Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 10

Capítulo 79: El grupo de Rango B

Parte 1

 

 

Luego del encuentro con los dragones antiguos, todavía quedaba bastante tiempo para cazar y reunir materiales, pero las miembros de Pacto Carmesí decidieron regresar a la capital.

“Estoy tan cansada”.


Físicamente, la batalla apenas le había afectado a Mile, pero estaba exhausta emocionalmente. Era el mismo sentimiento que aquellas noches donde querías quedarte en cama, a pesar de no tener sueño en lo absoluto… aunque, por supuesto, cuando te recostabas, normalmente caías dormido.

En todo caso, la Batalla Contra Dragones Antiguos, Parte 2 había sido agotadora. El hecho de que se habían esforzado tanto sin recibir compensación—ni siquiera puntos de contribución— no hacía sino amplificar su sentimiento de fatiga.

“Estoy cansada”. “Ya no aguanto”. “Estoy agotada…”.

Las otras tres se veían igual de exhaustas.

“¡Ugh, quiero darme un buen baño!”.

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Desafortunadamente para Mile, a diferencia de la “Posada de Lenny”, la mayoría de sitios donde se podían quedar los grupos de rango C no tendrían baño propio. Podías tirarte agua del pozo en el patio o limpiarte con una toalla usando agua caliente en el lavabo de tu habitación, pero eso era… para gente normal.

Para las miembros de Pacto Carmesí, quienes tenían magia de limpieza para remover suciedad y sudor de sus ropas y cuerpos, bañarse jamás era cuestión de suciedad u olor. Sin embargo, meterse a un baño tibio podía ser bueno para el espíritu, un descanso para el cuerpo, un beneficio para la rutina de belleza. Abría poros, removía puntos negros y todo tipo de mugre…

Desafortunadamente, parecía que las nanomáquinas consideraban los puntos negros como partes del cuerpo y no los removían al usar magia de limpieza si solo se proveía la imagen de ‘remover suciedad’. Mile, por supuesto, era capaz de ajustar su imagen, así que todos los puntos negros y exceso de queratina en sus poros se limpiaban completamente, pero las demás no tenían la misma capacidad, y Mile no les había comentado al respecto.

En todo caso, hoy, las cuatro estaban exhaustas y deseosas de tomar un baño.

“¿Cambiamos de posada? Podemos quedarnos hoy en algún sitio que tenga baño…”, sugirió Pauline.

“¿E-En serio podemos?”, preguntó Mavis con incredulidad. Era raro que Pauline sugiriera una opción considerada ‘de lujo’. Debe haber estado totalmente exhausta también.

“¡Entonces está decidido! ¡Esta noche nos quedaremos en una posada con baño!”, Reían rápidamente declaró antes de que Pauline pudiera cambiar de parecer.

Pacto Carmesí tenía la práctica de dejar las posadas por las mañanas y pagar de nuevo por cada noche. Ya que no pensaban residir en el mismo sitio por mucho tiempo, sus estadías dependían de sus misiones, y gracias a la “magia de almacenamiento” de Mile, no había necesidad de que mantuvieran su equipaje en algún sitio en concreto. Así, a pesar de haber dicho “cambiar de posada”, a lo que se referían era que escogerían un sitio diferente para esta noche.

“¡Woohoo!”.

Mile saltó de alegría, y las cuatro se apresuraron a buscar una nueva posada.

Ya que habían regresado sin molestarse en hacer más misiones, el sol seguía en lo alto del cielo. De hecho, era antes de la tarde. El encuentro con los dragones antiguos había ocurrido poco después de que Pacto Carmesí entrara al bosque, ¡antes de que siquiera pudieran llegar al sitio donde iban a cazar!

***

 

 

“Me pregunto qué tal será este lugar”.

La posada frente a Reina era un establecimiento de apariencia lujosa en la calle principal. Aunque por supuesto, no era el tipo de sitio en el que la realeza se alojaría. Lugares de ese calibre se preocupaban mucho sobre su atmósfera, clientela, y seguridad, así que sin importar cuánto dinero estuvieran dispuestos a pagar, ningún plebeyo o cazador tendría permitido alojarse en lugares así. Tales cosas nunca serían escritas en el panel publicitario, pero si alguien fuera de la clientela aceptaba fuera a entrar, sin importar cuantas habitaciones estuvieran disponibles, se les diría que “no hay habitaciones” y serían echados con falsa cortesía.

Por supuesto, así eran las cosas en cualquier mundo. Incluso en el Japón moderno podías encontrar varios hoteles y ryokan de alta clase que operaban igual.

En todo caso, la posada frente a ellas no era un establecimiento de tanto lujo, pero sí era lo suficiente como para tener al menos un baño. Era el tipo de lugar que, en cuanto a cazadores, sería probablemente frecuentado por aquellos de rango B y A.

¿Y qué hay de los de rango S? Bueno, los de rango S eran básicamente de la nobleza. Probablemente recibirían mejor trato que un barón local—tanto por su estatus como por su volatilidad…

“Dice que tienen un baño. Quedémonos aquí”.

Se habían detenido a comer durante su búsqueda, así que ya era más de medio día—un poco temprano pero tarde suficiente como para que la posada ya hubiera comenzado a recibir clientes para la noche.

“¿Tienen habitaciones para cuatro disponibles?”, Mavis preguntó en la recepción. Recibió una respuesta afirmativa, y Pacto Carmesí rápidamente fue registrado.

Los trabajadores parecían bien entrenados. Aunque ellas cuatro parecían ser cazadoras novatas, nadie intentó echarlas o hacerles caras feas. En realidad, esto probablemente fue porque ellas eran un grupo de cuatro encantadoras jovencitas. De haber sido un grupo de sucios jóvenes o apestosos ancianos, era posible que les hubieran dicho: “Mil disculpas. Todas nuestras habitaciones están ocupadas”.

Dado que esta era una posada de alta clase en la capital, carecía de la típica jovencita que esperarías encontrar en la recepción de un pequeño negocio familiar. En su lugar, la persona era un joven en sus veinte años… quien provocó que Mile hiciera un pequeño “¡Tch!” y chasqueara su lengua.

“¿Qué tal si nos vamos a recostar un poco?”.

Era demasiado temprano para entrar a los baños, los cuales no se abrirían hasta el atardecer. Por lo tanto, todas asintieron a la propuesta de Reina, y entraron a su habitación, cada una recostándose en su propia cama. No estaban listas para cambiarse a sus ropas para dormir, así que se mantuvieron sobre las sábanas.

Sin embargo, estaban tan fatigadas que cayeron dormidas rápidamente.

***

 

 

“¡Levántate, Mile!”. “Mm…”.

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Mile despertó con Reina tomándola del hombro, sacudiéndola.

“Es hora de comer. ¡Si no nos apuramos a ir al comedor, se

acabará la comida!”.

“¡¿Qué?!”.

Esto era un problema serio. Mile, cuyo ratio de producción- consumo era ineficiente en cuanto a combustible, no podía permitirse perder una comida… Aunque no estaba claro por qué lo mismo aplicaba a Reina, una maga pequeña y quien carecía de fuerza física. Tampoco es que ella estuviera en proceso de crecimiento.

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“¡Espera un momento!”.

Reina agarró a Mile justo cuando esta intentó apresurarse hacia la puerta, deteniéndola para peinarla primero. Mile sonrió ligeramente mientras un recuerdo de su hermana menor de su vida anterior llegaba a su mente.

La cena era un poco más cara que de costumbre, pero también un poco más deliciosa.

“Mmm, deben usar ingredientes ligeramente mejores. Y parece

que tiene especias también”.

Mile asintió con aprobación al mismo tiempo que comía. La comida no estaba compuesta de los ingredientes de clase ultra alta que se le serviría a los nobles, pero tampoco acarreaba un precio de ese calibre.

Por supuesto, había otra razón por la que estaba impresionada. La comida que Mile cocinaba durante sus campamentos era mucho más deliciosa que cualquiera de una posada o restaurante, y por eso Pacto Carmesí no tenía expectativas tan altas en la comida que venía de esos sitios.

“75 puntos”.

“72 puntos”.

“78”.

Las otras tres susurraron sus evaluaciones, no deseando despreciar a los trabajadores de la cocina o posada. Aunque la evaluación de Pauline era la más estricta y la de Mavis la más generosa, todas estaban generalmente en el mismo rango.

Cabe destacar que Mile jamás le asignaría una evaluación por puntos a un platillo. Ella pensaba de forma diferente en cuanto a tales cosas. Cuando se trataba de cocina o artes, todos los que lo experimentaban tendrían diferentes impresiones, y como resultado, Mile no sentía que la calidad era algo que podía ser calificado con tanta objetividad. Sin embargo, no se molestó en recalcarles esto a sus amigas.

“¡Vaya! ¡Todas ustedes tienen paladares muy refinados a pesar de ser tan jóvenes!”.

“¿Eh?”.

Las chicas vieron en dirección a esta nueva voz, y vieron a un grupo de cinco personas sentadas en la mesa a su lado. El grupo parecía un grupo de cazadores, y el hombre barbudo sentado entre ellos sonreía en dirección a Pacto Carmesí.

“¿Y ustedes son?”, preguntó Mile.

“Ahh, mi error. Soy solo un compañero cazador que resultó estar sentado cerca. Me llamaron la atención. Me sorprendió ver a unas jovencitas quedándose en una posada como esta, y cuando las escuché criticando la comida, la cual a mí me pareció bastante buena, no pude evitar decir algo. ¡Disculpen!”, dijo el cazador barbudo, riendo. Parecía tener poco más de 30 años. Los otros cuatro hombres y mujeres de su grupo veían con cautela.

Los cazadores que se quedaban en esta posada eran normalmente de rango B o mayor, y los únicos grupos de rango C que se quedaban en una posada de este calibre serían aquellos con un invitado de honor en su grupo, aquellos en una celebración especial, o quizás aquellos que querían disfrutar un poco la vida, con algún noble o persona adinerada como líder. Había, por supuesto, algunos nobles y personas adineradas que deseaban ser cazadores, pero ellos normalmente deseaban cubrir sus gastos con sus ganancias de misiones y jamás se quedarían en un lugar como este a menos que llegaran a rango B con la fuerza de sus propios talentos.

El grupo en la mesa a su lado seguramente no estaba compuesto de hijos o hijas de nobles.

Era difícil distinguir sus roles con la mirada, ya que parecían haber dejado sus armas en sus habitaciones, pero a juzgar por su apariencia, eran dos hombres que parecían luchadores de primera fila, un hombre que probablemente era un guardia medio o trasero, y dos mujeres que eran probablemente luchadoras de retaguardia. Todos parecían estar entre sus 20 y 30 años, y formaban un grupo bastante promedio con buen balance. Por supuesto, no era totalmente imposible que los hombres musculosos fueran magos, mientras que las mujeres de apariencia delicada fueran espadachinas…

En todo caso, todo esto implicaba que no eran un grupo de hedonistas, sino un grupo verdaderamente habilidoso. Además, no parecía que hubieran hecho sus proposiciones con la mala intención de meter sus narices en los asuntos de un grupo novato presumido.

Los cazadores con verdaderas habilidades eran bastante flexibles, y no necesitaban acosar o involucrarse con aquellos de estratos inferiores. Hacerlo implicaría que el grupo carecía de confianza en sí mismos, o quizás, que eran cobardes que se sentirían agitados y sentirían que quedarían como tontos si no armaban un alboroto.

“Disculpen, este idiota de aquí siempre anda buscando pelea. Aun así, no es bueno que chicas nuevas como ustedes malgasten su dinero quedándose en un lugar así. Incluso si otros sitios no tienen baños, o tienen hombres extraños que las molesten, no deberían desperdiciar sus preciados fondos…”.

“¡Además, calificaron la comida de este lugar con setentas, pero una comida como esta normalmente sería un lujo, ¿no es así?!

¡Además de no poder ahorrar, jamás van a poder aguantar todas esas noches acampando si estos son sus estándares! Todas esas galletas náuticas que parecían piedras, y esas sopas en polvo sin sabor, y esa cecina sin condimento durante semanas… Como sea, no es admirable que novatas como ustedes se extralimiten tanto.

¡Es importante vivir dentro de sus posibilidades o al menos estar conscientes de su posición!”.


Dos del grupo—una mujer que parecía ser una maga, y otro hombre, que quizás era un espadachín o lancero—reprendieron a Pacto Carmesí, ofreciendo consejo como veteranos asumiendo que estaban dando una muy necesaria guía. Era casi performativo, en servicio de su propio narcisismo en lugar de verdaderamente por el bien de estas jovencitas. Claramente, les gustaba pensar en lo genial que eran por ayudar a los jóvenes.

O, bueno, quizás realmente pensaban que estaba ofreciendo este consejo por el bien de Pacto Carmesí. Quizás no eran tan malas personas… Aun así, eran unos presumidos, y eso era un poco molesto.

Rrr…

Reina estaba muy molesta. Estas personas se habían metido en su conversación, engreídos y condescendientes con consejos que estaban totalmente fuera de lugar. Aparte de comentar su tamaño, llamarla “pequeña”, o acariciar su cabeza, no había otra forma más rápida de ofender a Reina que ofrecer consejos no solicitados. No podía evitar enfadarse.


“¡Métanse en sus propios asuntos!”, gritó. “¿Qué…?”.

El grupo entero dejó salir un sonido de incredulidad. Estas novatas deberían estar agradeciéndole a estos serviciales veteranos que les estaban dando algunos consejos útiles. El grupo se había acostumbrado a ser tratado con respeto desde su ascenso a rango B y habían esperado que Pacto Carmesí se sintiera agradecido con ellos. Por eso mismo, la respuesta de Reina fue una sorpresa. Por otro lado, Mavis, Pauline y Mile, quienes normalmente tomaban el rol de apaciguar a Reina…

Grrrrrr…

Estaban igual de molestas.

Acababan de regresar, exhaustas, de estar al filo de la muerte, luego de ver a su amiga perder un brazo, y apenas habían salido de aquel encuentro con vida. Y ahora, cuando disfrutaban una ligeramente buena comida y conversaban como amigas, estas personas se habían dignado a entrometerse sólo para engrandecerse y ofrecer consejos para nada solicitados.

Incluso las amables Mavis y Mile no pudieron aguantar.

¿Y en cuanto a Pauline? Ha ha…

“Mile, ¿estos son los ‘problemas de adultos’ que habías mencionado?”.

He aquí una rara muestra de malicia por parte de Mavis. Para un grupo de dos mujeres de alrededor de treinta años, fue un golpe particularmente doloroso.

“Para los cazadores, habilidad y logros lo son todo. Menospreciar a alguien basado en su apariencia o cómo gastan su dinero es señal de que alguien no se detuvo a considerar la fuerza de otro grupo. Dicho grupo ni siquiera se molestó en pensar que quizás alguien estaba ganando suficiente dinero y gastándolo acorde. Ese es un verdadero signo de la falta de visión de personas que sólo pueden ver el mundo a través de la niebla de sus propios egos”.

Que otros juzgaran la forma en que ellas gastaban su dinero era aparentemente algo que Pauline no podía permitir. Y en cuanto a Mile…

“Los únicos que pueden salirse con la suya luego de dar consejos tan tontos son los niños. Y eso que ustedes están en sus veinte, vaya, vaya, vaya, vaya…”.

Ella no podía perdonarlos.

Mile era lista y amaba los juegos de palabras. Si realmente deseara derrotar a alguien, sus palabras serían como una bala de californio disparada desde un rifle automático.

Ni la suerte ni el lugar estaban del lado de estos cazadores.

Normalmente, Reina sería la única de las chicas que intentaría exacerbar una situación así. Sin importar cuan molestas fueran estas personas, realmente no tenían malas intenciones. En situaciones normales, ellas forzarían una sonrisa, inclinarían la cabeza, y arrastrarían lejos a Reina.

Ahora, sin embargo, estaban exhaustas, tanto en cuerpo como en espíritu, y aunque su corta siesta las había rejuvenecido ligeramente, este seguía siendo un tiempo preciado para ellas, un tiempo donde podían reparar sus astilladas psiques con una frívola conversación con sus camaradas. Seguramente, nadie habría visto esto como nada más que una conversación normal entre amigas.

En otras palabras, aunque estos cazadores vecinos habían pensado que estaban acariciando a un gatito, lo que había frente a ellos no era un gatito, sino un enorme tigre enano. Su mala suerte era tal que habían incurrido en la ira del tigre.

Era tan mala suerte como ser mordido por un perro callejero. Sin embargo, ellos habían sido los que, por su propia cuenta, le habían puesto la mano en la boca al perro, así que se lo merecían.

Los cazadores guardaron silencio, asombrados por esta respuesta sin precedentes a comentarios que habían ofrecido sin malicia. El daño parecía especialmente grave en las dos jóvenes del grupo.

En una posada normal, este era el punto donde un cazador enojado se levantaría de su asiento, pero este era un establecimiento de alta clase, y ellos eran personas con experiencia. Los cazadores retrocedieron en silencio, quizás con la suficiente conciencia de saber que se habían excedido y lastimado el orgullo de estas competitivas jóvenes.

En cuanto a respuestas para palabras groseras dichas por novatos exaltados, esta fue increíblemente amable y madura.

La mayor parte del resto de ocupantes del comedor eran relativamente adinerados comerciantes que venían de visita desde otras ciudades. La escena de los cazadores decaídos agrió el ambiente para ellos, así que mantuvieron sus cabezas bajas y continuaron comiendo.

“Oh…”.

Ahora que su mal genio se había enfriado ligeramente, las miembros de Pacto Carmesí vieron a su alrededor y se percataron del error cometido. Ellas habían escupido palabras inconsideradas y habían hecho sentir incomodos a todos sólo porque estaban de mal humor, cuando el resto no había ni siquiera intentado armar una pelea. Para empeorar las cosas, este lugar era para comer, un sitio donde las personas venían a disfrutar y relajarse.

“Mil disculpas”, dijeron las cuatro, oprimidas, pero los cazadores agitaron sus manos ligeramente.

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“No, nosotros también fuimos insensibles. Disculpen”.

Y así de simple, el ambiente se aclaró, la tensión entre ellos desapareciendo.

“Ahora, como disculpa…”, empezó Mile. Mientras se acercaba a la mesa de los cazadores, sacó un número de platos llenos de comida de su inventario, y los colocó sobre la mesa.

“¡Magia de calentamiento!”.

Pensando que sería sospechosos que la comida ya estuviera caliente, fingió recalentar los platillos con magia—aunque, por supuesto, sus palabras eran solo para aparentar, y en realidad no estaba haciendo nada.

“¿Magia de almacenamiento?”, preguntó el primer hombre que había hablado, con una expresión de sorpresa. “Si tienen magia de almacenamiento, entonces pueden cargar un montón de cosas, con razón pueden ganar tanto dinero… Rayos, disculpen lo de antes”.

Los dos cazadores que habían reprendido a Pacto Carmesí por su extravagancia se veían particularmente arrepentidos ahora.

Ciertamente era un paso en falso sacar comida propia en un comedor, pero estos cazadores ya habían acabado de comer en su mayoría, y era poco probable que fueran a ordenar una segunda vez. Además, Mile determinó, esto era apenas un platillo de muestra, así que seguramente los trabajadores de la posada lo dejaría pasar.

En realidad, Mile era una mala perdedora. Por lo tanto, aunque reconocía que ellas habían cometido un error, se iba a asegurar de que no las menospreciaran de nuevo… todo mientras lo presentaba bajo el disfraz de una disculpa.

Primero, mostró su magia de almacenamiento. Ella no tenía intención de ocultársela al gremio, así que no era problema que la presumiera aquí. Esto serviría como prueba positiva de que Pacto Carmesí no era un grupo desahuciado que cazaba por necesidad de fondos.

Segundo, ella les dejaría probar algo de su cocina. Esto sería prueba de que las evaluaciones que habían hecho antes no fueron de unas amateurs.

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…Todo bajo el disfraz de una disculpa.

“¿Qué fue eso de ‘magia de calentamiento’?”, preguntó una de las mujeres.

“Magia que produce calor para calentar comida”, contestó Mile, obviando el punto a propósito. Ella no iba a explicar cada pequeño detalle cuando se suponía que era un engaño.

“Bueno, digo, lo entiendo, pero…”.

Sintiendo que Mile no estaba de humor para explicaciones, la mujer guardó silencio y probó la comida que Mile había presentado.

“…¡¡¡!!!”.

La mujer se quedó sin palabras. Sus ojos se abrieron como platos, y se movió para probar un segundo bocado del mismo platillo, cuando Mile detuvo su tenedor.

“¡Oye, solo una probadita! ¡Si los dejo comer hasta llenarse, será malo para la posada! Además, todos tienen que probarlo, y si te llenas con este plato, no podrás disfrutar el resto”.

Entendiendo lo que Mile quiso decir, la mujer soltó a regañadientes el tenedor y alejó su mano.

“¿Q-Qué es esto?”.

“Lagarto rocoso frito. Proceso la carne del lagarto rocoso y la cubro con mi mezcla especial de sazonadores, y luego la cocino con aire caliente”.

“¡¿C-Cocina mágica?!”, uno de los hombres exclamó esta vez. “Quiero decir, usar magia para encender la leña de una chimenea es una cosa, ¿pero cocinar continuamente con magia? No hay mago vivo que desperdicie tal ridícula cantidad de energía mágica para algo… como… o quizás tengo uno frente a mis ojos”.


El hombre se fue desanimando conforme hablaba. Sin energía, él levantó el tenedor, lo llevó a su boca, y cerró sus labios alrededor.

“¿Qué? ¿Uh… uhh? ¡¿¡¿Qué demonios es esto?!?!”.

Repentinamente, se llenó de vigor de nuevo.

“¡Es caliente, y crujiente, y jugoso! No le escurre aceite, ni parece un terrón, ni está quemado o duro, y se pueden sentir las especias…

¿Qué es esto? ¡¿Qué demonios es esto?! ¡Si esto es lo que siempre comen, entiendo por qué le pondrían un 70 a la comida de aquí!”.

Muy bien, pensó Mile. ¡Misión completa! Estaba contenta de haber cumplido su meta. “Por favor prueben los otros platillos también”.

Con esas palabras, los cazadores fueron por la comida de otro de los platos.

“¿Qué…?”.

“E-Esto es…”.

“¡Asombroso!”.

Murmullos de elogios y asombro vinieron uno tras otro.

¡Mm-hmm, sí, exacto!

Mile estaba tan orgullosa de sí misma que prácticamente estaba echando humo por la nariz, mientras que el resto de miembros de Pacto Carmesí miraban con cansancio. Fue ahí cuando Mile notó algo de repente.

“¡Wah!”.

Mientras no prestaba atención, las demás personas de la habitación se habían levantado de sus asientos y ahora estaban rodeando a Mile y a los cazadores.

“¿Q-Qué está pasando…?”.

Mientras ella titubeaba, un miembro de la multitud habló.

“Disculpe, señorita, ¿podrías dejarnos probar también? ¡Por supuesto, les pagaremos!”.

Todos los demás asintieron también.

“¡N-No! Si esto se sale de control, será grosero para los trabajadores de la posada…”. Mile estaba a media oración cuando una voz llegó desde detrás de la multitud.


“Todos aquí ya nos ordenaron comida, así que no nos importa…

siempre y cuando nos dejes probar a nosotros también”.

La voz pertenecía a una persona que claramente era uno de los chefs. Y a juzgar por sus palabras, era probablemente la persona a cargo del lugar—el chef en jefe, en otras palabras.

Ella no podía rehusarse, pero si le criticaban su comida, se sentiría terriblemente infeliz. No había escapatoria…

“Em… B-Bueno, a cambio de no penalizarnos por traer nuestra propia comida, los trabajadores de la cocina pueden probar la comida gratis. También será gratis para todos los demás, como disculpa por el alboroto antes causado y como pago por los problemas. En cuanto a las especias e ingredientes usados, tengo unos que puedo compartir— ¡aunque, por supuesto, eso sí lo tendré que cobrar!”.

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