Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)
Volumen 4
Capitulo 2: El Rey Demonio Zol Vadis
“Eso me recuerda. Todavía no han encontrado a esa chica elfo, ¿verdad?” Comentó Lyseria. Ella, Regina y Leonis se dirigían a la biblioteca durante su descanso para comer.
“Ah, sí. Aunque Fine-senpai la está buscando”. Dijo Regina.
“Ella no realizó su registro como ciudadana… Me pregunto qué estará planeando”.
Lyseria y Regina estaban discutiendo sobre la chica que habían encontrado en el Tercer Assault Garden.
No estando al tanto de su verdadera identidad, esa elfo era en realidad la Héroe del Santuario… Arle Kirlesio.
Tan pronto como el Decimoctavo Pelotón había regresado al Séptimo Assault Garden, Arle había desaparecido. Lo había hecho antes de registrarse como ciudadana, lo que hacía más difícil rastrearla. Leonis estaba bastante preocupado por su paradero, aunque por sus propias razones. Esta heroína elfo era la protegida de Shardark Ignis Sabane, el Maestro Espadachín de los Seis Héroes y la misma persona que había entrenado a Leonis. En otras palabras, ella era su hermana aprendiz.
También empuñaba la Espada Azotadora de Demonios, Crozax, una de las Arc Seven, una colección de armas asesinas de Reyes Demonio. Arle había atentado varias veces contra la vida del Rey No Muerto en el pasado.
(Aunque nunca me enfrenté a ella en persona).
¿Qué hacía un héroe como ella en esta época? Su presencia aquí era probablemente obra del Árbol Antiguo del Santuario. Presintiendo que la Diosa de la Rebelión podría reencarnarse un milenio después, había enviado un asesino para destruirla.
(Bueno, no es una amenaza tan importante. Puedo dejarla en paz por ahora).
Decidió Leonis.
Las probabilidades de que Arle tuviera alguna conexión directa con Nefakess Reizaad eran bajas. Parecía que todavía no se había dado cuenta de que Leonis era un Rey Demonio, así que podía ignorarla por ahora. Tal vez incluso resultara útil en algún momento.
Mientras Leonis reflexionaba sobre estas cosas, él, Lyseria y Regina llegaron a la biblioteca.
“Muy bien. Separémonos y busquemos algunos materiales”. Declaró Lyseria, como si se estuviera preparando.
Habían venido a recopilar materiales de referencia para su Cafetería Embrujada. La idea de Lyseria era utilizar a su favor el aspecto antiguo del Dormitorio Hræsvelgr, creando una atmósfera espeluznante pero agradable para los visitantes.
En la época de Leonis, los muertos vivientes proliferaban, y la idea algo aberrante de disfrutar del horror no había existido. Desde entonces, parecía que la humanidad había normalizado la incorporación del miedo como forma de entretenimiento.
(En verdad, es absolutamente desconcertante). Esbozando una sonrisa forzada, Leonis levantó la vista. Algunos espíritus en forma de búhos brillantes revoloteaban entre las estanterías, haciendo la función de bibliotecarios.
(Podría prestarle libros de mi biblioteca personal, pero…)
Los tomos que Leonis guardaba eran todos grimorios mágicos, y leerlos podía despojar a cualquiera de su cordura.
“Aquí vamos…” Regina gruñó, llevando una pesada pila de libros.
Debido a algunas circunstancias personales, Regina era capaz de controlar a los espíritus, por lo que podía hacer que los búhos que volaban a su alrededor la ayudaran a localizar lo que necesitaban.
“Seguro que hay muchos…”
Los volúmenes que Regina había reunido describían monstruos de un surtido de mitos antiguos. Esqueletos, muertos vivientes, fantasmas, vampiros. También había ilustraciones basadas en materiales encontrados en antiguas ruinas.
Leonis observó con atención algunas descripciones erróneas en el texto. Por ejemplo, decía que las Sombras de la Muerte devoraban la fuerza vital de las personas, pero en realidad esa era la predilección de los Devoradores de Almas. Por supuesto, ambas criaturas tenían un aspecto similar, así que no podía culpar a los humanos de las últimas épocas por confundirlas.
Sin embargo, había algunas entradas que incluso Leonis, por más magnánimo que fuera, no podía tolerar. La más sobresaliente era el pasaje sobre los Liches Ancianos, que afirmaba que comandaban todo tipo de no muertos.
(Tontos. Soy el único Rey No Muerto).
“¿Pasa algo, Leo-kun?” Lyseria le miró a la cara, notando su mueca.
“No, nada. Sólo tenía curiosidad…” Leonis emitió una tos seca.
“Mire, Seria ojou-sama”. Susurró Regina mientras hojeaba un libro. “Los vampiros son realmente aterradores. Dice que chupan la sangre de las personas para convertirlas en sus sirvientes”.
“… S-Sí. Es espeluznante”. Lyseria respondió titubeante, mirando hacia otro lado.
“Aun así, estos no son tan útiles”. Admitió Regina con el ceño fruncido.
“Sí, si al menos tuviéramos algo más concreto…” Lyseria estuvo de acuerdo.
“¿Qué tal algunos videos?” Propuso la rubia sirvienta.
“.. ¿Videos?” Repitió Lyseria.
“Sí. ¡He revisado un montón de ellos!” Contestó Regina, colocando algunos filmes sobre la mesa con un pequeño “¡Ta-daa!”
Mirando sus paquetes, Lyseria frunció el ceño.
“Hmm… ¿No son estas películas un poco aterradoras?”
“¡Sí! Estaba buscando algunas que dieran miedo”.
“¿Podrías verlas conmigo, Regina…?”
“Lo siento, no puedo. Tengo práctica de tiro después de esto”. Dijo Regina encogiéndose de hombros.
Lyseria volvió sus ojos hacia Leonis. “¡Leo-kun, mira las películas conmigo!”
“No me importa, pero…”
“No puede, Seria ojou-sama”. Regina intervino. “Dice que no son aptas para niños de doce años o menos”.
“¡¿Huh?!” Lyseria parecía mortificada.
“Supongo que eso es todo…” Afirmó Leonis. No pudo evitar sentir que el hecho de que un no muerto tuviera miedo de otros no muertos, era un problema. Simpatizaba con Lyseria, pero si iba a dirigir los Ejércitos de los Reyes Demonio, tendría que manejar a los esqueletos y a los zombis con más madurez.
“¡Leo-kun, malo…!” Gimió Lyseria, con lágrimas en los ojos.
De repente, el pequeño terminal de comunicación de Leonis sonó desde el bolsillo de su pecho. “Oh, mis disculpas…” Dijo, bajando la mirada al dispositivo.
La llamada era de la Manada de Lobos Demoníacos. Les había prohibido ponerse en contacto con él a no ser que fuera grave.
(¿Significa esto que ha pasado algo?)
“Lo siento, he recordado un asunto urgente”. Comentó Leonis, guardando su terminal.
“¿Huh? ¡Eh, Leo-kun…!” Lyseria se apresuró a llamarle, luciendo como si estuviera a punto de llorar.
Tras salir de la biblioteca, Leonis se sumergió rápidamente en las sombras cercanas.
Al pasar por un corredor de las sombras, Leonis entró instantáneamente en el Palacio del Rey Demonio. La utilización de los corredores de las sombras era un poder típicamente exclusivo de los habitantes del Reino de las Sombras, como Blackas y Shirley. Sin embargo, Leonis había alcanzado el cenit de la destreza mágica y era capaz de utilizarlos también, aunque de forma más limitada.
El Pabellón de Protección Especial Semi-humano del Séptimo Assault Garden contaba con un gigantesco entorno natural artificial. Sus árboles filtraban el agua del mar y contribuían a la producción de alimentos de la ciudad. Este era el hogar de los refugiados semi-humanos, como los hombres bestia y los elfos.
En el séptimo estrato subterráneo del Pabellón de Protección Especial Semi-humano, conectado por innumerables raíces de árboles, había un gran espacio en forma de cúpula. Normalmente, era un almacén destinado a las provisiones de emergencia, pero Leonis lo había confiscado, convirtiéndolo en una base para los Ejércitos de los Reyes Demonio.
(Es un poco lúgubre de momento, lo admito. Pero algún día lo reformaré para convertirlo en un castillo digno de ser el hogar del Rey No Muerto).
Leonis tomó asiento en el trono de huesos que había preparado. Anteriormente había intentado llenar su habitación en el dormitorio de las chicas con arte óseo, pero Lyseria le había regañado por ello. Sin embargo, aquí podía decorar libremente.
“Manto de las Ilusiones”. Llamó Leonis, y su figura fue envuelta por una niebla oscura. Cuando se disipó, un rey enfundado en una máscara de calavera y cubierto con un manto oscuro ocupó su lugar. En esta forma, Leonis se identificaba como Zol Vadis. Ese era el nombre de un antiguo Rey Demonio que había reinado sobre el mundo antes de que la Diosa de la Rebelión y los Ocho Reyes Demonio ascendieran al poder.
El propio Leonis había derrotado a Zol Vadis cuando aún era un héroe. Que Leonis asumiera su nombre era su forma de mostrar respeto a este antiguo Rey Demonio.
“Soy el Rey Demonio, Zol Vadis”. Dijo Leonis, revelando un cambio de voz. “Pueden entrar…”
Su voz resonó con fuerza en el vasto espacio. Las raíces de los árboles que sellaban el lugar se retorcieron y desenredaron, abriéndose como una puerta. Al otro lado había dos figuras arrodilladas.
“Comandante de División del Ejército de Hombres Bestia, Zarik Mashid”.
Declaró un enorme hombre lobo.
“Comandante de División del Ejército de Hadas, Lena Darkleaf”. Habló una chica elfa oscura.
Se trataba de dos oficiales de alto rango en la recién formada Manada de Lobos Demoníacos de Leonis.
“¿Con qué fin me han llamado?” Exigió Zol Vadis, la gravedad de su voz hizo vibrar el aire.
“N-Nuestras disculpas, Su Grandeza”. Expresó la joven elfa oscura, visiblemente empapada de sudor. “Pero nos hemos encontrado con una situación que está más allá de nuestra capacidad de control… Un monstruo apareció en el laberinto subterráneo de su castillo”.
“¿Qué?”
Leonis había creado un laberinto subterráneo utilizando el hechizo [Crear Laberinto] para conceder a la Manada de Lobos Demoníacos un escondite adecuado. Este formaba un gran complejo de túneles en algún lugar del mundo, así como una puerta de teletransporte única que conectaba con él.
Que hubiera aparecido un monstruo no era demasiado inusual. Los laberintos maduraban y se mejoraban de forma natural para atrapar y devorar mejor las almas de los aventureros que los desafiaban.
Leonis había esperado que surgieran monstruos y pretendía que entrenaran a la Manada de Lobos Demoníacos. Sin embargo, su laberinto subterráneo había crecido lentamente. No debería haber producido ninguna criatura que fuera más de lo que sus sirvientes pudieran manejar.
“¿Qué clase de monstruo?” El Rey Demonio le preguntó a la chica temblorosa.
“¡Un gigantesco… lagarto!” Contestó ella.
“¡¿Qué?!” Leonis se encontró a sí mismo levantándose de su trono. “¡¿No es posible que te refieras a un dragón?! ¿Estás segura de que lo has visto bien?”
“N-No podemos estar seguros”. Dijo el gran hombre bestia. “Pero todo lo que puedo decir es que es enorme, y…”
“…”
La idea de que el laberinto hubiera generado un Dragón después de sólo unas semanas era impensable. En el mejor de los casos, debería haber sido capaz de producir nada más que esqueletos. Sin embargo, había otra posibilidad…
(… ¿Se ha conectado a la guarida de un dragón?)
El laberinto se había formado en un lugar al azar. Aunque fuera poco probable, era posible que aún quedara una guarida subterránea de Dragones en algún lugar, y el laberinto irrumpiera en ella.
(Pero creía que las criaturas de mi época se habían extinguido…)
“¿Estaba ese monstruo fuera de control?” Preguntó Zol Vadis.
“No, parecía que estaba dormido”. Respondió el hombre lobo.
“Ya veo. Llévame hasta él”.
El Rey Demonio Zol Vadis se levantó de su trono.
Al pasar por la puerta situada en el interior del pasaje subterráneo, Leonis se teletransportó al laberinto. Los monstruos no aparecían en su primer nivel, y se trataba principalmente de un espacio para almacenar la comida y los suministros de la Manada de Lobos Demoníacos.
Leonis tenía su propia bóveda del tesoro en el Reino de las Sombras, pero su guardiana, Shirley, le había advertido recientemente que ya estaba saturada.
“Así que, ¿en qué estrato apareció el dragón?” Preguntó el Rey Demonio.
“Estaba en una zona inexplorada en el quinto nivel…” Respondió la chica elfa oscura.
“El quinto, dices. ¿Qué te parece esto, entonces…?” Leonis, todavía como Zol Vadis, señaló al suelo.
“¡Graz Garud!”
*¡Brrrrrrrr…*
Regulando cuidadosamente la potencia del hechizo, disparó un hechizo de tierra de Octavo-Orden. El laberinto tembló y se abrió un gran agujero en el suelo.
“¿S-Su Grandeza?” La chica elfa oscura, que había caído hacia atrás por el temblor, lo miró con asombro.
“He abierto el camino hasta el quinto piso”. Leonis dijo a sus dos sirvientes.
“Descender normalmente sería demasiado molesto”.
Un laberinto completamente maduro habría resistido su magia, pero éste aún era reciente. Tras unos días, la estructura taparía naturalmente este agujero con su mana.
“Vamos a salir”. Ordenó el Rey Demonio.
“¡S-Sí…!” Dijeron Lena y Zarik al unísono.
Leonis entonó un hechizo, formando un campo de gravedad que los envolvió a los tres. Levitaron suavemente y luego descendieron al foso.
“¡Eeeek!”
“¡S-Su Grandeza, estamos flotando…!”
El corazón de Leonis bailaba de emoción, y se mantenía indiferente a los gritos de sorpresa de sus oficiales.
(Un dragón… ¿Qué tipo de variante podría ser? ¿Fuego? ¿Rayo?)
De todos los monstruos, Leonis prefería a los Dragones. Reinaban con soberanía sobre todos los monstruos como tiranos del cielo.
Eran orgullosos, extremadamente poderosos y muy inteligentes. El Dragón Calavera que comandaba había sido una vez un Señor Dragón abrumadoramente poderoso que había oprimido a innumerables de su especie en vida.
(Creía que se habían extinguido, pero tal vez unos pocos sobrevivieron bajo tierra).
“Grrrrrrrrrr”. Un poderoso y retumbante gruñido reverberó desde el fondo del agujero.
“Su Grandeza, ¿la explosión de antes lo despertó?” Preguntó Zarik con ansiedad.
“Quizá lo haya hecho. Pues mejor aún…” Respondió el Rey Demonio.
Les llevó cinco minutos llegar al fondo del pozo que Leonis había creado. Tras encender una llama en el extremo de su báculo, Leonis hizo que Zarik y Lena lo guiaran por el laberinto. El aullido que habían oído antes se acercaba a cada paso.
(¡Booooom!)
De repente, unas enormes fauces se estrellaron contra las paredes.
“… ¡¿?!” Los ojos de Leonis se abrieron de par en par con asombro.
El tamaño de su cabeza superaba fácilmente los cinco metros. Si abriera sus fauces por completo, podría consumir todo el espacio. Sin embargo, lo que más sorprendió a Leonis no fueron sus proporciones.
“Esto no es un dragón”. Señaló con calma.
“¿Huh…?” Dijo Lena, estupefacta.
(¡Esto no es más que un Gusano de Laberinto Mayor!)
Leonis dejó escapar un suspiro de decepción tras su máscara craneal. Los Gusanos de Laberinto Mayores eran monstruos de gran tamaño que habitaban bajo tierra y subían a la superficie para engullir el ganado. Si bien eran criaturas imponentes, carecían de inteligencia y no eran capaces de volar.
(No puedo culparles por confundirlo con un dragón. Nunca han visto uno de verdad, después de todo…)
“¡Gaaaaaaaaaaaaaaah!” La enorme bestia soltó un aullido furioso, abalanzándose sobre Leonis y sus sirvientes con la esperanza de devorarlos.
“¡E-Enorme!” Chilló Lena.
“No temas. ¿Por quién me tomas?” Leonis empujó su báculo hacia la mandíbula abierta del gusano. “Tonto insolente. ¡Farga!”
*¡Boooooom!*
Una esfera de fuego blanco incandescente estalló dentro de la boca del monstruo, volando su cabeza.
“Oooh…” Zarik, que había retrocedido por el miedo, exclamó admirado.
El gusano se agitó salvajemente, golpeando su cuerpo contra las paredes del laberinto.
“¡¿T-Todavía está vivo?!” Exclamó Lena.
“Los gusanos gigantes del laberinto no mueren por perder la cabeza. Tienen poderosos poderes de regeneración”.
(Y ahora qué… Aunque) Pensó Leonis, llevándose una mano a la barbilla, pensativo.
Matar a este monstruo y utilizar sus huesos para crear un Gusano No Muerto podría ser divertido, pero racionalmente hablando, había invadido su nido. El escaso intelecto de la criatura no era capaz de comprender que le estaba faltando al respeto al Rey No Muerto.
Encogiéndose de hombros, Leonis liberó su Aura de Muerte para hacerse amenazante incluso para este ser de baja categoría. En cuanto lo hizo, el gusano comenzó a agitarse y luego se enterró en el suelo, desapareciendo en las profundidades.
(Agradece que soy un Rey indulgente).
El Rey Demonio de las Bestias, el Rey Demonio de la Ira o el Rey Demonio de los Dragones simplemente habrían reducido al monstruo a polvo.
“Habiendo sentido tal terror, dudo que vuelva a aparecer por aquí”. Afirmó Leonis con confianza. Con eso, se volvió para mirar a sus subordinados. “… ¡¿?!”
Zarik y Lena se habían quedado literalmente petrificados al estar expuestos a su Aura de Muerte.
Atravesando la puerta del laberinto, Leonis regresó a la base en las entrañas del Séptimo Assault Garden, donde regresó a la normalidad los cuerpos petrificados de sus sirvientes.
(Cielos. Esto es lo que llaman alegría prematura).
Leonis suspiró decepcionado bajo su máscara. Sin embargo, no estaba enfadado con Zarik y Lena por su error. Si deseaba sirvientes que simplemente fueran leales y no cometieran errores, habría bastado con una legión de no muertos.
“¡Su poder fue asombroso, Su Grandeza!” Alabó Zarik, abrumado por la emoción. “Derroto a ese espantoso monstruo tan fácilmente”.
“¡Con su fuerza, podría gobernar el mundo entero, Su Grandeza!” Añadió Lena, inclinando la cabeza hacia el suelo.
(Si sólo fuera tan simple como eso). Leonis no pudo evitar sonreír amargamente, recordando sus dolorosas experiencias de hace mil años.
A pesar de su gran poder, la diosa Roselia y sus poderosos Ocho Reyes Demonio habían perdido ante la humanidad al final. A los humanos no se les podía subestimar. Individualmente, eran débiles y frágiles, pero colectivamente, su vitalidad y determinación eran trascendentales. Incluso ahora, ante la nueva amenaza de los Void, la humanidad demostró ser tenaz. Habían descubierto el poder de las Espadas Sagradas y desarrollado una civilización regida por una avanzada tecnología mágica.
(Al final, no soy más que un trozo de historia antigua).
Por ello, mantuvo su orgullo al margen y se mezcló viviendo como un simple estudiante en la Academia Excalibur.
(Sí, como un estudiante…)
Esto le recordó a Leonis que pronto tendría una conferencia sobre la teoría táctica anti-Void. Si llegaba tarde, no había forma de saber lo que la instructora Diglasse podría decirle.
“El monstruo ha sido eliminado”. Anunció Leonis, agitando su capa oscura.
“Te dejo el resto a ti”.
“Ah, oh, erm, e-espere, Su Grandeza”. Lena le detuvo.
“¿De qué se trata?” Preguntó el Rey Demonio, volviéndose hacia la joven.
“Tengo algo que informar”. Explicó ella.
“… Espero que, sea lo que sea, sea digno de mi atención”. Dijo Leonis con irritación en su tono.
A este paso, no llegaría a clase a tiempo. El corredor de las sombras le permitiría viajar al instante, pero no podía ir a una clase con esta apariencia.
“Esta es información crucial que hemos recibido de los restos de Sovereign Wolf en la Capital Imperial”. Explicó.
“… Escuchémosla”.
“Hace unas semanas, el general del gobierno del Sexto Assault Garden envió una expedición a gran escala al antiguo Reino de Frosthaven, en las tierras de la tundra al norte”.
Frosthaven. Esa no era una nación con la que Leonis estuviera familiarizado.
Debió haberse establecido después de haber sido sellado.
“Hmm. ¿Y?” La instó a continuar.
“Exhumaron algo allí y lo trajeron al Sexto Assault Garden”.
“¿Qué descubrieron?”
“Eso aún está por confirmarse”. Lena admitió sacudiendo la cabeza. “Esto es sólo una conjetura, pero creo que es posible que hayan descubierto un Espíritu Original sellado en el hielo”.
“¿Oh? ¿Qué te hace decir eso?” Preguntó Leonis, con su interés despertado.
Los espíritus eran manifestaciones del poder de la naturaleza. En particular, el Rey Espíritu, nacido del núcleo del planeta, ejercía un poder comparable al de los dioses y los Reyes Demonio. Sin embargo, por lo que Leonis entendía, la mayoría de los espíritus naturales se habían extinguido.
“Porque el líder de la expedición es un oficial de alto rango de la casa Phillet”.
(La casa Phillet. Esa es la familia de Elfine-san…)
La Compañía Phillet era una empresa imperial. Estaba a cargo de la investigación y el desarrollo de los Elementales Artificiales utilizados para controlar los dispositivos mágicos en los Assault Gardens. Un experto en espíritus había formado parte de esta excursión.
“Suponiendo que lo que trajeron a bordo del Sexto Assault Garden fuera un Espíritu Original sellado, si lo robamos, podríamos utilizarlo para hacernos con el control del núcleo de un Assault Garden”. Lena se explayó.
“… Ya veo”.
El buque de la Familia Real, el Hyperion, era dirigido por el espíritu de la Princesa Altiria, Carbuncle. Si Leonis tuviera un Espíritu Original, tal vez podría utilizarlo para tomar la ciudad.
“¡Creo que el acoplamiento con el Sexto Assault Garden es una excelente oportunidad para robar el espíritu!” Afirmó Lena, arrodillándose ante Leonis.
“Su Grandeza, denos la orden de tomarlo”. Suplicó Zarik, con la cabeza inclinada.
Tras un momento de contemplación, el Rey Demonio respondió: “La idea tiene mérito”.
“Oooh. ¿quiere decir…?” Zarik levantó la mirada con entusiasmo.
Leonis estaba interesado en los espíritus. Uno de alto rango podía vivir un
siglo o más. Sin embargo…
(Todo esto es demasiado temerario).
Todo lo que tenía a su disposición eran los restos de un grupo terrorista que ni siquiera había recibido suficiente entrenamiento. Sus armas estándar no servían contra los portadores de Espada Sagrada. Llevar a cabo un robo era imposible. Por supuesto, Leonis podía ir y hacerlo él mismo, pero eso implicaba el riesgo de exponer su identidad.
(En primer lugar, ni siquiera hay pruebas de que sea un Espíritu Original).
Leonis no tenía suficiente información para hacer un movimiento. Podría llegar el momento de aprovechar esta oportunidad pronto, pero no era ahora. Tras su derrota hace mil años, Leonis había aprendido a dejar de lado su orgullo y a pecar de precavido.
“Tendré en cuenta esa información. Pero por ahora…” Justo en ese momento, sonó un alegre tono de llamada. (… ¡¿?!)
Era un mensaje de la instructora Diglasse. Leónis se apresuró a rebuscar en el interior de su abrigo.
“S-Su Grandeza, ¿qué ocurre?”
“¡Ya es hora de que regrese a la oscuridad del caos! Deben permanecer vigilantes en todo momento”. Se apresuró a decir.
“¡S-Sí, mi señor…!”
Inclinándose respetuosamente, el hombre lobo y la elfa oscura despidieron a Leonis mientras se internaba rápidamente en un corredor de las sombras.
“¡Justo ahora, Charlotte, has puesto demasiada azúcar!” “¿Huh? ¿No es mejor cuando es más dulce?” “¡El azúcar se quemará si haces eso!”
La jefa de Shirley se encogió teatralmente en señal de exasperación. La sirvienta asesina frunció el ceño y dejó de mezclar la masa.
(Supongo que no es tan fácil…)
Shirley había empezado recientemente a trabajar a tiempo parcial en una pastelería, bajo el seudónimo de Charlotte. Como Shirley no tenía certificado de ciudadanía, utilizó su Ojo Maligno de la Dominación para conseguir el trabajo.
(Tener este tipo de puesto podría ser útil de alguna manera). La chica de cabello oscuro se justificó. Sin embargo, esa fue sólo una de las razones por las que empezó a trabajar allí. Otra era que le permitía tomar y comer golosinas variadas.
(… Espero que esto le guste a Leonis-sama).
Pero, sobre todo, Shirley simplemente quería darle a Leonis algunos dulces hechos a mano. Antes de su renacimiento, Leonis había sido un no muerto y no había necesitado sustento. Por eso, a pesar de ser su sirvienta personal, Shirley nunca tuvo una razón para pulir sus habilidades culinarias. Las cosas eran diferentes ahora que Leonis tenía un cuerpo humano. Además, al ser un niño, tenía predilección por el azúcar.
Decidida a no perder frente a la nueva sirviente de su maestro, Lyseria Christaria, Shirley había decidido desarrollar sus habilidades como pastelera. Después de todo, era la única sirvienta personal del Rey Demonio.
Por desgracia, a pesar de su determinación y esfuerzo, sus habilidades a la hora de hornear eran escasas.
(Clavar un cuchillo en la espalda de un enemigo es mucho más sencillo).
Shirley suspiró, mirando con reproche la pequeña montaña de galletas fallidas que había hecho.
“Bueno, tendremos muchos clientes el día del Festival de la Luz Sagrada.
Trabaja duro”. Le dijo su jefa pastelera alentándola, a lo que Shirley asintió.
Su jefa estaba haciendo un bizcocho con mucha fruta incorporada. Shirley había nacido en el Reino de las Sombras, donde el concepto del color no existía, así que el mero hecho de ver algo tan brillante llenaba su corazón de ilusión. En todo su tiempo como asesina nunca se había sentido así.
Shirley Corvette Shadow Assassin fue inicialmente un arma asesina, creada por la sociedad asesina del Reino de las Sombras, Septentrion. Había realizado siete intentos de asesinato contra el Rey No Muerto, fracasando en cada uno de ellos. Pensando en ello, Leonis probablemente había estado jugando con ella todo el tiempo. El Rey No Muerto no había intentado ni una sola vez reclamar su vida como venganza.
Antes de su ataque final, Septentrion le había ordenado autodestruirse. Sin embargo, Leonis había borrado con éxito la [Maldición Detonante de la Muerte] que había sido grabada en su corazón.
Cuando se le preguntó por qué lo había hecho, Leonis respondió: “Eres como yo, fui una vez”.
Habiendo sido desechada por la sociedad, Shirley se convirtió en su sirvienta personal. Esa fue la primera vez que el color floreció en el mundo de la asesina.
(Leonis-sama me dio todo lo que tengo. Un corazón, colores… Todo. Así que yo…)
“Hmm, ¿Charlotte? ¿Qué es esto?” Preguntó la chica pastelera con expresión desconcertada.
Mirando hacia abajo, Shirley se dio cuenta de que mientras estaba perdida en sus pensamientos, inconscientemente le había dado forma de calavera a todas sus galletas.
(¡Aaah, pensar en Leonis-sama hizo que mis manos se movieran solas…!)
“… Grr, Regina, ¿por qué me haces ver este tipo de cosas?”
Tras regresar a su habitación, Lyseria arrojó los libros que había tomado prestados de la biblioteca sobre su escritorio. Había intentado ver las películas de terror que Regina había escogido para ella, pero no había aguantado más de una hora antes de asustarse demasiado.
“Y Leo-kun también se ha ido a alguna parte…”
Aunque, Lyseria había aprendido que las desapariciones de Leonis sin motivo aparente eran de esperar.
(Podemos verlas juntos cuando vuelva. No estaré tan asustada si no estoy sola…)
Asintiendo para sí misma, Lyseria ordenó los volúmenes que había sacado como referencia según su tema. Mañana, ella y el resto del Decimoctavo Pelotón los leerían para investigar.
(Sin embargo, hoy debería trabajar en la decodificación de esto). Lyseria abrió el cajón de su escritorio y sacó otro libro. Era el que había encontrado en el escritorio de su padre en el estudio de la Mansión Christaria… el único recuerdo que había podido recuperar de su antiguo hogar.
Hojeó las páginas con cuidado a fin de no dañarlas. El texto estaba escrito en un lenguaje desconocido que ni siquiera Lyseria, por muy versada que estuviera en dialectos antiguos, podía descifrar. El vocabulario humano y élfico, si bien eran diferentes, tenían algunas similitudes. Sin embargo, esta lengua parecía totalmente fuera de este mundo.
¿Qué hacía este extraño libro en el escritorio de su padre el último día del Tercer Assault Garden?
(Si tan solo hubiera podido reunirme con el alma de mi padre).
La clave para descifrar esta escritura estaba en once trozos de papel, insertados detrás de la encuadernación del libro. El padre de Lyseria había creado este método de traducción. Con estas notas, Lyseria fue leyendo poco a poco el libro.
“Ese es… Rey Demonio y… héroe y… aniquilación de…” Un término se repetía una y otra vez… Rey Demonio. “Rey Demonio…”
Cuando Lyseria era pequeña, su padre le contaba a menudo un cuento de hadas. En él, un ser terrible y aterrador destruía el mundo.
“Un Rey Demonio… gobernaba los cielos… Su nombre… ¿Viora…? De los no muertos… ¿Le… nas…? Oh, maldición, ¿cómo funcionan los nombres propios en este idioma…?”
Ante este libro, escrito en una lengua que no conocía, Lyseria acunó su cabeza, perpleja.
En las profundidades del onceavo nivel subterráneo del laboratorio de contramedidas anti-Void del Sexto Assault Garden, encerrado por innumerables particiones y mamparas, se encontraba el enorme bloque de hielo exhumado del antiguo territorio de Frosthaven.
Esta instalación era el único lugar que podía albergar el enorme objeto de cuarenta metros. Aquella cosa congelada seguía emitiendo ondas gélidas, haciendo que se formara escarcha en las paredes del sector sellado.
El hielo era una especie de sello maldito. El fuego normal no sería capaz de derretirlo. Ni siquiera las cargas de profundidad anti-Voide y las espadas sagradas capaces de producir llamas de gran intensidad eran efectivas. Nadie sabía cómo había quedado atrapada la gigantesca criatura que contenía.
“Casi parece vivo, Oficial de Investigación Phillet”. Dijo un hombre de traje. Era el supervisor de la Compañía Phillet. Su trabajo consistía en supervisar las actividades de Clauvia y luego informar detalladamente a su padre. El padre de Clauvia era un monstruo con forma humana. Del tipo que estaba seguro de poder dominar todo sin importar lo que fuera. Probablemente pensaba que también podía mantener a este antiguo ser bajo su pulgar.
“Eso es porque lo está. Ha sobrevivido ahí dentro durante los últimos mil años…” Contestó una hermosa mujer de cabello negro con bata de laboratorio. Clauvia Phillet comprobó algo en su terminal antes de seguir hablando. “Por ahora, sólo está durmiendo…”
“Un espécimen vivo de un antiguo organismo extinto… un dragón. Si podemos analizar la fuente de su poder, el príncipe imperial y el conde Phillet se alegrarán mucho”.
“… Sí, lo harán”. Afirmó Clauvia con frialdad, asintiendo.
El sonido de unos pasos golpeando el suelo llenó la sala cuando un joven de cabello blanco vestido de sacerdote apareció desde el pasillo. “Vaya, vaya, qué espectáculo”.
“Cardenal Nefakess, ¿qué está haciendo aquí?” Preguntó el hombre de traje.
Clauvia frunció el ceño. El Cardenal Nefakess había sido enviado por la Iglesia Humana de la capital, una organización en malos términos con la Compañía Phillet. Sin duda, esta persona había sido enviada para vigilar a Clauvia.
(Todo el mundo es ciertamente demasiado entusiasta con esto, ¿no?) Suspirando internamente, Clauvia sintió que sus labios se curvaban en una mueca.
Nefakess sonrió mientras miraba el bloque de hielo. “Así que esta es la antigua criatura que excavaste en la tundra, ya veo. Simplemente maravilloso”. Luego se volvió para mirar a Clauvia. “Me he tomado la libertad de leer tu tesis. La teoría que estableciste era que los Void son, de hecho, antiguas criaturas resucitadas por el poder del planeta, ¿verdad?”
“Sí. Hasta hace varias décadas, la teoría predominante era que los Void eran formas de vida alienígenas que aparecieron desde alguna dimensión alterna. Sin embargo, las excavaciones llevadas a cabo en años recientes han dejado claro que los Void tienen características únicas de las antiguas formas de vida de este mundo, como pesadillas que han saltado a la vida desde nuestros cuentos de hadas. El análisis de este espécimen puede ayudarnos a avanzar en nuestro entendimiento de los Void”. Detalló Clauvia.
“Bueno, eso es lo que espero francamente. Nuestro más ferviente deseo es que tu investigación ayude a eliminar a los Void de la faz de este mundo”. Nefakess la miró con una suave sonrisa y asintió. “Que la bendición del planeta descienda sobre la humanidad”.
“… Que la bendición del planeta descienda sobre la humanidad”. Después de devolver al hombre la cita, tomada de las escrituras de la Iglesia Humana… Clauvia le dio la espalda.
“Clauvia Phillet. Es una humana fascinante, lo reconozco”.
Cuando el oficial de investigación se fue, Nefakess se quedó solo en el sector sellado, susurrando para sí mismo.
“Quién sabe. Podría ser un recipiente adecuado para la propia diosa…” Dijo, mirando al gigantesco bloque de hielo. “Así que aquí es donde estabas, orgulloso soberano entre los soberanos…”
Arrodillándose con reverencia, sacó una piedra negra triangular de su bolsillo. Era como un trozo de la nada, cincelado en la extensión vacía. Una piedra que no reflejaba la luz.
Un Origen del Vacío… un Trapezoedro05.
Comenzó a recitar palabras de otro mundo, y la energía del vacío comenzó a salir de la piedra, invadiendo y contaminando el bloque de hielo que se creía impenetrable.
“Espero solemnemente que demuestres ser un recipiente adecuado…”
Poniéndose de pie en silencio, Nefakess Reizaad se volvió hacia la oscuridad que había detrás de él. Al principio, parecía que no había nadie, pero las sombras pronto comenzaron a retorcerse.
“Demonios de las sombras”. Llamó Nefakess.
“Presente”. Una colección de susurros retumbantes y superpuestos respondió.
“Debo pedirles algo”.
“Pídanos cualquier cosa, Cardenal”.
“Quiero que vayan a un lugar llamado Academia Excalibur en el Séptimo Assault Garden. Allí, necesito que busquen a alguien… No, alguien no es del todo correcto, ¿verdad? Quiero que encuentren a un vampiro”.
“… Un vampiro. ¿Aún existen tales cosas en esta época?”
“Sí, yo mismo me sorprendí al descubrirlo. Pero no es tan inimaginable.
Después de todo, todavía están aquí”.
“Keh-eh-eh… En efecto”. Unas sombras con forma de araña cacareaban inquietantemente, retorciéndose en la oscuridad.
Los Demonios de las Sombras eran asesinos demoníacos convocados por Nefakess, ejecutores afiliados a la sociedad asesina del Reino de las Sombras, Septentrion. No había nadie más adecuado para rastrear y dar caza a un objetivo.
“¿Vamos a matar a este vampiro?”
“No, quiero torturarla para obtener información”. Afirmó Nefakess, sacudiendo la cabeza con una sonrisa serena. “Llévenla a un estado cercano a la muerte si es necesario, pero no deben destruirla por completo”.
Esa chica no muerta con la que se había topado en la ciudad en ruinas estaba sin duda involucrada en la destrucción de Tearis Resurrectia.
“La hermosa vampiresa de cabello plateado. Tráiganmela”.
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