Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 1

Epilogo: El Viaje Para Que Una De Las Chicas Matara A La Otra

 

 

Ellas se encontraban en el lugar donde la blancura sin precedentes parecía extenderse hasta los confines del mundo.

La isla de sal más pura de todo el planeta, sin un solo aroma en el aire y desprovista de toda vida, en la cual el suelo estaba hecho de nada más que cristales blancos que nunca se descompondrían.

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—Lo lamento.

Por alguna razón, después de haber llegado tan lejos juntas, su compañera de viaje se disculpó.

Incapaz de soportar su herida, se cayó de frente, aunque no se percibía el aroma de la sangre.

—Llegue a pensar que al menos podría salvarte… pero debería haber sabido que no podría ser más astuta que la Maestra.

Akari intentó utilizar sus poderes para retroceder en el tiempo, pero las heridas de la chica no se curaron. Poco a poco, empezando por las puntas de sus dedos, la chica empezó a deshacerse.

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Sus heridas estaban convirtiendo su cuerpo en arena.

Aun así, Akari siguió conjurando su poder. Era la única técnica que sabía utilizar.

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No había nada más que pudiera hacer por ella.

—Lamento haberte engañado.

Ella la engaño todo este tiempo. Akari había sido engañada.

Al escuchar eso, se sintió increíblemente triste.

Al principio, no pudo abrir su corazón a esta chica. Estaba tan asustada por llegar a un mundo desconocido que incluso cuando aquella sacerdotisa desconocida le tendió la mano, no supo cómo responder, y siempre se mantuvo a la defensiva. Se hallaba tan inmersa en sus pensamientos sobre Japón que no presto atención al hecho de que se encontraba en un mundo diferente.

—Sabes, originalmente iba a matarte.

—¡¿PERO ENTONCES POR QUÉ…?!

Su travesía juntas fue dolorosa, pero poco a poco consiguieron relajarse. La chica continúo hablando con Akari a pesar de su postura cautelosa, siempre sonriéndole. Eventualmente, ella se encontró devolviendo la sonrisa.

Quizá este mundo no era tan malo después de todo.

Cuando estaban juntas, Akari pensaba eso, aunque sea un poco. Era una pequeña confesión por el momento, pero pensó que podría crecer lentamente con el tiempo, hasta que a lo mejor algún día sus vivencias en ese mundo se volvieran monótonas.

Pero había sido engañada.

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Eso fue terriblemente triste.

Y a pesar de todo…

—¡Pero entonces debiste haberlo hecho! ¡¡DEBISTE HABERME MATADO!! ¡¿Por qué sacrificar tanto?!

—Ni hablar. Contigo me di cuenta… me di cuenta…

Mientras las lágrimas de Akari goteaban sobre la sal, la otra chica esbozó una sonrisa satisfecha.

—…de que había mucho más.

Sus palabras fueron suaves y afectuosas.

—Ah, debería disculparme con Momo… he hecho pasar tantas penurias a esa pobre chica… incluso en el final me gustaría salvarla, pero…

No muy lejos de ahí, una chica con el cabello atado en cintas estaba luchando con una mujer de cabello rojo oscuro.

Gritaba y lloraba descaradamente, agitando su puño contra la espantosa sacerdotisa teñida de sangre.

Para ese punto, su brazo izquierdo convertido en sal se había desmoronado. Le estaba comiendo el cuerpo a la altura del hombro, pero ni siquiera le dedicó una mirada, continuando con la lucha mientras lloraba.

—Supongo que eso también es imposible. Nunca logré terminar ni una sola cosa en mi vida.

Ahora, herida más allá de toda esperanza de recuperación, la chica cerró los ojos y sonrió en silencio.

—Pero supongo que es una muerte apropiada para una asesina…

Con eso, todo el cuerpo de la chica se convirtió en sal.

—Aaah…

Cuando Akari la tocó, su frágil cuerpo se deshizo. Se desmoronó en blancura, fundiéndose como otro de los incontables cuerpos en esta tierra blanquecina.

—Waaaah… Aaaaaaah.

—Hah. ¿Ya se murió? —La sacerdotisa de pelo rojo habló.

Parecía que la batalla había terminado. Akari miró a su alrededor en busca de la chica de las esponjosas coletas, pero su cuerpo ya se había convertido en uno con la arena circundante y no se veía por ninguna parte.

Sólo quedaron las cintas que había defendido hasta su último aliento, las cuales fueron arrastradas por el viento.

—Bah-ha-ha. Y yo que había puesto mis esperanzas en esas dos… pero al final, soy la única que queda. Bueno, eso está bien.

La sacerdotisa pelirroja, cuyo nombre Akari ni siquiera conocía, levantó su espada blanca.

Era marfil, delicada y más aterradora que cualquier otra cosa en este mundo: la Espada de Sal.

Mientras veía cómo la hoja se acercaba a ella, sin poder defenderse, Akari deseó algo desde lo más profundo de su alma.

Si todo va a terminar así… con esa chica desapareciendo, su ayudante muerta y yo misma siendo asesinada por alguna sacerdotisa desconocida…

—Ahora, inútil del Tiempo.

Hubiera preferido al menos que mi Verdugo no fuera otra que Menou.

Justo cuando la Espada de Sal estuvo a punto de tocarla—el deseo de Akari; su anhelo, se apoderó de su alma por completo.

***

 

 

Akari se despertó con el rostro de Menou recibiéndola.

—Oh, hoy te has despertado sola. ¿Recordaste que ayer te dije que teníamos que madrugar? —Menou asintió con la cabeza, orgullosa.

Debía de estar a punto de intentar despertarla.

Akari se incorporó y se frotó los ojos, parpadeando un par de veces. Se arrastró fuera de la cama y, en silencio, rodeo a Menou con sus brazos para abrazarla.

—¿…qué pasa? ¿Sigues medio dormida?

—No lo sé.

Menou se mostró perpleja, sin saber cómo reaccionar a que Akari la abrazara tan de repente a primera hora de la mañana.

Akari no podía culparla por estar confundida, pero no quería soltarla.

Sentía que había tenido un sueño extraño. Aunque no podía recordarlo, sospechaba que fue terriblemente triste. No estaba segura de que el sueño fuera el motivo, pero estaba tan contenta de que Menou siguiera viva que no pudo evitarlo.

Simplemente la abrazo para disfrutar del calor que irradiaba su cuerpo y la tersidad de su piel bajo la firmeza de su tacto; para Akari tocarla no tenía precio.

—No lo sé, pero en serio, ¡en serio te amo, Menou…!

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Por alguna razón, sintió que tenía que transmitir esos sentimientos—esta vez en voz alta y sin tapujos.

—…er, ¿gracias?

Menou ladeó la cabeza, obviamente confundida.

***

 

 

Pasaron tres días desde el desastroso incidente.

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Los verdaderos símbolos de esta orgullosa ciudad—el antiguo castillo real y la catedral—habían sido destruidos en el coto lapso de un día.

Oficialmente, la historia era que un dragón y un demonio de la Frontera Salvaje invadieron la ciudad desde el subsuelo, y la Princesa Caballero Ashuna, que estaba de visita en la ciudad, los derrotó junto con una sacerdotisa desconocida.

Tenía sentido, considerando las circunstancias.

Ya era bastante malo que los altos mandos de Las Fausto y La Nobleza estuvieran conectados con un grupo terrorista de Los Comunes. Sobre todo, no podían revelar al público las actividades inmorales de la arzobispa. Mantuvieron la atención sólo en los desastres más evidentes y anunciaron que la arzobispa Orwell había muerto durante la batalla.

La muerte de esta ilustre mujer santa fue ampliamente llorada.

Y el misterio de las silenciosas desapariciones de jóvenes quedó oficialmente sin resolver—pero se prometió que no se producirían más incidentes a manos de los mismos autores.

Menou y compañía fueron puestas bajo arresto domiciliario mientras se resolvían las repercusiones, pero al cabo de tres días, finalmente se les permitió partir, por lo que se habían preparado en consecuencia.

Tras despertar a Akari, Menou se escabulló para visitar el hotel donde se alojaba Momo.

Originalmente, Menou debía salir sola de las fronteras de la nación; pero como no consiguió ejecutar a Akari en Garm, no tuvo más remedio que llevarla consigo en el viaje, lo que cambió sus planes de forma significativa.

Necesitaba tener una reunión con Momo sobre estos planes, pero en los últimos tres días, Momo no había aparecido ni una sola vez, a pesar de su habitual costumbre de hacer visitas no solicitadas. Por ello, Menou fue a verla ella misma.

Menou llamó tres veces a la puerta. No hubo respuesta, pero sintió una presencia en su interior.

Puso la mano en el pomo de la puerta y empujó suavemente. La puerta, aparentemente sin llave, se abrió con facilidad.

—¿Momo? Voy a entrar.

Aunque preocupado por la falta de respuesta, Menou entró en la habitación.

Momo estaba cociendo fervientemente, en total silencio de concentración. Ni siquiera pareció darse cuenta de la llegada de Menou.

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Menou se acercó y le tocó suavemente el hombro.

—¿Momo?

—…Ah.

Por fin, una reacción. Levantando la vista con un pequeño jadeo, Momo se puso rígida al ver a Menou. Extrañamente, había incluso un notable de miedo en sus ojos.

—S-Senpai…

—Sí, así es. ¿Te acuerdas de mí? ¿…qué pasa?

Momo se veía inusualmente nerviosa. Sorprendida por su extraño comportamiento, Menou notó entonces el mayor cambio de todos.

Era evidente que llevaba un rato despierta, pero Momo no traía encima sus características coletas.

—L-Lo siento. Las cintas que me diste…

Con el pelo suelto, Momo se mordió el labio y continuó entre susurros.

—…e-ella s-se… quemaron.

Con voz temblorosa, como si fuera a llorar en cualquier momento, miró los restos carbonizados de las cintas.

Evidentemente, para Momo, participar en la destrucción del antiguo castillo real y derribar el campanario de la catedral eran asuntos insignificantes comparados con la pérdida de sus cintas.

—Y-Yo pensé… en intentar arreglarlas… pero es imposible…

Su vacilante explicación estaba muy lejos del habitual tono cadencioso con el que glosaba las cosas.

Parecía que estuvo intentando unir los restos carbonizados de las cintas con hilo, pero como la mayor parte de la longitud había sido incinerada hasta quedar en nada, fue claramente imposible.

Temblaba, como si hubiera cometido un pecado horrible.

—Momo, siéntate aquí.

—E-Está bien…

Incluso en su inusual estado, Momo obedeció a Menou inmediatamente.

Una vez que su ayudante se sentó en la silla, Menou se colocó detrás de ella y sacó las dos coletas que había hecho cuando fue a hacer turismo. Estaba claro que Momo no se había cuidado mucho el cabello en los últimos días. Sujetando delicadamente en sus manos los suaves y desordenados mechones de su ayudante, Menou cepilló el cabello de Momo y lo acomodó en coletas.

Era ciertamente un poco triste que las cintas que le había regalado cuando eran niñas se hubieran quemado, pero Menou nunca la culparía por algo como eso. Sabiendo lo mucho que había trabajado su ayudante, sonrió a Momo en el espejo.

—Te vez muy linda.

Las lágrimas se agolparon en los ojos de Momo.

—Senpai…

—¿Qué pasa, Momo?

—¿Por qué… siempre me das lo que quiero… exactamente cuándo lo quiero…?

—¿Quién sabe? Bueno, a lo mejor es porque eres mi ayudante.

—Te quiero.

Con las lágrimas cayendo en silencio, Momo se giró y rodeó a Menou con sus brazos. Mientras lloraba, se aferró a ella con toda la fuerza de su pequeño cuerpo.

—Eres lo único que quiero en todo este mundo.

—Lo sé, lo sé. Sigues siendo una llorona, Momo.

Menou secó suavemente las lágrimas de su kouhai y le acarició la cabeza con delicadeza.

—Siento no poder darte nada mejor.

—Es perfeeecto.

Momo levantó la cabeza.

Volviendo a su habitual tono almibarado, Momo esbozo una sonrisa, con los ojos aún llorosos.

—Tu Momo es una chica sencilla. Un regalo así es suficiente para aniiiimarme.

—No deberías decir eso de ti.

Dando una palmadita en la cabeza a su linda y astuta ayudante, Menou sonrió con ironía.

***

 

 

Una vez recupero sus ánimos, la reunión transcurrió con rapidez, y Menou y Akari no tardaron en aventurarse a las afueras de Garm, ante el muro de luz que se alzaba sobre la ciudad.

Era la barrera protectora que separaba el área poblada de la Frontera Salvaje. Dicha barrera fue erigida por la propia Orwell en sus días de luz, y en el centro se encontraba una puerta.

—Urgh. Una vez que pasemos por esa puerta, la peregrinación comenzara, ¿entiendes?

—Sí, así es.

Después de su extraño comportamiento de la mañana, Akari volvía a ser la de siempre.

Menou rio, pero se mantuvo centrada.

En este planeta, había pocos territorios habitados por humanos lo suficientemente grandes y estables como para ser considerados ‘naciones’. Las amenazas de monstruos y demonios violentos, los soldados sortílegos y las armas biológicas dejadas atrás por antiguas civilizaciones, y sobre todo las cicatrices de los Errores Humanos causadas por los Errantes habían hecho que muchas regiones fueran inhabitables.

Dado que los humanos apenas lograron sobrevivir y construir naciones debido a la amenaza inminente de la Frontera Salvaje, no existían naciones que limitaran entre sí. Fuera de la frontera de cada nación se alzaban esas grandes e impenetrables tierras de nadie, y sólo la ruta de peregrinación unía los territorios humanos entre sí.

—Como he explicado antes, será un viaje de al menos tres meses para llegar a la residencia en la tierra sagrada.

—En~tendido. Recorrer en esta cosa de la peregrinación durante semanas suena bastante duro. ¿Seguro que no podremos coger un tren?

—Lo lamento, pero no. No hay ninguna línea que vaya directamente allí, y de todas formas no tenemos presupuesto.

—Okaaaay. Vale. Lo entiendo, pero no sé si quiero dormir apiñada en una posada…

—Estaré contigo, así que trata de soportarlo.

—¡Sí…! Tienes razón. Mientras estés conmigo, Menou, ¡puedo soportar casi todo!

En cuanto Menou tranquilizó a la chica que se quejaba, Akari se animó rápidamente. Observando que estaba aprendiendo a controlar a Akari, miró hacia la puerta de piedra blanca que marcaba el inicio de la peregrinación.

Allí se encontraba un único versículo grabado en la piedra.

Esta puerta está abierta a todos.

A los enfermos y a los sanos.





A los afortunados y a los desafortunados.

A los perezosos, a los diligentes, a los sabios y a los tontos.

A los fieles, por supuesto, y a los herejes de todo tipo.

Esta puerta santa está abierta a los puros de corazón y a los malvados…

Era la esencia de la peregrinación, que también estaba escrita en la primera página de la guía turística. Cuando uno completaba el viaje, se decía que quedaba limpio de todos los pecados y renacía en este mundo.

Menou sabía que sus pecados nunca podrían ser realmente lavados, pero aun así le gustaba este ilógico versículo.

Extendió la mano y tocó la puerta de piedra.

Pasando los dedos por las letras talladas, pensó en

Momo, que ya se había adelantado a la Frontera Salvaje.

En el tren hacia Garm, Menou experimento una extraña sensación. Momo sintió lo mismo y le contó a Menou su teoría de que el origen era un encantamiento de Akari que había afectado al tiempo de todo el mundo.

Aunque fuera cierto, naturalmente sería imposible de probar, pero probablemente la teoría de Momo era correcta.

Porque de ser así, explicaría muchas cosas.

La confianza de Akari en Menou podría incluso deberse a que había utilizado sus poderes para volver de un tiempo muy lejano en el futuro.

En esta teoría, ella no conservaría sus recuerdos del antiguo futuro cuando volviera al presente. Eso era seguro. Menou lo sabía no sólo por el comportamiento de Akari, sino porque había utilizado la Fuerza Guía para tocar su propia alma y espíritu.

Seguramente nadie pondría toda su fe en alguien que sabía que intentaba matarlo.

Lo más probable es que hayan quedado vestigios del cariño que Akari sentía por Menou desde el futuro, después de su Retroceso. Menou debía haber engañado tanto a la Akari del futuro que se había ganado su confianza incondicional, pero de alguna manera no había logrado matarla, permitiendo que ella utilizara el Retroceso.

Lo que significaba que Menou tenía que proceder con aún más precaución.

Esta vez, procedería con la suposición de que el fracaso era una fuerte posibilidad, y aun así se ganaría la confianza de Akari mientras encontraba cuidadosamente una manera de matarla sin dejar que manipulara el tiempo.

—Sí. Asegúrate de matarme con seguridad esta

Por un momento, Menou creyó sentir la presencia de un extraño encantamiento.

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—¿…?

Miró a su alrededor, pero no vio nada extraño. Incluso si la Luz Guía que indicaba un encantamiento fuera visible, sería imposible divisarla en medio del centelleo de la barrera producida por las venas astrales.

—Vamos, Menooou. ¡¡VAMOS!! Demos el primer paso juntos, ¡a la cuenta de tres!

—…oh, está bien. Bien.

Sonriendo ante la petición infantil de Akari, Menou se acercó obligatoriamente para situarse a su lado.

Este viaje de Garm a la tierra sagrada fue un perfecto paralelismo con el viaje que la joven Menou había realizado con su Maestra, trazando el camino a lo largo del cual formó su identidad.

Realmente se sentía como un viaje hacia el renacimiento.

Mirando el camino que estaba a punto de recorrer de nuevo, Menou recordó algo que su Maestra le había dicho cuando era joven.

“Absorberás todo lo que soy con esa alma y espíritu blancos que tienes. Y si algún día todo lo que te enseñe acaba rompiéndose por la felicidad, y todavía consigues sobrevivir… bueno, supongo que entonces me abras superado”.

Fue el primer objetivo que se le encomendó antes de que comenzara realmente su entrenamiento como Verdugo. Lo más probable es que Menou nunca hiciera realidad esas palabras.

Ella había matado a demasiadas personas como para que se le concediera la felicidad en su vida.

Renacida como Verdugo, Menou ya no podía vivir más que para matar a otras personas. La única felicidad que satisfaría a Menou y acabaría con su existencia como Verdugo sería que un día una cuchilla le quitara la vida.

Si tuviera la suerte de que algún día le perdonaran todos sus pecados para terminar rodeada de personas amables (como en el aula que a veces veía en sus sueños), y si tuviera la suerte de que le concedieran la felicidad de una mejor amiga que aceptara todo lo que hizo, probablemente no podría seguir viviendo.

Menou estaba segura de que, si alguien así existiera, dicha persona también sería la causante de su perdición.

Al mismo tiempo, no podía evitar anhelarlo un poco.

Si pudiera encontrar la felicidad de un encuentro que sería desperdiciado en una villana como ella y morir como resultado, entonces no querría nada más. Si tan solo pudiera encontrar mi final con una sonrisa de satisfacción… era un deseo egoísta, pero aún lo deseaba en el fondo.

De pie junto a Akari, Menou miró el rostro de la otra chica.

Akari se percató de su mirada y soltó una enorme sonrisa.

—Bien, vamos juntas. A la cuenta de tres.

—De acuerdo, de acuerdo.

Menou respondió con una pequeña mueca a la sonrisa despreocupada a la que ya estaba tan acostumbrada, y realizaron la cuenta regresiva.

—¡Uno, dos, tres!

Las dos iniciaron un largo viaje—el viaje para que una de las chicas matara a la otra…

Shokei Shoujo no Virgin Volumen 1 Epilogo Novela Ligera

 

-FIN DEL VOLUMEN 1-

 

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