Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 10

Capitulo 76: El Brillo de la Vida II

Parte 2

 

 

Omitir el conjuro de un hechizo y dispararlo sólo con el nombre era conocido normalmente como silent casting. Mavis, desconociendo el tipo de silent casting de Mile—el cual no era para nada como lo conceptualizaban los magos de este mundo— había abreviado el concepto incluso más, creyendo que era parte de sus artes espirituales.

“Uh…”.





Los otros tres miembros de Pacto Carmesí estaban sin palabras, quijadas hasta el suelo.

Y por otro lado…

“¡¿Silent casting?! ¡¿No solo eres habilidosa con la espada, sino que también puedes usar magia?!”, el barón Aylemain estaba anonadado. “Pero, aun así— ¡aun así, no perderé! ¡¡¡Sé testigo del puño final de la familia Aylemain— Demon-Destroyer Blade!!!”.

Treinta y un soldados se retorcían ahora en el suelo.

Mile, Reina, Pauline, y los tres guardias estaban petrificados, mirando a una Mavis con “¡Por favor sálvenme!” escrito en toda su cara mientras la encantadora doncella se colgaba de ella.


“Ayuda…”.

Mavis era fuerte cuando se trataba de enemigos, pero débil contra las chicas…

Sin mencionar que ella misma también era una “chica”.

***

 

 


“…Y eso fue básicamente lo que pasó”.

Ahora que Pacto Carmesí se había visto envuelto a tales extremos, se les debía una explicación. O así es como se sentía el líder de los guardias.

Se encontraban en una posada en la ciudad. Después de la batalla, el grupo había decidido dejar a los soldados en el suelo y continuar hacia la siguiente ciudad, como tenían previsto, y rentar una habitación en una posada mientras todavía era de día. Antes de continuar, Mile y Pauline curaron a Mavis y a la joven doncella con más precisión, encargándose de hacer desaparecer hasta la más minúscula herida externa.

Por supuesto, tomaría algo de tiempo para que las células se multiplicaran lo suficiente para reponer heridas internas, pero arreglar huesos y tendones podía realizarse al menos temporalmente por medios humanos—o mejor dicho, por las nanomáquinas—para que al menos no fuera un obstáculo en batalla. El resto sería realizado por reproducción celular acelerada, supervisada por las nanomáquinas, quienes sistemáticamente se retirarían al final, dejando todo de regreso a la normalidad.

“Ya veo. ¿Así que su lord y sus hijos perecieron por una epidemia, dejando a la hija de su primer hermano menor como sucesora, y fue ahí cuando intervino el segundo hermano menor?”. Pauline resumió.

Como era de esperarse, el líder de los guardias había explicado esto con el contexto de “una cierta familia”, pero realmente no tenía caso disimularlo llegados a este punto. Si la familia en cuestión fueran nobles normales, podrían haber ido a otro feudo y buscar ayuda ahí para llegar a la capital. Ciertamente no se dirigirían a la frontera, decididos a escapar del país.

Además, operar dentro de su territorio era una cosa, pero ningún soldado entraría en batalla con tanta obviedad estando en tierras de otro lord. Lo cual significaba…

Sí, no era necesario decirlo.

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El comandante enemigo básicamente lo había admitido cuando dijo las palabras: “Somos del Primer Pelotón Imperial”.

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Aun así, la prudencia propia de cualquier dama la hizo evitar comentar al respecto.

“Dos monedas de oro al día”, dijo Pauline repentinamente. “¿Eh?”.

Por un momento, el líder de los guardias no entendió el significado de estas palabras.

“Esa es nuestra tarifa como guardias. Es una solicitud independiente y no una misión del gremio, así que no obtendremos puntos de contribución—y existe una alta probabilidad de que seamos atacadas por enemigos que sean soldados entrenados y no bandidos. Cinco monedas pequeñas de oro al día por cada una de nosotras, lo cual serían dos monedas de oro al día. Y curaremos a cualquiera gravemente herido sin costo adicional. Dadas las circunstancias, es toda una ganga…”.

“¡Contratadas!”, el líder sacó su bolso de monedas de su bolsillo del pecho sin pensarlo más, sacando una única moneda de la bolsa llena y entregándosela a Pauline.

“¿Qué…?”, Pauline, quien tomó la moneda por reflejo, ahora la miraba fijamente, causando que Mile mirara por sobre su hombro.

“¿Una moneda de oricalco?”.

Sí, era una moneda de oricalco, con valor equivalente a diez monedas de oro.

Ese bolso de monedas podía contener muchas más monedas de oricalco. Además, era imposible que sólo el líder estuviera en posesión de todos los fondos de escape del grupo. El dinero normalmente se habría repartido entre todos los guardias por si acaso. Lo cual significaba que…

“¡Lo arruiné! ¡¡¡Lo arruiné!!! ¡Asumí que no tenían más dinero y les di una oferta muy baja! ¡Soy una tonta! ¡¡¡Una gran tonta!!!”.

Una moneda de oricalco era de más o menos el mismo volumen y peso que las monedas de oro que comúnmente circulaban en este mundo, las cuales eran comparables a una moneda de un cuarto de onza de oro en la Tierra, por lo tanto, haciéndolas ligeramente más pesadas que una moneda japonesa de 500 yenes. Que esas monedas causaran que el bolso del líder se viera tan obviamente lleno, y que esa cantidad estuviera dividida entre los tres guardias…

Pauline había cometido un grave error de juicio.

El líder de los guardias, deseando no perder a estas valiosas aliadas, preventivamente les dio más dinero antes de que alguien pudiera quejarse. Sin embargo, Pauline ya estaba ocupada retorciéndose con arrepentimiento, segura de que era demasiado tarde para cambiar de precio.

“D-Dejando eso de lado…”. Mavis rápidamente cambió de tema para compensar el caos causado por Pauline, quien prácticamente se estaba arrancando el pelo. “¿Cómo supieron que yo estaba en peligro? La magia que usaron cuando aparecieron…”.

Su momento de aparición fue impecable, y sus métodos de llegada inusuales. ¿Habían adquirido magia nueva y muy superior mientras Mavis se encontraba trabajando con desesperación en su propia técnica? ¿Magia que les permitiría viajar desde sitios distantes en un instante?

Al pensar esto, Mavis sintió el mundo oscurecerse a su alrededor.

“E-Esa fue magia de camuflaje—mi campo de invisibilidad normal”, dijo Mile. “Coordinamos nuestras apariciones de antemano, cada una con nuestros métodos. Después de todo…”.

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“¡Así es más genial!”, ella y Mavis hablaron al unísono.

“Por supuesto, no es como si en realidad hubiera usado magia que puede transportarnos largas distancias de forma instantánea. Si lo hubiera hecho, sería imposible que hubieras escuchado nuestras voces antes de que apareciéramos—y habría sido imposible que nosotras supiéramos la situación antes de llegar. Además, sería imposible que hubiéramos aparecido en el lugar correcto sin saber exactamente tu posición…”.

“A-Ahora que lo dices así, supongo que es cierto. Es un alivio”.

¿Cómo que un alivio? Pensaron los no-miembros de Pacto Carmesí presentes. ¿Y por qué dijo que “no usó” magia así, en lugar de “no puedo usar”?

Los ojos de los guardias estaban vacíos, pero los de la doncella brillaban conforme Mile proseguía.

“Como no apareciste ayer en la tarde, preguntamos en el gremio y en las tabernas, hablando con cazadores que habían sido guardias de comerciantes. Les preguntamos si habían visto a una cazadora rubia equipada con una espada. Ellos mencionaron haberte visto caminando junto con otros tres hombres, quienes parecían ser soldados por su forma de andar, y una jovencita. Dijeron que pediste a los comerciantes que dejaran subir a la chica a sus carros, pero que los comerciantes pensaron que sería molesto y se rehusaron…

“Luego escuchamos que había otros sujetos que parecían soldados reales en movimiento, y que había varios otros soldados retorciéndose a un lado del camino, y todo tipo de chismes más…

¡Así que salimos de la posada de inmediato y caminamos toda la noche con nuestro Sonic Move!”.

“G-Gracias, chicas…”.

Lo que Mile dijo no era mentira, pero había otra razón por la que había convencido al resto del grupo para volver sobre sus pasos de inmediato: ella había recibido un reporte de las nanomáquinas sobre que habían sentido que una de las cápsulas Micros había sido usada. Las nanomáquinas le habían dicho antes que su red de comunicación no podía utilizarse para ganar ventajas injustas—lo cual significaba que esto era probablemente ellas haciéndole un favor, tanto como pudieran sin romper sus directivas.

“Y en todo caso, ¡sería imposible que no fuéramos corriendo a ayudarte, Mavis!”.

“¿Eh?”, Mavis inclinó su cabeza.

“¿Por qué creías que no íbamos a aparecer cuando nuestra amiga está en peligro? Podrá ser a mitad del campo de batalla o en las profundidades del infierno— ¡si nos necesitan, ahí estaremos!

Porque somos cuatro aliadas, unidas por nuestras almas…”. “¡Pacto Carmesí!”.

Sus cuatro voces sonaron como una, aunque no podían activar sus bombas de humo en la posada.

Mientras tanto, los ojos de la joven princesa no dejaban de resplandecer…

***

 

 

A la mañana siguiente, se dirigieron directo a los establos de la ciudad. Antes de participar de un tranquilo desayuno, enviaron a uno de los guardias a contratar una carreta. Este guardia estaría condenado a comer agitándose dentro de la carreta después, así que Mile pensó en darle unos sándwiches de su inventario.

“Dos caballos, ¿eh? Que buena carreta”, dijo Reina. Se veía veloz y probablemente podía viajar más rápido que una carreta normal. Los caballos tenían brillantes crines y se veían bien cuidados. Los guardias probablemente no habían escatimado en gastos para asegurar los caballos y carreta más rápidos que pudieran encontrar.

“Grnnh…”.

Sintiendo de nuevo cuán amplios eran los recursos de sus empleadores, Pauline rechinó sus dientes. Aun así, no era tan sinvergüenza como para subir una tarifa que ella misma había puesto sólo porque descubrió que sus clientes tenían más dinero.

Tal acto mancharía su orgullo como comerciante.

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Con eso, el grupo—consistiendo de Pacto Carmesí, la doncella, sus guardias, y un solo conductor—partió en una carreta de dos caballos.

Era poco probable que sus perseguidores continuaran siguiéndolos, pero aun si ese era el caso, era imposible que el paso de un grupo de soldados a pie, cargando equipo, agua y raciones, pudiera igualar al de su grupo. Incluso si ellos contrataban carretas también, el peso de los hombres armados las haría más lentas.

Además, era imposible, incluso con la ayuda de un mago curandero, reponer de salud a tantos hombres heridos tan rápido. Era muy poco probable que hubiera magos en el mundo— aparte de Mile y Pauline—que pudieran regresar huesos rotos a un estado listo para la batalla en un instante. Y finalmente, llamar refuerzos significaba tiempo extra perdido esperando contacto, preparación, y traslado, así que no era posible que el enemigo pudiera alcanzarlos antes de que llegaran a la frontera. En otras palabras…

“Creo que podremos irnos sin problemas”.

Que un grupo de soldados imperiales cruzara la frontera de otro país sería una clara declaración de guerra. Obviamente, este era un curso de acción impráctico.

“Si podemos atravesar la frontera, ya tenemos asegurados soldados del reino vecino para servir como guardias. Simplemente tenemos que llegar al lugar”.

La princesa y sus guardias estaban buscando asilo en tierras extranjeras. Este plan tenía tanto masivas desventajas como grandes beneficios. Por un lado, salvo por algo como la infiltración de un asesino, la seguridad de la princesa estaría asegurada. Y cuando se tratara de lanzar un contraataque, podrían tener a los soldados de su país anfitrión de su lado.

Pero por el otro lado, sin embargo, esto ponía a la Corona en una deuda profunda con el país anfitrión. Incluso si lograban recuperar el trono, deber su supervivencia a una tierra aliada significaría un compromiso diplomático de larga duración del grado más agudo. Esto podría ser simplemente cuestión de costos monetarios, pero los escenarios menos favorables incluían casamientos políticos obligados en la línea real, la injusta terminación de tratados, o algún otro resultado desfavorable.

“Un gobierno en exilio, ¿eh?”, murmuró Mile. Sus palabras no provocaron ninguna reacción en particular. Aunque los guardias seguían ocultando sus verdaderas identidades, ya estaban al tanto de que habían sido descubiertos, y los miembros de Pacto Carmesí, también, sabían que sus clientes ya lo sabían.

“Ahora que lo pienso, con aquella invasión en Marlane…”, dijo Mile.

“Sí, probablemente tengas razón…”, dijo Mavis, asintiendo.

“¡¿Razón en qué?!”, se enojó Reina, sin parecer comprender el punto.

Mavis explicó: “Bueno, mira, hubo una repentina y agresiva invasión. Me pregunto si las dos cosas estarán relacionadas. Si tratas de usurpar el trono, tendrías a muchas personas maldiciéndote, o montando una oposición, o cosas así. Lo más fácil y conveniente de hacer en un caso así sería…”.

“¿Comenzar    una    guerra?”,    Pauline    pareció    empezar    a comprender.

“Exacto”, dijo Mavis. “Si conjuras una amenaza externa, no quedará tiempo para luchar entre el mismo país. Incluso hay una porción de la población que aceptaría con gusto la guerra, tal como los altos mandos de la milicia, comerciantes de renombre, y nobles influyentes. Aunque en realidad los soldados terrestres, los pequeños comerciantes, y la gente común serán quienes carguen con el peso…”.

“Las personas a las que el usurpador del trono esperaría ganarse están en el bando que aceptaría la guerra”, prosiguió Mile.

“Cierto. Y luego envías a la oposición a los sitios más peligrosos. En el mejor de los casos morirán en batalla, pero si por alguna razón son asesinados por soldados aliados en la confusión del momento, eso funcionaría igual de bien. Incluso si logran sobrevivir y ganarse algo de gloria, puedes cubrirlos con medallas, expresando el mensaje de que su justo nuevo rey recompensa los esfuerzos de incluso aquellos que se le opusieron, y así lograría borrar la mala voluntad de aquellos que recibirían las recompensas”.

“Ya veo”, dijo Pauline. “Excepto que Mile previno eso, así que ahora están en pánico tratando de atar sus cabos sueltos…”.

“¿Eh?”.

La doncella y sus guardias abrieron sus ojos de par en par.

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“E-Eeeehm, ¿qué fue exactamente lo que ustedes…?”, comenzó a preguntar la doncella.

Una mirada pasó por la cara de Pauline que claramente expresaba: ¡Oh no! Pero ya era demasiado tarde. Viendo esto, Mile intervino para rescatarla.

“Le pedimos a unos conocidos que detuvieran la invasión en Marlane…”.

Los guardias respondieron al unísono: “¡¿¡¿Qué tipo de conocidos son esos?!?!”.

Al final, Mile pudo escapar del tema al decir que recibieron

“fuertes—oh bueno, muy fuertes—refuerzos” de “unos amigos”.

Pero la vida ya había dejado los ojos de todos los guardias.

“Están diciendo que”, comenzó la doncella, “la razón por la que los asesinos vinieron por mí, a pesar de ya estar bajo arresto domiciliario—la razón por la que tuvimos que acelerar nuestros planes de escape y por lo cual fuimos incapaces de hacer preparaciones adecuadas, por lo que fuimos reconocidos y perseguidos de inmediato, enfrentando peligro tras peligro, fue todo porque…”.

Tragar.


Sudar.

Las miembros de Pacto Carmesí se veían inquietas.

“¡Fue todo por su culpa!”, los tres guardias gritaron.

***

 


 

“…Miren, por supuesto, en realidad no las culpamos”, dijo el líder de los guardias, luego de que suficiente tiempo pasara para que se calmara. “Fue cuestión del momento en que ocurrió. La prin—digo, nuestra señorita estuvo bajo arresto domiciliario por un tiempo, quizás porque pensaron que deberían evitar matarla demasiado pronto. Sin embargo, si ponen a la realeza, nobles, y milicia en la palma de sus manos, nuestra señorita perdería su valor como ficha para negociación, y probablemente terminaría muerta para aliviar sus ansiedades. Si fallaban en poner a esas facciones bajo su control, y en consecuencia empezaban a temer que las personas montaran una insurrección con nuestra señorita como líder, el resultado habría sido el mismo”.

Nada de esto cambiaba el hecho de que la doncella enfrentaba mayores peligros de los que se imaginaron—todo gracias a las acciones de Pacto Carmesí. Además, dado lo que él les estaba contando, realmente no tuvo sentido haberse corregido tan obviamente cuando se refirió a la chica como su “señorita”. “Asumiendo que logremos escapar, fue para mejor que hayamos logrado conseguir la ayuda de Pacto Carmesí de esta forma. Sí, este realmente es un resultado preferible. Supongo que el resultado es realmente lo importante, ¿no es así?”.

Aunque el líder de los guardias hablaba de forma tranquila, las miembros de Pacto Carmesí sabían la verdad: ¡está enojado! ¡¡¡Se está controlando, pero por dentro definitivamente está enojado!!!

Los guardias sólo se calmaron cuando la doncella mencionó gentilmente: “A luz del hecho de que ellas lograron prevenir una guerra con nuestros vecinos, realmente no vale la pena mencionar mi vida”.

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