Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 10

Capítulo 79: El grupo de Rango B

Parte 2

Sin duda, Mile no tenía interés en cobrar por muestras. Esta no era una presa que habían cazado o cosas que pretendieran revender. Siempre y cuando a Mile le dijeran que su comida era deliciosa, podía dejar que todos la disfrutaran. Eso era suficiente para ella.

Sin embargo, estaba aterrorizada de Pauline, y fue por eso que al menos había lanzado esa charla promocional al final de su discurso.

Pensando que lo que había puesto sobre la mesa podría ser ahora muy poco para las personas adicionales, Mile sacó porciones extra. En su tiempo libre, había hecho una gran cantidad de platillos en preparación para ocasiones en que estuvieran viajando y no tuvieran tiempo para cocinar, así que su alacena mágica estaba llena. Todo dentro de su inventario, donde siempre se mantenía perfectamente fresco, por supuesto.

“¿Qué…?”.

Las personas se quedaron sin palabras al ver estas porciones adicionales. Ya habían visto antes que Mile poseía magia de almacenamiento, así que no debería haber sido sorpresa que tuviera más platillos guardados además de la pequeña cantidad que ya había sacado.

Sin embargo, lo que no habían visto antes, cuando no habían estado prestando atención, era que la comida había sido sacada completamente preparada, sobre platos, de alguna forma sin dejarla caer. Además, Mile había olvidado aplicar su rápido conjuro de “magia de calentamiento”, así que todos habían visto de primera mano que la comida de alguna forma había salido completamente calentada.

El resto de miembros de Pacto Carmesí vieron esto y dejaron salir un sonido al percatarse, pero Mile parecía no haber notado su error. Sin embargo, no era un buen momento para que el resto lo comentara. Por el contrario, eso sólo atraería más atención a los hechos del asunto. Y por eso, lo dejaron pasar, mientras que las personas, con varios sentimientos al respecto, escudriñaron los platillos con cuidado sin decir una palabra. Después de todo, eran invitados de un establecimiento de alta clase. En un sitio más barato, el comedor habría explotado en un caos como mínimo.

Como era de esperarse, las personas morían de ganas por probar la comida que un grupo de cazadores de rango B, clientes regulares de esta posada, habían elogiado tanto. Sin embargo, ellos normalmente no eran el tipo de persona que se levantaría durante la hora de la comida e irían a mirar las mesas de los demás. Estas personas no eran como los comerciantes de los bazares de los callejones o como los vendedores ambulantes. Entonces, ¿por qué ahora estaban actuando de una forma que sería una gran metida de pata?

Como era de esperarse, fue porque habían sentido el olor a dinero.

Puede que fueran grandes y adinerados comerciantes, con gran estatus y reputación—podrían haber sido el tipo que se codeaba con nobles y celebridades—pero si había dinero en la mesa, una pequeña metida de pata o comportamiento de payaso no era nada, siempre y cuando no perdieran de vista su meta.

Así eran los comerciantes inteligentes.

“Estas especias no son de por aquí, ¿verdad?”.

“Esta técnica de cocina es inusual. ¿Es un estilo extranjero?”. “E-Esto es…”.

Haciendo a un lado a los cazadores, los otros clientes tomaron turnos para probar la comida. Parecía que, además de cazadores de rango alto, la mayoría de ellos eran comerciantes.

Los residentes locales era poco probable que se quedaran en una posada, y aquellos que venían a la capital por negocios por lo general se quedaban en algún sitio más barato. Nadie gastaría innecesariamente en lujos frívolos cuando su meta era hacer dinero. Por eso, estos debían ser comerciantes bastante exitosos que habían venido desde otras ciudades para negocios a largo plazo, quienes no buscaban fondos, y quienes favorecían la seguridad y las comodidades por sobre escatimar gastos. Ellos considerarían quedarse en una posada de lujo como parte de su trabajo, y por lo tanto, como un gasto necesario, en nombre de proteger su estatus y reputación.

“¿Hm? Este platillo…”.

“Oh, esos son intestinos de ciervo, hervidos a fuego lento con especias y un sazonador llamado ‘soya’”.

“Sabe bien. Definitivamente tiene buen sabor. Pero usar ingredientes tan caros para algo como intestinos…”.

El hombre, aparentemente un comerciante, estaba asombrado.

“Ah”, explicó Mile, “las especias que usé no son caras. Sólo contribuyen al calor, no al sabor o profundidad. Entonces, hay que mezclarlo con varias otras cosas, lo cual es una labor bastante intensiva… Por otro lado, es bastante económico…”.

¡Destello!

“¡Eek!”.

Las cuatro miembros de Pacto Carmesí, Pauline incluida, dejaron salir un pequeño grito ante las repentinas miradas de los comerciantes. Eran el tipo de miradas agudas que daban pie a la

frase: “miradas que matan”.

Mile parecía no entender qué fue exactamente lo que había dicho para alterar a los comerciantes. A pesar de que Mile había sido la que les había advertido antes sobre extraer la capsaicina

de la magia de calor de Pauline…

Sin duda, debido al orgullo que sintió porque su cocina fue bien recibida no solo por sus compañeras, sino por cazadores de alto rango y comerciantes adinerados acostumbrados a comer cosas deliciosas, Mile había olvidado todo y había bajado su guardia por completo.

Sin importar cuán brillante hubiera sido ella en su vida pasada, su inteligencia solo se reflejaba en sus estudios. Donde Mile carecía de conocimiento era en tratar con otras personas o entender sus emociones. Para ella, este era un error natural.

“¿Cuánto por todo tu inventario?”, preguntaron los comerciantes al mismo tiempo, mirándose con odio unos a otros instantáneamente con un brillo diabólico en sus ojos.

“¡T-Tengo miedo!”. “Por favor váyanse”.

Reina y Mavis retrocedieron. Pauline, por supuesto, no dijo ni una palabra, pero su rostro se puso pálido. Incluso ella carecía de la capacidad emocional para una negociación despiadada entre listos y experimentados comerciantes.

“Ah, bueno, tendrán que discutir los detalles con la señorita

Pauline”, dijo Mile, tranquilamente lanzando a Pauline a los lobos sin dudar. De nuevo, dado que se trataba de Mile, esto no era una

sorpresa en lo absoluto…

“Pero bueno, fue muy bueno poder comer algo tan delicioso”, dijo uno de los cazadores—el primer hombre que había hablado con Pacto Carmesí, quien parecía ser el líder y quien claramente había notado lo mal de la situación. “Mañana, saldremos a una misión de la cual tal vez no regresemos. Con comida deliciosa como esa, no puedo pensar en una mejor última cena, si es que eso termina siendo. Fue muy satisfactorio. Gracias, señoritas”.

“¿Eh?”.

A menos que hubiera una guerra, o alguna estampida de monstruos, la mayoría de cazadores de alto rango jamás tomaban misiones “de las cuales tal vez no regresen”. Con misiones así, tu supervivencia se basaba solamente en tu suerte. Aunque fuese una solicitud directa de un empleador, siempre podían rechazarla.

“¿P-Por qué…?”, preguntó Reina una pregunta normal en esta situación.

“Ah, bueno, nos hicieron una solicitud directa que no podíamos rechazar. Todos los grupos de rango A o mayor están ocupados, y los otros grupos de rango B parecen haberse enterado del peligro y no se han pasado por el gremio. Aparentemente, es una situación de emergencia, y si empeora, podría significar la ruina de todas las ciudades y pueblos de por aquí, la capital incluida—quizás incluso el reino entero. Cuando a un grupo de rango B se le pide ayudar con algo así, no pueden rehusarse, ¿no crees? Estamos apostando nuestra reputación, nuestra convicción… ¡y nuestras vidas!”.

Ellas entendían.

Las miembros de Pacto Carmesí no dijeron nada, pero lo entendían.

El resto de miembros del otro grupo sonrieron tranquilamente, continuando con la degustación de los platillos de Mile.

Muy probablemente, esta misión había sido una solicitud directa del gremio. El grupo puede que hubiera pasado por el salón del gremio por casualidad, sin saber de las circunstancias, terminando con esta misión impuesta. Si hubieran querido rehusarse, habrían podido. Pero si era cuestión de orgullo y convicción, no era posible rechazarlo.

Sabían que era una misión de “marca roja”. Tales eran las responsabilidades de un cazador, particularmente de un cazador de rango alto.

Reina rápidamente miró a las otras tres. Una por una, asintieron… y quedó decidido. Aunque venían de cuatro sitios diferentes y de distintos caminos de la vida, las cuatro amaban las aventuras.

“¿Qué tipo de misión es?”, preguntó Reina. Su tono no era muy adecuado para su rango que digamos, pero no tenía malicia—en lo absoluto.

“Bueno, los rumores se están esparciendo bastante rápido, así que supongo que no tiene caso ocultarlo… Se trata de dragones antiguos. Esta mañana, cuatro dragones antiguos fueron vistos volando por aquí cerca en el bosque. Fueron vistos por muchas personas, entre los cuales hubo quienes pudieron dar bastantes detalles. Aparentemente, no cabe duda de que eran dragones antiguos—y no unos pájaros gigantes o wyverns.

“Ver a uno de esos cerca de una montaña sería un problema, pero había cuatro—¡cuatro! ¡Y cerca de la capital! Si arruinamos esta misión, puede que ataquen más que solo esta tierra. Por eso, necesitamos pensar en cómo contactar con ellos, tener una tranquila conversación, y resolverlo pacíficamente—¡no, maldición!

¡Es imposible que tengamos tanta suerte!”.

Aparentemente, ni siquiera él podía creer en sus propias palabras. Colapsó sobre la mesa, con su cabeza entre sus manos.

“Ah…”.

Al ver esto, las miembros de Pacto Carmesí repentinamente sintieron incomodidad. No podían soportar quedarse y dejar que este grupo partiera, desperdiciando días y días en búsqueda de los dragones antiguos. Dejarlos hacerlo con una actitud tan desalentadora como esa, preparados para morir en cualquier momento, sería demasiado cruel. Por eso, tras otra mirada compartida, llegaron a la misma conclusión, y Mile empezó a hablar.

“Ah, bueno, esos dragones ya no están”. “¿Eh?”, preguntaron los cazadores.

“Hablo de los cuatro dragones antiguos. Ya terminaron lo que vinieron a hacer, y se fueron de regreso a su pueblo. Aparentemente, sólo vinieron por un mandado y no regresarán de nuevo. Dio la casualidad de que nos los topamos en el bosque y nos contaron todo”.

“¡¿¡¿Quééé?!?!”.

Varios ojos miraron a Mile, llenos de dudas. Por supuesto, no era una sorpresa que el resto de gente escuchando no le creyeran. Por eso, ella sacó algo de su inventario, un ítem que había traído consigo del campo de batalla después de que los dragones antiguos regresaran a casa.

“Aquí está la prueba. Escamas y carne de dragón antiguo”.

Esta vez, hubo conmoción gupal, no solo por parte de los cazadores, sino de todos en la habitación—tanto comensales como trabajadores. El grito probablemente pudo escucharse desde fuera de la posada.

“¡¿¡¿¡¿C-C-C-Carne y escamas de dragón antiguo?!?!?!”.

“¡Esperen un segundo! ¡¿Qué tipo de encuentro fue ese como para que un dragón mudara de carne y escamas?! ¡Eso es algo increíble, ¿no lo creen?! ¡¿Acaso un rey demonio apareció y derrotó a unos dragones antiguos?!”.

Era natural que, siendo el líder de un grupo de rango B, se preocupara más por estas preguntas que por lo valioso de los ítems frente a él.

Y aun así, sin embargo, las miembros de Pacto Carmesí no podían contarle la verdad sin más.

“Emm, bueno… ¡ellos tuvieron un pequeño entrenamiento amistoso cuando terminaron con su mandado!”, respondió Mile.

El líder del grupo, sin embargo, no quedó satisfecho por esta explicación.

“¡¿Cómo terminan unas escamas de dragón antiguo arrancadas y quemadas luego de un ‘entrenamiento amistoso’?! ¡No es como si fueran nada más una o dos escamas en buena condición las que tienes ahí! ¡¿¡¿Y qué es ese pedazo de carne arrancado?!?!”.

Una escama se había caído del dragón que había tratado de extinguir las llamas de Reina. Otra se había caído cuando la espada de Mavis cortó al dragón. Y una más, junto con un poco de carne, había sido arrancada por el ataque con taladros de Pauline. Esto no era para nada resultado de un ‘entrenamiento amistoso’”.

Pacto Carmesí guardó silencio y luego habló al unísono. “Fue un entrenamiento amistoso”.

El silencio envolvió el lugar.

Sólo había una forma de poner fin a este caso perdido, pensó Mile para sí misma. Si querías eliminar la fuente de un alboroto, simplemente debías crear un alboroto aun más grande…

Y así, Mile abrió un agujero en el espacio-tiempo.

“Me pregunto si podemos vender esto”, dijo.

Fue como si las puertas del infierno se hubieran abierto en la tierra…

***

“Ugh, estoy hecha polvo…”, suspiró Mile.

“¡¿Y quién crees que tuvo la culpa?!”, gritó Reina.

En los momentos inmediatamente después de las palabras anteriores de Mile, habían sido desbordadas con propuestas de negocios, a lo cual le siguió una guerra entre los comerciantes, lo que eventualmente dio pie a un enorme revuelo. Si podías ponerle las manos encima a una escama de dragón antiguo en buenas condiciones, forjarla para convertirla en una armadura, y luego presentársela al rey mismo, tu tienda se volvería famosa de inmediato. Las ventas estallarían, y no habría ni un solo noble que no conociera tu nombre…

“¿No podríamos habernos simplemente retractado?”. “¡Obviamente no!”.

Pacto Carmesí estaba en el vestuario—de los baños, por supuesto. Habían pasado por los problemas de escoger una posada con baño, y a pesar de que habían acabado en—o quizás causado… Bueno, en todo caso, hubo un gran alboroto, pero sería criminal no usar las comodidades a la mano luego de eso.

Reina y Mile se apresuraron a quitarse la ropa, dejando que Mavis y Pauline se quitaran su equipo y cambiaran a sus atuendos de interiores sin prisa. Aun así, esto no les daría mucho tiempo extra. Las otras dos entrarían en poco tiempo. Sin embargo, cuando el par entró a los baños…

“¡Oh, son ustedes!”.

Ya había otras personas presentes.

Tanto en los círculos de cazadores como en los mercantiles, el número de mujeres era relativamente escaso en comparación a los hombres. Por eso, los baños para mujeres eran bastante más pequeños, aunque suficientemente espaciosos para que cupieran al menos siete u ocho personas al mismo tiempo. En este momento, las dos mujeres del otro grupo de cazadores estaban en el baño.

Ambos lados ya se habían disculpado por lo ocurrido antes, y Pacto Carmesí le había dado al otro grupo información para que estos no desperdiciaran su tiempo. En este punto, las cosas deberían estar bien entre ellas… y repito, deberían.

Sin embargo…

No pudieron evitarlo. Simplemente no pudieron, no cuando estaban frente a eso, justo frente a sus caras.

Reina y Mile guardaron silencio, colgando sus cabezas de mala manera. Dado que todos los presentes eran mujeres, por supuesto, las otras dos pudieron entender fácilmente la razón tras este comportamiento. Ellas desviaron la mirada, con un poco de incomodidad, antes de decir: “B-Bueno, ya saben, ustedes siguen creciendo, así que pronto…”.

“¡Tengo dieciséis años!”, gritó Reina.

“Disculpen”, respondieron las dos, y guardaron silencio.

El tiempo siguió corriendo, en silencio y con incomodidad, hasta que…

“¡Reina, Mile, no tienen por qué correr tanto!”.

Mavis y Pauline habían llegado. Y al llegar, una cierta parte del cuerpo de Pauline se volvió obvia. O mejor dicho, dos partes. Esta vez, fue el par de mujeres mayores las que, después de mirar a Pauline un momento, colgaron sus cabezas.

Aquí estaba Pauline, de claramente no más de quince o dieciséis años, apenas una adulta. Y ahí estaban ellas dos, seguramente de unos treinta años.

Todas en el sitio guardaron silencio, incluyendo a Mavis y a la desconcertada Pauline, mientras aire caliente caía sobre la cámara de baño…

Anteriormente, en el comedor, hubo una gran conmoción, entre cazadores queriendo más información sobre los dragones antiguos y los comerciantes esperando comprar sus restos recuperados.

Loa cazadores estuvieron de acuerdo con no partir. Pacto Carmesí no era para nada un grupo rival, y parecía que la misión que habían tomado—preparándose tristemente para fallar, y en el peor de los casos, ser aniquilados—era ahora irrelevante. Como resultado, no les importó que los hicieran esperar un poco más… Aun así, no era como si fueran a cancelar la misión. Ya la habían aceptado, y esta nueva información que habían adquirido sobre los dragones antiguos era información obtenida por ellos mismos gracias a sus esfuerzos. Ahora, todo lo que restaba hacer era entrar al bosque a buscar pruebas para verificar la información de Pacto Carmesí. Si tenían suerte, incluso podrían regresar con algún fragmento de escama. Combinado con la paga por terminar la misión, sería una decente—o mejor dicho, una muy buena— cosecha para ellos.

Recibirían más detalles sobre el sitio por parte de Pacto Carmesí después. Las montañas estaban un poco lejos, pero no era posible que alguien más llegara antes que ellos.

El problema real eran los comerciantes. Enemigos. Enemigos. Enemigos.

Estaban rodeados de enemigos, cada uno de ellos. Había un sinfín de enemigos, y sólo un seductor tesoro.

Un wyvern o dragón de tierra era una cosa, pero casi no había posibilidad de que alguna vez se toparan con un dragón antiguo. Y si se encontraran con uno, luchar quedaría fuera de discusión. Los dragones podían hablar lenguas humanas, y eran mucho más inteligentes que los humanos, con fuertes y masivos cuerpos, magia más allá de la humanamente imaginable, y poderosos torrentes de aliento de dragón. Además, ponerle un dedo encima a un dragón antiguo significaría incurrir en la ira del clan entero, lo cual significaría ruina para el país. Los humanos necesitarían una disculpa y explicación de los dragones antiguos a toda la humanidad, sin embargo, ¿cómo podía darse una explicación cuando todas las tierras habían sido ya arrasadas?

Por supuesto, de vez en cuando, cuando algo era culpa de un dragón antiguo, lo ignoraban por completo—o en raras ocasiones, estos ofrecían sus escamas como señal de disculpa. Sin embargo, tales cosas sólo pasaban cada pocas décadas, o incluso siglos—tan rara vez que tales cuentos podrían ser apócrifos.

Y sin embargo, ahí estaban: las escamas de un dragón antiguo.

Una vez fuera del cuerpo del dragón, perdían todo potencial mágico, la fuerza desapareciendo. Sin embargo, seguían siendo fuertes y ligeras. Más importante, había valor en su prestigio y rareza. Por eso, las escamas mismas, o una armadura hecha de ellas, acarreaban un absurdo costo.

Bajo tales circunstancias, no sería de sorprenderse si estos comerciantes llegaran a los golpes, pero ellos no eran vendedores callejeros comunes. Eran adinerados y poderosos negociantes y jamás pelearían con otros de una forma tan ridícula.

“………”.

La habitación estaba en silencio, mientras los mercaderes se veían con odio los unos a los otros, mientras Pacto Carmesí y el grupo de rango B en silencio se alejaban.

“¿Podrían venir a nuestro cuarto más tarde? Nos gustaría que nos dieran más detalles sobre aquel sitio. Necesitamos darle al gremio una explicación razonable al menos. Por supuesto, podemos ofrecerles una recompensa, y varios bocadillos y bebidas mientras platicamos”, dijo una de las mujeres, justo cuando todas estaban pensando salir de los baños.

“No se preocupen por el dinero. Los bocadillos y bebidas serán suficientes”, respondió Reina. A ella no le preocupaba sobre si iba a poder ganar dinero con algo tan pequeño, y Pauline no parecía interesada en interrumpir. Aparentemente, no era tan tacaña cuando no se trataba de sus misiones o de los bienes que vendían.

Después de una corta charla en el cuarto de los cazadores, las miembros de Pacto Carmesí regresaron a su habitación para encontrar…

“¡Guh!”.

…una multitud de comerciantes, esperando por ellas fuera de la puerta.

“Cambiémonos de posada mañana”.

“Supongo que no es tan bueno quedarnos en un sitio fuera de nuestro presupuesto normal”.

“Los lugares baratos son mejores para nosotras”.

Aunque habían pasado por algunos problemas para encontrar esta posada, tener ligeramente mejor comida y ser capaces de remojarse un poco no valía la pena al final.

Sin embargo, el grupo no estaba listo para dormir todavía.

“Miiiile…”, vinieron tres rítmicas voces.

“¡L-Lo sientooo!”.