Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 2

Capitulo 7: Veredicto Vacio

Parte 1

 

 

Más de treinta espadas y armas apuntaban a los estadistas mephianos. Los nobles se pusieron pálidos, e incluso los comandantes quedaron momentáneamente mudos frente a la silenciosa intención asesina dirigida hacia ellos. Los guardias responsables de proteger el estadio trataron de apresurarlos.

— ¡No se muevan! —una voz entre los soldados los detuvo bruscamente—. ¡Ni uno solo de ustedes se mueva! ¡Den un paso más y comenzaremos a dispararles uno por uno!


Con la amenaza de que el objetivo eran las figuras centrales de Mephius, estaban impotentes.

— S-Su majestad…

El emperador apartó el brazo de la emperatriz Melissa, que había tratado de detenerlo, y se levantó.

— ¡Identifíquense! —declaró Guhl Mephius, con su barba blanca temblando de ira—. ¿De quién son órdenes esto? ¿¡Ustedes tontos entienden a quién apuntan sus armas!?

Sin embargo, estos hombres que usaban cascos sobre sus ojos, ni siquiera se inmutaron ante su estruendoso rugido. Era consciente de que su equipo provenía de Mephius, pero no llevaban blasones ni ningún tipo de bandera de guerra que pudiera revelar sus orígenes. Era imposible decir de quién eran subordinados, o si pertenecían a un poder completamente ajeno que había robado el equipo a Mephius.

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— ¡Tch!

La mano del comandante Rogue Saian agarró la empuñadura de la espada en su cintura, pero no había nada que él pudiera hacer en esta situación. El joven Romus se aferró a su pierna. Abrazó los hombros del chico y murmuraba “cometí una torpeza” repetidas veces.

— ¡No dejaré que se acerquen más a la princesa, rufianes!

— Theresia, retrocede.

Su señora, Vileena, por supuesto también estaba presente en medio de este levantamiento. Sudor frío recorrió todo el cuerpo de Vileena, pero mantuvo una vigilancia constante en todas las direcciones.

Su compostura hizo que los temblores de los nobles se destacaran como un pulgar dolorido. Al no tener medios para protegerse, algunos habían abandonado sus asientos, mientras que otros se habían encogido de miedo al ver las armas. Otros, sus cuerpos congelados por el miedo, habían invocado distraídamente los nombres de sus aliados; esperando que esto no fuera más que un mal sueño.

Así que esto es lo que vale el Mephius actual.

Solo una persona, Zaat Quark, se encontraba sumergido en un torrente de satisfacción y, alternativamente, uno de abatimiento.

Sin saber que han sido arrinconados por la habilidad de Noue y Oubary, yo que los he llevado hasta donde están ahora, puedo con un solo movimiento de mi espada, hacer que se rindan fácilmente. Este es el actual Mephius.

Zaat contuvo su risa con dificultad. El buque insignia de la Guarnición era un sustituto preparado apresuradamente. Había desplegado sus tropas a bordo de la nave con la orden de tomar el control inmediatamente después de recibir el aviso de la rebelión.

El siguiente paso sería que él se pusiera de pie y saliera del cerco. En ese momento, el Emperador y sus tontos partidarios finalmente se darían cuenta de quién fue el que se atrevió a apuntar su espada contra ellos, y quién era el que tenía sus vidas en sus manos.

Y se declararía como el líder de Mephius.

De todos ellos, la mayoría sin duda elegiría ser su aliado. Había estado descontento con el emperador desde el principio y solo simulaba ser un leal seguidor para poder algún día hacer esto.

Nunca tuvieron el talento para halagar al emperador. Son iguales a las bestias salvajes que obedecen a los fuertes.

Los disidentes serían encarcelados. Por supuesto, el emperador y su familia no serían la excepción.

¿Qué cara hará Guhl Mephius? Ese solo pensamiento puso a Zaat a temblar de emoción. Esta vez, él sería el que se mantendría sobre de ese anciano que hizo caso omiso de los pensamientos de los demás.

Zaat, en el pico de su orgullo, levantó la espalda por fin. Da ese primer paso hacia la creación de un nuevo país.

Pero, antes de que pudiera siquiera terminar ese paso, sus manos fueron detenidas a la fuerza.

— ¿Qué estás- —comenzó, pero fue interrumpido por la presión de la punta de una daga contra su cuello.

Para los presentes, parecía como si un insurgente hubiera capturado a Zaat en su intento de escapar.

Ineli y algunos otros cerca de él salieron de sus asientos con gritos. Solo el rostro de Vileena mostraba comprensión: quien había detenido los movimientos de Zaat era la hermosa esclava que había visto antes.

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¿Ella también es parte de esto? pensó Vileena.

Zaat también pensó lo mismo.

— ¡¿Qué estás haciendo?! —Susurró confusamente en voz baja—. ¿No eres una esclava que conoce el plan? Los soldados aquí, todos ellos, son mi …

— Exactamente eso es lo que pasa.

El tono irrespetuoso de la esclava causó que los ojos de Zaat se abrieran completamente. Esa voz no pertenecía a una mujer. La fuerza que detenía sus manos tampoco pertenecía a la de una mujer frágil. Y mientras la esclava continuaba apuntando su daga a Zaat, habló con una voz clara y resonante.

— Señoras y señores aquí reunidos, siento decir que hay algo de lo que debo informarles en medio de esta crisis; y por eso les pido perdón. Sin embargo, estoy convencido de que esto es algo que ha despertado el interés de todos ustedes, damas y caballeros. De la mente maestra que organizó esta rebelión, y quien tiene tanto recelo, trataré de proporcionarles esas respuestas.

— ¿Qué?! —gritó Zaat, tan estupefacto como todos los demás.

Finalmente, solo Vileena notó la verdadera identidad del esclavo: el corte de cabello, una mirada encantadora, un delgado puente nasal y tan buena apariencia que no era de extrañar que lo confundieran con una mujer.

— No puede ser… ¿Shique? ¿De los guardias imperiales del príncipe…? El esclavo vestido como chica le guiñó un ojo.

— ¡¿Guardias imperiales, dices?! —escupió Rogue Saian—. P-Pero tus acciones pueden verse como apoyo a la rebelión. ¿Quién es el cerebro? ¡Adelante, dilo!

— ¿No entiende? Justo ahora, estaba casi por contarles a ustedes, bellas damas y finos caballeros.

A pesar de haber sido descubierto que es un hombre, Shique mostró una sonrisa hechizante. “Ah”, tanto Rogue como Simon respondieron, estupefactos.

Con la daga aún presionada contra el cuello de Zaat, utilizó al noble como escudo y se volteó para enfrentar a los soldados.

— Es como ven. Ahora, ¿qué harán, señores soldados, ustedes que acaban de aterrizar desde el cielo? ¿Por qué no han dado un solo paso durante todo este tiempo? ¿Se preocupan por la vida de Zaat-dono? ¿Por qué de entre Su Majestad Imperial y la mayoría de los hombres de Estado que han refrenado con su vista, solo él no está entre ellos?

Cuando Shique lo mencionó y como las caras de los soldados estaban cubiertas, sus expresiones eran ilegibles, pero estaba claro por su comportamiento que estaban temblando.

Y en este momento, en el otro lado de la arena, abajo, estaba ocurriendo un disturbio.

Casi al mismo tiempo que los soldados habían aterrizado desde la compañía aérea, varios hombres habían intentado escalar la atalaya. Hasta entonces, se habían hecho pasar por guardias de seguridad y habían ocultado sus verdaderas identidades. Sin embargo, cuando trataron de moverse de acuerdo con el plan, un obstáculo les cerró el camino repentinamente.

Parece cierto que alguien tomó la decisión correcta.

Shique murmuró y lanzó una fugaz mirada hacia Vileena.

Probablemente planeaban hacer uso de la confusión, derribar a los guardias y atacar a la princesa.

Pero debido a que alguien lo había anticipado, el “plan” había sido interceptado. Esto fue, hecho por los guardias imperiales que se disfrazaron de esclavos y se desplegaron en el área circundante. Los francotiradores, tomados por sorpresa, no ofrecieron resistencia y fueron todos detenidos.

Tomando nota de la señal, Shique desplegó una sonrisa profunda.

— Con esto llegamos a un punto muerto, ¿no?





— Yo… no sé a qué te refieres. ¡Suéltame, esclavo! ¿Cuánto tiempo seguirá tocándome alguien como tú? La gente como tú es mucho más sospechosa de ser la mente maestra.

— Te estás contradiciendo, Zaat-dono. No hay manera de que alguien como un esclavo pueda ser la mente maestra. ¿Por qué crees que no se han movido? Vengan, siéntanse libres de dispararnos a los dos.

Cuando Shique dio un paso adelante, nerviosamente dieron un paso atrás. Todos dentro de la arena ahora los miraban. Los ciudadanos que antes estaban en estado de pánico se detuvieron, y los nobles que alguna vez perdieron la cabeza también pusieron su atención en él, sin poder apartar la vista.

La mente de Zaat comenzaba a vagar, y justo antes de perder todo control sobre sí mismo, de repente recordó que le quedaba una última esperanza y formó una sonrisa.

— Maldito tonto. Dijiste que eres un Guardia Imperial, ¿no? Razón de más para que no puedas estar tranquilo y dejar que lo maten, ¿o sí? ¡Ese idiota del príncipe heredero fue capturado por los esclavos!

Con el Príncipe Gil aún capturado por los esclavos en la arena, era natural que eso evitaría que Shique se moviera imprudentemente.

La atención de todos se dirigió a la arena, mientras Zaat se reía.

— Si lo entiendes, ¡entonces suéltame, sucio perro! Shique, sin embargo, no titubeó.

— Eso es lo que él dice, mi príncipe —gritó.


En ese momento, los ojos de Zaat se encontraron con una visión inimaginable. La cuerda que debería haber atado fuertemente las manos del príncipe se deslizó fácilmente y cayó. El príncipe caminó hacia él. Ninguno de los esclavos intentó detenerlo.

— Bastardo.

La única reacción que vio fue la de Pashir apretando los dientes con fuerza. No, los esclavos enviaban miradas llenas de animosidad y odio hacia el príncipe, incluso si no se habían movido ni un solo paso.

Gil-Orba, consciente de esto, se sintió amargado.

Que lo tomaran como rehén los gladiadores había sido una estratagema desde el principio. Naturalmente, el que ordenó esto fue el propio Orba. Él había tomado a la joven esclava del campo de detención amada por todos los esclavos, Mira, como rehén para enfrentarlos.

Su sangre se había congelado cuando lo descubrieron junto con Kain, pero incluso el fuerte Pashir había sido incapaz de luchar con Mira usada como escudo. Hizo que Kain apuntara con su arma a la joven, le mencionó que había “escuchado todo el plan de labios Orba” y que contendría los movimientos de los esclavos. Con su plan expuesto por los imperiales, su resolución de luchar hasta la muerte se derrumbó. Los esclavos colapsaron de rodillas desesperados.

Solo Pashir continuaba mirando al príncipe con una mirada intensa, si una mirada pudiera matar a alguien, habría sido suficiente para Orba, sin importar cuántas vidas tuviera. Y mientras tenía este sentimiento por dentro. Orba reprimió sus sentimientos a pesar de sí mismo mientras se apoderaba de esta mirada.

Esto hubiera sido suficiente para detener la rebelión de los esclavos, pero no era suficiente para acorralar al enemigo. El plan debía ser llevado a su segunda fase a toda costa, y por lo tanto, quería una situación en la que se produjera una rebelión.

Sin embargo, si la rebelión realmente tenía lugar, el daño sería muy grande. El escenario de un levantamiento sin una sola muerte le vino fácilmente a la mente, uno donde el punto vital requerido era que Gil Mephius fuera capturado por ellos.

— Tú mismo lo has dicho, Zaat —Orba retumbó cuando la arena comenzó a calmarse—. Cómo trataste de usarlos, y cómo participaste tú mismo en el levantamiento. Ahora está claro como el día en que eres la mente maestra detrás de esto.

La cara de Zaat se ruborizó con un rojo intenso.

— ¿Es cierto, Zaat? —Simon Rodloom se puso de pie y disparó eso con voz dolida—. ¿Es realmente cierto que planificaste esta rebelión?

Zaat volteó la cabeza. No quería ver la ira, la desesperación y la piedad en los ojos de Simon.

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El emperador Guhl, la emperatriz Melissa, los estadistas mephianos, todos miraron sin decir palabra a Zaat y al guardia imperial que sostenía una espada contra él. Un silencio extraño cayó sobre ellos. Orba, sin ningún indicio de orgullo por su logro, miraba con indiferencia. No notó la sombra que se acercaba lentamente a su espalda.

— ¡Príncipe!

La primera en percibir eso fue Vileena.

Orba se dio la vuelta rápidamente, y vio a un esclavo detrás de él lanzando un golpe. Rápidamente giró su cuerpo y lo esquivó por poco, pero inmediatamente cayó de rodillas. Era natural que su cuerpo no siguiera a sus pensamientos, considerando el daño que su cuerpo había acumulado en las batallas previas.

Con una expresión retorcida, el esclavo atacó de nuevo. Desde su costado, un brazo cayó sobre el esclavo como un vendaval y lo agarró. Era Pashir. Sin darle tiempo al hombre para luchar, lo arrojó al suelo con una fuerza tremenda y lo inmovilizó.

— Bastardo. ¿Vas a dejar morir a Mira? —Dijo Pashir, su cuerpo temblando de ira. Y luego hizo una mueca.

— Por supuesto. Tú fuiste quien me contó sobre el plan. Entonces eso también te convierte en el que escondió el hecho de que estabas conspirando con ese noble. Planearon hacer que camináramos hacia nuestras muertes y hacer uso de eso, ¿no? —dijo el esclavo.

El hombre levantó la vista hacia Orba, con los ojos en llamas, cuando de repente brotó sangre de su boca. Su cuerpo se convulsionó, dos veces, tres veces, y poco después, murió. Había tragado veneno. Los francotiradores que los guardias imperiales habían capturado también corrieron la misma suerte en ese momento.

En ese instante, como una bestia acorralada, Zaat hizo su último acto de resistencia. Como Shique estaba distraído por los golpes en la arena, Zaat de repente lo empujó, tiró de la mano de la cercana Ineli y la usó como escudo.

Ineli ni siquiera tuvo tiempo de gritar. Con movimientos rápidos como si hubiera salido de un trance, se subió a una nave bajo las instrucciones de sus soldados.

— ¡A-Ayuda!

Ineli extendió sus manos. Pero Baton no hizo nada más que retroceder con la cola entre las patas. Zaat obligó a Ineli a entrar en la aeronave, y continuó elevándose en los cielos ante sus ojos.

— ¡Ayúdame!

Sus gritos se volvieron distantes.

— ¡Ayúdame, madre!

Los soldados de Zaat se elevaron por el cielo uno tras otro. Había una compañía aérea delante de ellos.

***

 

 

Orba se levantó rápidamente e inmediatamente reunió a sus guardias imperiales. Les rugió órdenes. Dejó a unos pocos para inspeccionar a los esclavos, y el resto los persiguió en aeronaves. Había preparado una unidad de aeronaves en caso de que Zaat se resistiera incluso con Shique apuntándole con su espada.

En este momento, Pashir observó de cerca a Orba, o a él, el Príncipe Gil. En esta confusión, pronunciaba órdenes rápidamente una tras otra sin ninguna vacilación. El que hábilmente le arrojó la espada en el anterior juego de gladiadores; el que hizo que Orba se colara entre ellos para reunir información…

Este mocoso…

Lo odiaba lo suficiente como para no estar satisfecho incluso si lo mataba diez veces, pero por otro lado, podía sentir que le tenía a Gil Mephius un poco de admiración.

Las naves de la Guardia Imperial despegaron una por una, pero la proa de las aeronaves piloteadas por los subordinados de Zaat se voltearon para interceptar a las que estaban en su cola. La unidad de aeronaves de Orba estaba compuesta por personas experimentadas en vuelos, pero la cantidad de naves asignadas era escasa, y tampoco se podía decir que habían recibido entrenamiento oficial. Fueron bloqueados por un puñado de naves y no pudieron perseguir a la nave bajo el pobre manejo de Zaat.

— ¿No hay otras naves?

Orba giró a izquierda y derecha, preguntando a un soldado que agarró, pero no había aeronaves aquí en la arena, ya que no era útil tenerlas alrededor. Por supuesto, una nueva guarnición de naves dragón se estaba preparando en este momento, pero si Zaat llegara a la nave insignia antes de que rescataran a Ineli, no podrían echarle una mano encima a Zaat.

Maldito Zaat, por resistirte inútilmente.

Orba quería capturar a Zaat vivo por todos los medios posibles. Luego podría hacer que dijera los nombres de todas las personas involucradas en el plan.

— ¡Maldición!

Entonces, una aeronave aterrizó junto a Orba justo cuando él gritó. Alguien había logrado obtener una.

— Bien —dijo Orba,

Una sonrisa se extendió por su rostro, y cuando miró por encima, se quedó con los ojos abiertos por un instante.

— ¿No vienes? Era Vileena.

Escuchó el grito del príncipe y, personalmente, aseguró una aeronave utilizada para llevar a los embajadores a un lugar seguro que acababa de llevar a los nobles. Sin hacer ningún intento de detenerla, encendió el motor de éter y corrió hacia Orba.

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Sostuvo la aeronave justo por encima del suelo, y rápidamente ató su cabello.

Orba estaba a punto de comenzar a decir algo, pero fue apresurado rápidamente por su mirada y asintió.

— Por supuesto.

Este no era el momento de discutir.

Orba se sujetó a la porte trasera y Vileena partió sin demora. El zumbido del motor de éter latía como el castañeteo de los dientes y la nave, adoptando la apariencia de un wyvern, se elevaba, ganando velocidad gradualmente.

— Hiciste…

— ¿Huh?

— ¿Hiciste que Orba participara en el torneo para esto?

Por un instante, Orba fue incapaz de ocultar su inquietud cuando mencionó su verdadero nombre.

— S-Sí.

— ¿Por qué no me dijiste esto antes? Debes haberte estado riendo de mí cuando hacía mi berrinche infantil.

— P-Por supuesto que no.

— ¿Entonces por qué? … ¿No crees que ya puedes confiar en mí como tu futura esposa? ¿Todavía sospechas que soy una asesina Garberana?

Mujeres.

¿Por qué era que incluso en momentos como estos podían tener prioridad sobre sus propias circunstancias? Incluso mientras el rugido del viento pasaba silbando junto a ellos y las aeronaves que pasaban continuaban disparando.

Entonces, una nave enemigo los notó y comenzó a descender.

— ¡Más importante aún, ahí vienen!

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— Ya lo sé. Preferiría que no me menosprecies.

Vileena resopló y desvió la nave a la izquierda con todas sus fuerzas. Orba, que sintió como si se fuera a caer, se agarró rápidamente al borde de la cabina. El sonido de disparos justo debajo de la nave pasó zumbando junto a ellos.

— Puede que me haya olvidado de mencionarlo, —dijo Vileena con calma mientras sus ojos estaban fijos en el frente— pero como advertencia, este no será un viaje tranquilo.

Esta perra.

Instintivamente, Orba estaba a punto de bañarla con insultos de los días de su infancia, pero se contuvo. En lugar de eso, agarró el arma montada en la parte trasera de la nave y disparó un tiro de advertencia hacia la nave que acababa de pasar volando y comenzaba a dar la vuelta. El rastro anaranjado de la bala se dobló como un látigo debajo de él.

— Espera. ¿Podrías no disparar por favor? Es molesto para volar.

— Pero…

— El aire es mi dominio.

Mientras decía esto, Vileena continuaba esquivando espléndidamente el fuego enemigo. Mientras Orba era atacado por una sensación escalofriante sin fin, Vileena se deslizaba a través de las naves enemigas que trataban de extenderse en una formación defensiva y se puso justo detrás de la nave que Zaat piloteaba.

Impresionante.

Orba estaba sorprendido de las habilidades de maniobra de la princesa. Ella sería una prometedora instructora de vuelo para la Guardia Imperial.

El buque insignia de la guarnición se acercaba, bloqueando la luz del sol y oscureciendo la vista frente a él. Y rápidamente, se alineó con la nave de Zaat y abrió su escotilla, a donde Zaat saltó.

Vileena aceleró la aeronave y después se detuvo. Orba, sin detenerse, saltó e intentó correr hacia Zaat.

— ¡No te acerques!

Zaat también saltó y aterrizó con un giro mientras sostenía a Ineli por los hombros, pero no se olvidó de apuntarle con la pistola a la frente.

No había señales de que hubiera alguien en el hangar. La mayoría de los soldados habían sido desplegados afuera y el resto probablemente navegaba el buque insignia.

— H-Hermano…

Usando a la jovencita temblorosa como un escudo, Zaat se levantó una vez más.

— ¿Quién hubiera pensado que sería el príncipe? Nunca hubiera esperado ser atrapado con las manos en la masa por ti —esos ojos destilaban odio—. La vida concedida por Su Majestad, ¿verdad? ¿O podría ser de Lord Simon? Ese hombre habla demasiado honestamente con demasiada frecuencia. Sea como sea, nunca hubiera imaginado que te darías cuenta de la rebelión de los esclavos-

— Ya es suficiente, Zaat. No hay lugar a donde correr. Si también eres noble, acepta la derrota como un hombre y entrega a Ineli.

— ¡Ja! —Zaat resopló—. Bueno, ¿acaso no eres el héroe, príncipe? Apuesto a que te encantaría tener esto escrito en la historia. Pero desafortunadamente para ti, eso no sucederá. Como si quisiera dejar un poco de tu historia imperial. Para que el amanecer me celebre como el rey “fundador” de Mephius, primero, tengo que quemar por completo esa historia contaminada.

— Eso es genial.

— ¡Silencio!

Rakuin no Monshou Volumen 2 Capitulo 7 Parte 1 Novela Ligera

 

Zaat apretó aún más el arma contra Ineli, que era casi como un bebé a punto de estallar en lágrimas.

Un fuerte viento soplaba desde la escotilla abierta. En medio de la ropa y el cabello aleteando ruidosamente,

— No  terminará  así.  El  estancamiento  que  ustedes  autoproclamados imperiales  crearon  los  arruinará  desde  adentro.  Y  en  ese  momento…

regresaré. ¡A este lugar, a estas tierras de Mephius!

Al decir esto, Zaat disparó un tiro al lado de Orba. Fue para contener a Vileena, que había comenzado a rodear sigilosamente la aeronave detrás de la espalda de Zaat. La princesa se agachó y gritó. En ese momento, Orba corrió hacia Zaat.

Sacando la espada de su espalda, intentó abalanzarse sobre el brazo de Zaat. Éste nunca esperó que el príncipe viniera a atacarlo con un arma en una mano y rápidamente cambió de objetivo. Pero ya era demasiado tarde. En ese rápido momento ya estaba dentro de rango.

Sonó un disparo. Esta vez, la suerte estuvo de parte de Zaat. Las heridas de Orba en sus batallas con Gash y Pashir lo afectaron más de lo que esperaba, y cuando estaba a una distancia lejana, se cayó por el viento.

— ¡Guh!

Orba cayó hacia atrás con un gemido. La bala le atravesó el pecho.

— ¡Hermano…!

— ¡Príncipe!

Los gritos de estas dos chicas se superpusieron. Zaat soltó una carcajada baja y maníaca mientras sus cejas brillaban con sudor.

— Con esto… con esto, no hay vuelta atrás. Orba yacía derrumbado e inmóvil.

— ¡Príncipe! —gritó la princesa desde la nave una vez más.


Zaat giró su arma hacia la princesa que comenzaba a subir a su aeronave. Su cabello platino se balanceó mientras miraba al rebelde.

— ¡Tú…!

— Esto es lo que obtiene por actuar heroicamente. Debería haberse quedado como el príncipe habitual y temblar tranquilamente en la esquina de las gradas.

— Y tú eres el que fue acorralado por la mano de ese príncipe, ¿no es así? Entrégate, Zaat. Entonces solo habrás sido un hombre que se apartó de su camino.

— Quiero devolver a Mephius a la mano del hombre, es por eso que he realizado esta acción. ¿No lo entiendes, pequeña niña?

— Hombre lamentable —murmuró Vileena—, cegado por tus propias palabras. Un país no puede ser dirigido por una sola persona. Eres un hombre lamentable que no presta atención a los tiempos, y continúa persiguiendo una mentira sin saber cuándo rendirse, como ese lamentable Ryucown.

Vileena lanzó palabras llenas de burla hacia él, pensando que podría hacerlo tambalear incluso un poco. Sin embargo, la fortuna todavía sonreía a Zaat. Viendo que los Guardias Imperiales estaban más o menos controlados, una nave de uno de los subordinados de Zaat salió a la luz. Incluso entonces, ella no se dio por vencida.

— Primero y ante todo, ¿a dónde escaparás? No hay poderes dispuestos a esconderte, a ti que te volviste contra tu amo.

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— Oh, entonces, ¿qué piensas de Garbera? —se burló Zaat, de repente disfrutando de esta conversación en su totalidad—. Como justos caballeros, ¿no me darán la bienvenida con alegría, yo que ataqué con mis colmillos al nefasto Mephius?

— Qué tontería. Mientras esté aquí, Garbera y Mephius estarán unidos. ¿Crees que puedes cortar ese vínculo tan fácilmente?

— Jovencita, hablas como si supieras todo. Pero no entiendes nada. Fue nada menos que Garbera la que te involucró, a tu vida, en este plan.

— ¿Qué quieres decir?

— Bueno, quien sabe… ya hablé demasiado. Habrá mucho tiempo a partir de ahora. ¿Por qué no te lo explico lentamente durante nuestro viaje por el cielo?

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