Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)
Volumen 3
Capitulo 8: La Gloria Del Dios Caído
Un gruñido estremecedor sacudió el Tercer Assault Garden. Un canto clamoroso resonó en la penumbra, cortando a través de las oscuras y tormentosas nubes sobre la ciudad en ruinas. Una hermosa voz recitaba un himno de la Secta Sagrada.
En las profundidades de Central Garden, en el piso inferior del Pabellón Militar del Tercer Assault Garden, desde el lugar que podría ser llamado el corazón mismo de esta fortaleza anti-Void, algo se elevó a la superficie.
Atravesó innumerables mamparos, resonando mientras salía lentamente a la superficie, arrastrando un gran número de cables consigo. Incluso las armas anti-Void que se encontraban en su camino fueron apartadas con demasiada facilidad. El simple roce de la forma de aquel monstruo con el suelo hizo que se hundieran los alrededores. Los edificios se derrumbaron uno tras otro.
“… ¿Es ese el Lord del Vacío…?” Lyseria salió corriendo de la mansión, pero aún no podía creer lo que veían sus ojos.
Una enorme figura de piedra y metal, compuesta por las estructuras del Tercer Assault Garden, surgió, alzándose como si fuera el señor de la isla artificial. Se erigía a cientos de metros de altura, como una antigua catedral. En la cima de esa titánica construcción había una formación de cristal brillante.
Semisumergida en esa piedra había una mujer de piel pálida.
“La Santa, Tearis Resurrectia”. Leonis susurró el nombre de su enemiga jurada. Ella era uno de los Seis Héroes a los que Luminous Powers les había concedido el poder de crecer y evolucionar ilimitadamente. Fue por medio de esa milagrosa habilidad que Tearis se había fusionado con el horno de mana.
(No, eso no es exacto… Se ha fusionado con el propio Tercer Assault Garden).
Cuando el Archi-Sabio Arakael Degradios apareció en el Séptimo Assault Garden, también había intentado fusionarse con su horno de mana. Lo que Leonis veía ahora bien podía ser lo que el Archi-Sabio intentaba conseguir.
“¡Se fusionó con el horno de mana!” Exclamó Lyseria.
“Sí, parece que esos fantasmas estaban diciendo la verdad”. Leonis miró al Lord del Vacío, las palabras de aquel hombre todavía permanecían en su mente.
(Nefakess Reizaad… mencionó a una diosa). Así parecía ser como había descrito al Lord del Vacío… una deidad. Si bien la criatura era ciertamente imponente, algo parecía no encajar en la conclusión para Leonis. (No. Esa podría ser la Santa, pero no es la Diosa de la Rebelión). Leonis sacudió su cabeza en señal de negación.
Lo más importante de todo es que, como uno de los Seis Héroes, la Santa, Tearis, era el enemigo jurado de los Ejércitos de los Reyes Demonio. Incluso si el consejero de Azra-Ael se equivocaba, nunca consideraría a uno de los Seis Héroes como la Diosa de la Rebelión. Habían existido muchos seres divinos en el pasado, pero sólo había uno al que los Reyes Demonio honraban. Y ese era el único ser que se había opuesto a Luminous Powers: la Diosa de la Rebelión, Roselia Ishtaris.
(¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué ha llamado diosa a esta monstruosidad?)
El canto del Lord del Vacío resonó en el cielo gris, como un himno destinado a bendecir, o tal vez condenar, al mundo. De repente, el horno de mana empezó a emitir un brillo casi cegador.
“¿Q-Qué está pasando…?”
Como si respondiera a la pregunta de Lyseria, el horno de mana disparó un haz de luz hacia el cielo.
*¡Vrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
El destello dispersó las nubes que habían tapado el sol, revelando la ilimitada extensión azul que se extendía por encima. Las vibraciones del aire alcanzaron el lugar donde estaba Leonis, haciendo que los escombros rebotaran en el suelo.
La luz del sol descendía desde arriba, como si bendijera la llegada del Lord del Vacío.
“No… puede ser…” Lyseria tragó nerviosamente, con una expresión de asombro.
De haberse lanzado esa ráfaga contra el suelo, habría arrasado sectores enteros del Assault Garden.
“Si esta cosa llega al Séptimo…”
La Academia Excalibur era el hogar de muchos Espadachines Sagrados, pero ¿bastaría cualquier número de ellos para oponerse a esta cosa?
“… Tenemos que detenerlo”. Lyseria apretó sus puños, con determinación.
“Espera, sólo espera”. Leonis agarró el brazo de la joven antes de que saliera corriendo impulsivamente. “¿Estás intentando que te maten?”
“Pero si no lo detenemos, todos van a… Volverá a ocurrir…”
Sin duda, esto estaba haciendo aflorar en Lyseria los terribles recuerdos de la trágica Estampida de hace seis años. La pobre chica estaba temblando.
“Iré a luchar”. Declaró Leonis.
“¿Leo-kun?”
“Lyseria-san, espera aquí a Regina y las demás. Reagrúpate con ellas”.
Leonis levantó la vista, fijándola en el Lord del Vacío fusionado con el horno de mana. A pesar de que sus razones eran diferentes, tampoco podía dejar que esa cosa hiciera lo que quisiera. Tearis Resurrectia era un enemigo acérrimo de Leonis y ponía su reino en peligro, al igual que el Archi-Sabio Arakael.
Además, aún quería saber por qué Nefakess se había referido a ella como diosa.
“Amilas, Dorug, Nefisgal, manténganla aquí”. Ordenó Leonis mientras dirigía su mirada a los tres esqueletos detrás de Lyseria.
“¡Como ordene!” Los héroes de hueso respondieron en coro, y se hundieron en la sombra de Lyseria.
“¡Leo-kun, déjame ir contigo!”
“No, es peligroso. Olvídalo”. Leonis negó con la cabeza.
Sin duda, Lyseria se había hecho muy fuerte, y el día en que sería capaz de liderar las legiones de no muertos de Leonis como Reina Vampiro de pleno derecho se acercaba rápidamente. Sin embargo, Leonis no podía ignorar el hecho de que todavía era inexperta.
“Leo-kun…” Lyseria se puso en cuclillas y miró al chico directamente a los ojos. Leonis sintió que su corazón se aceleraba.
“Hace seis años, no pude hacer nada”. Comenzó, y Leonis notó un leve titubeo en su voz. “Mi padre y los otros Caballeros de Crystalia… Todos dieron sus vidas por mí. Todo lo que pude hacer fue sentarme en el refugio, rezando para que el Rey Demonio del cuento de hadas me salvara”.
Lyseria se mordió el labio y continuó con un tono de voz bajo. “No quiero sentirme así nunca más. No puedo dejar que vayas solo, Leo-kun”.
Lyseria envolvió la cabeza de Leonis entre sus brazos y lo abrazó con fuerza. “Seria… -san…”
Con la cabeza acunada como la de un niño, Leonis sólo pudo ceder. La decisión de Lyseria estaba tomada. Nada de lo que Leonis dijera la disuadiría.
(Es brillante, pero testaruda. Aunque supongo que eso es parte de su mérito). Leonis esbozó una amarga sonrisa. Si Blackas se enteraba de esto, comentaría que Magnus-sama estaba siendo demasiado indulgente con sus sirvientes.
“Muy bien. Ven conmigo”.
“… ¡Leo-kun!”
“Pero sólo por esta vez”. Leonis suspiró.
De cualquier manera, mientras el Lord del Vacío estuviera por ahí, ningún lugar de esta ciudad en ruinas era realmente seguro. Por ello, era mejor que Lyseria estuviera al lado de Leonis. Ambos observaron cómo la gigantesca cosa comenzaba a moverse lentamente.
“Démonos prisa. Debería haber un vehículo de dos asientos detrás de la mansión”.
Un vehículo militar pasó por encima de los restos deteriorados de la carretera. Y sentada en su bandeja de transporte…
“… ¡¿Qué es eso?!” Gritó Regina, con el viento agitando sus coletas rubias. Central Garden estaba más adelante, conectado con el resto de la ciudad por un puente. Señaló a la peculiar estructura que flotaba sobre él.
“Ese es el Lord del Vacío”. Dijo Elfine nerviosa, agarrando el volante del asiento delantero. Un orbe flotaba sobre ella, procesando información. “Está al mismo nivel que el Lord del Vacío que atacó el Séptimo Assault Garden… No, incluso podría ser más fuerte”. Concluyó.
“… Un Lord del Vacío, ¿eh?” Susurró Sakuya, con una expresión oscura.
“Entonces el informe de Seria ojou-sama…” Regina se interrumpió.
“Sí, fue preciso”. Respondió Elfine.
El vehículo circuló por un bache y sus neumáticos se sacudieron con fuerza.
“Esto va más allá del alcance de una investigación”. Comentó Elfine, mirando fijamente la gigantesca estructura en el cielo. “Tenemos que retirarnos inmediatamente e informar de esto a la academia”.
“Pero Seria ojou-sama y el chico siguen en Central Garden”. Regina trató de argumentar.
“Ya lo sé”. Espetó Elfine, mordiéndose el labio mientras sus dedos se tensaban alrededor del volante.
En esta situación, el mejor curso de acción sería acatar el manual de combate anti-Void y retirarse. Sin embargo, Elfine ya había perdido a dos compañeros una vez en lo que debería haber sido una simple misión de investigación. Eso fue cuando su Espada Sagrada, el Eye of the Witch, había perdido su poder original.
(¡No dejaré que eso ocurra, no otra vez!) Elfine pisó a fondo el pedal del acelerador. Con ese enorme monstruo en el cielo, abandonar el Tercer Assault Garden a través del caza táctico no era una gran opción de todos modos.
(¿Qué hacemos…?)
Sentada en el interior de la temblorosa bandeja de transporte, Arle Kirlesio miró fijamente al Lord del Vacío. “Roselia Ishtaris. Pensar que resucitaría usando a uno de los Seis Héroes como recipiente…”
“¡Sujétate bien, Leo-kun!”
“¡D-De acuerdo!” Respondió Leonis, rodeando con sus brazos la cintura de Lyseria tan fuerte como pudo.
Su cabello plateado se movía con la brisa, cepillando la mejilla de Leonis. El motor mágico del vehículo de dos ruedas rugió. Arrancó, esparciendo escombros a su paso. Apretando sus dientes para no morderse la lengua, Leonis se aferró a la espalda de Lyseria.
Entrecerró su mirada ante el viento que golpeaba incesantemente sus ojos.
El Lord del Vacío se movía, desplazándose por el aire.
“No lo alcanzaremos a este ritmo… Es un poco peligroso, pero tendremos que tomar la carretera”. Lyseria giró hacia una carretera más ancha, que por fortuna seguía casi intacta. Leonis se aferró con fuerza a su cintura para no salir despedido.
(¡Yo… no tengo más remedio que hacer esto!) Leonis se dijo a sí mismo mientras sentía que sus mejillas se enrojecían ante el suave calor del cuerpo de la chica.
Por desgracia, el momento agradable fue efímero.
*¡Crack! ¡Crack! ¡Crack!
“… ¡¿?!”
Numerosas fracturas se formaron en el aire a su alrededor.
“¡¿Void?! ¡Leo-kun, ten cuidado!”
*Crack… Crack… Crack… ¡Crack…! *
Más y más fisuras se abrieron paso en la realidad hasta que oscurecieron por completo el camino. Un ejército de Void humanoides, los mismos que Lyseria y Leonis habían encontrado en la azotea de la escuela, emergieron de las fisuras.
“Los fantasmas de los Caballeros de Christaria…” Leonis oyó a Lyseria susurrar con tristeza a pesar del aire que corría en sus oídos.
Esto era todo lo que quedaba de aquellos valientes y orgullosos guerreros que habían luchado por proteger el Tercer Assault Garden hasta el final. La Santa los había resucitado como monstruos, apenas reconocibles como las personas que una vez fueron.
“… ¿Cómo… te atreves…?” El cabello plateado de Lyseria se iluminó con un intenso brillo de mana. Estaba furiosa con el Lord del Vacío que había mancillado las almas de los caballeros.
El destino ya le había robado todo hace seis años, y este no era sino otro giro inesperado.
Un Void se puso de pie para obstruir el camino del vehículo hacia adelante.
“Relámpago negro, centellea a través de la noche demoníaca, destroza estas almas errantes… ¡Vuras Reiya!” Colgándose de la cintura de Lyseria con una mano, Leonis entonó un hechizo de aniquilación de Sexto Orden. Rayos de electricidad ébano resonaron, destruyendo al Void de un solo golpe.
“Seria-san, lo siento, pero estas criaturas ya están…”
“… Sí. Lo sé”. Respondió Lyseria, conteniendo su dolor. “Por favor, ponlos a descansar. Es lo menos que podemos hacer”.
“De acuerdo”. Leonis asintió y comenzó otro hechizo.
No ser minucioso en su destrucción significaría que sus almas seguirían vagando por estas ruinas. Por eso Leonis utilizaba magia de Quinto-Orden o superior.
“Reúne en mis manos, el verdadero fuego que todo lo consume… ¡Al Gu Belzelga!”
El hechizo de fuego de Octavo-Orden incineró a los Void tan pronto como se manifestaron, destruyendo incluso las lágrimas de las que surgieron. Los sonidos de la batalla llenaron la carretera mientras Lyseria aceleraba el vehículo.
No fue hasta que todos los Void habían sido aniquilados que Leonis se dio cuenta de que el himno de la Secta Sagrada se había detenido.
(¿Qué?)
Lleno de una sombría sensación de premonición, Leonis miró al Lord del Vacío. En lugar de una canción, la cosa estaba recitando un encantamiento.
Innumerables círculos mágicos, un número lo suficientemente grande como para oscurecer el cielo, aparecieron sobre la Santa.
(¡Eso es…!)
Al momento siguiente, una lluvia de meteoritos ardientes llovió desde las numerosas matrices conjuradas.
*¡Brrrrrrr, boom! ¡Brrrrrrrr, boom!*
Una lluvia de fuego y azufre descendió de los cielos. Pilares de llamas surgieron de Central Garden. Era como una visión del fin de los tiempos.
“… ¿Q-Qué…? ¿Qué está pasando?” Elfine susurró conmocionada.
“Es un hechizo de destrucción de área de Onceavo-Orden”. Murmuró Arle Kirlesio. “Azote de las Estrellas Celestiales, Io Némesis… Maldito monstruo”.
“… S-Seria ojou-sama, chico, ¿pueden oírme?” Regina intentó ponerse en contacto con los otros dos miembros del Decimoctavo Pelotón por lo que parecía ser la doceava vez, pero seguía sin haber respuesta.
El orbe del Eye of the Witch que Lyseria y Leonis llevaban consigo podría haber sido destruido en la explosión. Elfine desvió el vehículo de la carretera y se dirigió al puente que conducía a Central Garden.
Los penachos de llamas se habían apagado, pero la ceniza y la suciedad ahogaban el aire.
“Elfine. Ya vienen”. Dijo Sakuya de repente, manifestando a Raikirimaru en sus manos.
“¿Huh?”
*¡Crack…*
Una enorme fisura atravesó el aire frente a las cuatro. Al principio, Elfine pensó que el parabrisas se había agrietado, pero pronto se dio cuenta de que era una de las fisuras que anunciaban la llegada del Vacío.
Al momento siguiente, la fractura estalló, e innumerables manos grises brotaron de ella.
“… ¡¿?!”
Elfine estuvo a punto de frenar, pero cambió de opinión en el último segundo.
Detenerse ahora significaría que todos caerían presa de los Void.
“¡Agárrense bien!”
Pisando a fondo el pedal del acelerador, Elfine se adelantó. El vehículo chocó con los Void, haciéndolos caer mientras corría por el puente a toda velocidad. Desgraciadamente, aparecieron más grietas en el espacio por delante.
“… ¡Esto es como lo que ocurre antes de una Estampida…!” Observó Regina, manifestando a Drag Striker11 en sus manos y disparando al Void en su camino.
“¡Elfine-senpai, también vienen de arriba!” Gritó Sakuya, derribando al Void que había saltado desde los huecos de arriba.
Curiosamente, aunque el caos se extendía a su alrededor, Arle Kirlesio mantenía la mirada fija en el Lord del Vacío flotante. Su cola de caballo verde danzaba con el viento.
“¡Siéntate! ¡Es peligroso!” Le dijo Regina.
“Escucha. Necesito que me hagas un favor”. Dijo Arle. Su mirada se negaba a apartarse del monstruo que flotaba sobre Central Garden.
La carretera era ahora poco más que bloques de concreto. El Tercer Assault Garden había sido azotado por meteoritos. La tierra árida estaba salpicada de cráteres.
“Magia sagrada de Onceavo-Orden, Azote de las Estrellas Celestiales… Es un poder impresionante”. Dijo Leonis, de pie en el centro de la abrumadora destrucción. Había levantado una barrera de puntos de poder para proteger a Lyseria y a él mismo.
Mirando a su alrededor, contempló el destrozado vehículo de dos ruedas. Si bien el hechizo del Lord del Vacío había arrasado con todo, incluidos otros Void, el ataque no había sido dirigido específicamente a Leonis. La Santa ni siquiera había prestado atención a su presencia.
“¿Estás bien, Seria-san?” Preguntó Leonis.
“Ugh… S-Sí…” Lyseria gimió, sentándose detrás de él y acunando su cabeza. Estaba un poco mareada por el impacto de haber sido derribada del vehículo. Si Leonis hubiera entonado el conjuro para su hechizo [Barrera de Puntos de Poder] más tarde, no habría salido ilesa de esto, ni siquiera con la vitalidad de una Reina Vampiro.
Leonis miró al cielo. Flotando por encima de las nubes de polvo que había levantado, Tearis Resurrectia había comenzado a moverse de nuevo.
(¿Está intentando abandonar Central Garden?)
Leonis entonó un hechizo de control gravitatorio para elevarse, y luego aterrizó en un tramo más alto de la carretera.
“No vas a escapar”. Declaro Leonis con una sonrisa intrépida. Levantó el Báculo de los Pecados Sellados con ambas manos mientras empezaba a entonar un poderoso hechizo.
“Cenizas a las cenizas, polvo al polvo, obedece a tu ruina predestinada… ¡Arzam!”
Un círculo mágico se formó en la punta del báculo de Leonis, y de allí brotó un hechizo de Décimo-Orden que ostentaba un poder destructivo del más alto nivel.
*¡Booooooooooom!*
Una esfera descomunal de destrucción se expandió y salió disparada hacia delante. Sacudió la tierra mientras se desplazaba. El inmenso poder de esta magia era suficiente para derribar a un dios de bajo rango.
Sin embargo, la enorme sombra del Lord del Vacío se mantuvo altiva a pesar de las llamas que devoraban su forma. Las armas anti-Void que había incorporado en sí mismo habían recubierto su cuerpo como una armadura, pero ahora se derretían, revelando una carne blanca debajo que se retorcía como tentáculos. El Lord del Vacío brilló entonces débilmente mientras su cuerpo comenzaba a regenerarse.
(Los poderes curativos de Tearis Resurrectia).
El monstruo se libró incluso de un hechizo de destrucción de Decimo-Orden.
Siguió flotando en el aire, cantando su himno sagrado sin parar.
(El Archi-Sabio parecía tener todavía algo de su inteligencia, pero éste…)
Arakael Degradios, aunque significativamente deteriorado y corrompido, había mantenido una parte de su intelecto y conciencia. No se podía decir lo mismo de la Santa.
(Sí, definitivamente estoy pensando demasiado en esto). Decidió Leonis, aliviado. (Fui un tonto al considerar siquiera que un Lord del Vacío pudiera ser el recipiente de Roselia. Su noble alma nunca se encarnaría en un monstruo tan descerebrado. Pero si ese es el caso, ¿qué quería decir Nefakess con el término diosa?)
De cualquier manera, estaba claro que Nefakess estaba involucrado en el despertar de este Lord del Vacío.
(Que así sea. Eventualmente lo arrastraré ante mí y lo haré hablar. Por ahora…)
“Santa de los Seis Héroes, Tearis Resurrectia”. Leonis agarró la empuñadura del Báculo de los Pecados Sellados. “Tú, lamentable criatura que ha sucumbido al Vacío. Te llevaré a la destrucción eterna en este día”.
Leonis desenroscó la empuñadura de su báculo, extrayendo la joya del dragón incrustada en su punta. Con esto, desenfundó la Espada Demoníaca sellada dentro.
Tú eres la espada que salva al mundo, otorgada por los cielos.
Tú eres la espada que arruina el mundo, creada para rebelarse contra los cielos.
Una Espada Sagrada, Santificada por los Dioses.
Una Espada Demoníaca, Bendecida por la Diosa.
Tearis Resurrectia era un héroe con el poder de sanar y revivir. Tal vez Leonis podría haberla derrotado sólo con hechicería cuando era el Rey No Muerto. Sin embargo, ahora que estaba en el cuerpo de un niño, destruirla con sus hechizos sería difícil. Así, Leonis desenfundó la Espada Demoníaca, un arma asesina de dioses que le había otorgado Roselia, la Diosa de la Rebelión.
Leonis sólo podía liberar el sello del arma si su reino estaba en peligro, y había cumplido esa condición. La hoja de la Espada Demoníaca brillaba con malevolencia.
Como si reaccionara ante el temible poder de la Espada Demoníaca, el Lord del Vacío, que hasta entonces había ignorado a Leonis, se giraba ahora para enfrentarse a él.
(Así que finalmente te dignas a reconocerme. Sin embargo, me temo que ya es demasiado tarde…)
Leonis empuñó la Espada Demoníaca, reteniendo la luz oscura que desprendía.
Deja que tu nombre, sumergido en la oscuridad, resuene…
“¡Espada Demoníaca, Dáinsleif!” Declaró. “¡Perece, mi enemigo de los Seis Héroes!” Leonis levantó la Espada Demoníaca con ambas manos.
…
Pero justo cuando llenó la espada con mana y se preparaba para blandirla…
*¡Kriiiiiiiiiiiiiiii!* Dáinsleif dejó escapar un terrible chillido estridente.
(¿La Espada Demoníaca está resonando?) Leonis se estremeció confundido. Era una reacción notablemente diferente a la que tuvo cuando se enfrentó a Arakael.
(No puede ser… ¡No, es imposible que eso sea cierto…!)
Ese momento de duda hizo que Leonis perdiera el control del poder de la
Espada Demoníaca. En el mismo instante, el horno de mana del Lord del
Vacío se iluminó con un destello cegador.
(Oh no).
Un haz de luz pálida, lo suficientemente brillante como para blanquear la zona, atravesó el cuerpo de Leonis.
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