Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 1

Capítulo 3: Terrorismo en el tren desde la Capital Real

Parte 2

 

 

El tren fue secuestrado por terroristas poco después de su abordaje.

—¡¡MANOS ARRIBA BASTARDOS!! ¡CUALQUIERA QUE SE RESISTA, MUERE! ¡¡SIN PREGUNTAS!!

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Menou no perdió de vista a los dos hombres que gritaban amenazas mientras acorralaban a los pasajeros en la parte trasera. Parecían acostumbrados a la violencia, así que tal vez fueran aventureros fracasados que regresaron de la Frontera Salvaje. Estaba muy bien intentar hacerse rico en esa tierra de nadie, que dividía las zonas habitadas por la humanidad, pero muchas personas huían y se dedicaban a la vida delictiva, incapaces de soportar los duros elementos.

—M-Menou…

—Todo estará bien.

Akari se veía nerviosa, así que Menou la tranquilizó.

Los terroristas parecían estar planeando secuestrar todo el tren. En estos momentos, estaban tratando de reunir a todos los pasajeros del vagón de Menou y Akari en un solo lugar.

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Si estaban armados y no trabajaban para La Nobleza, entonces debían ser terroristas de Los Comunes actuando bajo la fachada de ser un ‘grupo de ciudadanos’. Menou no estaba segura de sus motivaciones, pero al menos no parecían ir tras Akari.

En ese caso, la mayor preocupación de Menou eran sus armas.

—Estos tipos dan miedo… incluso llevan pistolas. ¡No sabía que hubiera pistolas en este mundo!

—No las hay… bueno, técnicamente las hay, claramente, pero están prohibidas. Se supone que nadie debe portarlas.

—¿Huh? ¡Pero esos tipos las tienen!

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—Sí que las tienen.

Cuando Akari le susurró al oído a pesar de la situación, Menou respondió sin apartar la vista de los terroristas.

Las armas eran un tabú designado y, por tanto, se consideraban una herejía. La producción, distribución y posesión de armas estaba prohibida.

Sin embargo, era difícil erradicarlas por completo.

Aunque la gente no las produjera a mano, la Sociedad Mecánica, que campaba sus anchas por la Frontera Salvaje del este, seguía produciéndolas, por lo que cualquier persona lo suficientemente fuerte como para volver con vida de esa zona podía obtenerlas. La mayoría solamente disparaba Guía sin la necesidad de pólvora, pero ambas variedades eran igualmente mortales.

El problema era que los hombres que tenían delante no se veían lo suficientemente fuertes como para adquirir esas armas por su cuenta.

Puedes conseguirlas en la Frontera Salvaje, pero…

—La Frontera… ¿huh? ¿Qué es eso?

—Ahora mismo estamos en una situación complicada, así que te daré una clase sobre sentido común más tarde.

La Frontera Salvaje es una zona en la que el entorno era tan duro que fue considerada inhabitable y abandonada por la civilización en general. Se trataba de una zona demasiado peligrosa como para que alguien se abriera paso sin algún nivel de poder o habilidad considerables.

Entonces, ¿quién había vendido las Armas Guía a estos hombres? Los pensamientos de Menou se agitaban mientras susurraba con Akari.

Uno de los hombres se paró delante de ellas.

—Ustedes son las siguientes. Mantengan la boca cerrada y diríjanse a la parte de atrás… no jodas. ¡Tenemos una sacerdotisa aquí!

Cuando el hombre empezó a dar órdenes, se fijó en la ropa de Menou y frunció el ceño.

—Buenos días, señor terrorista. ¡No soy más que una humilde sacerdotisa y aliada de Los Comunes! ¿Hay algún problema?

—Bah. ¿No es usted muy descarada, señorita sacerdotisa?

Su ropa la delataba.

Era bien sabido que las sacerdotisas de Las Fausto eran conjuradoras. Incluso sin saber que Menou era secretamente una Verdugo, nadie dudaría del poder de una sacerdotisa. Obviamente, tener a una conjuradora entre sus rehenes sería un problema.

El hombre frunció el ceño en señal de frustración ante el desafío que representaba Menou, pero se limitó a apuntarle con su arma.

—Yo en tu lugar obedecería en silencio. Sabes cómo es esto, ¿no, sacerdotisa?

Como tabúes designados, las Armas Guía no eran de conocimiento común para todos, pero cualquier sacerdotisa estaría familiarizada con su poder.

Lo más desagradable de todo es que el hombre amenazó a Menou apuntando con el cañón a los demás rehenes.

—…sí, por supuesto. No voy a oponer resistencia.

Ahora que tenía una idea de su carácter, Menou hizo una muestra de obediencia a regañadientes.

—Me alegro de oírlo. Las sacerdotisas son difíciles. Voy a tenerte vigilada. Empecemos por colocar tu escritura en el suelo y deslizarla hacia mí. Y, hmm…

El hombre se interrumpió, y sus ojos se desviaron hacia el muslo de Menou, que se asomaba por la abertura de su falda.

—…he. Supongo que será mejor que te desnudes también. Sería una molestia si tuvieras un arma escondida.

—………

Menos mal que Momo está en otro vagón.

En lugar de expresar disgusto, la primera reacción de Menou fue de alivio.

Si Momo hubiera estado presente, habría ido a por la vida del hombre con cero consideración por la seguridad de los rehenes.

Y también habría utilizado sus métodos particularmente desagradables.

Dado que Menou podía prever ese resultado con absoluta certeza, no pudo evitar pensar que era una pequeña fortuna. Cuando su ayudante se desbocaba, era muy difícil detenerla.

—¿Qué pasa, chica? ¿Intentas negarte? ¿Una noble aliada de Los Comunes va a dar la espalda a estos rehenes, eh?

—Lo sé. ¡Bien…!

En realidad, si había una daga atada a la parte posterior de su muslo, así que el hombre no iba mal encaminado al pedirle que se desnudara. Sin embargo, Menou no tenía ninguna intención de quitarse la ropa delante de los demás.

Se agachó, pretendiendo hacer un escándalo para llamar la atención del hombre y luego noquearlo mientras se encontraba distraído.

Pero Akari se puso delante de ella.

—¡E-Espera un segundo!

—¿Hunh? ¿Qué es esto?

—¡N-N-No seas malo con Menou!

Akari intentaba proteger valientemente a Menou, pero era evidente que estaba asustada. Había lágrimas en los ojos de la chica, y sus manos temblaban.

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Aun así, levanto la mano para desatar el lazo de su pecho, y luego abrió el botón superior de su blusa.

—Si alguien tiene que desnudarse, entonces… ¡Y-Yo lo haré!

—Um, ¿qué?

—¿Huh?

Era una declaración audaz pero irracional.

De hecho, tanto Menou como el terrorista inclinaron la cabeza confundidos ante su extraña intromisión.

El razonamiento oficial del hombre era desarmar a Menou, aunque sólo fuera una excusa. No tenía sentido que Akari se desnudara en su lugar.

Sin embargo, Akari se giró hacia Menou con sus ojos llorosos y llenos de determinación.

—¡E-Está bien, Menou! ¡¡No dejaré que te pase nada malo!!

—Lo siento, Akari. Lo que dices no tiene sentido, ¿podrías callarte un minuto, por favor?

—Sí, escucha a tu amiga. Eso es–hrmm.

El confundido hombre empezó a darle la razón a Menou, pero entonces sus ojos se posaron en el pecho de Akari.

Sólo con desabrochar un solo botón, ella había revelado una cantidad considerable de piel. El tamaño de su pecho era evidente incluso bajo la ropa, pero su impresionante escote se acentuaba aún más por la forma en que inconscientemente encogía los hombros hacia dentro por el miedo.

La boca del hombre se torció en una mueca sucia.

Shokei Shoujo no Virgin Volumen 1 Capitulo 3 Parte 1 Novela Ligera

 

—…heh-heh. Bueno, tú también puedes–

—Suficiente.

Menou aparto toscamente a Akari del camino, interrumpiendo al hombre.

Para ganarse su confianza como compañera de viaje, proteger a Akari era indispensable.

Sin embargo, como orquestado por alguna fuerza misteriosa, la situación y las demandas del corazón de Menou coincidieron de una manera fascinante.

—Esta niña es una civil. ¡No intentes nada raro con ella! ¿Tu solicitud fue para desarmarme, verdad? Entonces te entregare las escrituras. Aquí tienes…

¡TOMA!

—¡¿Eh?!

Menou distrajo al hombre, hablando con rapidez y pretendiendo colocar las escrituras en el suelo, cuando de repente cambio su accionar. Moviéndose más rápido de lo que la vista podía percibir, balanceó su brazo y lanzó el libro con todas sus fuerzas hacia el otro hombre, que estaba detrás de ellos apuntando con su arma Guía a los rehenes.

La esquina del pesado libro golpeó al hombre directamente en la cara.

—¡¿Buh?!

Las escrituras eran gruesas—fácilmente de unas quinientas páginas. Estrellar un tomo tan pesado directo en la cara de alguien seguramente causaría algún daño.

—Aghh…

—¡Perra–! ¿Huh…?

El hombre que había estado vigilando a los rehenes fue noqueado inmediatamente por el impacto. Al ver a su compañero caer, el terrorista que intento abusar de Menou y Akari estallo en cólera, pero Menou no necesitó de ningún truco rebuscado para incapacitarlo. En el instante en que desvió la mirada, Menou se escabulló de su vista para deslizarse detrás de él. Y mientras miraba confuso a su alrededor, ella lo dejó fuera de combate de un solo revés en la barbilla.

Tras haber derribado a ambos hombres, Menou se quitó el polvo de las manos con brío.

—Bueno, eso fue fácil.

Procedió a desarmar a los terroristas inconscientes, y tomando prestado el cinturón de uno de los pasajeros, los ató para que no pudieran moverse por si acaso despertaban. Recoger objetos tabúes era parte del trabajo de Menou, pero determinar su castigo correspondía a las fuerzas del orden, así que lo mejor sería apresarlos en lugar de acabar con sus vidas.

Akari apretó los puños con emoción y los bateo de arriba a abajo después de presenciar tan de cerca los movimientos diestros de Menou.

—¡W-Whoa! ¡Menou, eso fue increíble! ¡Eres muy fuerte! ¡No me extraña que seas una agente secreta ninja tan eficaz!

—Por supuesto. ¡Después de todo soy una sacerdotisa pura, propia y muy poderosa…! Tan solo agradecería que dejaras de llamarme ninja, ¿vale?

Aceptando con gracia los elogios de Akari, Menou se volvió hacia los pasajeros que habían sido rehenes hace unos momentos.

Mientras todos la observaban con la respiración contenida, les dedicó su mayor sonrisa.

—Cálmense todos. Estos terroristas tuvieron la mala suerte de encontrarse con una sacerdotisa como ¡Aprenderé sin falta a todos los rufianes que intentaron abordar este tren!

—¡Ooh! —Los pasajeros aplaudieron con asombro y alivio ante la actuación de Menou.

Eso debería ser suficiente para mantener a los civiles tranquilos, pensó Menou, volviéndose hacia Akari.

—Y Akari, no vuelvas a hacer algo tan imprudente. Soy yo la que te está protegiendo. ¿Y si te hubiera pasado algo?

—L-Lo entiendo. Lo siento…

Mientras Menou la regañaba, los hombros de Akari se desplomaron. Sus acciones no ayudaron en prácticamente nada.

Y, aun así, Menou suavizó un poco su expresión.

—Pero gracias por intentarlo… tu valentía me hizo muy feliz.

—…hee-hee. —Akari volvió a soltar una sonrisa.

—Adoro lo considerada que eres, Menou. Gracias.

—De nada. Ahora, iré a ocuparme de los terroristas en los otros vagones. Sé una buena chica y espérame aquí.

—Si… pero por favor, ten cuidado, ¿vale? No quiero que me dejen atrás nunca más.

—…nunca más… ¿Y cuándo te he dejado atrás?

—¿Ohh…? E-Es verdad. Supongo que tienes razón. Jajaja, ¿qué estoy diciendo?

—Debes estar cansada… volveré en un momento, así que procura descansar un poco.

Con un pequeño saludo, Menou recogió las escrituras que había lanzado a uno de los secuestradores y se dirigió hacia el vagón que estaba frente al suyo.

Su libro brillaba débilmente bajo los efectos de la Luz Guía.

Esa era la señal de una comunicación entrante con otra escritura. Lo más probable es que fuera un mensaje de Momo.

Menou confirmó el contenido del mensaje parada sobre el enlace entre los dos vagones, aún sin comprender nada.

Seguía sin comprender la razón por la que Momo se había preocupado de que no fuera adecuada para este trabajo.

—Me pregunto cómo estará Momo…

Y tampoco es que fuera un cambio visible, así que ni ella misma se dio cuenta. Acciones reflexivas como la de consolar a Akari hace unos momentos no eran realmente necesarias para su misión. En realidad, un regaño la hubiera vuelto más sumisa, facilitándole a Menou la tarea de controlarla—sin embargo, Menou la consoló sin siquiera pensárselo dos veces.

Ante la soleada sonrisa de Akari, la línea que separaba la actuación de Menou de sus verdaderos sentimientos comenzaba a diluirse, dejando que ambos se mezclaran.

Pero Menou aún no se había percatado de ello.

***

 

 

El segundo vagón estaba equipado con camas.

Ya habiendo secuestrado el tren, los terroristas intentaban reunir a los pasajeros en el vagón con el comedor. La mayoría de los pasajeros eran personas comunes y ordinarias. Aunque lamentaban su suerte, se encontraban lo suficientemente asustados por las armas desconocidas como para obedecer en silencio.

Una vez que los cinco hombres lograron apiñar a la mayoría de los pasajeros del vagón cama en el vagón comedor, dos de ellos se dirigieron al tercer vagón. Mientras esos dos reunían a los pasajeros de allí, los tres restantes empezaron a peinar el vagón cama para asegurarse de que no se les hubiera escapado nadie.

Mas pronto que tarde, se encontraron parados frente a una de las camas intercambiando miradas.

—Hey.





—¿Huh? ¿Hay un niño escondido aquí o qué?

La sábana que cubría la cama se levantaba en un evidente bulto.

Por si fuera poco, el bulto temblaba.

—No sé si es un niño o una niña, pero seguro que es un mocoso. Ugh.

—Deberíamos dispararle. Si tiramos el cuerpo por la ventana, nadie lo sabrá.

—Ya deja las bromas… oye, niño. Si sales en silencio, no te haremos daño.

A juzgar por el tamaño del bulto, no podía ser un adulto el que se escondía allí.

El niño asustado debió esconderse tan rápido que los hombres no se dieron cuenta la primera vez. Esperando que el niño no fuera a romper en llanto, los hombres se acercaron con cautela.

Entonces, de repente, la sábana blanca voló hacia arriba, bloqueando la vista de los hombres.

—¡¿Huh?!

—¡Maldición!

Justo cuando la sábana obstruyo su visión, el más avispado de los hombres se dio cuenta de que el ‘niño’ llevaba una túnica de sacerdotisa. Maldiciendo, abrió fuego inmediatamente.

Parte del peligro de un arma Guía es que son fáciles de usar incluso para alguien que no esté familiarizado con la manipulación del poder. Cuando uno aprieta el gatillo, automáticamente esta absorbe parte de la energía del usuario, la endurece y la dispara como si fuera una bala.

No obstante, el disparo del hombre solo agujereo la sábana.

—¡¿Guh?!

El hombre que había disparado dejó escapar un gemido, ya que lo estaban estrangulando. La personita aprovecho el lapsus dejado por la sabana y se paró detrás del terrorista para enrollar alrededor de su cuello algún tipo de cuerda.

Tres segundos pasaron.

El hábil apretón sobre su arteria carótida dejo al hombre fuera de combate en un tiempo sorprendentemente corto.

—¡Maldita sea! ¡¿Una sacerdotisa?!

Los otros dos por fin se dieron cuenta y giraron sus cañones en su dirección, pero no pudieron apretar el gatillo. La pequeña chica estaba completamente oculta tras el cuerpo inconsciente del hombre.

Al ver que sus compañeros dudaron, la chica activó un Incremento. Entonces, con la fuerza potenciada de su brazo, lanzó al desmayado hacia los otros dos con notable facilidad, a pesar de su diferencia de tamaño.

Los dos hombres no estaban lo suficientemente podridos como para disparar a su aliado, así que fueron golpeados de lleno por todo su peso.

Sucedió demasiado rápido como para que pudieran defenderse del impacto. Quizás las cosas habrían sido diferentes si hubieran podido utilizar algún Incremento para fortalecerse, pero estos terroristas no poseían habilidades tan avanzadas.

Uno de ellos retrocedió a trompicones y el otro cayó de espaldas.

La chica redujo la distancia sin dudarlo, y golpeó la cara del hombre que seguía en pie con su pequeño puño enguantado.

—¡Nnguah–!

Golpeó al hombre una y otra vez con una frialdad que no concordaba con su suave pelo rosado ni sus adorables rasgos.

Crack*

El sonido de una nariz rompiéndose, seguido de una mandíbula. El tercer golpe hizo volar una muela y el hombre cayó inconsciente.

Ella dirigió su mirada hacia el otro hombre.

—¡N-No jodas!

El hombre levantó frenéticamente su arma Guía, pero para entonces la chica ya estaba detrás de él.

—Pregunta~

Se oyó el crujido del metal cuando algo se enroscó alrededor de su cuello.

—¿Cuántos son y cuál es su verdadero objetivo?

—…bah. ¿Crees que un poco de cuerda va a hacerme hablar?

—¿Cuerda…? Oh, asumes que es una cuerda porque no puedes verlo. Qué adorable. Desafortunadamente, no soy tan amable.

Ahora que ella lo mencionaba, el hombre se dio cuenta de su error.

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La sensación alrededor de su cuello no se sentía como una cuerda o un cordón; había una frialdad que lo identificaba como metal. Pero era demasiado afilada y áspera para ser un cable.

¿Qué es entonces? El hombre frunció el ceño, pero justo en ese momento la chica reveló la respuesta.

—Es una sierra de afrontamiento.

—¿Huh? ¡¿Ngaah?!

La delgada sierra de metal presionada contra el cuello del hombre comenzó a deslizarse.

Los dientes se arrastraron por su carne con dificultad, y la sangre broto de inmediato. La chica que sostenía el mango la agito ligeramente en un movimiento de sierra y se detuvo.

Pero eso fue suficiente para drenar el color de la cara del hombre.

—A… aagh… e-espera, n-no, ¡detente–!

—Voy a serruchar tu cuello un poco más cada segundo que pase.

—¡…hgggh!

El hombre sintió como si hubieran respirado hielo en su oído.

La frialdad concentrada en la voz de la chica no fue resultado de su calma.

Era simplemente una prueba de lo poco que le importaba la vida de un terrorista.

—Aaaasí queeee… ¿me dirás lo que quiero saber, o tu cabeza golpeará el sueeeelo primero? Voy a contemplar lenta y calmadamente hasta que pase alguna de esas cosas, ¿valeeee?

En menos de un segundo, el hombre empezó a soltar toda la información que ella necesitaba.

***


 

 

Fuerza Guía: Conectar—Escrituras, 1:4— Conjurar [«Y así se trasmitió su voluntad tanto en la tierra como en el cielo»]

Tras extraer información del terrorista y dejarlo inconsciente, Momo abrió una página de sus escrituras y la cargó con Fuerza Guía, conjurando un encantamiento. Sus escrituras ya estaban vinculadas a las de Menou, por lo que le compartió cuál sería su siguiente plan de acción.

El objetivo de los terroristas era la princesa de esta nación, que se encontraba en un vagón de primera clase. Pretendían tomarla como rehén para exigir la liberación de su líder, que recientemente fue capturado por la Orden de los Caballeros.

—Qué poco inspirador…

Este acontecimiento no le interesaba a Momo, pero no podía dejar de recabar información para Menou.

Algunos de los terroristas también habían ido a los vagones económicos, pero sólo eran dos. Menou debería poder encargarse de ellos sin problemas. Era extraño que portaran armas tabú como esas, pero aun así, no suponían una gran amenaza.

El problema eran los vagones delanteros.

Había tres hombres en la sala de máquinas y ocho que se infiltraron en el vagón de los nobles.

Momo suspiró.

—Es terriblemente aburrido trabajar sin mi senpai… pero supongo que debería exterminar a las plagas de la sala de máquinas para que me alabe.

Sonriendo débilmente para sí misma, Momo reflexionó sobre el día en que conoció a su senpai.

***

 

 

Tras perder a sus padres, la joven Momo fue llevada a un extraño monasterio.

Allí, ella y las demás fueron sometidas a un entrenamiento extremo, siguiendo un programa terriblemente inflexible. Aunque decían ser un monasterio, el inusual sistema no mostraba ningún interés en salvar a nadie que no pudiera seguir los rigores de lo que significaba una vida ahí. Incluso a su corta edad, la pequeña Momo se dio cuenta de que fue a parar a un lugar demasiado extraño.

Muchas veces, una niña que había estado allí el día anterior desaparecía de repente al día siguiente.

La mayoría de las que desaparecían eran niñas con calificaciones insatisfactorias, y ninguno de los adultos hablaba de su paradero. Sin embargo, Momo podía imaginar lo terrible de su destino.

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Momo odiaba ese monasterio.

Aunque todos vivían juntos, las otras niñas no se interesaban en sus compañeras. Era normal que trataran de derribar a las demás para salir adelante; lo único que importaba era asegurar la propia supervivencia. Las sacerdotisas adultas que se atribuían el papel de maestras eran frías y crueles, sin rastro de empatía o compasión por sus pupilas. Y lo peor de todo era la persona a cargo del monasterio.

Aquella maestra pelirroja era la más zafada de todas.

Para la pequeña Momo, todos los que la rodeaban eran enemigos. Estaba convencida de que era la única persona cuerda del lugar, por lo que odiaba a todos los demás. Cumplía y superaba con facilidad los requisitos de todo su entrenamiento, pero nunca se sintió realizada con nada de ello. Odiaba cada una de las tareas que le obligaban a hacer.

Soy la única ‘humana’ real entre estos, pensaba para sí misma. Los demás estaban completamente locos. Se repetía una y otra vez que nunca se acostumbraría a un lugar tan horrible como éste.

Así que se pasaba los días albergando su odio hacia el monasterio, pero al mismo tiempo le preocupaba que éste empezara a influir en ella. El temor de que ya pudiera estar volviéndose loca andaba siempre al acecho en su mente.

Por eso Momo lloraba a menudo.

Casi sentía que, si podía llorar, seguiría siendo ella misma.

Cuando los tiempos eran difíciles, era normal llorar. Una niña como ella debería romper en llanto cuando este herida o triste. Momo se aferraba a ese pensamiento al ver que las niñas que la rodeaban hacía tiempo que habían dejado de llorar.

Por eso, cuando Momo tenía ganas de llorar, no se contenía. Lloraba cuando le dolía algo, o cuando estaba disgustada, o en el momento en que se sentía infeliz.

La idea de que los niños son puros e incapaces de hacer cosas malas es un delirio de adultos inconscientes que hace tiempo que han olvidado el pasado. En realidad, un grupo de niños descargará inmediatamente su estrés en cualquier cosa que parezca más débil que ellos.

Como Momo sollozaba a menudo, las otras niñas empezaron a verla como alguien inferior, y una vez la rodearon y se rieron de ella. Momo no quería que su llanto fuera interrumpido, así que las golpeo y las golpeo para ver si aún podían llorar. Después de eso, ninguna se atrevió a acercársele cuando estaba llorando.

Lloraba sola, todo lo que quería.

Cada vez que ocurrían cosas malas, al menos podía llorarlas sin interrupción. Eso era lo único en lo que podía confiar.

Sin embargo, una niña que aparentemente no sabía del incidente se acercó a Momo mientras lloraba.

La niña era sólo dos años mayor. Cada vez que Momo lloraba sola, esta niña de pelo largo y castaño pálido se acercaba inevitablemente a consolarla.

Era normal golpear a alguien que se acercaba con mala intención, pero por lo demás, pegarles a otros no era normal. Así que Momo se abstuvo de golpearla, pero siguió pensando que era cruel que esta niña insistiera en interrumpir su pequeña sesión.

Además, su ‘consuelo’ no incluía palabras amables—ni siquiera intentos de distraerla con canciones e historias.

Se limitó a estirar su mano y acariciar la cabeza de Momo.

Era un intento increíblemente torpe de consuelo. A veces, Momo hasta sentía que se burlaba de ella, por lo que a menudo apartaba la mano de la niña. Cada vez que Momo lo hacía, la niña fruncía el ceño confundida, pero permanecía sentada a su lado hasta que Momo paraba de llorar.

Qué bicho más raro.

Era aún más extraña que las demás. Esta también debe estar loca, pensaba Momo.

Por otro lado, siempre se veía tranquila, a pesar del infierno adonde llego a parar. Seguía haciendo cosas normales, como si fuera alguien normal en sus cabales. Pero si fuera verdaderamente normal, lloraría y gritaría en señal de protesta. No importa cuánto jugara a ser normal, esa niña debía estar jodidamente rota por dentro.

La forma en que su pelo castaño crecía largo y desordenado era la prueba de su desperfecto.


Como demostraba el pelo rosa de Momo, el color del cabello en ese mundo no estaba determinado únicamente por la genética. Si la Fuerza Guía de una persona superaba ciertos parámetros, el poder producido por su alma influiría naturalmente en el color de su cabello. Dado que el cabello castaño de esta niña era tan tenue como si hubiera sido decolorado, era fácil adivinar que su color natural debió ser mucho más vivo.

Antes de llegar al monasterio, algo le debió suceder a esa niña que dreno el color de su alma.

No cabía duda de lo anormal que era esta humana.

Y, a pesar de ello, cada vez que Momo lloraba, la niña de pelo castaño se acercaba a ella, impertérrita, pretendiendo consolarla pese a su torpeza.

Momo no podía evitar sentirse un poco conmovida.

Era extraña, sin duda, pero no estaba haciendo nada malo.

Así que Momo decidió permitir que se sentara a su lado cuando llorara.

Eso nos lleva a otro día, cuando Momo empezó a llorar por un doloroso golpe que sufrió durante el entrenamiento.

Entre todo ese llanto, Momo se detuvo a pensar si el dolor era realmente suficiente como para que valiera la pena llorar. Estaba tan distraída con ese pensamiento que su cabeza empezó a dar vueltas, pero como seguía llorando, decidió que debía estar bien.

Al igual que todos los días, la niña de pelo castaño se acercó a ella.

Acarició la cabeza de Momo, como siempre, en un vago intento de tranquilizarla. Momo tenía la ligera sospecha de que ese era el único método de consuelo que conocía.

Pero, por alguna razón, ese día no se detuvo ahí.

En su lugar, sacó alegremente una cinta roja de su bolsillo y le hizo una torpe coleta a la cabeza de Momo.

Momo se distrajo tanto por el desconcertante comportamiento de la niña que se olvidó de su llanto e incluso de la confusión resultante. Y al notar que Momo había parado de llorar, la niña le tendió un espejo de mano que había sacado de quién sabe dónde.

Entonces, cuando el espejo reflejó a Momo y las cintas que ataban su cabello en coletas, la niña sonrió con orgullo y habló.

—Mira cuan linda.

No tenía ningún sentido.

Era tan extraño que Momo lo repitió sin pensar.

—¿Linda…?

—Uh-huh. Elegante.

¿Esa era su idea de elegancia?

—Las niñas deben tener elegancia. La maestra me enseñó eso hoy.

Ya era un hecho conocido que esta niña era la favorita de la Maestra pelirroja que estaba a cargo del monasterio. Esta impresionante hazaña la convirtió en el blanco de muchos celos.

En medio de ese lúgubre monasterio, que dejaba a los niños sin energías para los demás y sin verdaderos aliados con los que platicar, la niña de pelo castaño ató el cabello de Momo en dos coletas y le acarició la cabeza.

—Eres muy linda.

Esta chica era realmente extraña.

Aunque Momo había parado de llorar, ese día permitió que la niña siguiera acariciando su cabeza sin resistirse.

Es extraña. Otra anormal. Pero quizá no sea tan mala, pensó Momo.

Al día siguiente, Momo utilizó las cintas que le dio la niña para recogerse el pelo en coletas. Era sólo un capricho, por supuesto. Cambiar de peinado es algo normal, así que quiso probarlo. Eso es todo.

En esta institución, hasta tener cintas para el cabello era suficiente para que algunos de los niños se pusieran celosos. Ese día estaba de muy buen humor, así que cuando un alma imprudente intentó robarle las cintas, Momo se limitó solamente a golpear a la niña infractora y a robarle su ropa.

Ya después utilizó las partes más bonitas de la ropa robada junto con un poco de hilo y aguja para hacer una bufanda.

Mientras sostenía la cinta hecha a mano, por alguna razón desconocida pensó en el largo cabello castaño claro de aquella niña. Le resultaba inquietante.

Tiempo después, la Maestra reunió a todos los niños del monasterio.

—Todos aquí pueden abandonar este monasterio ahora si así lo desean.

Esa mujer era la más infernal de todos los demonios de ese retorcido monasterio. Su pelo rojo era más oscuro que la sangre, y sus ojos más negros que la noche. Momo y los otros niños se congelaron en shock ante su declaración.

“A los niños inútiles se les elimina”.

Este era el rumor demasiado plausible que se había extendido en el monasterio. Un poderoso temor de que estuvieran a punto de ser asesinados recorrió la multitud de niños.

—No los vamos a matar ni nada por el estilo. Sólo digo que, si quieren irse, podemos trasladarlos a un monasterio normal.

Eso fue muy inesperado.

¿Por qué?

Esa pregunta estaba escrita en las caras de todos.

Nadie les había dicho para qué se les entrenaba exactamente en el monasterio. Sin embargo, resultaba obvio que no estaban siendo educadas para ser miembros decentes de la sociedad.

Pero cuando un murmullo recorrió la multitud, Momo fue la única en percatarse.

Había una niña solitaria de pie detrás de la Maestra.

Una niña torpe de pelo largo y castaño pálido.

—Les estamos dando la oportunidad de llevar una vida normal. ¡De todos modos no es como si supieran demasiado! Les advierto que, si deciden quedarse, la carga se hará aún más pesada~

La Maestra pelirroja puso una mano en la cabeza de la niña, con la frente en alto, y soltó una desagradable carcajada.

Para el final del día, el 60% de las niñas solicito un traslado. Cuanto más reciente era la llegada, más probabilidades había de que se trasladaran. La mayoría de las que decidieron quedarse, obviamente, ya no tenían salvación. Y aunque se veían felices de ser liberadas, ninguna agradeció a la joven que parecía ser la razón de su salvación. En todo caso, Momo escuchó a más niñas hablar mal de ella a sus espaldas.

Está loca, como la Maestra. Es espeluznante. ¿Qué pretende? ¿Trata de hacernos sentir como si estuviéramos en deuda?

Por supuesto que Momo noqueó a todas esas niñas, y luego pidió un traslado.

Finalmente, su vida podría volver a la normalidad.

Recogiendo las pocas pertenencias que tenía, se fijó en su cinta hecha a mano.

Le daré esto antes de irme.

Es normal dar a alguien un regalo de despedida.

Así que, por primera vez, Momo fue la que se acercó a la niña de pelo castaño.

—¿Hmm? ¿Qué pasa? Nunca antes te habías acercado a mí.

A estas alturas, la niña antes inexpresiva había empezado a actuar con relativa normalidad.

Pero no fue debido a su crecimiento como humana—sino a los consejos de la Maestra, como quien injerta nuevas partes en un juguete roto para que se vea más completo.

La niña seguía siendo anormal, en un grado casi repulsivo.

Pero a Momo ya no le importaba.

Cuando la muchacha inclinó la cabeza, Momo le mostró una cinta, y luego comenzó a peinarla cuidadosamente hacia atrás.

—Así. Ahora si te vez elegante.

Domando la larga melena castaña de la niña, Momo utilizó su cinta hecha a mano para atarla en una coleta.

—Eres… linda.

Momo sólo quería devolverle el favor. Y despedirse.

Por fin podría volver a la vida normal que anhelaba. Podría vivir entre personas normales.

Así que probablemente no volvería a ver a esta niña anormal.

—…hee-hee. Te agradezco.

Y fue en ese momento que vio a la niña sonreír por primera vez.

Se giró para mirar a Momo con su nueva cola de caballo balanceándose suavemente, y sonrió con tanta calidez como si fuera la primera vez que lo hacía.

—Eso me hace verdaderamente feliz.

Esa sonrisa era más brillante que el brillo de una estrella recién nacida.

Era tan clara, tan hermosa, tan brillante—una sonrisa tan normal que solo podría ser esbozada por una niña inocente de corazón puro, a pesar del terrible lugar en el que se encontraban.

A Momo se le llenaron los ojos de lágrimas.

Oh, no. No puedo.

No pudo detener sus lágrimas.

A diferencia de las que forzaba cuando sentía que debía llorar, éstas eran cálidas e infinitas, y no podría contenerlas ni aunque lo intentara. Momo lloraba todos los días y, sin embargo, esta era la primera vez que lloraba en años.

La visión de la brillante sonrisa de la niña le había hecho darse cuenta de algo.

Su yo normal murió hacía muchísimo tiempo. Y Momo no se percató sino hasta que vio esa sonrisa.

Al darse cuenta de lo que le faltaba, lloró de verdad por primera vez.

—Oh, querida. —La niña sonrió suavemente y acarició la cabeza de Momo. —¿De verdad que eres una llorona sin remedio, no?

Momo nunca olvidaría la amabilidad de su voz ni la suavidad de esos dedos que secaron sus lágrimas.

Eso era amor.

Amaba a esta niña, que siempre la consolaba cuando lloraba. Adoraba la manera en la que acariciaba se cabeza con torpeza. La amaba tanto que ya no le importaba perder su normalidad.

—Voy a convertirme en una villana, pero asegúrate de vivir tu vida normal, ¿de acuerdo?

—No, no lo haré.

Fue entonces cuando Momo se dio cuenta de que ni siquiera sabía el nombre de la niña, ni había mencionado el suyo.

Pero no se atrevió a admitirlo en ese momento.

Desde entonces, Momo solo llamo a la niña ‘senpai’, y empezó a referirse a sí misma de vez en cuando en tercera persona.

Y como le encantaba que la niña le diera palmaditas en la cabeza, empezó a hablarle en un tono dulce y suplicante.

—Momo se quedará juuuusto aquí.

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Ahora comprendía que nunca podría volver a la normalidad.

De todos modos, conocer a esa niña fue mucho más valioso que cualquier ‘normalidad’.

Fue en ese momento que Momo se decidió.

Menou eligió matar a unos pocos por el bien de un número indeterminado de personas.

En ese caso…

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