Seirei Tsukai no Blade Dance

Volumen 17

Prólogo: La Doncella Sagrada

Fragmentos de recuerdos dejados por la Demon Slayer.

Los momentos finales de la chica que había salvado el mundo, reverenciada como la Doncella Sagrada—

“Ama…”

“No hagas… ese tipo de cara… Est.”

Después de incontables pruebas y tribulaciones, montañas de innumerables cadáveres se habían acumulado en los campos de batalla ensangrentados.

Al final, el cuerpo de la doncella que había vencido al Rey Demonio se estaba convirtiendo en un puro cristal espiritual.

No había la menor pizca de sorpresa en los ojos de la chica. Porque ella ya lo sabía.

Ese era el único destino que le esperaba después de cumplir su misión como la Doncella Sagrada.

Todos los contratistas de la espada sagrada definitiva estaban condenados a un final prematuro. Como tal, uno podría considerarla una espada maldita también.

Sin embargo, la chica pareció aceptarlo todo, simplemente sonriendo serenamente.

“No es… tu… culpa.”

Sus dedos, manchados con la sangre del Rey Demonio, acariciaron suavemente el cabello plateado de Est.

Sin embargo, las puntas de sus dedos pronto se convirtieron en duros cristales espirituales.

“Adiós, Est … Mi única y eterna amiga.” “… No… Ama …¡¡¡Areishia!!!”

“… Fufu … escucharte decir mi nombre por primera vez, ya sabes … estoy tan … feliz.”

Desbordantes lágrimas se deslizaron por sus mejillas, cayendo sobre su cuello que ya se había cristalizado.

Esta era su primera vez derramando lágrimas desde que asumió su misión como la Doncella Sagrada.

“Est … yo … yo …”

Su expresión facial parecía estar llorando y sonriendo. Los labios de la chica se agitaron lentamente.

“Para ser honesta, nunca quise ser una especie de Doncella Sagrada.”

Estas fueron las palabras finales de la chica conocida como la Doncella Sagrada.

Fueron un grito de su corazón, sus pensamientos más íntimos, revelados a su única amiga cercana.

Y entonces, la Demon Slayer selló su propia existencia.

Nunca más permitiría que nadie firmara un contrato con una espada demoníaca maldita.

Nunca más se permitiría perder a alguien precioso. Nunca más abriría su corazón a nadie.

Así, ella juró solemnemente.