Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 12

Capítulo 89: Una batalla defensiva

Parte 2

 

 

Durante su cena de esa tarde, las cuatro miembros de Pacto Carmesí analizaron sus descubrimientos. Los comerciantes y los conductores escuchaban, mientras cenaban la comida que Mile había preparado para el grupo. Obviamente, tanto conductores como comerciantes estaban en el mismo bando, así que no importaba que todos escucharan.

“Ya veo… Esto cambia las cosas un poco”.





“Sí, durante los incidentes previos, habían actuado con más cautela, investigando ruinas en lugares remotos que los humanos no visitaban…”.

“Lo que Sir Webdel había escuchado sonaba a una historia exagerada y retorcida, pero resulta que su información era casi exacta”.

Específicamente, ella se refería al reporte de Sir Webdel sobre que los demi-humanos habían ocupado de repente tierras que por lo general no habitaban y sobre que habían echado por la fuerza a los humanoides que vivían ahí. Esa segunda parte en particular le había sonado falsa a Pacto Carmesí, pero según lo que escucharon de los soldados, sonaba a que habían sacado conclusiones apresuradas.

Por supuesto, los soldados creían que estaban haciendo un bien por la seguridad de su país, así que no solo no tenían nada que ocultarle a Pacto Carmesí, un grupo de civiles, sino que hablaron con bastante libertad con la esperanza de agradar a estas señoritas. Los oficiales, asimismo, no tuvieron problemas para discutir sus operaciones—de hecho, aceptaron con brazos abiertos la oportunidad de asegurarle a las personas que esta era una batalla justa, por el bien de los ciudadanos. Estarían más que felices de que estos comerciantes esparcieran la palabra a otros países sobre que esta era una operación defensiva justificada.

De hecho, este era probablemente un deber significativo para ellos, uno que causaba un revuelo en sus corazones—en especial al compararlo con operaciones potencialmente más turbias, como invadir tierras vecinas sin previo aviso, o atacar ciudadanos por el bien de promulgar un bloqueo comercial. Aunque el riesgo de muerte fuera mucho más alto, para un soldado, esta era una causa significativa, ¡un deber honorable por el que valía la pena apostar la vida!





Al menos, esta fue la información que llegó a Mavis y a Pauline, quienes habían hablado con varios soldados de bajo rango, todos quienes habían estado muy dispuestos a hablar con ellas—a veces incluso entrometiéndose en la conversación o golpeándose unos a los otros en los costados.

¿Por qué Mavis y Pauline, específicamente?

Porque eran las únicas dos que parecían adultas, con…

figuras en un rango aceptable.

No hacía falta decir que Reina y Mile estaban menos que felices por esto.

“¿Ahora qué?”.

“Obviamente, avanzamos y vamos a conocer a los demi- humanos”.

Esta había sido sin duda la intención del grupo desde un principio. Habría sido inútil venir hasta acá y hablar sólo con los soldados. Los demás equipos habrían recolectado al menos esta cantidad de información a través de otras fuentes. De hecho, la única razón por la que habían parado aquí, era porque estaban viajando en carreta y no podían salirse del camino, lo cual significaba que inevitablemente tendrían que atravesar el campamento militar. Atravesar y meterse a un área enemiga sin detenerse seguramente habría causado que las detuvieran e interrogaran.

No querían que los soldados pensaran que eran carretas llevando suministros al enemigo.

En todo caso, su plan era aparecerse en el campamento militar, saludar, descubrir lo que los soldados imperiales tenían que decir al respecto, y luego seguir avanzando.

Las tropas presentes habían sido despachadas sólo para enfrentarse a un enemigo compuesto de unas decenas o cientos de demi-humanos, así que no era una contingencia tan grande. Parecía que, de momento, el Imperio había enviado sólo estas fuerzas como precaución, por miedo a que este incidente pudiera causar un conflicto aún más grande con los demi-humanos de todo el país—o aun peor, con demi-humanos de otros países, junto con los humanoides que temían el desarrollo de una guerra contra demi-humanos. En este punto, la fuerza de las tropas despachadas aquí era relativamente modesta.

Como resultado, las miembros de Pacto Carmesí asumieron que la suya sería una tarea relativamente simple.

“¿Creen que la información que compartimos sobre los dragones antiguos, demonios, y hombres bestia no ha llegado a los altos mandos de este país?”, preguntó Mile.

“Nadie sería tan estúpido para darle información útil al enemigo a propósito”, respondió Reina.

“También cabe la posibilidad de que supieran, pero no lo creyeran, y asumieran que fue algo falsificado o malinterpretado”, agregó Mavis.

“Ah…”.

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“Pero, el gremio—-”, empezó Pauline.

“El gremio no se mete en política”, interrumpió Reina. “Aunque trataran de aconsejar, probablemente habría sido tomado como información falsificada viniendo de otro país”.

Actuar por reportes no verificables que vinieron de territorio enemigo sólo causaría inquietud, en especial si no sabían cómo interpretarlos. Y por eso, no era para nada raro que el Imperio ignorara esta información por completo. De hecho, había muchos gobiernos que harían lo mismo. Por eso, no podía culpárseles por actuar de forma tan irresponsable.

“¡Bueno, como sea, mañana avanzaremos!”, dijo Reina. “¡Sí!”, respondieron las otras tres, como siempre.

Antes de salir de la capital, habían dejado claros sus planes con los comerciantes, quienes, por supuesto, ya habían escuchado del maestro gremial sobre el incidente inicial de los dragones antiguos, donde los dragones habían hecho de mediadores entre los humanos y la gente bestia. Con esta información de trasfondo, los comerciantes habían creído en Pacto Carmesí sin dudarlo cuando las chicas mencionaron que los incidentes podrían estar relacionados.

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En cualquier caso, su investigación quedó completada tan pronto como hablaron con los soldados imperiales y descubrieron lo que los soldados comunes habrían escuchado de sus superiores. Sin embargo, por así decirlo, no estaban en contra de dejar que Pacto Carmesí hiciera una parada extra de camino a casa.

“Bueno, ya es hora de que nos retiremos”.

A la mañana siguiente, los comerciantes avisaron a los oficiales que estarían partiendo y comenzaron a subir a sus carretas, pero…

“¡Esperen! ¡Alto, alto, alto, alto, alto!”.

Justo cuando las carretas iban a comenzar a moverse, un oficial llegó galopando a máxima velocidad, atravesándose frente a ellos con su mano estirada, y con varios soldados siguiéndolo frenéticamente detrás.

“¿Hacia dónde van? Las tierras ocupadas por los demi- humanos están en esa dirección. ¡La capital es hacia el otro lado!”, declaró el oficial, su rostro pálido.

“Ah, sí. ¿Y qué con eso?”, respondió el comerciante tranquilamente. Ya que Pacto Carmesí eran sólo guardias, dejaron que quienes hablaran fueran los comerciantes—ya que sería peculiar que ellas respondieran.

“¡¿Por qué rayos unos civiles irían a territorio enemigo?!”.

“Bueno, digo, ellos son enemigos de acuerdo a ustedes, los soldados, pero nosotros no somos enemigos de nadie. No es como si las personas viviendo en esa dirección fueran bandidos. Sólo pensábamos tomar el camino largo hacia la costa pasando por estas montañas, para poder conseguir algunas especialidades locales antes de regresar a casa”.

El oficial se quedó sin palabras.

Para ser justos, los demi-humanos no estaban saqueando nada. Sólo habían ocupado ciertas áreas, lo cual llevó a la aparición de los soldados, pero en este momento seguían esperando una decisión de los altos mandos, por consideraciones políticas.

Aun así, los soldados no podían simplemente ignorar a un grupo de civiles que pensaban entrar directo al corazón del territorio enemigo. En especial cuando estaban acompañados de unas jovencitas…

“Todo lo que nos queda en el cargamento es la porción para bandidos”, explicó el comerciante líder—refiriéndose al licor y comida extra que habían apartado para apaciguar cualquier ataque de bandidos, quienes se sabía que se ponían furiosos y listos para matar al encontrar carretas vacías. “Aunque los demi-humanos nos ataquen y roben el cargamento, no se beneficiarían mucho”.

“Aun así—yo—”, el hombre seguía pensando cómo responder cuando otro oficial con una insignia de apariencia pretenciosa apareció.

“¡¿A qué se debe todo este alboroto tan temprano por la mañana?!”.

El soldado discutiendo con los comerciantes debía tener un rango parecido a primer o segundo teniente, pero este hombre claramente era al menos un comandante.

“Qué están haciéndole a estos amables comerciantes que se molestaron en venir hasta… O-Oh, por todos los cielos, ¡¡¡son las doncellas santas!!!”, gritó de repente el hombre, al ver a Pacto Carmesí.

“¿Quién es usted?”, preguntaron las cuatro, con sospechas.

“S-Soy una de las personas a las que salvaron durante aquella desesperada evacuación en el Reino de Brandel… Esperen, ¿quién es esa chica?”, preguntó, mirando a Mile.

“La burra”, respondieron las otras tres. “Ah…”.

Ciertamente, esa era la única forma en la que se había mostrado en aquella ocasión…

***

 

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“Entonces, ¿desean seguir en esa dirección?”. “Sí…”.

Aparentemente, este oficial era uno de los 5,000 hombres que habían estado presentes durante el intento de invasión a Ascham. Fue una batalla completamente perdida. Aunque las bajas imperiales habían sido pocas, la invasión fue un completo fracaso. De hecho, debido a tal estrepitosa derrota, numerosos héroes tuvieron que ser fabricados para levantar la moral de tanto soldados como ciudadanos.

Notablemente, aunque el ejército había perdido muchos suministros, apenas hubo pérdidas humanas, y por ello, la operación había sido en su lugar glorificada como un escape exitoso, o como la “milagrosa evacuación” de Ascham. Parecía que este oficial fue uno de aquellos llamados héroes luego de este evento. En ese entonces, él había sido un capitán, pero ahora había recibido una promoción…

Sin duda, parecía que este hombre había sido proclamado como uno de los tres oficiales cuyas oraciones invocaron a las doncellas santas.

(Con la mención de esto, las “doncellas santas” no podían sino preguntar “¡¿Qué demonios significa eso?!”, a lo cual el oficial no podía sino responder “no lo sé…”).

“Entonces”, prosiguió el oficial, “si van hacia allá, se enfrentarán a demonios y hombres bestia. Si algo llegara a salir mal…”.

“Estaremos bien. Ya sea en el campo de batalla o en las profundidades del infierno, si es por un cliente, ¡estaremos ahí en un parpadeo! Así somos nosotras—”

“¡La Tienda Ambulante: Hogar de la Doncella Santa!”.

Obviamente, no podían decir el nombre de su grupo aquí, así que, en su lugar, dijeron esta alternativa—en esencia, el mismo nombre que habían usado antes, aunque con algunas ligeras alteraciones para encajar con las circunstancias.

“Guh…”.


Ante esta declaración, el oficial no pudo evitar recordar el hecho de que ellos habían sido quienes necesitaron ser rescatados en Ascham. Luego de titubear por un rato…

“¡Al menos permitan que yo y algunos de mis hombres las escolten!”.

“¡Eso será más peligroso! Si solo somos nosotros, no seremos más que una pequeña caravana de comerciantes con guardias, de paso por el lugar. Si llevamos soldados, ¡pensarán que somos el enemigo!”, protestó Mile.

“Ah…”, dijo el oficial, reflexionando en sus propias palabras. Claramente, estaba tan nervioso que no había pensado en esa posibilidad.

“Por favor, no se preocupen por nosotros”, dijo Pauline con una sonrisa.

El oficial no pudo hacer más que asentir sin esperanza. “Pero… Mm-hmm, bueno… en ese caso, les deseo lo mejor, en serio…”.

¡Ya no hay problemas! Pensaron triunfantes las miembros de Pacto Carmesí. Así, la caravana fue capaz de proceder sin impedimentos.

Obviamente, que Mile hubiera sido visible en su forma Fenómeno Diosa durante el incidente en Ascham no fue mucho problema. Los soldados sólo la habían visto por un corto periodo de tiempo, desde la distancia, y desde un ángulo bajo, así que no habían podido ver bien su cara, lo cual significaba que ahora no la reconocían más que como “la burra”. Era más que probable que cualquier otro soldado que hubiera estado presente en ese momento la viera de la misma forma.

Además, en este mundo, como en América de nuestro mundo, un burro era el ejemplo por excelencia de un idiota, o mejor dicho, un tonto. En realidad, esto era un poco irrazonable; los burros se parecían mucho a los caballos, y eran rápidos y diligentes. Sólo se habían ganado esta reputación porque no eran tan brillantes como los caballos, a pesar de que un caballo no era ni siquiera tan inteligente como un perro…

“¡¿Por qué yo tengo que ser a la que llamen burra?!”, se quejó Mile, pero todas la ignoraron. Ella no tenía derecho a quejarse cuando fue ella la que se había vestido así sólo por ese juego de palabras ‘Bremen-Fremen’… A pesar de que ni una sola persona en el mundo podría entender el chiste.

***

 

 

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Las tres carretas avanzaron por la empinada pendiente de la carretera, su velocidad disminuyendo acorde.

Justo cuando la caravana rodeó un particularmente grande peñasco…

“¡Deténganse!”.

Varios hombres bloquearon su camino.

Sep, aquí vamos…

Pueden no haber sido bandidos, pero su aparición era igual de esperada. Era fácil imaginar varias razones para esta interrupción—ya fuera querer comprobar si ellos no eran espías disfrazados como comerciantes, o buscar soldados ocultos en las carretas, o simplemente desear que los comerciantes les vendieran algo de comida.

“¡¿Q-Qué es lo que sucede?! No somos más que unos humildes comerciantes…”.

Los comerciantes actuaron a la perfección como viajeros confundidos.

Qué grandes actores… O esperen, quizás debería decir:

“¡Qué aterradores pueden llegar a ser los comerciantes!”.

Como siempre, la mente de Mile se encontraba en las nubes.

“¡¿Qué hacen aquí?!”.

“Bueno,    somos    comerciantes,    así    que    venimos   por negocios…”.

“Em…”.

Este nombre debe haber sido un poco tonto como para quedarse sin palabras ante una respuesta tan obvia. Sin embargo, esto sólo lo detuvo por un momento, antes de que se recuperara.

“¡No, a lo que me refiero es que los caminos hacia acá han sido bloqueados por soldados! ¡¿Por qué no les sorprende vernos?!”.

Ciertamente, había soldados estacionados en la carretera, y sin duda, estos hombres tenían características animales… En otras palabras, eran hombres bestia.

“Esos soldados sólo están buscando gente haciendo cosas ilegales. No tiene nada que ver con nosotros. En todo caso, ¿por qué tendría que sorprendernos ver gente bestia como ustedes? Nosotros los comerciantes somos felices de venderle a cualquiera. No podemos permitirnos sorprendernos por cualquier cliente que nos topemos, ¿no crees?”.

“Em…”.

De nuevo, el hombre se sorprendió tanto que se quedó sin palabras. Por otro lado, él estaba feliz de saber que había comerciantes que le venderían a la gente bestia sin prejuicios, y quizás incluso estaba formando una buena impresión de ellos, pero esa no era la respuesta que deseaba escuchar justo ahora.

“Bueno”, dijo por fin. “Vamos a inspeccionar las carretas”.

“Adelante. Aunque ya casi nos hemos quedado sin artículos, así que no hay mucho ahí dentro…”.

Los hombres bestia miraron dentro de cada carreta y confirmaron lo dicho por los comerciantes.

“Un montón de pobres y desaliñados ancianos y unas niñas, con carretas casi vacías. Bueno, al menos, no hay posibilidad de que sean soldados…”.

“¡Un momento! ¡No puedes llamarlos ‘ancianos’ como si nada! ¡Y el comentario sobre ser desaliñados fue innecesario!

¡¿Y cómo que ‘niñas’?!”, gritó Reina.

Los hombres bestia la miraron, pensando que todo eso era irrelevante.

Watashi Nouryoku Volumen 12 Capitulo 89 Parte 2 Novela Ligera

 

“Una pregunta, ¿podrían vendernos lo que les queda de aguardiente?”.

Estos hombres aparentemente no tenían idea de lo que era una ‘porción para bandidos’. Aunque, por supuesto, así pasaba con la mayoría de gente. Esta era una práctica tácita conocida sólo por comerciantes y bandidos.

También era verdad que era poco probable que fueran atacados por bandidos en la carretera entre aquí y la siguiente ciudad. Y aunque fueran atacados, siempre y cuando Pacto Carmesí estuviera presente, no había de qué preocuparse. Por todas estas razones, en realidad no había razón para preparar una porción para bandidos. Esto era algo que habían guardado por hábito y sentido común. Por lo tanto, no había problema con vender lo último de alcohol que les quedaba.

“Bueno, no se suponía que fuera para venta… pero, claro.

Hasta podemos hacerles una rebaja”.

Con o sin rebaja, estos eran artículos que habían cargado una gran y peligrosa distancia. El alcohol en particular era pesado, y venía en contenedores que se dañaban fácilmente, lo cual significaba que el precio a menudo era decidido tomando en cuenta márgenes mucho más altos de ganancia que con los otros artículos. Obviamente, los hombres bestia también sabían esto, así que felizmente lo compraron al precio que los comerciantes decidieron.

“Ahora, continuaremos el camino”, dijo uno de los comerciantes.

Ya fuera porque deseaban recompensar a este amable comerciante, o porque estaban muy contentos gracias a su recién adquirido aguardiente, el líder de los hombres bestia asintió magnánimamente.

“Supongo que está bien. ¡Adelante!”, dijo el líder, haciendo un ademán para que se alejasen.

Mientras los conductores ajustaban las riendas, Mile preguntó, con un tono determinadamente casual: “¿Y, cómo va la investigación de las ruinas?”.

“En realidad”, empezó a decir uno de los hombres bestia, “los golems siguen interponiéndose en…”.

“…”.

“……” “…………”.

“¡¿C-Cómo diablos sabes sobre eso?!”.

Como era de esperarse, ella no apuntaba simplemente a lograr que los hombres les permitieran pasar sin incidentes. En ese caso, ¿cuál había sido el punto de venir hacia acá? Si lo que querían era pasar, podrían haberse ido directo a casa tras hablar con los soldados.

Una vez más, los hombres bestia bloquearon el camino frente a la carreta.

“¡¿Quién diablos son ustedes?! ¡¿Cómo saben sobre las ruinas?! ¡O, mejor dicho, ¿cuánto saben?!”.

A diferencia del incidente en las ruinas del bosque, aquí, los humanos ya estaban al tanto de que la gente bestia planeaba algo, así que en realidad no era un problema el haber sido vistos. Habiendo juzgado que estos comerciantes eran tanto inofensivo como ajenos a la milicia, los hombres bestia habían estado de acuerdo con dejarlos pasar, sin problema alguno— pero la mención que hizo Mile sobre las ruinas aparentemente había cambiado la situación.

“Pues, no mucho, en serio… Sabemos que la gente bestia y los demonios han estado investigando unas ruinas según dirección de los dragones antiguos, y que los dragones antiguos buscan algo, pero no le han dicho a nadie qué es. Oh, y también que hay algo sobre una civilización pasada, y que a veces los dragones envían a sus subordinados a revisar, y… ¡creo que eso es todo!”.

“¡Saben demasiado!”. El hombre bestia parecía afligido.

Obviamente, era imposible que dejaran ir a unos comerciantes humanoides que sabían todo lo que ellos mismos sabían—y hasta un poco más.

“¡¿Quiénes son?! Si no nos dicen la verdad, entonces—”.

“¡Pero si no hemos dicho ninguna mentira! Digo, es cierto, a veces somos un grupo de comerciantes y sus guardias, y otras veces somos un grupo de comerciantes y sus guardias, y también a veces somos un grupo de comerciantes y sus guardias. Sin embargo, nuestra verdadera forma es… un grupo de comerciante… ¡¡¡y sus guardias!!!”.

“¡Todo eso es lo mismo!”.

Notando que esta conversación no llegaría a ningún lado si dejaba a Mile a cargo, Mavis intervino. “Somos un grupo de comerciantes y sus guardias”, explicó.

(¡Romperse!)

“¡¡¡CÁLLLENSE!!! ¡Todos vendrán con nosotros!”.

Aparentemente, los iban a llevar directo a las ruinas.

¡Perfecto! Pensó Pacto Carmesí, todas sonriendo por dentro, pero esforzándose por mantener una cara de póker en el exterior.

Los comerciantes sonreían levemente.

Aunque estuvieran disfrazados de comerciantes, y aunque en general se sentían más a gusto con lápices que con espadas, seguían siendo hombres que trabajaban para su país, y habían aceptado este deber con cierto nivel de determinación. Pueden no haber tenido mucha experiencia en batallas, pero no parecían tener ni una pizca de miedo o arrepentimiento frente a los riesgos que estaban tomando.

Ya esperaban que algo así ocurriese, e incluso lo aceptaron, durante su reunión en la posada de la capital imperial. De otro modo, era imposible que Pacto Carmesí los hubiera arrastrado a esta potencialmente peligrosa situación. Este era un plan conjunto, con las metas de ambos grupos en mente.

Finalmente, llegaron al sitio de excavación, dirigidos por su escolta de hombres bestia. Resultaba que, aunque podía llamarse sitio de excavación, si se comparaba a la caótica excavación que había tomado lugar en el bosque, esta era una escena mucho más tranquila, con un agujero enorme en las rocas y varias tiendas y cobertizos grandes a cierta distancia. Todos deben estar trabajando dentro del agujero… o al menos, eso asumieron Reina y Pauline.

“¿Todos los demás están trabajando dentro?”, preguntó Mavis, yendo directo al punto.

Ante su pregunta, los hombres bestia guardaron silencio, pareciendo como si se hubieran comido un insecto.

“Supongo que los golems han estado interponiéndose en su camino, y por eso no han avanzado mucho, ¿no?”, comentó Mile.

“¡¿Qué—?! ¡En serio, ¿cuánto saben en realidad?!”.

Ya habían hablado sobre esto, y la conversación no llegó a ningún lado. Mile se estaba sintiendo cansada.

“Miren, ustedes fueron los que nos dijeron que los golems se estaban interponiendo. Y si todavía no saben cómo deshacerse de los golems, es imposible que puedan investigar las ruinas, ¿verdad? Preguntar cuánto sabemos, llegados a este


punto, es…”. “Guh…”.

Los hombres bestia se veían molestos, pero como orgullosos guerreros bestia, no podían permitirse golpear a una débil niña humana, especialmente cuando ella no era su enemigo. No pudieron hacer más que apretar sus dientes.

“Mile, no los molestes. Eso no nos va a llevar a ningún lado”, regañó Mavis. Por algo ella era la amable líder. La brújula moral de Pacto Carmesí.

“Déjenme disculparme por ella”, le dijo a los hombres. “Como bien saben, nosotros—o mejor dicho, los humanos en general—sabemos las circunstancias. Dicho eso, nosotros mismos no tenemos nada que ver con la gente del Imperio. No somos más que comerciantes viajeros, quienes vinieron a otro país para vender, así que no tenemos conexión con los ciudadanos de estas tierras. Dada la situación, podría ser mutuamente benéfico intercambiar información…”.

Esto finalmente pareció calmar a los hombres un poco.

Parecía que estos humanos ya sabían casi todo sobre su situación, así que no había peligro en revelar sus secretos en este punto. Por otro lado, ellos podrían aprender una o dos cosas—por ejemplo, información sobre cómo estas personas sabían tanto, o lo que estaba pasando en el Imperio. Era normal que la gente bestia sintiera que no podían dejar pasar tal oportunidad.

“Muy bien. Hablemos”.

Los hombres bestia se sorprendieron al escuchar el recuento de Mile sobre el incidente con Berdetice, al igual que todo lo que aparentemente era bien sabido en el vecino Reino de Tils.

Aunque Pacto Carmesí asumió que más información habría sido compartida entre los dragones antiguos, debido al incidente previo con los tres que habían acompañado a Berdetice, aparentemente esta información no había llegado a los demi- humanos con los que hablaban justo ahora. Por supuesto, era igual de probable que el líder de esta expedición, a cargo de las operaciones y comunicaciones, supiera las circunstancias, pero hubiera considera que no era necesario informarlas a sus trabajadores…

Aunque, ahora que lo pensaban bien, los demonios que habían estado presentes durante su segundo encuentro con las ruinas tampoco habían sabido nada del primer incidente. Además, parecía que los hombres bestia presentes, de hecho, tenían un punto de contacto distinto, ya que el nombre Berdetice no significaba nada para ellos. Los hombres bestia les dijeron a Pacto Carmesí que su representativo había cambiado hace poco, y mencionaron uno que otro nombre, pero ninguno que Pacto Carmesí hubiera escuchado antes.

Dicho eso, los únicos nombres de dragón antiguo que las chicas conocían eran los de los primeros tres dragones que se encontraron—Berdetice, el oficial, y la jovencita.

Hasta ahora, Mile había predicho casi todo lo que los hombres bestia les estaban contando, lo cual significaba que en realidad no habían ganado mucha información nueva. Los hombres bestia explicaron que no podían entrar al agujero porque los golems estaban presentes. Si eran rodeados por golems en ese oscuro y apretado sitio, sería el fin para ellos. Aparentemente, los golems habían empezado a moverse fuera del agujero también, así que todos los demás habían ido a cazarlos.

“Afortunadamente, fuimos capaces de retirarnos justo cuando nos atacaron, así que no hubo bajas. Además, tenemos a nuestros aliados demonios para que usen magia de curación en quienquiera que sea lastimado, pero esa magia no es todopoderosa. Usarla no significa una recuperación instantánea, y el daño interno es más difícil de manejar… Por suerte, los golems no usan espadas, así que no hemos perdido muchos brazos o piernas…”.

La pérdida de una extremidad era probablemente el destino más cruel para un hombre bestia. Ellos tendían a estar muy orgullosos de sus cuerpos, así que, ser incapaces de pelear por el resto de sus vidas debido a una herida sin duda sería doloroso. Una batalla contra golems podía causar extremidades aplastadas, lo cual era poco diferente de extremidades cortadas, y muertes instantáneas no eran raras de ver. Sin embargo, al menos hasta este punto, los demi-humanos—tanto hombres bestia como demonios—habían tenido pocos muertos o heridas graves… a pesar de haber estado atacando el hábitat de los golems por periodos extendidos de tiempo.

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¿Los golems fueron informados de no lastimar a ningún humanoide? En cual caso, ¿había algo aquí con la autoridad y habilidad de dar este tipo de órdenes?

Una vez este pensamiento se le ocurrió a Mile, no había forma de que pudiera dejarlo pasar.

“¡Muy bien! ¡Al agujero!”. “¡¿¡¿Eh?!?!”.

Tanto comerciantes como hombres bestia se quedaron sin palabras. Pacto Carmesí, por supuesto, no esperaba menos.

Hablamos de Mile— Obviamente, este sería su próximo curso de acción.

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