Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 3

Capitulo 3: Marcando El Territorio

Parte 1

 

 

Para cuando todo el grupo llegó a las puertas de la Fortaleza Apta, el sol estaba a punto de ponerse.

Las paredes de la fortaleza se alzaban sobre ellos con su altura abrumadora.

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En la punta de los chapiteles que se extendían a lo largo de las paredes se alzaban banderas de Mephius y Garbera. Probablemente vieron a Orba acercándose a través del alféizar, porque Orba vio las banderas de Garbera delante de él derribadas. Esa era la prueba de la transferencia.

— Esa fue toda la aventura.

Shique bromeó, sonriendo a Orba que cabalgaba a su lado, pero Orba no dijo nada.

Esto es Apta.

Las murallas azotadas por la intemperie, las sombras de los chapiteles que se destacan como la cabeza de un demonio negro bajo el crepúsculo, y las voces lejanas de lo que se sentía como bestias salvajes y los pájaros que se mezclan en la charla de los soldados.

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Esta era la fortaleza en la que había estado su hermano Roan. Y este también era el lugar al que había pensado que iría él mismo algún día llevando solo una espada con él.

Las puertas se abrieron con un crujido, el sonido disipó las emociones que Orba albergaba. El puente bajó y los caballeros Garberanos se reunieron en el camino que conectaba la fortaleza más allá de la profunda trinchera excavada. De pie al frente y ofreciendo una reverencia respetuosa a Orba, estaba un hombre de pelo largo vestido con una túnica, Noue Salzantes de Garbera.

Orba bajó de su caballo e intercambió saludos con Noue.

— Lo he estado esperando, alteza. ¿Ha tomado un desvío?

— Fuimos atacados por bestias que viven en el bosque. Recientemente, estas bestias han aprendido a saltar e incluso pueden manejar pistolas.

— Se refiere a…

Los ojos de Noue se abrieron de par en par. En cuanto a si todo esto era una actuación o no, Orba había considerado intentar leer su cara, pero su oponente era mucho más hábil en el uso de esta variante de subterfugio e inmediatamente abandonó tal pensamiento.

Si estuviera tratando de matarnos, lo habría planeado de otras formas.

Además, si Gil Mephius muriera ahora, Noue era quien estaría más preocupado. En el camino, él había revisado toda la información a su disposición y llegó a una conclusión. Por qué Noue había intentado causar confusión en Mephius, y por qué iría tan lejos como para sacrificar la vida de Vileena por hacerlo.

La respuesta a la que llegó insinuó los movimientos que Noue tomaría de aquí en adelante.

Si va a ir de la manera que creo es otra historia.

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Con el alboroto sobre la rebelión en Solon, se dio cuenta completamente de su escasez en experiencia y conocimiento. Precisamente la razón por la que ahora camina con cautela. Buscó información en grandes volúmenes. Todo lo que quedaba era confiar en sus sentidos innatos. Confiar en sus sentidos ciertamente no parecía muy confiable, pero…

Aunque, estos son los sentidos que me ayudaron a escapar por poco de la muerte. No son algo que pueda menospreciar.

Al final, lo último a lo que recurrió Orba fue la sensación de la espada por la que ha vivido.

Los ciudadanos de Apta recibieron a las tropas del Príncipe Gil que recorrían sus calles con oleadas de aclamaciones. Los que se mudaron aquí desde Garbera ya habían regresado a su país. La totalidad de la población residente es de Mephius desde hace más de seis años. El cambio de soberano o país que los gobernaba casi no hizo diferencia en sus vidas. Verdaderamente, Orba, cuya ciudad natal estaba cerca de Apta, tampoco era particularmente consciente del nombre de “Mephius”.

Cruzando el centro de la ciudad, subieron la colina y entraron al castillo. La gente corría por el pasillo, los soldados de la fortaleza y los artesanos clamaban.

Ya se había preparado una fiesta en los salones de banquetes; la cerveza y la comida eran abundantes.

Mientras daba una mirada de reojo a los soldados que celebraban esta fiesta de bienvenida, Orba intercambió un brindis con Noue.

— Nunca hubiera imaginado que la princesa vendría aquí.

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— Es la prudencia mundana de padre. Este será un día mi castillo. Es mejor acostumbrarse, ese es su razonamiento.

— ¿Aquí? —cuestionó Noue, pareciendo algo cuidadoso con su selección de palabras—. Esto no debería durar mucho. Después de todo, su alteza es el primer sucesor del trono imperial.

— Tampoco está mal relajarse en estas zonas rurales. Y también, me acostumbraría al estatus de señor del castillo, ¿verdad?

— Eso, realmente es cierto.

Durante su conversación, Noue nunca discutió sobre la naturaleza de las relaciones de Garbera y Ende. Orba también había estado acumulando información de varias fuentes. El otro día, un mensajero de Garbera había visitado Solon, pero el emperador, a causa de estar ocupado, se negó a una audiencia.

En el momento en que escuchó esto, la imagen de la chica desanimada que vio en Birac apareció en su mente. Esto acompañado con sentimientos de ira. Sin embargo, al igual que Noue, Orba no se atrevió a hablar de esto.

— Señor Noue, ¿cuándo partirás de aquí?

— Una vez que la transferencia haya terminado, todos tenemos nuestras tareas. En el momento en que se haya calmado, sí, diría que dentro de cinco días.

Por supuesto, ya fuera Zaj o Noue, no podía sondear sus intenciones simplemente hablando cara a cara con ellos. Eran hombres de un corte por encima del resto.

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Cinco días más, eh.

En ese momento, las cosas se pondrían en marcha; eso fue lo que Orba entendió.

A la mañana siguiente, Orba deambuló por el interior de la fortaleza.

Una ciudad fortaleza. Estos cuarteles de la fortaleza servían como lugar de mando y residencia para Orba y sus soldados, y estaban situados en lo alto de la ladera a través de todo el extremo noreste. Estas voluminosas murallas de la fortaleza se extendían para encerrar un área urbana que albergaba una población de cinco mil habitantes.

Las murallas occidentales, el único lugar donde las paredes eran bajas, estaban sobre un acantilado de 50 metros. El río Yunos fluía directamente debajo de él, también demarcando la frontera.

El acantilado, que también era una pared natural, se elevaba casi verticalmente sobre el río. Pero en un tramo que se extendía a algunos cientos de metros en el norte, la pendiente se suavizaba. En ese acantilado había un camino, como tallado por un cuchillo, que serpenteaba hacia arriba hasta llegar finalmente a las puertas del norte.

— Esa es la ruta de transporte de mercancías a través del río Yunos — explicó un soldado designado como guía.

Con la excepción del lado oeste, todas las puertas estaban custodiadas por atalayas y torres. Y también había pendientes escalonadas y artillería montada alrededor de las puertas norte y sur. El campamento del norte también entraba en contacto con el acantilado, en caso de que el enemigo invadiera desde el aire por el oeste. Además, se prepararon pistas para aeronaves sobre los muros de la fortaleza que se extendían entre los distritos urbanos del este y el oeste, por lo que también se tomaron medidas de defensa aérea.

Una fortaleza inexpugnable.

Si confío en la información de Zaj Haman…

Axe Bazgan no poseía una fuerza aérea muy grande. Lo que significaba que no tenía más remedio que ir por la ruta indirecta, atacando directamente desde el norte o el sur.

O bien, la posibilidad de que el enemigo cruzara el río Yunos no era nula, pero la corriente era rápida, y como no había lugar para refugiarse, el riesgo de ser bañado por una lluvia de balas y flechas hasta que terminaran de cruzar era alto.

Es decir, suponiendo que haya un número suficiente de soldados desplegados.

Para empezar, este no era un lugar en el que pudiera distribuir de manera satisfactoria de 200 a 300 soldados para formar una línea de defensa. La cantidad de soldados no era suficiente para desplegarlos constantemente hacia todos los cañones, atalayas o puertas.

Supongo que estará bien mientras los veamos. Para cuando el enemigo se acerque, estaremos listos.

Por supuesto, en la fortaleza no solo había soldados, sino también muchos asistentes, esclavos y artesanos, entre los que destacaban herreros de armaduras, cocineros y herreros de armas. La mayoría de ellos eran personas que trabajaban en la fortaleza desde antes de que Garbera la tomara. Su lealtad a un país era superficial, ya que habían continuado trabajando como de costumbre, solo que esta vez, para Garbera.

— Es decir, continúan comiendo felizmente pan hecho en Mephius.

— Esa cosa ni siquiera sabe bien.

Orba bromeaba mientras caminaba acompañado por el “supuesto Orba” Kain.

Había notado que últimamente Kain se estaba acostumbrando a la máscara de tigre con colmillos.

Por otra parte, su personalidad es infantil como siempre.

Durante todo el día, subieron a las torres asomando la cabeza sobre las almenas, inspeccionaron la ubicación de los establos donde se guardan sus caballos de guerra y la ubicación de los herreros donde forjaban espadas y armaduras, yendo tan lejos como para visitar los molinos de pólvora.

Mientras lo hacía, un guardia imperial y también un antiguo esclavo se precipitaron y se arrodillaron ante él.

— Woops —dijo Kain, reajustando su forma de comportamiento.

Naturalmente, a pesar de que eran los guardias imperiales, Kain necesitaba ocultar el hecho de que ocasionalmente se disfrazaba de Orba, ya que la mayoría no estaba al tanto de que el príncipe y Orba eran el mismo.

— ¿Cómo estuvo?

— Señor, es como usted predijo. Hace una semana, un grupo de refuerzos parece haber llegado desde Garbera.

Había elegido a los hombres apropiados dentro de la Guardia Imperial, hábiles para reunir inteligencia, los disfrazó y los envió a todas partes. Orba lo había hecho una y otra vez. Aunque estuviera en el territorio amistoso de Apta, Orba lo hizo atentamente.

— Hmm… ¿refuerzos? —después de que el soldado se fue, Kain preguntó inquisitivamente—. ¿Por qué ahora, cuando la transferencia a Mephius ya se ha decidido? No puede ser que intenten usurpar la fortaleza y tomar como rehén al príncipe…

— El vino que bebiste ayer también podría haber estado contaminado.

— Whueehhh.

Orba se rió de Kain, quien en serio parecía estar a punto de enfermarse.

El patio interior junto a las puertas del castillo tenía un césped bellamente recortado con una brillante exhibición de flores y arbustos. Allí, Orba vio a Shique sentado cerca de una fuente. Estaba disfrutando de una agradable charla con varias señoritas, presumiblemente sirvientas de la fortaleza. Kain maldijo en silencio ante la atmósfera demasiado alegre.

— ¿Cuál es su problema? A pesar de que dice que odia a las mujeres.

— Es por eso que debe ser un infierno para él —Orba se rió entre dientes.

Al darse cuenta de ellos, Shique dirigió una intensa mirada a Orba de una manera que las chicas no lo percibieran.

— Las que son adecuadas para recopilar información, son las mujeres, Orba

—fue lo que un borracho Shique le dijo ayer con orgullo—. Claro, mientras que los hombres pueden ser débiles ante las artimañas de una mujer, para compensar, pueden tener una idea de sus intenciones. Pero las mujeres, si bien pueden evaluar esto de manera equilibrada cuando se lo hacen a otras mujeres, están motivadas por la idea de que este amor febril no puede convertirse en mentira cuando se trata de ellas. Por supuesto, esto no es una simple muestra de amor desinteresado. Necesitas alejarlas fríamente de vez en cuando, para dejarlas con la sensación de, “no quiero que me odie”; “No quiero perder su amor”; “así que me dedicaré por completo a él”.

— ¿Así es como funciona?

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— Por otra parte, es imposible para ti, Orba. Tus manos están atadas solo con tu prometida, la princesa. Si tuviera que elegir tu debilidad, seguramente es eso.

— Entonces —dijo Orba mientras reprimía una carcajada—, tendré que dejarte eso a ti, Shique.

La embriaguez en la cara de Shique, habiendo agitado el panal de las avispas, había sido completamente eliminada.

— A veces me pregunto —comentó Shique, soltando quejas al final—, por qué soy tan bondadoso. Es como si yo fuera el que te ofrece desinteresadamente mi amor. ¿No puedo esperar un poco más de consideración?

Después de inspeccionar el área, Orba pensó en Noue, quien probablemente también estaba evaluando las formaciones de batalla mephianas.

Debería haber comprendido ya la insuficiencia de las fuerzas de Mephius. Debería quedar claro como el día que la intención de Guhl es prolongar deliberadamente la guerra y no entrometerse entre los asuntos de Ende y Garbera. Lo que significaría…

El día en que pudieran celebrar una discusión franca sin molestarse con las caras de póker o negociar no estaba demasiado lejos.

Después, Orba se presentó en el banquete, una vez más preparado junto a la puesta del sol. Tres días y tres noches de fiestas estaban programadas que continuaran a partir de hoy. Habiéndose convertido en el señor de un castillo, Orba saludó íntimamente a la multitud y les dio unas palmaditas en los hombros en un ambiente festivo.

Vileena, incapaz de acomodarse en este ambiente, dejó su asiento, y Noue también se despidió, solo mostró su rostro brevemente, pero cuidando de felicitarlo. Sin prestar atención a esto, Orba se condujo alegremente mientras echaba un vistazo alrededor. La mayoría de los guardias imperiales no habían aparecido como lo había establecido previamente.

— ¡Oh, su alteza imperial! Si quisiera, un brindis.

War lo había llamado desde el rincón de la sala. Era un antiguo esclavo gladiador que Orba había enviado al campamento de mercenarios de Oubary; un hombre de mediana edad que a primera vista llevaba un aire torpe a su alrededor. Cuando Orba se les acercó, los soldados que trabajaban para Oubary también se levantaron humildemente de sus asientos.

— En descanso, en descanso.

Con una amplia sonrisa, bebió una copa de vino sobre la mesa. Orba ciertamente no era resistente al alcohol, pero no se podía evitar, ya que esta formalidad también era parte de la actuación. War también se echó a reír.

— Su alteza, este es un hombre de valor que ha prestado un largo servicio al mando del general Oubary, sir Bane.

Así que es él.

Orba miró al hombre de cara roja que War presentó. Por un momento casi soltó una sonrisa, pero la contuvo. Ya sabía que este hombre había estado una vez en Apta por la información que había obtenido de la War. Es decir, que era uno de los culpables que había abandonado a su hermano Roan para poder huir primero, y luego quemó la aldea a la que Orba pertenecía. Era un hombre regordete y grasiento, con los ojos inclinados hacia abajo. En verdad, poseía un aire indistinto, igual al de War, y Orba sintió que de alguna manera podía entender cómo el hombre se contentaba con la posición de capitán.

— Oh, qué hazaña tan encomiable, su alteza —Bane, como era de esperar, no pudo ocultar su tensión, pero le habló con una sonrisa—. Su juicio en el momento en que recibimos un ataque en nuestro camino hacia aquí podría realmente describirse como hábil e imponente.


— ¿Es así? Aquí, un brindis.

Fingiendo alegría, le ofreció una copa. Bane respetuosamente obligado. War esperó el momento apropiado y luego habló.

— El capitán Bane me ha dicho que estuvo presente anteriormente en Apta.

— ¿Oh? ¿Ha luchado aquí contra el ejército de Garbera?

— Sí.

— También debería conocer más por aquí que yo. ¿Se uniría a mí para inspeccionar Apta mañana?

— ¿Eh?

La cara de Bane se congeló como si dejara de respirar, y luego sus ojos brillaron.

— S-Si está bien con alguien como yo, haga que lo acompañe a cualquier lugar, en cualquier momento.

— Claro. Estaré dependiendo de usted.

Incluso ahora, sus uñas se enterraban en la piel de sus manos entrelazadas. Quedarse aquí por mucho tiempo agravará sus emociones, por lo que realizó los saludos adecuados y luego abandonó el salón.

En comparación con los alrededores de la capital imperial Solón, el viento nocturno aquí era refrescante a su manera.

Ahora,

Al ver el bosque distante hundido en la oscuridad, Orba borró la sonrisa y el estupor de su rostro, separando los dedos enterrados en sus manos entrelazadas. Su palma estaba cubierta de sudor. Mucha muerte y sangre habían sido producidas por esas manos. De vez en cuando, incluso descartaba conscientemente las emociones que deberían haber acompañado lo que había forjado. Todo para que él pudiera recuperar todo lo que le había sido robado.


Todavía hay muchas preparaciones que necesitan ser establecidas. Estaría bien si lo hiciera a tiempo.


***

 

 

En el banquete del tercer día, Orba invitó a los esclavos gladiadores a la sala. Sus pies todavía estaban atados con cadenas, aunque también se les permitía un poco de bebida. Con sus expresiones rígidas, se comportaron como un perro náufrago arrojado a la refriega.

Desde el momento en que su rebelión se había frustrado, estaban en constante temor, sin saber si sus cabezas serían cortadas este día o posiblemente el próximo. Inclusive después de que el príncipe los incorporó a sus fuerzas como esclavos de guerra, era en última instancia el capricho de un hombre en el poder, y nunca sabían cuándo su destino podría dar un giro a lo peor.

Estaban vivos por ahora. Gowen les daba entrenamiento todos los días, y empezaban a pensar que en realidad no era un simple capricho o un pensamiento caprichoso para que el príncipe matara algo de tiempo. No obstante, era bien sabido que a los esclavos de guerra se les asignaban las tareas más peligrosas en la batalla. En última instancia, eran soldados desechables. Hubo muchos casos en que los esclavos de guerra se vieron obligados a comenzar ataques suicidas, de modo que estaba garantizado que ni uno solo volvería con vida, incluso cuando sus espaldas eran amenazadas por sus aliados.

Pasaron a través de sus comidas y vino tristemente. La figura de Mira también estaba presente entre las esclavas que servían la mesa. Ella había trabajado en el gran estadio de Solon, y no era otra que ella a quien Orba había tomado como rehén cuando Pashir y los otros esclavos intentaron provocar una rebelión.

En ese lugar donde nubes oscuras parecían reunirse, solo Mira se comportaba alegremente. Los esclavos podían hacer poco más que devolver caras sonrientes cuando les hablaba, pero parecían brillar solo por su presencia.

Y con Mira como origen, se produjo un altercado.

— Oye, mantenerte en compañía de esos esclavos no será divertido. Ven aquí con nosotros.

Un miembro de la División Blindada Negra de Oubary dijo eso agarrando sus hombros. Mira trató de negarse cortésmente, pero había llegado otro soldado y, mientras reía vulgarmente, forzó a Mira a sus hombros.

— Espera, ella es mía.

El primer soldado gritó riendo y tomó a Mira con sus manos. Solo había pasado un instante después de que Mira, siendo arrastrada por ambos lados, lanzó un grito. Pashir, que estaba cerca se levantó y, extendiendo su mano con firmeza como un tronco, levantó al soldado por la parte posterior de su cuello. Lo arrojó a los miembros de la División Blindada Negra que habían comenzado a reunirse. Varios de ellos se cayeron y derrumbaron.

— Y-y …

— Maldito esclavo. ¿¡Estás pidiendo pelea?!

Tratando esto como un espectáculo secundario a la fiesta, la División Blindada Negra de repente descendió sobre ellos, los esclavos gruñeron, todos de pie para enfrentarlos. Naturalmente, los pies de los esclavos estaban encadenados, pero se convirtió en una lucha, una pelea y, finalmente, una trifulca sin cuartel.

— E-Este bastardo de mierda.

Un miembro de la División Blindada Negra levantó una lanza apoyada contra la pared. Aunque eran aliados, el oponente era un esclavo, por lo que no se contuvo. Al principio, empujó con el asta de la lanza, pero Pashir aterrizó en la mesa con una exhibición casi acrobática en sus movimientos y utilizó sus cadenas para repeler un segundo y tercer golpe. La sangre se precipitó a la cabeza del soldado y preparó la punta de su lanza.

En el instante en que comenzó a empujar hacia adelante, el soldado se desmayó y cayó hacia adelante. Gowen estaba detrás de él con un jarrón de vino en la mano derecha.

— ¡Es suficiente!

Abriendo su camino estaba Gil. Como se esperaba, incluso la División Blindada Negra dejó de moverse.

— ¿Tienen la intención de estropear esta ocasión especial para mí? ¡Todos los que participaron en esta pelea recibirán el látigo!

Al lanzar palabras abusivas como un borracho, Gil pateó la rodilla de un soldado cercano y golpeó a un esclavo de guerra en la cabeza. Desde su izquierda y derecha, Shique y Gowen entraron para contenerlo.

— ¡Suéltame! ¡Estos cretinos insolentes son…!

— Su alteza, su alteza. Por favor, cálmese.

— Bueno, bueno, vamos a su habitación. Ya es bastante tarde.

Los dos guardias imperiales aparecieron para medio arrastrar al príncipe, que lanzaba más maldiciones aún lejos de la sala.

Y al día siguiente, ese incidente se convirtió en un chisme dentro de Apta que se extendió hasta los distritos urbanos.

Los rostros de las personas que intercambiaban susurros de los rumores estaban marcados con conmoción y malestar por su futuro.

— Parece que el príncipe mismo también participó en la pelea.

— ¿Estarán las cosas bien? Los soldados son pocos, y se están metiendo en peleas internas.

— Si el ejército de Garbera deja Apta, ¿qué nos sucederá?

— Estará todo bien. No hay guerra en estos momentos. ¿Mira allá? No pongas esa cara delante de los niños.

Ya sea que su gobernante cambiara o la infraestructura del país cambiara, lo único que preocupaba a los ciudadanos era si el cambio funcionaría como un escudo para protegerlos y garantizar la tranquilidad de sus vidas.

La inquietud y la insatisfacción no solo afectaban a la población, sino también a los soldados. Sin embargo, la proclama del príncipe Gil en su ataque de ebriedad de que “todos recibirán el látigo” no pudo llevarse a cabo. No eran soldados personales de Gil. No eran más que soldados prestados por Oubary y Odyne, e incluso como príncipe, manejarlos como le plazca le causaría problemas en el futuro.

Fue porque comprendieron esto que en cambio actuaron altaneros.

— ¿Pasarías este mensaje a su alteza?

Midiendo a los guardias imperiales dijo estas desdeñosas palabras.

“Esos malditos esclavos son los perros que fueron en contra de Mephius. No planeo decir nada en contra del tratamiento tolerante del príncipe, pero hacer que cenen en el mismo lugar que los soldados regulares es ir demasiado lejos”.

“Las bestias son útiles porque están debidamente domesticadas. Así como son de salvajes, mostrarán indiscriminadamente sus colmillos a enemigos y aliados por igual”.

— Es lo que dijeron.

Orba recitó las voces de insatisfacción de los soldados frente a Pashir y los esclavos de guerra.

Estaban en el patio de la fortaleza en un lugar separado a través de un muro de piedra utilizado para entrenamiento militar. Todos los esclavos tenían ambas rodillas en el suelo con las relucientes pistolas de los soldados rodeándolos. Orba se quedó mirando sus caras manchadas de sudor y tierra por haber terminado el entrenamiento de Gowen.

— Seguro que eres muy odiado. Como están las cosas ahora, seguramente te atacarán tus aliados el día en que ocurra la batalla.

— ¿Qué estás tratando de decir? —dijo Pashir, listo para morderlo, incluso ahora—. ¿Estás diciendo que es hora de tener nuestras cabezas?

Rakuin no Monshou Volumen 3 Capitulo 3 Parte 1 Novela Ligera

 

— Te dije que cuidaras tu tono, Pashir.

Orba se acercó al esclavo y levantó su barbilla con un dedo. Sus ojos deslumbrantes extremadamente próximos; las ardientes emociones junto con la supuesta intención asesina que parecía explotar; suponiendo que el único aquí fuera Pashir, suponiendo que no tuviera una espada o incluso una flecha en su mano, e incluso con sus piernas atadas con cadenas, no había duda de que hundiría sus colmillos en el cuello de Orba, o que retorcería su cuello como tornillo.

Sin embargo, había un buen número de esclavos presentes. Teniendo en cuenta la personalidad de Pashir, Orba sabía que no era alguien que se perdiera en sus propias emociones si eso significaba hundir a sus compañeros con él.

— … Entonces, ¿qué es lo que quieres que hagamos?

— Solo una cosa. Haz lo que digo. Y para agregar, si realizas una tarea, obtienes dinero. Incluso mujeres. Si odias seguirme, incluso te liberaré.

— No lo harás —jadeó Pashir con incredulidad.

— No hay forma de que no sepas acerca de mis Guardias Imperiales. Ellos son, todos ellos, antiguos esclavos gladiadores.

Los esclavos intercambiaron miradas. La realidad de los guardias imperiales tuvo efecto. Sus rostros estaban inquietos. Vacilaron.

Ellos, en un momento, intentaron levantar la bandera de la rebelión junto con Pashir. Por supuesto, el razonamiento es que ya no podían soportar el tratamiento de un esclavo. Debido a que eran tratados como bestias, viviendo sus días sin saber del mañana, decidieron que era mucho mejor lanzarse a una lucha desesperada por su libertad a pesar de la posibilidad de perder sus vidas.

Pensar que la libertad estaba de pie ante sus ojos.

Orba vio sus caras. Entre ellos se encontraba Miguel Tes, con quien había intercambiado espadas en el festival de la fundación. Un hombre que mostró una habilidad espléndidamente ágil durante la conmoción. Alrededor de veinte años, un espadachín de rostro afable, no era originalmente un esclavo gladiador, sino que era uno por el crimen de intento de rebelión. Si fueran Pashir o Miguel, incluso si les diera soldados en este instante, seguirían cumpliendo con sus respectivos deberes, o eso afirmaba Gowen.

— Párate, Pashir.

Ordenó Orba, y luego un soldado a quien había dado instrucciones detalladas anteriormente se acercó a Pashir y le quitó las cadenas. Cuando Pashir se puso de pie mirando a Orba con suspicacia, otro soldado se acercó con un atuendo completo Mephiano. Armadura ligera, casco de acero y botas.

— Esto es para ti.

— ¿Qué?

— Te nombro jefe del escuadrón de esclavos. Si no te gusta que te llamen el escuadrón de esclavos, entonces la unidad de infantería independiente supervisada por la Guardia Imperial. Te permitiré libertad solo dentro de Apta. Asegúrate de vigilar a todos.

— Espera un segundo… Em, s-si pudieras esperar. ¿Por qué sólo yo…?

— Lo dije. Ya no eres un esclavo, sino un oficial al mando de los soldados de infantería. También recibirás un estipendio (salario). Pero también tienes la responsabilidad de seguir mis órdenes. En caso de que vayas contra mí, serás juzgado por la ley Mephiana y por mí.

Orba paseaba ruidosamente de un lado a otro frente a Pashir. Cada uno de los esclavos vigilaba este desarrollo completamente faltos de palabras.

Entendiendo el significado implícito en las acciones de Orba, o mejor dicho, Gil para él, su rostro enrojeció y luego palideció.

Las vidas de los esclavos descansaban sobre sus hombros. Aunque se le permitió libertad, si intentaba huir de Apta, la responsabilidad, por supuesto, se trasladaría a los esclavos y los ejecutarían. Y además, ya no conspiraban para rebelarse. No importaba lo mucho que Pashir odiara a Gil y Orba, no tiraría fácilmente la libertad que colgaba frente a los otros esclavos, y no era tan tonto como para cometer actos que los involucraran.

— Mira.

En ese momento, Orba llamó a Mira e hizo que ayudara a Pashir a ajustarse su vestimenta. En medio del extraño silencio reinante, después de que Pashir fue disfrazado de espadachín, Orba sacó su espada de su cintura. Un ligero chasquido acompañó al balanceo, la punta de la espada presionada contra el cuello de Pashir.

— Te daré esta espada —dijo Orba con un susurro—. Empúñala solo para proteger tu cuerpo y cuando te dé órdenes. Esta espada es para matar enemigos. Pero dependiendo de cómo la uses, podría matarte. Tu vida, tu personalidad, toda tu dignidad.

— …

Pashir permaneció en silencio. Sus ojos puntiagudos y como de animal se fijaron en Orba con rastros de duda e inquietud que no pudo evitar. Sin embargo, no estaba más perturbado de lo necesario.

Es un hombre difícil de obtener.

Competente, y un hombre capaz de pararse en el centro de un grupo que comparte el mismo objetivo.

— Haré que Mira te guíe a tu habitación. También tiene una cama individual, aunque podría ser un poco dura.

— Príncipe, ¿se molestó en probarla usted mismo?

Shique, que había estado observando toda la conversación, interrumpió. Orba se rió.

— Es mucho mejor que dormir afuera. Aunque no es un lugar para llevar a una mujer.

Indiferente al rubor de Mira y dejando el resto a los soldados, Orba abandonó el sitio de entrenamiento.

Orba se sumergió en sus tareas, ajeno a los rumores furtivos en las calles y el interior de la fortaleza.

Al día siguiente, salió de la fortaleza temprano en la mañana. Junto con Bane y varios guardias imperiales, hizo las rondas de inspección dentro de Apta.

Debido a que el príncipe había salido personalmente, los pueblos vecinos fueron presionados a saludarlo. Como nota adicional, su grupo incluía a un solo noble que los había acompañado desde Solon y fue designado como el funcionario administrativo de Apta, encargado de la gestión de los recursos forestales. Era Kalgan, tercer hijo de Julio, señor feudal de Idoro. Kalgan, que tenía experiencia en la explotación forestal y tala de árboles, se reunió con los llamados grupos de madereros en las aldeas.

— Su alteza, he estado pensando en reunir a los líderes de todas las aldeas y crear un sistema ordenado desde cero.


— Lo dejaré en tus manos.

Hasta hace dos años, Kalgan había sido comandante de la división de suministros al servicio del veterano general, Rogue Saian. Sin embargo, había sufrido una lesión en su pierna derecha en la guerra con Garbera y desde entonces había sido retirado de las líneas del frente. Los nobles que no heredaban su Casa se convirtieron en soldados o ayudantes de sus familias. Con una perspectiva baja y la ausencia de un trabajo satisfactorio, el príncipe había venido para nominarlo personalmente y asignarle este puesto. Muchos de los que llevaban a cabo las tareas administrativas eran nobles que compartían circunstancias similares a las de Kalgan.

Por supuesto, esto también era el resultado de la información que Orba recolectó dentro del palacio real. De esta manera, reunió a quienes se esforzaban por mejorar y aspiraban a trabajar. Particularmente, esta era una oportunidad donde podrían ser reconocidos por el príncipe, y así adelantarse a sus hermanos que habían sucedido la Casa. Cada uno de ellos ardía de celos.

— Había alguien llamado Peewee “the Piper” —le dijo Orba a Gowen cuando enumeraron a los oficiales e hijos de nobles que viajaban con ellos a Apta.

— Una persona que no tiene ninguna habilidad para usar una espada o un arma, solo sabe usar bien su lengua. Nadie le prestó atención, pero sus mentiras tenían cierto dominio sobre ellos.

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