Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 10

Historia Secundaria: La ambición de Mavis.

“Mile, ¿podrías contarnos la historia sobre aquel Misterioso Saltamontes de la Justicia de nuevo?”, preguntó Mavis a Mile cierto dia.

“¿Eh? Claro, por supuesto”.

“Además, quiero que me cuentes la del hombre con un brazo izquierdo artificial que cuando se lo quita tiene una espada ahí, y la del chico con extremidades de golem en su pierna izquierda y brazo derecho”.

“Uh…”.

A Mile nunca le importaba recontar una historia, pero no tenía idea de a cuál se refería Mavis.

¿Se refería a la de Poison Snake Man, con el Clan de los 100

Demonios? O esperen, ¿se habrá referido a la de Hyakkimaru…?

En la historia original de Poison Snake, el brazo del hombre tenía un arma dentro, pero las pistolas todavía no se inventaban en este mundo, así que eso sería confuso. Mile lo había reemplazado con una Espada Psíquica cuando había incorporado la historia a su serie de cuentos japoneses, lo cual la hacía difícil de diferenciar de la historia del chico que había viajado para matar cuarenta y ocho monstruos.

“También la del golem gigante que se transformaba con un brazo izquierdo que se convertía en taladro, y la de la Armored Cell 004 con armas en todo su cuerpo, y la de la Chica Máquina de Un Brazo, y Yakuza Weapon, y Drill Girl Spiral Nami, y…”.

Fue ahí cuando un bombillo brilló en la cabeza de Mile. Incluso ella podía saber que, con tales peticiones, Mavis tenía motivos ocultos.

“Umm, Mavis, no estarás planeando algo, ¿verdad?”.

“¡Tragar!”.

“¿Acaso acabas de decir en palabras un efecto de sonido a propósito?”.

Reina y Pauline voltearon a ver al par con cansancio.

“Entonces, ¿qué planeas?”.

“¿P-Planear? N-No pensaba en nada en particular”.

“Bueno, supongo que eso es cierto, casi nunca piensas en nada…”.

“¿Eh?”.

“¿Eh?”.

“¡No quiero que tú me digas eso, Mile!”.

“¡¿¡¿Q-Qué se supone que significa eso?!?!”.

Una pelea estaba empezando. Pacto Carmesí normalmente se llevaba muy bien, pero eso no significaba que no tuvieran sus pequeñas peleas. Chocaban cabezas cuando se trataba de gastar dinero (donde obviamente, la agresiva era siempre Pauline), cuando se trataba de escoger sitios para comer, y por supuesto, cuando alguien decía algo poco halagador sobre la estatura o complexión de Mile o Reina y el resto fallaba en refutarlo, inconscientemente

aceptando el comentario que se había hecho…

En todo caso, a veces las cuatro peleaban. Y esta era una de esas veces…

“Hff, hff, hff… C-Como sea, regresando al tema…”. “No vas a dejarlo pasar, ¿verdad?”.

Parecía que Mavis había instigado esta pelea en primer lugar como una forma de ocultar sus motivos, pero Mile había visto a través de todo.

“Estas pensando algo terrible, ¿no es así? Algo como crear algún tipo de técnica secreta, como un accesorio para brazo que pueda transformarse en taladro, o un puño cohete, o una bomba nudillo, o…”.

“¡T-Tragar!”.

“¡En serio, ya deja de decir tus efectos de sonido!”, intervino Reina esta vez.

“N-No, es solo que esas epopeyas sobre luchadores, con movimientos definitivos, y técnicas asesinas, y armas secretas, y taladros, y sistemas de auto destrucción… Son tan—”, comenzó Mavis.

Mile dijo al mismo tiempo que ella: “¡Súper geniales!”.

“Como sea, ¡tu mano no tiene cosas raras como esas! Es un poco más certero y un poco más poderoso que tu brazo original, pero fundamentalmente sólo es bueno para absorber la fuerza que recibe, ¡así que tu fuerza solo ha aumentado un poquito! ¡Además, no tiene capacidades para disparar!”.

Los hombros de Mavis cayeron con decepción.

“¿Te haría feliz volverte caballero confiando en las habilidades de tu extremidad artificial?”. “Uh…”.

Mavis se quedó sin palabras; Mile le había dado donde dolía. Por supuesto, ella tenía razón.

Sin embargo…

Comparado a los magos, cuyas habilidades mejoraban instantáneamente en gran medida con sólo un pequeño consejo de Mile, Mavis era una espadachina que debía mejorar paso a paso, lentamente, con el tiempo… Estaba bien que hiciera un poquito de trampa, ¿no?

Además, había una cierta moraleja que había aparecido en uno de los tantos cuentos de Mile: “El mal debe ser aplastado por completo. ¡Cualquier medio que justifique el fin es aceptable! ¡Esa es la ‘justicia definitiva’!”.

La verdad era que Mile había confundido la moralidad blanco-y- negro de sus cuentos didácticos con una lección de vida real. Ella se había equivocado en varias cosas, como el hecho de que ‘no ver el bosque por los árboles’ no se refería a una especie de bosque invisible, o que ‘demasiados capitanes harán que una nave suba una montaña’ no se refería a que lo imposible se volvía posible con suficiente gente a cargo.

Sin importar cuán avanzado fuera el procesador de una computadora, si le dabas data incorrecta, obtendrías la respuesta incorrecta. Eso era lo que había pasado aquí.

“¡Está bien hacer un poco de trampa si es por el bien de la justicia!”, dijo Mavis descaradamente, recuperándose rápidamente del impacto de las palabras de Mile.

“Bueno, ahí va de nuevo Mavis…”, dijo Reina, cansada.

Por otro lado, Pauline asintió, coincidiendo con Mavis. En cuanto a Mile…

“Hmm”. Ella estaba confundida.

Oigan, Nanos, ¿es eso posible—tecnológicamente y según sus restricciones?

A UN NIVEL TÉCNICO, LAS TECNOLOGÍAS AVANZADAS DE SU MUNDO ANTERIOR, SEÑORITA MILE, NO PUEDEN SER REPLICADAS POR NUESTROS SISTEMAS DE PROPULSIÓN, CON LA ESTRUCTURA DE ESE BRAZO, CARECIENDO TANTO DE ALAS Y DE UNA FORMA AERODINÁMICA, LANZARSE HACIA ADELANTE NO SERÍA SUFICIENTE PARA ASEGURAR ESTABILIDAD VERTICAL DURANTE UN VUELO TOMANDO EN CUENTA LA GRAVEDAD.

ADEMÁS, SI ESTE BRAZO—CON SU APOYO PARA CARGA, ESPARCIDOR DE ENERGÍA, Y SISTEMA DE CANCELACIÓN—FUERA A DISPARAR PROYECTILES, EL CALOR Y RETROCESO SERÍAN DEMASIADO PARA QUE LO SOPORTARA EL CUERPO DE LA SEÑORITA MAVIS, NI TAMPOCO HABRÍA SUFICIENTE ESPACIO PARA ALMACENAR RONDAS.

EN CUANTO A NUESTRAS RESTRICCIONES DE OPERACIONES, PARA ACTIVAR TALES CAPACIDADES, UNA TÉCNICA DE CONTROL GRAVITACIONAL SERÍA NECESARIA. ESTO CAUSARÍA PROBLEMAS PROBABLEMENTE SI ALGUIEN FUERA A VER A LA SEÑORITA MAVIS, QUIEN TEORICAMENTE ES INCAPAZ DE USAR MAGIA, USANDO UNA TÉCNICA ASÍ…

Bien, sí, imposible…

LA ACTUALIZACIÓN NOS TOMARÍA UNOS 15 SEGUNDOS.

“¡¿¡¿Entonces sí es posible?!?!”, dijo Mile sin querer en voz alta. “¿P-Por qué estás gritando?”, preguntó Reina.

¿LO HACEMOS?

¡Preferiría que no!

“¡¿P-Puedes hacerlo, Mile?!”, Mavis, quien no podía escuchar a las nanomáquinas conversando, asumió que el grito de Mile fue el resultado de su consideración de la posibilidad de remodelar la extremidad en su mente y por ello corrió hacia Mile con un brillo— o mejor dicho, resplandor en sus ojos.

“¡E-Estas demasiado cerca! ¡¿Por qué te me acercas tanto, Mavis?!”, Mile entró en pánico, su cara enrojeciéndose por alguna razón cuando Mavis la tomó por los hombros, sus narices apenas a unos diez centímetros de distancia.

“Ah…” “Aha…”.

Esto no es bueno, pensaron Reina y Pauline.

Sin duda, aunque eran camaradas que pasaban cada día juntas, desde el amanecer hasta el anochecer, esto era demasiado para soportar. La energía masculina de Mavis era demasiado fuerte. Esto estaba muy cerca no a masculinidad, como un hombre pensaría, sino a la idea de “hombre ideal” de una jovencita…

“¡Y-Yo no soy una de esas chicas! ¡¡Y tampoco estoy en la Lily Brigade!!”, protestó Mile débilmente, sacudiéndose, pero no parecía hacer ningún intento real de repeler a Mavis.

“¿‘esas chicas’? ¿Las que mencionaste en tus cuentos japoneses?

¿Las que disfrutan de ver hombres juntos?”.

“¡Reina, eso no tiene nada que ver con esto!”.

La lucha entre Mavis y Mile empeoraba mientras Reina y Pauline charlaban a un lado.

“¡No! ¡No lo voy a hacer!”.

“¡Vamos, sólo un poquito! ¡Un poquitito! ¡¡¡Un poquititito!!!”.

“¡¿¡¿Realmente crees que ella aceptaría asíííí?!?!”.