Maou no Ore ga Dorei Elf wo Yome ni Shitanda ga

Volumen 13

Capitulo 1: Nadie Quiere Pelear Una Batalla Perdida

Parte 1

“¿Estas escuchando? Este mundo fue arruinado por la Guerra de la Divinidad hace doscientos años. Los hechiceros tienen el deber de curar las heridas del mundo y confiar el futuro a la próxima generación. Si todos criticáramos a cualquiera y a todos como lo haces tú, este débil mundo en el que vivimos perecería en un instante.”

Con un último “¿Entendido?” la chica, que no aparentaba más de catorce años, tocó mi cabeza con su pipa kiseru. Tenía el pelo largo, ondulado y ligeramente rubio. Su amplia frente destacaba de forma destacada a pesar de su pequeño rostro, que destacaba por sus ojos azules. Si no fuera por su sonrisa descarada, sería muy hermosa. Su apariencia era suficiente para hacer creer a cualquiera que era hija de una familia acomodada.

Sin embargo, llevaba un sombrero triangular de gran tamaño, una piedra mágica decorada con una cinta alrededor del cuello y una capa negra sobre los hombros. Su atuendo era como el de una bruja sacada de un cuento de hadas, pero debido a su apariencia juvenil, se sentía más como una niña jugando a disfrazarse.

“Los hechiceros sanaron a la gente y al mundo, mientras que los Caballeros Angélicos los guiaron. Así es como el mundo finalmente se recuperó. Se ha vuelto lo suficientemente pacífico como para que perdonemos a un mocoso alborotador como tú por volverse loco haciendo lo que te gusta.”

Sentí una humillación insoportable al ser sermoneado por una niña como ella. Sin embargo, estaba postrado en el suelo exactamente porque no había sido capaz de soportar tal humillación, me abalancé sobre ella y me derribaron con facilidad. Apreté los dientes y la miré. La chica dejó escapar un suspiro exasperado. Un sigilo extraño marcó su mano derecha, liberando una enorme cantidad de maná.

“Dios mío… ¿No tienes orgullo como discípulo del Archidemonio Principal de la segunda generación, Lisette Dantalian? Sabes que cualquiera tiraría todo lo que tiene solo para que yo le enseñe, ¿verdad?”

En este mundo existían hechiceros que manipulaban fenómenos paranormales… y esta chica era uno de los trece reyes que los gobernaban a todos. La mayoría de los Archidemonios de primera generación habían muerto durante la Guerra de la Divinidad, por lo que los Archidemonios actuales se consideraban la segunda generación. Increíblemente, la cabeza de esta segunda generación era la niña que tenía delante.

Su poder superaba al de los otros doce, lo cual era acorde con su título, e incluso era amada por su apariencia y personalidad.

Ella brillaba como el sol en el cielo. Por eso me disgustaba. No había pedido ser su discípulo. Le respondí con un rugido y ella dejó caer su pipa kiseru en mi cabeza con otro ruido sordo.

“Tonto. Si no te hubiera acogido, te habrían ejecutado, ¿recuerdas? Conoce su lugar.”

Había atacado las aldeas de la región, cometiendo todas las atrocidades imaginables, y esta niña me había dado una paliza negra y azul. Desde entonces, me había estado llamando su discípulo y me había obligado a realizar tareas sin valor. Me rebelé de nuevo hoy, pero sufrí una derrota total una vez más. La chica apoyó la barbilla en su mano mientras mantenía su agarre en su pipa y dejó escapar otro suspiro de cansancio.

“Haaah… ¿Por qué eres tan desafiante? ¿Es esto lo que llaman la fase rebelde? Tal vez debería preguntarle a Maes… quiero decir, Marchosias, sobre eso la próxima vez. Pero tiene un grave complejo de hermana, así que siento que preguntarle sobre los niños sería un error. ¿Qué hacer…?”

Le ladré, preguntándole qué tipo de basura arbitraria estaba soltando y si pensaba que era mi padre, cuando su pipa de kiseru volvió a bajar… o eso pensé, pero ella me acarició la cabeza suavemente.

“Mmm. Es verdad. Ni siquiera sabes lo que es un padre, ¿verdad…? Muy bien entonces. Primero, te amaré. Te proporcionaré lo que otros dan por sentado.”

Le grité, diciendo que no era de su incumbencia y que una mocosa estúpida como ella debería bajarse de su caballo alto.

“Hee hee. Primero, tendrás que aprender a respetar a tus mayores. Puedo lucir así, pero tengo doscientos años, ¿sabes? Soy un testigo viviente de la Guerra de la Divinidad, después de todo.”

No importaba lo fuerte que rugiera, me miró con una sonrisa agradable.

“Hay un país al este llamado Liucaon. Tienen un dicho que dice: ‘Como un dragón para un tigre’. Significa ser rivales fuertes e iguales porque un tigre está al mismo nivel que un dragón. Te convertiré en un tigre digno de ese proverbio. Se agradecido.”

Tigre, ese era mi apodo. Los tigres eran una raza de leyendas que ya no se podía ver en el mundo. Aquellos de los que se habla en las historias eran avatares de la calamidad. El pueblo tigryn, cuyo nombre se basaba en esas criaturas, también poseía un impulso irresistible de destrucción.

Ante una bestia tan malvada, esta chica le ofreció su amor incondicional. No pasó tanto tiempo para que el anhelo brotara en mi corazón… y permaneció allí hasta el día en que la perdí…

***

“Dantalian…”

Dentro de una lúgubre habitación subterránea, el moribundo Rey Tigre murmuró un preciado nombre mientras miraba el Emblema del Archidemonio en su mano derecha, el que una vez le había pertenecido.

“No pude… convertirme en el tipo de tigre… que deseabas”.

Seguramente no lo habría perdonado por lo que se había convertido. No había logrado volverse fuerte como ella. Llorando a la persona que amaba, ni siquiera podía aceptar la carga de su muerte. Después de todo, un mundo sin ella no tenía sentido a sus ojos.

La parte verdaderamente desafortunada fue que Shere Khan había descubierto un medio para recuperar lo que se había perdido. No importa cuánta sangre y resentimiento tuviera para untarse, haría cualquier cosa para lograrlo.

Una vez que regresara, nunca lo aceptaría como lo había hecho alguna vez. Ella estaba segura de despreciarlo. Pero eso no importaba. Lo importante era que ella viviera. Con ese fin, sacrificaría cualquier cosa, incluso a sí mismo.

Aun así, aunque ella había deseado que él se convirtiera en un tigre que protegiera el mundo, él había pasado ochocientos años retorciéndose en esta grieta entre ideales y deseos contradictorios. Los Archidemonios habían ido y venido tantas veces a lo largo de los siglos. Ahora que Marchosias había muerto y Andreaphus había sido derrotado, Shere Khan era el único superviviente de aquellos días. Incluso él no sabía cómo terminaría esto.

“Pero ni una sola cosa… que ha sucedido hasta la fecha… ha estado fuera de mis cálculos”.

El ataque de Andreaphus, la partida de Bifrons e incluso la resurrección de Azazel habían ido según lo planeado. Aparte de Shere Khan y Zagan, que estaban a punto de enfrentarse directamente, estaban Bifrons y Orias. Dependiendo de las circunstancias, incluso Naberius y Furcas podrían involucrarse. Además, incluso si lo habían reducido a un títere, Andreaphus también estaba allí.

¿Cuántas personas podrían leer una batalla que involucraría a la mitad de todos los Archidemonios? Los que podían eran las verdaderas amenazas.

Supongo que hay Bifrons… y probablemente Alshiera también.

Orias estuvo involucrado, pero no fue asertivo. Era probable que Naberius siguiera siendo un espectador. Furcas estaba rota. En cuanto a los Caballeros Angélicos… Bueno, Shere Khan no podía entenderlos.

Nadie más estaría de pie en el escenario de la batalla. El hecho de que no hubieran podido predecir estos eventos significaba que sus preparativos eran insuficientes. No se convertirían en una amenaza. Por lo tanto, a partir de este momento, todos aquellos que estaban incluso un paso atrás se habían ido.

Entonces, ¿hasta dónde había logrado leer Zagan? Ese Archidemonio se jactó de un poder aterrador que estaba creciendo a un ritmo sin precedentes. Ninguno de los Archidemonios podría chocar con él por descuido y ganar. Pero, por desgracia, Zagan era demasiado joven.

Este había sido el principal punto de discusión entre los Archidemonios al decidir sobre el sucesor de Marchosias. Sin embargo, había ascendido al asiento de un Archidemonio precisamente por el poder y el talento que le habían permitido superar tal defecto. Ahora bien, ¿podrían la diligencia y el crecimiento de Zagan realmente superar los ochocientos años de experiencia de Shere Khan?

No, no puedo ganar a menos que asuma que es así.

Ese hombre había heredado la sangre del héroe más grande que jamás haya honrado este mundo. Y al igual que los héroes del pasado, tenía un intenso anhelo de fuerza. Pero a diferencia de ellos, también manejó a sus enemigos sin piedad con la cabeza fría. Honestamente, Shere Khan temía convertirse en su enemigo más que a Marchosias.

Marchosias…

Recordar el nombre trajo emociones melancólicas dentro del Rey Tigre. Eso ya había terminado. Ese anciano repulsivo había muerto por las propias manos de Shere Khan, después de todo. Quizás la caza de especies raras no había sido más que una faceta de venganza contra Marchosias.

Reunir los factores necesarios para Azazel no había requerido una masacre al por mayor, pero lo había hecho de todos modos. Debe haber sido humillante ver cómo las raras especies que habían estado bajo su protección fueron masacradas de esa manera.

Shere Khan tampoco se había ido a la ligera, pero el destino de ese anciano, olvidado por todos y con su poder cincelado hasta el final, debe haberlo dejado con un gran agujero en su corazón. Shere Khan realmente lo había derrotado. La única pregunta que quedaba era si la poca vida que le quedaba al Rey Tigre resistiría. Su silla de ruedas crujió mientras cerraba los ojos en silencio… cuando escuchó un gemido repentino cerca.

“U-Ugh… ¿Dónde…?”

Un enorme monumento de piedra se alzaba detrás de él. En su centro había una mujer medio petrificada. Ella fue la que gimió, la hechicera Gremory. La mano izquierda del Archidemonio Zagan y discípula personal del Archidemonio Orias. También fue la mentora de la Espada Negra Kimaris y probablemente tenía muchas otras conexiones. Parecía tener veinte años ahora, pero en realidad tenía más de 150 años. Shere Khan, sin querer, dejó escapar un suspiro de admiración cuando la vio despertarse de su sueño.

“Pensar… que recuperarías la conciencia. No imaginé… que fuera posible.”

Esta mujer poseía un poder que rivalizaba con el de un Archidemonio, pero también poseía el poder inusual llamado Mal de Ojo de Balor. Como tal, Shere Khan la había restringido con un dispositivo de absorción de maná que la agotó hasta el límite de mantener su vida. La herida que había recibido de Andrealphus era fatal. Había sido absurdo siquiera considerar que sería capaz de despertarse de su estado comatoso.

“Esa es la Hechicera Gremory… para ti. Puedo ver por qué… eres el favorito… para ser el próximo Archidemonio.”

Esta mujer era una ex candidata a Archidemonio. Inmediatamente entendió la situación en la que se encontraba y formó una sonrisa provocativa.

“Así que eso te convertiría en Archidemonio Shere Khan. Kee hee hee. Estoy encantada de ser honrado con el elogio de un Archidemonio.”

Después de eso, volvió sus ojos tristes pero afectuosos hacia él.

“El Archidemonio Jefe de la segunda generación… ¿Eran esos tus recuerdos?” ella preguntó.

Los ojos de Shere Khan se abrieron de golpe.

“¿El Emblema… se está escapando de mi cuerpo? ¿O es eso… la influencia de un fomoriano?”

Su cuerpo ya estaba en su límite. Después de ser cortado por Andrealphus, no sería extraño que pereciera en cualquier momento. Como tal, tenía sentido que el Emblema del Archidemonio buscara a su sucesor. Después de todo, resultó que había un hechicero extremadamente talentoso aquí. Además, también se decía que los fomorianos eran los ancestros de los súcubos, por lo que no podía negar la posibilidad de que tuvieran el poder de interferir con los sueños o los recuerdos. En cualquier caso, había visto los recuerdos de Shere Khan.

“Que interesante. ¿Cómo estás… manteniendo la conciencia… en ese estado? Además… ¿cómo… vislumbraste… mis recuerdos?”

Gremory sonrió como si entendiera todo solo con estas preguntas.

“Qué cosa tan extraña para un Archidemonio preguntar. Así como has causado tal incidente al apostar todo lo que tienes, yo también tengo algo más importante que mi vida…” hizo una pausa allí, luego hizo una proclamación en voz alta como si desentrañara su razón de existir. “¡Yo, la Hechicera Gremory, no he vivido una vida tan débil como para permanecer dormida en silencio con tal poder de amor frente a mí!”

“¿Eh…? Amor… ¿qué?”

“¡El poder del amor!”

El silencio cayó sobre la habitación. Una quietud dolorosa se extendió a su alrededor. Sin embargo, esto no fue porque hubiera enojado a Shere Khan.

¿Qué hacer? Aunque sería un jaque mate si leyera mal un solo movimiento, hay alguien aquí que no puedo leer en absoluto…

Honestamente, esta fue quizás la primera situación que el Rey Tigre, que había hecho que todo saliera exactamente como lo había planeado, no había sido capaz de predecir en absoluto.