Dungeon ni Deai o Motomeru no wa Machigatteiru Daro ka Familia Chronicle (NL)

Volumen 2

Capítulo 1: Alli y Los 8 Seguidores

Parte 14

 

 

El desierto de Kaios era árido y soleado ese día.

Mientras los abrasadores rayos de sol caían a cántaros, miles de soldados marcharon a través de los remolinos de nubes de calor.

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El Páramo Gazoob era una región desértica rocosa donde se unían las fronteras de Shalzad, Warsa e Israfan. Aunque era rocoso, eso no significaba que no fuera también un desierto. Lo más importante es que había un lugar en el Páramo Gazoob con un terreno uniforme y vistas despejadas que lo convertían en un campo de batalla perfecto. Y los ejércitos de Shalzad y Warsa marchaban hacia ese lugar.

—¡El leal sirviente del príncipe Aram, Jafar, ha llegado!

—¡Jafar, señor! ¡Así que también vino!

Los soldados encabezados por el viejo general se unieron a las fuerzas de Shalzad que habían respondido a la llamada.

Finalmente, reuniéndose por primera vez después de la caída de la capital, la moral del ejército de Shalzad estaba alta. La señal que el príncipe Aram se había arriesgado a enviar había revivido sus espíritus, y alrededor de veinte mil soldados se dirigían al campo de batalla.

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—¡Entonces! ¿Dónde está el príncipe Aram? ¡¿Dónde está el próximo sol para iluminar los corazones de todo Shalzad?!

—… Sobre eso, bueno… él aún no aparece…

—¡¿Qué?!

Sin embargo, la importantísima Ali misma no se encontraba en ninguna parte de la región de Gazoob. Y no solo ella. El ejército de Warsa tampoco estaba aún por verse, a pesar de los informes que indicaban que ya habían partido de la capital. Por lo menos, no eran visibles en ningún lugar desde la posición actual del ejército de Shalzad.

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Jafar y las fuerzas triunfantes de Shalzad se congelaron ante el informe del soldado mientras el viento seco del desierto soplaba a través de su campamento.

—¡Avancen! ¡El ejército de Shalzad debe haberse reunido y desplegado a lo largo del Páramo Gazoob! ¡A lo sumo habrá veinte mil de ellos! ¡Contra nuestra fuerza de ochenta mil, eso es poco más que una brisa!

En ese momento, el ejército de Warsa se acercaba a la Expansión de Sindh. Era un desierto de arena pura que encerraba el Páramo Gazoob. Su comandante supremo, Gorza, había dividido a la hueste de ochenta mil en cinco divisiones diferentes antes de que se enfrentaran al enemigo.

—¡Rodeen a su ejército tanto para asegurarse de que no avancen hacia Warsa como para asegurarse de que no puedan huir hacia Israfan! ¡Guerreros de Warsa, aquí es donde aplastamos la última resistencia de Shalzad!

—¡WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

La división principal lanzó un estruendoso grito de batalla y la segunda, tercera y cuarta división de reserva repartidas por las dunas rugieron en respuesta. Los soldados de Shalzad acababan de reformar su ejército, por lo que su cadena de mando aún no se consolidaría. Ahí era donde atacaría Warsa.

El plan de Gorza era lógico y razonable, una clara evidencia de su competencia como comandante. Sin embargo, precisamente por eso, él podía predecirlo.

—¡Señor! ¡Enemigo a las doce en punto!

—¡¿Qué?! ¡Cuántos!

Tanto en el flanco derecho como en el izquierdo, hubo una conmoción que se extendió entre las unidades en los bordes de la formación cuando los soldados dieron la alarma. Los oficiales a cargo de esas unidades miraron a su alrededor, preguntándose si su estrategia había sido calculada cuando cada uno de ellos la vio.

—L-la cosa es… ni siquiera puede llamarlo una fuerza, señor…

Como sus subordinados informaron, no era un ejército ni una unidad más pequeña el que lanzaba un ataque sorpresa. Era solo una persona. O más bien cuatro personas.

Un informe de un elfo blanco, uno de un elfo oscuro, uno de un hombre gato, y uno de un conjunto de cuatro hobbits apareciendo delante de la segunda, tercera y cuarta división reserva.

—¿Quién podría haber predicho esto? La reunión del ejército de Shalzad fue, de hecho, solo un cebo. La verdadera batalla final no sería en el páramo sino en la Expansión de Sindh.

Ocho seguidores se enfrentarían a un ejército de ochenta mil.

Mientras las tropas de Warsa miraban, estupefactas, Hedin, que había ideado todo esto, se subió las gafas.

—Todos los preparativos están completos. Ahora a exterminarlos. No dejen a nadie vivo; Declaró.

Los aventureros se prepararon para la batalla e inmediatamente después de eso, comenzó la derrota.

***

 

 

—¡¿Gaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargh?

La guerra comenzó con un grito.

Una enorme nube de arena se elevó—no, explotó en el aire. Al ver la cascada de arena, el comandante a cargo del flanco izquierdo alzó la voz.

—¡¿Q-Qué está pasando?!

—¡La segunda división está siendo atacada!

—¡¿Un ataque furtivo de Shalzad?! ¡¿Cuántos hay?!

Ante esas palabras, la voz del soldado tembló cuando respondió:

—¡E-Es una persona!

—… ¿Qué?

Ni una división ni siquiera un escuadrón. Una persona. El comandante no podía creer lo que oía cuando sonó un aterrado informe.

—¡Estamos siendo bombardeados por un solo elfo!

—Luchen por la eternidad, soldados indestructibles del rayo.

Una sola estrofa fue conjurada. El elfo blanco estaba desatando un torrente de magia con un conjuro súper corto especializado para ataques rápidos.

—Caurus Hildr.

Una lluvia de relámpagos blancos cayó sobre el campo de batalla. A pesar de ser un conjuro de lanzamiento súper corto, una enorme cantidad de orbes de rayos devastaron las fuerzas de Warsa. Cada bola tenía el tamaño de la cabeza de un humano. Fue una tormenta de muerte segura.

El diluvio de relámpagos fue inevitable, y los soldados no pudieron hacer nada más que ser arrastrados por él, sus armaduras se rompieron cuando la electricidad quemó sus cuerpos.

—No griten y no se muevan. Arruina mi puntería y reduce mi eficiencia. Que irritante.

Hedin continuó su descarga de magia mientras murmuraba para sí mismo. Él estaba conjurando rápidamente su magia con calma, frialdad y sin piedad.

—Es por eso que detesto tratar con gente insignificante. Ustedes, tontos, siempre están estropeando mis cuidadosos cálculos.

Desplegada a través de la llanura clara del desierto, la segunda división de diez mil hombres estaba completamente desordenada. Todo por culpa de un único elfo que estúpidamente bloqueó el camino, desatando una tormenta de magia capaz de borrar cientos de tropas a la vez. Las bolas de relámpagos parecían una lluvia de flechas mientras quebraban la división por la mitad como un cuchillo caliente a través de la mantequilla. La enloquecida sinfonía del trueno incluso arrasó la arena, haciendo que la formación de la fuerza de Warsa colapsara casi de inmediato.

Para un halcón que miraba la escena desde el aire, era claramente visible. El ataque mágico dejó un corte gigante en el suelo donde se desplegó la segunda división de Warsa, como un dragón dejando una franja de destrucción a su paso.

—Aunque la mayoría son cobardes que gritan y tratan de huir, también hay guerreros que ejercen un valor y un ataque imprudente. Miedo y emoción. Ahogados en los vientos de la batalla, todos ustedes son esclavos de la paradoja de la batalla.

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Hedin bañó sin piedad con magia a esos mercenarios que se voltearon y huyeron, y con la misma facilidad disparó un trueno para incinerar a esos guerreros trágicamente valientes que embistieron para permitir que sus camaradas escapen.

Bajando su brazo derecho, que sostenía su rhomphaia, él extendió su brazo izquierdo y lanzó su magia. La rhomphaia contaba con una espada larga y una empuñadura diseñada para parecerse a un árbol sagrado. Su nombre era Dizaria. El arma de primer nivel de Hedin era una excelente arma de asta y también servía como bastón para aumentar el poder mágico.

—Todos ustedes serán derrotados de la misma forma, asi que al menos tengan cierta disciplina, fracasados.

Gritos y lloriqueos se dispararon por todos lados. Hedin no les permitió ninguna apertura para acercarse a él. Su bombardeo interminable con una sola mano aplastó cada ataque que el enemigo reunió e incineró a cualquiera en la retaguardia que intentara tomar represalias con su propia magia.

Desde el momento en que los tomaron con la guardia baja mientras estaban esparcidos por una extensión de dunas de arena donde se podían ver con claridad, a ellos les habían quitado todas sus opciones. Era imposible que una unidad se le acercara sigilosamente por detrás o realizara cualquier otro ataque sorpresa. Esos ojos de elfo, esa raza famosa como hadas conjuradoras, atraparon a todos los escuadrones que intentaron cualquier movimiento encubierto y los golpearon con otra bola de trueno.

—¿Qué dia— … ¿Qué clase de monstruo es ééééééééééééééél? El general a cargo de la división gritó con un pánico desenfrenado.

Varios mensajeros con más confusión informaron. Bombardeado por ese torrente de informes, él era la única persona en ese lado del campo de batalla que sabía exactamente lo que estaba sucediendo. Cada persona con un rango de líder de escuadrón o superior estaba siendo borrada de la batalla. El enemigo poseía un ojo aterrador y demoníaco—y al utilizar plenamente esa aguda percepción que podía interpretar los minúsculos flujos y reflujos del campo de batalla, su enemigo estaba aniquilando toda la cadena de mando con una precisión enfermiza.

No había nada más lamentable que un animal que había perdido la cabeza. Las órdenes enviadas a cada unidad dejaron de tener sentido y los soldados supervivientes se habían convertido en poco más que objetivos indefensos. Las réplicas de su creciente miedo solo exacerbaron las muertes sin sentido.

Puntería precisa. Precisión incomparable. Y una orden más cruel que la de nadie. El elfo blanco era un rey despiadado que miró con desprecio a una fuerza de miles mientras los masacraba con rayos.

—Ah…

Un segundo después, en el momento en que la pared de soldados que estaba siendo destrozada por su magia comenzó a diluirse, una explosión mágica llenó sin piedad el campo de visión del general con un blanco impenetrable. Consumido por el destello de luz, él rápidamente abandonó el campo de batalla que estaba lleno de gritos y desesperación.

Habiendo sido aniquilado por una lanza relámpago, ese general en realidad tuvo mucha suerte. Gracias a eso, pudo seguir adelante sin experimentar el sufrimiento de perder una extremidad o el dolor intenso de tener la piel quemada por un rayo.

—Lanzar magia a todas partes como si no supiera nada mejor… Este puede ser el pináculo de la rudeza, pero supongo que no se puede evitar; Hedin estaba hablando tranquilamente consigo mismo mientras los gritos de los soldados llenaban el aire. —¿Quién en su sano juicio se enfrentaría a una fuerza de diez mil de frente, después de todo? El exterminio a través de la magia es el método más eficaz. De esta manera al menos minimiza la molestia.

Él habló como si estuviera explicando los hechos más obvios mientras preparaba otra flecha mágica para soltar, sin dejar de devastar a los bárbaros.

No permitió que nadie huyera del campo. Para cuando una unidad dio un paso que podría haberlos llevado a un lugar seguro, él ya había disparado otro rayo que aterrizó justo donde se dirigían. Hedin estaba haciendo uso de su mente con mucha precisión y cuidado incluso entonces, envolviendo el campo de batalla en una barrera de rayos para atrapar al ejército de Warsa.

En el momento en que se dieron cuenta de que a nadie se le permitiría retirarse de las dunas de arena que habían cobrado vida con los rayos, los soldados finalmente comenzaron a gritar, suplicando por sus vidas sin preocuparse por lo antiestético o patético que parecía. Y debido a esos gritos ofensivos, por primera vez, el rostro de Hedin, que se había mantenido en calma durante toda la masacre, finalmente cambió.

—¿Por qué diablos… ¿Por qué diablos pensaron seriamente que sus gritos llegarían a cualquiera que escuchara? Parecen haber malinterpretado gravemente su situación. ¿Quién permitiría vivir siquiera a uno de ustedes?

Mientras los rayos crepitaban en el aire, un miembro importante de la Familia Resheph—un hombre de Nivel 2—vio los labios del elfo moverse y palidecer.

—Una facción de gente cercana a ti dejó de lado su humanidad y profanó la propiedad de mi lady. Deshonraste el amor de la diosa en ese pueblo oasis. ¡Has profanado codiciosamente un dominio sagrado que nunca debe ser tocado!

Después de que Leodo fue arrasado, Hedin enterró los cadáveres de los antiguos esclavos, propiedad de Freya, con todos los honores. Él lo entendió. Él sabía muy bien que su dignidad había sido pisoteada. Sabía que hasta el último de esos esclavos que estaban siendo vendidos por su apariencia y habilidades habían pasado del reino de los mortales en las profundidades de la desesperación.

Este fue el resultado obvio. Axiomático. Si Warsa se inclinaba a reír y hacer caso omiso de cosas como simples caprichos de la guerra, entonces era natural que se lanzaran a una ola de saqueos y violaciones. Pero dada su posición, no había ninguna razón para que un elfo altruista como Hedin hiciera la vista gorda ante su comportamiento. Una vez que había jurado convertirse en verdugo, no quedaba nada para esos soldados más allá de que cada uno de ellos fuera borrado de la faz del planeta.

—¿Se atreven a afirmar que no tienen pecados? ¿Que no fueron responsables? ¿Creen que soy tonto? Apestas al mismo hedor. ¡Ya has abrazado ese mismo sadismo y llevas ese mismo hedor bestial! ”

El amor corrupto de su diosa encendió una furia ardiente. Y frente a esa conflagración de ira y espíritu, las fuerzas de Warsa cerca de Hedin incluso olvidaron sus pensamientos de escapar mientras la sangre se drenaba de sus rostros y se desesperaron, temblando de terror.

Los ojos color coral de Hedin se entrecerraron bruscamente, y al momento siguiente las esquinas de sus ojos se encendieron cuando apretó sus lentes, arrancándolos de la cara y rompiéndolos en su puño cerrado.

—¡¡No hay ninguna razón por la que yo de todas las personas pase por alto un mundo tan imperfecto!!

La furia del hada. La máscara intelectual que llevaba Hedin se desvaneció cuando reveló su verdadero yo, desatando la tormenta de rabia asesina que no había permitido que estallara antes.

—Y además de todo eso, cazaron y empujaron a esa chica a tales extremos—si no les impongo el verdadero significado del caos sobre ustedes, entonces, ¿cómo veré a la cara a mi amante o al joven rey?

Su lealtad a su diosa y la indignación que sentía por esa chica cuyo país había sido devastado. Todas esas emociones explotaron cuando el hada se transformó en un apóstol de la destrucción.

Hedin rugió su deber.

—¡Su sentencia es la muerte! ¡Bárbaros del desierto!

—… Ese es el tipo de cosas que diría Hedin; Murmuró Hegni para sí mismo.

—¡No—nooooooooooooooooooooooooo!

Innumerables cadáveres estaban esparcidos a su alrededor. La gente que gritaba de miedo era, por supuesto, los soldados de Warsa. Era el ala derecha del ejército reunido. Enfrentándose a la tercera división, que consistía en otros diez mil hombres, Hegni, un espadachín mágico como su viejo enemigo Hedin, había elegido no una batalla mágica de largo alcance sino una pelea cuerpo a cuerpo, cara a cara.

—Pero a diferencia de él, mi magia no tiene un rango muy bueno y no es tan conveniente…

Mientras los soldados se encogían de miedo ante él, él se quedó allí, inmerso en su propio mundo. El espadachín elfo oscuro bajó los ojos, escondiendo su boca detrás de un cuello alto mientras murmuraba en voz baja.

—… Este es más mi estilo…

Y entonces, él levantó su siniestra espada negra con una mano y acarició la superficie de ella con la otra mano. Era un arma de primer nivel, Victim Abyss. El arma más confiable de Hegni, su camarada en la batalla, era una espada de color negro azabache con una forma irregular de un rayo y era capaz de desencadenar un corte incomparablemente afilado. Era una espada maldita de grado superior hecha para él por cierto hechicero que contaba con la capacidad de extender su corte a cambio de consumir más de su resistencia.

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La hoja negra que aparentemente se forjó a partir de la oscuridad condensada hizo que el desierto marrón absorbiera charcos de sangre carmesí, tiñéndolo de rojo.

—… Jee-jee, jee-jee-jee-jee, su encuentro casual con mi espada de tono negro ha sellado sus destinos… Las arenas ardientes revolotean y las moscas carmesíes… Mi espada exige sacrificios. Eso significa… Q-Q-Que morirán.

Él se había abierto paso preventivamente hasta el centro de la formación enemiga. Estaba secretamente asustado de todos los ojos que lo miraban mientras trataba de explicarse. Lo que él tenía de intención para decir era algo así como, “Soy el asignado para tratar con su grupo, así que los voy a exterminar. Ya me abrí paso y completé la escaramuza inicial, así que por favor prepárense”, pero lo que realmente salió de su boca fue bastante diferente.

Y ante eso, los soldados de Warsa respondieron lastimosamente.

—¿Q-Quién es este tipo?

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—Me preguntaba quién diablos nos estaba atacando, ¡pero este tipo está loco!

—¡¿Por qué sonríe así mientras balbucea como un lunático?!

—¡Es un elfo, pero esa sonrisa es como la de un maldito ogro!

—¡Parece que podría empezar a lamer su espada en cualquier momento!

—En serio, ¡¿qué diablos está diciendo?!

Su incomprensible divagación hizo un trabajo fantástico al agravar su ya pobre capacidad de comunicación, y la sonrisa espantosa fue una consecuencia de que su rostro se tensó por el nerviosismo, pero la tormenta de comentarios de los soldados de Warsa picó a Hegni, quien en cualquier medida era el más fuerte allí.

Argh, no puedo soportarlo. Me quiero morir.

Así que el lamentable elfo oscuro escondió su cara detrás del cuello de su chaqueta y atacó mientras sus mejillas ardían de vergüenza.

—¡¿Guaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagh?!

Él voló a una intensa danza de espadas. Su espada negra se convirtió en un destello de luz, cortando a varios soldados a la vez como si no fuera nada. Sus muros de escudo, lanzas listas, espadas oscilantes y todo lo demás en el camino de la espada fueron todos cortados. Cada movimiento de su espada componía una ronda de llantos y sufrimiento. Su capa negra bailaba en el aire detrás de él como si fuera el director de una orquesta espantosa.

No había oscuridad para ocultar su vergüenza o su estupidez. No era de noche como cuando había peleado antes. El sol del desierto brillaba intensamente, exponiendo al mundo la danza salvaje de la espada de Hegni. Para las fuerzas enemigas, fue una encarnación del terror, y para Hegni fue el equivalente a una actuación infernal de un solo hombre encima de un escenario para que todos lo vieran.

Argh, me están mirando. Todos ellos están mirandomeeeee. Arrrrgh, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo. ¿Por qué me convertí en un aventurero de primer nivel? No necesito atención, ¡solo déjenme hundirme en la oscuridad para luchar! O incluso convertirme en oscuridad. ¿Por qué no me convertí en un asesino? No puedo hacerlo, esto es muy difícil, solo quiero esconderme en el bosque, aaaaarrrrrgh. Solo quiero apoyar mi cabeza en el regazo de Lady Freya, no, al revés, quiero que ella apoye su cabeza en mi regazo.

Se enfrentaba a diez mil enemigos. Fue una concentración de miradas como nunca antes había experimentado. A diferencia de los monstruos en el Calabozo, estas eran personas con inteligencia, lo que empeoró las cosas para Hegni, lo que provocó que los pensamientos incoherentes en su cabeza se mezclaran y fusionaran. Mientras realizaba una cruel danza de espadas, su estrés amenazaba con romper sus límites.

No puedo hacerlo… supongo que tengo que usarlo.

Por eso, Hegni huyó a su magia.

—Saca tu espada, rey de las espadas diabólicas.

Él hundió su espada negra en la arena frente a él, y un círculo mágico negro apareció a su alrededor, luego se expandió cuando cerró los ojos y comenzó a conjurar con fluidez.

—Sacrifica la razón y ofrece sangre. Mata a todos hasta que termine el festín.

Los soldados ni siquiera tuvieron tiempo de defenderse mientras miraban en estado de shock. El corto conjuro del elfo oscuro terminó y pronunció el nombre de su hechizo.

—Dáinsleif.

El círculo mágico negra a sus pies brilló y luego se hizo añicos. Los fragmentos de luces fueron absorbidos por su cuerpo. Un velo de luz pareció envolverlo por completo, pero desapareció en un instante cuando abrió lentamente los ojos. Y luego de repente habló:

——Villanos que han actuado como les plazca en este desierto, ofrezcan su sangre. Solo así podrán ser perdonados por la grave traición que han cometido.

Era una voz firme y resuelta y una actitud amenazante completamente en desacuerdo con la forma en que había estado actuando antes, lo que confundió a los soldados aún más debido al repentino cambio de su conducta. Sus ojos no delataban inseguridades ocultas. En cambio, fueron levantados bruscamente, como un verdadero espadachín.

La magia de Hegni, Dáinsleif. Este tuvo el efecto inusual de modificar su personalidad. Este se contaba como una magia rara, una que le permitía a Hegni encarnar la imagen mental que tenía de sí mismo. Era la clave del ritual que le permitió al elfo nervioso y de voluntad débil convertirse en un verdadero guerrero. Se parecía a la magia de mejora de espíritu de lucha de cierto héroe hobbit, pero Dáinsleif no tuvo un efecto que aumentara su

estatus. Simplemente manipuló su personalidad, convirtiéndola en una habilidad aparentemente simple entre una clase de magia bastante llamativa.

—Digan sus últimas palabras si tienen alguna. No habrá misericordia.

Sin embargo, su magia era tan especializada en la manipulación de su psique que se superó la autosugestión y fue una modificación real de si mismo. Su efecto literalmente convirtió su personalidad y vocabulario en el de otra persona, haciendo realidad su yo ideal.

Era una magia que convocó a la versión más fuerte posible de sí mismo que había surgido de un obsesivo odio a sí mismo. En el momento en que lanzó ese hechizo, Hegni se transformó en un rey guerrero despiadado, cruel, asesino y dominante, como una espada maldita que una vez desenvainada no se podía enfundar hasta que se hubiera satisfecho derramando la sangre de innumerables personas.

——Abandonen esta espiral mortal, chusma. Tributos absolutos que han sido abandonados por el amor de la diosa, es mejor que estén muertos.

En un instante, Hegni desapareció. La arena del desierto explotó en el aire por su paso inesperado mientras se lanzaba hacia adelante, cortando a un pelotón completo antes de que los enemigos se dieran cuenta de que se había movido.

—Ahh—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

Así comenzó el verdadero banquete de la desesperación. Habiendo activado Dáinsleif , Hegni se había deshecho de hasta la última pizca de misericordia. Los limitadores que inhibían toda su fuerza habían sido eliminados por arte de magia. Se transformó en un demonio devorador de hombres que incluso su viejo enemigo Hedin diría, “Ese pícaro es el más fuerte entre todos los elfos cuando se trata de combate cuerpo a cuerpo”.

Moviéndose como una astilla negra a través de las filas de los soldados, él atacó a todos y cada uno, sin dejar a ninguno con vida mientras creaba una tormenta de cortes. Los soldados de la tercera división que lo vieron estaban más aterrorizados que los soldados en cualquier otro campo de batalla, porque lo que vieron fue la personificación de una espada demoníaca. Una manifestación de la muerte misma que se detuvo solo para dedicar más sangre y vísceras. Los soldados lo entendieron instintivamente mientras gritaban y castañeteaban los dientes, hasta que una fracción de segundo después, se convirtieron en las próximas ofrendas a su espada.

El título de Hegni, Dáinsleif, de hecho se deriva del nombre de su magia.

Fue el mayor cumplido que le hicieron los fanáticos e intensos admiradores que tenía entre los dioses, en honor a la forma en que se transformó de un cómico caballero oscuro en un verdadero guerrero rey de la oscuridad.

—Hay muchos tributos esta vez… pero cálmense, tengo muchos cortes para repartir. Esta espada mía marcará sus tumbas.

En nombre de exterminar a todo el ejército, el hada más malvado reanudó la masacre.


—¡General Orcas! ¡El enemigo ha aparecido!; informó un soldado.

—¡¿Qué?! ¡¿A qué escala y desde qué dirección?!; Orcas rugió con una voz atronadora.

Mientras el clamor de la batalla sonaba por toda la Expansión de Sindh, el general Orcas, el anciano general que era un veterano de muchas batallas contra Shalzad, estaba en la retaguardia de la formación, liderando las reservas. Tenían veinte mil soldados que se suponía que reaccionarían a medida que se desarrollaba la batalla y apoyarían a las principales divisiones según fuera necesario. Era una posición de gran importancia en la batalla.

El jefe táctico del enemigo incluso vio a través de la existencia de nuestras fuerzas de reserva y tenía tropas al acecho.





Sospechaba que la composición de su formación se había filtrado al enemigo, ya que otras divisiones ya habían encontrado ataques sorpresa que habían sido lo suficientemente devastadores como para que los gritos pudieran escucharse desde más allá de las dunas incluso antes de que llegaran los informes.

“Un bombardeo llevado a cabo por una sola persona” y “Un solo espadachín derribando a más de la mitad de una fuerza de diez mil” y otros informes absurdos volaban por todos lados, por lo que él sabía que la batalla estaba envuelta por la niebla de la guerra. Sin embargo, sus sospechas se volcaron cuando se enteró de su propia situación.

—¡Hay una persona en nuestro norte, sur, este y oeste, señor!

—……… ¿Eh?

— Ummm, eso es… bueno, hay una persona en cada dirección, señor. Delante y atrás, de izquierda a derecha. Hay cuatro hobbits blindados en total…

El soldado bien entrenado se quedó sin palabras por una vez mientras luchaba por aclarar su informe.

Orcas se sentó sobre su camello mientras dirigía sus ojos en las direcciones indicadas por el soldado—y las vio, tal como se informó. En la cima de las dunas de arena en las direcciones cardinales alrededor de su fuerza de veinte mil, había cuatro hobbits blandiendo una lanza, un martillo, un hacha de batalla y una gran espada, respectivamente.

—Hu—… ¡Ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja! ¡¿Shalzad ha perdido la cabeza?! ¡¿Solo cuatro personas para enfrentarse a un ejército de veinte mil?!

Orcas apenas podía creer lo que veía cuando su cuerpo endurecido por la batalla se estremecía por la risa y varias personas a su alrededor también estallaban en carcajadas.

No importa cuán fuertes sean, somos una fuerza de soldados y mercenarios que han recibido Falna. Incluso si pudieran eliminar a mil cada uno, tres mil más los abrumarían fácilmente. ¡Y son hobbits! ¡La raza más débil de todos los semihumanos! ¡Que rosa!

—¡¿Y que con eso?! ¿Tienen la intención de que actuemos como si estuviéramos rodeados por una fuerza de solo cuatro personas? ¡No me hagan reír, tontos!

Una ola de risa desdeñosa se extendió desde el viejo y duro general a las tropas circundantes. No hace falta decir que habían bajado la guardia.

—Si hubo algún error de cálculo en el análisis de Orcas, fue que no había sabido que sus oponentes, a pesar de ser hobbits, eran considerados posiblemente

los hobbits más fuertes del mundo, cuatro de los preciosos pocos aventureros de primer nivel del mundo, miembros de la Familia Freya.

Familia Chronicle Volumen 2 Capitulo 1 Parte 14 Novela Ligera

 

—Todos están en posición.

—¿Comenzamos?

—Vamos.


—Hagámoslo.

Los hermanos Gulliver estaban inmóviles sobre las dunas de arena mientras miraban al ejército de Warsa, sus voces se superponían a pesar de estar tan lejos el uno del otro, como si fueran telepáticos.

Para los cuatro, la distancia no contaba mucho. Mientras pudieran verse, no importaba si el enemigo era solo uno o diez mil, los exterminarían con una coordinación tan estrecha que no dejaron escapar ni un solo soldado.

Mirando fijamente al ejército debajo de ellos rugiendo de risa, bajaron sus visores y se inclinaron hacia adelante, aparentemente arrastrados por la gravedad mientras se precipitaban por las dunas. Un instante después, los llantos y gritos empezaron a sonar desde todas las direcciones al mismo tiempo.

En años posteriores, esto se conocería como la Batalla del Sindh.

Una batalla contada en innumerables canciones por bardos y obras de teatro infantiles sobre el príncipe de un país en ruinas que, con la ayuda de ocho héroes anónimos, frustró el complot de las deidades malvadas que manipulaban a Warsa entre bastidores. No habría fin para los eruditos e historiadores que intentaran determinar qué sucedió exactamente ese día.

Y un punto de estudio particularmente famoso, envuelto en algún lugar entre el mito y la verdad de la batalla, fue el nacimiento de una táctica revolucionaria.

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Fue la “formación pionera de envolver y aniquilar llevada a cabo por solo cuatro personas”.

Fue una maniobra en la que solo cuatro personas en total se colocaron al norte, sur, este y oeste de una fuerza de veinte mil que era incomprensible y aun así de alguna manera poderosa más allá de lo creíble—una maniobra que sorprendería a los académicos y tácticos militares posteriores.

Los eruditos militares de renombre aullaron ante su mención, como diciendo: “¿Cómo es posible, imbécil?” Pero era emblemático de la era de las deidades, y los registros indicaban que, de hecho, se usó para borrar del mapa la fuerza de veinte mil soldados de Warsa.

Un historiador que era muy conocido en el reino del desierto, Orcas Gruen, dejó registros de esa increíble batalla. Fue uno de los pocos supervivientes de la Batalla de Sindh y el único general que vio de primera mano lo que ocurrió ese día, y cuando describió la batalla en su autobiografía, el siguiente pasaje que escribió fue: “Mis más humildes

disculpas. Estoy realmente, realmente arrepentido por mirarlos con desprecio”.

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