Lazy Dungeon Master (NL)

Volumen 16

Capítulo 2: Intermedio

Parte 5: La Suma Sacerdotisa Alca Pone Las Piezas Juntas

Mi principal discípulo, un sacerdote viajero, ha regresado a casa de una peregrinación de destrucción de mazmorras y ha logrado ofrecer una de las mazmorras del imperio al Dios de la Luz. Por sus logros me gustaría que se le otorgue el estatus de sacerdote especial, a la par con un sacerdote.

Santaku, un arcipreste de la facción reformista, había enviado una solicitud de promoción. Y luego fue asesinado de inmediato. Alca sabía que el culpable era un miembro de la facción del Papa.

“Lo que hace que este sea el mensaje de muerte de un arcipreste”, reflexionó. Era su deber como Suma Sacerdotisa de la Luz moverse para conceder su último deseo. Sin embargo, no recordaba que Santaku hubiera tenido un sacerdote viajero como su principal discípulo. Necesitaba investigar esto para asegurarse de que todo estaba en orden.

Por lo menos, fue sin duda un logro espléndido en la Iglesia de la Luz ofrecer una mazmorra (y una mazmorra del Imperio Laverio, nada menos). Fue un logro tan espléndido que Santaku sería altamente recompensado como el maestro del discípulo, si fuera cierto.

La ascensión a sacerdote en sí no fue un problema en lo más mínimo. Un noble del imperio realmente había venido y se había ofrecido a convertir su mazmorra local en una mazmorra artificial “sin pedir nada a cambio”, a pesar de que ofrecer una mazmorra “lo pondría a uno en condiciones de hacer muchas demandas a la Iglesia de Luz.” Estaba escrito en piedra que serían recompensados con una semilla de mazmorra completamente gratis.

Sin embargo, tendría que haber algunos controles antes de entrenarlo como sacerdote especializado. Algunas funciones de las mazmorras artificiales aún eran secretas, por lo que las personalidades de los instructores se consideraron cuidadosamente antes de entrenarlos. Incluso si esta fuera la solicitud final de Santaku, Alca no podría simplemente concederla de cualquier manera.

Y así tomó su decisión: le otorgaría a esta persona la posición de noble, vería si era realmente un discípulo de Santaku o no, y luego decidiría a partir de ahí sí convertirlo en un sacerdote especializado.

Dicho esto, toda esta charla sobre las mazmorras imperiales le recordó a Goren. Y posteriormente, su jefe de ciudad, Keima. Era un hombre maravilloso que había conocido mientras cumplía un período de servicio de destrucción de mazmorras en el imperio con Sento. Había sido muy instruido en los caminos de la Iglesia de la Vida, y aunque ella lo tentó con excelentes ofertas para que regresara al Santo Reino con ella, él las rechazó todas. Y cuando intentó comprar a Ichika, un esclavo, pero de gran competencia, él no vaciló ni un momento, incluso cuando se le presentó la absurda suma de diez mil oros. Sobre todo, había arriesgado su vida para salvar la de ella, a pesar de que Alca revivió después de la muerte.

Alca no conocía a otro hombre tan puro y noble de corazón. Solo recordarlo hizo que su corazón latiera con fuerza.

Ella quería volver a encontrarse con él. Para que eso sucediera, había cambiado su nombre y se estaba preparando para otro viaje al imperio que le había prohibido la entrada. Esta vez seguro, destruiría esa mazmorra, compraría a Ichika y haría suya a Keima…

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un informe de que Narikin había llegado a la iglesia.

La carta de recomendación del arcipreste había colmado de elogios a este Narikin, diciendo que era muy hábil, dedicado a la iglesia, y aunque tenía un rostro anodino perfecto para misiones de infiltración, era un buen hombre hábil tanto en la guerra física como intelectual.

“Caramba. Como si tal hombre pudiera existir. Santaku seguramente lo colmó de elogios por favoritismo y nada más”, se dijo Alca. Dado que en el Reino Santo las familias se decidían por la educación más que por la sangre, el discípulo de uno bien podría haber sido su hijo. Alca fue a ver a Narikin, creyendo que la carta de recomendación estaba llena de nepotismo y favoritismo.

“Disculpas por la espera. Encantado de conocerte, Narik—”

Había entrado en el salón preguntándose cómo se vería él, pero en el momento en que vio la cara del sacerdote viajero, no pudo evitar dejar escapar un “Oh, Dios mío” de sorpresa.

“¿Keima…?”

“Saludos, Suma Sacerdotisa. Soy Narikin. Es un honor ser enseñado por la Suma Sacerdotisa misma.”

No había forma de confundir ese rostro anodino. Su cabello era diferente, pero este era inequívocamente Keima, el jefe de la ciudad de Goren.

“¿Oh vaya? Oh vaya, vaya, vaya. Entonces es así”, dijo Alca. No vaciló ni siquiera cuando ella, la Suma Sacerdotisa, apareció sin previo aviso. No había lugar para dudarlo. Keima, o mejor dicho, Narikin ya conocía a Alca. La razón es que él también tenía varios nombres. Si era un sacerdote viajero, tenía mucho sentido que se infiltrara en el imperio y usara múltiples posiciones de estatus para su ventaja.

“Encantado de conocerte, Narikin. Soy Alca Rue Bipolar Red, pero puede dirigirse a mí como Alca”.

Ella lo saludó mientras le indicaba que mantendría las apariencias junto a él. Necesitó todo lo que tenía para no sonreír abiertamente ante su inesperado reencuentro. Solo podía esperar que su sonrisa pareciera natural.

“Y pensar que incluso trajiste a Rokuko contigo. Ahaha, esta es verdaderamente una reunión bendecida”.

“Es un honor conocerla, suma sacerdotisa. Soy Rokufa. Su esposa.”

“Sí, saludos, Rokufa. Espero que podamos seguir siendo buenas amigas”.

Todos se entendían completamente. Nada podría sentirse mejor que eso. Alca se estaba volviendo extremadamente complacida.

Narikin afirmó ser el hermano pequeño de Keima, pero no había duda de que eran la misma persona. Para que él sea un sacerdote laico, debe haber pasado por lo menos diez años desde que se unió a la fe. Teniendo en cuenta la edad de Keima, debe haberse unido a la fe y convertirse en discípulo de Santaku poco después de nacer.

En cuyo caso, todos los elogios escritos en la carta de presentación de Santaku de repente parecían mucho más realistas. Era hábil tanto en la guerra intelectual como en la física, naturalmente, y Alca solo podía asentir con la cabeza ante la idea de que era un hombre honesto y maravilloso. Luego estaba su rostro, apto para infiltraciones, y su entrega a su trabajo. Todos ellos apuntaban hacia una verdad.

La ciudad de Goren se había desarrollado rápidamente en el transcurso de unos pocos años. Su jefe de ciudad, Keima, era un hombre sin historia. Y en su pueblo se estaba difundiendo una religión sin dios, a la que cada día se sumaban más adeptos.

¿Dónde aprendió a dirigir un pueblo? ¿Dónde desarrolló las habilidades necesarias para establecerse como nada menos que un Papa? ¿Por qué el Beddhismo no tenía un dios al que adorar? Todas esas preguntas tenían la misma respuesta.

Keima, el jefe de la ciudad de Goren… ¡era en realidad un sacerdote de la Iglesia de la Luz que se infiltraba en el imperio! Sin duda Santaku el arcipreste lo había entrenado en todas las habilidades que mostró como jefe del pueblo y papa. Beddhismo no tenía dios para dejar un espacio para el único dios verdadero, el Dios de la Luz.

“Ya veo, ya veo”, dijo Alca. Ah, fue como un escalofrío glorioso corriendo por su cerebro. Todos los puntos se conectaban maravillosamente.

Ahora todo tenía sentido por qué Keima había rechazado tan rotundamente sus invitaciones y estaba tan bien informado en los caminos de la Iglesia de la Luz. De hecho, ciertamente estaba dedicando toda su vida a esta infiltración. Todo por la Iglesia de la Luz. Incluso estaba dispuesto a explotar las mazmorras para su fin.

“El papeleo del recientemente fallecido Santaku fue tan increíblemente conveniente que vine a ver qué falsedades se esconden detrás de él, pero… Veo que mis sospechas no estaban equivocadas”, dijo Alca. Era más que obvio que su espíritu también era puro, considerando los numerosos factores, incluida su conexión con el gran espíritu Salamander.

¿Se uniría un espíritu con un ser humano cuyo espíritu fuera impuro? Absolutamente no. En resumen, Keima… Narikin era un sacerdote honesto, talentoso y dedicado.

“Erm, mis disculpas, pero ¿puedo preguntar qué dice el informe de Santaku?” preguntó Narikin.

Fue entonces cuando Alca se dio cuenta de que se había equivocado. Sus palabras no habían sido correctas para Narikin, quien acababa de perder a Santaku, quien bien podría haber sido un padre para él. Cualquiera estaría devastado por la pérdida de un padre, pero Narikin había ocultado su dolor tan bien que Alca ni siquiera se había dado cuenta de su error.

Este era el acto conocido como solicitud en la Iglesia de la Luz. Significaba hacer como si nada hubiera pasado para no preocupar a la persona con la que estabas hablando, y sin duda eso era exactamente lo que estaba haciendo.

Alca sintió una pizca de asombro genuino por la fuerza de su espíritu. Si Keima hubiera sido candidata a Suma Sacerdotisa en su grupo de edad, sin duda habría ganado. Solo las chicas podían convertirse en Suma Sacerdotisa, pero las drogas mágicas podrían haberlo hecho posible.

“Es desafortunado que el padre Santaku falleciera tan repentinamente después de que su discípulo lograra logros tan grandes. Que encuentre más honor al otro lado del gran puente”, dijo Alca.

Santaku realmente había sido asesinado en el momento más desafortunado. Criar a un discípulo que logró tanto conduciría a una autoridad significativa, y esto fue justo antes de la elección papal, donde podría haber hablado abiertamente en contra del estado actual de las cosas. Su frase allí fue un eufemismo para expresar simpatía por alguien que murió de tal manera que no pudo ser revivido. Significaba, que sus deseos sean concedidos en el mundo después de la muerte.

“Ciertamente estoy de acuerdo. Solo puedo decir, que el padre Santaku sea bendecido”, dijo Narikin. Esa fue una frase genérica… destinada a aquellos que habían tenido una muerte satisfactoria, sin buscar la resurrección.

En resumen, estaba diciendo que la voluntad de Santaku viviría con él. “Ahaha, ciertamente eres fuerte, Narikin”.

“¿Qué quieres decir?”

“Oh nada. Y oh sí, tu anillo de sacerdote. Aquí está.”

Alca entregó el anillo de sacerdote a Narikin, que fingía inocencia. Miró las marcas para asegurarse de que fueran correctas y asintió, lo que mostraba cuán completa había sido la educación de Santaku.

Tuvo que devolverle el anillo de sacerdote laico, pero estaba limpio como si fuera nuevo. Los sacerdotes que dejaban el suyo en un cajón olvidado eran una cosa, pero los anillos limpios eran raros para los sacerdotes que viajaban.

“Eso es raro para un sacerdote viajero… Debes haberlo estado cuidando muy bien, ¿eh?”

“Por cierto. Realicé {Purificación} en él todos los días desde el día en que el Padre Santaku me lo dio por primera vez hasta ahora”.

Pensar que respetaba tanto a Santaku. Alca sintió que sus ojos se humedecían un poco al imaginar a Keima lanzando religiosamente

{Purificación} en su anillo, solo y soñando con su hogar.

“Qué maravilloso. Ahora bien, distribuiré esto con anticipación, en respeto a su dedicación. Es el anillo de un sacerdote de especialidad. Esto normalmente es algo que se entrega después del entrenamiento, pero aquí estás”, dijo Alca. Ya no había necesidad de que dudara de la legitimidad de Narikin. Ella le dio el anillo del sacerdote especializado de inmediato.

“¿Es eso sabio?” preguntó.

“Seguramente. No es ningún problema en absoluto. En primer lugar, Keima… Discúlpame, Narikin. En primer lugar, confío en ti y te valoro mucho. Sin embargo, tenga cuidado de no mostrar esto descuidadamente en público”.

Lejos de Alca dejar que un sacerdote tan soberbio se le escape. Ella hundiría sus dedos en él sin importar qué… Lo que le recordaba que había prometido invitar a Keima a su casa. Ahora era el momento perfecto para hacerlo.

“Um, Alca… Quiero decir, disculpe, Suma Sacerdotisa Alca. ¿No podrías contemplar así a mi marido?” Rokuko, o mejor dicho, dijo Rokufa.

“Ah, Rokufa. Pero, ¿qué daño hay en hacerlo? Que el glorioso sea admirado, digo.”

“No, no. No quiero que tenga más esposas.”

“Vaya, vaya. Esa es verdaderamente una opinión extraña para tener en esta tierra santa de la luz”, dijo Alca. Uno del Reino Santo le daría la bienvenida a su marido consiguiendo más esposas. Idealmente, uno tendría tantas esposas y esposos como sea posible. Para ella estar en desacuerdo tendría que significar…

“Quiero decir, no soy de este país, así que sí”, dijo Rokufa, hinchando su pecho. Por supuesto. Narikin había dedicado su vida a infiltrarse en el imperio, por lo que tenía sentido que tomara una esposa fuera del Reino Santo. Hacerlo despertaría menos sospechas.

Sin embargo, el hecho de que la haya traído aquí debe haber significado que planeaba terminar su misión pronto y formar una familia en el Reino Santo.

“Hablando de eso, ¿dónde está Ichika?” preguntó Alca, curiosa acerca de por qué no vio al sirviente que había llegado a apreciar tanto.

“Veo que trajiste a tu esclava bestia en su lugar, pero… ¿Oh? Oh vaya, vaya. No veo orejas ni cola… ¿Quizás las cortaste?”

“¿Un esclavo bestia, dices? Tú debes estar pensando en alguien más. ¿No es así, Toi?” Narikin dijo, y la pequeña sirvienta sonrió. Esa no era una expresión que hubiera hecho alguna vez en Goren.

“Por el bien del honor de mi señor, hay muchas cosas que debo mantener en secreto”, dijo Toi, poniendo un dedo sobre sus labios de una manera linda. ¿Era este su verdadero yo? Era tan diferente que realmente parecía alguien completamente diferente. Impresionante.

“¡Oh vaya! Vaya, vaya, ya veo. Fui realmente engañado. Tu actuación es algo digno de contemplar. Ohoho… Tienes un gusto bastante estimulante, Narikin,” dijo Alca. Era desafortunado que Ichika no estuviera aquí, pero rápidamente le estaba gustando esta niña. Dicho esto… ¿Degradar a los humanos vistiéndolos como bestias? Eso fue ciertamente un fetiche intenso.

“Ahaha”, se rio Narikin evasivamente. Dicho esto, parecía saber que no era un fetiche para exhibir en público, y que no habría ningún problema en que lo disfrutara en privado. Alca se sintió obligada a preguntarle qué orejas le irían bien, incluso.

A partir de ahí, Narikin aprendió fácilmente todo lo que le enseñó Alca, completamente como si ya lo supiera. Era un estudiante hábil. Ya tenía la visión de maná necesaria para convertirse en un sacerdote especializado, lo que podría haber aprendido de Santaku.

Después de algunas pruebas simples, Alca asintió con satisfacción por el excelente desempeño de Narikin. “Excelente. Eres realmente un estudiante maravilloso y brillante. Y con eso, pasemos a observar una mazmorra artificial en pleno funcionamiento”, dijo, y luego lo guio a las instalaciones debajo de la iglesia.

“En verdad, estamos produciendo mazmorras artificiales más abajo por aquí”.

“¿Debería permitirme entrar aquí?”

“No hay ningún problema en absoluto, ya que eres un sacerdote especializado. Además, tienes mi fe, Narikin”, dijo Alca, guiándolo mientras dejaba en claro su afecto.

El Núcleo de Mazmorra artificial al que los guio había sido uno que le había mostrado a Keima antes. Ella fue con una explicación más simple esta vez.

“Suma Sacerdotisa. ¿Se hace algo más aquí?” Narikin había preguntado a mitad de su explicación, adelantándose a cosas que ni siquiera tenía la intención de explicar. Alca tuvo la abrumadora impresión de que era ella quien estaba poniendo a prueba sus habilidades como instructora y no al revés. Y además de eso, rápidamente aprendió a manipular incluso los sistemas más complejos.

Eso le recordó… Los prototipos de mazmorras artificiales eran bestias más complejas que los sistemas modernos. Quizás Narikin había recibido entrenamiento con ellos antes de convertirse en sacerdote ambulante.

Y luego, cuando finalmente terminaron su entrenamiento, llegó un visitante inesperado.

“Vamos, vamos, Suma Sacerdotisa Alca. ¿Qué podrías estar haciendo aquí? ¿Quién es este hombre?” preguntó el Papa. No era otra que la máxima autoridad en el Reino Santo, y la cabeza de la Iglesia de la Luz. También fue el padre adoptivo de Alca.

“Su Santidad. Este es el padre Narikin, un sacerdote. Logró grandes cosas como sacerdote viajero y acaba de ser asignado como sacerdote especializado. Está en entrenamiento en este momento”, dijo Alca. Narikin bajó rápidamente la cabeza sin decir nada. Alca pensó que había sido abrumado por la presión del Papa, pero ese no parecía ser el caso. El Papa le pidió que levantara la cabeza y le habló.

“Hrm, eres un joven con potencial. Continúa dedicándote a la fe”. “Sí, su santidad. Me conmueve tu alabanza.”

El Papa le dio una palmada en el hombro. Parecía que le había tomado cariño a Narikin, lo cual era raro en él. Alca aún no sabía si eso sería bueno o malo.

“Entonces, su santidad, ¿por qué está aquí?” Alca preguntó de nuevo.

“Ahaha, la verdad es que escuché que estabas aquí con un hombre, Alca. Considérenme entrometido todo lo que quieran, pero vine a verlo por mí mismo. Aunque sabía que si pasaba algo, podrías arreglártelas por tu cuenta. Eres una chica fuerte.”

“Oh vaya, vaya. Dios mío, su santidad, ¿qué está diciendo?” preguntó Alca. Estaba demasiado desconcertada por ser objeto de burlas de esa manera frente a Narikin para dar una respuesta adecuada, por lo que simplemente soltó una risita refinada.

“Me iré entonces. Trate de mantener sus encuentros románticos al mínimo, incluso si están fuera de la vista. Bendita sea la luz.”

“Dios mío, su santidad. Bendita sea la luz.”

“Bendita sea la luz”, dijo Narikin. Alca sintió que era extraño que dijera solo lo mínimo en respuesta al Papa. Esto no era solo porque estaba demasiado nervioso para hablar, tampoco. ¿Estaba Narikin con todo su conocimiento de la Iglesia de la Luz en conflicto sobre el Papa de alguna manera? Bueno… Por supuesto. Era el Papa quien había asesinado a su figura paterna Santaku. Darse cuenta de eso hizo que Alca se sintiera en conflicto.

“Ciertamente está en buenos términos con su santidad el Papa. ¿Supongo que no debería esperar menos de la Suma Sacerdotisa?”

“Oh, detente, Narikin. Puedo ser tanto miembro de la facción reformista como una nieta que adora a su abuelo”.

“No tenía intención de ofender, pero mis disculpas si lo hice. No soy el más culto en materia social. Esta es la primera vez que escucho que eres la nieta del Papa, Suma Sacerdotisa”.

Eso se sintió fuera de Alca. Sin embargo, después de un momento de reflexión, todo tuvo sentido.

“Oh, sí, estabas viajando por países extranjeros hasta el otro día. Y aunque eras discípulo del padre Santaku de la facción reformista, no estabas informado en asuntos de política y relaciones sociales. Realmente eres un buen sacerdote, Narikin”, dijo Alca con una sonrisa, explicando a Narikin el sistema de candidatas a Suma Sacerdotisa. El Papa acogía a los candidatos cuando eran jóvenes y los sometía a un riguroso sistema educativo. Dicho esto, esta práctica no formaba parte de la biblia de la Iglesia de la Luz. Se hizo para preservar el poder del Papa a lo largo de las generaciones.

De hecho, el poder del Papa.

Alca encajó las piezas del rompecabezas dentro de su cerebro.

Santaku, un sacerdote de la facción reformista que se opuso al Papa. Narikin, su discípulo cuya existencia había mantenido oculta. La completa educación que había recibido. Sus habilidades para dirigir un pueblo, su conocimiento de la estructura interna de una iglesia y su experiencia como líder.

Si uno juntaba las piezas… Alca vio que la imagen completa solo podía significar una cosa.

Narikin era un hijo ilegítimo de la familia real del Reino Santo. La última pieza para probar esto estaba dentro de la memoria de Alca.

Pensándolo bien, Keima de hecho tenía cabello negro. No era raro que las personas en el Reino Santo tuvieran cabello negro, debido a la profunda conexión del país con los Héroes. En particular, gran parte de la familia real que residía en la capital sagrada de Figure Head tenía sangre de héroe. Narikin actualmente tenía cabello castaño, pero… Existían pociones mágicas para cambiar el color del cabello. Sin embargo, las pociones para cambiar el cabello a negro estaban prohibidas para todos excepto para la familia real, ya que era un color que reflejaba la divinidad mejor representada por los Héroes.

Y en una inspección más cercana, los rasgos faciales de Narikin se parecían un poco a los de la familia real.

Eso hizo que todas las piezas encajaran perfectamente. Las líneas se conectaron y formaron un todo completo y brillante.

No había duda al respecto. Narikin era miembro de la familia real. No tenía forma de confirmar esto con Santaku, quien sin duda sabía la verdad, pero el hecho de que Santaku fuera asesinado tan pronto como Narikin regresó hizo que pareciera más probable.

Y, sobre todo, estaba el propio Narikin. Era un hombre de extraordinarios talentos y habilidades que cambiaría todo. Si su impacto sería para bien o para mal dependía de cómo lo manejara Alca, pero… Recordó las palabras de la primera Suma Sacerdotisa. Cuando se acerca un maremoto, no tenemos más remedio que montarlo.

“Espera, si te escuché correctamente, ¿dijiste que eres parte de la facción reformista?” preguntó Narikin. ¿No se había dado cuenta ya? O no, tal vez sólo consideraba aliadas a las personas cuando expresamente se nombraban tales. En cuyo caso, su respuesta aquí lo cambiaría todo. Alca, la Suma Sacerdotisa, fortaleció su determinación.

“Por cierto. Por lo que mi investigación pudo descubrir, las últimas cinco generaciones de papas han sido en realidad la misma persona. Creo que ya es hora de que se retire”, dijo Alca.

Cinco generaciones. Al escuchar eso, Narikin dio una pequeña mirada de sorpresa. El Papa estaba, usando alguna forma desconocida de magia, dando la espalda a la forma natural del mundo y extendiendo su vida. En los eventos públicos siempre usaba un velo, y con cada generación simplemente cambiaba su nombre para dar la apariencia de ser reemplazado. Era una existencia antinatural que no tenía lugar en la propia Iglesia de la Luz.

La aparición de Narikin fue una oportunidad perfecta para hacer algo al respecto.

“Esta es también la voluntad de tu antiguo maestro, Santaku. Puedo confiar en ti para que me brindes tu ayuda, ¿sí?”

“Haré lo que pueda,” contestó Narikin.

Su respuesta fue cautelosa. Pero uno tenía que ser cauteloso para luchar contra la facción del Papa.

Alca se sintió sonreír; estaba demostrando ser un aliado confiable.