
*¡Bwoooooooooosh!*
Apareció un monstruo parecido a un crustáceo, con sus innumerables tentáculos moviéndose.
“… ¡¿Un Void?!”
Era uno de tamaño medio, un espécimen no registrado en la base de datos.
(¡¿Hay una Colmena bajo este lago?!) Se preguntó Elfine con inquietud.
El Void expulsó un vapor negro y aceitoso de su caparazón y enroscó sus tentáculos alrededor de las piernas de Elfine. Un ardiente y punzante dolor le recorrió las pantorrillas.
“¡Aah! ¡Khh… Nngh!” Elfine gimió en agonía, apretando los dientes. Intentó llamar de nuevo a su Eye of the Witch, pero no pudo manifestar la Espada Sagrada.
(… ¡¿Por qué?!)
El Void retorció sus tentáculos, intentando arrastrar a Elfine al lago.
Un débil alarido subió por la garganta de Elfine. “… N-No… Ayuda…”
El día en que sus compañeros murieron pasó ante sus ojos, tan vívido como hace seis meses.
“Por favor… Alguien…” Gimió.
El monstruo del Vacío abrió sus gigantescas fauces y…
“¡Mel Ziora!”
*¡Boooooooom!*
… Llamas carmesí surcaron el aire, reduciendo la monstruosa cosa a cenizas en un abrir y cerrar de ojos. Los tentáculos que se habían enrollado alrededor de las piernas de Elfine se desprendieron antes de desintegrarse.
“¿Estás bien, Elfine-san?” Le preguntó una voz.
Se dio la vuelta con un sobresalto y sus ojos se posaron en su salvador.
“¿Leo…?”
Un niño de diez años que empuñaba un báculo salió de los arbustos.
Leonis se apresuró a acercarse. “¿Estás bien?” Le preguntó a Elfine.
(Eso estuvo cerca).
Había llegado corriendo tras escuchar un grito, y había encontrado a Elfine en las garras de un Void.
“… Leo… Ngh…”
Mientras Leonis ayudaba a Elfine a ponerse en pie, ésta hizo una mueca. Mirando hacia abajo, vio que sus medias estaban desgarradas y sus pantorrillas inflamadas.
“¿Te duele?”
“S-Sí…” Elfine respondió débilmente antes de sentarse en una roca cercana.
(Es una pena que no pueda usar ninguna magia sagrada).
Como Rey de los No Muertos, Leonis dominaba todo tipo de hechicería. La magia sagrada era la única disciplina que no podía ejercer. El poder restaurador nunca podría ser esgrimido por las manos malditas de un Rey Demonio.
“No te muevas, yo me encargaré de ello”. Leonis se arrodilló frente a Elfine y sacó un paquete de vendas del bolsillo interior de su camisa. Había aprendido a aplicar primeros auxilios en la Academia Excalibur. Aunque Leonis no era un experto en ello, consiguió vendar las heridas.
“Leo, ¿qué ha sido eso de hace un momento…?” Preguntó Elfine, mirando hacia donde había estado el monstruo.
“Erm…” Leonis vaciló.
(Maldición. Lo aniquilé por completo sin pensarlo).
Vaporizar un Void de tamaño medio de un solo golpe podría haber sido excesivo.
“Quería protegerte, y supongo que mi poder… se disparó”. Mintió después de buscar una excusa en su mente.
Elfine sonrió suavemente ante las palabras de Leonis.
(¡No la estoy engañando!)
Ella había sido testigo de su verdadera fuerza una vez más.
“Er… ¿Podrías mantener esto en secreto, por favor?” Pidió Leonis.
“Vaya, qué honesto eres”. Respondió Elfine.
“Está claro que no tiene sentido ocultártelo…”
Elfine sonrió y se puso un dedo índice sobre los labios.
Mientras atendía sus heridas, Leonis preguntó: “¿Hay una Colmena del Vacío bajo el lago?”
Con una expresión grave, Elfine asintió. “Sí. No creía que la Colmena fuera tan grande, pero al parecer, la estructura subterránea de este lugar es bastante vasta. No me sorprendería encontrar numerosas Colmenas más pequeñas a su alrededor”.
“Ya veo”. Leonis sabía que las ruinas eran sin duda más extensas de lo que Elfine imaginaba.
La atención de la joven se dirigió entonces a la estatua medio hundida.
“Puede que aquí haya habido un gran y antiguo reino, alguna vez”. Murmuró.
“Pues ese gran reino ha quedado reducido a ruinas. Incluso los poderosos acaban cayendo”, Leonis respondió secamente mientras tiraba de las vendas para asegurarse de que estaban bien apretadas. “Con esto debería bastar. Una Espada Sagrada sanadora puede encargarse del resto”.
“Gracias. Me pondré en contacto con Liat”. Elfine hizo un movimiento con su mano, tratando de activar el Eye of the Witch.
“Ah…”
Se acumularon partículas de luz, pero luego se dispersaron rápidamente.
Leonis enarcó una ceja. “¿Qué ocurre?”
Elfine bajó la cabeza con evidente vergüenza y, mordiéndose el labio, explicó: “No puedo… convocar mi Espada Sagrada”.
El estado mental de un usuario influía mucho en su Espada Sagrada. La conmoción del ataque había dejado a Elfine sintiéndose inquieta.
“Esperemos un rato hasta que te calmes, entonces”. Decidió Leonis, tomando asiento junto a la chica de mayor edad.
“Esto es bastante impropio”. Dijo Elfine tras un suspiro. “Se supone que soy la madura del grupo”.
“Eso no es…” Leonis intentó objetar, pero Elfine le cortó.
“Todavía me dan miedo los Void. ¿Recuerdas que te dije que formaba parte de otro pelotón antes de unirme al decimoctavo?”
Leonis asintió. Elfiné había perdido a dos de sus compañeros durante una misión de reconocimiento a una Colmena del Vacío. Y desde entonces, había perdido la habilidad original de su Espada Sagrada.
“Pensé que finalmente superaría el miedo y recuperaría el poder de mi Espada Sagrada. Pero en el fondo, he estado huyendo todo el tiempo. Me he estado aprovechando de la amabilidad de Seria y de las otras chicas”.
“… ¿Y por eso has insistido en unirte a esta misión?”
Elfine asintió con la cabeza. “Sí. He venido aquí para afrontar y resolver mis miedos. Supuse que todo lo que encontraría huyendo sería el tipo de fuerza equivocada”.
“¿La clase de fuerza equivocada?” Repitió Leonis.
“Creo que Muselle Rhodes convirtió su Espada Sagrada en una Espada Demoníaca en un intento de recuperar su poder perdido. Y sinceramente, entiendo cómo se sentía. Sin Seria y las demás… creo que yo habría seguido el mismo camino”. Confesó Elfine, con la mirada puesta en su palma abierta. “Sin embargo, ya no quiero huir. Ni de los Void ni de mí misma”.
En la mano de Elfine se acumularon partículas luminosas que se fundieron en una esfera de luz.
“Creo que ya has vuelto a la normalidad”. Dijo Leonis.
Elfiné sonrió. “Sí”.
“Vamos a volver al campamento”.
“¿Cómo vas a…? ¡Whoa!”
Con un movimiento de su báculo, Leonis entonó un hechizo de control gravitatorio. El cuerpo de Elfine flotó en el aire, y se apresuró a sujetar su falda.
“Vamos”. Dijo Leonis, cargando a la ahora más ligera Elfine en sus brazos.
“E-Espera…” Elfine objetó avergonzada. “U-Una carga nupcial es un poco…
vergonzosa…”
“No hay necesidad de ser tímida”. Aseguró Leonis.
“… ¡!”
Elfine se sonrojó hasta la punta de sus orejas.
“Sabía que la escritura de esa estatua me recordaba a algo”. Murmuró Lyseria pensativa, todavía sentada en la tienda plegable.
En una mano sostenía el libro que su padre había dejado en su estudio. El texto que contenía no se parecía a ningún otro idioma con el que Lyseria estuviera familiarizada, y daba la impresión de ser ajeno a este mundo. Sin embargo, la pasión de Lyseria por la historia antigua se resistía a ser negada, y había estado trabajando en el misterioso lenguaje en su tiempo libre. Su intuición le decía que los escritos del diario y los grabados en la estatua eran de la misma escritura. De hecho, al comparar los dos, Lyseria se dio cuenta de que podía descifrar algunos de los grabados.
(Y creo que las letras de la puerta donde encontré a Leo-kun también eran similares). De repente recordó. Lyseria había estado inspeccionando esa entrada cuando se había abierto sola.
(El análisis de estos caracteres similares… Tal vez debería pedirle ayuda a Fine-senpai en este caso).
Al comparar el texto del epitafio y el libro, Lyseria esperaba crear un léxico que le permitiera descifrar completamente el idioma. Era un trabajo laborioso, sin duda, pero era el tipo de trabajo que Lyseria disfrutaba.
Mientras leía gradualmente el texto que había anotado de la estatua, sus ojos se abrieron de repente con asombro.
“… a… ria… ¿Huh? ¡¿L-Lyseria?!”
Parecía que su nombre había sido inscrito en la escultura medio hundida.
“Oh… me equivoqué. Hay una pequeña marca en el carácter, así que es una vocal diferente…”
Al darse cuenta de su error, Lyseria se corrigió rápidamente.
“Selia… Roselia… ¿Verdad? Hmm”.
En el momento en que pronunció ese nombre, una especie de ansiedad inexplicable la invadió. Sintió un tirón familiar, como si la joven hubiera olvidado algo importante. Lyseria y Roselia. Dos nombres con una entonación similar. ¿Qué significaba todo esto?
“Seria ojou-sama, mirar un libro así es malo para sus ojos”.
Lyseria se dio la vuelta y vio a Regina mirándola fijamente con una expresión exasperada. “No te preocupes. Mi visión nocturna ha mejorado últimamente”. Respondió con una leve sonrisa.
“… ¿Qué significa eso?” Preguntó Regina, desconcertada.
Lyseria se estaba acostumbrando cada vez más a su cuerpo de Reina Vampiro. Al concentrar el mana en sus ojos, podía ver en la oscuridad con la misma agudeza que con un par de gafas de visión nocturna.
(Sin embargo, debería tener cuidado de no acostumbrarse demasiado a esto).
Lyseria cerró el libro del Duque Christaria. Un olor apetitoso entraba en la tienda desde el exterior.
“La cena está lista”. Le dijo Regina.
“Gracias. Huele muy bien”.
“Voy a compartirla con el resto del grupo. Ya que me tomé la molestia de hacerla, debería hacerlo”.
“Hablando de eso, ¿dónde está Leo-kun?” Preguntó Lyseria.
“Salió hace un rato”. Regina respondió. “Cuando se concentra en el trabajo, pierde completamente la noción de lo que sucede a su alrededor”.
“¿D-De verdad?”
“Sé que le gusta investigar las ruinas, pero por favor, trate de prestar más atención”.
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