Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 2

Capítulo 4: Doncella Marchita, Nacida Del Rocío…

Parte 1

 

 

Retrocedamos un poco a cuando el baile nocturno en el Castillo Libelle recién estaba de empezando—

Las instalaciones que los de La Cuarta empleaban como planta de producción de drogas se encontraba en una destartalada mansión localizada en una zona supuestamente desierta de la ciudad portuaria. Desde que Flarette había llegado a la ciudad, estaban en alerta máxima; la tensión iba en aumento. El hombre que custodiaba la puerta podía sentir el contagioso nerviosismo de los que trabajaban dentro del edificio.

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Entonces una figura solitaria se acercó a la mansión.

A primera vista, aparentaba ser una joven adorable. Llevaba guantes blancos y una falda culotte con volantes. Las medias negras de sus piernas color leonado exhibían un diseño de corazón sobre el área del muslo—si entrecerrabas los ojos, casi que podrías confundirla con la cola de un diablillo—y su cabello rosa recogido en un par de coletas complementaba su apariencia pícara y tierna.

Su dulce aspecto no fue motivo de alarma. A lo sumo, uno podría pensar que era peligroso que una enana anduviera sola por la noche.

El problema era el resto de su vestimenta.

Llevaba una túnica de sacerdotisa, aunque de color blanco.

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Las mangas y el dobladillo de la falda habían sido modificados, pero no le cabio la menor duda de que se trataba de una túnica de sacerdotisa. El color blanco indicaba que sólo era una ayudante, pero seguía siendo una miembro de Las Fausto; un enemigo de La Cuarta.

—¡Hey! —Gritó el fornido guardia, pero la chica no aminoró el paso.

Le sorprendió que la distancia entre ellos se hubiera reducido tan rápido. Ella se movía con tanta seguridad que él pensó que a lo mejor no le había escuchado.

Pero eso fue sólo un instante. Se quedó mirando a la chica con una cara cuasi-amenazante.

—Detente ahí. ¿Qué asuntos tiene una sacerdotisa– aquí? No alcanzó a terminar la frase.

La muchacha sacó despreocupadamente un objeto similar a una cuerda de su falda y lo puso alrededor del cuello del guardia.

Lo hizo con tanta naturalidad que no tuvo tiempo de reaccionar.

La cuerda afilada se clavó en su cuello. La sensación de pinchazos en su piel dejó al guardia sin palabras.

En silencio, la chica acercó su rostro.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca como para que sus narices prácticamente se tocaran, habló con una expresión tan seria que hizo que el hombre adulto se estremeciera.

—Mantente callado si no quieres que te serruche la cabeza.

Su voz fue tan fría que sintió como si su aliento le congelara la mejilla. El guardia palideció. Podía imaginar con demasiada claridad lo que sucedería si la sierra de afrontamiento que tenía en el cuello se movía.

La chica entrecerró los ojos mientras el hombre se quedaba mudo por el miedo. Luego lo noqueó con un rodillazo en el estómago.

El resplandor del Incremento Guía entonces rodeó el cuerpo de la chica. Aunque era de suponer que estaría firmemente cerrada, colocó las manos sobre la enorme puerta.

Sus delicados brazos se movieron hacia adelante.

La puerta de hierro se dobló como si estuviera hecha de masilla. Incluso con la ayuda del Incremento Guía, esa fuerza estaba lejos de ser ordinaria. Abrió el portón con facilidad, generando un agujero lo suficientemente grande como para que una persona se deslizara a través de él.

Después de atravesar la puerta de frente, la chica se paró en la entrada principal del edificio. Cuando se dio cuenta de que estaba cerrada con llave, la molestia apareció en su rostro. Técnicamente había intentado ser sigilosa hasta ese momento, pero ahora levantó el pie y golpeó la suela de su bota contra la pesada puerta de madera.

Un estruendo demasiado violento para ser confundido con un golpe de visita resonó en el edificio.

Los trabajadores del interior se dieron cuenta y comenzaron a clamar inmediatamente.

Por su parte, no había ningún indicio de pánico en el rostro de la chica. Saltó por los aires con su sierra de afrontamiento en la mano una vez ingreso al interior.

Mientras se infiltraba en la base enemiga, sólo había un pensamiento en su mente.

¡Daré lo mejor de mí para pasar más tiempo con mi senpai!

¡Así comenzó la redada frontal de un solo hombre destinada a desbaratar la planta de producción de drogas donde fabricaban la monstrina!

***

 

 

Las personas dentro actuaron puramente por instinto.

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Claro era que nunca habían pensado en la posibilidad de ser atacados, dado que ni siquiera establecieron una cadena de mando adecuada. Momo se abrió camino repeliendo sus descoordinados contraataques.

La mayoría de ellos parecían estar usando esa supuesta monstrina, presumiblemente sin conocer sus efectos secundarios, pero apenas eran una amenaza. El fortalecimiento que obtenían de esa extraña droga no era más poderoso que el de una persona media utilizando un Incremento Guía.

Ciertamente era conveniente poseer esa clase de fuerza sin ningún tipo de entrenamiento. También aumentaba la resistencia. Ser capaz de recibir un golpe contundente y seguir de pie daba una ventaja significativa en la batalla.

Pero hasta ahí.

Como no estaban entrenados, esencialmente eran luchadores novatos. Los aficionados ligeramente más fuertes que la media no eran una amenaza para Momo, sin importar cuántos atacaran a la vez. Ella los despidió sin problemas.

Algunos se escabulleron, pero no se molestó en perseguirlos. El área ya había sido cercada por caballeros a las órdenes de Sicilia. Si los miembros de La Cuarta huyendo despavoridos veían a los caballeros e intentaban resistirse, serían arrestados al acto, y en el caso de que sean tan idiotas como para rogar por ayuda, tendrían el pretexto perfecto para peinar estas instalaciones de La Nobleza.

Fue ahí cuando Momo se detuvo bruscamente. Sintió que una emboscada la esperaba al final del pasillo. El cañón de un arma se asomó por la esquina.

Era un Cañón Guía. Estas peligrosas armas extraían automáticamente el poder del usuario, convirtiéndolo en balas con sólo apretar el gatillo. La producción, distribución y posesión de estos Cañones Guía estaba prohibida, pero la Sociedad Mecánica que controlaba la parte oriental de la Frontera Salvaje continuaba produciéndolos.

Momo frunció el ceño y cargó con energía su túnica de sacerdotisa.

Fuerza Guía: Conectar—Trajes de Sacerdotisa, Cresta—Conjurar [Barrera]

Al mismo tiempo que aparecía una barrera justo delante de Momo, el arma abrió fuego.

—Igual que en el Reino de Grisarika… ¡¿De dónde sacan estas cosas?!

La lluvia de balas rebotó en su túnica. Al poco tiempo, los disparos cesaron. Como los Cañones Guía usaban poder, drenaban la energía del usuario con bastante rapidez.

Esta es mi oportunidad. Momo dio un paso adelante—pero en ese momento, la pared que estaba a su lado estallo.

En cuanto el arma dejó de disparar, un combatiente de La Cuarta atravesó el muro para atacar. La emboscada con la primera pistola fue sólo una finta. Cuando los disparos se detuvieran y crearan una abertura, la sorprenderían con un ataque a través del muro del costado. No es un plan terrible, evaluó Momo.

En todo caso, su único error de cálculo fue que no eran rivales para ella.

Momo ya había percibido la presencia del enemigo, así que pudo reaccionar al instante. En cuanto el luchador atravesó la pared, le agarró de la cara para detener su carga y lo estampó contra el suelo.

—¡Gah…agh!

No prestó atención al breve grito. En su lugar, lo golpeó contra el suelo por segunda y tercera vez, tomo un respiró y lo volvió a hacer. El suelo se resquebrajó y la cara del hombre ahora estaba clavada en la superficie. Sus extremidades se agitaron salvajemente con cada golpe. A la quinta vez que se estrelló contra el suelo de piedra, el hombre había perdido completamente el conocimiento, y Momo decidió llevarlo a rastras para usarlo como escudo.

Cuando dobló la esquina, sus posibles asaltantes temblaron horrorizados por lo que acababan de presenciar, y de inmediato soltaron sus pistolas para huir con las manos en alto.

—¡Eek! ¡A-Ayuda…!

Momo silenció a los cobardes con una rápida patada en la cara.


No le importó que rogaran por sus vidas. Los golpeó de manera arbitraría y no los soltó hasta estar segura de que no traían más armas. Dado que estaban prohibidas, no era fácil adquirirlas al por mayor. Supuso que probablemente era todo lo que tenían mientras avanzaba.

Cuando entró en una sala enorme, encontró a algunos no combatientes agazapados en un rincón. Puede ser que acabaron perdiendo su oportunidad de escapar. Perfecto. Agarró a uno de ellos y lo interrogó mientras presionaba la sierra de afrontamiento contra su frente, y rápidamente soltó todo lo que sabía.

Así de fácil, había conseguido la información que necesitaba. Momo le indicó que le mostrara el camino al despacho con los documentos importantes, donde cogió unos cuantos montones de papeles y los hojeó.

—Ajá. Bingo.

Se suponía que los caballeros debían ir a la retaguardia tras el ataque de Momo, pero para estar segura, tomó algunas imágenes como prueba con un encantamiento de grabación.

Una vez que grabó a los miembros y la fuente de financiación, se dirigió a la planta baja. La monstrina en cuestión parecía estar hecha con algún equipo de producción especial.

Se fijó en las escaleras del sótano cuando venía en dirección a esta zona. La mayoría de los trabajadores ya habían sido golpeados o de plano huyeron, así que la mansión se sentía tranquila. Golpeó a la persona que le sirvió de brújula y procedió a aventurarse al sótano.

Cuando llegó al final de las escaleras, el aire se volvió frío.

El área era grande y rectangular. Se trataba de una sala ceremonial en forma de ataúd; símbolo de la muerte. Había crestas talladas en las paredes que formaban todo tipo de imágenes.

Dentro de la sala con forma de ataúd había ataúdes individuales más pequeños. Las imágenes de las paredes representaban el mundo después de la muerte. Estas se veían comúnmente en las salas ceremoniales relacionadas con el Concepto del Pecado Original.


Se embargó, en lugar de un ataúd, lo que reposaba en el medio le pareció todavía más extraño.

—¿……ugh? —Momo arrugó la nariz.

Una doncella de hierro.

Mientras que por fuera tenía el rostro tallado de una mujer, el interior contenía puntas afiladas. Era un infame dispositivo de tortura y método de ejecución.

Si solamente fuera una mera decoración, sería una cosa. ¡Una cosa de muy mal gusto!

Pero como estaba en una sala de ceremonias destinada a levantar un Conjuro del Pecado Original, no había forma de que fuera solo eso. Muchos de los encantamientos basados en el Pecado Original requerían el sacrificio de una ‘doncella pura’.

Y lo que era más tétrico fue que Momo detectó el olor de la sangre.

Había una persona dentro. Una persona viva, al menos.

—¿Así es como se produce la monstrina? Qué desagradable…

Sacudiendo la cabeza, Momo se acercó al ominoso dispositivo de tortura.

Había crestas talladas en los ataúdes. Habrán de ser para algún encantamiento misterioso y retorcido. Momo imagino que los utilizados para la ceremonia de sacrificio debían estar dibujadas dentro de la propia doncella de hierro en el centro. No podía leer las inscripciones con exactitud, pero claramente correspondían a un Pecado Original en funcionamiento.

Lo que si es que una píldora cayó de la parte inferior de la doncella de hierro con un pequeño golpeteo. Momo la reconoció como la píldora roja identificada como monstrina.

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Estaba claro que quien creó esto no estaba en sus cabales. Definitivamente debe ser obra de un loco, pensó Momo mientras deshacía el pestillo y abría la doncella de hierro.

Dentro del dispositivo de tortura encontró a una niña.

Podría tener diez años, o tal vez menos. Y, sin embargo, esta niña estaba tan cubierta de sangre que llamarla herida sería un eufemismo.

Sus ojos apenas parecían ver algo. Estaba tan agotada por el dolor que ni siquiera podía emitir un gemido de angustia.

Al notar la luz fuera de la oscura doncella de hierro, la niña extendió una mano.

Dejando escapar un gemido, su mano inestable tocó la palma de Momo. Aunque no pudiera ver, al menos podía detectar la suavidad y la calidez del contacto humano. Su mano agarró débilmente la de Momo.

—Mmm… —Dejó escapar un suspiro de alivio absoluto.

Una leve sonrisa apareció en sus labios. Era una sonrisa infantil y angelical, con la confianza pura que normalmente se reserva para una madre, o el regocijo travieso que uno podría compartir con un amigo.

Entonces habló.

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—Mmmama…

Con eso, las últimas fuerzas abandonaron su pequeño cuerpo.

Mientras la niña expulsaba su último aliento preguntando por su madre, el peso de su mano se hizo más pesado. Se encorvó hacia delante y Momo le agarró la mano con fuerza.

Pero la niña no le devolvió el apretón.

—……

Hasta Momo, que normalmente no se interesaba por nadie más que por Menou, sintió compasión por una vida joven perdida de forma tan trágica. No podía dejar a la niña así. Justo cuando se movía para extraer el cuerpo de la pequeña de la doncella de hierro…

Fuerza Guía: Auto-Conexión (Condiciones Cumplidas)—Doncella de Hierro, Cresta—Conjurar [Explosión]

—¿Como?

Ni siquiera tuvo tiempo de sorprenderse.

La Fuerza Guía almacenada en el recipiente de producción activó la cresta, haciendo que la Doncella de Hierro explotara. Los picos volaron en todas las direcciones. La fuerza de la explosión hizo que las agujas volaran hacia Momo.

Prácticamente fue una acribillada a quemarropa. Y como estaba inclinada para sacar a la niña, no consiguió evitarlas por completo.

Momo tampoco fue lo suficientemente rápida para activar la cresta de la barrera incrustada en su túnica de sacerdotisa. A duras penas consiguió utilizar el Incremento Guía y defendió sus puntos vitales con los brazos. Varios de los pinchos la arañaron y uno le atravesó el costado. Momo hizo una mueca de dolor.

—Quienquiera que haya preparado esto, es un completo sádico…

Se trató de una trampa. Alguien la había colocado para que al sacar a la niña de su interior se activara una cresta condicional y se produjera una explosión.

Lo más extraño era que no se activaba al abrir la doncella de hierro, sino al sacar a la víctima de su interior. El responsable no sólo había encerrado a una niña en un vil dispositivo de tortura, sino que incluso la había utilizado como cebo para tender una desagradable trampa.

Maldiciendo, Momo se sacó el pincho que tenía clavado. Afortunadamente, la herida fue poco profunda. Todavía maldiciendo para sí misma, se dio la vuelta para marcharse.

Entonces sus piernas flaquearon.

No fue por el dolor de la herida. No había perdido suficiente sangre como para afectar a su conciencia. Sin embargo, las piernas le temblaron de repente. Era una sensación extraña, como si algo estuviera erosionando su espíritu.

—¿¡Estaba recubierto de veneno…!?

Momo chasqueó la lengua con furia.

Las púas de la doncella de hierro habían sido recubiertas con veneno.

—¡¡QUIENQUIERA QUE HAYA HECHO ESTO REALMENTE ES DE LO PEOR…!!

Frunció el ceño al darse cuenta de su propio error.

***

 

 

Todo eso aconteció en la noche.

La mañana siguiente al baile en el Castillo Libelle, Menou visitó la iglesia.

Su paso era normalmente tranquilo y sosegado, pero hoy se precipitaba casi con pánico. Ni siquiera podía componer del todo su expresión; las tenues líneas bajo sus ojos delataban su agotamiento.

Había dos razones por las que Menou estaba asustada.

La primera fue que Akari había desaparecido. Estuvo buscándola toda la noche casi sin parar, pero en algún punto de la fiesta organizada por Manon Libelle, ella desapareció sin dejar rastro. Eso no podía ser una coincidencia.

Y había una razón más.

Menou se apresuró a entrar en una de las salas de enfermería en la iglesia, donde Momo descansaba tumbada en la cama. Estaba pálida.

—Senpai…

—No te levantes.

Momo trató de levantarse para saludarla, pero Menou no quería que gastara energías. Rápidamente llevó la mano a la frente de Momo y arrugó la suya.

Estaba ardiendo. Tenía una fiebre anormalmente alta y estaba empapada en sudor. Su respiración era agitada y sus ojos desenfocados.

—……veneno, ¿eh?

—Aja…

—La voz de Momo sonaba débil.

—Lo…

siento… había una niña, y yo… bajé la guardia… te retrasé, senpai…

—No hace falta que te disculpes.

—Menou negó con la cabeza a Momo, quien se veía culpable a pesar de su pésimo estado.

Éste era el error de Menou. Había depositado demasiada responsabilidad en Momo. No tenían ninguna información sobre las fuerzas del enemigo, y sin embargo la envió a su base asumiendo que ella podría encargarse sola.

—Descansa y conserva tus fuerzas. No te preocupes. Acabaré con esa escoria de La Cuarta.

—…de acuerdo.

—Con una expresión de alivio, Momo cerró los ojos en silencio.

Hasta hablar debía ser difícil para ella. Tan pronto como sus párpados se cerraron, Momo se quedó dormida. Pero no podía describirse exactamente como un descanso tranquilo. El veneno seguía carcomiendo su cuerpo.

Menou limpió el sudor de la frente de Momo y luego le acarició su cabello con gentileza.

No puedo pedirle más ayuda. Mientras dejaba atrás la habitación de la enferma, Menou hizo una rara muestra de furia dejando escapar un gruñido inaudible; no hacia esa clase de ‘berrinches’ desde sus años en el monasterio…

—Ahora si lo consiguieron. Oh, sí… esa maldita escoria lo pagará…

***

 

 

A estas alturas no me daré el lujo de importunarme pensando en cómo atacarlos por mi cuenta. Con esos pensamientos en mente fue que Menou se encamino al despacho de Sicilia.

Lo que haría a continuación bien podría comprometerla todavía más.

Pero a pesar de ello, no cavilo consecuencias cuando cruzo las puertas del despacho.

Inquisitiva, Silicia se le quedo mirando.

—…bienvenida. ¿Supongo que ya termino de visitar a su ayudante?

—Sí. Sólo para confirmar, me dijeron que su vida no corre peligro en ese estado, ¿correcto?

—Ella estará bien. Parece que sus inmensas reservas de Fuerza Guía ayudaron a frenar la propagación del veneno hasta un grado impresionante. Seremos capaces de neutralizarlo por completo antes de que suponga una verdadera amenaza para su vida, aunque será un proceso doloroso.

—Eso está bien. Se lo agradezco. Y lamento las molestias, pero favor deje que Momo descanse aquí un poco más.

—No hay problema. Parte del deber de Las Fausto es cuidar de las sacerdotisas, supongo…

Sicilia aceptó la petición de Menou sin señales de esperar algo a cambio.

—Y con respecto a la chica de la que estuvimos hablando el otro día… Akari Tokitou ha desaparecido. Dada la situación, puedo asumir que La Cuarta está involucrada.

—Yo también comparto la responsabilidad de eso. Aparté mis ojos de ella en el baile cuando apareció esa columna de fuego. Permítame ofrecerle mis más sinceras disculpas, y también un poco información.

—¿Consiguió alguna pista…?

—Más bien ella nos consiguió a nosotras. Ayer, un anciano perteneciente al círculo íntimo de La Cuarta se entregó. Insistió en que Manon Libelle se ha hecho con el control de la organización y está causando toda clase de desorden. No está del todo claro por qué Akari Tokitou ha desaparecido, pero dadas las circunstancias, es razonable suponer que Manon Libelle la secuestro.

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—…entonces es crucial que resolvamos esto lo más rápido posible. —Menou miró a Sicilia directamente a los ojos. —Solicito que establezcamos un bloqueo alrededor de la Isla Libelle. Con la evidencia que reunió mi asistente, no debería tener problemas. Aniquilaremos a La Cuarta ahora que sabemos que están reunidos todos sus ejecutivos.

Destruiremos a esta célula terrorista que estuvo infestando a Libelle desde sus inicios.

Ellos se las arreglaron para herir de gravedad a Momo—quien, a pesar de ser una ayudante, seguía siendo una joven con talento como Verdugo—y habían secuestrado a Akari, una Errante. Oficialmente se convirtieron en una amenaza de máxima prioridad, por muy apresurados que fueran los métodos.

Y lo que es más; la propia Menou no permitiría que siguieran adelante.

¿Cómo se atrevieron a ponerle una mano encima a mi única subalterna y asistente? ¡¿Qué creen que van a hacer con mi compañera de viaje—?!

Menou no dudaría en hacer pleno uso de su autoridad como Verdugo para destruirlos sin dejar rastro.

Y si no podía hacerlo sola, entonces utilizaría a su favor la autoridad de Sicilia como pastora.

—Una vez sitúen la Isla Libelle, me infiltraré en el castillo y capturaré a Manon Libelle junto a los demás líderes. Eso pondrá fin a todo esto.

Las pruebas que Momo había registrado fueron muy completas.

Tenía las fuentes de sus fondos, sus libros de contabilidad, una lista de miembros e imágenes de los experimentos que estaban perpetrando en el sótano. Hasta habían confiscado algunas pruebas físicas. Todo ello sería más que suficiente para justificar que las sacerdotisas de Las Fausto y los caballeros de La Nobleza hicieran un movimiento.

—…esto es inesperado. —Sicilia se quitó las gafas. Limpió los cristales y volvió a ponérselas. —Así que sí sabes depender de otras personas… a diferencia de Flare.

Menou parpadeó, desconcertada.

De repente recordó los acontecimientos en la antigua capital de Garm. A lo mejor se había dejado influenciar involuntariamente por las cosas que le dijeron aquel día.

—Pastora Sicilia… ¿conoce a mi Maestra?

—Sí, nos conocimos hace mucho tiempo. Me dijo en la cara que yo era un incompetente cuatro ojos. También la conocí a usted, en realidad… pero supongo que es lógico que no lo recuerde.

¿Qué había sucedido en el pasado? Menou no pudo leer ninguna emoción en particular en la expresión anodina de Sicilia.

—…hasta donde sé, fuiste criada por esa mujer. ¿Nunca sospechaste que yo estaba detrás de esto? ¿Me estás diciendo que ni una sola vez te has preguntado si podría ser yo quien moviera los hilos de todo este asunto entre bastidores?

—Por supuesto que sospeche.

Menou acababa de caer en una trampa durante el incidente con la arzobispa Orwell. Claro que no confiaría en otra persona sólo por ser miembros del mismo estamento.

Así que, naturalmente, se puso a investigar nada más llegar a la ciudad.

Considero las rápidas acciones de la pastora desde que comenzó todo el asunto y el hecho de que ya había hecho arreglos para cooperar con los caballeros. Trabajaba mucho y las otras sacerdotisas también confiaban en ella.

—Es por eso que mientras estudiaba el caso me puse a investigar, y determiné que eres digna de confianza. Pastora Sicilia, usted es una destacada sacerdotisa. Precisamente por eso le estoy pidiendo su ayuda.

—…gracias. —Era la primera vez que Sicilia le agradecía por algo. —En ese caso, ciertamente deberíamos ser capaces de lograr que la Orden de Caballeros coopere.

***

 

 

El único camino a la ciudad portuaria había sido cerrado.

En la Isla Libelle residían muchos de La Nobleza, así como todo lo que quedaba de La Cuarta. Con el camino cerrado, no habría ningún lugar adonde huir. Algunos ya se habían rendido, pero el resto se encerró en el Castillo Libelle.

—Bueno, esto es molesto.

Desde el castillo, Manon miró el bloqueo que les impediría llegar a tierra firme. Contrariamente a sus palabras, sin embargo, no se veía molesta o algo parecido.

En realidad, sonreía como si le complaciera todo el desastre.

Después de haber visto el bloqueo, Manon entró en la sala de reuniones para entretenerse con los miembros restantes de La Cuarta, quienes estaban aterrorizados. Esperaba un alborotó—pero lo que encontró en la sala de reuniones fue un silencio sepulcral.

—Oh, cielos…

Todos los miembros de La Cuarta en la sala estaban congelados en una postura antinatural. No se movían ni un centímetro, y los cubría un débil resplandor de Luz Guía. Su respiración y hasta sus latidos se habían detenido.

El tiempo mismo se había detenido para ellos.

Algo muy extraño está sucediendo. Aparte de las personas congeladas, Manon no tardo en percatarse de la presencia de otro individuo.

—Me alegra verla de nuevo, señorita Manon. Me gustaría hacerle algunas preguntas, si no es mucha molestia.

Se trató de Akari, quien salió de las sombras. Se había quitado la túnica de sacerdotisa de la noche anterior y ahora traía puestas sus ropas habituales.

Manon sonrió con frialdad.

—Bienvenida, señorita Akari. Por favor, tome asiento.

Recibió a la inesperada intrusa con los brazos abiertos, para sorpresa de esta. Akari frunció el ceño.

—¿…acaso no estas asustada?

—Para nada. Dices que deseas preguntarme algo, ¿no? ¿Lo único que tengo que hacer es responder con sinceridad? Pues yo no tengo nada que ocultar. ¡Hablemos, por favor!

Manteniendo la cautela, Akari se sentó en una silla. Confiaba en que podría detener a Manon si ella intentaba cualquier cosa. El poder del Tiempo casi nunca le fallaba.

Tanto si sabía lo que Akari estaba pensando como si no, Manon simplemente sonrió.

—Ahora, por favor, prosiga. ¿Qué es lo que querías preguntarme con tanta insistencia que incluso abandonaste tu lugar al lado de la señorita Menou?

—Anoche, me metí en tu habitación y en el despacho principal del castillo, pero no pude averiguar nada, así que te lo preguntaré directamente. ¿Cómo es que sabes quién soy?

—Porque me hablaron de ti. —Manon respondió sin esfuerzo alguno, en comparación con Akari, que formulaba sus preguntas con cuidado.

Pero su respuesta no pareció complacerla.

—Alguien… ¿te habló de mí?

—Me dijeron que hiciste Retroceder el tiempo del mundo.

La mirada de Akari se agudizó.

Al fin y al cabo, su habilidad era la Pureza Conceptual del Tiempo. Menou o Momo bien podrían ser capaces de deducirlo al pasar tanto tiempo con Akari, pero hasta ahí. Y sería totalmente imposible para ellas corroborarlo con seguridad.

Sin embargo, Manon reveló todavía más información.

—También mencionó que no fue cosa de una o siquiera dos ocasiones, sino que has invertido el tiempo del mundo un número considerable de veces. ¿Eso es correcto?

Estaba en lo cierto, aunque era imposible que lo supiera. No fue sólo una vez que Akari había Retrocedido la cronología del mundo. Fue a base de sus innumerables fracasos que el objetivo de Akari cambio a ‘ser asesinada por Menou’. Nadie más que Akari debería estar al tanto de esa información.

—¿Quién te dijo todo esto?

—Pandemónium. —Respondió Manon con toda la franqueza del mundo. —Si te dijera que he deshecho el sello que ha estado en esa neblina los últimos mil años, ¿me creerías?

—…lo dudo.

—¡Diablos, pero tienes razón! Tan solo te estoy tomando el pelo. Eso no es algo que alguien de mi nivel pueda lograr.

¡¿Entonces cuál es el sentido de hacerme creer que lo hiciste?! Akari seguía tratando de comprender los objetivos de Manon.

—No sé qué es lo que quiere lograr, señorita Akari, pero… bueno, imagino que es la primera vez que nos encontramos. A fin de cuentas, dudo que alguien como yo hubiera podido llegar hasta aquí si un empujón.

—…… —Akari asintió en silencio.

Los sucesos ocurridos en la ciudad portuaria siempre habían sido extremadamente menores a comparación de lo visto en esta repetición. Un pequeño grupo de Libelle que se hacía llamar La Cuarta se peleó con Menou y perdieron. Hasta ahí llegó todo. Menou ni siquiera preciso la ayuda de Momo para manejarlos.

Y por supuesto que nunca oyó hablar de esa tal ‘monstrina’.

Entonces, ¿cómo es que llego a convertirse en un incidente masivo en donde el grupo planeaba tomar la antigua capital con un pequeño ejército de humanos transformados en monstruos? Y Momo podrá ser lo que sea, pero el que acabase herida era un suceso serio.

—No conozco todos los detalles, pero sé que estás atacando a Menou para tomar venganza por lo que pasó con tu madre. No halle ninguna información en la oficina, pero antes de usar la Suspensión con estos señores, les oí hablar un poco de ello.

—¿Tomar venganza, dices…? —Manon ladeó la cabeza, pensativa, mientras Akari le lanzaba una mirada escrutadora. —Supongo que eso no es del todo falso. Pero distas un poco de la verdad, así que permítame explicarte con detalles. Verás, mi madre era una Perdida.

La afirmación de Manon hizo que Akari se congelara.

—¿Tu madre era…?

—Así es. Pero no fue invocada como tú. Ella vino aquí guiada por las estrellas–una Perdida en el sentido más puro de la palabra.

La madre de Manon fue una mujer que había llegado a este mundo por casualidad, en lugar de haber sido invocada por alguien como la mayoría de los Errantes.

—A lo mejor será porque están demasiado cerca del Pandemónium, pero es difícil percibir las perturbaciones en las venas astrales de Libelle. Lo que sí parece evidente es que Las Fausto no se dieron cuenta de la llegada de mi madre. Escuché que los miembros de La Cuarta estaban muy emocionados cuando sucedió. Encontrar a una Errante antes que Las Fausto es prácticamente inaudito.

Su voz no expreso ninguna mota de emoción evidente.

Los Errantes, a fin de cuentas, eran humanos con poderes extraordinarios. Y aquello sucedió en el apogeo de La Cuarta. Si conseguían que esta persona se uniera a ellos, tendrían un arma secreta importante a su disposición. Así que el Conde de Libelle la tomó bajo su custodia en secreto y le dio una posición social casándose con ella.

—En otras palabras, soy la hija del Conde de Libelle, una nativa de este mundo y una japonesa.

Sin embargo, el padre de Manon nunca le pidió que usara sus poderes.

¿Porqué?

La razón era sencilla: El uso de las Purezas Conceptuales erosionaba los recuerdos del usuario.

Y en algún momento del plan, el Conde de Libelle—se había enamorado profunda e irremediablemente de aquella japonesa Perdida a la que pretendían utilizar y desechar como un arma poderosa.

El solo pensar que ella podría olvidar alguno de los momentos que vivieron juntos le aterro hasta el alma.

De hecho, fue por influencia de su padre que Manon empezó a utilizar kimonos. El compraba todas las reliquias de la antigua civilización que podía encontrar. Por esa misma razón todos los objetos relacionados a la antigua civilización eran tan codiciados en Libelle, inclusive los que no pasaban de cachivaches.

Así que, en lugar de su esposa, empujó el papel de ser un arma a quien sería su única hija.

Si el hijo de un Errante lograba heredar su poder, entonces él podría convencer a los demás líderes de La Cuarta de que no era necesario que la madre de Manon utilizara su Pureza Conceptual.

—Esperaban que yo naciera con un poder similar al de mi madre, pero para abreviar la historia, ese no fue el caso. Incluso si hubiera nacido con alguna especie de Pseudo-Concepto en lugar de una Pureza Conceptual, entonces las cosas podrían haber sido diferentes… pero fui una niña bastante ordinaria.

Por lo tanto, las personas que la rodeaban se sintieron decepcionadas, y de vez en cuando susurraban entre ellos: —Qué pena. Es solo una niña normal.

Los chismes de los padres inevitablemente llegan a sus hijos, por lo que Manon no tardó en caer en el ostracismo de los demás grupos de niños. La Isla Libelle era pequeña, y la extensa familia Libelle representaba al menos la mitad de su población. Una vez que decidieron que era un fracaso, todos la rechazaron.

Y también es cierto que no se llevaron a Manon con ellos cuando la mayoría se rebeló contra sus padres por apoyar las creencias anticuadas de La Cuarta…

—Y lo que siguió entonces fue que una horrible visitante apodada Flare asesino a Mama frente a mis ojos. Simplemente por ser una Errante.

—¿…e hiciste todo esto sólo para llegar a Menou porque ella es la sucesora de la persona que mató a tu madre?

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—No, creo que esa ocurrencia en sí era inevitable. Yo amaba a mi madre, pero entiendo que la Iglesia afirme que las Purezas Conceptuales de los Errantes son peligrosas. Así que tenía mucho sentido que sintieran que debían matarla.

Fue el padre de Manon el que más lamentó la muerte de su madre. Manon aún recordaba vívidamente la angustia de su padre cuando su madre murió. Por eso, su estado mental había decaído desde entonces. Como hija única, Manon empezó a prepararse poco a poco para asumir sus funciones.

En el momento que su padre se derrumbó, se apresuró a aceptar la situación. No se sintió triste, ni siquiera por el hecho de no sentir nada al respecto.

Como siempre se había esperado de ella algo que no tenía, hacía tiempo que Manon había renunciado a esperar algo de los demás.

—Por lo tanto, mi venganza no va dirigida a Menou. Va dirigida a toda La Cuarta. —Manon señaló a los miembros congelados. —Quería que estos idiotas se dieran cuenta de lo impotentes que son. Los arrinconé para que fueran plenamente conscientes de lo insignificante que es su existencia. Y… sí, supongo que también pretendía convertirme en un tabú.

Akari frunció el ceño ante su última declaración.

—Eso es muy raro.

—¿De verdad? ¿En qué sentido?

—¿Qué quieres decir con ‘en qué sentido’? Por lo general, los tabúes no suelen ser más que un medio para lograr un objetivo. —Agregó Akari.

Por ejemplo, la arzobispa Orwell buscaba burlar al envejecimiento. Y el rey del Reino de Grisarika invocó Errantes para oponerse a Las Fausto.

Los tabúes son métodos; no un fin.

—…jaja. Supongo que tienes razón. —Manon rio con elegancia. Sonaba como si genuinamente se divirtiera por su ocurrencia. —Pero entre tú y yo, no deja de ser mi único deseo.

Había un cierto nihilismo en la voz de Manon que resultaba difícil de ubicar mientras miraba a Akari.

Sus respuestas estaban cargadas de cinismo.

—Las expectativas de los adultos pueden ser poco razonables. No importa lo que hagas, no te reconocerán a menos que estés exactamente en línea con lo que esperan.

Cuando Manon era joven, eso no tenía ningún sentido para ella.

Sobresalía más que cualquiera de los otros niños. Pero lo único que recibía a cambio eran suspiros de decepción. Por mucho que se esforzara, por mucho que tuviera éxito o por mucho tiempo que se preguntara qué estaba haciendo mal, seguían queriendo de ella algo que no se podía adquirir mediante el aprendizaje, hasta que un día su corazón se retorció, se deformó—y finalmente se quebró.

—Realmente, habría sido mejor si me hubiera rebelado contra ellos. Pero quería estar a la altura de sus expectativas. ¡Quería darles todo lo que querían! ¿No es eso normal?

Manon se levantó. Ante la confusión de Akari, sacó una píldora roja de su manga, la aplastó y cubrió su dedo con el polvo.

—Los niños no pueden evitar intentar estar a la altura de las expectativas que los adultos les imponen.

Posó la punta de su dedo sobre el suelo y dibujó una cresta con el polvo. La retorcida escritura roja parecía reflejar el estado de su desdichado corazón.

—Pues pongan atención. ¡Mi venganza es estar por fin a la altura de sus absurdas expectativas! ¿¡Nada mal para mi primera rebelión adolescente, eh!?

Una vez que dibujo la forma en el suelo, conectó la cresta con las personas que seguían congeladas.

Akari arrugó el ceño.

Ahora mismo estaban congelados por un encantamiento suyo. Ningún otro tipo de encantamiento debería poder afectarlos.

—Tal y como yo lo veo, las personas nacen dos veces. La primera vez es cuando salen de su madre y llegan llorando al mundo. Y la segunda vez es cuando dejan a sus padres y aprenden a valerse por sí mismos. Yo fui una niña, pero al convertirme en adulta, recuperaré la autoestima que me arrebataron. Sin embargo… hay un número sorprendente de personas que no son capaces de nacer esa segunda vez.

No logro convertirse en la persona que quería ser. Tampoco logro convertirse en lo que los demás esperaban que se convirtiera. A pesar de ello, se pulió a sí misma, conquistó su entorno y se convirtió en alguien más excepcional que cualquiera de los que la rodeaban—pero para Manon eso siguió sin ser suficiente.

—No tiene sentido seguir como estoy ahora. Así que me convertiré en un tabú.

Fuerza Guía: Sacrificio—Colusión Caótica, Pureza Conceptual [Mal]—Convocar [Encontré una diminuta sombra]

El círculo de invocación que había dibujado en el suelo produjo un Conjuro de Pecado Original.

La sombra de Manon empezó a perder su forma. Una a una, absorbió y descompuso a las personas que estaban bajo la Suspensión de Akari, como si devorara una presa.

Y, de hecho, realmente se los estaba comiendo. Se tragaba sus cuerpos, sus espíritus e incluso sus almas, absorbiendo su poder.

Los ojos de Akari se abrieron de par en par ante la espantosa escena.

—¿Cómo está sucediendo esto…?

Suspensión era un encantamiento que también protegía a su objetivo. Mientras el tiempo se detuviera para ellos, no podrían ser afectados por fuerzas externas.

Y, aun así, el encantamiento que acababa de ser conjurado se comía el poder que alimentaba la Pureza Conceptual de Akari y los utilizo como sacrificios.

Por un momento, Akari no pudo moverse. Nunca fue el tipo de persona que pudiera reaccionar rápidamente ante situaciones inesperadas. La razón por la que pudo actuar con tanta calma durante el incidente de Garm, por ejemplo, se debió a que sabía exactamente lo que iba a pasar. Ya lo había experimentado varias veces, así que confiaba en que podría salir adelante con la ayuda de su Pureza Conceptual del Tiempo.

Pero esta experiencia era totalmente nueva.

La escena desconocida frenó sus pensamientos. No era sólo que no supiera lo que estaba ocurriendo— sino que alguien con quien nunca había tratado en repeticiones anteriores quebró uno de sus encantamientos justo frente a sus ojos.

La sombra de Manon se tragó a todos los demás en la sala sin tener en cuenta la Suspensión.

—Parece que al final mi poder es mayor que el tuyo. —Manon sonrió satisfecha.

Tampoco es que Akari no se haya encontrado nunca con algo que sus encantamientos relacionados al Tiempo no pudieran afectar. En la sala ceremonial de Garm, la gota blanca no se había detenido ni siquiera cuando Akari utilizó la Suspensión. Pero ese líquido se extrajo del Crepúsculo Estelar; el lugar de uno de los Cuatro Mayores Errores Humanos… lo que significaba que este fenómeno que acababa de presenciar tenía un poder comparable.

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—Ahora bien, señorita Akari.

La sombra de Manon tomó forma física y comenzó a elevarse. Al sacrificar a las personas de la sala de reuniones, había obtenido acceso a un poder impío. Dicha sombra se enrosco alrededor de la pierna de Akari. Ella seguía sin poder moverse, con los pensamientos congelados por el imprevisto giro de los acontecimientos.

Manon sonrió dulcemente y abrió su abanico.

—Parece que tu tiempo se ha terminado.

Justo en ese momento, una daga voló en dirección al cuello de Manon.

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