Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)
Volumen 2
Prologo: Dos Objetivos
El blanco se extendía hasta donde el ojo podía ver. Se asentaba sobre la zona, más prístino que la niebla matutina, y más tranquilo que la infinidad de nubes encandilándose alrededor de los picos de montaña.
Digamos que era neblina.
Y en medio de esa sedosa blancura de presencia intangible, se hallaba una niña.
Dicha niña extendió una mano, y el vapor se enroscó a su alrededor. Siendo más pesada que el plomo, la cantidad de masa que se condenso solo podría considerarse antinatural.
El más leve de los movimientos fue suficiente para que su brazo se atascará.
Sin embargo, intento moverse de todos modos, y cuando lo hizo, la neblina apretó con todavía más fuerza, hasta que el frágil brazo de la niña se quebró en un crujido.
—Mmm…
A pesar de que su brazo se había torcido en un ángulo espantoso, ella dio un pequeño suspiro de decepción; resultaba evidente que no le perturbaba el dolor.
Levantó su barbilla, mirando hacia los sonidos de su entorno.
Como estaba en medio de la neblina, apenas y podía divisar las puntas de sus dedos. Y aunque no dependía de sus ojos para guiarse, sí que podía escuchar los desagradables sonidos.
En todo momento se oía el misterioso castañeo de dientes filosos, chillidos similares a gritos de pájaros y animales salvajes, carne sobre carne siendo desgarrada y alaridos de muerte. La imposibilidad de ver nada más que la neblina blanca se consideraría una tortura en sí misma.
Y no eran solamente sus oídos. Su propio cuerpo estaba expuesto a las gotas de un líquido misterioso que la empapo hasta los huesos.
Se veía como lluvia, pero no lo era.
La sangre era fresca.
Invisible en la neblina, se desarrollaba una batalla: los combatientes se devoraban, se mataban, se aplastaban unos a otros, se desgarraban la carne, rasgaban sus espiritas e ingurgitaban sus almas.
Pero la lluvia de sangre que se esforzaba por teñir el ámbito blanco no duraría mucho. Los trozos de carne caían con un splat, y rápidamente eran sorbidos y tragados por algo invisible.
—Mm, mm, mmm…
Ella utilizó sus oídos, su piel, su nariz, su lengua y todo lo que no fuera su visión oscurecida para percibir su entorno mientras empezaba a tararear.
— ♪♪ Mm, mm-mm-mm, mm, mm… ♪♪
La niña—tan fuera de lugar en este escabroso paramo—tarareaba una tonada. Cantó aquella melodía con nada más que notas sin palabras; sin una letra que se ajustara a la canción. Mientras sus piernas colgaban en el aire, la superficie debajo de ella parecía moverse en respuesta a la canción. Se movía hacia delante, hacia atrás, a la izquierda, a la derecha e inclusive hacia arriba y hacia abajo. El abajo mismo se distorsionaba.
— ♪♪ Mm-mm-mm-mm-mm ♪♪
Con un chapoteo húmedo, algo cayó a un lado de la niña.
Se trató de un brazo de monstruo.
Ah, pensó, dándose cuenta de que algo por encima de ella debe haber sido desgarrado por algo más. Trozos de carne ensangrentada, notablemente más grandes de lo habitual, comenzaron a caer a su alrededor.
En unos instantes, pequeños monstruos se acercaron para devorar la carne. En la constante batalla de comer o ser comido, la carne de los monstruos muertos era el forraje perfecto.
Una de las criaturas que había venido a buscar carne poso sus ojos sobre la niña, quien tarareaba inocentemente su tonada. Era un monstruo en forma de pájaro, más grande que un ser humano.
Esa criatura asumió que la pequeña figura sería una presa indefensa e impulso su largo pico con la intención de empalarla.
La niña, sin embargo, no le hizo caso. No era necesario que hiciera algo.
— ♪♪ Mm, mm-mm, mm, mm, mm… ♪♪
La superficie bajo sus pies se sacudió hacia arriba.
Donde la niña se encontraba sentada era en realidad una bestia mastodóntica. Hasta su ancho sería difícil de medir en circunstancias convenientes, por no hablar de su longitud total. El monstruo, tan gigantesco como una isla viviente, abrió sus fauces. Su boca estaba repleta de dientes no muy diferentes a púas. Y siquiera el más pequeño de ellos era tan grande como un hombre adulto promedio. El monstruo pájaro que había bajado en picado para atacar fue tragado como un diminuto pez adentrándose en la boca de una ballena. Se estrelló contra uno de los dientes y murió ensartado.
En el momento que el gran monstruo se movió, la batalla circundante se exacerbo. La sangre brotó como una fuente de todas direcciones. Los dientes rotos y los trozos de carne se amontonaron sobre despojos pasados. Pronto, hubo tantos restos machacados que tan solo la nueva pila podría extenderse a sus ojos como un horizonte de carne putrefacta.
No obstante, nada de eso le importaba a la pequeña niña.
— ♪♪ Mm, mm-mm-mm-mm ♪♪
Lluvia de sangre. Coágulos de carne. Espíritus dispersos. Almas diseminadas. Hasta el mismísimo Concepto del Color Primario Rojo que intentaba teñir el mundo de caos y desesperación se hallaba opacado por la neblina blanca. Y de preámbulo a todo eso, la niña no prestó atención a nada mientras tarareaba su tonada.
Después de todo, este era un día ordinario en su vida.
…o al menos así lo fue—hasta lo que sucedió a continuación.
—¿……mm? —De repente dejó de cantar y
parpadeó con brevedad.
CREAK*
Se trató de un sonido fuerte.
Por supuesto, el sonido de cosas rompiéndose era perfectamente ordinario. A fin de cuentas, este era un campo de batalla donde el canibalismo y el derramamiento de sangre eran la rutina de cada segundo.
Pero este sonido era diferente.
No era el sonido de la carne viva siendo desgarraba, ni de huesos siendo quebrados, ni de alguna sucia alma siendo engullida. Se trató un sonido extraño, como si el propio mundo se hubiera torcido.
¿Qué fue eso? Inclinó la cabeza y agudizo sus oídos, pero no escucho nada fuera de lo ordinario. Lo único que oía eran los habituales sonidos de criaturas vivas siendo machacadas hasta la muerte. Nada fuera de las típicas luchas y truculentas batallas por devorarse unos a otros.
Ella estuvo a punto de descartarlo como una mala pasada de su imaginación—cuando volvió a suceder.
Hubo otro CREAK*, que pareció provenir de la neblina misma. Y si ocurrió dos veces, seguramente ocurriría una tercera. Mientras la niña aguardaba con cautela, el chirriante sonido se repitió, aunque en largos intervalos.
Esta neblina fue hecha como una barrera casi impenetrable para mantener dentro a las criaturas que batallaban en su interior.
Sin embargo, era débil a la presión del exterior.
Aunque esta neblina blanca que aprisionaba a la niña estaba increíblemente cerca de la perfección, no era infalible. La neblina volvió a crujir. Algo estaba ocurriendo en el mundo exterior. La estructura de la neblina estaba empezando a doblarse bajo la presión externa.
Por primera vez en un milenio, algo había empezado a cambiar.
—¡Mm…mm, mm! —Intentó decir algo, pero lo que escapó de su boca no fueron palabras.
Era de esperarse.
Ella también había estado aquí los últimos mil años. Diez siglos sin nadie con quien hablar eran más que suficiente para privar a un individuo del habla. El sonido de su voz—poco familiar—exacerbo el vocabulario que yacía en algún lugar profundo de sus recuerdos, pero todo lo que pudo producir fue un grito incomprensible.
—Mmm…
Llevaba mucho tiempo aquí. Lo suficiente como para perder por completo la noción del tiempo.
La niña se había aburrido demasiado. Incluso después de haber devastado tierras, engullir océanos y encarar al abismo. Ni siquiera sus recuerdos se salvaron de ella luego de que trajera el caos a este espacio en el interior de la neblina; su páramo, donde todo lo que se podía hacer era comer o ser comido.
Sin embargo, eso estaba a punto de cambiar.
—¡Mm! ¡Mm!
La neblina crujió una vez más. Eventualmente, la onda se rompió más allá de sus límites. Un pequeño agujero se abrió en la neblina. Sólo era lo suficientemente grande como para que cruzará su dedo meñique, pero seguía siendo un agujero que conducía al exterior.
Una salida.
Podría salir de aquel lugar. Escaparía de la neblina.
Pero… exactamente, ¿qué clase de lugar era el exterior?
Sentía que había algo ahí fuera… algo que ella, personalmente, debía hacer.
¿No es así?
—Mm…
Sin embargo, a estas alturas ya no recordaba nada de su pasado. ¿Y porque debería, al fin y al cabo? Si siempre podría recurrir a sus instintos más básicos.
Había dos objetivos que ahora la guiaban en su haber.
Traer el caos a este mundo.
Sumir en la oscuridad todo lo que exista.
—¡Mm! —La niña extendió su dedo meñique. — ♪♪ Mmm, mm-mm-mm, mm-mm-mm, mm-mm-mm ♪♪
Incapaz de recordar algo, siguió tarareando aquella tonada que de alguna manera aún conocía.
Una promesa del dedo meñique. Aunque hubiera pocos en este mundo que la conocieran, cualquier niño japonés reconocería este voto.
Al mismo tiempo, sus ojos resplandecieron con el rojo de la Luz Guía.
Fuerza Guía: Sacrificio—
Este páramo alguna vez fue un sitio conocido como la Alianza de las Islas del Sur. Pero eso fue en una era muy antigua, donde la civilización alcanzó la cima poco antes de ser destruida por los Cuatro Mayores Errores Humanos; como resultado, toda la zona había estado cubierta por esta neblina durante más de mil años.
Colusión Caótica, Pureza Conceptual [Mal]—
La Pureza Conceptual que trae tras de sí centenares de millones de demonios, arraigada al alma de una Errante maldita que despreocupadamente ejerció durante siglos el título de ‘Devorador de Mundos’.
El Error Humano que surgió como resultado de su Pureza Conceptual del Mal significo una amenaza tan terrible para el planeta que ella fue condenada a la inexistencia y sellada en la neblina junto con gran parte del continente.
Dicho Error Humano, invisible tras la neblina, era conocido y temido por todos como El Pandemónium del Sur.
Un territorio de mal inexplorable atestado de demonios.
Conjurar [Promesa de Meñique, Ojou-chan Mentirosa]
En ese infierno etéreo del que pocos podrían regresar, aquella excepción conjuro un único encantamiento…
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