Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 2

Capítulo 1: Ciudad Portuaria de Libelle

Parte 1

 

 

Ocupando su respectivo trono en la bóveda celeste, el sol dejo caer sus rayos sobre la tierra. La luz del rey ilumino las desoladas ruinas de lo que solo podría ser descrito como un desierto cenizo. Cada ráfaga de viento arrastraba consigo la arena y hacía mucho que toda la vegetación se había marchitado, por no decir que el agua potable era tan escasa que hasta el oxígeno se sentía seco.

A simple vista, estaba claro que sería difícil para cualquier ser vivo llamar ‘hogar’ a este paramo inabordable.

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Se trataba de una de las zonas conocidas como Frontera Salvaje.

No había mucho de interés que destacar. Las nubes de polvo se extendían por el horizonte. Era un entorno duro que pocas personas se atrevían a pisar; simplemente un páramo ruinoso y acabado que separaba un país protegido del otro.

Sólo un camino lo atravesaba, subiendo una pequeña colina. Aunque tampoco se podría decir que estuviera bien mantenido; en todo caso, era una excusa de camino tan triste que bien podríamos llamarlo un sendero desgastado en medio de la nada.

Dos chicas caminaban por este sendero.

Una de ellas era una joven de aspecto maduro y rasgos encantadores. Una larga cinta negra para el cabello sujetaba su elegante coleta, y llevaba la característica túnica añil de una sacerdotisa. La profunda abertura en el lado derecho de su falda dejaba al descubierto su pierna junto con unas botas de cordones que le llegaban hasta las rodillas.

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Sus pasos eran rápidos y seguros. Esta joven parecía bien acostumbrada a viajar y no mostraba señales de agotamiento.

La otra chica, en cambio, tenía un rostro más infantil.

Su cabello negro parecía enredarse alrededor de sus hombros. A simple vista, su busto era uno de sus rasgos más prominentes, incluso estando completamente cubiertas. Sus pasos eran un poco inseguros. Al notar que el cansancio la agotaba, la otra chica acortó su paso para igualar al de su compañera.

Las dos llevaban capas a juego para protegerse del sol, entre otras razones. Mientras caminaban por el sendero en silencio, una de ellas murmuró para sí misma:

—…mi alma ya no puede con esto. ¡Si doy otro paso más, moriré…!

—Si eso fuera cierto, ni siquiera podrías quejarte. —La joven de porte maduro derribó a la chica con cara de niña.

No era la primera ni mucho menos la segunda vez que hacía una declaración de ese tipo. En realidad, se quejó innumerables veces en el transcurso de lo que va del viaje. La fría respuesta de su compañera parecía implicar que ya no valía la pena tomar en serio sus gemidos.

Sin embargo, la chica con cara de niña no se desanimó en lo más mínimo.

—Hee-hee, tal vez tengas razón, Menou. Si realmente no pudiera seguir, supongo que tampoco tendría suficiente energía para quejarme. ¿Quieres saber por qué todavía me queda un poco de energía a pesar de este horrible viaje?

—¿A lo mejor será porque esas jorobas que llevas por tetas almacenan humedad?

—¡Por supuesto que no!

La respuesta de la chica llamada Menou indicaba que claramente no le quedaban ánimos ni para pensar una respuesta. La otra chica levanto sus puños.

—¡Menou, pervertida! ¡Resérvate ese tipo de comentarios para cuando lleguemos a la siguiente etapa de nuestra relación!

—Lo lamento, Akari. No volveré a decir algo así.

—La expresión de Menou se tornó en un suspiro alargado. Ella inclinó su cabeza de inmediato. —Me disculpo desde el fondo de mi corazón. Admito que fue un comentario de mal gusto, pero por lo que más quieras, ¿podrías tú también guardarte tus ridiculeces?

—Aww… ¿por qué estás siendo tan fría?

Por alguna razón, la disculpa de Menou fue recibida con desagrado.

La chica llamada Akari sonaba genuinamente irritada mientras se acercaba a Menou.

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—¿No quieres estrechar tu relación conmigo, Menou? ¡Pero que muchacha más mezquina!

—¿Es imposible para ti caminar en silencio…? — Menou miró al cielo, lamentando el hecho de que hablar con su compañera de viaje fuera como hablar con una pared de ladrillos.

El viaje a través de las fronteras por esta ruta de peregrinación seria largo y laborioso.

En este continente, prácticamente todos los países limitaban con alguna Frontera Salvaje. El terreno escarpado sólo podía atravesarse a pie por este camino implacable. Y como si caminar por estos territorios no fuera suficiente suplicio, el hecho de que fuera tierra de nadie significaba que también habría forajidos. Además, los animales salvajes, los monstruos de todo tipo y los Soldados Sortílegos de la Frontera Salvaje del Este podrían atacar en cualquier momento.

Los viajeros caminaban a pie en medio de estas amenazas.

Recorrían el camino por la mañana y llegaban a una zona de alojamiento por la tarde. Allí, podrían ocuparse de sus pertenencias, lavar su ropa, comprar provisiones, prepararse para la jornada del próximo día e ir a la cama en cuanto se ponga el sol. Luego se levantaban al amanecer de la mañana siguiente y repetían el proceso.

En una ruta de peregrinación, todos los aspectos de tu vida giraban en torno a mantener la caminata. Y a excepción de las partes más intrincadas del sendero, dichas caminatas debían continuar hasta en los tiempos de lluvia. Se decía que este estilo de vida sencillo, donde únicamente se podía avanzar, purificaba todo lo superficial del alma y el espíritu. Por eso, atravesar la Frontera Salvaje era considerado una peregrinación y tenía un significado espiritual para las del clero.

Habían pasado dos semanas de un viaje que hasta la más dura de las sacerdotisas consideraría un reto, pero la chica que estaba junto a Menou se mantuvo tan parlanchina como siempre, para sorpresa de ésta.

—¿Oye, Menou? ¿Me oyes? ¡Sabes, me duele que me des la espalda! ¿No has oído nunca el refrán “la palabra es de plata, el silencio es de oro”? Significa que estar callado es importante, pero también tiene valor hablar. En conclusión, ¡hablar es divertido!

—Bien, bien. Tan solo tengo que escucharte, ¿no? Una vez que hayas terminado, ¿podrías callarte, por favor? —Menou finalmente cedió cuando Akari sacó a relucir un proverbio anticuado para respaldar su argumento sin fundamento. De mala gana, hizo la pregunta que Akari quería oír. —¿Y bien? ¿Por qué aún te quedan energías?

—Es obvio. ¡Porque tenerte a mi lado es como un oasis para mi alma!

—Te juro que… —Menou suspiró.

Impresionante. Esperaba una respuesta melosa, pero de alguna manera consiguió superar mis expectativas.

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Dado que tan solo llevaban tres semanas de conocerse, el apego que siente Akari por Menou era incomprensible, en el mejor de los casos. A sido una pegajosa desde el mismísimo primer encuentro, y eso no ha hecho más que agravarse. A estas alturas, Menou ya estaba desistiendo de su idea de tratarla con formalidad.

—¿Podrías buscar una forma de ser más autosuficiente? En serio. Cuando estoy contigo, siento como si… no sé. Como si absorbieras toda mi energía o algo así.

—¡Lo lamento, pero no puedo! ¡Necesito vitamina Menou para vivir! ¡Solo puedo obtenerla de ti! ¡No hay de otra! ¡Me marchitaría!

—Lo dudo mucho… ¿No has vivido cómodamente los últimos dieciséis años sin conocerme?

—No recuerdo nada antes de llegar a este mundo.

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—Oh…

Habían pasado más de dos semanas desde que partieron de la antigua capital de Garm y comenzaron su viaje por la Frontera Salvaje.

Existían dos métodos para cruzar este paramo.

Uno de ellos era caminar por la ruta de peregrinación. Aunque la Frontera Salvaje no estaba desarrollada, la ruta tenía un camino claro y paradas regulares de descanso a lo largo del sendero, por lo que era relativamente seguro. Sin embargo, siempre estaba la opción de atravesarla de lleno, pero hacer algo así sería mucho más peligroso. Los que optaban por la segunda opción con el fin de encontrar reliquias de la antigua civilización y realizar demás trabajos relacionados eran los llamados aventureros.

—Este es nuestro momento, Menou. —Apeló Akari. —¡Somos chicas jóvenes en la flor de nuestra juventud, así que tenemos que vivir el presente! ¡No tiene sentido mirar al pasado! ¡¡TENEMOS QUE CAMINAR HACIA EL FUTURO!!

—¿Cómo esperas preparar el futuro si no analizas el pasado?

Su optimista viaje a través de esta tierra de nadie había andado bien en general, a excepción de algunos pequeños contratiempos. Y en el transcurso de esas últimas dos semanas, Menou había aprendido cómo lidiar con Akari.

Tan solo tengo que abordar sus sentimientos de la misma forma que trato a Momo.

Siendo francos, Akari era un estorbo, a diferencia de la fiel asistente. Lo que significa que la mejor manera de tratarla era ser aún más fría y contundente que con Momo en su estado más excitado.

Así pasaron los días en donde las dos no hicieron más que caminar por el sendero—pero eso estaba a punto de terminar.

—¡Ooh!

Las dos habían llegado a la cima de la colina. La vista se abrió, y Akari exclamó encantada por el panorama.

Un mar azul intenso se divisaba en el horizonte.

—¡Menou, mira! ¡Es el océano! ¡Y barcos! ¡Y una ciudad!

—Aja. —Menou sonrió.

A ella también le llego la sensación de logro. Su cuerpo estaba agotado (ni hablemos de su espirito) pero una vez que llegaran a la meta, todas las penurias se transformarían en plenitud.

Al pie de la colina se hallaba una ciudad costera. El contorno marrón rojizo de los edificios era decididamente irregular. Y la brisa salada del mar había desgastado los acantilados hasta darles una forma extraña.

—Eso que vez ahí es Libelle–nuestra próxima parada.

La ciudad portuaria de Libelle.

Se trataba de la única ciudad a la que se podía llegar partiendo de la frontera del Reino de Grisarika desde la antigua capital de Garm teniendo solo dos semanas. Libelle no era tan próspera como la famosa ciudad turística de Garm. Aunque era una ciudad portuaria, servía principalmente como puerto pesquero, por lo que su escala económica era relativamente limitada.

Menou miró en dirección opuesta a la ciudad, de vuelta al camino que recorrieron.

Era la segunda vez que hacia este viaje. En su juventud, lo realizo acompañada de su maestra y mentora—Flare.

—Mira. El océano. —Comento Flare en su momento.

—Sí, señora.

La vista familiar y el aroma del mar debieron refrescar su memoria, porque una conversación que tuvo en ese mismo lugar se reprodujo en su mente.

—…venga. Es el océano.

—Cierto, señora.

—Es la primera vez que lo ves, ¿no?

—Sí, señora.

—¿Y bien? ¿Qué te parece?

—Que es enorme.

—¿Eso es todo?

—Y azul.

—…cielos, eres una aburrida. 

Siendo como es ahora, Menou por fin comprendió cómo debió sentirse su maestra cuando hizo ese comentario.

—Puedo jactarme de haber sido un encanto de niña, pero… tenía ese tipo de lado, supongo.

—¿Qué pasa?

—Oh, nada. Sólo estaba pensando en el pasado.

—Menou entrecerró los ojos, divisando algo más importante.

Miró el enorme mar hacia el horizonte. A lo lejos, una mancha blanca era débilmente visible. Siguiendo la mirada de Menou, Akari también se fijó en ella.

—Oh, ¿hay algunas nubes sobre el océano? — Comentó Akari. —Si se avecina un mal clima, será mejor que nos demos prisa en llegar a la ciudad.

—…no. Esas no son nubes. —Cuidando de mantener su tono firme, Menou la corrigió. —Hay neblina sobre el mar.

—¿Neblina?

—Sí.

Como estaban en una zona algo elevada, podían ver un manto blanco sobre el horizonte, lo suficientemente denso como para confundirse con una nube. Su presencia permanente no tenía nada que ver con el clima o las corrientes. Se debía a que la más temible de las existencias estaba sellada en ese lugar.

Error Humano.

La causa de una de las grandes catástrofes que asolaron este mundo estaba atrapada en su interior.

La ciudad portuaria se hallaba en el extremo sur del continente, más cerca del lugar donde se produjo uno de los Cuatro Mayores Errores Humanos: El Pandemónium.

***

 

 

La sede de la iglesia reposaba en un terreno elevado que dominaba toda la ciudad.

Libelle se ubicaba en el Reino de Vanira, al sur de Garm, la antigua capital del Reino de Grisarika.

Una vez que Menou completó el control de inmigración necesario para entrar en la ciudad, se dirigió a la iglesia. En cuanto solicitó los fondos, la pastora quiso hablar con ella.

Esto formaba parte del rol de Menou como Verdugo. Por supuesto que Akari no podía involucrase, así que sentó a la chica en un banco y le habló con seriedad.

—Tengo que saludar a la pastora a cargo de esta iglesia. Espera sentada en la capilla, ¿de acuerdo? No hables con extraños ni me sigas. ¿Entendido?

—Okay. Está bien, Menou. Pero…

—¿Pero?

—¿A qué viene esto?

Después de que Menou se dirigiera a Akari como si estuviera instruyendo a una niña de cinco años, Akari levantó la mano para señalar el objeto que tenía enrollado en la muñeca.

—Es una cuerda.

—Respondió  Menou con calma.

La boca de Akari se movió para repetir la palabra cuerda, pero no salió ningún sonido. Por cierto, Menou sostenía el otro extremo.

Akari tenía la tendencia de alejarse si algo llamaba su atención. Era el blanco perfecto para un secuestro. Incluso en la ruta de peregrinación, se las arregló para causarle a Menou muchos problemas.

Así que, tal y como había amenazado alguna vez, Menou la amarro.

Y desde luego que no lo hizo de forma figurativa.

—No puedo confiar en que esperes pacientemente por tu cuenta. He aprendido la lección. Cada vez que te quite la vista de encima, me aseguraré de tenerte bien atada.

—¡V-Vamos, Menou! —Akari recobró el sentido con un sobresalto y empezó a luchar contra la cuerda.

Se llevó la mano al pecho y levantó la voz lo suficientemente alto como para que todos la escucharan. —¡No delante de otras personas! ¡Guarda las ataduras para cuando estemos a solas! ¡Sé que estamos unidas por la cadera, pero no estoy preparada para hacer estas cosas en público! ¡Es vergonzoso!

—¿Podrías callarte, por favor? —Menou la miró con una sonrisa tranquila pero escabrosa. —Tienes que aprender a ser consciente de ti misma. Si sigues actuando así, enrollare una alfombra a tu alrededor y te arrastrare lo que resta del camino, ¿entendido?

—¡Digo no a la violencia! ¡Sé más suave conmigo! ¡Todo lo que quiero es tu amor, Menou!

—Entonces será mejor que te comportes.

—¡¿Así que si me comporto conseguiré tu amor y afecto?!

—Sobre mi cadáver.

Cualquiera podría suponer, a partir de este intercambio, que sólo estaban haciendo bromas entre amigas.

Sin embargo, estaban en una iglesia. Como sacerdotisa, Menou no podía soportar la actitud de Akari y la agarró por los hombros para darle un severo sermón.

—Escucha. Siéntate ahí en silencio y espera, ¿de acuerdo? Eso es todo lo que tienes que hacer. Hasta una niña de diez años podría hacerlo, así que una muchacha sobre-desarrollada de dieciséis puede arreglárselas, ¿no?

—Menou, te preocupas demasiado. ¿No podrías al menos aflojar un poquito la cuerda?

—Oh, sí que me preocupo. A veces, eres tan inconsciente del peligro que en serio me preocupa que en el fondo seas una niña de diez años. Si demuestras que puedes esperar esta vez, no tendré que atarte más. ¿Entendido?

—De verdad que no confías en mí… —Akari se desplomó.

Menou la dejó allí tirada y se dirigió al santuario interior de la iglesia.

***

 

 

Todas las iglesias tenían una distribución similar, aunque contaban con algunas pequeñas diferencias estéticas que las adaptaban al paisaje de su respectiva ciudad.

Menou llegó al despacho del párroco y llamó a la puerta.

—Pase.

—Disculpe. —Menou entró en la habitación. Sentada en el escritorio estaba una mujer sombría de aspecto nervioso, con rasgos delgados, bolsas bajo los ojos y gafas.

Era la pastora encargada de Las Fausto en Libelle. Menou desconocía cuál era su temperamento, pero de parte de una fuente supo que se llamaba Sicilia.

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—Bueno, vayamos al grano, señorita Menou.

Sobre su solicitud. Permítame darle mi opinión…

—Sí, señora.

Nada más llegar a la ciudad, Menou había solicitado gastos relacionados con sus deberes.

Llevar dinero durante un viaje a pie sería arriesgado, por no hablar de la carga física. Sin embargo, si tuviera una cuenta bancaria normal, los miembros influyentes de La Nobleza podrían seguirle la pista e intentar de las suyas.

Por ello, las Verdugos como Menou recurrían a los préstamos de las iglesias en sus destinos. Independientemente del lugar en el que se encontrara la iglesia, se esperaba que ésta proporcionara toda la ayuda posible.

Por supuesto, la cantidad que se podía conceder variaba mucho de una iglesia a otra.

—A primera vista, muchos puntos de su solicitud me parecen innecesarios. Me pregunto por qué tomara los costosos trenes de larga distancia para llevar a cabo todos sus viajes en el reino. Sin duda, hay métodos de transporte más rentables. De hecho, creo que podría ahorrar incluso más dinero yendo a pie de un lugar a otro. ¿No está de acuerdo?

Menou había pedido dinero para viajar de esta ciudad a la siguiente, pero la pastora a cargo de la iglesia no estaba de acuerdo con su plan.

—Por supuesto, nos gustaría ayudarla en la medida de lo posible, ¿pero no cree que también es su responsabilidad reducir los gastos al máximo?

—Sí, tiene toda la razón. —Menou respondió con relativa calma. Sabía que era su posición como una Verdugo lo que tanto disgustaba a la pastora.

Las Verdugos que laboraban para la tierra santa se especializaban en trabajos sucios, y eran consideradas forasteras por la mayoría de las parroquias. Una visita inesperada nunca sería recibida con una cálida bienvenida. La hospitalidad que recibió de la arzobispa Orwell en la antigua capital de Garm fue una rara excepción.

Y resultó que Orwell había estado cometiendo atrocidades en un intento de burlar su envejecimiento.

La actitud de Sicilia era desagradable, pero no extraña. En todo caso, casi que fue un alivio el obtener una reacción tan normal.

Dicho eso, resulta un poco frustrante.

Menou mantuvo a raya su irritación mientras objetaba las quejas de la pastora.

—Sin embargo, estoy segura de que usted es consciente de los peligros que supone una Errante. Cuanto más largo sea nuestro viaje, más riesgos habrá; he ahí el que prefiera un transporte rápido. ¿Podría pedirle que reconsidere mi petición, dadas las circunstancias?

—Vaya, vaya. ¿Así que no ha sido capaz de manejar esta situación? ¿No es eso una grave negligencia de su parte? ¿Qué ha estado haciendo todo este tiempo? Es tu trabajo el lidiar con los Errantes; no el nuestro, según recuerdo. Además, ¿qué pretendes al viajar con tanta prisa?

La única protesta de Menou fue respondida con otro muro de quejas.

Guardó silencio por un momento, a lo que Sicilia aprovechó para hacer valer su rechazo final.

—En ningún lugar de tu plan figura el objetivo final de averiguar cómo deshacerte de la Errante que te acompaña. Seguramente no tienes la verdadera intención de llevarla a la tierra santa.

Menou se estremeció y mantuvo silencio.

Ella era una Verdugo, trabajando en las sombras para Las Fausto.

Su deber era matar a Akari, quien había sido invocada desde otro mundo. La razón por la que se pusieron en contacto con ella cuando llegó al Reino de Grisarika fue para ejecutarla.

Sin embargo, Menou no cumplió con su deber.

Físicamente, era incapaz de matarla.

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—Tengo entendido que esta Errante, Akari Tokitou, no puede ser asesinada por ningún medio convencional. Se recupera con la Pureza Conceptual del Tiempo, ¿no es así? Eso no será fácil de neutralizar, de eso estoy segura.

Sicilia tenía razón.

En el momento en que los Errantes eran invocados, adquirían una habilidad llamada Pureza Conceptual. Estos poderes eran todos sobrenaturales, pero el poder del Tiempo de Akari conjuraba automáticamente un encantamiento llamado Retroceso cuando era asesinada, deshaciendo el instante mismo de su muerte.

Por eso Menou viajaba con Akari—para vigilar sus peligrosos poderes y, si era posible, encontrar una oportunidad para matarla.

Y Menou aún no había descubierto ninguna forma de ejecutar con éxito a la chica.

—No tienes ningún destino en mente ni confías en tu capacidad para contener a la Errante, ¿y aun así pides más dinero? Me gustaría que dejaras de bromear.

Deberías tomarte tu trabajo más en serio.

—¿Puedo preguntar qué es exactamente lo que intenta decir, señorita?

—Pues claro. —Sicilia levantó la solicitud frente a la cara de Menou. —Digo que no proporcionaré ni una sola moneda a tu torpe intento de plan.

Y con eso, rompió el papel en pedazos.

Menou observó inexpresiva cómo su solicitud quedaba reducida a basura. Sus ojos siguieron las tiras mientras caían al suelo, hasta que Sicilia le devolvió la mirada mientras la señalaba con el dedo.

—Quizá no lo sepas, pero nuestro presupuesto no es ilimitado. Ni siquiera lo llamaría opulento. La cantidad que podemos proporcionar a los forasteros como tú es ajustada.

—Sí, soy consciente de eso.

—Muy bien. Entonces comprenderá que debemos manejar nuestros gastos con cuidado. Siempre buscamos que haya un retorno proporcional al coste que se nos exige. ¿No crees que eso tiene sentido?

—Entonces, ¿qué propone?

—Hay algo en lo que nos gustaría que ayudaras.

Las Verdugos eran casi universalmente odiadas por todos los que tenían conocimiento de su existencia. Para las administradoras de las iglesias locales, las peticiones de financiación de personas como Menou no eran más que las palabrerías de asesinas exigiendo lujos a posta de matar inocentes.

Al mismo tiempo, no había una sola persona entre Las Fausto que dudara de las habilidades de una Verdugo, quienes pasaban por un riguroso entrenamiento en la tierra santa antes de ser seleccionadas para cualquier trabajo—

—Si puedes ofrecer una contribución real a nuestra causa, por supuesto que no pondré mala cara. Te ofreceremos el dinero que solicitaste como cuota de contingencia.

…por lo tanto, era bastante común que le impusieran condiciones como ésta.

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***

 

 

—Phew…

Tras reunirse con Akari en la capilla, Menou soltó un suspiro cuando salieron al exterior.

Los detalles de la petición que le hicieron sonaban molestos. Cuando presentó su solicitud de financiación, se había resignado ante la posibilidad de que se presentara un cierto grado de regateo, pero esto era sencillamente exagerado.

Sin embargo, no podían continuar su viaje sin dinero. Primero tenían que asegurarse un hotel.

Algo se hará, pensó Menou, frotándose la sien.

Levantó la vista y encontró a Akari mirándola con interés.

—Te noto cansada.

—Algo así. Tengo problemas de dinero.

—¿De verdad? Supongo que esos son atemporales en cualquier mundo. También es cierto que te veías un poco arruinada cuando nos conocimos.

—Bueno, discúlpame por ser una ruina.

No juzgo mal. Cuando Menou conoció a Akari, no contaba con mucho margen de maniobra en su presupuesto. Además, trabajaba para la iglesia. Nunca ganaría un salario más allá de los gastos destinados a sus misiones y el mínimo necesario para vivir. Esa era la naturaleza de Las Fausto.

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Cuando Menou le devolvió la mirada a Akari, su rostro volvió a su habitual expresión de reproche.

Originalmente, ella debió de haber matado a Akari el día que se conocieron. Y en realidad, Menou enterró su daga en la nuca de la chica con tanta habilidad que esta ni siquiera se dio cuenta. Pero Akari fue resucitada por el Retroceso de su Pureza Conceptual del Tiempo. Menou llegó a la conclusión de que le resultaría imposible asesinarla por su cuenta y, en consecuencia, se vio obligada a viajar con la misma chica a la que pretendía matar. Luego surgió el incidente donde desenmascararon las horribles atrocidades cometidas por la arzobispa, forzándolas a abandonar Garm y extendiendo más lo que ya de por si iba a ser una larga jornada.

Supongo que bajaré mis estándares a hoteles de una estrella, decidió Menou en silencio. Soportaré un par de duchas fría si es necesario. Las sábanas podrán oler a moho, pero también puedo lidiar con eso.

—Ahh… pero…

Mientras Menou se desplomaba con decepción ante la idea de descansar sus cansados huesos en un hotel de mala muerte, de repente, una mano la agarró con fuerza del brazo y tiró de ella hacia delante.

—No sé qué te preocupa, pero un poco de turismo te animará seguro.

—Er…

Los ojos de Akari brillaron. Lo más probable es que alegrar el ánimo de Menou fuera sólo una excusa para explorar esta ciudad desconocida.

Menou no estaba de humor. Y lo que es más importante, su billetera no estaba para labores. Dejando a un lado los gastos relacionados con su misión, el dinero para la siguiente etapa de su viaje era una cuota de contingencia, que dependía de la finalización de su tarea.

Qué mundo más horrible. ¡El pago por adelantado debería ser una política universal!, pensó Menou sombríamente.

—No podemos. No hay suficiente–

Dinero, iba a decir, pero entonces Menou se interrumpió.

Sintió una presencia familiar en las sombras, proveniente de la calle. Al mismo tiempo, sus Escrituras brillaron débilmente. Era una señal de la Fuerza Guía que sólo podía transmitirse entre Escrituras que estuvieran vinculadas. Sin abrir su libro, Menou leyó en silencio el mensaje que se deletreaba en su mente, procurando no alertar a Akari.

—¿Qué pasa, Menou? No es culpa tuya que seas una pobretona. Puedo ocuparme de ello, ¡así que no te preocupes!

—…cambio de planes.

Ignorando la condescendencia fuera de lugar de la otra chica, Menou ajustó sus planes para el día. Si llevaba a cabo su tarea, recibiría fondos para la investigación requerida. Entonces, simplemente podría cubrir los costes de sus visitas turísticas como parte de esos fondos de investigación. Al fin y al cabo, aún guardaba un poco de resentimiento hacia esa pastora cuatro ojos.

—Pongámonos en marcha ¡Hoy vamos a derrochar, Akari!

—¡Mi amor te ha llegado! —Akari siempre se las arreglaba para retorcer sus palabras. Menou miró con desconfianza a su compañera de viaje.

—Olvídalo. A la primera tontería se acaba la

salida.

—¡Lo siento! ¡Por favor haz turismo conmigo! — Akari se aferró a la cintura de Menou. —¡Quiero contemplar las vistas contigo, Menou! ¡¿Okay?! ¡¡OKAY!!

¡¡ASÍ QUE POR FAVOR NO CAMBIES DE OPINIÓN!!

—Está bien, está bien. ¡Está bien! ¡Suéltame de una vez! Jeje… —Apartó la cara de Akari, quien paso del llanto a las risas en cuestión de segundos. La propia Menou no pudo contener su risa al ver la montaña rusa de expresiones que era su compañera de viaje.

—Entonces, ¿a dónde deberíamos ir primero?

—Déjame ver…

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El turismo podía abarcar todo tipo de cosas. Podían ver edificios, probar algunas de las delicias locales o ir a visitar la costa de esta ciudad portuaria.

Pero acababan de terminar un largo viaje.

Menou tiró de su coleta y se quedó mirando a Akari.

Después de dos semanas caminando por un páramo, estaban más que sucias. Y luego de considerar el mensaje que acababa de recibir en sus Escrituras, se le ocurrió un destino que cumpliría varios objetivos a la vez.

—Vayamos a las aguas termales.

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