Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 2

Capítulo 3: Despliegue de Sutileza Durante El Baile Nocturno

Parte 1

 

 

Jadeando pesadamente, Menou se desarropo con prisa.

Aunque anduviera en un estado de sueño profundo, ella era una Verdugo entrenada. Por supuesto que podría reaccionar con sus sentidos al máximo en el momento que percibiera algún peligro.

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Le pareció haber estado soñado con el pasado, pero los últimos rastros de su sueño fueron expulsados de su mente por la realidad. Rodó hacia un lado y se dejó caer por el borde de la cama. En el medio segundo que tardó en caer, se agarró con una mano para reducir el impacto y aterrizó ágilmente sobre ambos pies.

¿Me acaba de atacar algo? Levantó la vista hacia su cama y se quedó congelada por el asombro.

Algo pesado (con el potencial de aplastarla) había aterrizado justamente en el lugar donde había estado durmiendo tan plácidamente, y ahora ese algo rebotaba sobre la almohada.

BOING* BOING*

¿Es necesario decir que se trataba de Akari?

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—Aw, lograste esquivarme. ¡¡BUEEEEEENOS DÍAAAAAAAS, MENOU!!

¿Y esta idiota qué pretende? Tras lanzarse a la cama donde dormía Menou, Akari se sentó y saludó alegremente.

Menou, que seguía en posición de combate sobre el suelo, dejó escapar un suspiro y se enderezó. Se puso en alerta tan temprano en la mañana para nada. Sus hombros se hundieron y miró a Akari.

—¿Y eso a que vino, Akari? ¿Que no vez que casi me aplastas?

—¡Como! ¡¿Que?! ¡Eso no es gracioso, Menou! ¡¡NO ESTOY ENGORDANDO…!! ¿O-O sí?

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—No te lo voy a decir. Es importante que seamos conscientes de nuestros cuerpos.

—¡¿Queeeee–?!

Menou mantuvo una voz fría. Si algo surgió de la nada, eso fue el asalto sorpresa. Había sido atacada de repente mientras dormía. ¿Por qué no iba a estar un poco molesta? Se dio la vuelta con un “Hmph” y procedió a ir al baño para lavarse la cara y ponerse su túnica de sacerdotisa. Y considerando que en este hotel no había balanzas ni nada parecido, por supuesto no mentía. El único punto de referencia que tenemos en este viaje con respecto a nuestra salud somos nosotros mismos. Siempre hay que cuidarse.

Mientras Menou se cambiaba de ropa y se recogía el cabello con el listón negro, Akari se pellizcó el estómago con nerviosismo y soltó un suspiro de alivio.

—…qué diablos, estoy totalmente bien. ¡N-No me tomes el pelo así! No te querías despertar, así que pensé en ayudarte. ¡Eso es todo!

—¿Y no se te ocurrió otra manera de hacerlo?

—¡¡Sólo me dejé llevar por mis sentimientos de amor puro mientras pensaba en acurrucarme contigo en la cama y toquetearte un po–¡¿OW…?!

Menou no pudo continuar escuchando como la pecadora confesaba con una expresión tan mansa un intento de agresión sexual contra una sacerdotisa oficial, así que decidió darle un fuerte golpe en la frente seguida de una severa mirada de hielo.

Akari se agarró la cabeza, con lágrimas en los ojos.

—Wehhh… aunque me pareció un poco raro que nunca duermas hasta tarde.

—…es cierto. —Menou tenía mucho que pensar sobre la noche anterior.

Por lo que había oído después, los hombres que entregó a los caballeros se convirtieron como si nada en monstruos salvajes. Afortunadamente, los caballeros pudieron acabar con ellos antes de que cobrarán alguna víctima, pero ese no era el problema.

—Este trabajo se está convirtiendo en una molestia más grande de lo que esperaba.

—Oh, ¿cómo así?

—Estoy investigando una peligrosa droga llamada monstrina, verás… escucha, Akari. Si un extraño te da una píldora roja, asegúrate de no tragarla, ¿de acuerdo?

—He escuchado esta clase de pláticas en mi mundo, y me ofende el que pienses que aceptaría algo así…

Era seguro asumir que la transformación de los hombres en monstruos se debía a la monstrina.

Una característica peligrosa de los encantamientos basados en el Pecado Original era su capacidad para erosionar y apoderarse de materiales.

En otras palabras, si uno conseguía reducir el Concepto de Pecado Original a una especie de píldora, entonces sería posible transmutar el cuerpo de cualquiera que la consumiera.

En realidad, los usuarios de la monstrina no estaban siendo fortalecidos físicamente; el fortalecimiento sencillamente era el resultado de sus cuerpos siendo manipulados como materiales. Y si ese era el caso, puede que los de La Cuarta no estén usando la monstrina para intentar recaudar dinero, ya que, al hacerla circular por toda la ciudad, podrían transformar a todo el que la consumiera en abominaciones monstruosas y llevar a cabo un ataque terrorista a gran escala.

Eso explicaría la exagerada aparición de monstruos que estuvo sufriendo Libelle últimamente.

Cuando Menou se lo comunicó a Sicilia, ésta se puso a investigar de inmediato el estado de la distribución de monstruos y precedió a detener a todos los que pudieran haber consumido la droga. Afortunadamente, aún no había llegado al puerto, pero todavía quedaban muchas razones para preocuparse.

La escala de este incidente creció exponencialmente en tan solo un par de días.

—De cualquier modo, eso solo significa que tengo mucho más trabajo por delante…

—¿Hmm? —Akari, por su parte, simplemente inclinó la cabeza con curiosidad.

***

 

 

—¿Qué significa esto, Lady Manon?

Al comienzo de la última reunión de emergencia—se celebraban a diario desde la llegada de Flarette—los demás miembros de La Cuarta no se tardaron en señalar a Manon. Por lo general solo trataban su presencia en la mesa como una mera formalidad, pero ahora todos la miraban fijamente.

Manon parpadeó ante el sorpresivo (para ella) giro de los acontecimientos.

—¿Significar que?

—¡El ataque! ¡¡PUES QUE MÁS!! Que Kaiser fracasará es desafortunado, pero… ¡¿por qué se convirtió en un monstruo?!

—¿Kaiser…? —Las cejas de Manon se juntaron por un momento mientras indagaba en sus recuerdos.

¿Kaiser? Kaiser… ¿Quién era ese? El nombre le resultaba familiar. Definitivamente no era nadie importante, pero sospechaba que tampoco había de ser un completo desconocido.

Tras darle unas cuantas vueltas al nombre en su cabeza, consiguió hilar el recuerdo.

—Ah, sí, Kaiser. Ese Kaiser. ¡El señor Kaiser, por supuesto! Sí, ahora lo recuerdo. —Se dio una ligera palmada en la sien. Se trataba de ese hombre de gran complexión al que convirtió en un monstruo ayer por la tarde, cuando su ataque sorpresa fracasó.

¡La cosa fue tan ridículo que lo olvide por completo! Complacida consigo misma por haber recordado, Manon junto sus palmas y sonrió.

—Sí, mira. Andaba de pasada por ahí. Eso es todo.

—¿Disculpe…?

—Lo que sucede es que, por pura casualidad, me encontraba en la zona durante el momento del ataque. Sería problemático para todos que Kaiser-san regará información valiosa, ¿no es así? Así que, como miembro de La Cuarta, decidí tomar medidas preventivas. ¡No tienen que agradecerme!

Manon sonrió, y los otros ejecutivos de La Cuarta se quedaron atónitos en silencio.

Sus expresiones no eran de reproche a Manon, o al menos no del todo. Parecían estar intentando, sin éxito, averiguar cuál sería la mejor manera de dirigirse a ella.

—…lady Manon. Usted fue quien propuso por primera vez la idea de distribuir la monstrina, ¿no es así?

—Eso es correcto.

—La monstrina es increíblemente adictiva, y sus usuarios se sentirán eufóricos. Eso es lo que nos dijo cuándo trajo el Recipiente Guía.

—¿Pues sí? La droga que hemos estado distribuyendo ha sido adaptada para tener esos efectos, así que funciona tal y como debería funcionar.

—Distribuirla por toda la ciudad nos dará acceso a la antigua capital. Y de ser necesario, incluso podríamos utilizar a los ciudadanos que la han consumido como rehenes para retener a Las Fausto. Como último recurso, también dejamos sobre la mesa la posibilidad de convertirlos en monstruos para aumentar nuestro número de peones en caso de una batalla frontal. ¿No es eso lo que nos dijo?

—Creo que sí…

Decir que todos los presentes se habían tomado a la joven Manon Libelle demasiado a la ligera sería quedarse cortos. ¿Pero quién los culpa? Si los miembros de La Cuarta en Libelle eran su mayoría amigos y parientes de la Familia Libelle. Como conocían a Manon desde que usaba pañales—y dado el hecho de que ella no mostraba señales de tomarse en serio la causa—lo natural es que la vieran como una niña medio impertinente.

Pero ahora, empezaban a darse cuenta de su error.

—¡¿Entonces por qué Kaiser se convirtió en un monstruo?! ¡No tiene sentido!

—¡Ahhhhhh! ¡Entiendo! ¡Ya veo cual es la confusión!

Aunque los miembros de menor rango en la organización ignoraban cuales eran los riesgos de la droga, era bien sabido por los lideres aquí presentes que la sensación de omnipotencia y el cuerpo musculoso sólo es un efecto secundario de la lenta transformación física en monstruos.

Entonces, ¿porque Kaiser, quién era un miembro de alto rango—y, por consiguiente, conocía los riesgos y nunca utilizaría esa droga en sí mismo—se transformó en un monstruo?

La razón era sencilla.

Con su abanico, Manon señaló la comida sobre la mesa.

—Sí, verán, ¡estuve mesclando un poco de monstrina con la comida!

Esa fue una de las razones por las que llegaron a una conclusión tan irracional en la reunión de ayer.

Todos los demás habían consumido monstrina a través de la comida. La intoxicación resultante y la sensación de poder inflado fue lo que les llevó a decidir un ataque tan imprudente y a actuar de inmediato.

—¡¡¿–?!!

Gritos de rabia llenaron la habitación.

Después de todo, Kaiser se transformó en un monstruo y arremetió sin ninguna precaución contra un grupo de caballeros.


Además de declarar inequívocamente que fue ella quien lo convirtió en un monstruo, Manon acababa de revelar que todos ellos también habían tomado la droga. La aterradora constatación de que cualquiera podría convertirse en una abominación ahora les carcomía los nervios.

—¡¡MALDITA SEAS!! ¡¡¿EN QUÉ DEMONIOS ESTÁS PENSANDO–?!!

—Silencio, por favor. —Ella sacó una píldora roja de su manga.

Fuerza Guía: Sacrificio—Colusión Caótica, Pureza Conceptual [Mal]—Convocar [Cuerda de Salto Enredada]

La sonrisa tranquila de Manon no vaciló. La píldora roja desapareció de la palma de su mano.

—¡¿…?!

Esta vez, los gritos fueron de sorpresa.

Uno de los miembros sentados en la mesa redonda—la mujer—tenía los brazos torcidos. Los huesos le crujían. Sus articulaciones se doblaron en ángulos aparentemente imposibles. Como si se tratara de una cuerda toda enmarañada, ambos brazos comenzaron a enrollarse lentamente alrededor de su propio cuello para estrangularla. Y en un acto de pura desesperación, levantó sus pies para intentar encajarlos entre su cuello y sus brazos. Mientras se enroscaba y agitaba las piernas, se veía como una hormiga luchando para no ahogarse.

—Ah… brghh…

Finalmente, la mujer se asfixió y dejó de moverse por completo.

—Si ya acabaron, ¿hay alguna otra queja? ¡Los escucharé si mantienen un orden!

La sala de reuniones se sumió en un silencio sepulcral.

Sin embargo, luego de un minuto que se sintió eterno, el anciano que dirigía las reuniones saco coraje para hablar por todos.

—…con qué cara. No eres más que una fracasada que ni siquiera consiguió heredar el poder de su madre… ¿También es obra tuya que el Conde de Libelle esté postrado en su cama?

—…qué grosero. Les consta que siempre he sido un encanto de hija. ¡Fui demasiado obediente, diría yo! —Manon se encogió de hombros. —En realidad, la cuestión es bastante simple. Yo les ofrecí la monstrina con la intención de tomar prestado su poder para llevar a cabo mi venganza, así que quería que la consumiera el mayor número de personas posible.

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—¿Venganza, dices? —El rostro del anciano se curvo por la sorpresa. —Pero el Conde de Libelle nunca… Espera. ¡¿No me digas que vendiste nuestra organización a manos de un forastero?!

—¡¿Que yo vendí–?! ¡¡POR DIOS, VIEJO!! ¡¿Quién en el mundo sería así de generoso como para absorber una organización tan inservible?! —Manon sacudió la cabeza, sorprendida de que los miembros de La Cuarta siguieran considerándose tan valiosos. —Todo esto fue obra mía.

—¡Tonterías! ¡¡COMO SI UNA NIÑA COMO TÚ PUDIERA TRAZAR UN PLAN TAN GRANDE POR SU CUENTA!! ¡¿Quién está realmente detrás de esto?!

El anciano se acaloró todavía más.

Lo peor es que no estás del todo equivocado. A Manon le pareció sorprendente como el viejo estaba tan cerca de la verdad, pero al mismo tiempo completamente fuera de lugar.

—Flarette está aquí… la aprendiz de Flare, quién acabó con la vida de mi madre. Esa horrible mujer que la mató por ser una Perdida… como hija, es natural que responda como es debido, ¿no…?

Mirando fijamente a los pálidos miembros, Manon continuó sin importarle nada.

—Hice algunos arreglos para el baile que tendrá lugar mañana por la noche en el Castillo Libelle. Ni se les ocurra faltar.

No le importaba lo que alguno de ellos pensara.





Porque la venganza en esta operación era cosa de Manon, y solamente de Manon…

***

 

 

El sol poniente proyectaba un rojo intenso sobre el paisaje. En esta ciudad portuaria, el viento cambiaba según la hora del día, y el atardecer se reducía a una ligera brisa en dirección al mar.

Dentro de un callejón ofuscado por las sombras de los dos edificios que lo conformaban, un hilo de sangre fresca surcó el aire.

—¡Gah!

Aquel alarido temeroso provino de un joven aspirante a pandillero de La Nobleza.

Chicos como estos los encuentras en cualquier mundo. Dado que la vida pacífica les resultaba demasiado aburrida, se agrupaban en busca de emociones fuertes, cometiendo actos delictivos siempre que pudieran escapar de la mirada atenta de los caballeros y las sacerdotisas.

A decir verdad, eran la personificación misma de la indiscreción juvenil. Y aunque por lo general los encontrabas desbordantes de confianza y fanfarronería sin fundamento, en este momento, todos estaban cubiertos de cortadas y con sus rostros exudando miedo.

De pie delante de ellos se hallaba una chica cuya lindura estaba completamente fuera de lugar.

De baja estatura y vestida con una túnica blanca de sacerdotisa, su cabello rosa estaba atado en dos coletas con listones a juego, y se dirigió a los jóvenes con un tono leve.

—¿Ya están listos para confesar?

Se trataba de una chica fundamentalmente diferente a las sacerdotisas que conocían. Era violenta, sin una pizca de piedad ni vacilación en sus acciones. Y, sobre todo, el arma que empuñaba era indescriptiblemente desagradable.

Una sierra de afrontamiento.

Los jóvenes ya tenían laceraciones por todas partes. Y no es que las heridas fueran especialmente profundas; después de todo, sería difícil infligir un daño grave a una persona blandiendo una hoja tan fina y flexible.

Pero eso no cambiaba el hecho de que eran muy dolorosas.

Como esa herramienta no estaba pensada para cortar, sino para serrar cosas, provocaba un dolor burdo que atormentaba el cerebro. Por lo general, una pelea daría a estos jóvenes un poco de emoción, pero el dolor de la sierra de afrontamiento se apresuró a aplastar sus anhelos de batalla.

—…para empezar, ¿quién demonios eres tú? ¿¡Y exactamente qué quieres que confesemos!?

—Pensé que ya se los había explicado… — Poniendo los ojos en blanco ante los adolescentes aturdidos, Momo volvió a explicar. —Busco a los miembros de La Cuarta operando en esta mugrienta ciudad. Y lastres de la sociedad como ustedes deben ser el público objetivo al que ellos apuntan con su droga de porquería, ¿o me equivooocó? Ya no perdamos el tiempo y denme toda la información que tengan, conejillos de indias sobre desarrollados.

—¡N-No sé de qué estás hablando!

—No me mientan, por favor. —Momo entrecerró los ojos y blandió la sierra de afrontamiento. El agudo SUISH* resultante de cortar el aire hizo temblar a varios de los chicos.

Aunque sus heridas fueran poco profundas, la sensación de un serrucho lijando la piel de uno provocaba un cierto temor primario. Y ellos ya habían sido cortados varias veces. Momo no dudaba de que algunos acabarían traumatizados de por vida.


Solamente con ver la sierra balanceándose como un látigo era suficiente para drenar la sangre de sus rostros.

Pero sus espíritus rebeldes todavía no se habían aplacado del todo. Uno de ellos incluso llego a la conclusión de que no podría cortarlos con demasiada severidad. Levantó el puño y cargó contra Momo en un ataque suicida. Y en realidad, su juicio no fue del todo erróneo. En la mayoría de los casos, apretar los dientes y aguantar el dolor mientras te abalanzas contra un oponente pequeño armado con nada más que una sierra de afrontamiento seria el modo de proceder ideal.

Sin embargo, la irritada sacerdotisa de pelo rosa se limitó a fruncir el ceño.

—Dios santo, sí que eres molesto.

El chico que cargaba se encontró con una patada giratoria que le hizo volar.

Luz fosforescente iluminó el oscuro callejón. Un rápido e instantáneo Incremento potencio su patada hasta el punto de darle una fuerza increíble para alguien de su estatura.

El joven se estrelló contra una pared y se desplomó en el suelo, donde cayó gimiendo y sin poder levantarse. Los ojos de la chica se mantuvieron completamente fríos mientras se acercaba a él.

—Esto ya está empezando a volverse una molestia para mí. ¿Será que si te corto un brazo como ejemplo los demás serán más cooperativos?

No estaba hablando por hablar. La chica envolvió la sierra de afrontamiento alrededor del hombro izquierdo del chico. Él luchó por alejarse, pero ella lo inmovilizo de tal manera que no logró moverse.

—¡P-Para…! ¿¡De verdad piensas que podrás salirte con la tuya!?

—¿No puedo? ¿Realmente le importaría a alguien que yo limpiara la basura de un callejón oscuro?

No había ninguna duda en su voz. La fría amenaza hizo que los jóvenes sintieran escalofríos.

—En el mejor de los casos, los ciudadanos comunes a los que siempre molestan se sentirán más tranquilos. Ni siquiera los de la Orden de Caballeros se molestan en investigar seriamente esta clase de incidentes. Simplemente asumirán que se murieron como una banda de estúpidos luego de que llevaran demasiado lejos alguna de sus riñas con otro grupo. “Sin testigos ni sospechosos, ese sería el final”, ¿no es como ustedes dicen? Por eso es importante tener cuidado de cómo te retratas en el día a día.

—¡P-Pero eres una sacerdotisa! ¡¡N-NO PUEDES MATARNOS, ASÍ COMO SI NADA!!


—¿Quién saaaabe? Tan solo soy una inocente y adorable sacerdotisa errante en medio de su peregrinación, y solamente me quedaré en esta ciudad por unos días. Aunque me descubrieran, Las Fausto no se preocuparían por lo que una de sus agentes haga en una ciudad diminuta como lo es Libelle. ¡En todo caso, hasta podrían alabarme por sacar la basura!

No había ni el más mínimo rastro de conciencia en su tono. Su crueldad iba más allá de cualquier delincuente de la calle y distaba muchísimo de la imagen que tenían de las sacerdotisas ordinarias.

Eso solo los aterrorizo todavía más.

—…maldita sea, ¡¡YA CUÉNTEME TODO LO QUE SABEN DE UNA VEZ!! ¡Realmente no estoy de humor para escuchar a unos hombres chillando como perras!

—¡P-Para…! ¡Nosotros no tenemos nada que ver con La Cuarta! ¡Y tampoco queremos acercarnos a ellos! ¡N-Nos dijeron que no consumiéramos esa mierda! ¡¿Cierto, chicos?! ¡¡ES LA VERDAD!!

—Ya veo…

Y así, el más grande de los sujetos rompió en llanto. El miedo debió haber sido demasiado para el hombre; torrentes de lágrimas y mocos empezaron a inundar su cara. Definitivamente no parecía una actuación. Puede que esté diciendo la verdad, pensó Momo, pero ser amable con la basura no la beneficiaría a ella ni a Menou de ninguna manera, así que determino que lo mejor sería serrarle el brazo por si las moscas.

—Bueno, aprieta los dientes~

—¡¡MALDITA!!

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Momo agarró los dos extremos de la sierra y le pisó el hombro para sujetarla, lo que provocó un grito más fuerte.

—¡Si nuestro líder estuviera aquí, ya estarías muerta!

—¿Líder…?

Justo cuando Momo iba a empezar a serrar, las palabras del delincuente llamarón su atención. Si todavía pensaban que su líder podría ayudarles en una situación así, debían tener una cantidad considerable de fe en quienquiera que fuera.

Esto es perfecto.

Este supuesto líder probablemente podría darle mejor información que estos rufianes de segunda. Momo decidió extraer la ubicación de esta persona por medio de su sierra—pero se distrajo antes de poder usarla.

—¡Por aquí! ¡Esta extraña sacerdotisa apareció de repente y empezó a atacarnos sin ningún motivo!

Al parecer, uno de los delincuentes que había huido fue en búsqueda de este ‘líder’ para pedirle ayuda.

¡Todavía mejor! Momo se giró en dirección a la voz. Sea el desgraciado que sea, probablemente tenga información más útil que estos idiotas.

Momo sonrió de forma siniestra,

Sin embargo, la sonrisa se congeló en su rostro.

Oyó unos pasos que resonaban con fuerza incluso en el exterior.

Entonces apareció alguien con una presencia abrumadoramente poderosa.

Era una mujer lo suficientemente alta como para estar a la altura de cualquier hombre, con su cabello rubio teñido de rojo arrastrándose tras de sí. Sus apuestos rasgos eran a la vez salvajes y refinados. Y la cantidad de piel que dejaba al descubierto su anguloso vestido de espalda abierta, aunque excesiva, era algo que se mantenía en pie con orgullo, como si quisiera presumir su belleza física.

—Sinceramente. Sea quien sea esa diabla, no permitiré que haga estragos en–¿oh?

Se trataba de nadie más que la resucitada Ashuna Grisarika, cuyos ojos brillaron cuando se posaron en Momo.

—¡Ooh! ¡¡PERO SI ES MOMO!!

Sin mediar palabra, Momo cargó su sierra de afrontamiento con energía.


Fuerza Guía: Conectar—Sierra de Afrontamiento, Cresta—

—Si nos encontramos de nuevo en un lugar como este, realmente debe ser el dest–

Conjurar [Oscilación]

—¡HASTA AQUÍ LLEGASTE, PRINCESA-CHAMA!

Chillando con una emoción tan intensa que su calma hasta ese momento se sintió como el recuerdo difuso de un mundo distante, Momo se lanzó hacia adelante y blandió su sierra vibratoria de afrontamiento como un látigo con dientes.

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