Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 3

Capitulo 1: Salida De La Capital Imperial

Parte 1

 

 

Un gorrión vagaba perdido por las aceras de piedra.

Ladeó la cabeza una, dos veces, perplejo por una sensación de extrañeza y luego agitó sus alas aturdido.


Inmediatamente después, una ráfaga de viento pasó velozmente cuando una sombra gigantesca se elevó sobre su cabeza. A primera vista, podría verse como una criatura viviente. Su largo cuello, una feroz cara mostrando sus colmillos, y grandes alas extendidas a sus lados: un wyvern.

Por desgracia, cosas como dragones alados no habitaban en este continente. Su aullido estridente como el crujido del metal, sonaba por el zumbido de su motor de éter, y su piel era el metal sin peso, dragonstone, ligeramente pintado en bronce. Es decir, esta era una nave del Imperio de Mephius.

Estos wyverns artificiales que llevan pilotos en sus pechos despegaron del suelo uno tras otro.

Orba levantó la vista para mirarlos, su mano formando una visera sobre sus ojos.

El que iba adelante era el hombre llamado Neil Thompson, y el simple hecho de ser bastante hábil lo hacía destacarse por encima del resto. Neil inclinó bellamente las alas de la nave haciendo un giro mientras las otras naves lo perseguían frenéticamente, como polluelos alejándose de su madre.

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Pero el único al que Orba lanzó palabras de ira entre ellos después de su regreso momentáneo fue Neil.

— ¡Este no es lugar para hacer un espectáculo con tus actuaciones teatrales! ¡Presta más atención a los demás! No podrás hacer nada en el campo de batalla. Ahora, ve otra vez.

Presionados por Orba, o para ellos, el primer príncipe heredero de la Dinastía Imperial de Mephius, Gil Mephius, los pilotos se lanzaron de prisa a los cielos en sus naves una vez más.

— No tienes que ser tan rígido, ¿verdad? Creo que lo están haciendo bien. Orba sacudió bruscamente a Shique que se acurrucaba sobre su hombro.

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— No importa lo bien que lo hagan para ser “esclavos”. ¿Crees que puedo estar satisfecho con este nivel?

El patio de armas cerca del cuartel de la Guardia Imperial, una arena de gladiadores en pequeña escala fue reconstruida. Pequeña como se le puede llamar, su amplio interior albergaba una pista de aterrizaje y, para agregar, estaba situado al lado del establo de los dragones.

— Pero ya sabes, Orba —dijo el broncíneo Gowen— ni siquiera ha pasado un mes desde que comenzaste la unidad aérea. No hay mucho que puedas hacer, incluso si te estás quedando sin paciencia.

— No hubiera esperado escuchar eso de ti. Tú eres el que me envió a matar a menos de dos semanas de haberme enseñado cómo sostener una espada.

— No tiene sentido usar esclavos como comparación, ¿o sí? —Respondió Gowen, regresándole las palabras a Orba—. Ahora hay diferentes circunstancias en comparación con ese entonces. No puedes comprar tantos como quieras de ellos.

Incluso si estos antiguos esclavos no se quedaban atrás de los soldados en términos de habilidad individual, tendían a tener problemas para cooperar en grupo. Y es porque era Gowen quien dijo estas palabras que tenían poder persuasivo, él estaba reentrenando a la infantería compuesta por esclavos gladiadores desde cero.

Orba no dijo más. Su cara se torció levemente de dolor cuando se movió para cruzar sus brazos. Su brazo derecho estaba envuelto con vendas y colgando.

Había pasado medio mes desde el disturbio causado por la rebelión de Zaat Quark. Herido en la serie de batallas durante el torneo de gladiadores y para agregar, siendo asesinado por Zaat Quark, su cuerpo naturalmente no se había recuperado. Sin embargo, una semana antes, Orba fue convocado por el emperador y se le ordenó dirigirse a la ciudad sureña de Apta, la tierra tomada en los diez años de lucha con Garbera y la ciudad fortaleza en la que su hermano Roan había sido reclutado. No había tiempo para permitir que su cuerpo descansara. Justo cuando Shique y Gowen pensaban que se estaba encerrando en su habitación, enterrado bajo una montaña de libros, lo encontraban celosamente dirigiendo el entrenamiento de la Guardia Imperial.

— Ah, ahí lo tienes, callado otra vez— Shique se encogió de hombros bromeando—. Nos sentimos indescriptiblemente inquietos cuando te callas. No puedo evitar pensar que podrías estar volviendo a tener pensamientos extraños.

En ese momento, sonó una voz animada.

— Una escena maravillosa, ¿no es así?

Cuando escuchó esta voz que estaba fuera de lugar en este brutal lugar, la cara de Orba se tensó.

Gowen y Shique se divirtieron un poco al ver esto y desviaron la mirada sonriendo.

— Me duele decir que no es digno para que lo vea una dama adecuada.

A la que vieron era la tercera princesa de Garbera, Vileena Owell, acompañada por su doncella Theresia. Su cabello platino brillaba de un blanco transparente bajo el sol de la mañana. Había sido forzada a ingresar a las cámaras de mujeres desde que llegó a Mephius, pero con sus esfuerzos volando la aeronave junto con el príncipe durante la rebelión de Zaat, últimamente parecía haber recibido una relativa cantidad de libertad. Hace dos días, después de mencionar cómo los Guardias Imperiales estaban entrenando en el aire en el desayuno, ella había exclamado:

— Definitivamente debo mirar.

Los ojos de la joven se entrecerraron mientras seguían los movimientos de las naves y sus mejillas se sonrojaron ligeramente.

Es una princesa inusual.

Orba reafirmó fuertemente este pensamiento.

Después de que terminara la misión en Apta, se casarían formalmente, como había declarado el emperador Guhl, pero eso al final solo se le dijo a Gil y no se anunció públicamente. Con el progreso en las discusiones sobre la boda, Vileena estaba, como siempre había sido, en una posición insegura.

— Su Alteza es un perfeccionista —comentó Shique, volviendo intencionalmente a la conversación anterior—. Les dice “vuelen hombro con hombro con el pelotón de aeronaves Garberanas”, con menos de un mes de entrenamiento.

— No lo hice-

Diciendo eso, trató de objetar, pero antes de que pudiera continuar…

— Siempre hay un comienzo para todo. El entrenamiento aéreo en particular conlleva accidentes. Si no le prestas mucha atención a la condición de los pilotos, el mantenimiento de la nave y demás, entonces tu pelotón seguramente será destruido antes de que puedas alcanzar el crecimiento deseado, su Alteza.

Con respecto a las aeronaves, Vileena era una experta. Hablaba orgullosamente con tono agudo y rostro infantil.

— Pero tampoco queda mucho tiempo hasta la partida.

Orba desvió la mirada de Vileena que intentó confrontarlo directamente.

— ¿No está bien si también realiza los entrenamientos en Apta, su Alteza? — dijo Shique—. Es como si creyera que Ax podría comenzar la guerra el mismo día que lleguemos a Apta.

La rebelión de Zaat había sido sofocada por Orba, pero debido a que sucedió durante el festival de la fundación, donde un buen número de enviados habían sido invitados, las noticias llegaron a los países vecinos. Además, hubo informes de actividades sospechosas desde la provincia de Taúlia, al suroeste de Mephius al mismo tiempo.

Taúlia limita con la región Apteana. Es probable que el general de gobierno de Taúlia, Axe Bazgan, aproveche el momento en que Garbera devuelva Apta y avance allí con su ejército.

Sin embargo, con la rebelión de Zaat, Guhl Mephius estaba en una situación precaria en la que no podía confiar en sus seguidores, incluso en los que le habían servido por mucho tiempo. Por esa razón, Guhl había designado a su hijo biológico, Gil, para ser el comandante de las tropas de Apta, considerando que era inapropiado dividir a sus tropas para defenderse de la invasión.

— Solo será un problema si no los preparo lo antes posible. Me he dado cuenta desde el incidente de Zaat. No importa cuán pacíficamente nos hayamos unido a Garbera, las llamas de la disidencia están siempre a nuestros pies, incluso dentro de las fronteras de nuestro país. No hay nada malo en estar demasiado preparado.

— Hablando de Zaat Quark, no he visto a Ineli desde el incidente. ¿Te has encontrado con ella desde entonces, príncipe?

— ¿Ineli?— Ese inesperado nombre dejó a Orba medio sorprendido—. No— Negó con la cabeza. Vileena enfadada frunció el ceño.

— Por favor, también presta atención a cosas que estén fuera de los asuntos militares. Ser tomado prisionera por Zaat seguramente debe haberla asustado. ¿No se está encerrando demasiado en su habitación? He tenido la intención de visitarla, pero ¿qué te parece si vamos juntos?

— Bueno, eso es…

Orba no estaba seguro de qué decir. Como Vileena había mencionado, Ineli fue tomada prisionera por Zaat en medio de la conmoción. Y frente a Orba y Vileena que fueron a salvarla, él le apuntó con un arma. Pero lo que pasó por la mente de Orba ahora no era eso, sino la escena que había visto en la fiesta durante el festival de la fundación; en la que Ineli y Vileena se miraban junto a la fuente.

La princesa Garberana parecía haber olvidado ya su discordia, pero en cuanto a Ineli, él no creía que fuera tan indulgente. Por el contrario, a juzgar por su personalidad, ser salvada por la Vileena, a la que odiaba y detestaba, debió haberse sentido humillada.

— Creo que es mejor si no lo haces.

— ¿Por qué lo dices?

— Bueno, la cosa es que si recibió una fuerte impresión por ese incidente, es mejor dejarla sola. Si la princesa o yo vamos a verla, podría traer de vuelta esos recuerdos y hacer más daño que bien.

— ¿Ve, princesa? Es como le dije —dijo Theresia—. Soy de la misma opinión que Su Alteza. Si está preocupada por ella, lo mejor es dejar tranquila a Ineli.

— Qué es esto. El príncipe, y Theresia también, están tratando mis sentimientos como si fueran los de una niña inconsciente.

Su cara rápidamente se enfurruñó y pisoteó con sus pequeños pies contra el suelo. De hecho, era porque es exactamente como ella dijo que Orba estaba sin palabras. En general era una princesa ingeniosa, aunque joven, pero cuando se trataba de las sutilezas en las relaciones personales, estaba poco informada.

Orba involuntariamente envió una mirada a Theresia.

Debe ser difícil.

La doncella de la princesa se sorprendió momentáneamente, luego bajó ligeramente la mirada y rió estando de acuerdo.

¡Maldición!

Orba también estaba sorprendido. Él había expresado sus sentimientos hacia Theresia pero fue como “Orba”, no como el príncipe heredero. Esa era probablemente la razón por la cual Theresia también se había sorprendido.

— Ahora —Orba habló en un intento de suavizar las cosas—. Esperaré pacientemente los resultados de la unidad aérea. Yo, voy verificar la situación de los drago-

Orba volteó para mirar los establos de los dragones junto al patio de armas, pero justo en ese momento, vio varias figuras que se dirigían hacia allí. Delante, dirigiéndose hacia ellos, estaba una niña pequeña. Al acercarse a Orba, Lannie Lorgo se detuvo y tiró de su falda e hizo una reverencia.

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— Felicitaciones, su Alteza Imperial.

— Sí.

Ella era hija del general de Mephius, Odyne Lorgo y tenía trece años. Aunque era una niña pequeña, había cabalgado en el lomo de un dragón durante el festival de la fundación y llevó a cabo la ceremonia de mayoría de edad.

— Date prisa y ven. Oh, Romus, a pesar de que no le tienes miedo a los dragones, eres impotentemente tímido con las personas.

Llamó ruidosamente al niño que se acercaba tímidamente. Como siempre, su saludo frente al príncipe fue tímido.

— Realmente, no tienes agallas.

— No, no es que no tenga agallas, pero esa Milady es fuerte —bromeó Orba—. Tu valor es prometedor. Sin embargo, el establo de los dragones no es una adecuada zona de juegos.

— Oh, Dios. No es que estemos paseando por aquí sin razón, príncipe — respondió Lannie con desaprobación como toda una dama—. Romus ha venido todos los días y como su superior me he preocupado por él.

— ¿Oh? ¿Romus aspira a ser un caballero dragón?

— No, su alteza. Romus, realmente estás aquí por el dragón, ¿verdad? No es que estés deseoso de convertirte en un caballero dragón, ¿cierto?

— ¿Q-Qué tiene que ver contigo?

La cara de Romus se enrojeció. Había otra persona que venía de la dirección de los establos de los dragones. La entrenadora de dragones, Hou Ran, fue asignada como parte del Batallón Imperial del príncipe. Parecía que estaba mirando el entrenamiento de los dragones. Incluso si no lo estaba, solía estar aquí en el establo cuidando a los dragones todo el día.

— No hay necesidad de preocuparse por Romus.

Ran dijo rotundamente, como si hubiera escuchado la conversación de principio

— Se ha acostumbrado aún más a los dragones que Orba. En otro medio año, es posible que pueda escuchar y comprender su “voz”. Hay pocas posibilidades de que sea atacado incluso en los establos.

Theresia dejó escapar un grito de asombro. Descubrió que no solo la apariencia nómada de Ran era inusual, sino que también la combinación de su cuerpo bien proporcionado, su piel oscura y su cabello pálido eran extrañamente seductores.

— Si eso es lo que dices, estoy seguro de que así es. ¿Cómo está la condición de los dragones? ¿Y has clasificado a los dragones que llevaremos con nosotros a Apta?

— De alguna manera puedo manejarlo si estoy con ellos. Siempre y cuando estén a mi alcance. Nadie aquí tiene siquiera un fragmento del talento de Romus. Más que clasificar a los dragones, Orba necesitará clasificar a los soldados.

— Cierto.

— Además, ¿no son los dragones que trajimos con nosotros demasiados para no utilizar la nave? Con la cantidad que dijo Orba, es más de lo que puedo manejar.

— ¿No está usando la nave? —Shique alzó la voz alarmado—. ¿Por qué? Marchar a Apta en fila tomará una semana. El transporte de los dragones y las armas también sería más conveniente en una nave.

— Porque quiero que me vean y vitoreen las personas.

La respuesta de Orba fue contundente. En momentos como estos, su comportamiento indicaba una renuencia a expresar sus pensamientos más allá. Debido a que Shique y Gowen lo entendieron, no protestaron más, con una mirada que decía: “aquí íbamos de nuevo”.

— Orba, ¿verdad?

Pero la atención de la princesa Vileena parecía centrarse en otra cosa. El pensamiento “oh, mierda” se podía leer en la cara del príncipe.

— Una cantidad considerable de confianza se coloca en ese espadachín. También fue el caso en el festival de fundación, pero parece que esta vez también se le han asignado varios deberes importantes.

— Ah, sí. Él es… práctico.

Orba farfulló, sigilosamente mirando en dirección de Ran. Vileena se puso ligeramente indignada.

— Sin embargo, parece haber resultado herido en la arena. Aunque, tú mismo también has sufrido lesiones, ¿qué tal si prestas atención a tus súbditos un poco más?

— Uh, sí, tienes razón.

— A pesar de lo fuerte que seas tú mismo, ese no es siempre el caso para los demás. Sobre todo, príncipe, tus tropas no deben disminuir más. Si no les permites opinar y solo te obedecen en silencio, no importa cuán buen espadachín sea Orba, incluso él eventualmente-


— ¡Aaaah!

En ese momento, Ran resopló. Por un instante, todos quedaron desconcertados por el desprecio casi rotundo. A quién se dirigía esto, no lo sabían.

— Orba parece ser bastante favorecido por la princesa.

Rakuin no Monshou Volumen 3 Capitulo 1 Parte 1 Novela Ligera

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Sus labios se movieron a una sonrisa delgada y abierta, luego les dio la espalda, regresando de inmediato a los establos de los dragones. Romus rápidamente la persiguió, y Lannie los siguió corriendo. Estupefactos, Orba y todos los demás los vieron marcharse.

— Esa jovencita —habló Theresia poco después de toser—, ¿no le faltan modales? Actuar así cuando el príncipe heredero y la princesa Vileena están presentes…

— Ah. Estoy realmente avergonzado. Me disculpo en nombre de la descortesía de mi hija.

El padre adoptivo Gowen, bajó su cabeza canosa. Era la primera vez que Orba lo veía inclinar su gran cuerpo.

Pero Theresia tampoco estaba realenmte enojada. Como evidencia de eso:

— Esa señorita —dijo una vez más, dejando una pausa para agregar peso— ¿Es novia de Sir Orba?

— A-Absurdo. ¿Por qué piensas eso?

— No es algo absurdo. Solo sentí que era así.

— Y estoy preguntando, ¿por qué?

— ¿Por qué?, no sé. En cambio, encuentro el estado de confusión del príncipe bastante extraño. Esto incluso podría ser un heraldo de amor para Sir Orba.

¡Absurdo! Orba murmuró una vez más, mirando hacia otro lado. Conocía a Hou Ran desde hacía más de dos años, pero nunca notó ninguna atracción hacia ella. Pudo haber sido porque no la tenía, o no debería tener ninguna, habiendo sido señalado eso de repente lo había perturbado.


Por algún tiempo después, Orba y los demás observaron atentamente el entrenamiento de la unidad aérea. Poco antes del mediodía, Vileena se excusó y a Theresia de la plataforma. La princesa también los acompañaría a Apta. Habían dicho que todavía quedaba algo por hacer.

Cuando Orba finalmente pensó que podía respirar, escuchó algunas palabras inesperadas de Shique.

— La princesa no está de buen ánimo, ¿verdad?

— ¿De Verdad? No veo una gran diferencia de lo habitual. Si está de mal humor, entonces la Vileena habitual será un oponente mucho más duro que Ryucown y Pashir.

— Orba… cierto, no entiendes las sutilezas de las mujeres.

— ¿Tiene un misógino derecho a decir eso?

— No es que las odie porque no las entienda. Es porque las entiendo demasiado que las odio.

En los días en que era un gladiador, Shique era excepcionalmente popular entre las mujeres. Había muchas nobles que acumulaban grandes sumas de oro ante el mercader de esclavos Tarkas para ser su mecenas. Y a todas y cada una de ellas, Shique se negaba y resoplaba.

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— Por otra parte, no es realmente tan complicado. Ella probablemente sabe de los rumores de tensión entre Garbera y Ende. Por supuesto, no es una princesa que no se entristezca sabiendo de las dificultades de su hogar.

— Es difícil decir que Garbera se ha recuperado por completo de la rebelión previa de Ryucown —coincidió Gowen—. Es lo mismo para Mephius, pero al menos, pudimos detenerlo antes de que ocurriera. Para otros, incluso podrías decir que ha sido desactivada. Pero experimentaron la traición de uno de sus generales más famosos. Es seguro que tendrá un efecto duradero.

— No me importan los problemas de otros países —Orba prontamente dijo ese comentario.

Luego llamó al capitán Neil para que terminara el entrenamiento. Una unidad separada estaba programada para el entrenamiento a partir de ahora. Con Pashir incluido, consistían en los esclavos de la reciente rebelión que Orba había agregado a sus fuerzas. Habiendo aprovechado la oportunidad brindada por Zaat y ya que habían intentado una rebelión, no podía simplemente designarlos como soldados regulares y así los había designado como esclavos de guerra bajo el mando de la Guardia Imperial.

Orba no tenía nada que hacer aquí. Ya se había ganado el resentimiento de los esclavos al haber obstruido la rebelión y no tenía ninguna intención de agravarlos más al permanecer aquí.

En esta ocasión, él confió su entrenamiento a Gowen. Un hombre originalmente era supervisor de esclavos gladiadores y versado en ejercicios.

— Te dejaré el resto.

— Sí.

Orba salió del patio de armas.

Shique, que se había quedado atrás, se dio cuenta de la súbita sonrisa enmascarada de Gowen.

— ¿Qué pasa?

— No, es solo cómo dijo “te dejaré el resto”. Esa maldita posición de insignificancia ha cambiado en menos de dos años.

— Y también se ha acostumbrado terriblemente.

— El extraño no es solo él, sino que yo también me he ido acostumbrando a estas posiciones.

— Sí —Shique extrañamente mostró una sonrisa—. Ya no me sorprende nada de lo que dice o hace. Si no me acostumbro a esto, arruinará mi salud.

Cuando Shique dio su consentimiento con una sonrisa, Gowen observó la figura de Orba a lo lejos.


— Sería bueno si fuera solo un problema de acostumbrarse. Últimamente, se ha dedicado demasiado a ser el príncipe heredero.

Esa única frase, no escuchada por nadie, desapareció en la arena y el viento.

Solon vio la llegada del mediodía.

***

 

 

“El emperador Guhl Mephius ha dejado de sonreír”. Orba había perdido la cuenta de cuántas veces había escuchado estos murmullos dentro del palacio.

El emperador de antes a menudo bromeaba frente a sus seguidores y llenaba los pasillos con su voz jovial, lo había escuchado. Orba solo lo había visto un puñado de veces desde que pretendía ser su hijo real, por lo que no conocía a este emperador “de antes”.

Lo más notable es que el emperador no se rió entre dientes después de la rebelión de Zaat. Sus labios se movieron con desaprobación, y constantemente descansaba su rostro contra sus manos de mal humor.

Me da escalofríos cada vez que me mira.

Estos susurros también los había escuchado incontables veces.

El emperador trabajaba interminablemente para aumentar la autoridad de la familia imperial o, más precisamente, la del emperador.

— Ya no hay nadie que pueda hacer una sola objeción a Su Majestad. Fedom había murmurado poco antes con cara casi temblorosa.

— Si fueran vasallos como Colyne, satisfechos con seguir órdenes fácilmente, eso podría ser bueno… sin embargo, para nobles orgullosos como yo, que albergamos el más mínimo pensamiento por el futuro de Mephius, incluso ese orgullo será considerado una molestia y podríamos ser despedidos por el emperador, bien podríamos estar muertos.

Está Simon Rodloom.

Orba primero pensó en ese nombre. En ese momento del festival cuando Orba se unió al emperador para el desayuno, él había expresado sus opiniones sin temor al emperador. Además, fue inmediatamente después de que Zaat fue confinado.

Si se trata de ese hombre, ¿no se opondría sin miedo al emperador sin pensar en la ganancia personal o en protegerse cuando fuera necesario?

¿Hmm? –

Orba torció los labios, cautivado por estos misteriosos pensamientos. Cuando era un gladiador, nunca hubiera creído reconocer a un noble mephiano, ni siquiera un poco.

En este momento, directamente frente a Orba, con su cabeza inclinada continuando sus oraciones y los ojos fijos en ningún punto en particular, estaba ese mismo emperador, Guhl Mephius.

En la Torre Negra, centro de la capital imperial de Solon.

Los soldados asignados como vigías reconocieron a Orba e hicieron una reverencia. Fueron sus guías y se dirigieron hacia el subterráneo de la torre. Pasaron por muchas personas. Eran hombres medio desnudos que llevaban piedras excavadas y escombros. La mayoría eran esclavos o criminales.

En este subterráneo había un Mausoleo del Dios Dragón, actualmente en construcción. Mientras el Templo del Dios Dragón se estaba construyendo en un lugar más cercano al palacio, la totalidad del mausoleo se transferiría aquí.

El emperador estaba adelante en su lugar de destino. Se paró frente a una enorme talla que representaba la forma del Dios Dragón. Este era el lugar donde celebraban los rituales para orar por cosechas abundantes directamente antes de que comenzara el festival. Esta pintura también se tallaría y se establecería dentro del templo.

Orba cortésmente lo saludó, pero el emperador respondió con un gruñido y un asentimiento, y se ocupó de dar órdenes a la gente de los alrededores.

Esperó un tiempo, mucho tiempo.

Diez minutos deben haber pasado, cuando el emperador salió de la fila de personas. Orba volvió a bajar la cabeza.

— Comenzaré mañana.

— Ya veo.

El emperador pasó junto a él y no dio muestras de detenerse, pero de repente se detuvo y miró a Orba a los ojos.

— A medida que vas creciendo te pareces más a tu madre.

— Mmmm, mmm. ¿Es así?

Incluso el famoso gladiador se encontraba empapado de sudor frío. Luego, el emperador volvió a caminar y Orba lo siguió.

— No es solo tu cara. Hay muchos que dicen que te has transformado en una persona diferente, y son ellos quienes te siguen elogiando como diciendo que has heredado mi sangre y eso me molesta tanto.

— Solo recibí consejos de mis hombres.


Detrás y delante de ellos había guardias imperiales directamente bajo el comando del emperador, asignados como guardias, pero mantuvieron su distancia. Dentro del trabajo de la cueva naturalmente fría, el entorno cayó en un misterioso silencio a medida que las voces y las siluetas de los esclavos crecían.

— ¿Eso también fue lo mismo con respecto a Zaat? ¿Has recibido consejos de alguien? Seguramente no fue de mi parte. No me dieron una sola notificación.

— Sí. N-no, quiero decir, el que lo planeó fui yo. Solo que estaba un poco inquieto por mis pensamientos y fui a Fedom para recibir su sabiduría. Sin embargo, lo consulté sin mencionar el nombre de Zaat, ni informándole de la urgencia de la situación, simplemente como una suposición —respondió Orba rápidamente.

— ¿Y de quién fue la sugerencia de atacar deliberadamente al momento de la rebelión de Zaat? Si hubiera sido notificado de inmediato, podría haber sometido silenciosamente a Zaat sin que los embajadores y los invitados del extranjero se dieran cuenta.

El emperador dejó de caminar. No había camino adelante, solo un acantilado que se alzaba a 50 metros de altura. La tenue luz de una sola vela colocada en las paredes parpadeaba sobre la sombra proyectada en la cara del emperador.

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