Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)

Volumen 5

Capitulo 5: Mision De Exterminio

 

 

Central Garden era el núcleo del Séptimo Assault Garden, el corazón de esta enorme ciudad-isla artificial. También era donde se encontraba la Academia Excalibur. A lo largo de la zona se habían establecido numerosas instalaciones de ocio para satisfacer las necesidades de los estudiantes que pasaban sus días entrenando arduamente. Asimismo, se habían instalado grandes centros comerciales integrados. Estadios y diversos pabellones deportivos también se extendían por el distrito. Centros de juegos, boutiques, tiendas de ropa, restaurantes…

Elfine se despertó por la mañana sintiéndose completamente agotada y fatigada.

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(Quizás sea por lo que sucedió ayer).

Se sentó en la cama y sus ojos negros se volvieron para mirar por la ventana. Después de sacudir su cabeza, se peinó con los dedos. Su Pelotón había sido convocado para asistir a una reunión de emergencia hoy.

Elfine se dio una ducha rápida, se vistió y bajó a la sala común del dormitorio. El Festival de la Luz Sagrada había sido hace sólo unos días, y algunas de las decoraciones de la Cafetería Embrujada del Dormitorio Hræsvelgr todavía estaban en las paredes.

Tras tomar asiento junto a las mesas, Elfine encendió su terminal para leer las últimas noticias. Se informaba del incidente de ayer, pero era un artículo bastante pequeño. Seguramente, la academia presionó a la prensa para que no le diera mucha importancia.

(De ninguna manera les dejarían publicar una historia sobre cómo un Espadachín Sagrado, uno de los protectores de la humanidad, perdió el control de su arma y atacó a civiles…)

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Aun así, el asunto de ayer era demasiado llamativo como para mantenerlo completamente en secreto, y los Espadachines Sagrados que albergan sentimientos anti-nacionalistas no eran completamente ajenos.

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Tras la destrucción de su Espada Demoníaca, Muselle Rhodes cayó inconsciente y fue llevado a un centro médico de la Academia Excalibur. No se encontraba en un estado físico crítico, pero sus recuerdos del incidente parecían vagos, y permanecía en un estado de pánico constante.

Era probable que no volviera a manifestar una Espada Sagrada.

(¿También oyó la voz de una diosa?)

El terminal de Muselle había sido confiscado por la Oficina Administrativa. Sin embargo, Elfine había conseguido acceder a él discretamente, buscando cualquier signo de participación de un Elemental Artificial de la Compañía Phillet.

Aunque había indicios de que el terminal de Muselle había sido utilizado en conjunto con los Elementales Artificiales, no había nada que probara una conexión entre ellos y la Espada Demoníaca.

El artículo público apuntaba a que una facción terrorista anti-imperialista podría haber presionado a Muselle para que cometiera el crimen. Elfine golpeó el monitor con un dedo, cerrando el artículo y pasando al siguiente. Una sonda aérea del Séptimo Assault Garden había descubierto una Colmena del Vacío a gran escala en una zona a 150 kilómetros al suroeste del Bosque de Miasma.

Una Colmena era lo que los libros de texto de la Academia Excalibur habían denominado como, un gran conjunto de cristales de alta densidad que los Void creaban tras emerger de las grietas de la realidad.

No estaba claro por qué los Void formaban colmenas. Una teoría suponía que era necesario que esas cosas retorcidas las hicieran para fijar su existencia en este mundo durante periodos de tiempo prolongados. En cualquier caso, si una Colmena grande permanecía sin supervisión durante mucho tiempo, estaba destinada a provocar una Estampida.

(Probablemente de eso se trate la reunión).

Elfine sintió que su respiración se volvía agitada. La imagen de lo sucedido

hace seis meses pasó por su mente…

“Ah, buenos días, Fine-senpai”. Sonó una voz que hizo que la joven se sobresaltara y levantara la vista.

“Buenos días, Seria…”

Una de las Kohai14 de Elfine había bajado las escaleras. La luz que se filtraba por la ventana proyectaba un hermoso brillo sobre su cabello.

“Oh, ¿dónde está Leo?” Preguntó Elfine, dándose cuenta de que el compañero de Lyseria, Leonis, no estaba con ella.

“La habitación estaba vacía cuando fui a despertarlo. ¿Adónde se habrá ido?” Se preguntó Lyseria, inflando las mejillas con hosquedad.

“Debería haber sido informado de la reunión. Estará aquí cuando sea el momento”. Aseguró suavemente Elfine.

“Sí. Supongo que no es raro que Leo-kun desaparezca…” Lyseria suspiró.

“Cuidar de un chico debe ser un trabajo duro”. Comentó Elfine con una sonrisa amarga.

“Hmm… Fine-senpai, ¿qué pasó exactamente ayer?” Preguntó Lyseria mientras se acomodaba en una silla contigua.

“¿Te refieres a lo de la Espada Sagrada de Muselle Rhodes?” “Sí. Fue como…” Lyseria se interrumpió, dudando. “… Como un Void”. Terminó Elfine.

Lyseria apretó los labios con fuerza. A pesar de que la llamaban fracasada, había trabajado arduamente para que llegara el día en que finalmente manifestará una Espada Sagrada. Su tierra natal había sido arrasada y sus padres asesinados, por lo que había buscado el poder para combatir a los Void durante años antes de despertar finalmente el poder de su propia Espada Sagrada.

Ver que una de las armas destinadas a salvar a la humanidad asumía una forma tan espantosa había sido, sin duda, difícil de aceptar para Lyseria.

“Al parecer, a eso lo llaman Espada Demoníaca…” Dijo Elfine.

“¿Una Espada Demoníaca?” Lyseria miró a la otra chica con cara de duda.

Elfine comenzó a explicar sobre los experimentos para hacer evolucionar las Espadas Sagradas, el Elemental Artificial no identificado que estaba involucrado en ellos, y cómo los que habían adquirido los poderes de las Espadas Demoníacas aseguraban haber oído la voz de una diosa. Sin embargo, omitió la posible implicación de la Compañía Phillet. Lyseria tenía un fuerte sentido de la justicia, y Elfine era reacia a involucrar a su amiga en las luchas internas de su familia.

Una vez que Elfine concluyó su relato, una Lyseria pensativa se llevó una mano a la barbilla. “Creo que los terroristas hombres bestia que atacaron el Hyperion también se referían a sus poderes como Espadas Demoníacas…” Recordó.

Elfine asintió. “Efectivamente. Y los no humanos no deberían poder ejercer el poder del planeta”.

El poder concedido a los terroristas hombres bestia… las Espadas Demoníacas. No pudo haber sido una coincidencia. ¿Podría estar relacionado con el poder que había transformado la Espada Sagrada de Muselle Rhodes en un monstruo parecido a un Void?

“Sin  embargo,  no  sólo  las  Espadas  Demoníacas  son  desconcertantes”.





Afirmó Elfine. “Entendemos muy poco sobre las Espadas Sagradas”.

Eran un poder milagroso que el planeta había legado a los humanos con el propósito de combatir a los Void. Esa era la doctrina oficial del imperio y de la Iglesia Humana, pero ¿era realmente la verdad?

“En cualquier caso, deberíamos tener cuidado. Seguramente hay otros estudiantes infectados con el poder de las Espadas Demoníacas”. Advirtió Elfine.

Lyseria asintió con una expresión nerviosa. “E-Entendido”.

“Una mañana agradable, ¿no te parece, Leo?”

Veira Greater Dragon estaba de pie en lo alto de un edificio, mirando hacia Central Garden. Ya no llevaba el conjunto que usaba ayer, sino su original y revelador atuendo de Rey Demonio Dragón. Su cabello carmesí hasta la cintura fluía suavemente con la brisa salada.

“Odio las mañanas”. Refunfuñó Leonis.

“Ah, es verdad. Siempre lo has hecho”. Dijo Veira con una sonrisa.

Incluso después de renacer en forma humana, Leonis seguía despreciando el sol de la mañana. Durante su reinado como Rey No Muerto, permanecía bajo tierra, dentro de Necrozoa, y dormía en un ataúd de piedra. Se sentía tentado a lanzar el hechizo de Sexto-Orden, [Cortina Nocturna del Demonio], y cubrir el cielo de oscuridad. Sin embargo, el Séptimo Assault Garden utilizaba paneles solares para reunir energía y convertirla en mana a modo de fuente de energía secundaria. Así que borrar el cielo paralizaría la ciudad.

(Nunca entenderé por qué a Lyseria le gusta tanto la mañana).

Como Reina Vampiro… el rango más alto de los no-muertos… Lyseria podía funcionar bajo el sol sin ningún efecto debilitante. Sin embargo, se suponía que a los no-muertos no les gustaba la luz del día.


“Entonces, ¿por qué me llamaste a un lugar como este?” Preguntó Leonis, dejando claro su descontento. Sabía que los dragones preferían las cumbres altas, pero seguramente Veira no lo había llamado hasta aquí para apreciar la vista.

“Me gusta tu reino, Leo”. Afirmó Veira, volviéndose hacia él. “El helado estaba muy bueno”.

“Mi reino no se limita a esta ciudad”. Respondió Leonis. “Pretendo poner bajo mi dominio la mayor fortaleza de la humanidad, la Capital Imperial, Camelot. Y también los otros Assault Gardens”.

“¿En serio? No tengo mucho interés en las tierras humanas…” Veira miró al cielo azul y sin nubes que se extendía sobre ellos. “Creo que iré a buscar la Azure Hold”.

Leonis frunció el ceño. “¿No la destruyó el Dragón Divino?”

La fortaleza Azure Hold era una ciudadela de dragones que en el pasado flotaba en el cielo. Al igual que el Báculo de los Pecados Sellados del Rey No Muerto, se erigía como símbolo del poderío y el terror de los Ejércitos de los Reyes Demonio. Sin embargo, el Dragón Divino de los Seis Héroes, Gisark, lideró una fuerza de dragones sagrados para destruirla.

Veira negó con la cabeza. “Sólo se hundió en el océano. Estoy segura de que todavía duerme en algún lugar de las profundidades. Junto con los restos de los muchos guerreros dragón que lucharon conmigo…”

“… Así que estás haciendo esto para rendirles tributo”.

“Sí. Y para saber más sobre esa estrella”. Respondió Veira, mirando algo más allá del cielo. “La Azure Hold tiene dispositivos de observación astronómica destinados a asistir en su vuelo. Si pudiera comprobar los registros que allí se guardan, podría enterarme de los cambios que han sufrido los cielos en los últimos mil años”.

“¿Es realmente tan importante la realineación de las estrellas?” Preguntó Leonis.

“Los dragones pueden prever el destino del mundo utilizando los instrumentos de la Azure Hold. Si pudiera examinar las estrellas con detenimiento, podría llegar a entender lo que está pasando”.

“… Ya veo”.

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Leonis tuvo que admitir que las palabras de Arakael eran difíciles de ignorar.

El mundo renacerá con la Estrella de la Nada.

La Nada, los Void y las Espadas Sagradas…

Una ráfaga de viento agitó los largos mechones de Veira antes de que la brisa se convirtiera en un torbellino que se agitó a su alrededor. Los cuernos del Rey Demonio Dragón empezaron a crecer de forma alarmante.

“He oído que esas monstruosidades del Vacío suelen construir Colmenas en ruinas antiguas. Ten cuidado”. Dijo Leonis.

Existía la posibilidad de que sus difuntos compañeros Dragones también se hubieran convertido en Void.

“Leonis, ¿por quién me tomas?” Veira se dio la vuelta, enseñándole los colmillos con una expresión feroz. “Si alguien es tan tonto como para mancillar mi castillo, lo masacraré. Y en cuanto al que haya sido tan arrogante como para intentar convertirme en un asqueroso monstruo del Vacío, le arrancaré personalmente los intestinos y lo quemaré hasta convertirlo en cenizas”.

“De acuerdo. Mis disculpas, Veira. Fue impropio de mí decirlo”.

Nada era más descortés que mostrar preocupación por otro Rey Demonio.

(La influencia de mi sirviente sobreprotector debe estar contagiándome).

Reflexionó Leonis con ironía.

Dos alas de dragón brotaron de la espalda de Veira. “Me encantaría tener una batalla seria la próxima vez que nos encontremos, Leo”. Afirmó.

Leonis se burló, con una sonrisa indomable en los labios. “Igual yo. La próxima vez, debería luchar contra ti con tu poder restaurado”.

“Asegúrate de educar bien a esa vampiresa tuya. Se muestra prometedora.

Después de todo, pocos podrían enfrentarse a mí de esa manera”.

“Tomaré nota de tu sugerencia, pero no es necesario”.

Algunas llamas danzaron sobre los mechones carmesí de Veira, envolviendo rápidamente todo su cuerpo. El fuego ardía con fuerza, convirtiéndose en un pilar ardiente que se extendía hasta el cielo. Un momento después, un gigantesco Dragón Carmesí alzó el vuelo.

La forma de vida más fuerte del mundo, el soberano de todos los Dragones y uno de los poderosos Reyes Demonio. El tirano demoníaco de los dragones, Veira Greater Dragon, se elevó en el aire con toda su majestuosidad.

“… Realmente eres muy hermosa en esta forma, Veira”.

“¡Graaaaaaaaaaaaah!”

Extendiendo sus gigantescas alas, el Rey Demonio Dragón rugió. Mientras sonaba la sirena del sistema de defensa de la ciudad, Veira sobrevoló el Séptimo Assault Garden.

(Han sido un par de días agitados, pero considero que tu ausencia se sentirá mucho).

Leonis observó cómo la forma de Veira se encogía mientras volaba hacia el horizonte.

“… En verdad viene y se va como una tormenta”.

La sombra a los pies de Leonis se onduló ligeramente, y una pequeña chica se asomó al exterior. Pellizcó el dobladillo de los pantalones de Leonis tímidamente.

“¿Qué estás haciendo, Shirley?”

“M-Mis disculpas, Leonis-sama. Es que usted estaba… erm, en compañía del Rey Demonio Dragón”. Shirley miró a su alrededor con cautela, manteniéndose sumergida en la sombra de Leonis a excepción de su rostro.

(Supongo que no puedo culparla…)

Shirley había sido testigo de la violencia que Veira había ejercido hace mil años. Con un ejército de dragones a su servicio, había arrasado países enteros. Desafiaba a cualquier oponente que considerara digno, ya fuera un enemigo, un dios u otro Rey Demonio. El Rey Demonio Dragón era una calamidad viviente que traía la ruina a diversos lugares con sólo pasar por encima de ellos.

(Supongo que todos los demás Reyes Demonio eran así).

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“El Rey Demonio Dragón no volverá, ¿verdad?” Preguntó Shirley con ansiedad.

“No te preocupes. Ha partido en busca de los restos de la Azure Hold”.

“¿Es así…?” Shirley suspiró aliviada y se deslizó fuera de la sombra de Leonis.

Leonis miró el atuendo de Shirley con confusión. “¿Hmm? ¿Qué pasa con ese atuendo?”

No estaba vestida con su habitual atuendo de sirvienta. El diseño de su vestimenta se asemejaba a su típico uniforme en algunos aspectos, pero era del color de las tiernas hojas y tenía un claro toque extranjero.

“Oh, ¿se ha dado cuenta, Leonis-sama?” Shirley sonrió felizmente.

“Creo que cualquiera lo haría”.


“Eso no es verdad, Leonis-sama. A veces puede ser bastante denso…” Shirley afirmó tajantemente y señaló a una de las plazas de la ciudad que había debajo de ellos. “Lo conseguí en ese bloque de allí. Es una zona autónoma poblada por supervivientes de la Orquídea Sakura”.

“La Orquídea Sakura. La patria de Sakuya”.

Mientras Leonis pensaba en ello, se dio cuenta de que la ropa de Shirley se parecía al uniforme modificado de Sakuya. La sección de la ciudad de la que procedía era una región autónoma del Séptimo Assault Garden. Debía ser como el sexto sector, donde vivían los semi-humanos y los elfos.

“Mi uniforme de sirvienta podría parecer llamativo, así que pensé en adquirir algunas prendas que no destaquen tanto”. Explicó Shirley.

Dio una pequeña vuelta para mostrar, los largos dobladillos de la prenda bailando en el aire.

“… Te queda bien, supongo”. Observó Leonis con franqueza.


“¡L-Leonis-sama, esas palabras tan amables se desperdician en mí!”. Shirley agachó la cabeza, con el rostro enrojecido. “¡Ah, le he traído un regalo!”

Leonis levantó una ceja. “¿Hmm?”

Shirley sacó tres pinchos con elegantes esferas de colores pegadas a ellos.

“¿Qué son?” Preguntó Leonis.

“Son un tipo de dulce llamado dango15, Leonis-sama”. Explicó Shirley.

“Oh”.

“Por favor, tome uno”. Shirley ofreció con entusiasmo a Leonis uno de los pinchos.

Leonis lo aceptó y le dio un mordisco. “Mm. Tiene una textura elástica, como una rosquilla”. Comentó.

“¡Sentí una sensación parecida!” Respondió Shirley con un rostro de felicidad.

Seiken Gakuin no Maken Tsukai Volumen 5 Capitulo 5 Novela Ligera

 

Cuando Leonis intentó tragar el dango, se le quedó atascado en la garganta.

El Rey No Muerto tosió y empezó a darse golpecitos en el pecho.

“Tome un poco de té, Leonis-sama”. Dijo Shirley, ofreciéndole una taza.

“Oh, gracias”. Leonis aceptó la bebida para pasarse el dango. “Así que, ¿por qué estabas investigando la Orquídea Sakura?” Le preguntó a su sirviente.

“Fue porque se lo pedí, Magnus-sama”. Respondió una voz grave.

Un par de ojos dorados miraron a Leonis desde su sombra y emergió un lobo negro.

“¿Blackas? ¿Qué significa esto?”

“La gente de la Orquídea Sakura es bastante interesante”. Explicó Blackas. “Algunos de ellos pueden ejercer un misterioso poder que no es ni hechicería ni Espada Sagrada”.

“¿Oh? Eso sí que suena interesante”.

Hace mil años, existía un pueblo que poseía una habilidad única llamada Arte Sagrado. Habían servido al Rey Demonio de la Ira.

“¿Todos los de la Orquídea Sakura tienen este poder?” Preguntó Leonis.

“Es demasiado pronto para saberlo con certeza”. Admitió Blackas. “Pero la destreza física de esa chica de cabello azul puede estar relacionada con esa habilidad. Y la población de la Orquídea Sakura parece mantener tradiciones diferentes a las del resto del Imperio Integrado. Quizá sean nuestra clave para saber más sobre el motivo por el que tanta historia parece haber sido borrada”.

Si el imperio actual estaba detrás de las leyendas de los Reyes Demonio y los Seis Héroes que fueron borrados de la historia, entonces esos relatos perdidos podrían haber sobrevivido entre la gente de la Orquídea Sakura.

“… Ya veo. Continúa tu investigación, entonces. Y si encuentras alguno que parezca ser útil para los Ejércitos de los Reyes Demonio, busca la manera de reclutarlo”. Instruyó Leonis.

“Entendido”. Respondió Blackas.

Shirley inclinó la cabeza respetuosamente. “Así se hará, Leonis-sama”.

De repente, la voz de Lyseria comenzó a sonar en el terminal de Leonis. <<…

Leo-kun, ¿dónde estás? La reunión está a punto de empezar>>

<<He preparado tu favorito para el desayuno, chico. Omurice>> La voz de Regina añadió alegremente.

“… L-Lo siento, ahora mismo voy”. Respondió Leonis apresuradamente, y enseguida recurrió a los corredores de las sombras para regresar al dormitorio.

“… Siento llegar tarde”. Leonis se disculpó mientras entraba por la puerta principal del dormitorio.

“¿Dónde estabas, Leo-kun? Estaba muy preocupada”. Le reprendió su sobreprotectora sirviente.

Los platos del desayuno se alineaban en la mesa de la sala común. El resto del Decimoctavo Pelotón ya estaba sentado.

“Bueno, Veira me ha dicho que volverá a su patria, así que he ido a despedirla”. Leonis le dijo a las demás.

“¿De verdad?” Dijo Lyseria, claramente sorprendida. “Eso es… muy repentino…”

“No creo que tuviera intención de quedarse mucho tiempo”. Respondió Leonis apresuradamente.

“¿Pero dejó la ciudad por su cuenta?”

“Es una persona de espíritu muy libre. No tengo dudas de que estará bien”.

“Y-Ya veo…” Lyseria frunció el ceño, evidentemente todavía un poco preocupada. “Si es amiga de Leo-kun, supongo que está bien”. Susurró para sí misma, aparentemente satisfecha con esa vaga explicación.

Leonis se sorprendió al ver que su expresión parecía más bien melancólica ante la perspectiva de la partida de Veira. Tal vez aquel encuentro en la piscina las había unido, aunque sólo fuera un poco.

(Veira también parecía reconocer la fuerza de Lyseria…)

“Por ahora, toma asiento, chico. Tu desayuno se está enfriando”. Le instó Regina.

Leonis obedeció, sentándose frente a un plato de omurice16 esponjoso con un gran trozo de mantequilla encima, tostadas crujientes, tocino, ensalada y rúcula. El omurice estaba hecho hasta el punto de la perfección artística, dejando claro que Regina era quien había preparado la comida de hoy.

Curiosamente, el omurice de Leonis también tenía una banderita plantada.

“No necesito esto. Por favor, deja de tratarme como a un niño”. Insistió el Rey Demonio, sacando malhumoradamente la diminuta cosa antes de darle un bocado a su omurice.

El Decimoctavo Pelotón comenzó su reunión de emergencia durante el desayuno.

“¿Así que se trata de la misión de exterminio de la Colmena?” Preguntó Leonis.

“Sí. Debemos destruir una fuerza de Void latentes antes de que eclosionen. El lugar está a unos ciento cincuenta kilómetros al suroeste, cerca del Bosque de Miasma. Existe la posibilidad de que esta Colmena se extienda a una distancia bastante grande”.

Mientras Lyseria hablaba, señaló en el mapa de su terminal el lugar. Un lugar conocido como el Bosque de la Muerte

(¡Ahí están las ruinas de Necrozoa!) Pensó Leonis, con sus ojos abiertos por la sorpresa.

El último bastión de los Ejércitos de los Reyes Demonio era un enorme laberinto subterráneo compuesto por trece estratos. En la superficie se encontraba Death Hold, la fortaleza personal de Leonis, y un templo dedicado a la diosa Roselia Ishtaris. El suelo que rodeaba a Necrozoa estaba envuelto en una neblina nociva que convertía el lugar en una tierra de muerte.

En todo caso, así había sido hace mil años. Death Hold cayó ante la alianza humana y los Seis Héroes. En el tiempo transcurrido, un espeso bosque se había tragado los restos.

“Eso es cerca de donde te encontramos, Leo-kun”. Comentó Lyseria.

Pensativa, Regina añadió: “Cuando investigamos las ruinas, nos encontramos con varios Void grandes, pero no había signos de que se estuviera formando una Colmena de tamaño considerable”.

El Gran Mausoleo donde Leonis se había sellado a sí mismo estaba en lo más profundo del laberinto subterráneo. Había colocado hechizos de ocultación para evitar que el lugar fuera saqueado por aventureros y ladrones de tumbas.

Sin embargo, su poder debe haber disminuido con el tiempo, permitiendo a Lyseria aventurarse tan profundamente como lo había hecho y descubrir a Leonis en estasis mágica.

“Creo que esa es probablemente la mayor razón por la que ordenaron que nuestro pelotón ayudara en esta misión”. Dijo Elfine. “Ya tenemos una idea de la topografía de la zona”.

“En comparación con la exploración de un lugar del que no tenemos datos, el hecho de haber estado allí antes marca una gran diferencia”. Añadió Sakuya, apartando los guisantes verdes que se habían añadido a su omurice.

“No vas a crecer si eres exigente con la comida, Sakuya”. Regina le reprendió despreocupadamente.

“… ¡Tsk!” Sakuya chasqueó la lengua con frustración. “¡El chico tampoco está comiendo sus guisantes!”

“Bueno, Leonis todavía es un niño, no puedes culparlo”. Respondió Elfine, moviendo los guisantes que Leonis había estado evitando a su propio plato.

“Lo estás mimando demasiado, Fine-senpai”. Dijo Lyseria. “Leo-kun, tienes que comer tus verduras”.

“Creo que usted también lo consiente muy a menudo, Seria ojou-sama…” Regina bromeó en tono bajo.

“B-Bien”. Leonis resopló y devolvió las cositas verdes a su plato. Luego bajó su mirada hacia el terminal de Lyseria y al mapa que se mostraba en él. El conjunto de puntos rojos sobre el mapa indicaba la ubicación probable de la Colmena del Vacío. Era de gran tamaño, con la Death Hold en su centro.

(De regreso a casa, a Necrozoa, ¿eh? Aunque dudo que quede mucho allí).

La antigua base de operaciones del Rey No Muerto se había perdido hace un milenio. Ya había trasladado todos los artefactos de Clase-Héroe que guardaba allí a la bóveda del tesoro del Reino de las Sombras. No era probable que quedara ningún hueso digno de ser reanimado. Por eso Leonis había priorizado investigar las cosas en el Séptimo Assault Garden en lugar de volver allí.

Sin embargo, no podía pasar por alto que los Void infestaban su fortaleza, incluso si el lugar era poco más que escombros ahora. Muchos no muertos habían luchado y perecido en Necrozoa; era un lugar que merecía reverencia.

(Es una buena oportunidad para limpiar mi fortaleza de esas pestes. Los destruiré con tanta intensidad que no quedarán ni siquiera las cenizas).

Mientras Leonis se entretenía con esa perversa idea, Lyseria les explicaba el tamaño de la unidad que participaría en la operación y la composición de sus fuerzas.

“… Y eso concluye la sesión informativa. ¿Alguna pregunta?” Preguntó Lyseria, mirando a los miembros del pelotón. “Seremos parte de una fuerza del tamaño de una compañía. Sé que es una misión de exterminio, pero es una agrupación bastante grande”.

“Formada por elites con altas calificaciones, nada menos”. Regina intervino.

“Sí. Liat Guinness, el León Ardiente del quinto pelotón, estará al mando de la operación”. Lyseria continuó con un asentimiento. “No lo llamaré fuerza excesiva, pero formaremos una unidad bastante robusta”. La chica de cabello plateado se volvió hacia Elfine. “Fine-senpai, te encargarás de proporcionar apoyo en la base de relevo…”

“No, quiero participar en esta operación en el lugar”. Elfine intervino.

“¿Huh?” Lyseria la miró, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Regina y Sakuya pusieron expresiones similares. Visiblemente preocupada, Lyseria protestó suavemente: “Pero, Fine-senpai…”

La chica mayor sacudió la cabeza con una leve sonrisa en el rostro. “No te preocupes. Ya es hora de que vuelva al frente. Hay cierta información que sólo se puede obtener directamente en el campo, y si no participo en la batalla, mi sentido de combate no volverá. Creo que es la única manera de recuperar todas las habilidades de mi Eye of the Witch”. Había una luz clara y decidida en sus ojos negros.

(El poder perdido de su Espada Sagrada…)

El Eye of the Witch de Elfine poseía unas capacidades de radar extraordinarias, pero una vez le dijo a Leonis que ése no era el verdadero poder de su Espada Sagrada. Seis meses atrás, dos de sus compañeros habían muerto mientras investigaban una Colmena del Vacío. La Espada Sagrada de Elfine había perdido su fuerza tras ese suceso.

Al encontrarse con la mirada de Elfine, Lyseria respondió: “Entendido. Esta vez nos acompañarás”.

“Ugh… Ha… ¡Aaah, aaah…! ¡Nngh…!”

Otro terrible despertar. Su cuerpo se sentía pesado y húmedo por el sudor frío.

Más sueños de ese día.

Lo revisaba continuamente en sus pesadillas, y el arrepentimiento nunca se desvanecía. Después de que su pelotón se disolviera tras su fracaso a la hora de protegerlos, pasó cada momento que estuvo despierto luchando contra los Void… Su idea de un castigo adecuado. Trabajó para evolucionar su Espada Sagrada y adquirir más poder.


Entonces, un día, comenzó a escuchar esa voz en su cabeza.

La diosa.

“¡Estamos listos para partir, Capitán!”

“Sí, voy enseguida”.

Apagando las llamas negras y malformadas que había producido en la palma de su mano, el joven se puso de pie.

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