Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 2

Capitulo 6: Aquellos Que Portan La Marca

Parte 2

 

 

Entonces, la arena tembló, de una manera diferente. La que se puso de pie y estaba señalando con los pulgares era la emperatriz, Melissa.

Naturalmente, era la señal para “matar”.

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Orba cojeó hacia Pashir, y arrancando la espada entre sus manos, extendió su brazo. Sin embargo, en ese instante su cuerpo se dobló, y él también cayó y colapsó. No había ni ganador ni perdedor entre estos dos que yacían colapsados uno encima del otro. Eso, por encima de todo, dio testimonio de la lucha sin cuartel que se había desarrollado.

— Así, parece que no queda otra opción que esperar y ver quién despierta primero para dar el golpe final —dijo el emperador—. Sin embargo, eso dejaría un mal sabor de boca. Es un final inadecuado para una batalla tan espléndida. El vencedor es Orba. Con eso será suficiente.

— Princesa……. Princesa Theresia sacudió los hombros de Vileena con un jadeo—. Ganó. Orba-sama ganó.

— Sí… lo hizo…

Vileena bajó la cabeza, con los ojos abiertos. Su cara una vez pálida retomó color y su cuello estaba empapado de sudor. El espectáculo no fue tan horrendo como pensó la joven. Era la descripción de una batalla atroz y miserable, pero también sintió que algo se apoderaba profundamente de ella y sacudía su ser.


— Esa es la medalla que la princesa envió a Orba-sama, ¿no es así? Orba-sama ha hecho el favor de portarla, y estoy segura de que la amistad de la princesa le ha otorgado la victoria.

— Sí, sí-

Apretando la mano de Theresia, Vileena asintió inocentemente como una niña pequeña. Su corazón acelerado aún no se había calmado, los juegos de gladiadores habían hecho a su cuerpo más daño que bien.

La gran multitud de personas reunidas en Solón, o más bien en Mephius, coreaban el nombre del vencedor. Como si olvidaran por completo el prolongado punto muerto y sus abucheos, gritaban repetidamente “Orba” tan fuerte como podían, sin cansarse nunca de ese nombre.

— ¡Un combate digno de elogio!

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El emperador se puso de pie y anunció. Todos elevaron su fervor estando de acuerdo con Guhl Mephius. Levantó la mano y esperó a que los aplausos se calmaran.

— Fue una batalla espléndida, una que no avergonzó a las de antaño. El vencedor ha ganado la corona de oro, y por supuesto, aquellos que fueron derrotados en estas batallas también sirven como la piedra angular de Mephius y nunca serán olvidados. Mientras damos la bienvenida a cientos de personas cada año, no debemos olvidarnos de la sangre de los miles que murieron. En lugar de tristes muertos, serán la prueba viviente de nuestro orgullo: por el nombre del Dios Dragón, darán gloria a nuestro país.

— Gloria…

— ¡Gloria a Mephius!

La gente vitoreó a coro.

Mientras yacía desplomado, Orba escuchó la voz del emperador resonando a su espalda.

— Pasar por todos estos problemas… —Pashir gimió tumbado boca abajo—. Hubiera sido mejor que dieras el golpe final. Eres demasiado ingenuo si crees que me uniré al ejército.

— ¿Qué quieres decir? —Orba habló como si acabara de despertarse, y se levantó lentamente—. Caminar es lo único que puedo hacer por ahora. Quédate allí y duerme. Sería patético si el ganador estuviera más herido que el perdedor.

— Hmph —Pashir dejó escapar un bufido.

Después, el líder del Gremio de Gladiadores y representante en funciones de los nobles, Fedom, lo llamó.

— Victor Orba, por aquí, por favor.

Las puertas debajo de las tribunas se abrieron, y Orba fue llevado a la escalera. Fedom resplandecía de orgullo. Después de entregar su espada a la Guardia Imperial, Orba puso un pie en la escalera. Pronto alcanzaría al emperador, se arrodillaría y recibiría la corona en su cabeza. Poco a poco, los aplausos de la multitud con el nombre de Orba se animaron. Sin embargo,

— Deténte —Guhl Mephius de repente detuvo a Orba con su mano. Al lado de Fedom que mostraba un rostro inquisitivo, dio una orden—. Esa máscara es un obstáculo en la coronación del casco de Clovis. Quítatela.

Orba dejó de moverse al instante. Vileena, Ineli y un número considerable de aquellos sentados en las gradas que conocían al guerrero enmascarado, Orba, quedaron en estado de shock.

— ¿Y bien? —Dijo el emperador suavemente—. Esto es presuntuoso. Nadie ha ocultado su rostro como Clovis. Quítate la máscara.

— P-Por favor espere, majestad.

— ¿Qué pasa, Fedom?

— E-Es decir, la máscara que usa no está hecha para captar la atención de las masas y adornar su apariencia. Ha recibido la maldición de un mago y nunca se desprende. Yo-yo tampoco lo creía al principio, pero Orba nunca ha estado sin su máscara incluso en circunstancias normales.

— ¿Ah? —El emperador se acarició la barba con interés.

Todos estaban callados en ese momento. Al escuchar la situación, los espectadores observaron con asombro y en completo silencio.

— No lo sabremos a menos que lo intentemos. Ustedes dos.

Chasqueó los dedos y dos guardias imperiales se dirigieron hacia Orba. Iba a intentarlo con fuerza bruta.

— P-P-Por favor espere, majestad.

— ¿Qué pasa? No te estás comportando muy bien, Fedom.

El rostro de Fedom palideció y se hizo un completo lío.

— E-Es peligroso. La maldición sobre esa máscara es probablemente aterradora. Quienes intenten quitársela o romperla morirán a manos de Orba.

— Estará bien si lo contenemos. ¿O quieres decir que la maldición, por alguna mano invisible, me alcanzará y matará, a mí, el emperador?

— Po, po, po-

“Posiblemente” había comenzado a decir Fedom, pero se encontró incapaz de hablar cuando se dio cuenta de que estaba cruzando una línea peligrosa. El emperador era el descendiente del emperador fundador nacido del hombre y el Dios Dragón. Incluso tratar de decir que sería asesinado por algo como una maldición le ganaría la pena de muerte por parte de Guhl Mephius.

Vileena Owell instintivamente comenzó a levantarse de su asiento, pero Theresia la empujó con fuerza hacia abajo. Incluso si ella no sabía sus razones para hacerlo, entendió al ver el comportamiento de Orba que no quería que su rostro quedara al descubierto. Así que ella iba a echarle una mano; sin embargo, no tenía ninguna posibilidad de éxito. Orba se quedó congelado, consciente del sudor frío que brotaba debajo de su máscara y le bajaba por la espalda. Se estremeció al pensar en cómo se enfrentaría a Pashir después. Naturalmente, la máscara en este momento no tiene ningún poder maldito. Si alguien la tira con todas sus fuerzas, fácilmente saldrá.

Entonces lo van a hacer, ¿eh?

Pensó por un momento rápido, mientras miraba a los dos guardias imperiales acercándose tranquilamente a él. Los golpearía o los patearía, y luego escaparía. El plan no estaba exactamente bien pensado, y en su condición actual, la posibilidad de éxito era escasa. Sin embargo, si su cara era expuesta aquí terminaría con su muerte.

Vileena apartó la mano de Theresia y comenzó a ponerse de pie. Planeaba recurrir a la “apuesta” que había hecho con el emperador ayer. Orba arqueó ligeramente su espalda, como si fuera un animal listo para morder las tráqueas de los guardias que se acercaban, cuando:

— Por favor espere, majestad.

La silueta de una persona estaba de pie.

Orba levantó la vista para ver la cara de la persona e hizo una mueca sorprendida debajo de su máscara. La que sonreía e inclinaba hacia el emperador era Ineli Mephius.

— ¿No está bien que se niegue a quitarse la máscara? Ya que siempre ha sido el héroe enmascarado, Orba. El encanto de un enigma reside en sus misterios cuidadosamente ocultos. Me atrevo a decir que nada resultará de eso si lo expone aquí. Y es muy probable que nunca vuelva a estar enmascarado —Los nobles aceptaron los pensamientos de Ineli con una sonrisa—. ¿Qué piensas tú, padre?

— Supongo que también sienta bien —Guhl entrecerró los ojos ante la súplica de su hijastra—. Orba el gladiador, deberías sentirte honrado de recibir el afecto de mi hija. Ah, pero ten en cuenta que no toleraré tal comportamiento entre ustedes dos ante mi presencia en el futuro.

— Oh padre, ¿qué estás diciendo?

La cara de Ineli se enrojeció y miró hacia otro lado; la gente de los alrededores se rió una vez más. De esta manera, la tímida Ineli triunfó. Sabía que Vileena tampoco quería que se quitara la máscara Orba. Por lo tanto, ella fue capaz de deleitarse con una oleada de emoción; una muy similar a lo que podría experimentar de la de una joven a desnudándose delante de ella.

Lo más importante, el que la venció fue Orba; el que no la notó, y por si fuera poco, bailó con Vileena y arruinó sus planes. Le complacía verlo enfrentarse al peligro, y estaba borracha de su perversa satisfacción al haber salvado a este hombre.

En cualquier caso, Orba se arrodilló ante el emperador como se había propuesto originalmente, y recibió la corona en su cabeza. Las orejas del tigre estaban en el camino, y la corona estaba inclinada sobre su cabeza, pero los espectadores vitorearon su nombre nuevamente y aplaudieron.

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Rakuin no Monshou Volumen 2 Capitulo 6 Parte 2 Novela Ligera

 

Vileena exhaló un suspiro de alivio. Entonces, sintió que alguien la miraba; rodeada de rostros frente a ella estaba Ineli. Su sonrisa eufórica cambio por completo. Vileena quedó perpleja al instante por la emoción que veía en esa mirada.

Odio.

Un sentimiento nunca antes dirigido hacia ella. Sí, su padre y Theresia la habían regañado antes; otros jugadores habían demostrado hostilidad en las carreras de aeronaves; Ryucown le apuntó con su espada en la Fortaleza de Zaim e incluso amenazó con matarla.

Sin embargo, no podrían describirse como odio. Sintió una escalofriante sensación asaltándola junto con lo que parecía un pequeño fuego dentro de su pecho.

Por encima del gladiador Orba que se sometía a la coronación, las miradas de estas dos chicas, como si estuvieran conectadas por un hilo, nunca se separaron.

PARTE 3

La noche dio la bienvenida al último día del festival.

La revisión naval y el desfile aéreo comenzarían pronto. Sin embargo, Zaat prestó poca atención a estos eventos y rápidamente puso un pie en el estadio vacío.

Había venido a mirar el lugar donde la historia había cambiado. Ahora era un capítulo del dominio de Mephius con los imperiales. Pero mañana por la mañana, cuando vea esta instalación vacía, sufriría un cambio completo.

El cambio, por supuesto, no sería visible. Sin embargo, la visión después de que Mephius fuera liberado de las manos de los imperiales y tomado en sus manos no sería la misma; la vista de la cadena montañosa distante, de la bruma matinal que se arrastra a lo largo de los delgados suelos, e incluso las sensaciones de su ropa cuando se cruzara de brazos.

¿Oh?

Despertando de su estupor, Zaat Quark miró la silueta del príncipe, Gil Mephius, dentro de la arena. Acompañado por otros que parecían ser sus guardias imperiales, caminaba de aquí para allá.

Parecía haber estado retozando durante la última hora, con la mentalidad de “Estoy a cargo”.

Qué tonto tan ingenuo.

Zaat se burló. El hecho de que él, de todas las personas, fuera el primer sucesor del trono bien podría significar el fin del futuro de Mephius. Hasta ahora, había vivido en la extravagancia, un completo desperdicio, pero en poco tiempo, maldeciría el día en que nació.

Zaat incluso consideró saludarlo de pasada, pero desechó la idea.

Aunque el alboroto de la lucha entre Orba y Pashir había ocurrido ayer, no parecía que nada obstaculizara la ejecución del plan. Fue un golpe de suerte que Pashir se mantuviera con vida. Para impulsar el plan, Noue hizo que un instigador se infiltrara en los esclavos gladiadores con la cooperación de Oubary. Según una carta de Noue, el instigador se había encontrado con Pashir. Era un hombre carismático y talentoso, y lo más importante, odiaba a Mephius.

Las llamas que emitía Pashir afectaron rápidamente a las personas a su alrededor. La pequeña y contenida luz dentro de la lámpara había reunido a las llamas como una sola luz y ahora brillaba.

Mientras estuviera vivo, la revuelta de los gladiadores avanzaría sin problemas.

Convencido de esto, Zaat Quark esperó ansiosamente a que llegara el momento predestinado.

De regreso con Orba, había cubierto cada centímetro de la arena del estadio. Ahora se dirigía a las tribunas reservadas para los imperiales y los nobles. La mayoría de los estadistas que asistieron tenían sus asientos reservados de antemano. Por supuesto, esto incluía el asiento del Príncipe Gil, así como el de Vileena.

Orba se paró frente a su asiento, junto a Kain. Kain era un experto con armas de fuego. Podía manejar pistolas, rifles y todo tipo de armas de fuego. Orba lo cuestionó.

— ¿Dónde está el mejor lugar para apuntar aquí? Y tiene que ser un lugar para francotiradores decidido de antemano para cuando esto esté lleno.

— De antemano… hmm, creo que sería difícil —Kain entrecerró los ojos y miró en todas direcciones—. Pero si quisieran llamar la atención del público, entonces hay un lugar fácil para tomar el control.

Kain apuntó con su dedo hacia un solo objetivo: las torres de vigilancia ubicadas en todas las direcciones de la arena.

Durante los combates de gladiadores, varios guardias se pararon arriba y supervisaron los acontecimientos tanto dentro como fuera del estadio. En general, una pequeña nave tomaba posición allí, y en caso de que surgiera algún problema dentro del estadio, podía desplegarse rápidamente para encontrar la causa.

Si todas las cuestiones de la rebelión de los gladiadores ya han sido arregladas…

Entonces, ¿incluiría la ocupación de las torres de vigilancia en el plan? Orba analizó sus pensamientos, y luego dio todo tipo de órdenes a los guardias imperiales reunidos dentro del estadio.

De particular importancia entre ellos, eran las aeronaves que pertenecen a su unidad. Su unidad poseía doce aeronaves y Orba planeaba desplegarlas todas.

— Hasta que comiencen las cosas, no se dejen ver. Escóndanse en lugares cerca del estadio en modo de espera. Un mensajero dará la señal. No arruinen el momento.

En poco tiempo, los impulsivos ciudadanos de Solon aparecieron gradualmente, y Zaat también se sentó en su asiento. En ese momento, Gil y sus guardias imperiales casi habían desaparecido.

Dentro de otra hora, los nobles comenzarían a llegar poco a poco. Sin darse cuenta de que era uno de esos peones, Zaat se deleitó mientras los veía reuniéndose.

Dentro de dos horas, cuando el día llegara a su apogeo, Orba, vistiendo el yelmo de Clovis, lideraría a los doscientos gladiadores. Tres Sozos serían transportados en sus jaulas en tranvía.

Era el momento que cambiaría la historia. Poco después de que la batalla progresara, los esclavos del campo de detención harían su movimiento. Algunos de sus subordinados se habían infiltrado entre los guardias del campamento. Los incendios estallarían, el humo se elevaría, y los guardias del palacio se verían obligados a dirigirse hacia ellos, reduciendo sustancialmente sus números.

Usando eso como la señal, los esclavos dentro del estadio se unirían a la acción. Obtendrían la ayuda de esclavos de ideas similares escondidos en las gradas, escalarían las paredes e invitarían a los gladiadores. Y luego, los esclavos que cuidaban de sus amos aprovecharían esta oportunidad para traicionarlos. Y Zaat planeaba hacer su movimiento en medio de este caos.

Después de eso, dependerá de lo que hagan los esclavos, aunque…

En esta situación, podría ser mejor ver a los esclavos como aliados. No quería mermar el poder de sus fuerzas, pero la completa emancipación de todos los esclavos era una historia completamente diferente. Si los esclavos se rebelaban en todo el país, Mephius se hundiría aún más en el caos. No era una situación a la que deseaba enfrentarse en un país que fuera a gobernar. Por eso, a pesar de que los llamaba aliados en esta situación, les daría la guillotina para silenciarlos. Un hombre como Pashir era particularmente peligroso. Tenía que ser capturado primero.

Tampoco hará daño si la princesa Vileena pierde la vida en medio de la confusión.

Eso debería servir con Noue. Sin embargo… ¡esos insolentes garberanos! Si creen que cooperaré tan fácilmente con ellos, entonces se sentirán decepcionados. Mientras esos imperiales sin valor no estén cerca, puedo hacer que Mephius gobierne sin rival en el continente.

Estaba perdido en sus pensamientos y el estadio continuó llenándose de gente.

Excepto por el emperador y la emperatriz, todos los estadistas se habían reunido.

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Todos y cada uno de ellos se complacen sin pudor en sus propios intereses como los cerdos. Los enviaré a un lugar apropiado para ellos encadenados.

En algún punto, Zaat había establecido a él mismo como el único noble que cuidaba a los pobres, y a todos los demás como personas sucias y corruptas de antaño que habían tomado el trono. Sin embargo, cuando vio la cara de Simon, sus pensamientos se volvieron un poco confusos.

Le tenía respeto a este hombre, y lo asaltó la idea de dar la bienvenida a una persona tan capaz como su mano derecha.

Desafortunadamente, él no era un hombre que estuviera de acuerdo tan fácilmente y dijera que sí.

No, esa es una razón más para hacerlo. Lord Simon no es alguien que dejaría pasar la agitación del país. Puede llevar algo de tiempo, pero me aseguraré de que colabore conmigo.

Zaat tenía la ilusión de que ya había hecho suyo el país y, por lo tanto, no se dio cuenta de que entre los asientos de los imperiales, Gil Mephius no se veía por ningún lado. Pero suponiendo que sí se hubiera dado cuenta, no estaba dispuesto a prestarle atención.

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En el otro extremo, sentada en una sección separada, Vileena estaba preocupada por la ausencia del príncipe.

— ¿Todavía está enfermo?

Theresia preguntó a su lado, pero no lo sabía. El emperador y los otros imperiales no mostraron preocupación por la situación. Habiendo permanecido en el palacio Solon, naturalmente había llegado a saber cómo se consideraba al príncipe.

Ese hombre también puede estar completamente solo.

Había pensado que esto podría haber sido la causa de su repentina propuesta de hacer que Orba participara en el torneo. ¿No sacó el tema simplemente porque quería llamar la atención de todos?

— Princesa, por favor tenga.

Vileena distraídamente tomó la taza de té frío de la bandeja de la esclava. Después, se dio cuenta de la cara de la esclava mientras se despedía. Piel blanca con atractivos labios rojos; su apariencia era hermosamente impresionante. Los que podían entrar en la tribuna reservada para imperiales y nobles se limitaban solo a los guardias de la guarnición de Solón, la Guardia Imperial y los esclavos que velaban por sus nobles. Ella era probablemente una de estas últimas. Su actitud era rápida y sus movimientos flexibles.

Después de eso, pasaron dos horas.

El estadio estaba lleno y todos los nobles ya habían llegado, pero no había señales de comenzar. Zaat frunció el ceño. ¿Cuántas veces los nobles miraron hacia el cielo ardiente? La multitud también comenzaba a perder la paciencia y comenzó a hacer ruido.

— ¿Cuál es el significado de esto? —El emperador de repente estalló en cólera—. ¿Planean avergonzarme al final del festival? Comiencen la batalla inmediatamente.

En respuesta, había llegado un informe inesperado. Un funcionario del estadio corrió rápidamente hacia el emperador e hizo una expresión desconcertada.

— El príncipe ha venido repentinamente y está tratando de evitar que los esclavos se vayan. Continúa diciendo “Espera un poco más, espera un poco más” y repite esa frase.

Todos intercambiaron miradas. Estaban medio desconcertados y medio estupefactos.

— ¿Qué está pensando ese tonto? Envía a alguien para traerlo de vuelta.

— Honestamente —Melissa suspiró mientras agitaba su gran abanico—. Su majestad, los enviados de otros países seguramente se burlarán del príncipe por esto.

— Debe haber algún tipo de error.

Simon murmuró, completamente desconcertado.

En ese momento, Gil Mephius-Orba estaba debajo de la tribuna al otro lado de la puerta.

Estaba realizando su última revisión. Los tiempos en la estrategia de hoy no pueden ser malinterpretados ni siquiera ligeramente. Tenía discreta cautela y arbitrariamente decidió retrasar la aparición de los gladiadores, mientras daba nuevas órdenes a sus subordinados.

Y como la fase final de su plan, convocó a Kain a una habitación en lo profundo del campamento. Kain se vistió como Orba y aparecería como Clovis a partir de ahora.

Como la estrella del clímax del festival, no habían tenido a ninguna reserva; una apariencia simple no estaba permitida. Estaba completamente vestido con una brillante armadura dorada. Originalmente, debía usar el casco dorado con su par de alas que significaba la marca de Clovis, pero la máscara de Orba había dificultado su uso, por lo que en su lugar colocó un cinturón con un par de alas abiertas alrededor de su cintura.

— Es terriblemente pesado —dijo Kain, queriendo sacar la barbilla antes de que hubieran pasado siquiera diez minutos—. No podré actuar como un héroe así.

— Sopórtalo. Saca tu pecho, majestuosamente ya que estás en ello —Orba se rió.

Y en ese momento, Pashir estaba caminando alrededor del campo de detención en busca de Orba. Con el papel de ayudante de Clovis, Felipe, también se le exigió que usara ropa especialmente diseñada y se le hizo cambiar en una habitación separada. Una vez que terminó, inmediatamente salió de la habitación. Quería repasar el plan que lideraría una vez más con Orba.

Se puso un manto lleno de almohadillas de cuero para los hombros y, con el lazo y el carcaj característico de Felipe sobre su espalda, buscó en sus alrededores. También pasó por la espaciosa sala donde se reunían los esclavos. Sus rostros estaban rígidos por la tensión. Eran los rostros de hombres valientes listos para morir aquí y ahora.

— ¿Sabes dónde está Orba?

— Ahora que lo mencionas, no lo he visto.

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— Los trabajadores del estadio lo llamaron. Probablemente sea una reunión especial sobre el papel de Clovis.

Si eso fuera todo,

— Entonces creo que puedo esperar hasta que regrese.

Pensó Pashir. Sin embargo, tenía una sensación persistente. Ya debería ser hora de hacer su aparición, pero nadie los había llamado todavía. También escuchó que Gil Mephius se había presentado personalmente y tuvo una discusión con un funcionario del estadio.

Caminó alrededor del campamento. Pero Orba no estaba en ninguna parte. Y Mira también había desaparecido hace un tiempo. Estaba preocupado, pero pensando que ya era hora de que llamaran a los gladiadores, regresó por donde había venido. Tal vez, se perdió, porque acababa de pasar su destino, y se detuvo por completo frente a una puerta. La voz de Orba venía del interior. Él estaba hablando con alguien.

— … y podremos ganar el control de los esclavos con esto. Lo siguiente dependerá de Shique y el resto. Cuando hagan su movimiento, presten mucha atención a Pashir y a los demás.

¿Qué?

Pashir, recuperando la respiración, abrió la puerta. Y allí, vio a Orba y al Príncipe Gil de pie uno al lado del otro. Como si hubiera detectado la presencia de Pashir, Orba lo miró rápidamente. Su mirada se encontró, y un instante después, Pashir abrió de golpe la puerta.

— Hijo de puta

Pashir soltó un rugido bajo, pero bestial.

— ¡Hijo de puta!

Veinte minutos después.

El emperador se había cansado de esperar y se levantó furioso de su asiento.

— Tráeme a Gil. No me importa si tienes que atarlo. ¿Cuánto tiempo continuará actuando como un niño?

Lanzó un puño y estaba a punto de ir a traer a Gil él mismo, y Simon y Fedom tuvieron que intervenir para detenerlo, cuando finalmente se abrieron las puertas.

Totalmente impaciente por esperar la aparición de los héroes, la emoción de la multitud se disparó más que nunca. El emperador se sentó en su asiento mientras respiraba entrecortadamente. Saludos llovieron cuando los guerreros aparecieron uno tras otro desde las puertas abiertas.

— Princesa, parece que finalmente está comenzando.

Theresia sonrió. Vileena se inclinó ansiosamente e intentó buscar a Orba. Sin embargo, esos ojos inmediatamente tropezaron con una vista peculiar.

Orba, quien debería haber estado guiándolos, no estaba presente entre los gladiadores. Por el contrario, el que se encontraba en el centro de los espadachines que salieron era…


Gil Mephius.

Sin mencionar que tenía las manos atadas con una cuerda a la espalda. Pashir estaba en el centro de los doscientos esclavos que se movían en procesión, sosteniendo la cuerda en sus manos.

— Oye, ¿no es ese el príncipe?

— ¿Qué es esto?

— ¿Cuál es la idea de esto?

La gente en el estadio hablaba incómodamente entre ellos. Creían que era una estratagema del príncipe, que buscaba atención, había pensado incluirse en los juegos de gladiadores.

Grr.

Zaat Quark entrecerró los ojos. Él era de la misma opinión. Esto no estaba en el plan. Sin embargo, podía oler que hablaban en serio, y mientras los murmullos continuaban creciendo, solo él llegó a un entendimiento general.

Por algún capricho, el príncipe había ido a ver a los esclavos y había sido capturado. Ciertamente, en lugar de rebelarse en medio de su pelea con los dragones, esto era más eficiente, pero Zaat no estaba muy contento de que el plan hubiera cambiado. Chasqueó su lengua.

Ese maldito mocoso. Debe tener la peor de las suertes, caminar frente a los esclavos a punto de rebelarse. Bueno, no importa, siempre que esto haga las cosas más fáciles.

— Princesa, esto es…

Justo cuando sus ojos se encontraron, el grito de Pashir llegó a sus oídos.

— ¡Escuchen, nobles e imperiales de Mephius! Tenemos al primer sucesor de Mephius, Gil Mephius, en otras palabras, el futuro de Mephius en nuestras manos. Ya no somos esclavos ni seremos obligados a matar. Ahora, abran el camino para nosotros. Nos convertiremos en la vanguardia de la libertad.

— ¡Esto es absurdo!

En los alrededores de Vileena de repente estalló el alboroto. Finalmente habían entendido la situación. Esto no era una estratagema. Los esclavos habían tomado como rehén al sucesor. ¡Esto era una rebelión!

— S-Su majestad, este es un asunto grave.

— ¿Qué deberíamos-

— ¡Imbéciles! No se asusten. ¡Guardias, fortalezcan el perímetro! Esos tontos no pueden hacer lo que deseen.

La voz del emperador ahogaba la conmoción de la multitud.

Además, varios humos negros comenzaron a surgir desde las puertas de abajo en dirección del campo de detención. Los esclavos habían iniciado un incendio. Al ver esto, los espectadores saltaron de sus asientos y se apresuraron a huir. El pánico envolvió a la multitud a una tremenda velocidad. Con gritos lo suficientemente fuertes como para justificar cubrirse las orejas, filas de personas se separaron en todas direcciones ante los disturbios.

Los guardias armados corrieron hacia las puertas de abajo. Al ver esto, el corazón de Zaat comenzó a latir furiosamente.

Ha comenzado.

El emperador ordenó a los enviados diplomáticos que se refugiaran rápidamente. Los soldados en la parte superior de las atalayas abordaron las aeronaves y se dirigieron hacia la zona de asientos para los invitados. Noue Salzantes, en este momento, rechazó las manos de los soldados que trataban de llevarlo a bordo, e instó a las mujeres de la nobleza a seguir adelante.

— ¿Oh? Entonces han venido.

Noue sonrió y dirigió su mirada a través del cielo. Otros también se dieron cuenta.

— Miren.

— ¡Son las naves de la Guarnición!

Las naves de la Guarnición de Solon, que sumaban tres, aparecieron en el cielo.

En el centro estaba el buque insignia que acababa de ser utilizado en el desfile.

Las otras dos eran cruceros de alta velocidad de 24 metros de largo.

Sin embargo, con el príncipe tomado como rehén, no podían disparar. Solo podían mirar amenazadoramente a los esclavos mientras daban vuelta al estadio.

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Los esclavos oponentes, no solo Pashir, sino también los otros doscientos, estaban sorprendentemente ordenados.

Cuando llegaban las naves y los guardias armados del palacio trataban de rodearlos, apuntaban con la espada detrás del cuello del príncipe y se detenían en seco. Era casi como si ellos mismos fueran parte de las tropas de élite del país forjadas a través de largos años de entrenamiento y disciplina.

Continuaron inútilmente mirándose los unos a los otros. Mientras tanto, Oubary Bilan había desaparecido secretamente con los enviados.

Habiendo perdido la paciencia, el emperador estaba a punto de dar algunas órdenes, cuando el buque insignia de repente comenzó su descenso. Por supuesto, nadie había dado esa orden. Sin ocultar su sorpresa, Simon gritó en vano.

— ¡Esperen!

Las otras naves también estaban conmocionadas. La escotilla en la parte posterior de la nave insignia se abrió y aeronaves se dispersaron. Cada una tenía dos soldados en ella. Estaban armados con bayonetas, pero debieron haber notado al Príncipe Gil, porque no aterrizaron directamente en los terrenos del estadio.


Mientras miraba hacia el cielo, por un instante, sus ojos reflejaron el color de las llamas y le quitaron el aliento. Un rastro de llamas estaba saliendo del compartimento interior de una de las naves de la guarnición. Resultó nada menos que del fuego del cañón del buque insignia, y cuando se dio cuenta de esto, habían disparado contra otra nave.

El costado de la nave debe haber explotado porque vio un rastro disperso de bermellón a la izquierda de los escombros, y miembros de la tripulación arrojados desde dentro de la nave. Los nobles comenzaron a gritar y encogerse de miedo. Y al mismo tiempo, las aeronaves del buque insignia aterrizaron cerca. Los soldados aterrizaron uno por uno y prepararon sus bayonetas.

— ¡Princesa!

Theresia agarró firmemente la mano de Vileena.

Sus caras estaban ocultas por una máscara debajo de su casco. El grupo de soldados inexpresivos apuntó sus bayonetas nada menos que a los nobles situados en la tribuna.

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