Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)
Volumen 4
Capitulo 1: El Festival De La Academia Excalibur
“El Guerrero Amilas, el Empuñador Dorug y el Archimago Nefisgal. Los orgullosos Tres Campeones de Rognas. En honor a su distinguido servicio durante esta reciente campaña, les concedo a los tres una Medalla de Hueso del Diablo”.
“¡¿U-Una Medalla de Hueso del Diablo?!” “¡Qué inspirador…!”
“¡¿No es uno de los mayores honores que uno puede recibir en los ejércitos de los Reyes Demonio?!”
Los tres caballeros esqueléticos hicieron rechinar sus dientes restantes de emoción mientras lloraban lágrimas de gratitud.
“Se lo merecen”. Leonis respondió con un asentimiento magnánimo. “Sus logros son grandes. Siéntanse orgullosos de ustedes mismos”.
Estaban en la habitación de Leonis, en el segundo piso del Dormitorio Hræsvelgr. Habían pasado poco más de tres días desde la investigación del Tercer Assault Garden. Habiendo finalmente despertado de la fatiga inducida por el uso de la Espada Demoníaca, Dáinsleif, Leonis decidió recompensar a los tres Caballeros por su contribución en la batalla.
(Debo establecer que, si bien el castigo será severo en los recién reformados Ejércitos de los Reyes Demonio, el esfuerzo será generosamente recompensado).
A pesar de estar en lo más profundo del territorio enemigo, los tres caballeros esqueléticos habían hecho un espléndido trabajo custodiando a su sirviente, Lyseria. También habían demostrado su vigorosa fuerza durante la lucha contra los Void. Tales logros eran más que suficientes para ganarse la Medalla de Hueso del Diablo.
“Hmm. Leo-kun, ¿ese pequeño juguete de hueso tuyo… es realmente tan importante?” Preguntó Lyseria, con sus ojos azul hielo mirando la medalla con duda.
“¡¿N-No lo sabe, Lyseria-sama?!” Amilas traqueteó sorprendido.
“¡Una Medalla de Hueso del Diablo es la mayor condecoración que un no muerto puede aspirar a obtener!” Parloteó Dorug.
“… ¿Lo es?” Preguntó Lyseria, que parecía totalmente perpleja.
“¡En ese caso, recibiré la medalla como representante de nuestra orden!” El esqueleto con túnica, Nefisgal, dijo mientras se disponía a guardar la medalla.
“¡Espera un momento, viejo Nefisgal! Eso no puede ser”.
“¡El que acapare toda la gloria debe ser quien haya contribuido más! En otras palabras, debería ser yo, ¡el Empuñador del Infierno, Dorug!”
“¿Cómo puedes decir eso? No me queda mucha vida en mis viejos huesos.
Lo justo sería cedérmela a mí”.
“Somos no muertos, Nefisgal. No ha habido vida en ninguno de nuestros huesos en los últimos tiempos. Ahora, vamos, entrégala…”
“¡Oh, no, no, no, yo soy el más digno de esta recompensa!”
La disputa del trío se convirtió en una refriega, y pronto los tres esqueletos se enzarzaron en una lucha de puñetazos.
“… Grr, ustedes tres…!” Se quejó Leonis, llevándose un dedo a la sien, molesto. “Ya es suficiente. Celebren un duelo o la competencia que prefieran y decidan quién recibirá el premio”.
Levantando su Báculo de los Pecados Sellados, Leonis dejó caer a los tres esqueletos aglomerados en su sombra. Los Campeones de Rognas siguieron luchando mientras se hundían en el suelo.
“… Lo juro. Su fuerza como no muertos es incuestionable, pero ¿por qué tienen que ser tan…?” Susurró Leonis exasperado, con sus hombros caídos.
Lyseria, sin embargo, se rió con ironía.
“¿Q-Qué?” Preguntó.
“Tus amigos son bastante divertidos, Leo-kun”.
Sintiendo un rubor en sus mejillas, Leonis tosió con sequedad. “Tengo una medalla preparada para ti también, Seria-san”.
“… ¿Huh?”
Leonis blandió su báculo, produciendo un cráneo del tamaño de una mano que levitó en el aire.
“L-Leo-kun, ¿qué es esto?” Preguntó Lyseria.
“Un medallón de la Archimuerte”. Leonis respondió con un tono solemne.
“Acéptalo”.
Si los Tres Campeones de Rognas aún estuvieran aquí, probablemente habrían alzado sus voces con asombro. Se trataba de la condecoración de mayor calibre, hecha a partir de la aplicación de hojas de oro a un cráneo de Dragón real. Sólo los más grandes generales de los Ejércitos de los Reyes Demonio recibían uno.
Sin embargo, Leonis estaba seguro de que Lyseria había hecho lo suficiente para ganarse este trofeo. Durante la batalla con Tearis Resurrectia, un miembro de los Seis Héroes que había sido convertido en un Void, ella había compartido su sangre con Leonis cuando estaba herido. Este acto le había salvado en su momento de crisis. Además, su sangre también había servido para despertar sus recuerdos sellados sobre la diosa Roselia.
“No hay necesidad de ser reservada. Tómalo”. Instó Leonis.
“H-Hmm…”
El Rey Demonio le ofreció a Lyseria la brillante calavera dorada de Dragón.
Sin embargo, la joven sacudió la cabeza con incomodidad.
“E-Estoy bien. No lo necesito. Con saber que estás agradecido es suficiente para mí”. Dijo, dando unas suaves palmaditas a Leonis en la cabeza.
“¿N-No lo necesitas?” Esta inesperada respuesta pareció desconcertar a Leonis. “¡Es un Medallón de la Archimuerte, ¿sabes?!”
“S-Sí. A ver, tú me regalaste ese bonito vestido, ¿no?” “Correcto…”
Efectivamente, le había obsequiado a Lyseria el Vestido del Verdadero Ancestro, un objeto lo suficientemente raro y valioso como para ser calificado como un tesoro nacional. Sin embargo, eso no era una recompensa. Leonis siempre había tenido la intención de dárselo a Lyseria.
“Entonces, ¿quieres algo más? Aunque no es lo mismo que el Medallón de la Archimuerte, podría legarte un Carruaje de la Muerte o un Báculo del Infierno…”
Leonis se apresuró a ofrecer sus alternativas, y Lyseria lo miró con una sonrisa tensa. Poniéndose en cuclillas, abrazó la cabeza de Leonis con fuerza.
“¿S-Seria-san…?”
“Escucha, Leo-kun”. Le susurró al oído. “El mejor premio es ver a todos de vuelta sanos y salvos. Y eso es todo gracias a ti”.
“Aaah…” Leonis se puso rígido.
Las yemas de los dedos de Lyseria tenían una frialdad en ellos, un rasgo vampírico único, y sus mechones plateados rozaban suavemente su cuello.
“Ahora, deberíamos ir preparándonos para el desayuno. Regina nos está esperando”.
Lyseria se puso de pie y salió de la habitación, con la falda de su uniforme ondeando al hacerlo. Habiéndose quedado atrás, Leonis se frotó sus mejillas sonrojadas y devolvió el medallón a su sombra.
(Qué humildad. Cualquiera de mis otros sirvientes habría discutido por esta recompensa). Leonis sintió que su admiración por Lyseria aumentaba, como solía hacerlo. Naturalmente, su sirviente no tenía forma de saberlo.
Con los caballeros esqueléticos fuera de vista, Leonis corrió las cortinas de su habitación y abrió la ventana. Leonis no era de los que le gustaba bañarse en la luz del sol, pero ya se había acostumbrado a ella.
De vez en cuando, sentía una punzada de añoranza por su ataúd de piedra en el Gran Mausoleo, pero en una ocasión, cuando intentó dormir en el oscuro armario, Lyseria se enfadó con él cuando fue a despertarlo. Le dijo: No eres un vampiro. A lo que él le respondió secamente que sí lo era, hecho que sólo sirvió para enfurecerla más.
Leonis activó el pequeño terminal de su escritorio, para revisar el informe que le había traído Shirley. Ya se había acostumbrado a utilizar esos aparatos que funcionaban con tecnología mágica. Habían pasado tres días desde que su equipo había regresado de su investigación en el Tercer Assault Garden. Por supuesto, llamar a su excursión algo tan mundano no era suficiente para resumir todas las cosas que habían sucedido, pero eso no venía al caso.
“No hay información sobre ese hombre…” Leonis susurró para sí mismo, suspirando internamente.
Nefakess Reizaad. Hace mil años, el esbelto hombre de cabello blanco se había desempeñado como Consejero de Azra-Ael, el Rey Demonio del Inframundo. Estaba claro que había estado involucrado en el intento de traer de vuelta a la vida a Tearis Resurrectia… la Santa de los Seis Héroes que había sido convertida en un Void.
Además, era evidente que poseía información sobre la diosa Roselia, a quien Leonis buscaba. Había afirmado que Roselia iba a despertar usando el cuerpo de la Santa como recipiente. Y efectivamente, Leonis había confirmado que el alma de la diosa había residido en el cuerpo de Tearis Resurrectia.
Sin embargo, su alma, al igual que su recipiente, había sido profanada y contaminada por el vacío.
Necesito que me prometas. En un futuro lejano, si cambio y me convierto en algo distinto… quiero que me mates con esa Espada Demoníaca… Y entonces… por favor, encuentra mi verdadero yo.
Las palabras de Roselia habían estado selladas en la mente de Leonis hasta hace poco. Su previsión divina le permitió prever la posibilidad de que el poder de los Void pudiera contaminar su alma.
(Y por eso dividió su espíritu en varios fragmentos…)
Roselia había encomendado a Leonis la tarea de liberar las partes de su alma contaminadas por el vacío y encontrar su verdadera forma. Por ahora, la única pista tangible que tenía era el sirviente del Rey Demonio del Inframundo.
(Debo utilizar todos los recursos de los Ejércitos de los Reyes Demonio para buscarlo).
El agarre de Leonis alrededor del Báculo de los Pecados Sellados se tensó.
“No creas que puedes huir de un Rey Demonio para siempre… Heh, heh, heh…” Se rió amenazadoramente, con una mirada maligna en sus ojos.
“… -sama… ¿Hmm, Leonis-sama?”
Sintiendo un tirón en la manga de su uniforme, Leonis miró hacia abajo, y frunció el ceño. “¿Mm?”
“Tengo un informe, Leonis-sama…”
Debajo de él estaba la mitad superior de una chica vestida con un uniforme de sirvienta. Su parte inferior estaba sumergida en su sombra en el suelo.
“Oh, Shirley. Muy bien”. Expresó Leonis.
“Gracias. Si me permite, Leonis-sama…” Shirley Corvette Shadow Assassin, salió silenciosamente de la oscuridad. Era una criatura encantadora, con ojos del color del crepúsculo y cabello negro.
La chica era una asesina encubierta y sirviente de Leonis.
Shirley levitó un momento frente a Leonis antes de que las puntas de sus zapatos hicieran contacto con el suelo. Saludó a su maestro con una digna reverencia.
“Mencionaste un informe. ¿Es sobre Nefakess Reizaad?” Preguntó Leonis.
“No, aún no he descubierto nada sobre él. Mis disculpas”. Respondió Shirley mientras negaba lentamente con la cabeza.
“Ya veo. Entonces, ¿de qué se trata?”
“Es acerca de los restos del grupo de los Sovereign Wolves, que se unieron a sus filas recientemente. Catorce más de sus antiguos miembros se han ofrecido a unirse a su bando”.
“Oh, así que la Manada de Lobos Demoníacos sigue creciendo”. Leonis asintió para sí mismo ante este acontecimiento, luciendo satisfecho.
La Manada de Lobos Demoníacos era un grupo compuesto por los miembros principales del grupo Sovereign Wolves02, una organización terrorista compuesta por semi-humanos anti-imperialistas. A raíz del secuestro de la nave personal de la Familia Real, el Hyperion, perdieron a su líder y estaban al borde del colapso. Leonis se apresuró a ocupar el hueco dejado tras la muerte de su comandante, integrándolos a sus propias fuerzas.
Al principio, sólo había unos treinta miembros de la Manada de Lobos Demoníacos, pero Leonis tenía subordinados que rastreaban activamente a los delincuentes semi-humanos que estaban en desacuerdo con el Imperio Humano. En la actualidad, sus filas habían aumentado a sesenta.
Leonis esperaba secretamente que un día, cuando anunciara su segunda venida a este mundo como Rey No Muerto, esta organización llegara a formar el núcleo de los nuevos Ejércitos de los Reyes Demonio.
“Deja que lo hagan. La decisión de a quién reclutar te la dejo a ti”.
“¿Puedo realmente tomar esa decisión?” Confirmó Shirley.
“Sí, adelante”.
Probablemente a Shirley le preocupaba que, añadir más miembros al grupo de manera indiscriminada, pudiera dar lugar a problemas que surgieran en momentos inesperados. Sus dudas eran razonables. A diferencia de los no muertos que conformaban la gran mayoría del ejército de Leonis hace mil años, la Manada de Lobos Demoníacos era un surtido de criaturas de diversos orígenes.
Si bien la amenaza del Rey No Muerto los mantenía a raya, de momento, eso podría cambiar a medida que la Manada de Lobos Demoníacos siguiera creciendo.
(Pero qué más da…) Reflexionó Leonis. Dirigir un grupo tan heterogéneo era un reto al que le daba la bienvenida. Construir los Ejércitos de los Reyes Demonio en una fuerza completa exigía ese tipo de experiencia.
“Entendido. Lo haré conforme a ello, entonces…”
Inclinándose respetuosamente, Shirley comenzó a hundirse de nuevo en la sombra de Leonis.
Sin embargo, Leonis la llamó para detenerla. “Espera, Shirley”.
“Sí, ¿qué pasa?”
“Todavía no te he dado una recompensa, ¿verdad?” Preguntó.
“… ¡¿?!” Los ojos del color del crepúsculo de la sirvienta se abrieron de par en par.
Durante su misión en la ciudad en ruinas, a Shirley se le había encomendado escoltar y custodiar a Regina y a las otras chicas… una tarea que había completado con maestría. También había hecho un buen trabajo protegiendo a la gente del reino de Leonis durante la toma del Hyperion.
Estos logros justificaban sobradamente una medalla.
“Leonis-sama, un premio sería un desperdicio en alguien como yo…” Dijo Shirley mientras se inclinaba en señal de reverencia.
“No hay necesidad de ser modesta”. Leonis negó con la cabeza. “No reconocer los logros de mis sirvientes empañaría mi honor como Rey Demonio”.
“Ya veo…”
“Ahora bien, para tu premio…”
“¿Son rosquillas otra vez?”
“¿Son rosquillas lo que deseas?”
“E-Erm, cualquier cosa que venga de usted me haría feliz, Leonis-sama. ¡Pero si es posible, preferiría algo que perdure más tiempo… M-Mis disculpas!” Shirley agitó sus brazos con nerviosismo.
“Hmm. Algo que perdure más, dices…”
(¿Quizás una Máscara de Dragón o un Guantelete del Rey Demonio servirían?) Leonis rechazó la idea casi tan pronto como se le ocurrió.
Ambos objetos eran tesoros de valor incalculable, pero Shirley era pequeña y no se adaptarían a ella.
Mientras Leonis seguía reflexionando sobre sus opciones, Shirley preguntó de repente: “Disculpe, pero le dio a su sirviente la Reina Vampiro el Vestido del Verdadero Ancestro, ¿verdad?”
“¿Mm? Sí, pensé que sería demasiado pronto, pero Lyseria Christaria tiene el potencial para servir como mi mano derecha eventualmente. Estoy seguro de que dominará su uso en poco tiempo”. Respondió Leonis.
Shirley hizo un mohín abatido ante esto. “L-Leonis-sama, ¿está considerando hacer a esa chica su… n-novia?”
“¡¿M-Mi qué?!” Leonis se encontró tartamudeando. “¡¿Qué quieres decir con novia?!”
“¡El Vestido del Verdadero Ancestro debe ser usado por una mujer vampiro que se va a casar!” Afirmó Shirley indignada.
“¡B-Bueno, esa es una costumbre única de la cultura vampírica!” Se apresuró Leonis a replicar. “Sólo le di ese vestido para aumentar sus poderes”.
“¿D-De verdad…?” Preguntó con cansancio la sirvienta asesina.
Leonis asintió, a lo que Shirley dejó escapar un suspiro aliviado, por alguna razón.
“¿Estás insatisfecha por el hecho de que le haya dado el vestido a un sirviente tan inexperto?” Preguntó Leonis.
“No, no pretendo cuestionar sus decisiones, Leonis-sama”. Shirley sacudió la cabeza con un rostro inexpresivo.
El Rey No Muerto contempló a su asistente con aire pensativo. “Hmm. Shirley, ¿cuál es tu opinión sobre Lyseria Christaria?”
“Su habilidad con la espada aún es deficiente, pero crece a un ritmo asombroso”. Dijo Shirley, permaneciendo estoica. “Como líder, su capacidad de juicio es extraordinaria, y debo alabar el esfuerzo que pone en sus tareas”.
“Ya veo. Parece que la has observado muy de cerca”. Comentó Leonis, con un tono que delataba la aprobación de los elogios de Shirley.
“Debo ser capaz de discernir si es lo suficientemente adecuada para servir como su sirviente”. Respondió Shirley tajantemente.
Que su sirviente favorito recibiera tales elogios complació a Leonis.
De repente, recordó que se suponía que le estaba concediendo una recompensa a Shirley, no hablando de Lyseria.
“Bien. ¿Qué te parece entonces un anillo mágico?” Sugirió.
“¿Un… anillo?” Shirley miró a Leonis, con los ojos muy abiertos. “E-Estoy muy contenta, pero… no estoy segura de que mi corazón esté preparado para esto…”
Las mejillas de la chica se tornaron de un color rosado cuando Leonis le ofreció el anillo en cuestión. Era un objeto de aspecto muy siniestro, con forma de calavera.
“Es el Anillo del Diablo. Un artefacto de Clase-Mitológica que obtuve cuando derroté a Zol-Azura, el Diablo del Hades”.
“…”
“¿Mm? ¿Hay algún problema?”
“… No. Gracias por su amabilidad, Leonis-sama”.
Por alguna razón, Leonis tuvo la impresión de que una sombra se había posado sobre la luz de los ojos de Shirley, pero concluyó que debía haberlo imaginado.
“Por supuesto, es algo más que una simple decoración. Si lo cargas con mana, deberías ser capaz de convocar a la existencia más grande y poderosa de los ejércitos de los Reyes Demonio y comandarla. Aunque el efecto sólo funciona una vez”.
Mientras Leonis explicaba con orgullo la función del anillo, Shirley murmuró en voz baja algo así como “Habría preferido uno normal”. Sin embargo, su susurro no llegó a los oídos de Leonis.
“¿Como un Demonio Mayor o un Lich Anciano?” Preguntó Shirley.
“Bueno, no lo sé. Sólo lo sabríamos después de invocarlo”.
“No necesito guardaespaldas. Soy lo suficientemente fuerte como para cuidarme por mí misma”.
“Ahora, no hay necesidad de decir eso. Tómalo. Puede ser útil en algún momento”.
“… Gracias, Leonis-sama”. Levantando los dobladillos de su falda, Shirley inclinó la cabeza y realizó otra reverencia. “Ahora, si no le importa, Leonis-sama, debo irme o llegaré tarde a mi trabajo de medio tiempo”.
Acto seguido, Shirley se hundió silenciosamente en la sombra de Leonis.
Leonis bajó la escalera del dormitorio, dirigiéndose al primer piso. Había una amplia mesa en la sala común de reuniones, donde se estaba preparando el desayuno. El tentador olor del consomé flotaba en el aire.
Normalmente, su pelotón tomaba el desayuno en sus habitaciones individuales, pero hoy tenían una reunión, así que decidieron reunirse y comer juntos.
“Disculpen si llego tarde”.
“Ah, Leo-kun”. Le saludó Lyseria. “Oh, tienes un poco de cabeza de cama”.
La chica había visto un mechón de cabello levantado, pero Leonis se agachó para evadirla.
“P-Puedo arreglarlo por mi cuenta, gracias”. Dijo torpemente.
“Y tu corbata está suelta”. Añadió Lyseria, inclinándose hacia delante para ajustarla. Sus mechones plateados brillaban bellamente, reflejando la luz del sol que entraba por la ventana. La mayoría de los vampiros eran nocturnos, pero Lyseria mantenía un estilo de vida saludable y regulado levantándose temprano cada mañana.
“Ya está, perfecto”. Afirmó, palmeando la corbata de Leonis.
“… Gracias”.
Habiendo superado la inspección de su sirviente, Leonis tomó asiento en la mesa. Desde la cocina del área común, pudo escuchar el sonido de un sartén siendo agitado vigorosamente y los ruidos chisporroteantes de algo cocinándose.
Actualmente, los únicos ocupantes del Dormitorio Hræsvelgr eran los miembros del Decimoctavo Pelotón. Anteriormente vivían aquí chicas de otros pelotones, pero el edificio estaba muy alejado de las instalaciones de la Academia Excalibur. Su fachada exterior era bastante vieja y deteriorada, lo que lo hacía poco popular entre el alumnado.
Tan pronto como Leonis llegó, se abrió la puerta de una de las habitaciones contiguas y entró una hermosa joven de cabello negro: Elfine Phillet, una chica dos años mayor que Lyseria y hermana mayor honoraria del pelotón.
“Buenos días, Leo”. Elfine le saludó un poco somnolienta.
“Buenos días, Elfine-san”. Respondió Leonis.
Aunque normalmente se mostraba muy correcta, Elfine siempre parecía cansada por las mañanas. Tal vez sufría de presión arterial baja. Sus ojos oscuros estaban medio cerrados. Aun así, la mayoría de los estudiantes masculinos la habrían encontrado bastante atractiva.
Con una expresión sombría, Elfine tomó asiento frente a Leonis. A menudo ponía esas caras cuando el primer periodo del día era el entrenamiento de resistencia básica. A diferencia del resto del pelotón, la Espada Sagrada de Elfine era del tipo análisis de información. No acudía al campo durante el entrenamiento de combate, por lo que no estaba en forma.
A decir verdad, Leonis era un atleta tan pobre como ella, así que simpatizaba en gran medida con ella en este frente.
“¿Estás cansada, Fine-senpai?” Le preguntó Lyseria con ansiedad.
“Sí… sólo un poco…” Elfine respondió con una sonrisa rígida. “Mi hermana mayor viene de visita desde el Sexto Assault Garden”.
“¿Tu hermana? Ah, ¿te refieres a la investigadora en jefe de la compañía Phillet” Preguntó Lyseria.
“… Sí. Mi muy talentosa hermana mayor”. Elfine soltó un gran suspiro. “Es tan capaz que a veces me asusta…”
Evidentemente, Elfine no estaba ansiosa por el entrenamiento de resistencia esta vez.
“Me pasé toda la noche tratando de idear formas de evitarla, así que apenas pude dormir”.
“Wow, ¿realmente da tanto miedo?” Reflexionó Lyseria.
“Es una autentica bruja. O tal vez un vampiro chupasangre”.
“Erm…” Lyseria dio una respuesta a medias, insegura de cómo responder.
Leonis no era ajeno a que le chuparan la sangre. Parecía que, a pesar de que la mayoría de los monstruos se habían extinguido en esta época, los vampiros seguían siendo vistos como criaturas de leyenda.
“Seria ojou-sama, el desayuno está listo”. Una voz llamó desde la cocina. Regina entró entonces en la habitación, vestida con un uniforme de sirvienta y llevando una bandeja plateada. “Oh, hey, chico. Buenos días”. Al ver a Leonis, la chica de coletas le saludó con una sonrisa.
“Buenos días, Regina-san”. Leonis respondió. “El desayuno luce bien”.
El Rey No Muerto no pudo evitar tragar saliva con expectación. Sobre la mesa había un desayuno bastante suntuoso. Consomé con guarnición de verduras, una ensalada de rúcula03… cultivada en el huerto de Lyseria… con jamón, tostadas de queso con mucha miel y mantequilla, pan de nueces, café, leche fresca, y omurice04 hecho con huevos producidos en el distrito natural de la academia.
Habiendo pasado su tiempo durmiendo después de usar la Espada Demoníaca, Leonis no había comido nada en días, por lo que el desayuno parecía aún más apetecible. Sintiendo cómo se le retorcía el estómago con anticipación, Leonis esbozó una sonrisa.
(Maldición, este cuerpo es tan incorregible).
Cuando era el Rey No Muerto, Leonis no había necesitado sustento. Por ello, Leonis encontraba bastante molesta la susceptibilidad de esta forma al hambre. Aun así, había aprendido a apreciar la comida.
“Te pondré una banderita especial en tu omurice, chico”. Se burló Regina.
“No me trates como a un niño”. Leonis replicó, sacando la banderita que ella había clavado en su comida.
“Supongo que Sakuya no ha vuelto de su entrenamiento matutino”. Comentó Lyseria, mirando a la puerta.
“Sí. Le dije que teníamos una reunión hoy, sin embargo…” Respondió Elfine, frunciendo el ceño.
“Bueno, no hay nada que podamos hacer al respecto. Reservemos algo de comida para Sakuya y comamos”. Concluyó Lyseria.
“Cierto, no debemos dejar que se enfríe…” Elfine asintió.
“Hey, chico, ¿quieres que te dibuje un corazón con ketchup?” Sugirió Regina pícaramente.
“… ¡P-Puedo poner mis propios condimentos, muchas gracias!” Le espetó Leonis.
“… Mm. Bien”.
Regina bajó sus hombros, aparentemente decepcionada.
“¿El Festival de la Luz Sagrada…?” Preguntó Leonis, evitando activamente el perejil extra en su plato.
“Sí, es la feria escolar de la Academia Excalibur”. Explicó Lyseria. “Tendrá lugar dentro de unos días”.
La próxima semana, el Séptimo Assault Garden debía acoplarse con el Sexto. La flota del Assault Garden se había desplegado por los océanos del mundo, con la capital, Camelot, como núcleo. Cada ciudad tenía asignado un papel táctico diferente.
Por ejemplo, el Séptimo y el Quinto Assault Garden eran bases ofensivas destinadas a descubrir y purgar Nidos del Vacío. El Sexto, por el contrario, estaba a cargo de proporcionar suministros a los demás. Navegaba en zonas del océano ricas en recursos de mana, extrayendo del fondo marino cristales de mana. Esto mantenía el suministro de energía mágica para los Assault Gardens en el frente.
Por supuesto, el Séptimo Assault Garden era capaz de librar batallas prolongadas sin ningún tipo de apoyo, pero trabajar en conjunto con otros Assault Gardens permitía operaciones más eficientes.
“… Ya veo. Cada base opera al máximo de su capacidad”. Leonis quedó impresionado por este sistema. Los Ejércitos de los Reyes Demonio habían carecido de tal pensamiento.
(Si algo tenía cada uno de los Reyes Demonio, era una ardiente rivalidad con el resto…)
Dizolf, el Rey Demonio de la Ira, y Veira, el Rey Demonio de los Dragones, siempre habían estado en desacuerdo con Leonis. Incluso cuando los Ejércitos de los Reyes Demonio estaban en una guerra total con los Seis Héroes, siguieron participando en escaramuzas por la posesión de territorios y reinos en ruinas.
(Aunque eso no era culpa mía sino de ellos). Leonis racionalizó, pensando en el pasado.
El reabastecimiento de mana duraría tres días, durante los cuales los dos Assault Garden permanecerían acoplados. En ese periodo, los ciudadanos de ambas ciudades celebrarían fiestas para festejar esta unión anual.
“Y mientras dure el Festival de la Luz Sagrada, la Academia Excalibur abrirá sus instalaciones al público en general”. Afirmó Lyseria.
“Ya veo. Sucede que a mí también me gustan los festivales”.
Esto le recordó a Leonis la Fiesta de la Muerte. Era un tipo de ritual mágico en el que miles de almas no muertas bailaban a lo largo de los campos de batalla en ruinas. La fiesta duraba varios días y, una vez concluida, el mana de esas tierras era absorbido, convirtiendo la zona en terrenos malditos capaces de producir muchos no muertos.
“Los pelotones de la Academia Excalibur van a montar todo tipo de puestos y tiendas”. Detalló Lyseria, poniendo más verduras en el plato de Leonis. La sirviente de Leonis no desaprovechó la oportunidad de hacer que su sangre fuera más suave y fácil de beber.
“Ya son suficientes verduras…” Leonis refunfuñó.
“No. Te he visto apartar el perejil, Leo-kun”. Lyseria se negó con firmeza.
“Ugh…”
“En el último Festival de la Luz Sagrada, convertimos este dormitorio en una cafetería”. Añadió Elfine, observando a los dos con una sonrisa.
Asintiendo con la cabeza, Lyseria dijo: “Fue muy bien recibida”.
(Este es un lugar bastante bueno para una cafetería). Pensó Leonis.
El bosque que crecía en la parte trasera de los dormitorios ofrecía una bonita vista, y dado que estaba en el límite de las instalaciones de la Academia Excalibur, era un lugar tranquilo, ideal para disfrutar del té y los dulces.
“Pero he pensado que este año podríamos cambiar un poco nuestro enfoque”.
Continuó Elfine.
“¿Por qué?” Preguntó Lyseria.
“Bueno, se rumorea que el onceavo pelotón del dormitorio Fafnir va a tener una cafetería”.
El Onceavo Pelotón. Ese era el que lideraba Fenris Edelritz, miembro del comité ejecutivo y quien solía discutir con Lyseria en cada ocasión. El dormitorio del Onceavo Pelotón tenía un diseño interior mucho más extravagante que el de Hræsvelgr, y estaba equipado con un baño de hidromasaje, cosa que Leonis sólo podía suponer que era el nombre de algún arma táctica.
“¡Definitivamente lo están haciendo para fastidiarnos!” Declaró Lyseria.
“No, es porque Fenris-sama la quiere de verdad, Seria ojou-sama”. Murmuró Regina mientras tomaba un sorbo de té. “Aun así, nuestro edificio está bastante lejos del suyo, así que tener otra cafetería no es tan mala idea”.
El Dormitorio Fafnir estaba cerca del centro de la academia. Como tal, estaba bastante lejos de donde vivía el Decimoctavo Pelotón, así que no había mucha competencia.
“No, el año pasado tenían un salón de baile”. Lyseria negó con la cabeza. “Sólo eligieron hacer una cafetería para robarnos el negocio. Todavía deben estar enfadados por haber perdido durante el encuentro de entrenamiento”.
“… En realidad, puedo imaginarme a Fenris-sama haciendo eso”. Regina admitió mientras pelaba la cáscara de un huevo cocido.
“Sinceramente, no veo cómo vamos a ganarles si solo nos limitamos a hacer lo que hicimos el año pasado…” Dijo Lyseria.
“Sí. Comparado con el dormitorio de Fafnir, el nuestro se ve bastante mal”.
Regina estuvo de acuerdo.
“Y por alguna razón, ha habido un montón de cuervos espeluznantes posándose por aquí…” Susurró Elfine con el ceño fruncido.
“¡¿E-En serio?!” Preguntó Lyseria, con una expresión de visible pánico.
Los cuervos que se reunían en torno a su dormitorio habían sido atraídos sin duda por su mana de Reina Vampiro. Normalmente atraería a murciélagos o lobos, pero los únicos sirvientes de la noche que vivían en esta ciudad eran los cuervos.
“¡P-Pero, erm, los cuervos pueden ser muy lindos!” Argumentó Lyseria, tratando de salvar la dignidad de sus sirvientes.
Regina, sin embargo, no lo aceptaba. “Su graznido es ruidoso, y siguen hurgando en nuestra basura”.
“B-Bueno…” Incapaz de pensar en una respuesta, Lyseria se hundió ligeramente.
“Hablando de eso, he visto crecer una hierba extraña en nuestro patio trasero”. Recordó Elfine con una expresión de desconcierto.
Ahora era el turno de Leonis de mostrarse nervioso. En un intento de animar a Leonis, Shirley había decidido cultivar algunas plantas del inframundo en el jardín trasero. Las semillas que había plantado estaban brotando y empezando a trepar por la pared exterior del dormitorio. Si se les permitía crecer hasta la madurez, se convertirían en una magnífica planta carnívora devoradora de hombres.
“Con el aspecto que tiene este lugar, todos los clientes estarán demasiado asustados para entrar…” Regina comentó en voz baja.
Fue entonces cuando…
“Siento llegar tarde”.
La puerta se abrió, revelando a una pequeña chica de cabello azul… Sakuya Sieglinde. Una experta espadachina y el as atacante del Decimoctavo Pelotón, a pesar de su corta edad de catorce años.
“¿Dónde estabas, Sakuya?” Preguntó Lyseria.
“Oh, por casualidad me encontré con Fluffymaru el Negro durante mi entrenamiento matutino”. Explicó la chica, extendiendo su tradicional traje de la Orquídea de Sakura sobre la silla.
“Ah, ¿ese perro fantasma que aparece en los alrededores de los dormitorios?” Preguntó Regina.
“No es un fantasma. Los Espadachines Sagrados del comité ejecutivo lo estaban persiguiendo, así que hice que se refugiara en el bosque”.
Tras una inspección más minuciosa, el uniforme de Sakuya tenía un montón de hojas pegadas.
(¿Qué demonios estás haciendo, Blackas?) Leonis no pudo evitar inquietarse un poco ya que sabía perfectamente quién era ese perro en realidad.
“Si es un perro callejero, ¿no deberías dejar que se deshagan de él?” Sugirió Regina, haciendo un gesto como si estuviera amartillando un rifle de caza imaginario. “Los estudiantes de la Academia pueden defenderse, pero los civiles circularán por aquí una vez que comience el Festival de la Luz Sagrada”.
“¡Fluffymaru el Negro no es un perro callejero!” Sakuya sacudió la cabeza desesperadamente. “¡Podría ser la reencarnación perdida de Maru el Negro!”
(Eso es poco probable). Pensó Leonis.
Para empezar, Blackas no era un perro, sino un lobo. También era el Príncipe del Reino de las Sombras.
“Probablemente podríamos mantenerlo aquí en el dormitorio si prometes hacerte cargo de él, Sakuya”. Dijo Lyseria, levantando su dedo índice.
“Te lo agradezco, Lyseria-senpai”. Contestó Sakuya. “Sin embargo, cada vez que intento atrapar a Fluffymaru el Negro, parece desvanecerse”.
“Por eso le llaman perro fantasma”. Regina agregó.
“Ah, hablando de eso, el otro día vi una chica fantasma”. Recordó Lyseria, haciendo memoria de repente.
Regina reaccionó un poco ante eso. “¡Yo también la vi! Era muy linda, ¿verdad?”.
“¿Una chica fantasma?” Cuestionó Elfine, dudosa.
“Sí, recientemente ha habido rumores sobre ella. La gente dice que se puede ver a una misteriosa chica con uniforme de sirvienta que se pasea por este dormitorio…”
(¡¿Qué demonios estás haciendo, Shirley?!)
Mientras escuchaba la conversación de las chicas, Leonis tomó nota para reprender a sus sirvientes mientras intentaba tragar un trozo de pan.
“Una mansión espeluznante… Fantasmas… Oh, ¡ya lo tengo!” El rostro de Lyseria se iluminó, como si finalmente se hubiera dado cuenta de algo.
“¿Qué sucede, Seria ojou-sama?” Le preguntó Regina.
“¿Qué les parece la temática de una mansión embrujada? Podemos hacer una Cafetería Embrujada”. Lyseria se puso de pie mientras hacía su declaración. Todos los presentes la miraron con confusión.
“Ugh… Nngh, aaah…”
Los gemidos de dolor de una chica llenaron un callejón vacío en el borde exterior del Séptimo Assault Garden. En contraste con la zona central del Garden, donde estaba la Academia Excalibur, este sector era el hogar de muchos refugiados rescatados en las afueras de la ciudad.
Caminando a duras penas, la chica se agachó, habiendo agotado completamente sus fuerzas. Su cabello verdoso estaba atado en una cola de caballo. Los muslos blancos que sobresalían por debajo de sus pantalones cortos estaban ahora cubiertos de hollín. Cuando se apoyó contra la pared, la capucha de su modesta túnica se levantó, revelando a una hermosa joven con rasgos de hada y ojos azules. Las orejas que se asomaban eran alargadas y puntiagudas. Estas eran las características de un elfo.
(¿Cómo… se llegó a esto…?)
Se trataba de Arle Kirlesio, una heroína elfo a quien el Árbol Antiguo del Santuario le había encomendado la tarea de destruir el recipiente de la Diosa de la Rebelión.
(Estaba preparada para esto, por supuesto. Pero…)
Nunca se habría imaginado que el mundo pudiera cambiar tanto después de mil años. La humanidad había creado ciudades fortaleza móviles, y los monstruos que amenazaban este mundo no eran goblins u orcos, sino formas de vida desconocidas, denominadas Void.
Tras la batalla en el Tercer Assault Garden, el grupo de Lyseria había tomado la custodia de Arle y la había traído a la ciudad como refugiada. Sin embargo, tan pronto como vio una oportunidad, la aprovechó y escapó. Aunque Arle se sentía culpable por ello, no podía dejar que esas chicas descubrieran quién era.
Si bien había destruido una de las encarnaciones de la Diosa de la Rebelión, había otras más.
(Tengo que completar mi misión como héroe).
Desgraciadamente, ya ni siquiera podía mantenerse en pie debido al hambre. Uno no podía ni siquiera comprar un pedazo de pan en esta ciudad si no estaba registrado como ciudadano. Y un héroe de su calibre no podía rebajarse a robar.
(Nng, tengo que hacer algo…)
No podía permitirse el lujo de colapsar aquí.
“Hmm, disculpa… ¿Estás bien?” Una voz asustada llegó a los oídos de Arle.
Todavía en cuclillas, Arle levantó la vista para ver a una niña de siete u ocho años que la miraba.
“¿Tienes hambre?” Preguntó la niña.
“… Mm”. Arle asintió tras un momento de duda.
La niña se acercó temerosa y le entregó un pedazo de pan.
“…” Arle la miró con cautela.
“Adelante. Cómelo”. Instó a la chica.
“… ¿Estás segura?” Preguntó Arle. Examinó el atuendo de la chica. Su ropa no sugería que viniera de un hogar rico.
“La directora Phrenia dice que debemos ayudar cuando veamos a alguien necesitado”. La niña dijo con una sonrisa.
“… Gracias”. Arle aceptó el ofrecimiento, arrancando un trozo y llevándoselo a la boca.
“Ah, ¿necesitas un poco de agua…?” Preguntó la chica.
“No, tengo la mía”. Arle sacó una botella y bebió para pasarse el pan. Sintió cómo se le revolvía el estómago en señal de agradecimiento. “Gracias. Me has salvado”.
“Um, ¿te gustaría venir conmigo al orfanato?”
La elfa negó con la cabeza. “No podría importunarte de esa manera”.
Involucrar a una desconocida era algo que simplemente no haría. Arle se
levantó lentamente, pero entonces…
“¡¿Qué están haciendo aquí?!” Con ese fuerte grito, varias figuras aparecieron en el callejón.
“… ¡¿?!”
No eran ladrones, sino Espadachines Sagrados, vestidos con uniformes azules. Arle supuso que formaban parte de una especie de milicia, las fuerzas del orden de la ciudad.
“Hmm, eres un elfo”. Comentó un joven que parecía el líder del grupo, mirando fijamente a Arle.
“…”
“Muéstrame tu certificado de ciudadano”. Exigió, mirando con rudeza a la elfa de arriba abajo.
“N-No, esta señorita, sólo tiene hambre…” Protestó la niña.
“¿Crees que puedes ordenarme, pequeña refugiada?” El joven dirigió una mirada a la chica antes de acercarse a ella de forma amenazante.
Arle se quitó la túnica, arrojándola al aire. Manifestando la Espada Asesina de Reyes Demonio Crozax en sus manos, lo fulminó con la mirada. “Deberías retroceder…” Le dijo a la niña que la había ayudado.
(Hay tres de ellos, y parecen bastante organizados).
Basándose en su comportamiento, Arle pudo calibrar su fuerza. Normalmente, no serían rivales para ella. De hecho, es probable que ni siquiera pudieran derrotar a la chica de cabello azul con la que intercambió golpes en la ciudad en ruinas.
Pero justo ahora, Arle apenas podía mantenerse en pie, y un héroe no podía ir por ahí matando gente.
“Veo que te resistes. ¡Activate!” El joven líder manifestó una voluminosa Espada Sagrada de tipo Gran-Espada. Sus labios se curvaron en una sonrisa. “Esto puede ponerse duro, chica…”
Cuando el arma se abalanzó sobre ella, Arle la desvió con la Crozax.
“… ¡Tch, retrocede!” Le gritó a la niña detrás de ella de nuevo.
“S-Señorita…” La niña tartamudeó.
“Estás en el camino. Date prisa”.
Arle escuchó el sonido de pasos en retirada detrás de ella.
(Bien). Arle agarró su espada con más fuerza y retrocedió de un salto. De repente, algo fue lanzado al callejón, rodando hasta los pies de Arle con un sonido metálico.
(¿Es algún tipo de bomba…? No, esto es…)
*¡Pssssssssssst!*
El cilindro que se encontraba entre Arle y los Espadachines Sagrados comenzó a producir un denso humo blanco.
“¡¿Q-Qué?! ¿Esto es una… granada de humo?”
Una cortina de vapor llenó rápidamente la estrecha calle, dejando a los agresivos Espadachines Sagrados confundidos.
(¡¿Q-Qué…?!)
Arle comenzó a toser. Justo entonces, la tapa de un agujero del alcantarillado junto a sus pies se levantó ligeramente.
“… ¡¿?!”
“Por aquí. ¡Ven conmigo si quieres escapar!”
Una chica con el rostro oculto tras una capucha se asomó por debajo de la tapa metálica y le hizo un gesto a Arle para que se acercara.
“Estás…”
“Date prisa”. Le instó la figura encapuchada.
La alarma de la ciudad sonó, y Arle captó el sonido de varios pares de pies marchando hacia el callejón. Afianzando su decisión, la elfa se deslizó hacia el agujero.
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