86 [Eighty Six]

Volumen 9: Las Valquirias Han Arribado

Epilogo: El Reloj Sigue Su Curso, Incluso En El Estomago Del Cocodrilo

Cuando Lena y los demás regresaron a la base de Rüstkammer, los informes sobre la operación con los militares de la Teocracia y la situación de su ejército llevaban varios días en las noticias. Además, a través de lo que podría o no haber sido un malentendido, el Regimiento Myrmecoleo que ayudó a recoger al batallón aerotransportado tras la derrota del Halcyon había sido dramatizado de alguna manera para que “rescataran” a los Ochenta y Seis.

“No está mal, pero es una historia muy… adornada.” Lena consiguió enmarcarlo de la manera más diplomática que pudo.

Gilwiese (a quien se describió como un joven noble leal a la Archiduquesa) y Svenja (a quien se le omitió su corta edad de diez años y se le calificó de “belleza sin par”) atrajeron gran parte de la atención de los medios de comunicación. El telediario parecía casi un tabloide. Lena contempló toda la situación con una sonrisa irónica.

En los seis meses transcurridos desde el despliegue del Grupo de Ataque, los medios de comunicación y el público habían empezado a considerar sus logros y éxitos militares como algo esperable. Se estaban aburriendo de ello. Ahora tenían un tema nuevo para atraer su atención; necesitaban nuevos héroes a los que admirar.

Lena observó con una extraña sonrisa que, tal vez en contraste con Svenja, Gilwiese no estaría muy complacido con esta atención. Grethe se limitó a encogerse de hombros.

“Me imagino que la Archiduquesa Brantolote movió los hilos para que eso sucediera. De todos modos, esa es la razón por la que existe ese regimiento.”

“Y decidieron jugar al bufón para distraer a las masas.” Añadió Vika en un tono de naturalidad. “Un Archiduque no glorificaría los actos de sus propios soldados sólo para acaparar todo el protagonismo.”

Lerche, que había terminado sus reparaciones mientras el Grupo de Ataque estaba en la Teocracia, estaba de pie detrás de él, como siempre. Luego miró el papel que acababan de entregarle desde el cuartel general integrado de la Federación.

“Después de todo, no podemos dejar que los medios de comunicación informen de esto. Hasta que se le pueda dar un uso práctico, hay que mantenerlo oculto incluso a los propios civiles, no sea que la Legión se entere de alguna manera.”

“—Sí.”

Desde su operación en los Países de la Flota, el Grupo de Ataque había recibido otra directiva, además de destruir importantes posiciones de la Legión. Debían capturar los núcleos de control de las unidades comandantes de la Legión.

Durante estas incursiones simultáneas, no sólo la 1ª División Blindada de Shin tuvo éxito en esta tarea, sino que la 2ª División Blindada y un Regimiento Libre que estaba atacando otra posición también recuperaron los núcleos de control de algunas unidades Weisel.

Y el resultado de esos esfuerzos era la pequeña montaña de papeles que se apilaba ante ellos. En efecto, se trataba de documentos en papel, no electrónicos, que eran los que habitualmente utilizaba la Federación. Se trataba de una precaución para evitar que la Legión pudiera acceder de algún modo a esta información vital.

“Hojas de especificaciones técnicas para un Morpho de producción en masa, la Noctiluca y el Halcyon. Y lo que es más importante, datos de localización de múltiples puestos de mando de la Legión. Esto es un gran botín.”

“Sí. Y si ese es el caso, entonces…”

Durante todo el camino desde la Teocracia hasta la Federación, cinco Procesadores habían confesado sus sentimientos a Kurena, por la razón que fuera.

Sabían que Kurena suspiraba por Shin, y al enterarse de que por fin había aceptado sus sentimientos, todos se detuvieron para expresarle sus propios sentimientos. Dos de ellos eran conocidos suyos, dos con los que apenas había hablado, y uno de ellos era un chico de la misma edad que ella de su pelotón. Dijo que había ocultado sus sentimientos, pero que siempre la había admirado.

Ser deseada era incómodo en ese sentido cosquilloso. Pero aunque apreciaba que fueran considerados con la situación, no podía evitar sentirse extrañamente molesta por el hecho de que todos hubieran esperado efectivamente a que la rechazaran.

Con esa extraña emoción en su mente, Kurena caminó por los pasillos de la base. Al doblar una esquina, se encontró con Theo, que casualmente había salido de su habitación.

“Oh, hola, Kurena. Bienvenida de nuevo.” Su tono era ligero. El mismo de siempre.

“Gracias… ¿Por fin has salido del hospital?”

“Sí, me dieron el alta hace poco. Vine hoy a recoger mis cosas.”

Algo sobresalía de su manga en lugar de la mano izquierda que le faltaba. No era una prótesis, sino un gancho, por la razón que fuera. Al notar la mirada de Kurena, Theo se rió.

“Oh, esto. Genial, ¿no? El Capitán Ismael me lo envió.”

Kurena se sentía culpable al pensar en esto, tanto por el bien de Theo como por el de Ishmael, pero… le resultaba extraño.

“Hace que parezca que un cocodrilo me ha comido la mano.” “Oh… Eso. Bueno, supongo que eso es cierto para los piratas…”

Levantó su mano de gancho mientras llevaba una gran bolsa al hombro. Probablemente eran las cosas que había pasado a recoger. Y como su habitación aquí era técnicamente su “lugar de residencia”, el hecho de que viniera a recoger sus cosas implicaba algo.

“… ¿Te vas a retirar?”

La sonrisa se desvaneció de sus ojos de jade cuando la miró. No había rabia por el hecho de que ella tocara esa herida, ni tampoco pena. Estaban serenos. Como el agua tibia.

“Bueno, no pienso hacerlo. Al menos no todavía. Tengo que entrar en rehabilitación, y como voy a trabajar en una rama diferente del ejército, mi plan de estudios también va a cambiar.”

No podía seguir siendo un Procesador en la rama blindada. Así que, en su lugar, seguiría otro camino. Lejos de esta base. Y tal vez, dejaría el ejército por completo.

“Iré a ver cómo es estar lejos del campo de batalla un poco antes que el resto de ustedes.” Dijo Theo con una brillante sonrisa. “La gente que abandonó por la misma razón me está ayudando… Y si le pasa a alguien más, puedo ayudarle.”

“Sí.” Kurena le devolvió el saludo con una sonrisa.

Aunque no pudiera permanecer en el campo de batalla, aunque no pudiera luchar, podría encontrar algo nuevo que le diera forma. Le llevaría algún tiempo, pero podría hacerlo. Después de todo, en su momento ya habían sido capaces de definirse como Ochenta y Seis.

Para poder creer tanto en Theo como en ella misma. Porque ahora… ya no necesitaba tener miedo. Podía despedirse de él con una sonrisa.

“Sí. Nos vemos, Theo.”

“Así que los resultados de los análisis de esos núcleos de control ya han salido. Los altos cargos de la Federación estaban realmente motivados con esto, ¿eh?”

“Nos hicieron conseguir esos núcleos de control porque pensaron que eran importantes o necesarios y lo hicieron bastante rápido. Tal vez eso demuestre que la Federación se siente seriamente acorralada.”

Lena y los demás oficiales habían recibido los resultados del análisis, y esta noticia también llegó a Shin, al capitán del escuadrón y a sus tenientes. Por ello, el hecho de que Shin y Raiden, capitán y vicecapitán de la 1ª División Blindada respectivamente, estuvieran discutiendo este asunto no era anormal en sí mismo.

Pero eso era sólo un pretexto para la verdadera conversación que estaban teniendo.

La tenue luz del sol otoñal se filtraba en los pasillos de los barracones de la base Rüstkammer. Fue justo en esta época, hace dos años, en el lugar de eliminación final que fue el primer pabellón del Sector Ochenta y Seis, cuando se les ordenó ir a su misión de Reconocimiento Especial. Su marcha de la muerte. Y al igual que entonces, el sol de otoño brilló sobre ellos.

Raiden habló secamente. No se refería a los informes de resultados oficiales para Lena, sino a los resultados ocultos que sólo ellos conocían.

“… Lo encontraron.” “Sí.”

Ernst se lo comunicó directamente a Shin, Raiden, Kurena y Anju, así como a Theo antes de salir de la base. Se trataba de información secreta que sólo conocían ellos cinco.

Entre las bases de mando que habían descubierto había una base oculta que se estimaba que era un punto de transmisión capaz de enviar una orden de apagado a todas las unidades de la Legión.

Parecía que la idea de poner fin a la Guerra de la Legión por medios convencionales era imposible. Incluso la Federación empezaba a sentir la sensación de crisis. Pero las claves necesarias para detenerla estaban ahora al alcance de Ernst.

Lo que vino después estaba claro.

Dieron un giro en el pasillo, donde encontraron a Anju, y detrás de ella… estaba Frederica. La chica miró a Shin con sus ojos carmesí, que ardían de determinación. Ella también había escuchado las noticias.

Todavía tendrían que esperar a que Ernst y los demás completaran sus maniobras políticas para garantizar la seguridad de Frederica. Y la operación que se avecinaba sería de gran envergadura, por lo que los militares tendrían que prepararse en consecuencia.

Pero aun así, una vez que eso terminase… “Pasaremos a la contraofensiva.”

-FIN DEL VOLUMEN 09-