Tatoeba Last Dungeon Mae no Mura no Shōnen ga Joban no Machi de Kurasu Yō na Monogatari (NL)

Volumen 8

Capítulo 3: Una Elección Apocalíptica — Supongamos Que El Líder Mundial Se Decide A Puñetazos

Parte 4

 

 

El chico que habían pensado que era débil estaba haciendo algo que nunca habían visto, y ninguno de los dos podía procesarlo.

Incluso refrescó la cabeza de Surtr. “Si hubieras tratado de agarrarlo y él hubiera usado ese viento… te habrían destrozado. Maldita sea, realmente no puedo mantener la compostura, ¿eh?”

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“Correcto. De acuerdo, esta vez me alegro de que hayas atacado. Pero por favor, trata de controlarte.”

Allan podía imaginar fácilmente lo que el Aero de Lloyd le haría, y un escalofrío le recorrió la columna. Mientras tanto, Lloyd los miraba… y se estremecía.

“Dios, Allan es realmente fuerte. ¡Ni siquiera dudó en lanzarme eso! Si no hubiera usado la Capa de Viento, podría haber terminado”.

Allan no tenía nada que hacer, eso era todo Surtr.

“¡Oye, chico!” Surtr gritó, un poco más controlado. “¡Ese es un nombre genial! Capa de Viento, ¿eh?”

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“¡Sí, Satán lo nombró para mí!”

“¡Agh, lo odio tanto!”

“¡Contrólate! ¡Mantén el control! ¡No puedes tener un ataque cada vez que escuchas su nombre, Surtr!”

Tenía un fusible ridículamente rápido. Cuando eran humanos, Satán y Surtr tenían el mismo mal gusto con las mujeres, así que esto era lo opuesto a la atracción de los opuestos.

Pero los gritos de Allan estaban llegando al señor demonio.

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“¡¿Tienes una Capa de Viento?! ¡Entonces voy a usar una Capa de Fuego! ¡Coronarme en fuego y quemarme!”

“¡Surtr! ¡Eso es solo un suicidio!”

“Oh. Buen punto. No queremos ser un asado jugoso, ¿verdad?”

Habiendo evitado por poco las quemaduras de todo el cuerpo, Allan respiró aliviado. “Maldita sea, voy a tener que rendirme. Incluso si tengo que ponerme a cuatro patas…

Entonces recordó el campo que representaba.

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“Mierda, no, ¡si hago eso, descubrirán que los estaba engañando y me matarán! ¡No sería más que un espía enemigo!”

Una muerte infernal yacía delante y detrás de él. Estaba tirando de su cabello, tratando de pensar en una tercera opción.

“¡Argh, solo tengo que mantener a Surtr bajo control y perder con mis extremidades intactas!”

“¡Yo! También puedes intentar ganar. ¡Aplastemos al apóstol de Satán!”

“¡Surtr, contrólate! ¡Tengo que controlar las emociones! ¡No te atrevas a mirar a ese otro señor demonio!”

Mientras tanto, Lloyd estaba volando, observando.

Tal vez solo había perdido los nervios, pero parecía un águila girando mientras se dirigían a su presa. Como resultado, la multitud se estaba asustando.

“Ese es el vuelo de Aero que usó contra mí”, escupió Micona. “Fue una improvisación total entonces, pero él lo hizo suyo”.

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Parecía igualmente molesta por la pérdida y su evidente mejoría.

Como Allan no se movía, Lloyd se acercó con cautela, pero se dijo a sí mismo que no debería ser tan tímido y se preparó para abalanzarse.

“¡No puedo vencer a Allan si dudo! ¡Tengo que arriesgar la vida y las extremidades!” Apretó los dientes.

“¡De ninguna manera, Lloyd! ¡No quiero arriesgarme a esas cosas!” Allan se lamentó.

Ambos parecían igualmente desesperados, pero Allan estaba ganando por patético.

“¡Vuelve con nosotros, Allan! ¡Rahhhhh!”

“¡Lo estoy! Argh, desearía estar en otro lugar…”

Lloyd comenzó a usar tácticas voladoras de golpear y alejar, derribando a Allan mientras pasaba en picado.

“¡Hombre, él es bueno! ¡Apóstol puntiagudo! ¡¿Pero qué tal esto?!” En el hacha, Surtr sintió que Allan estaba en problemas y escupió llamas como un jet, sacándolo del camino de Lloyd. Riho vio a Allan dando vueltas a merced de un hacha en llamas y jadeó: “¡Mira, es como una marioneta! ¡Realmente demuestra que está poseído!”

Selen asintió. “Pensé que había una muuuuuy pequeña posibilidad de que no lo fuera, ¡pero ya no!”

“Si pensaste eso, ¿por qué no hiciste algo, Princesa del Cinturón?” Allan aulló.

Pero ahora no había forma de luchar contra la teoría de la posesión.

“Ese aullido definitivamente es muy Allan… ¡Si sigo a la ofensiva, tal vez pueda hacerle entrar en razón! ¡Tengo que intentarlo!”

De alguna manera, los gritos desesperados de Allan habían empeorado las cosas para él. “¡Okay!” Lloyd gritó, y sus ataques se hicieron aún más rápidos.

“¡Rahhhhhhhhhhhhhhhh!” (¡Fue el placaje más poderoso de Lloyd hasta ahora!)

“¡Rahhhhhhhhhhhhhhhh!” (Allan chilló ante una muerte segura.)

Desde el margen, parecía que ambos iban a toda velocidad. Sin embargo, uno de ellos solo estaba tratando de escapar con vida.

Un hombre que vuela en picado por el aire y vuelve a bajar para otro placaje. El otro tambaleándose de un lado a otro, con el hacha en llamas. No era una batalla que veías todos los días, y la multitud se la estaba comiendo.

Tatoeba Last Dungeon Volumen 8 Capítulo 3 Parte 4 Novela Ligera

 

“¡Cómo han crecido! ¡Magnífico, Lloyd! ¡Y sir Allan!

“¡Espléndido! ¡Lloyd, eres positivamente elegante! ¡Aguante, señor Allan!”

Nexamic y Renge también estaban animando.

El hombre mismo, Allan, estaba a punto de morir. “¡Eek! ¡Aaaaaah!”

“¡Yo, yo, no pierdas los nervios conmigo! ¡Tenemos que pulverizar al apóstol de Satán! ¡Preparen los molinillos!”

Hablando más como un cuchillo de carnicero que como un hacha de guerra, Surtr perdía constantemente el control. Allan siguió corriendo, desesperado por sobrevivir.

“¡Solo soy humano!” se lamentó. “¡La muerte será el final para mí!”

“¡No hombre! ¡Todos obtienen una vida extra gratis!” El argumento de Surtr fue más que un poco loco.”

“¡No soy como ustedes, señores demonios! ¡Los humanos solo tienen una vida! ¡Por eso estoy tan desesperado!”

“No, definitivamente morí en ese entonces, yo y todos los demás trabajadores del laboratorio…” Surtr se quedó en silencio. Cuando volvió a hablar, toda la rabia se había ido.

“Um… sí, no sé lo que estaba pensando. La resurrección es bastante atípica”.

“¡¿Acabas de resolver eso?! ¡Augh! ¡Maldita sea, Lloyd! ¡Vas a ser mi muerte!”

Un movimiento en falso lo salpicaría. Allan apenas estaba evitando una muerte segura.

“Allan”, dijo Surtr, sonando genuinamente arrepentido. “Todo esto es mi culpa. Te van a matar por un malentendido.

“¡Caray, si tan solo pudieras haber estado tan tranquilo antes! ¿Alguna idea de cómo podemos salir de esto?”

Sonando más serio que nunca, Surtr explicó su plan. “Tengo una sugerencia. Tendrás… que romperme.” “¿Eh?”

“Si absorbo los golpes de ese chico de frente unas cuantas veces, me romperé en un millón de pedazos. Y entonces no volveré a perder el control”.

“¿De dónde viene esto? ¿Qué te sucederá si el hacha se rompe?

“Probablemente moriré”.

“……”

“…Por supuesto, la muerte es diferente para nosotros. Pasarán un siglo o dos, probablemente volveré a aparecer en alguna parte, haciendo todo lo del señor de los demonios. Igual que en el laboratorio. ¡Así que no te preocupes por mí!”

Allan esquivó otro de los ataques de Lloyd sin decir nada.

Sólo cuando estuvo a salvo de nuevo se permitió responder.

“¡No puedo!” gritó. “¡Tienes un objetivo! ¡Estás buscando a la persona que amas!”

“Dije, ¡hazlo! ¡Mi despotricación loca te trajo esto! ¡Adelante! ¡Hazme pedazos y demuestra que estás libre de mi hechizo! ¡Todos sabrán que has vuelto a ser el mismo de antes! ¡Gran final feliz!”

“¡No puedo estar de acuerdo con eso!” Esquivó otro golpe. Tan mala como era esta situación, Allan tenía principios.

Todo lo que Surtr tenía eran arrepentimientos. “Soy un señor demonio. Y todo lo que somos son restos del pasado, actuando por instinto, atrapados por recuerdos que hemos perdido. Te convencí de que me pusieras en tu hacha por capricho, y… nunca debí haber hecho eso.”

“Pero ese de pelo puntiagudo no está perdiendo la cabeza como tú. ¿Estás seguro de que no hay forma de conservar tus cabeza?”

Apuesto a que ha recuperado más recuerdos que yo. Es por eso que no se pierde fácilmente, pero no sé cómo recuperar mis propios recuerdos. Antes de que sea demasiado tarde, tienes que…

La voz del hacha se estaba desvaneciendo y apenas podía oírla.

Esquivando de nuevo, Allan ladró animándolo. “¡No seas tonto! ¡Tienes a un ser querido en la línea! ¡Es por eso que has estado vagando todo este tiempo!”

“¡Tú eres el tonto! ¡Estás en peligro real, aquí! ¡Demuéstrales que has roto mi hechizo! ¡Diles que fue culpa de Eug que Surtr estuviera alguna vez aquí! ¡Demuestra tu inocencia!”

“¡He conocido señores demonios antes!” Allan gritó, tirando del hacha hacia él como si estuviera agarrando un puñado de la camisa de Surtr. “¡Y tú eres mucho mejor que ellos! ¡Incluso si te rompes de vez en cuando!”

“¿Tienes el poder de controlarme? ¿Solo porque estoy relativamente cuerdo? ¡Tú no!”

“¡Sí, no hay posibilidad en el infierno! ¡No puedo luchar contra el poder de un señor demonio!”

“¡Ese es mi punto! Tienes que…”

“Pero si fue un amigo el que hizo tonterías a veces, eso puedo detenerlo”.

“¿Un… un amigo?”

Un placaje cubierto de viento pasó tan cerca que envió a Allan por los aires.

“¡Cállate y escucha!” Allan rugió. “Sabes que tenemos cosas en común, ¿verdad? Los dos somos un poco tontos, propensos a ponernos los pies en la boca, ¡pero nos lo pasamos muy bien compartiendo historias de dolor!

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“Sí… se parecía mucho a pasar el rato en un restaurante toda la noche, disparando la brisa”.

Allan miró hacia la tripulación de Azami, riendo para sí mismo.

“Ya estoy lidiando con una princesa del cinturón loca, un mercenario avaro y un artista marcial inexpresivo que destruye todo lo que toca. Soy bastante bueno para frenar los peores impulsos de mis amigos”.

“……Lo  tienes  difícil,  hombre…  ¡Argh,  maldita  sea!  ¡El  impulso  está

aumentando de nuevo!” “¡Cálmate, amigo!”

Las llamas de Surtr estaban furiosas y comenzó a gritarse a sí mismo, tratando de mantener el control. “¡Sí, mantén la calma, Surtr! ¡No necesitas enojarte con esa ducha puntiaguda! ¡Con sus chistes tontos! ¡Ese tono de arco falso! ¡Sabes que estaba condenado a ser virgen de por vida!”

“¡¿Cómo me llamasteeeeeeeee?! ¡Tú eres el virgeeeeeeeen!”

Meros momentos después de que dijeron que no se perdería fácilmente, Satán se perdió por completo: la impactante verdad era demasiado para dejarla pasar.

Sus afectos habían sido puros. Sus gritos eran patéticos. Y la ira de Surtr… se desvaneció. “Eh… ¿por qué?”

“Se ha ido… ¡Me tienes bajo control! Nuestras longitudes de onda sincronizadas… lo que significa…”

“También estoy—”

“Tú también eres—”

“”Un virgen.””

Un terreno común muy triste, pero le había permitido a Allan controlar al señor de los demonios.

Mientras tanto, Lloyd se había estado moviendo para otro derribo de Aero y se sorprendió por la repentina furia de Satán.

“¿Satán? ¡Ay!”

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Perdió el control de su propio hechizo y se estrelló contra el suelo con tanta fuerza que la onda expansiva hizo que Allan y su hacha salieran volando.

“¡Uf!”

El golpe noqueó a Allan y se derrumbó en un montón.

“Vaya”, dijo Lloyd, sacando la cabeza de la tierra. “No llegué a tiempo…

Espera, ¿dónde está Allan?”

No se dio cuenta de que acababa de ganar.

“¡E-El ganador es—Lloyd Belladonna! ¡Y la victoria del Rito de la Montaña Sagrada es para el clan Kyounin!”

Lloyd pareció sorprendido y luego asintió. “¡Bien! Mis ataques deben haber despertado a Allan. ¡Parecía que tenía el hacha bajo control! ¡Estoy seguro de que se liberó de la posesión del señor demonio! ¡Es tan fuerte!”

Como siempre, estaba dando crédito a todos menos a sí mismo.

“Si fui de alguna ayuda, bueno, ¡supongo que ahora soy lo suficientemente fuerte como para hacer que sea una buena pelea!”

Su nueva confianza parecía real, al menos.

“Ha tardado mucho en llegar”, murmuró Riho. “Pero ha dado el primer paso hacia la autoconciencia. Gracias, Satán… ¿Satán?”

Satán estaba agachado, con la cara enterrada entre ambas manos.

“No puedes decir eso frente a toda esta gente… ¡Estaba tratando de ocultarlo! Sí, nunca he estado con… Y cuando comenzamos a compartir historias, casi me atrapan tantas veces…”

La rara vista de un señor demonio pateándose a sí mismo. Nadie se atrevió a interrumpir.

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“¿Mmm? ¿Eh? ¿La pelea es…?”

Cuando Allan se despertó, los rostros de sus amigos lo miraban fijamente.

“¿Estás despierto, Allan? La pelea ha terminado.

“…Fuiste fuera de los límites y te golpeaste la cabeza. El clan Kyounin gana”.

Los recordatorios de Riho y Phyllo fueron suficientes para llenar los espacios en blanco.

“Así que perdí… ¡bien! ¡Tengo una gran noticia!”

No estaba poseído. Eug estuvo involucrado. Se las había arreglado para controlar a Surtr, que no era un mal tipo… Había tantas cosas que quería decir que trató de ponerse de pie.

Marie lo detuvo, sin embargo, instándolo a descansar. “Cálmate, Allan. Escuchamos todo, de Surtr.”

“¿Oh? Ustedes—”

“Les dije todo”, dijo su hacha. “Cómo estabas tratando de descubrir el complot del Dr. Eug y me llevaste contigo como evidencia. Y que estabas luchando para evitar que me volviera loco todo el tiempo.”

“¿Así que estás bien ahora? ¿No más rabia?”

“Parece. ¡No mientras estés sosteniendo mis riendas, heh-heh-heh!”

El señor de los demonios soltó una carcajada y Allan terminó riéndose con él.

“Caray, si no estabas poseído, ¿por qué no nos dijiste?”

“¡Y si no lo estabas, no deberías haberlo dejado atacar! Eso cancela cualquier impulso que haya obtenido su reputación”.

“… Dado tu asalto al cuartel general del clan esta mañana, eres uno para hablar”.

Al ver a sus amigos burlándose como siempre, Allan sintió una gran sensación de alivio. Estaba de vuelta en casa. Luego se levantó y se volvió hacia el abatido campamento de Audoc y Tiger.

“Sir Allan…” Perdido el rito, Renge estaba claramente fuera de sí.

“Lo siento”, se disculpó Allan, inclinando la cabeza. “Perdí la pelea. Desearía haber estado a la altura de sus expectativas.”

Renge le dedicó una cálida sonrisa. “No, está bien. No tenía idea de que Lloyd fuera tan fuerte. Me alegro de que estés ileso.”

“Gracias. Sólo soy…” …no tan fuerte.

Antes de que pudiera terminar, una mirada de pasión se apoderó de ella.

“¡Sir Allan era tan fuerte que obligó a Lloyd a mostrar su verdadero potencial! ¡Su crecimiento fue tan grande que literalmente se disparó!”

“¿Cómo?”

“¡Mwa-ha-ha! ¡Genio! ¡Instrucción inconsciente! ¡Lloyd creció luchando contigo! ¡Solo Sir Allan podría convertir a un pollito en un fénix en un puñado de golpes! ¡El tipo de chapuza que solo un verdadero gran guerrero podría cometer!”

Lloyd había llegado a esa pelea capaz de volar, pero ninguno de los dos se había dado cuenta de lo peligroso que siempre era Lloyd.

“Uh… wow”, murmuró Allan, incapaz de procesar lo rápido que las cosas estaban girando a su favor.

Renge tomó su mano, dándole un apretón. “Es posible que hayas perdido, pero gracias por demostrar tu poder, asesino de dragones. Has sofocado la mala sangre y nos has mostrado una batalla para la eternidad. Uno que nunca olvidaré”.

“¡Mwa-ha-ha! Yo tampoco. ¡Guardaré esta lección en mis pectorales y le mostraré a mi clan un Tiger Jump aún más poderoso!”

“Eh, seguro…”

Incluso después de esto, todavía creían en él… y Allan tuvo que quitarse el sombrero ante eso.

A media carcajada, Nexamic recordó algo. “Pero ahora la traición de Anzu…”

Vaya, había una fuente más de confusión que todavía estaba presente. “Nexamic, sobre eso. La verdad es—”

Todo era mentira de Eug, pero antes de que Allan pudiera explicarlo, Anzu intervino.

“Renge, Nexamic, odio decírtelo, pero no tengo planes de traicionar el Dominio. Ambos habéis comprado las tonterías de otra persona.”

“¿Qué? ¡No puedes seguir con la mentira después de todo esto!” Renge frunció el ceño, sus sospechas eran firmes.

“Quiero decir, estoy bastante unido a Eve del Reino de Profen, pero eso es todo”.

“¿No hay verdad en las historias? ¿Juras? ¡¿En mis pectorales?!” “¿Puedo jurar algo más, Tiger?” “¡Mwa-ha-ha! ¿Ves? ¡Te niegas! ¡Culpabilidad confirmada!”

Estaba flexionando sus pectorales de nuevo, y Anzu puso los ojos en blanco. No se estaba ganando la confianza de los clanes Audoc y Tiger tan fácilmente… pero en realidad, si hubiera jurado sobre sus pectorales, eso sería mucho menos digno de confianza.

Allan rompió el incómodo silencio. “Renge, Nexamic, está diciendo la verdad. Lady Anzu no ha traicionado a nadie.”

Y si Allan respondiera por ella…

“¡Confiamos en su palabra, Sir Allan!”

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Inmediatamente invirtieron sus posiciones. La fe ciega que se había ganado el cazador de dragones estaba alcanzando niveles religiosos. Las sospechas se derritieron como la nieve. “Allan”, gruñó Surtr. “Si hubieras dicho algo al principio, nada de esto habría sucedido”.

“Lo sé, Surtr. No lo deletree.”

Con el aire despejado, los líderes del Dominio ahora charlaban alegremente. Allan se quedó de pie, como si no estuviera seguro de si tenía ganas de orinar.

“Pero aun así”, reflexionó Renge. “¡Hemos perdido nuestra oportunidad en el trono! Que poco elegante. Y frustrante.”

“Lo siento, Renge. Voy a hacer de ti.”

Renge se estremeció ante esa frase. “E-Entonces, Sir Allan, ¿te unirás oficialmente al clan Audoc?”

“¿Haré qué?” Esa fue una propuesta, aunque indirecta.

Nexamic la respaldó con una sonrisa de macho y un pulgar hacia arriba. “¿Atraparlo primero, Renge? Bueno… la verdad es que planeo alejarme de mi clan por un tiempo. Merthophan… es mi nuevo hermano. Tengo la intención de aprender más sobre la belleza funcional de él. Puede que me arrepienta, pero… ¡Sir Allan es todo tuyo!”

“Um, ¿el ex coronel Merthophan es tu hermano ahora?”

Había demasiada información en ese discurso para que Allan la procesara, y Renge no le dio tiempo.

“¡Tenemos un gran futuro juntos! Y si… um, quieres atar el nudo de inmediato… no me opondría. Básicamente, ya he aceptado tu propuesta.”

“Um, espera… ¿atar qué nudo? ¿Propo-que? Estoy tan perdido.”

El cerebro de Allan estaba desbordado. Su cerebro nunca tuvo una gran CPU, y “propuesta” estaba tan lejos de su rango de vocabulario normal, que se quedó totalmente en blanco.

“¡Sir Allan, el otro día les dijo a todos que les había propuesto matrimonio! Para mi vergüenza, estaba demasiado borracho para recordar el evento”.

Renge estaba inquieta, roja como una remolacha, sin dudar ni una sola vez de que la diatriba llena de ira de Surtr sobre su amor de chica de cabaret había sido dirigida a ella y provenía del mismo Allan.

“Um, eso fue en realidad Surtr…”

“Aceptaste mis elegantes bollos con tanta pasión, convenciéndome de que no había estado escuchando cosas”.

Ella estaba en las nubes.

“Oye, Allan”, dijo Surtr. “¿Qué tan duro estabas trabajando con esta dama? Debes haber estado bastante avanzado si ella tomó mi diatriba de esa manera.”

“¿Qué clase de gilipollas rechaza un bollo? ¡Estuvieron bien!”

“Traidor,” siseó Surtr.

“Puede que lo haya olvidado, pero en el fondo de nuestras copas, prometimos casarnos… Puede que los recuerdos se me hayan escapado por la mañana, pero… Sir Allan, ¿cómo podría objetar?””

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“Está bien, está bien, Allan? ¿Allaaaaaaan? ¿Qué más hiciste?”

“¡Nada! ¡Maldita sea, Surtr, cálmate!”

“¡Chico! ¡Niño con cara de anciano! ¡¿Come te fue?! ¡Dame los detalles!”

“¡¿Ahora el otro señor demonio me persigue?! ¿De qué te servirían los detalles?”

No había pasado nada más que Renge bebiendo demasiado, pero estos dos señores demonios vírgenes estaban convencidos de que eso no podía ser cierto. Como los típicos adolescentes.

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