Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 1

Capítulo 1: La Verdugo

Parte 1

 

 

En el interior de la abandonada iglesia desmoronándose, destacaba un altar antinaturalmente nuevo.

Originalmente, el altar no formaba parte del mobiliario. En realidad, fue uno improvisado que Menou había montado para esta misión.

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Este arreglo especial, usado exclusivamente por Las Faustomiembros del Primer Estado al servicio del Señor—servía para aprovecharse del poder que fluía a través de todas las cosas y así comunicarse con otros a grandes distancias, enviando señales a lo largo de las venas de energía que corrían por toda la tierra.

Encima del pedestal se hallaba la imagen de una anciana proyectada mediante la Luz Guía.

—Interesante… así que dos personas fueron invocadas.

—Sí, arzobispa Orwell. El fallecido confirmó esta información.

La persona que recibía el informe de Menou era una anciana de rasgos tersos que aparentaba unos setenta años. Se apoyaba en un bastón para sostener su espalda encorvada, y cada mechón de su cabello era blanco. Sin embargo, la claridad de su voz daba a entender que estaba sana en cuerpo y mente.


Orwell se encontraba en la lejana ciudad de Garm, la antigua capital. Era una importante líder de Las Fausto, a cargo de toda la parroquia.

—Parece que fueron muy cuidadosos con esta invocación. Le queda mucho por hacer, señorita Menou.

—Está bien. Este es mi trabajo.

Las Verdugos trabajaban como personal de la tierra sagrada, aunque fuera solamente de forma oficial. Según la tradición, no tenían la obligación de informar de sus progresos a esta nación, o siquiera a la arzobispa. Pero Orwell había proporcionado ayuda de diversas maneras para las misiones de Menou en este país. Incluso esta base de operaciones fue arreglada por la arzobispa. Y en retribución por su ayuda, Menou le daba ocasionalmente a Orwell información sobre sus progresos cuando terminaba sus deberes.

—Intentaré infiltrarme en el castillo real una vez que determine la ubicación del otro objetivo.

—Muy bien. Agradecería que te pusieras en contacto conmigo una vez que todo este hecho.

Los ojos de Orwell se suavizaron de repente al percatarse de que el informe estaba terminando.

—Una vez que termine su trabajo, puede tomarse un descanso. Es la primera vez que vuelves a tu tierra en bastante tiempo, ¿no es así?

—Sí… es verdad.

Menou parpadeó sorprendida por el inesperado cambio de tema. ¿Por qué la arzobispa sabía acerca de su pasado? Buscó una respuesta en su mente.

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Sólo había una posibilidad.

—Arzobispa Orwell… por casualidad, ¿usted recuerda ese incidente?

—¿Por qué no lo haría? A pesar de que hayan pasado diez años, nunca podría olvidar esa ciudad ni a la niña que sobrevivió. Puedes ver que dejaste una impresión muy fuerte en mí.

Orwell era la mandamás de Las Fausto en esta nación, tanto de nombre como en la práctica. A diferencia de Menou, que vivió su vida como una Verdugo, Orwell había salvado a mucha gente como parte de su trabajo público siendo una mujer de la iglesia.

Sus capacidades quedaron especialmente claras en el incidente provocado por un Error Humano hacía unos diez años.

Ese desastre, en el que desapareció una ciudad entera, fue la razón por la que Menou se convirtió en Verdugo.

Ese día en que su ciudad natal fue borrada, la joven Menou conoció a la arzobispa Orwell.

Dicho esto, en realidad solamente fue un encuentro pequeño. Aunque no era de extrañar que Orwell tuviera memoria del incidente en sí, Menou nunca habría imaginado que la arzobispa recordara haber conocido a una superviviente como ella.

—En ese sentido, señorita Menou, me encantaría tener una larga platica con usted alguna vez.

—Sería un honor si llegase a presentarse la oportunidad… ahora, si me disculpa.

Menou inclinó la cabeza respetuosamente para dar por concluida la reunión.

Cuando la leve tensión abandonó sus hombros, suspiró.

—¿Mi tierra natal, huh…?

Por primera vez en mucho tiempo, la conversación la llevó a reflexionar en lo que se esconde dentro suyo. Intentaba ver si podía desenterrar algo de los meandros más profundos de su mente, pero no sentía ni la más mínima sensación de nostalgia.

Es cierto que Menou era de esta tierra. Pero la ciudad en la que nació hacía tiempo que había desaparecido.

Fue completamente aniquilado por la furia de un Errante.

Ese lugar había sido borrado del mapa y de los recuerdos de Menou. Tal era la naturaleza de un Error Humano que no quedaron rastros.

—…no parece real.

Por supuesto que no.

Renunciando a destapar sus memorias, Menou volvió a centrar su atención en el asunto que tenía entre manos.

Su trabajo aún no ha terminado.

Con los ojos entrecerrados, salió de la iglesia por el espacio Nulificado entré las ruinas. El edificio se hallaba rodeado por un muro que lo protegía de las miradas curiosas de la gente de la ciudad. Sin embargo, Menou se detuvo en medio del jardín en ruinas.

Hizo una señal de advertencia.

—Muéstrense. Sé que me han estado siguiendo.

Comprendiendo que ya era inútil esconderse, hombres salieron de las sombras.

Eran cuatro. Todos musculosos y de aspecto peligroso, con espadas largas atadas a la cintura.

Al discernir intuitivamente sus identidades, Menou curvó los labios con disgusto.

—¿Está bien que los finos caballeros de La Nobleza sigan a escondidas a esta joven dama?

—Basta de parloteos, Verdugo de Las Fausto.

Claramente, no estaban interesados en una conversación, y conocían su posición. Menou levantó una ceja en silencio.

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La sociedad se dividía en los tres estamentos del reino:

El más bajo era el de Los Comunes; gente ordinaria que constituía más del 90% de la población.

El siguiente era La Nobleza, formada por los nobles y la realeza. Ellos supervisaban la administración y gobernaban a Los Comunes.

Y finalmente, las santas del Fausto.

No era de extrañar que los hombres pudieran adivinar su posición social. Solamente con ver la ropa de Menou se volvía obvio.

Pero el hecho de que supieran que era una Verdugo era otra historia.

—¿Entonces puedo suponer que eres de la Orden de los Caballeros?

Ni Menou ni los hombres estaban dispuestos a confirmar o negar suposiciones.

Incluso entre La Nobleza, sólo a los caballeros se les permitía llevar una espada en público. Por supuesto, estos intrusos podrían ser delincuentes comunes y corrientes que poseyeran armas ilícitas, pero eso era dudoso dado los diseños de las crestas que destacaban en las empuñaduras de sus espadas.

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—Los perros guardianes de cualquiera que invoque a un Errante. En ese caso…

—No tenemos intenciones de luchar contra ti.

Los hombres se mantuvieron serios a pesar de las burlas de Menou.

—Ya mastate a nuestro objetivo. Deberías hacer las maletas y abandonar esta nación de inmediato. No está bien tener a alguien como tú rondando los alrededores.

—Qué pena. No me iré todavía, —Rechazó Menou. —y me temo que todavía tengo otro trabajo por hacer.

Al oír esto, los caballeros cambiaron sus expresiones por primera vez.

Eso confirmó su teoría basada en la información que obtuvo del muchacho.

—Ya veo. Me preguntaba por qué irían tras a un Errante, pero parece que no son tan descerebrados como pensaba. Imagino sabían que no podrían ocultar su ritual a la iglesia.

—……

Los caballeros intentaron volver a relajar sus expresiones, pero ya era demasiado tarde.

De los muchos tipos de encantamientos, invocar a un Errante exigía un ritual particularmente grande. Su invocación requería conectar las dos venas astrales—la vena celestial y la vena terrenal—para así succionar el poder que, a un nivel primordial, básicamente era la sangre del planeta. La Iglesia vigilaba constantemente las venas astrales, ya que eran esenciales para la supervivencia de la humanidad. Sería casi imposible evitar que se dieran cuenta de la perturbación masiva que suponía ese ritual.

—Así que estaban planeando sacrificar a uno de los dos desde el principio. Entonces ese chico no era más que un cebo para satisfacer a las Verdugos

básicamente lo trajeron a su muerte.

Cuando la Arzobispa Orwell determino que estaban siendo ‘cuidadosos’, esto era lo que quería decir. Asumieron que la Verdugo enviada quedaría satisfecha luego de matar al Errante señuelo. Y el caballero estaba aquí para asegurarse de que Menou volviera a casa.

Pero no anticiparon que su cebo sabría de la existencia del otro Errante.

—Qué truco más patético.

Mientras Menou los miraba con dagas en los ojos, uno de los caballeros frunció el ceño.

—Si te hubieras conformado con matar a uno y retirarte…

Evidentemente, se había dado cuenta de que no habría forma de salir de esto con palabras.

Era común que los nobles desafiaran o se levantaran contra Las Fausto. Desde que Las Fausto empezaron a servir como supervisoras de La Nobleza, estos desarrollaron un complejo de inferioridad.

—Pero algo no cuadra. ¿De verdad pensaron que podrían escapar a nuestra investigación?

Menou expresó sus dudas, en parte para que el enemigo siguiera hablando.

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Incluso si hubiera tenido éxito, este plan no les habría ayudado a evitar el castigo de la iglesia.

Independientemente de si la espada de la Verdugo erraba su objetivo, la Iglesia ya sabía que alguien había invocado a un Errante. La persona responsable seria juzgada oficialmente por Las Fausto. Es probable que el juicio se prolongara siguiendo los procedimientos oficiales, pero el castigo llegaría tarde o temprano.

Al ser los máximos responsables con influencia en todo el continente, Las Fausto poseían más poder que toda La Nobleza de una nación. No había forma de que pudieran esperar evitar una investigación para siempre.

La respuesta vino de uno de los caballeros.

—Estamos preparados. Su majestad incluso considero la posibilidad de ser ejecutado inmediatamente por las del Fausto, ¡pero mientras uno de los Errantes permaneciera con vida, su sacrificio valdría de algo si con eso obtenemos poder para liberarnos del control despótico de tu Señor…!

—Bueno, ¿no es eso noble? Una pena que La Nobleza haya fracasado una vez más en este intento de martirio.

El tiempo de discusión había terminado. Con ojos brillantes, los caballeros desenfundaron sus espadas.

En el momento en que Menou se enteró de que habían convocado a dos Errantes, su plan se arruinó.

Si esperaban tener éxito, los caballeros sólo tenían una única salida.

—Ahora que conoces el secreto, no podemos dejarte escapar con vida. ¡Acabaremos contigo aquí y ahora, sabueso de Las Fausto!

—…bueno, me parece bien.

Por un momento, la mirada de Menou se dirigió al chico que yacía muerto dentro de la iglesia.

El pobre fue invocado como un cebo para encubrir la existencia del segundo Errante. Un sacrificio para una villana como ella. Una parte de un plan insensato.

Entonces Menou miró de nuevo a los hombres que tenía delante.

—No me duele en lo más mínimo deshacerme de unos miserables podridos como ustedes.

—¡Esa es nuestra línea, asesina egoísta!

El hombre rugió y cargó contra ella. Eran cuatro en total. Uno de ellos se abalanzó sobre Menou mientras los otros intentaban rodearla.

Menou se hallaba desesperanzadoramente superada en número, pero no había ni rastro de pavor en su rostro. Preparó con calma las escrituras en su mano izquierda y la daga en su mano derecha, recurriendo al poder que residía en su interior.

Un débil resplandor envolvió todo su cuerpo.

Con su fuerza física potenciada por la Fuerza Guía, Menou se lanzó hacia el primer atacante, entrando sin miedo al alcance de su espada. Los caballeros que la rodeaban no se quedaron de brazos cruzados—uno de ellos blandió su espada.

Menou la desvió con su daga.

—¡Gah…!

El caballero gruñó sorprendido por el aguante de su oponente, mucho más firme de lo que se esperaría de una daga; más aún cuando recordó que era empuñada por una joven.

El gran poder que inunda el mundo es dirigido por Conceptos, que a su vez proceden de las venas astrales, y fluyen hacía todos los rincones del planeta.

Conocido como Fuerza Guía, este poder habita en el interior de las almas humanas, y puede ser manipulado por aquellos con una sólida fortaleza mental para producir posibilidades infinitas. Menou la utilizo para compensar su falta de peso y fuerza muscular.

Básicamente le permitía intercambiar golpes con hombres que la doblaban en tamaño.

—¡Maldita mocosa…!

Los caballeros también utilizaron la Fuerza Guía para incrementar su propia fuerza, pero aun así no pudieron seguirle el ritmo.





En comparación con la joven, su fuerza física básica era muy superior. Pero con el uso sencillo que estos le daban a su Incremento, Menou fue capaz de competir con los musculosos caballeros en el combate cuerpo a cuerpo.

Su estrategia era completamente diferente. Se inclinaba por los movimientos rápidos, desplegando limpiamente sus fintas y un ágil juego de piernas para mantener la distancia a su favor durante el combate. Era un estilo de lucha que se especializaba en enfrentarse a varios oponentes en solitario—pero sobretodo, sobrevivir.

Menou esquivaba hábilmente sus ataques, sin detenerse nunca en un solo lugar.

Con su rápido manejo de las fintas, siempre al pendiente de mantener protegidos sus puntos ciegos, rechazó cuatro de esas enormes espadas con una sola daga. Sus contragolpes eran mortíferos y despiadados, listos para matar en el instante en que sus oponentes bajaban la guardia.

Tanto en mente como en cuerpo, era difícil creer que era sólo una jovencita.

En unos pocos minutos de batalla, el resultado estaba claro para ambas partes.

En una batalla de cuatro contra uno, los caballeros tenían una ligera ventaja. Pero sabían tan bien como ella que había algo más que esto.

La chica no sólo era aterradora en el combate cuerpo a cuerpo. Ella todavía no había hecho uso de la habilidad que venía con su estatus como una de Las Fausto.

En un intento de derribarla antes de que pudiera jugar su carta de triunfo, dos de los caballeros tomaron distancia y escarbaron en las profundidades de su conciencia.

Sus mentes entrenadas extrajeron de sus propias almas el poder que conformaba todas las cosas.

Su control mental arrastro la Fuerza Guía hasta sus espadas, y a su vez fueron capaces de transferirla hacia sus materiales debido a la ciencia y el cuidadoso diseño que traían detrás. El poder broto de las crestas talladas en sus empuñaduras y produjeron efectos especiales.

Fuerza Guía: Conectar—Espada, Cresta— Conjurar [Espada Llameante]

De las espadas salieron llamas.

Esto era un encantamiento, conjurado mediante la Fuerza Guía. La esencia de este poder no era simplemente incrementar el cuerpo para las artes marciales. Su verdadero valor residía en manifestar milagros hechos por el hombre en un proceso llamado ‘encantamiento’.

La energía se convirtió en llamas en proporción al patrón de la cresta, azotando hacia Menou.

—…tontos.

Menou se permitió sentir un momento fugaz de lástima hacia estos hombres, que se habían distanciado para evitar quedar atrapados en sus propias llamas. En el momento en que no lograron derrotarla durante el combate cuerpo a cuerpo, habían perdido cualquier posibilidad de victoria por mas minia que pudiera parecer.

Las escrituras en su mano izquierda brillaron.

Fuerza Guía: Conectar—Escrituras, 2:5— Conjurar [«Regocíjate, porque el muro que rodea a un piadoso rebaño de ovejas nunca se derrumbará»]

La Fuerza Guía extraída de su alma fluyó hacia sus escrituras, tomó la forma de un encantamiento y se manifestó como un fenómeno físico.

Lo que apareció fue una pared blanca y brillante, tan pura e inmaculada que la sola posibilidad de mellarla parecía impensable. El parpadeante muro de luz bloqueó por completo las llamas producidas por los dos caballeros.

—¡¿Qué demo—?!

Ellos quedaron sorprendidos por la velocidad del encantamiento y la masiva cantidad de energía pura que retumbo contra el muro antes de desaparecer.

Las sacerdotisas de Las Fausto eran todas expertas conjuradoras, sin excepción alguna. Las escrituras que llevaban a cuestas eran libros de conjuros avanzados, que contenían encantamientos de todas las variedades y potencias. Es por eso que los caballeros mantuvieron la guardia desde el principio.

Pero esto superaba con creces cualquier cosa que hubieran podido imaginar.

—I~imposible. ¡¿Pero qué demonios fue eso?!

—¡Eso es demasiado rápido…! ¡¿Lo lanzó directamente desde aquel libro–Y SIN UNA CRESTA?!

Extraer energía del alma para conjurar requería de una férrea voluntad y una profunda concentración. Para su uso práctico en la batalla, era común dividir las líneas del frente y de la retaguardia, como habían hecho los caballeros.

Y conjurar directamente a partir de unas escrituras era mucho más difícil que usar una cresta.

Las escrituras eran recipientes avanzados que llevaban grabadas crestas por miles o incluso decenas de miles, contorneándolas para que adoptaran la forma de letras. Una sola cresta solamente podía materializar la energía en una dirección, pero una escritura estaba compuesta por miles de ellas a lo largo de cientos de páginas. Para conjurarlas, el usuario tenía que concentrar la Fuerza Guía en la frase elegida con una precisión perfecta, tejiendo delicadamente las corrientes de poder para ligar un encantamiento hasta que se manifestara como un fenómeno físico.

Aun así, Menou ni siquiera abrió las escrituras, sino que siguió fortaleciendo su cuerpo con energía mientras activaba simultáneamente una compleja parte del encantamiento. Las Verdugos solamente se elegían de entre la mayor élite de Las Fausto; y aun con esas su técnica seguía estando a un nivel superior.

Al ver el extraordinario poder, uno de los caballeros vocifero una teoría.

—¡Una escritura y una daga! Y encantamientos tan rápidos como un rayo… ¡¿Podría ser la infame Flare?!

—¡Eso es ridículo! ¡Ese demonio lleva décadas activo! ¡¡Esta es demasiado joven!!

—Eso es cierto. Flare se convirtió en Maestra hacía mucho tiempo.

Menou se presentó con un tono tranquilo y mortífero mientras los caballeros se tambaleaban hacia atrás.

—Soy la obra de arte que creó la Maestra–la sucesora, Flarette.

La razón de Menou para revelar innecesariamente su identidad era simple.

Mientras los caballeros estaban distraídos por su identidad, ella pudo terminar de preparar su ataque. La concentración de Menou había sido volcada en su interior para sacar su siguiente ráfaga de poder, que ahora concentraba en los hombres.

Fuerza Guía: Conectar—Escrituras, 3:1— Conjurar [«Y el villano que se acercaba oyó el tañido de la campana»]

El poder que infundía la escritura en la mano de Menou produjo un encantamiento.


—¡Adelante—!

Para cuando uno de ellos intentó gritar en señal de advertencia, ya era demasiado tarde.

Cuando la energía de Menou fluyó a través de la escritura y se fusionó, ésta se transformó en una campana hecha de poder crudo. El campanario, un símbolo que recordaba el carácter sagrado de la iglesia cada vez que tocaba la hora, se cernió sobre los caballeros.

La magnífica campana comenzó a oscilar de un lado a otro.

Cargada de energía, un sonido lo suficientemente fuerte como para desgarrar el aire resonó. La ola de presión resultante golpeó a los caballeros que estaban abajo, pulverizando sus cuerpos desde el interior. El único que escapó a este horrible destino fue el líder, que había saltado enseguida. Su suposición de que el espacio en el que se encontraba el lanzador sería seguro era correcta—y al mismo tiempo fatal.

Mientras él se precipitaba hacia delante con la única intención de escapar, Menou tenía su daga preparada.

—¡Gah… Graaaah!

—Heh.

Tenía valor, al menos. Pero la postura del caballero mientras corría y tropezaba hacia ella no era lo suficientemente buena.

Con un pequeño resoplido, Menou desvió el débil giro de su espada y corto distancia. Le perforó uno de los pulmones y los riñones con su daga, y luego la sacó con un giro.

—Agh…

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El caballero retrocedió a trompicones y se desplomó sobre el suelo.

Espuma sanguinolenta brotó del borde de sus labios. Su demacrado aliento resollaba como el aire de un saco roto, indicando su inminente muerte.

Consciente de ello, el caballero miró a Menou con ojos amargos.

—¿Por qué tu… utilizas tu poder… para servir a un supuesto Señor…?

—…fingiré que no te oí hacer comentarios groseros sobre el Señor.

Menou sostuvo sus escrituras bajo su brazo y levantó la daga con su mano derecha, apuntando directamente al corazón del caballero.

Luego la bajó para liberarlo de su sufrimiento.

—A–

¿Sus últimas palabras iban dirigidas a su familia o a su maestro? ¿O eran palabras de odio dirigidas a la iglesia?

Sea como sea, la vida se drenó de su cuerpo antes de que pudiera compartirlas.

—Sigo siendo la villana, pero en este caso, no diré que no hiciste nada malo.

Fue el único de los cuatro que dejó un cadáver intacto. Menou se agachó y le cerró los párpados.

—Lo que invocaron fue un monstruo mucho más horripilante que yo… y, sin embargo, un chico mucho más ordinario de lo que yo nunca podría aspirar a ser.


El pecado de involucrar a alguien que vivía pacíficamente con el fin de desecharlo para tus propios fines era digno de muerte.

—Es una pena que una villana fuera la que te castigara por ello.

Con una mirada ligeramente melancólica, Menou rezó en silencio por sus muertes.

Cuando llegara su propio castigo, ¿qué forma tomaría?

La idea se cierne sobre su mente mientras murmura una oración por todas las almas cegadas por su mano.

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