Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 11

Capítulo 82: En las Profundidades de las Montañas

Parte 2

 

 

“Entonces, sobre esa gente sospechosa que dicen que ha aparecido por aquí…”. “¿Sí?”.

Como siempre, Mile estaba a cargo de hablar con los niños. Reina se alteraba muy fácilmente, y los niños podrían sentir la verdadera naturaleza de Pauline de inmediato, provocando que subieran sus guardias. Por eso, la franca Mile, quien, además, era la más mentalmente cercana a los niños de esta edad, era la elección obvia. Además, en este caso, tenía a los niños en la palma de su mano a través de sus estómagos. No había nadie mejor para este trabajo.

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Esto fue lo que Mile pudo sacarle a los niños:

Ellos habían tomado la decisión de escapar de la ciudad, donde habían sido perseguidos, usados como carne de cañón desechable por organizaciones criminales, secuestrados para ser vendidos como esclavos, o explotados como presas de los nobles y demás gente adinerada con intereses horrendos o para juegos de cacería. Sin embargo, sabían que ningún pueblo pequeño podría recibir a tantos niños. Justo cuando su futuro parecía ir para peor, uno de los más jóvenes mencionó un cuento que había escuchado de sus difuntos padres.

La historia decía: “Hay monstruos que te permitirán vivir en sus

tierras si les ofreces un tributo”.

Era poco creíble, pero si se quedaban en la ciudad, estaban básicamente muertos. Si llegaban a algún pueblo pequeño y eran echados, igualmente estarían muertos. Armar un campamento en el bosque significaría ser atacados por monstruos o animales salvajes, o por bandidos o cazadores—dejándolos, una vez más, muertos. Si los únicos caminos abiertos para ellos eran mortales,

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¡no estaba de más rogar por un milagro imposible!

Con esto en mente, decidieron hacer una última apuesta, reuniendo tanta comida y agua y objetos para tributo como pudieron, y saliendo en busca del hogar de estos monstruos que podrían estar abiertos a negociar.

“Y ese lugar fue este, ¿verdad?”. “Sí”.

“Y los monstruos que aceptaron su tributo fueron…”. “Uh-huh”.

Fue cuando los niños entraron a las montañas, cuando su poca comida casi se acababa, que se toparon con algo de agua, y eso apareció frente a ellos:

Un Oso Sangriento.

No eran osos normales, sino un tipo de monstruo—el tipo de oponente del que un grupo de niños jamás podría escapar por cuenta propia.

Su fin estaba cerca.

Los niños se habían consignado a la muerte, cuando eso apareció.

Eso no rugió; permaneció en silencio. No tenía expresión y no parecía veloz.

Eso se movió lentamente, hacia el Oso Sangriento… y lo asesinó.

Cuando la cosa se giró a ver a los niños, ellos rápidamente sacaron sus tributos y los colocaron frente a dicha cosa.

Metal.

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Ellos habían reunido tanto metal como pudieron, desde pedazos de hierro, hasta monedas de cobre, y hasta cosas que encontraron en montañas de basura, e incluso bisagras de las puertas de las personas—todo tipo de metal.

La cosa miró este tributo por un rato y dejó de moverse. Varios minutos después, algo más apareció.

Esta nueva cosa tenía seis patas y cuatro brazos. La misteriosa criatura era de alrededor del tamaño de un perro grande y se movía rápidamente.

Era un Carroñero. Un Carroñero, quien había aparecido en un momento tan ideal que cualquiera asumiría que esa cosa, es decir, el golem de piedra, lo había llamado.

El Carroñero miró cuidadosamente a los niños, recolectó los tributos, y desapareció junto al golem de piedra.

Su tributo había sido aceptado y se les permitiría vivir. De alguna forma, los niños entendían que eso era lo que significaba…

De ahí en adelante, bajo la protección de estos golems, los cuales por alguna razón alejaban a todas las bestias feroces o enormes, pero ignoraban a cualquier monstruo pequeño o manso, al igual que animales normales, los niños pudieron vivir de forma decente, cazando pequeñas presas, recolectando vegetales y frutas, y plantando las semillas en campos improvisados.

“Entonces, ¿la razón por la que no han sido atacados o comidos es porque los golems cazan a los enormes monstruos aterradores? No entiendo por qué serían tan gentiles, a pesar de ser monstruos tan grandes—o por qué dejarían en paz a los relativamente peligrosos pero no monstruosos animales…”, Pauline se preguntó, aunque, por supuesto, era de conocimiento común que por lo general los monstruos peligrosos no habitaban las mismas áreas que los golems.

Por lo general, los únicos que entraban a tales áreas eran cazadores, al igual que personas comunes que disfrutaban cazar. Estas personas, quienes no se acercaban a los golems tampoco, rara vez eran atacadas, y la mayoría de cazadores que peleaban con golems normalmente regresaban con vida.

Aunque sería una exageración decir que las personas normales que cazaban no tenían la bendición de los golems, tampoco podía decirse que su coexistencia fuera pacífica. Probablemente era porque estaban en la misma posición que los niños. Como con los niños, los golems habían registrado a estas personas como inofensivas y las ignoraban. Eso era todo.

Sin embargo, los niños estaban agradecidos. Para ellos, estos golems, con sus enormes y fuertes cuerpos, protegiéndolos de peligrosas bestias, eran como sus ángeles guardianes.

“Y entonces, un día, esos hombres aparecieron…”.

Finalmente, habían llegado al punto crucial de la historia.

Un día, de la nada, los hombres sospechosos aparecieron. Lo más sospechoso era que variaban en términos de ropa, equipo y edad, pero todos compartían una cosa: una túnica negra.

Eran una mezcla de espadachines, lanceros, magos, y demás, pero no parecían especialmente coordinados.

A pesar de esto, ellos habían atacado a los golems, con fuerza bruta y de frente.

Estos hombres pelearon con persistencia contra los golems, pero aunque ellos sabían de la presencia de los niños, no hicieron nada para molestarlos. Por el contrario, a veces, durante sus retiradas, estos compartían su comida con los niños.

“¡¿Qué?! Entonces son buenos sujetos, ¿no?”.

“Sí, bueno, son buenos con nosotros. Pero los golems también fueron nuestros salvadores…”. “Ah, ya veo”.

Por un lado estaban los golems, que eran más monstruos que ángeles, pero que eran los guardianes de los niños—y por el otro estaban los hombres sospechosos, que también les habían demostrado un poco de amabilidad. De hecho, aunque se les llame “sospechosos”, si luchaban contra los golems, contra monstruos, la mayoría los consideraría “buenos sujetos”. Incluso los cazadores luchaban contra golems de vez en cuando.

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Normalmente, por supuesto, los golems eran el tipo de monstruo que solo era retado por jóvenes cazadores tratando de probar sus habilidades o por grupos que se los topaban durante el proceso de cazar lagartos rocosos y demás. Dado que eran relativamente fuertes, nunca atacaban asentamientos humanos, y no tenían carne o piel qué recolectar, no tenía mucho caso atacarlos. Las únicas partes que podían venderse de los golems eran las esferas que conformaban sus articulaciones, las cuales tampoco eran muy valiosas que digamos.

“Si cada uno de esos hombres es fuerte individualmente, pero no tienen coordinación grupal, ¿tal vez vinieron a practicar y mejorar eso?”, comentó Mavis.

“¡Oh!”.

Las otras tres aplaudieron con comprensión. Eso tendría sentido. Los golems eran relativamente fuertes, y aunque se usaran como muñecos de practica y se derrotara a alguno, no eran específicamente seres vivos, así que era difícil sentirse mal por ellos. Por lo tanto, en términos de objetivos de práctica, eran la mejor opción. Los cazadores pocas veces entraban en territorio de golems, así que no había que preocuparse por molestar a alguien más o destruir su ecosistema… después de todo, los golems por sí solos ya causaban más daño a los ecosistemas que los rodeaban.

“Entonces, todo está bien, ¿no? Esos sujetos suenan respetables; no han lastimado a los niños, y simplemente luchan contra los golems para practicar. Digo, supongo que puede ser molesto para los golems, pero son monstruos, así que no importa”, dijo Reina.

“Hmm, supongo que tienes razón”, asintió Mavis. “Entonces, podemos considerar el trabajo terminado. Entendimos la situación y confirmamos que los niños no corren peligro”.

Pauline asintió también.

Mile, sin embargo, tenía una expresión preocupada en su cara.

“Hmm… Túnicas negras, fuertes, pero con poca coordinación y malas tácticas… ¿Por qué me suena tan familiar?”.

Mile inclinó su cabeza, pensando, pero no pudo recordar nada.

“Ah…”, Pauline, habiéndola escuchado murmurar, elevó la voz.

“¡Es como esa vez cuando Faleeel fue secuestrada!”. “¡Oh, cierto!”, gritaron las otras tres.

Por supuesto, estos hombres compartían algunas características con los extraños cultistas secuestradores. Esos hombres, los fanáticos siguiendo a un dios oscuro, no estaban coordinados en vestimenta o equipamiento, pero todos vestían una túnica negra como su símbolo compartido.

Reflexionando, los hombres habían mencionado que el génesis de su fé había sido en una tierra lejana al este, y daba la casualidad de que el país en donde las chicas estaban estaba bastante alejado de Vanolark, al este. Tanto como para calificar como “una tierra lejana al este”…

“Ahora que lo mencionas, esos sujetos fueron muy fríos con Faleel, una chica bestia, pero no trataron de lastimar a la niña humana que era su amiga… Methelia creo que se llamaba. Aun así, si la hubieran silenciado, habrían eliminado al único testigo y comprado algo de tiempo antes de que su crimen fuera descubierto…”, dijo Reina.

“¡Sí! En otras palabras, son amables con los humanos, así que tampoco son tan malos…”, aceptó Pauline.

“Esperen, ¡¿qué creen que están diciendo?! Las razas humanoides no se limitan a humanos, enanos, y elfos—¡la gente bestia y los demonios deberían tener los mismos derechos! ¡Sin importar cuán decentes sean, si trataron de sacrificar a Faleel, una chica bestia, siguen siendo gente mala, ¿no?!”, Mavis objetó fuertemente.

Mile asintió con énfasis a esta objeción—la respuesta obvia para cualquier aficionado a las kemono.

“Ah…”.

Una expresión incomoda apareció en las caras de Reina y Pauline. Obviamente, ninguna de ellas era el tipo de persona que menospreciaría a otras razas—no eran supremacistas humanas ni nada así. Sin embargo, también habían afirmado que había algo de mérito en el hecho de que, a pesar de que esos hombres no dudarían en ofrecer a una chica bestia como sacrificio, habían evitado lastimar a una niña humana, aunque esta representara un peligro para ellos.

“Es como eso de ‘un criminal que alimenta a un gato callejero’…”, murmuró Mile, pero, por supuesto, nadie tenía idea de a qué se refería, así que la ignoraron. “Como sea, esto cambia las cosas. Si estos hombres son de ese mismo grupo, entonces cabe la posibilidad de que traten de iniciar otra de esas ceremonias aquí— y también puede que tengan algunas otras maldades similares en mente. Además, si siguen luchando contra los golems, puede que estos comiencen a ver a los humanos como enemigos, lo cual abre la posibilidad de que los niños sean atacados”, explicó Mile.

Los niños palidecieron.

Nadie sabía cómo habían clasificado a los humanos los golems, o según qué reglas. ¿Podían distinguir entre niños y los adultos que los habían atacado? ¿O todos caerían bajo la misma categoría de ‘humanos que existían en la montaña’?

Si era lo segundo, entonces…

Obviamente, Pacto Carmesí ni siquiera consideró que hubiera algo más en cuanto a los golems, aparte de ser simplemente golems que existían en la montaña—nunca se preguntaron si habían diferentes tribus o facciones entre los golems, incluyendo algunos que podrían ser amables. No sería extraño que los golems pensaran así de los humanos también.

“Como sea, ahora ya no podemos irnos”, dijo Reina.

“Sí, tenemos que encontrar a esos hombres y determinar si están asociados con aquel grupo y qué planean hacer aquí”, aceptó Pauline. “Si no lo hacemos, no sabemos si estos niños estarán en peligro o no”.

Mile y Mavis asintieron también. Y entonces…

“Si están afiliados con ese grupo, entonces definitivamente tenemos ventaja”, dijo Mile.

Mavis agregó: “Sí, sabemos todo tipo de cosas sobre ellos…”. “… ¡pero ellos no lo saben!”, las cuatro gritaron triunfantes. Claro, aunque probablemente sabían que una de sus ramas en

Vanolark había cometido graves errores y había sido arrestada antes de una importante ceremonia, era imposible que los hombres aquí supieran sobre los dos grupos que estuvieron envueltos o sobre que uno de esos grupos estaba en esta montaña. Por lo tanto, Pacto Carmesí tenía la victoria más o menos asegurada si entraban en contacto con los hombres. Desde su perspectiva, las cazadoras serían un grupo no muy ventajoso para ellos, pero que valdría la pena proteger, ya que era un grupo de cazadoras novatas que casualmente tomaron una misión para apoyar a estos niños. Cuando las vieran, ellos simplemente verían a un grupo de jovencitas, todas humanas de sangre pura, y la mitad con apariencia de menor de edad.

Hasta ahora, los hombres no habían hecho nada ilegal. Como resultado, habría poca razón para que estuvieran muy alertas contra un grupo de jovencitas que por casualidad entraron a la montaña, y quienes no parecían ser bandidas o algo así.

“Oh”, dijo repentinamente Pauline. “¿Qué pasa?”, preguntó Mavis.

“En realidad, espero que esos sujetos sean del mismo grupo…”. “¡¿Hablas en serio?!”.

Pauline ignoró la intervención de Mavis y prosiguió.

“Si fueran un grupo de forajidos u otra gente rara que vino a practicar, y un grupo de jóvenes y hermosas señoritas se les apareciera de la nada…”.

“Ah”, dijeron las otras tres.

Justo entonces, uno de los niños levantó la voz.

“Ustedes son bastante mal pensadas, señoritas, ¿no creen?”.

“¡Cállate!”.

***

 

 

Tras extraer más información de los niños, Pacto Carmesí aprendió que los hombres aparecían en intervalos relativamente fijos, así que decidieron esperar unos cuantos días.

Mientras tanto, para pasar el rato, Mavis instruyó a los niños cómo usar la espada, mientras Reina, notando que algunos niños tenían talento mágico, les enseñó hechizos básicos, y Pauline realizó lo que pareció una especie de simposio sobre cómo sobrevivir al retorcido mundo real…

Al mismo tiempo, Mile se ocupó cortando árboles para construirle a los niños fuertes en los árboles que los protegieran del viento, lluvia, y animales salvajes. Ella también les dio a los niños unas espadas simples que tenía en su inventario, previamente confiscadas de unos bandidos, junto con un azadón que tenía por ahí también.

Obviamente, los niños estaban encantados por sus nuevos fuertes, pero la alegría de recibir espadas y un azadón fue mucho más inmensa. Estaban tan felices que Mile se preocupó por si se iban a mojar de la emoción, como unos cachorritos.

Mientras los niños se regocijaban, sin embargo, repentinamente voltearon a ver a Mile con una mirada seria: “¿Qué hacemos si los golems o el Señor Veloz vienen y ven las espadas y el azadón?”.

“Señor Veloz” se refería al Carroñero, probablemente porque cuando la criatura aparecía moviéndose con sus seis patas, esta realizaba movimientos rápidos. Dado el apodo, parecía que los niños le tenían más cariño al Carroñero que a los golems.

“Hmm, aunque les guste mucho las cosas de metal, si les dan siempre todo el metal que ustedes tienen, sus vidas nunca serán mejores, ¿no creen? Ustedes también se quedarían sin ollas o cuchillos de cocina”.

Aunque normalmente era formal al hablar, Mile empleó un tono más infantil al hablarles.

Ya que ella se había topado con golems y Carroñeros antes, Mile había pensado bastante en ellos. En consecuencia, había llegado a algunas conclusiones sobre su existencia.

“Aunque a los golems les gusta recolectar metal, no creo que lo roben por la fuerza a los humanos. No parecen atacar activamente a los cazadores o personas que cargan cosas de metal, e incluso cuando derrotan cazadores que los atacan, todo lo que hacen es llevarse pacíficamente todo el metal que tengan. Nunca tratan de rematar a un oponente que hayan derrotado. Es difícil saber si le quitan esas cosas a los humanos que las atacan como, bueno, una especie de castigo, o para eliminar las defensas de su enemigo—o si se trata de la lógica sobre que el vencedor se queda el botín. Como sea…”.

“¿Cómo sea?”.

“No creo que a ellos les importe si no les dan todo su metal. Creo que darles pedazos que encuentren a veces será suficiente. No crean que deben pagarles renta o algo así. Creo que sólo deben demostrarles que ustedes son inofensivos y quieren vivir como buenos vecinos”.

Los niños parecieron entender esto sin problema.

Entonces, como una forma de reconfortarlos, Mile les dio a los niños unos objetos de metal que, según ella, jamás necesitaría, y los cuales estaban metidos en las partes más recónditas de su inventario, para usarlos como tributo. Estas incluían ollas cubiertas en quemaduras, sartenes con agujeros, espadas dañadas de bandidos que podrían romperse en cualquier momento, monedas de cobre cortadas durante las demostraciones de Mavis, y demás.

Por si acaso, ella partió las espadas en dos antes de entregarlas. Sería problemático que los niños trataran de usar esas espadas dañadas para cazar. Mientras los niños la veían hacer esto, gritaron con desesperación. Aparentemente, habían esperado que esas espadas todavía fueran usables.

Eso estuvo cerca, pensó Mile, aliviada. Si alguno de los niños fuera a morir por las espadas que les habían dado, ella jamás podría dormir de nuevo.

***

 

 

Cuatro días después de que el campamento de Pacto Carmesí empezara, los hombres al fin aparecieron.

Mile, quien había estado usando regularmente su magia de búsqueda, dejó de cocinar y anunció repentinamente: “¡Llegaron!

¡Humanos, catorce!”.

“Muy bien, como lo planeamos…”.

“¡¡¡Hagámoslo!!!”.

Mientras las miembros de Pacto Carmesí sonreían, los niños las vieron, preocupados, y preguntaron: “¿No pueden ir luego de terminar de cocinar?”.

Se habían vuelto bastante mimados en tan solo cuatro días…

En primer lugar, Pacto Carmesí debía observar las acciones de los hombres, o mejor dicho, su estilo de batalla. Aprender las habilidades y técnicas de tu oponente antes de una confrontación era un principio básico del combate. Además, observarlos les daría algunas pistas de las intenciones de los hombres. Ya sea que fuesen algo especial, o…

“¡Por ahí!”.

Todas miraron en la dirección que Mile había indicado… “Ah, síp, esos son”.

Como Reina implicó, los hombres daban la misma vibra que la banda de secuestradores—o mejor dicho, el culto al dios oscuro.

Dicho eso, esto no era como la Tierra en la era moderna. Aunque fueran parte de la misma organización, era imposible que todos estos hombres, en tierras tan lejanas de las demás, pudieran conseguir túnicas iguales, con el mismo diseño, tanto en términos de manufactura como distribución.

Por lo tanto, aunque los hombres tenían túnicas negras como símbolo de su afiliación, sus diseños eran todos diferentes.

De hecho, habían muchos grupos que usaban ropa igual o accesorios como símbolo de pertenencia—muchos, muchísimos grupos, desde uniones profesionales hasta clubes sociales femeninos. Incluso entre estos, había varias reuniones informales de caballeros con suficiente dinero para conseguir y usar túnicas del mismo color.

Ciertamente, el hecho de que los hombres tuvieran túnicas negras no era mucha prueba de nada. No implicaba más que la posibilidad de que estos hombres pertenecieran a una misma organización.

Pacto Carmesí siguió en secreto a los hombres mientras estos avanzaban. Gracias a la magia de búsqueda de Mile, eran capaces de mantener la distancia, así que no les preocupaba ser atrapadas. Además, era poco probable que tuvieran que seguirlos mucho.

Los hombres serían descubiertos pronto cuando entraran en territorio de los golems. De hecho, era casi como si los golems tuvieran un sistema de detección…

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***

 

 

“¡Ahí vienen! ¡Golems, cuatro!”, anunció Mile en voz baja.

Catorce hombres contra cuatro golems sería una batalla difícil para los humanos. Significaba que serían 3.5 hombres por cada golem, lo cual era algo que aproximadamente sólo el 25% de los cazadores de rango C podrían manejar, asumiendo que estuvieran formados en grupos con gran coordinación.

Si estos hombres simplemente atacaban y corrían, podrían escapar con la derrota, pero si se quedaban demasiado tiempo, y perdían la oportunidad de escapar, no sería sorprendente que algunos de ellos murieran.

“Me pregunto si estarán bien”.

Pacto Carmesí veía, un poco preocupado.

Sentarse sin hacer nada y ver a un grupo de extraños—que no solo no habían cometido ningún crimen, sino que tenían la decencia de compartir su comida con niños desconocidos—ser asesinados por un grupo de monstruos estaba contra las políticas de Pacto Carmesí. Por otro lado, los golems de esta área eran normalmente criaturas benéficas, que alejaban monstruos peligrosos y no atacaban a los humanos a menos que fueran atacados primero.

Si los golems de esta área eran aniquilados, o si derrotaban a un cierto número de ellos, la región podría llenarse de criaturas peligrosas de nuevo, y los niños estarían en peligro.

Además, fueron los hombres los que vinieron buscando pelea. No habían sido atacados mientras iban de paso ni nada así. En su lugar, habían venido con el propósito de pelear por alguna razón desconocida.

Aun así, quizás intervenir sería necesario, antes de que los golems empezaran a pensar que los humanos eran enemigos y que esto afectara a los niños también.

¿Qué deberían hacer?

“Hrrrm…”.

Las miembros de Pacto Carmesí lo pensaron bien.

Justo entonces, los hombres vieron a los golems acercándose.

“¡Golems! ¡Vienen cuatro!”.

“¡Rayos, son demasiados! ¡¡¡Corraaaaan!!!”. “¡¡¡Entendido!!!”.

Y con eso, los hombres escaparon.

“¡¿¡¿Qué demonios fue eso?!?!”, las miembros de Pacto Carmesí gritaron, tan desconcertadas que parecía que sus quijadas caerían al suelo en cualquier momento.

***


 

 

Hrff, hrff, hrff… ¡¿Todos están bien?!”.

“Sí, todos lograron escapar. Uno se torció el tobillo, pero está bien. Un poco de magia curativa debería ser suficiente para el dolor”.

Tras lograr alcanzar una buena distancia de los golems, los hombres finalmente se detuvieron para recuperar el aliento.

Los golems de esta área no parecían especialmente interesados en humanos que los vieran venir y escaparan. Este no era el caso para todos los golems del mundo, pero los de esta región parecían totalmente impasibles.

“¡¿Por qué hay cuatro de ellos?! ¡Antes aparecía sólo uno a la vez! ¡Esto no es lo que nos contaron! ¡Maldición!”, uno de los hombres gruñó amargamente.

Pero, ciertamente, no tendría que haber sido una sorpresa. Aunque los golems fueran criaturas solitarias, el hecho de que grandes grupos de hombres hayan venido a cazarlos uno por uno probablemente los había obligado a recurrir a nuevas contramedidas.

“Y pensar que monstruos, unos golems cabezashuecas, entenderían lo que son tácticas de batalla—e incluso comenzarían a trabajar junto a otros golems…”, uno murmuró, cara llena de desconcierto.

“Quizás fue coincidencia”.

“No. A veces, en pasadas ocasiones, otros golems han aparecido a mitad de las batallas, pero eso sí ha sido pura casualidad, porque fueron atraídos por el sonido de la batalla. Nunca había escuchado de golems apareciendo en grupos, y mucho menos cuatro a la vez. Debe ser porque los hemos estado atacando individualmente…”.

“………”.

Los   hombres    estaban    deprimidos.    Esto   realmente    había arruinado sus planes futuros.

Mientras caían en desesperación, una voz les habló de repente.

“Oh, ¿son cazadores?”.

Era Pacto Carmesí, que los había estado siguiendo a lo lejos.

“No hay muchos monstruos por aquí, ¡pero de ustedes sí que hay muchos! ¿Están cazando golems? Asombroso. Los golems son tan fuertes, poderosos y persistentes…”, Mile prosiguió, luego del saludo de Mavis, con sus propias palabras, su voz sugiriendo impresión por las acciones de los hombres.

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Los hombres parecieron animarse un poco. En ningún sitio del mundo había grupos de bandidos compuestos exclusivamente por chicas tan jóvenes y hermosas. Y aunque existiera un grupo así, habría sido muy sorprendente que se molestaran en mostrarse frente a un grupo de comerciantes, mucho menos frente a catorce hombres armados. En especial cuando estos no parecían llevar ningún objeto de valor…

Por lo tanto, los hombres decidieron que no había posibilidad de que estas chicas fueran una amenaza, y bajaron la guardia.

“Oh, em, bueno, no somos cazadores, pero venimos a entrenar. Y pensamos que, ya que estamos, podíamos eliminar algunos monstruos para que los residentes locales estén más seguros”, dijo uno de los hombres, quien parecía ser el portavoz.

No existía hombre vivo que no se sintiera al menos un poco alegre por ser elogiado por una encantadora chica. Y en especial si hablábamos de estos hombres, quienes no eran normalmente populares…

¡Eso fue demasiado fácil!

Los hombres no eran rivales para Pacto Carmesí, quienes habían usado sus “tácticas hospitalarias” que habían perfeccionado durante su trabajo en la posada de Lenny, de acuerdo al plan de Pauline.

Pauline entonces miró a los hombres con ferocidad.

“¿Hay alguien entre ustedes que no sea un humano de pura sangre?”.

“¿Eh? No, nadie…”, el portavoz, que parecía un poco alterado, respondió su pregunta.

Al hacerlo, Reina ofreció más clarificación: “¡Oh, qué bueno! No nos importan mucho esas gentes falsas como los elfos o enanos, pero no podemos soportar a la gente bestia o a los demonios. Los humanos son los únicos hechos a semejanza de nuestro dios. Todas las demás razas son solo farsas creadas por el diablo”.

Era un cuento que se habían inventado según la información que Mile había reunido, y era uno que haría sospechar a cualquiera excepto a aquellos supremacistas humanos y demás fanáticos.

“¡¡¡Exacto!!!”.

Al escuchar las palabras de Reina, los hombres gritaron con entusiasmo, ojos resplandeciendo de alegría.

Un grupo de señoritas había llegado a las mismas conclusiones que aquellos líderes de su doctrina—unas conclusiones que serían censuradas si fueran dichas en la sociedad moderna. Estas chicas hablaban con la verdad con mucho orgullo. ¡Qué sabiduría! ¡Qué valor!

Sin mencionar que eran jóvenes y encantadoras.

“¿N-No les gustaría quedarse un rato a charlar?”.

***

 

 

“¡E-Exactamente! ¡Estamos en busca de la protección de un nuevo dios, en lugar de aquellos egoístas dioses que nos abandonaron y se ocultaron de nosotros! Lo entienden, ¿verdad?

¡Wahahahaha!”.

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Una vez proveídos con deliciosa comida y bebidas altamente alcohólicas del inventario de Mile, todo servido por hermosas chicas, los hombres rápidamente se embriagaron. Para ser justos, estuvieron corriendo por las montañas cargando su equipo y probablemente estaban hambrientos y deshidratados.

“Sí, vamos a ofrecer a esas razas inferiores como sacrificio e invocaremos a un nuevo dios de otro reino. Como recompensa, seremos discípulos, y entonces finalmente podremos presumirle a todos los tontos que dudaron de nosotros y que se rehusaron a reconocer nuestro valor…”.

Sí… Definitivamente están relacionados con aquellos otros sujetos.

Esto era obvio. Ahora, todo lo que tenía que hacer Pacto Carmesí era presionar para obtener más información.

“Entonces, ¿hay alguna otra razón por la que están luchando contra golems además de por práctica? Muero por escuchar las nobles metas que tienen en mente”.

Finalmente, Pauline había entrado al ring.

Ella cruzó sus brazos, atrayendo la atención a su pecho.

Ciertamente, cuando pensara en esto después, probablemente pasaría toda la noche sin dormir, revolcándose en la cama por la vergüenza.

Pauline, no te pases…

En lo profundo de su corazón, Mile se secó sus lágrimas.

 

Watashi Nouryoku Volumen 11 Capitulo 82 Parte 2 Novela Ligera

 

Las palabras cayeron fácilmente de la boca del borracho.

Los otros hombres, creyendo que las chicas apoyaban por completo su causa, no trataron de detenerlo. Por el contrario, estaban felices de contribuir a la conversación y mejorar sus reputaciones con las chicas.

En este momento, no estaban haciendo nada ilegal, y dado que ellos mismos creían estar haciendo un bien, no había razón para no decirle a estas señoritas todo, en especial porque ellas escuchaban felizmente todo lo que tuvieran para decir.

“Bueno, en realidad, unos aliados en otro país arruinaron un ritual súper importante, y necesitamos descubrir qué fue lo que pasó antes de realizar otro. Buscamos por mar y tierra el sitio donde nuestro fallecido fundador logró la iluminación y aprendió el hechizo para invocar dioses, y finalmente acabamos aquí. Resulta que este lugar es ahora hogar de unos golems, así que necesitamos acabar con ellos o derrotarlos o algo así…”.

¡Ka-ching!

Recolección de Información: ¡completa!

Y así de simple, el trabajo de Pacto Carmesí terminó. Ahora, sólo tenían que echar a estos hombres lejos de aquí.

Por supuesto, no podían atacar o arrestar a unos hombres que no estaban haciendo nada ilegal, simplemente luchando contra unos monstruos—al menos en este caso. De hacerlo, ellas serían las criminales. Entonces, necesitaban convencerlos para irse en paz.

“Dijeron que habían cuatro golems esta vez, ¿verdad? Si nosotras nos topáramos con tantos, estoy segura que moriríamos. Tenemos tanta suerte que ustedes lucharan contra ellos. ¡Son nuestros salvadores!”.

“B-Bwahaha, no fue la gran cosa. ¡Fue fácil!”.

“¡Cierto! ¡Pueden venir a buscarnos siempre que tengan problemas.

Cualquier seguidor de nuestra fe las ayudará sin rechistar!”. “¡Por supuesto!”.

Todos los hombres estaban totalmente borrachos.

“¡Sí, en serio, muchas gracias! Como sea, creo que ya debemos irnos, y como parece que ustedes están un poco borrachos, quizás deberían irse también y regresar mañana”.

“Uh… Hm, tienes razón. Creo que bebimos demasiado… Bueno, diría que esta encantadora reunión fue suficiente éxito por hoy. ¡Hora de irnos!”.

“¡¡Sí!!”.

A pesar de estar borrachos, no habían perdido totalmente su sentido del juicio. Sin importar cuánto hubieran querido impresionar a estas jovencitas, era imposible que pensaran en pelear contra cuatro golems justo ahora. Escapar de la batalla ya había sido un duro golpe para su orgullo, pero por suerte, ahora tenían una razón para retirarse manteniendo su dignidad. En el fondo, estaban encantados.

Y así, aprobaron la sugerencia de Pauline unánimemente.

***

 

 

“Todo de acuerdo al plan…”.

Las miembros de Pacto Carmesí sonrieron mientras veían a los hombres retirándose, quienes les habían dicho: “Ustedes también cuídense de regreso a casa”.

“Hmm. ¿Qué vamos a hacer con esto?”, murmuró Mile con cansancio, mirando la pila de papeles en sus manos.

Las otras tres tenían pilas similares. La mayoría de hojas eran de mala calidad, pero había unos papeles mejores e incluso pergaminos entre ellos.


Exacto, los hombres habían escrito su información de contacto y dicho a Pacto Carmesí que “se contactaran cuando quisieran”. Una vez el primer hombre empezó a escribir, los demás también empezaron a hacerlo, obligando a las cuatro a recibir los papeles.

“Bueno, si algo pasa, tenemos una lista de posibles sospechosos, así que eso es bueno, ¿no?”, dijo Reina.

Pauline y Mavis asintieron con énfasis.

“Ahora, supongo que toca hacer algo con los golems”, dijo Mile. Las otras tres asintieron.

“Aunque, obviamente, no vamos a tratar de alejarlos o derrotarlos como esos hombres pretendían”.

De nuevo asintieron.

“Además, no creo que estos golems se hayan metido a esta supuesta tierra santa. Probablemente era territorio de los golems desde un principio. Saben, mi suposición es que…”.

“¿Sí? Veamos esa suposición tuya”, apresuró Reina.

Mile explicó lo que pudo conjeturar, basándose en su propia información y en lo que habían escuchado de los hombres hace poco.

“Este lugar probablemente es igual a aquella montaña que los demonios estaban investigando”.

“En otras palabras, ¿aquí hay también unas ruinas subterráneas llenas de golems?”, preguntó Mavis.

Mile asintió.

“Para empezar, los golems son monstruos inusuales. Aunque otros seres son puestos en la categoría de ‘monstruos’, si lo piensas bien, son realmente animales normales. Pueden ser fuertes o grandes, pero son de carne y hueso, y se reproducen normalmente. Sin embargo, los golems— y probablemente los Carroñeros también—no son de carne y hueso, y se restauran a través de reparaciones. En otras palabras…”.

“¿En otras palabras?”, preguntaron las otras tres.

“Son artificiales. Fueron creados con alguna especie de arte avanzada, como el brazo izquierdo de Mavis.

Para Reina y las demás, esta “arte avanzada” que Mile estaba mencionando no era más que magia. Pero eso estaba bien. Siempre y cuando entendieran que Mile estaba hablando sobre algo hecho no por monstruos, sino por una forma de vida inteligente, el punto se habría transmitido bien.

“Son criaturas artificiales, creadas por los humanos, o por algo más avanzado que los humanos—dichas criaturas siendo los golems. Y aunque están diseñados específicamente para batallas, los técnicos a cargo de su mantenimiento y reparación son…”.

“Los Carroñeros, ¿verdad?”, preguntó Mavis. Aunque era una espadachina, era fundamentalmente inteligente… o mejor dicho, era normal que llegara a esta conclusión, dado que todas habían visto a los Carroñeros reparando golems durante su previa visita a las ruinas.

“¿Y por eso necesitan metal para reparar y manufacturar cosas?”.

“Sí. Aparte de sus núcleos centrales, los golems de piedra están hechos de rocas, pero eso probablemente es porque es más conveniente hacerlos así por ser luchadores desechables, y así requieren menos metal para su manufactura y mantenimiento. El valioso metal queda reservado para el núcleo central y demás propósitos”.

“Y los golems son enemigos de otros monstruos, ¿verdad?”, Reina parecía estar comprendiendo la situación.

“Bueno, aunque digamos ‘otros monstruos’, los golems probablemente no son ni siquiera monstruos en primer lugar”.

“Y además, los golems y Carroñeros a menudo son vistos juntos, ¿no?”.

“O mejor dicho, sin los carroñeros, los golems serían destruidos en sus batallas contra humanos y monstruos, además de que sus números disminuirían por el paso del tiempo y la degradación, y en unos cuantos siglos desaparecerían, ¿no creen? En otras palabras, sin este acuerdo con los Carroñeros, los golems no podrían existir…”.

“Ah, ya veo”, Pauline pareció comprender el punto también.

“Aparentemente, los golems de por aquí no serán enemigos ni atacarán a nadie que no se meta en su territorio principal, así que siempre y cuando tengamos eso en mente, ¡podemos entrar con cuidado!”.

“¡¿Cómo puedes ser tan optimista?!”, gritó Reina, sorprendida por la total carencia de preocupación de Mile.

Mile, sin embargo, respondió alegremente: “Bueno, el hecho de que ese fundador religioso aprendió aquel hechizo significa que viajó a algún sitio que tiene alguna especie de registros, ¿verdad? Dudo que los golems y Carroñeros dejaran su fuerte a solas, pero ni los golems ni el fundador sufrieron daños, lo cual significa que él llegó a aquel lugar sin luchar, ¿no creen?”.

“Ah…”, dijeron las otras tres.

Cuando se trataba de cuestiones como esta, el tren de pensamiento de Mile era sorprendentemente lúcido.

“Por supuesto, ¡esto no es más que una conjetura!”.

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“Ah…”,

Y así de simple, la fe que le tenían se perdió.

“Aun así, simplemente podemos ir a confirmarlo, ¿verdad?”, dijo Mavis, tomando la iniciativa en su capacidad como líder. “Como sea, regresemos con los niños y expliquémosles qué es lo que está pasando. Luego, podemos ir a revisar en dónde están los golems”.

Todas asintieron.

Aunque terminaran peleando con los golems, Pacto Carmesí no tendría problema para salir ilesas… probablemente.

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