Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)

Volumen 2

Capitulo 8: Arc Seven

 

 

El sonido del metal siendo aplastado y deformado atravesó el aire. Un enorme dragón calavera arrancó las hélices del avión con sus poderosas mandíbulas. La aeronave de última generación emitió un sonido débil por un momento antes de quedarse en silencio.

El dragón no muerto rugió, sus ojos carmesíes brillaron amenazadoramente mientras un vapor mortífero escapaba de sus fauces abiertas.


“El hecho de que a alguien se le ocurra denominar a un montón de basura y tornillos con el noble nombre de un dragón es pura insolencia”. Escupió Leonis con disgusto, alzando su Báculo de los Pecados Sellados hacia el cielo.

Bolas de luz se manifestaron sobre él, lanzando rayos sobre la cubierta. Leonis contempló los alrededores desde lo alto de la cabeza de la monstruosa criatura de hueso. Tras un momento, sus ojos se fijaron en la elfa oscura de cabello negro que sostenía una Espada Demoníaca en su mano.

(Esa debe ser la líder). Concluyó Leonis.

Algo en ella parecía diferente de los otros terroristas.

“Elfa oscura. ¿Desciendes del clan Hazashin?” Preguntó Leonis.

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“¿Qué?”

“Así que no sabes de ellos. Hmph…” Leonis se encogió de hombros.

El Clan Hazashin era una tribu de elfos oscuros expertos en el asesinato. Hace mil años, habían conformado la mayor parte de las fuerzas encubiertas de Necrozoa. Si esta mujer hubiera sido descendiente de esa tribu, Leonis podría haber mostrado algo de piedad con ella.

“¿Fuiste tú quien concedió a los hombres bestia sus Espadas Demoníacas?” Preguntó Leonis.

“… Tú… ¡¿Quién eres tú…?!” Sharnak ignoró la pregunta, y en su lugar respondió con una pregunta propia mostrándose confusa y asustada.

“Responde a lo que te pregunte”. Declaró Leonis con firmeza, aumentando la intensidad de su Aura de Muerte.

Todos los hombres bestia que rodeaban a Sharnak para defenderla cayeron de rodillas ante ese mero despliegue del poder de Leonis.

La elfa oscura se mostró más resistente al aura, pero aun así tragó saliva con nerviosismo y dio un paso atrás.

“Hmph. Muy bien, entonces… responderé a tu pregunta primero. Soy un Rey Demonio”.

“…”

Hubo un breve período de silencio. Entonces, la boca de la mujer se abrió.

“… Heh, heh. Ah, ha, ha. ¡Ah, ha, ha, ha, ha, ha, ha!” Una carcajada maniática y aguda escapó de sus labios.

“¿Qué es tan gracioso?” Preguntó Leonis con frialdad.

“¡¿Un niño como tú clama ser un Rey Demonio?!” La expresión de la mujer se contorsionó en odio mientras invocaba mana en sus manos. “¡Cómo te atreves a adjudicarte el nombre del todopoderoso!”

(¡Está usando hechicería!)

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Llamas negras cargadas de energía maldita engulleron el enorme cuerpo del dragón calavera, llevándose a Leonis con él.

“¡Ah, ha, ha, ha! ¡No sé quién eras, pero parece que hoy no era tu día de suerte!” Gritó Sharnak alegremente.

“¿Oh? ¿Cómo es eso?”

“… ¡N-No puede ser!”

El fuego oscuro de Sharnak había sido desviado con facilidad por la barrera de mana del dragón calavera, extinguiéndose casi inmediatamente. Leonis dejó escapar un largo y exasperado suspiro.

(Verla usar la hechicería me hizo esperar algo más, pero si eso es todo lo que puede hacer…)

Dado cuan olvidada había quedado la hechicería en el último milenio, la elfa oscura sin duda habría parecido excepcionalmente poderosa para la mayoría de la gente. Para Leonis, sin embargo, su magia era poco más que un juego de niños. Para empezar, había utilizado un hechizo que el propio Leonis había diseñado: Llama Negra Infernal. Si recordaba correctamente, lo había creado para celebrar la culminación de Necrozoa…

“Permíteme demostrarte lo que es la verdadera hechicería”.

Leonis agitó ligeramente su báculo y entonó un hechizo similar al de Sharnak.

*¡Whooooooooooooooooosh!*

Gruesas llamas se elevaron salvajemente, provocando que las tres aeronaves que había detrás de la elfa oscura explotaran al mismo tiempo.

“… N-No… Esto es… Es uno de los hechizos secretos del Rey Demonio de la leyenda…” La elfa se tambaleó hacia atrás, con una expresión rígida de incredulidad.

El dragón calavera sujetó a Sharnak con sus garras huesudas alrededor de su cuerpo.

“¡Ah! Ngh… Khhh… ¿Qué es esto? ¡¿Quién eres tú?!”

Aunque Sharnak se retorcía y se agitaba mientras lanzaba un hechizo tras otro, todos eran desviados por la barrera de mana de la criatura esquelética volviéndole incapaz de liberarse. El dragón calavera apretó su agarre, y Leonis pudo oír el sonido visceral del crujir de sus huesos.

“Deja de parlotear, idiota. Tengo algunas preguntas que vas a responder”.

Declaró Leonis, con una voz fría.

“… Ugh… Gah…”

“¿Cuál es tu objetivo?”

“Traer… la muerte…”

Leonis hizo que el dragón volviera a apretar su agarre, y un sonido como el de una rama resquebrajándose llegó a sus oídos.

“… ¡Ngghhaaahhh! Espadas… Demoniacas… producir más Espadas Demoniacas…” Sharnak admitió.

“¿Es eso cierto…?”

A la orden del Rey No Muerto, el dragón calavera aflojó su agarre sobre la elfa oscura.

“¿Y qué son exactamente las Espadas Demoníacas? ¿Eres capaz de conceder ese poder a otros?”

“Aah, nng, aah… Yo… otorgo un poder… que es lo opuesto a una Espada Sagrada…”

“Ya veo. Así que, a diferencia de una Espada Sagrada, uno no despierta este poder. Es algo que se da”.

“¡E-Es correcto! ¡D-Deberíamos ser aliados!” Gritó la mujer en un intento desesperado por ganarse el favor de Leonis. “¡Puedo darte una Espada Demoníaca! Con el poder que ya posees, seguramente ascenderás en las filas del culto. La diosa ciertamente te recompensará”.

“Espera. ¿Qué acabas de decir?” La expresión de Leonis cambió.

“Yo… he dicho… que deberíamos trabajar…”

“¡Eso no! ¿Acabas de hablar de la diosa?” Presionó Leonis. “Los dioses deberían haber caído en la ruina hace mil años. ¿Qué diosa? ¿Cómo se llama?”

“… Su… nombre es…” Sharnak jadeó.

“¿Sí? ¡¿Cuál es?!” Leonis se inclinó hacia delante, expectante.

En ese momento, sin embargo, los labios de la elfa oscura se contorsionaron en una sonrisa enloquecida.

“Su… nombre es… Su nombre es… Nombre, nombre, nombre, ¡nombrenombrenombrenombre!”

“… ¡¿?!”

La Espada Demoníaca negra de Sharnak se clavó bruscamente en su propia garganta.

(¡¿Qué?!)

Un chorro de sangre brotó del cuello de la elfa oscura, tiñendo de rojo el pecho del dragón calavera. Con su cabeza desprendida, el cuerpo de la extraña mujer se desvaneció.

(¡¿Se suicidó?! No, no lo creo…)

Los restos burbujeantes de Sharnak se enroscaron alrededor de la Espada Demoníaca y comenzaron a hincharse. La sangre y la carne se retorcían, adoptando la forma de un monstruo repugnante.

(Ya veo. Esa mujer no era la líder. Era…)

Finalmente, Leonis lo comprendió. Sabía la identidad de la criatura que se estaba formando ante sus ojos.

Regina corrió desesperadamente por un pasillo iluminado en carmesí por las luces de emergencia. El casco de la nave crujía de forma audible, aunque quizás se trataba del sonido de los Void abriéndose paso hacia la realidad. Era difícil saberlo. Además, una tubería de agua había resultado dañada, ya que el suelo estaba inundado.

(Tengo que darme prisa).

Leonis había prometido salvar a su hermana, la princesa Altiria, y se había dirigido a la cubierta en solitario donde los terroristas le esperaban.

(Dejaré que el chico la salve. Tengo que…)

La tarea de Regina era recuperar el control de la nave y desviarla del Arrecife del Vacío. Al final del pasillo, pudo ver una puerta. El Carbuncle, que corría delante de ella, lanzó un chillido. Tenía que ser la sala de control.

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*Crack…*

Sin embargo, parecía que las cosas no iban a ser fáciles, ya que una fractura se abrió paso en el aire frente a la puerta.

“… ¡¿?!”

Regina se detuvo de golpe. Los Void se abrieron paso a través del desgarro en el espacio. Un enjambre de retorcidos demonios marinos se acercaba a ella. Regina levantó su Espada Sagrada para proteger al Carbuncle.

“¡Fuera de mi camino!”

El Drag Striker escupió fuego, sus balas atravesaron a varios de los seres monstruosos a la vez. Por desgracia, era como intentar vaciar un océano con una cuchara. Los Void aparecían más rápido de lo que Regina podía derribarlos.

“¡No! ¡No cuando estoy tan cerca!”

Una y otra vez disparó. Pese a que eliminó a muchos de ellos, los retorcidos tentáculos se enroscaban gradualmente alrededor de las piernas de Regina.

“¡Nooooooooooooooo!”

A este ritmo, sería arrastrada hacia el enjambre que se estaba formando al otro lado del pasillo. Fue entonces cuando un rayo de luz recorrió la sala, atravesando los numerosos Void acuáticos.

“¡Regina!”

La espadachina de cabello plateado había aparecido justo a tiempo.

“¡Seria ojou-sama!” Gritó Regina.

“¡Lo logré!” Dijo Lyseria con una sonrisa.

Lyseria arremetió contra los Void, con su espada plateada brillando mientras se movía en un arco por el aire. Gotas de la propia sangre de la chica se expandieron y se transformaron en cuchillas que atravesaron a más monstruos horribles.

“Increíble…” Regina murmuró asombrada.

“¡Regina, yo me encargo de estos!” Exclamó Lyseria.

“¡Entendido, Seria ojou-sama!” Regina se puso de pie y corrió hacia delante, siguiendo al Carbuncle. “Exchange… Drag Howl!”

Abriéndose paso a través de las puertas de la sala de control, se lanzó al interior.

“¡Así que esta es la sala de control!”

Era una cámara bastante cerrada. Flotando en su centro había un brillante cristal de mana azul. Ese objeto parecido a una gema era el que suministraba energía mágica a los Elementales Artificiales que controlaban el Hyperion. Regina levantó al Carbuncle y se arrodilló ante el cristal como una princesa sacerdotisa experimentada. La forma del Carbuncle desapareció en el interior del cristal de mana.

La mente de Regina se conectó con el Hyperion.

La tormenta sólo parecía intensificarse aún más. El monstruo que había aparecido igualaba en tamaño al dragón calavera de Leonis. Ocho cuchillas negras envueltas en un miasma se retorcían como las patas de una araña. Un único y brillante ojo carmesí se encontraba en el centro de su hinchado abdomen, mirando directamente a Leonis.

Este repulsivo Behemoth16 había nacido utilizando el cuerpo de la elfa oscura. Sin embargo, cuando Leonis miró a aquella horrible criatura de arriba abajo, enarcó una ceja.

“… Qué sorpresa. Nunca imaginé que volvería a ver esta espada”. Las palabras salieron de sus labios como si saludara a un viejo amigo.

Sí, esas ocho cuchillas de color pétreo eran una visión familiar para Leonis. Incluso en el lamentable estado en que se encontraban, nunca podría confundirlas.

“La Espada Desgarradora del Mal, Zolgstar Mezekis”.

El arma era un viejo amigo suyo. Era una de las Arc Seven, otorgada a él por los dioses… Un héroe llamado Leonis Shealto había empuñado una vez esta espada destructora de Reyes Demonio.

En total, el héroe había empuñado cuatro armas asesinas de Reyes Demonio. La Espada Sagrada de ocho hojas, Zolgstar Mezekis, era la segunda que se le había otorgado y que había perdido en una batalla con Veira, el Rey Demonio de los Dragones, la cual terminó en empate.

La presencia de tal objeto planteaba muchas preguntas. ¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Qué la había transformado en semejante monstruo?

“Supongo que no ha regresado para servir a su antiguo amo, ¿verdad?” Se preguntó a sí mismo al contemplar la forma actual del arma retorcida.

Un espeso vapor brotó del monstruo. Aquella criatura era lo suficientemente repulsiva como para que el propio Rey No Muerto se detuviera. Algo en esa cosa le dio a Leonis la misma sensación que había tenido cuando luchó contra Arakael Degradios, el Archi-Sabio de los Seis Héroes, bajo el Séptimo Assault Garden.

Este era un Lord del Vacío… un ser que lideraba a los Void nacidos de la nada.

(Pensar que incluso un arma legendaria podía ser consumida por los Void…) Leonis miró fijamente hacia el enorme globo ocular situado en el estómago de la araña. La elfa oscura sólo había sido una especie de marioneta. Esta Espada Sagrada, corrompida por los Void, era el verdadero maestro.

(¿Significa eso que este Void lo planeó todo?)

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Inseguro sobre si eso era siquiera posible, Leonis rechazó la idea. Arakael había conservado de alguna manera una parte de su inteligencia, pero este Lord del Vacío tenía una Espada Sagrada como núcleo. Seguramente, era incapaz de pensar adecuadamente.

(Alguien debe haberle dado la Zolgstar Mezekis a esa mujer…)

Quienquiera que haya sido, probablemente era quien movía los hilos de este secuestro.

(Esa mujer definitivamente dijo diosa). Recordó Leonis. Eso bien podría haber sido una referencia a quien estaba buscando.

Sin embargo, con la elfa oscura muerta, la única pista de Leonis era el pútrido y retorcido monstruo que tenía delante.

(No importa qué, debo reclamar esa arma).

Sujetando su Báculo de los Pecados Sellados, una leve sonrisa se dibujó a lo largo del rostro de Leonis. Como si respondiera, Zolgstar Mezekis ensanchó su único ojo y saltó en el aire. Sin embargo, para entonces, el hechizo de Leonis ya se había completado.

“¡Al Gu Belzelga!” Leonis lanzó su hechizo contra el Lord del Vacío que había saltado en el oscuro cielo nocturno. Era un hechizo de Octavo-Orden y el más fuerte de los hechizos de Clase-Táctica del elemento fuego, Gran Bola de Fuego de la Aniquilación. Llamas carmesíes danzaron en la oscuridad.

*¡Ka-vooom!*

Una estruendosa explosión sacudió el aire. El hechizo de Leonis había invocado las llamas del Reino de Muspelheim, creando un calor tan intenso que era capaz de reducir a cenizas un Firedrake17. Sin embargo, las ocho cuchillas del monstruo dejaban escapar un pálido resplandor, y en el momento en que las llamas entraron en contacto con él, se extinguieron, como si fueran absorbidas por el arma.

(Veo que la Espada Sagrada no ha perdido su capacidad innata de dispersar la magia).

La resistencia a la magia era una de las habilidades más comunes conferidas a las Arc Seven. Cuando Leonis había empuñado la Zolgstar Mezekis en el pasado, había atravesado fácilmente el aliento de un dragón. Las hojas de la Espada Sagrada cortaron en un arco ascendente, aplastando la enorme estructura del dragón calavera. Innumerables huesos fueron convertidos en polvo. Leonis se alejó de un salto del dragón, mientras entonaba su siguiente hechizo.

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“Cadáveres que duermen en el campo de batalla, y que la muerte no les da paz… ¡Zoa Raisilor!”

Los huesos dispersos flotaron por encima y empezaron a reconstruirse a una velocidad asombrosa. Reunidos, formaron un enorme dragón de tierra que emitió una especie de rugido hueco. Separó sus grandes mandíbulas y aplastó la Zolgstar Mezekis. Acto seguido, bajó su cabeza aplastando a la abominación con forma de araña contra la cubierta del barco.

*¡Crrrrrrraaaaassshhh!*

El casco del Hyperion retumbó mientras un enorme agujero se abría en el suelo. Leonis levantó su báculo y desplegó otro hechizo de Clase-Táctica.

“¡Voira Zo!”

Era un hechizo de Octavo-Orden que atrapaba a su objetivo bajo una gran esfera gravitacional. Incluso con la resistencia mágica, la propia fuerza de ese hechizo debería haber sido suficiente para aplastar a la carnosa criatura.

Pese a que se resistió, el Lord del Vacío quedó retenido contra la cubierta, incapaz de moverse bajo la tremenda fuerza que descendía sobre él.

“Ahora bien, para el golpe final”. Dijo Leonis, al mismo tiempo que chasqueaba sus dedos.

El enorme dragón de tierra compuesto de huesos volvió a girar su cabeza.

Sin embargo, en ese preciso momento, apareció una grieta en el espacio, y el

Lord del Vacío desapareció.

(¡¿Qué?!)

Sintiendo algo detrás de él, Leonis se dio la vuelta y levantó el Báculo de los Pecados Sellados, y utilizó su mango para desviar el golpe entrante.

(… ¿Se teletransportó?)

La Zolgstar Mezekis no tenía esa habilidad innata. Debía ser un poder que había adquirido al convertirse en un Void. Arakael no había utilizado tal poder, así que Leonis no se lo esperaba. El Lord del Vacío blandió sus ocho hojas, las cuales alguna vez fueron usadas para matar a innumerables monstruos y dragones.

Leonis retrocedió de un salto, y el dragón de tierra saltó para defender a su amo. Pero fue engullido por un torbellino de cuchilladas que lo hicieron pedazos al instante.

(¡Esos huesos eran raros!) Sin embargo, Leonis no tuvo tiempo de lamentar esa pérdida. Las hojas de la Espada Sagrada se acercaban a él.

“¡Farga! ¡Farga! ¡Farga!”

Desató una sucesión rápida de hechizos de Cuarto-Orden. La resistencia mágica de la Espada Sagrada los hizo ineficaces, pero los destellos y las ondas de choque que produjeron proporcionaron una apertura suficiente para que Leonis se distanciara un poco.

El ojo carmesí del Lord del Vacío brilló a través de la oscura noche mientras fijaba su mirada sobre Leonis. Tal vez el monstruo se sentía impulsado por su naturaleza como una de las Arc Seven a matar al Rey Demonio.

(Esto es más problemático de lo que pensaba). Leonis chasqueó la lengua mientras se alejaba.

Este no era un enemigo tan grande y amenazante como lo había sido el Archi-Sabio Arakael, pero la Zolgstar Mezekis era un arma hecha para destruir a seres como Leonis. Dado que actualmente no era capaz de combatir cuerpo a cuerpo, éste era el peor rival posible para él.

(Si utilizo un hechizo de Décimo-Orden como Arzam, podría ser capaz de hacerle algo de daño).

Sin embargo, parecía poco probable que el oponente de Leonis le concediera el tiempo necesario para cantar un hechizo tan poderoso. Por esta razón, no podía desenvainar la Dáinsleif, la Espada Demoníaca que le había concedido la diosa. De todas formas, desenfundarla agotaría todo su mana.

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(Si Blackas estuviera aquí, aplastaría esta cosa con facilidad). Leonis apretó sus dientes.

Shirley se especializaba en asesinatos y no sería capaz de mantener inmovilizada a la Zolgstar Mezekis.

Había otro ser capacitado para el combate sellado en su sombra, pero…

(Si me arriesgo, aprovechará cualquier oportunidad que tenga para matarme).

Leonis no podía permitirse tener otro oponente cuando la situación ya era tan difícil de controlar. Optando por una táctica diferente, Leonis abrió una puerta de sombra e invocó a sus Death Knights18. Se trataba de un grupo de doce caballeros esqueléticos equipados con armas mágicas y montados en caballos de hueso.

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En el pasado, habían sido la Guardia Imperial de Necrozoa. Seres nacidos de los restos de los más grandes héroes del Reino de Rognas. Cada uno era un ejército de un solo hombre. Incluso contra una legendaria Espada Sagrada, no caerían fácilmente. Para asegurar su victoria, Leonis lanzó un hechizo de Sexto-Orden llamado: Luna de la Calamidad.

Una luna carmesí apareció en los cielos, atravesando las nubes de la tormenta. Aquella luna potenció a los no muertos otorgándoles los poderes de un Rey Demonio. Los Death Knights, que actuaban a las órdenes del Rey No Muerto, lanzaron un silencioso grito de batalla mientras cargaban hacia el Lord del Vacío.

“¡Raaaaaaaah!”

Las espadas del Lord del Vacío parecieron cantar en respuesta. Repentinamente, un pilar de luz surgió de las profundidades del océano embravecido. No provenía del propio mar, sino del interior del Arrecife del Vacío. Innumerables Void habían respondido al llamado del Lord del Vacío mientras se preparaban para devorar al Hiperión.

*Crack… Crack… Crack…*

El aire en torno a Leonis comenzó a fragmentarse y agrietarse mientras un enjambre de demonios marinos se deslizaba por las fracturas de la realidad. En ese momento, Leonis comprendió que la Espada Demoníaca probablemente también había sido la responsable del ataque al puerto. Un miasma contaminado empezó a llenar el aire.

“… Esto no es bueno”. Leonis miró tras de sí, y sus ojos se posaron en una de las grandes aeronaves que habían sido dañadas por su dragón calavera. En su interior estaba sentada la hermana menor de Regina, la princesa Altiria. Leonis balanceó su báculo y estableció una barrera protectora alrededor del avión.

Girarse significaba darle la espalda al enemigo y presentarle una oportunidad. Sin embargo, Leonis había prometido salvar a la princesa y se negaba a retractarse de su palabra. El honor de un Rey Demonio simplemente no permitiría tal cosa.

La Zolgstar Mezekis rugió, incitando a los innumerables Void que habían aparecido de la nada a abalanzarse sobre Leonis.

(¡Tengo que hacerlo!) Leonis se giró hacia atrás y levantó su báculo en un intento desesperado de protegerse.

Al mismo tiempo, un lanzamisiles colocado en el costado del Hyperion se abrió, desatando una ráfaga de pequeños proyectiles que cayeron sobre el enjambre de Void antes de que pudieran alcanzar su presa.

*¡Ba-Boom, boom, boom!*

Explosiones consecutivas sacudieron la cubierta. Las llamas surgieron en el aire, borrando el oscuro cielo. Por todas partes, sonaba una alarma estridente.

“Así que lo has conseguido”. Susurró Leonis, con una sonrisa satisfecha en sus labios.

Evidentemente, Regina había conseguido hacerse con el control del Hyperion.


“¡Grooooooooooooooooh!” El Lord del Vacío aulló, girando y retorciendo sus ocho cuchillas. Poco después, se abrió la catapulta de lanzamiento de aviones instalada en el suelo.

“… ¡Leo-kun!”

Una única sombra emergió de la abertura, extendiendo sus alas para volar hacia la noche. El par de alas de mana dejó una estela rojiza a su paso, iluminando una cabellera plateada. Entre sus manos había una Espada Sagrada que atravesaba la nube del Vacío.

Era la sirviente del Rey Demonio, la Reina Vampiro.

“Esa fue una gran entrada, Seria-san”. Comentó Leonis.

“R-Regina dijo que era la forma más rápida y genial…” Lyseria tartamudeó y luego se dio la vuelta, haciendo que su cabello plateado se agitara con el movimiento.

“Seria-san, te prestaré mis caballeros. Necesito que me consigas algo de tiempo”.

“¿Tus caballeros?” Lyseria frunció el ceño.

Los Death Knights que Leonis había invocado dieron un paso al frente, como si se pusieran al servicio de su reina.

“Todos ellos son héroes inigualables por derecho propio. Comándalos en mi lugar”.

“¡D-De acuerdo!”. Lyseria asintió secamente, todavía algo confundida.

Hizo girar su Espada Sangrienta como si fuera un director de orquesta, y el hilillo de sangre que brotaba de su muñeca se transformó en una hoja carmesí que la protegía de los ataques que se acercaban.

“¡Síganme todos!” Gritó Lyseria, y preparó su arma.

A su orden, los Death Knights se lanzaron a la carga. La Luna de la Calamidad brilló desde los cielos, proporcionando a Lyseria, una no-muerta, un vasto suministro de mana.

El sonido de las armas chocando acompañaba a los vientos furiosos. Bajo el mando de Lyseria, los Death Knights abatieron a los Void en rápida sucesión. Leonis sujetó el resonante Báculo de los Pecados Sellados, retiró su mango y agarró la empuñadura de la Espada Demoníaca sellada en su interior.

Tú eres la espada que salva al mundo, otorgada por los cielos.

Tú eres la espada que arruina el mundo, creada para rebelarse contra los cielos.

Una Espada Sagrada, santificada por los Dioses.

Una Espada Demoníaca, bendecida por la Diosa.

Deja que tu nombre, sumergido en la oscuridad, resuene…

“¡Espada Demoníaca, Dáinsleif!”

La Espada Demoníaca que había sido maldecida por la Diosa de la Rebelión brilló con el tono más profundo del ébano. El enjambre de Void vaciló, y la Zolgstar Mezekis, tras abrirse paso entre los Death Knights, cargó contra Leonis como si la locura se hubiese apoderado de ella.

“Tonta criatura. ¿No te das cuenta de que eres un arma inferior?” Susurró Leonis, y se levantó del suelo de un salto.

Con la Dáinsleif desenvainada, Leonis volvió a recuperar sus poderes sellados como el mejor espadachín. Las ocho espadas de la Zolgstar Mezekis se abalanzaron sobre él, pero Leonis leyó e interceptó cada uno de sus ataques con facilidad.

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Leonis utilizaba las técnicas de la escuela de esgrima del Reino de Rognas; sus movimientos eran como una danza fluida y elegante. Como resultado, Leonis clavó su espada en el enorme globo ocular del Lord del Vacío.

“¡Gwoooooooooooooooooooh!”

El grito agonizante del Lord del Vacío sacudió los mares oscuros.

“Arte de Espada secreto de la Escuela del Reino de Rognas… ¡Ragna Lost!”

Una luz oscura emergente inundó al Lord del Vacío, erradicándolo y dividiendo el Arrecife del Vacío.

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