Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)
Volumen 4
Capitulo 7: Rey Demonio Vs Rey Demonio
“¡Goooooooooooooooooooooh!”
Con cada aullido que salía de las fauces de Veira, más dragones corruptos se abrían paso a través de las fisuras de la realidad. Cientos de Void aparecieron de las grietas, volando en picada y en círculos en los cielos. Contemplar el espectáculo le recordó a Leonis la cordillera de los dragones demoníacos.
“¡No tienen fin!” Desde lo alto de Blackas, Leonis apretó los dientes.
Era poco probable que la Academia Excalibur sobreviviera ante esta fuerza abrumadora. Contra una Estampida, sólo necesitaban matar al Lord del Vacío que la lideraba. Sin embargo, esta situación era un poco diferente. Hasta donde Leonis podía ver, Veira aún no se había transformado del todo. Sus llameantes escamas rojizas tenían el mismo aspecto de hace mil años.
El Archi-Sabio Arakael Degradios, y la Santa, Tearis Resurrectia, se habían convertido sin lugar a dudas en Void, y sus formas habían reflejado ese cambio.
“Blackas, no creo que se haya rendido del todo al poder de los Void todavía”.
“Eso es…” Blackas comenzó a responder, pero se detuvo. Como amigo y compañero inseparable de este Rey Demonio, captó perfectamente los sentimientos de Leonis. “… En efecto. Supongo que no podemos negar rotundamente esa posibilidad”.
“Deseo salvarla”. Declaró Leonis. “Si lo intentamos ahora, aún debería ser posible”.
“¿Hay algún método para eliminar esa corrupción?”
“Sí. Mataré a Veira. Entonces, usando la hechicería del Reino de la Muerte, la resucitaré como un no muerto”.
“¿Pretendes convertir al Rey Demonio Dragón en tu sirviente?” “Así es. Aunque no sé si tendré éxito”.
Cuando se quedó solo, los Void muertos se desvanecieron y desaparecieron. Leonis no estaba del todo seguro de poder resucitar al Gran Dragón con su magia. Ni siquiera el éxito garantizaba que Veira quedara libre de la influencia del Vacío.
“En cualquier caso, ¡no podemos luchar aquí!” Declaró Leonis, levantando el Báculo de los Pecados Sellados. “Estrellas demoníacas, sométanse a mi autoridad y caigan en picada desde su asiento celestial… ¡Gran Mezekis!”
Mientras Veira aullaba, una gigantesca esfera oscura se formó por encima del Dragón, cayendo sobre ella como si tratara de empujar a la criatura alada hacia la tierra.
*¡Voooooooooooooooooooo!*
Leonis había lanzado un hechizo de Décimo-Orden, [Avalancha de la Estrella Fugaz]. Una masa condensada de gravedad consumió a la tirana de los cielos, enviándola hacia el océano.
*¡Whoosh!*
La colisión de Veira con el mar levantó un espectacular chorro de agua.
Blackas y Leonis flotaron hacia el lugar del impacto del Dragón.
“Como es costumbre, cuando dos Reyes Demonio chocan, usamos esto”.
Leonis produjo un orbe de color sangre en el aire y lo sostuvo sobre su cabeza. Las aguas bajo él, empezaron a arremolinarse y a separarse, dejando al descubierto el lecho marino. Olas de oscuridad se abrieron paso en el perímetro del fondo marino expuesto, formando una barrera circular.
Se trataba del [Campo Limítrofe de la Diosa], una barrera producida por la hechicería única de Roselia Ishtaris. Ni siquiera Leonis, que había activado la magia, podía escapar de ella. Sólo había dos métodos de salida: los combatientes podían dejar de luchar y llegar a un acuerdo, o una de las partes moría.
“Ahora puedo luchar sin tener que preocuparme de que la ciudad resulte dañada”. Comentó Leonis. Mirando a Veira, que estaba hundida en el fondo del mar, mientras intentaba desenfundar la espada que escondía en su báculo. Sin embargo, el esfuerzo resultó infructuoso.
(Ya me lo imaginaba).
Dado que la Espada Demoníaca de la diosa, Dáinsleif, era poderosa hasta el punto de ser extremadamente peligrosa, había importantes restricciones en su uso. Leonis sólo podía desenvainar el arma para defender su reino. Además, podía usarse contra otros Reyes Demonio u otros sirvientes de la Diosa de la Rebelión.
(Es toda una desventaja, dado que lucho contra Veira).
Los Dragones tenían una gran resistencia a la magia, un rasgo único de su especie.
Para un hechicero como Leonis, un Dragón era el peor oponente posible. Y como estaba en el cuerpo de un niño, sus reservas de mana se veían muy disminuidas.
(Pero no hay otra opción). Pensó Leonis con una sonrisa irónica. Descendió al fondo del océano expuesto con el Báculo de los Pecados Sellados en la mano.
Una descarga de rayos crepitó en el cielo mientras el aguacero golpeaba un callejón del centro de la ciudad.
“¡Hisssssssssss!” Un Demonio Lagarto aulló mientras se lanzaba hacia abajo.
Shirley lo esquivó, con su falda ondeando en el clima tormentoso. Girando, lanzó una hoja de oscuridad por el aire. El cuchillo golpeó al Demonio Lagarto justo en la cabeza, haciendo que se hundiera de nuevo en las sombras.
“¿Gritando antes de lanzar un ataque sorpresa? ¿Eres alguna clase de idiota?” Se burló la sirvienta asesina con una mirada fría en sus ojos carmesí.
Sólo quedaba el Demonio Espiral, pero estaba a otro nivel comparado con los otros dos.
(Supongo que tendré que tomarme este combate en serio…)
Shirley sacó una hoja ébano, la Daga de la Mariposa de la Muerte, Refisca. Era un arma mágica de Clase-Leyenda que le había obsequiado Leonis. Sosteniendo la empuñadura bellamente decorada por debajo de su mano, Shirley se impulsó contra la pared del edificio y saltó hacia arriba.
El Demonio Espiral se refugió en las sombras, aparentemente esperando una oportunidad para atacar. Este asesino era probablemente del Reino de las Sombras, al igual que Shirley. La criatura desprendía el olor de alguien que ha pasado su vida en la oscuridad y ha dominado el asesinato como su oficio.
Hace tiempo, una chica llamada Shirley Corvette había sido igual.
(Esto es todo lo que puedo hacer).
Cuando Shirley saltó, la Refisca creó copias de sí misma en el aire. Los innumerables cuchillos llovieron sobre el objetivo de la chica y, sin embargo, no parecían acertar en nada. Por un momento, sólo se escuchó el sonido de salpicaduras en el agua.
De repente, unos fantasmagóricos brazos de obsidiana se extendieron desde las paredes alrededor de Shirley, enroscándose y atrapando sus extremidades.
“… ¡¿?!”
Arañas gigantes salieron de las sombras de las paredes, una tras otra. Tres, cuatro, seis de ellas. Todas eran idénticas al demonio que había atacado el dormitorio.
“Geh, eh… Geh, eh, eh, eh, eh…” Un cacareo espeluznante llenó el callejón.
“… Ya veo. Así que de eso se trataba”. Susurró Shirley mientras intentaba liberarse.
Estas criaturas eran las mismas que habían intentado matar a Leonis y Sakuya mediante la autodestrucción. Eso sólo podía significar…
“Tú creas estos demonios con tu poder”. Dedujo Shirley.
“Precisamente. Soy Raspilius”. Dijo el Demonio Espiral, emergiendo por encima de Shirley.
“Lo que has observado es el poder de mi Espada Demoníaca, la cual me fue concedida por el Todopoderoso. Me permite crear reproducciones de los demonios que he consumido. Los Demonios de las Sombras representan una fuerza de asesinos, contenida enteramente en mí”.
“… ¿Quién es ese Todopoderoso del que hablas?” Preguntó Shirley.
“No necesitas saberlo”. El demonio de la sombra respondió con una mueca.
“Después de todo, vas a morir”.
Al momento siguiente, los Demonios Araña explotaron todos a la vez.
Corriendo por la escalera de emergencia, Lyseria y Arle se apresuraron a salir a la superficie. Después de que Lyseria pateara la puerta, la pareja se encontró en un jardín botánico. Allí se hallaban reunidas plantas de todo el mundo, aparentemente con fines de investigación.
Volviéndose para mirar a Arle, Lyseria preguntó: “¿Quién es ese sacerdote?”
“Yo tampoco sé mucho sobre él”. La elfa negó con la cabeza, agitando su cola de caballo de un lado a otro. “Lo único que sé es que es de la misma época que yo”.
“¿La misma… época?” El ceño de Lyseria se frunció ante esta inusual expresión.
“Lo siento, pero no creo que tenga tiempo para explicarlo”.
“… ¡¿?!”
Incontables bolas de fuego se formaron en el aire y volaron hacia las dos. Lyseria y Arle se separaron, esquivando las esferas ardientes que recorrían el suelo dejando llamas a su paso.
“¿Es este el tipo de lugar en el que les gusta jugar?” Se burló una voz familiar.
*¡Crack, crack, crack…!*
Unas fisuras atravesaron el aire como si fuera de cristal, y de entre ellas apareció Nefakess, todavía envuelto en su traje de sacerdote. Lyseria reconoció esas fracturas.
“¡¿Grietas del vacío?! ¿Pero cómo?”
Nefakess levantó la mano con una sonrisa.
“¡Egila Iva!”
Rayos negros brotaron de su mano.
“¡Aaaaaaah!”
Arle Kirlesio desvió la electricidad con su espada y se abalanzó sobre Nefakess. Lyseria pudo ver que una tenue aura cubría el cuerpo de Arle. La elfa había reforzado su fuerza física con mana.
A pesar de sus delicados brazos, Arle lanzó un intenso tajo. Por desgracia, Nefakess se hundió en una fisura del Vacío antes de que su espada pudiera conectar.
“Hmm. Una Arc Seven. La espada azotadora de demonios, Crozax…” Nefakess comentó, apareciendo detrás de las dos chicas.
“… ¡¿?!”
Arle se giró rápidamente, preparándose para cortar al hombre, pero su tajo fue bloqueado por un báculo que se manifestó en las manos de Nefakess.
“Una lástima. Parece que aún no la dominas”. Se burló con una fina sonrisa.
“Ese báculo…” Dijo Arle, con los ojos entrecerrados.
“El Báculo de la Perdición, Vraluka Zoa. El báculo de un legendario archimago”.
“¡¿Uno de los Seis Héroes…?!” Los ojos de Arle se abrieron de par en par, sorprendida.
“Como puedes ver, no estoy hecho para el combate cuerpo a cuerpo”.
Al sentir el mana que se acumulaba en la punta del báculo, Arle dio un salto hacia atrás.
“Hechicería de Tercer-Orden… ¡Farga!”
Una explosión ensordecedora estalló. El aire se agitó y la explosión consumió a Arle.
“Parece que tu fuerza actual está muy lejos de tu poder original, héroe elfo…” Espetó Nefakess.
“¡No te olvides de mí!” Gritó Lyseria, cargando hacia el hombre vestido de sacerdote con su Bloody Sword en la mano.
Sin embargo, Nefakess la esquivó con facilidad. Moviendo su mano en forma de marca sagrada sobre su pecho, comenzó a entonar. “Trae el resplandor sagrado sobre los arrogantes muertos caídos… ¡Barrera de Luz Sagrada!”
Nefakess golpeó su báculo contra el suelo, y un brillante y divino resplandor comenzó a extenderse a su alrededor.
“¡Kuh… Ahhhhhhhh!” Abrumada por un dolor ardiente y sofocante, Lyseria se desplomó dónde estaba. “¡¿Q-Qué…?!”
“Esto es magia sagrada. Para un no muerto, no hay nada más doloroso”. “Ngh… ¡Ahhhhhhhh!”
Lyseria no podía respirar. Agarrando su propio cuello, la joven se dejó caer al suelo, retorciéndose de agonía. El dolor era indescriptible. Era como si su alma estuviera siendo quemada hasta la médula.
“Qué peculiar”. Susurró Nefakess mientras observaba a Lyseria contorsionarse y retorcerse. “Si este es el alcance de tu poder, no entiendo cómo has podido destruir a la Santa”.
“Ah… Nghahhhh… ¡Ahhhhh!”
“Ah, bueno. Hay mucha información que necesito sacarte…” Nefakess agarró violentamente a Lyseria de sus largos mechones plateados.
En ese mismo momento, un destello recorrió el aire.
*¡Fwishhhhhhh!*
“… ¡¿Qué?!”
Cuando un tajo ejecutado a la velocidad de los dioses se dirigió hacia Nefakess, el hombre lo bloqueó por reflejo con su báculo. Un pálido rayo crepitó y estalló en el aire, bailando vibrantemente sobre los charcos de agua. En el centro de todo ello se encontraba…
“… Me disculpo por la demora, Lyseria-senpai”. Sakuya se disculpó tranquilamente, con Raikirimaru en sus manos. “¿Supongo que tengo permiso para cortar a este hombre en tiras?”
“Cenizas a las cenizas, polvo al polvo, obedece a tu predestinada destrucción… ¡Arzam!”
El Báculo de Pecados Sellados de Leonis irradiaba un brillo ominoso. Desde arriba llegó un hechizo de Décimo-Orden que no podía ser igualado en términos de poder ofensivo de un solo objetivo.
*¡Booooooooooooooom!*
Una detonación ensordecedora, lo suficientemente fuerte como para sacudir el mundo mismo, sonó mientras un pilar de llamas rojas brotaba del suelo, serpenteando hacia arriba.
Sin embargo…
“… No hubo daño alguno. No esperaba menos de ti, Veira”. Leonis sintió que un sudor frío le recorría la frente. Un Dragón Carmesí se mantenía sereno ante él. En contra de cualquier otro oponente, un hechizo de Décimo-Orden le habría dado una victoria segura.
“Luchar contra un dragón con hechicería es una mala idea, después de todo”.
“¿Podríamos sellarla en el Reino de las Sombras?” Preguntó Blackas.
Leonis consideró la idea por un momento, pero finalmente negó con la cabeza. “Eso implica el riesgo de darme otro enemigo contra el que luchar”.
El tercer sirviente de Leonis estaba sellado en el Reino de las Sombras, y estaba más allá de su poder de control por el momento.
“Tendremos que terminar con esto rápidamente. Y puede que no tenga más remedio que convertirlo en una batalla cuerpo a cuerpo…”
Las batallas entre Reyes Demonio podían durar días, incluso semanas. Cuando Leonis tenía un cuerpo no muerto que desconocía la fatiga, disfrutaba de ese desafío. Sin embargo, ahora que era un niño humano, estaba sujeto al agotamiento. Además, su mana era sólo un tercio de lo que había tenido antes. Participar en un juego a largo plazo significaría la derrota.
“¡Graz Garud! ¡Voira Zo! ¡Al Gu Belzelga!”
Murmurando conjuros en rápida sucesión, agitó su báculo para aumentar el poder de su hechicería y desató una ráfaga de hechizos de Octavo-Orden de grado táctico.
“¡Grohhhhhhhhhh!” El Dragón Infernal aulló, haciendo llover rayos destructivos dentro de la barrera.
“… ¡!”
Blackas retrocedió de un salto, lanzándose acrobáticamente desde las paredes de la barrera para evadir los rayos.
“¡E-Espera, Blackas, mi cuerpo actual no puede seguir el ritmo!” Gritó Leonis.
Sin embargo, el lobo de ébano no se detuvo. Leonis se aferró a él para salvar su vida con su mano libre. Había aplicado el hechizo [Unidad del Jinete] para asegurarse de que seguiría montado en su amigo, así que no había posibilidad de que se cayera, pero…
“¡Nos acercaremos a ella por este lado, Magnus-sama!” “¡Entendido!”
Blackas se apresuró y saltó, corriendo verticalmente sobre la barrera. Veira levantó su cabeza y liberó un torrente de fuego mortal.
“¡Sharianos!”
En lugar de usar magia defensiva, Leonis lanzó por reflejo un hechizo ofensivo de elemento hielo.
*¡Booooom!*
El frío se encontró con el calor, y se produjo una intensa ráfaga de vapor, llenando la zona de una espesa niebla. Sin embargo, incluso con la visibilidad reducida, Blackas no se detuvo.
“No parece que esté llamando a más Void…” Observó el gran lobo.
“Tienes razón. Probablemente entiende instintivamente que esas pequeñas patatas fritas no servirán de nada contra mí”. Se jactó Leonis.
Por supuesto, los Void de Clase-Dragón sólo eran débiles ante alguien con el poder de Leonis. Las repulsivas criaturas eran una amenaza considerable para los estudiantes de la Academia Excalibur. Aunque Leonis había dejado a los Tres Campeones de Rognas en el Dormitorio Hræsvelgr, no podían proteger por sí solos la totalidad del Séptimo Assault Garden.
(Tengo que resolver esto con rapidez).
“¡Graaaaaaaaaaaaah!”
Una ráfaga destructiva de llamas arremetió contra las paredes de la barrera. Este ataque mediante el aliento era capaz de hacer volar fortalezas enteras. Los simples hechizos defensivos no podían aspirar a desviarlo. Blackas huyó a toda velocidad para evitar el fuego abrasador.
“Tsk. Y yo que esperaba que luchar de cerca fuera más fácil”. Justo cuando Leonis murmuró esas palabras, Veira sufrió un cambio repentino.
“¡¿Sakuya?!” Lyseria gritó, aún tendida en el suelo.
“Técnica de la Hoja Definitiva… ¡Corte Relámpago Atronador!” Sakuya desencadenó una ráfaga de veloces cortes, con su cuerpo rodeado de electricidad.
Cada golpe de su espada era tan rápido que Lyseria no podía seguirlos, ni siquiera con su vista de vampiro. Sakuya probablemente había cortado innumerables Void en el camino hacia aquí. El poder de Raikirimaru aumentaba su velocidad y le permitía acelerar más cuanto más saboreaba el arma la carne de sus enemigos. En estos momentos, Sakuya se movía a su máxima velocidad.
Este era el verdadero y desinhibido poder de Sakuya Sieglinde, un talento que nunca había mostrado durante los combates de entrenamiento.
Sin embargo, algo en su destreza sobrenatural con la espada le parecía a Lyseria… curiosamente extraño.
(¿Sakuya?)
Lyseria hizo circular mana por sus ojos, y mientras observaba el choque entre su amiga y Nefakess, vio lo que le preocupaba. La mano derecha de Sakuya, la que sujetaba a Raikirimaru, estaba envuelta en una miasma negro.
(¿Es el mismo miasma que desprenden los Void? Pero eso no puede ser…) Pero entonces…
“¡Por mi… hoja… tu contacto… será nulo y sin efecto…!” Lyseria oyó que una voz provenía de su espalda.
Arle Kirlesio se acercaba, arrastrándose por el suelo.
“¡Destruiré tu luz… Phar Rias!”
En ese momento, la barrera luminosa que torturaba a Lyseria se hizo añicos.
“Romper hechizos es… mi… especialidad…” Pronunció la chica elfa, apretando sus dientes por el dolor todo el tiempo. “Puedes… seguir moviéndote, ¿verdad…? Esa chica es fuerte… pero no puede ganar… sola…”
Cuando Arle perdió el equilibrio y se desplomó, Lyseria se apresuró a cogerla. Un charco de sangre se estaba formando a los pies de la elfa, y parecía que se había roto algunos huesos. Poderosa luchadora o no, no estaba en condiciones de continuar la batalla.
Lyseria no estaba en mejores condiciones. Sus habilidades de Reina Vampiro ya estaban trabajando para curarla, pero estaban consumiendo gran parte de su mana.
(Si sólo… tuviera más…)
Lyseria trató de ponerse en pie, con su conciencia aún confusa. Aquel sacerdote podía parecer humano, pero era un monstruo de fuerza insondable. Sakuya no era capaz de enfrentarse a él sola.
“… Lo siento. Sólo tomaré un poco”.
Lyseria tragó audiblemente antes de hundir con cuidado sus colmillos en el cuello de Arle.
*Vrah… ¡Vrahhhhh!*
Un fétido miasma se filtró de entre las escamas de Veira. Su enorme forma se hinchó con un ominoso sonido de crujido. Las placas empezaban a desprenderse de su cuerpo y de su interior brotaban brazos afilados y con garras. El Rey Demonio Dragón estaba adoptando otra forma más despreciable.
“… Kh. Blackas, ¡tenemos que abatirla antes de que sea demasiado tarde!” Gruñó Leonis. Se preguntó si ya era demasiado tarde para salvar a su compañera Rey Demonio.
(Si ese fuera el caso, entonces seré yo quien te ponga a descansar). Prometió.
Leonis aterrizó en el suelo, mirando directamente a Veira mientras un miasma negro brotaba de su cuerpo.
“Hechicería Original… Tirano Negro”.
Llamas oscuras envolvieron a Blackas y a Leonis. La Espada Demoníaca Dáinsleif contenía el alma de un héroe espadachín en su hoja. Siempre que Leonis sostenía el arma, era capaz de utilizar las técnicas que había aprendido del Maestro Espadachín, Shardark.
Pero en este momento, las habilidades de Leonis estaban selladas dentro de la espada. Podía manejar un arma hasta cierto punto, pero no podía esperar igualar a Sakuya sin el poder de Dáinsleif.
Por eso había utilizado [Tirano Oscuro]. El hechizo generador de armadura le permitía llevar el poder de Blackas Shadow Prince a su cuerpo. Esto le otorgó a Leonis cierta destreza en el combate cuerpo a cuerpo. Era una magia que el propio Rey No Muerto había desarrollado para cuando combatiera a enemigos resistentes a la hechicería.
“¿Debo crear una Hoja de Sombra?” Preguntó Blackas a su viejo amigo.
“No. Un arma creada con magia no puede aspirar a atravesar sus escamas”.
Leonis devolvió su Báculo de los Pecados Sellados a las sombras y sacó otra cosa.
“Cuando me enfrento a Reyes Demonio, uso esto”.
*Ssssss…*
Una espada larga de acero con un pomo decorado en forma de cruz se deslizó de entre el grueso ébano. Se trataba de la Zolgstar Mezekis… un arma asesina de Reyes Demonio. Durante el incidente a bordo del Hyperion, la bruja Sharnak la había convertido en un monstruo.
Leonis había hecho pedazos a ese Lord del Vacío, pero recogió sus fragmentos y reforzó con éxito la Zolgstar Mezekis con la ayuda de su magia. La hoja original se había perdido, por supuesto, pero Leonis era un artesano mágico de primera clase. Esta espada era lo suficientemente capaz como para penetrar las escamas del Rey Demonio.
“Veira, siempre he lamentado… no haber luchado a tu lado hasta el final”.
Admitió Leonis mientras tomaba su poderosa espada.
Como Rey No Muerto, había deseado morir honorablemente en batalla, luchando contra los Seis Héroes. Sin embargo, Roselia le había encomendado otra tarea. Seguir viviendo y despertar en esta nueva era.
“Siente la ira de mi espada… ¡Rey Demonio, Veira!”
“¡Farga!”
Un torrente de llamas salió disparado por el aire, haciendo volar a Sakuya.
“Khn… ¡Hyahhhhhhh!”
Sin embargo, en lugar de estrellarse, de alguna manera se las arregló para aterrizar sobre sus pies y acuchillar a su enemigo con Raikirimaru de nuevo. Nefakess le dirigió una mirada de consternación, pero consiguió esquivar.
“Oh. Qué extraño. Un humano resistiendo un hechizo de tercer orden sin otra protección que su propia carne y sangre. O quizás… ¿hay algo más?”
“No tengo por qué darte explicaciones”. Dijo Sakuya, empujando su espada hacia el hombre. Raikirimaru rozó la garganta de Nefakess.
“Bailen, llamas de calor abrasador… ¡Phranis!” Esta vez, lanzó un hechizo a quemarropa. El fuego brotó de la punta de su báculo, bañando a Sakuya.
“Eso no funcionará”. Declaró Sakuya, abriendo un camino a través del fuego y dando un paso confiado hacia adelante.
“¿Qué…?” Susurró Nefakess con incredulidad, con los ojos muy abiertos.
Una luz azul se asentó sobre la hoja de Raikirimaru. “Espada Demoníaca… Yamichidori”. Declaró Sakuya en un tono suave. “Es la primera vez que la empuño contra un oponente humano”.
“Oh, esto… sí que es fascinante”. Comentó Nefakess, esbozando una sonrisa indomable. “Ya veo. Ya no eres tan humana sino que te estás convirtiendo en un V…”
“¡Callate! ¡Cierra tu estúpida boca!”
Se produjo un destello azulado cuando Raikirimaru arremetió contra él. Sakuya entonces acercó la espada a ella y la empujó con la velocidad del rayo. La hoja se sumergió, dispuesta a arrancar el corazón de su enemigo, pero no atrapó más que aire vacío. Nefakess se había desvanecido en una grieta flotante.
“… ¡¿Qué?!”
“No hay nada de qué sorprenderse”. Nefakess se burló desde algún lugar. “Estoy más cerca de la nada que tú. Eso es todo…”
Sakuya se alejó de un salto por reflejo, pero…
“Bailen, cuchillas heladas de escarcha… ¡Shariagira!”
“… ¡Aaaaaaah!”
Cuchillas heladas atravesaron el aire, cortando el cuerpo de Sakuya.
“No ha terminado. Shariagira…” Nefakess salió de una de las grietas en el aire, cantando otro hechizo.
“¡Nefakess!”
*¡Zwoom!*
La sangre, afilada hasta el borde, se balanceó como un látigo, hiriendo el hombro del hombre.
“¡Aaaaaaaaaah!” Al darse la vuelta, Nefakess encontró a Lyseria, lanzándole su Bloody Sword.
*¡Slash!*
La hoja plateada cortó el brazo derecho del hombre, con el que sostenía su báculo.
“… ¡¿Qué… es lo que…?!”
Convirtiendo toda la sangre de su cuerpo en mana, Lyseria dio un paso adelante. Su cabello plateado brillaba intensamente, y el Vestido del Verdadero Ancestro que llevaba ahora desprendía un brillo carmesí.
Nefakess dio un salto hacia atrás. Sus bellas facciones estaban teñidas de pánico. “… Admito que estoy sorprendido. No pensé que te librarías de mi Barrera de Luz Sagrada”.
Lyseria no contestó, sólo miró fijamente. (¡Tengo que concentrar todo mi mana en este ataque…!)
Fue entonces cuando la joven notó algo extraño. Aunque había cortado por completo el brazo de Nefakess, no sangraba. En su lugar, una niebla negra surgía de la herida.
(¡Eso es miasma del Vacío! ¡¿Pero cómo?!)
“¡Celestia! ¡Celestia! ¡Celestia!”
Rayos de luz purificadora brotaron de la mano de Nefakess. Los hechizos eran capaces de reducir a polvo a la mayoría de los no muertos.
Cuando golpearon a Lyseria, un dolor lo suficientemente intenso como para convertir su corazón en cenizas recorrió su pecho. Aun así, la chica siguió adelante. Mientras llevara el Vestido del Verdadero Ancestro, la magia sagrada no podría abatirla.
“Barrera de Luz Sagr…” Nefakess se preparó para cantar otro hechizo de barrera.
“¡No te olvides de mí!”
Un relámpago pasó por delante de Lyseria.
“Técnica de la Hoja Definitiva… ¡Destello Relámpago!”
Raikirimaru desgarró el hombro derecho de Nefakess antes de que pudiera completar su magia. Ni siquiera un segundo después, la Bloody Sword de Lyseria apuñaló el pecho del hombre. Seguidamente, se formaron innumerables cuchillas de sangre que se dirigieron hacia Nefakess, encerrándolo en una jaula carmesí.
Lyseria levantó la Bloody Sword y cantó: “¡Como reina de los no muertos, te lo ordeno! Baila, retoza con la locura… ¡Blood Storm!
Las cuchillas carmesíes se arremolinaron y cortaron, pero Nefakess no parecía asustado.
“Keh… ¡Ah, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha, ha!”
“… ¡¿?!”
“¡Ya veo! ¡Así que he subestimado el poder de la humanidad!”
*¡Crack, crack, crack…*
Fisuras comenzaron a aparecer en la base de su brazo cortado. La fractura miraba a Lyseria como un ojo gigantesco. Era tan antinatural que la joven se estremeció y se quedó congelada en su sitio por unos segundos.
“Me retiraré aquí, por respeto a la humanidad. Sin embargo…” Nefakess se detuvo para dirigir a Lyseria una mirada cautivadora, casi obsesiva. “Hermosa reina. Permítame concederle esta humilde ofrenda”. Una piedra triangular salió volando de la mano del hombre.
“… ¡!”
Lyseria trató de evadirla, pero el objeto desapareció en su pecho.
“Puede que demuestres ser un recipiente digno para la diosa”.
“¡Espera…!” Exigió Lyseria, tratando de agarrar a Nefakess, pero se deslizó por una grieta y desapareció.
“Lyseria-senpai, ¿quién era ese hombre?” Le preguntó Sakuya.
“No lo sé. Era como un Void con forma humana. Pero eso no puede ser…” Lyseria negó con la cabeza.
“No. He visto algo así antes”. Admitió Sakuya.
“¿Huh?”
“El Lord del Vacío que destruyó la Orquídea Sakura parecía una persona”.
(Realmente puede producir un número ilimitado de demonios).
Shirley corrió por un callejón lluvioso. Mientras innumerables Demonios Araña la perseguían a través de las sombras, ella los azotaba con látigos. Pero cada vez que destruía una araña, una intensa explosión la hacía retroceder.
“… ¡!”
Golpeada por las repetidas explosiones de autodestrucción, el cansancio empezó a recorrer las facciones de Shirley. Su uniforme de sirvienta estaba empapado por la lluvia, y su mano izquierda, con la que sujetaba la Refisca, había quedado casi completamente incapacitada.
Las heridas que Shirley había sufrido antes eran más graves de lo que creía.
Había evitado el daño fatal ocultándose en las sombras, pero…
(Tal vez… me he vuelto más débil…) La sirvienta pensó con autodesprecio. (Leonis-sama, ha traído color a mi mundo, y a cambio…)
Al mirar a su alrededor, Shirley se dio cuenta de que estaba rodeada de oscuridad. Los corredores de las sombras se habían estropeado. No había escapatoria. Si las arañas seguían detonando, ella no duraría mucho. Shirley se puso de pie, sujetando la Refisca entre sus dientes.
(Tengo que derrotar al menos al Demonio de las Sombras, incluso si eso significa caer con él).
Pero justo entonces, algo cayó al charco que tenía a sus pies… un anillo. Era el que Leonis le había dado como recompensa. Lo había guardado desde entonces. Shirley se apresuró a recogerlo. La baratija poseía una magia capaz de convocar a un poderoso monstruo.
(… Si llamo a una criatura a la altura de un Demonio de las Sombras, al menos debería entretener a Raspilius).
Viendo que Shirley se agachaba como una apertura, los Demonios Araña se abalanzaron sobre ella.
(¡Leonis-sama!)
“¡Acabemos con esto, Veira!”
Leonis cargó con la Zolgstar Mezekis, la Espada Desgarradora del Mal, en su mano. Las llamas oscuras de Blackas ardían alrededor de su cuerpo.
“¡Graaaaaaaaaaaaaaaaah!”
El Rey Demonio Dragón exhaló un destructivo calor blanco hacia Leonis.
Leonis plantó sus pies en el suelo y saltó con un grito. Las llamas negras de sus piernas se hincharon, dejando un pequeño cráter a su paso. El fuego de Veira barrió el suelo, haciendo volar la tierra y formando columnas ardientes. Sin embargo, Leonis ya estaba por encima del Dragón, blandiendo la Espada Desgarradora del Mal mientras entonaba un hechizo.
“¡Al Gu Belzelga!”
La Zolgstar Mezekis estaba al rojo vivo debido a [Espada Mágica], una técnica de Espada Demoníaca que permitía canalizar la hechicería a través de su arma. Por supuesto, no había muchos objetos en la existencia que pudieran resistir el poder de un hechizo de Octavo-Orden. Cualquier otro objeto que no fuera la Arc Seven probablemente se habría hecho pedazos con el mero intento.
Las innumerables manos de los Void que salían del cuerpo del Rey Demonio Dragon persiguieron a Leonis.
“¡Demasiado lento!” Leonis giró en el aire, dando una voltereta mientras cortaba los brazos. Esta forma de ataque no era parte de las habilidades de espada del Héroe Leonis que estaban selladas con Dáinsleif. Blandir un arma con puro poder mágico era el estilo de un Rey Demonio. No, incluso eso no era una descripción apropiada. No había forma ni gracia en los movimientos de Leonis.
(¡Agitar una espada con el ímpetu de un niño es estimulante!) Había una sonrisa feroz en los labios de Leonis. *¡Voooosh!*
Cortó los brazos de los Void y luego apuntó a Veira, clavando la Espada Desgarradora del Mal en el cuello del Dragón. El poder de una Espada Sagrada forjada para matar Reyes Demonio atravesó la piel de la criatura.
(No esperaba menos de una de las Arc Seven. En verdad es un arma forjada para matar a mis camaradas y a mí).
Con las llamas del [Tirano Negro] fluyendo a su alrededor, Leonis forzó el filo de la Zolgstar Mezekis más allá de la nuca de Veira. El Dragón Corrompido aulló, extendiendo sus alas en un intento de escapar.
Esperando quitarse de encima a Leonis, se golpeó contra las paredes de la barrera. Mientras ascendía hacia el cielo, Veira se estrelló una y otra vez contra las superficies brillantes que la atrapaban a ella y a su compañero Rey Demonio.
La barrera de la diosa no podía ser destruida, pero cada vez que Veira chocaba con ella, las paredes parpadeaban.
(¡No puedo creer la fuerza que tiene!)
Leonis se aferró desesperadamente a la Zolgstar Mezekis, cuya hoja seguía enterrada en la carne de Veira.
“¡Rah Vaias!”
Un hechizo de Sexto-Orden pasó a través del arma, entrando directamente en el cuerpo del Dragón. Más escamas se desprendieron de la enorme criatura, y un miasma negro salió de sus heridas.
“… ¡¿?!”
Extrayendo su espada, Leonis inició su descenso. Pero mientras lo hacía, atravesó de un tajo la base de una de las alas de Veira.
“¡Grohhhhhhhhhhhh!” Veira aulló con locura, lanzándose hacia abajo para perseguir a Leonis mientras caía en picada. Ante la visión de las fauces abiertas del Dragón, Leonis entonó un hechizo del Reino de la Muerte.
“¡Atiendan a mi voz, porque soy el rey de los no muertos que trasciende la muerte! ¡Levántense y reúnanse a mi lado, soldados!”
En el momento en que Leonis aterrizó, apareció un gigantesco Dragón Esquelético que mordió la garganta de Veira. Utilizando los restos de gigantescas criaturas marinas que yacían en el fondo del océano, Leonis había reconstruido al azar un improvisado Dragón de hueso. Esa era una de las razones por las que había elegido el fondo marino como campo de batalla.
“Esto no ha terminado todavía. ¡Vamos!” Gritó Leonis con una sonrisa de satisfacción mientras construía un monstruo esquelético tras otro.
Sin embargo, Veira aplastó sus creaciones con golpes de su poderosa cola. *¡Whooooosh…*
Mientras se escudaba con hueso, Leonis puso algo de distancia entre él y Veira.
(Ni siquiera pudieron detenerla…)
Curiosamente, el oponente de Leonis no le dio caza.
El Dragón comenzó a hincharse de nuevo, y las escamas restantes se desprendieron mientras más miasma comenzaba a brotar de su cuerpo. Con el cuello en un ángulo antinatural, las alas y los brazos del Void brotaron de su carne. Era un espectáculo repugnante, como si la criatura estuviera repitiendo continuamente ciclos de evolución y regresión.
“Esto tiene que terminar ya”. Murmuró Leonis, apretando los dientes con frustración. “¡No puedo soportar ver que te pase esto!”.
Dar una exhibición tan vergonzosa era un insulto para la orgullosa Veira, Rey Demonio de los Dragones.
“¡Arzam!” Dotando a la Zolgstar Mezekis con la fuerza de su hechizo ofensivo más potente, Leonis cargó hacia el Rey Demonio.
“¡Gyrahhhhhhh!”
Leonis clavó la espada en el corazón del Dragón, atravesándolo, pero continúo empujando el arma más profundamente.
“Estalla… ¡Arzam!”
*¡Boom!*
El cuerpo de Veira se hinchó, volviéndose rojo como la lava.
“¡Arzam!”
Una vez más, Leonis lanzó otro hechizo de Decimo-Orden hacia el Dragón, esperando que, de alguna manera, quemara la corrupción dentro de Veira.
La Zolgstar Mezekis se rompió en pedazos dentro del cuerpo de la gran bestia, y las llamas carmesíes salieron a borbotones, convirtiéndose en magma ardiente que brotó de Veira.
*¡Brrrrrrrrrrrrr!*
Con un ruido ensordecedor, Veira, el Rey Demonio Dragón, cayó en pedazos.
“…”
Sujetar la Zolgstar Mezekis mientras canalizaba tanto poder a través de ella había dejado las manos de Leonis quemadas.
Sin importarle el dolor, contempló los restos de Veira.
“Ha sido un duelo justo. Seguro que no me guardas rencor”.
Si el Rey Demonio de los Dragones hubiera tenido toda su fuerza, Leonis probablemente no habría sido capaz de matarla.
Por otra parte, tampoco estaba en su forma original. Sin perder tiempo en sentimentalismos, Leonis sacó de su sombra el Báculo de los Pecados Sellados.
“Crear Antiguo No Muerto”.
Salpicó de sangre los restos de Veira y entonó un hechizo del Reino de la Muerte. Era la misma magia que había utilizado para resucitar a Lyseria como Reina Vampiro.
(Espero que al menos te conviertas en un Antiguo Dracolich13).
En el peor de los casos, volvería como un Dragón Zombie sin mente.
(Pero si lo haces, no te convertiré en mi sirviente. Te concederé la paz de una muerte orgullosa).
El círculo del encantamiento emitió un resplandor ominoso, y el hechizo surtió efecto. Sin embargo, ocurrió algo extraño. Leonis se vio repentinamente rodeado de luz, y desapareció.
(¿Huh?)
Los ojos de Shirley se abrieron lentamente. Lo que vio desafió su imaginación más salvaje. Los Demonios Araña que se abalanzaron sobre ella yacían muertos, atravesados por cuchillas de hielo.
“¿Q-Qué significa esto…?”
Cuando sus ojos se ajustaron, distinguió una figura.
“¿Leonis…-sama…?”
Leonis estaba de espaldas a ella, con el Báculo de los Pecados Sellados en sus manos.
“… Leonis-sama, ¿qué estás haciendo aquí?”
“Eso es lo que quiero saber…” Respondió Leonis, luciendo perplejo. Al ver el anillo que le había dado a la sirvienta asesina, asintió dándose cuenta. “Has usado el anillo”.
“¿El anillo…?”
“Te lo dije, ¿no? Ese objeto permite a su propietario invocar a la existencia más grande y poderosa de los ejércitos de los Reyes Demonio”. Leonis desvió la mirada tímidamente. “En otras palabras, a mí”.
“… Oh”.
“Tch. ¿Qué se supone que significa eso?” Preguntó Leonis con indignación.
Shirley permaneció sentada en el suelo. “Heh… Heh, heh, heh… Heh, heh, heh, heh, heh…” Comenzó a reírse suavemente, incapaz contener la risa.
“… ¿Hay algo divertido en esto?”
“A veces es usted muy gracioso, Leonis-sama”.
“… Hay algo en tu tono que me desconcierta, pero está bien”. Leonis se encogió de hombros. “Entonces, ¿quiénes se supone que son ustedes, tontos…?”
Finalmente dirigió su mirada en dirección a los Demonios de las Sombras que le rodeaban a él y a Shirley. Las criaturas se congelaron al sentir su abrumadora aura de muerte.
(Hmm. Más demonios asesinos).
“Soy un Rey Demonio misericordioso”. Le dijo al Demonio Espiral que estaba al mando de los demás. “Pero ya que has tenido el descaro de ponerle una mano encima a mi sirvienta personal, no me queda más remedio que condenarte a una muerte espantosa”.
“¿Qué tonterías estás diciendo…?” Dijo el Demonio Espiral.
“Hechizo de Octavo-Orden… Nel Gira”. Cantó Leonis. Una esfera negra apareció en el aire y consumió a los demonios enviándolos al olvido. En poco tiempo, Shirley y Leonis estaban solos.
Volviéndose hacia Shirley, Leonis dijo: “… Ven, Shirley. Volvamos a casa”. “¡S-Sí, Leonis-sama!”
Las nubes grises y espesas finalmente se disiparon y los rayos de sol brillaron sobre la ciudad.
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