Shijou Saikyou No Daimaou Murabito A Ni Tensei Suru (NL)

Volumen 6.5

Capitulo 1: El Registro De Rescate Del Señor Demonio – El Valor Se Convirtió En Cobardía

Parte 1

Aparte de los países más pequeños, prácticamente todos los territorios tenían áreas geográficamente remotas… y no era raro encontrar algo casi inquietante en ellos…

Una de esas áreas era Evergrace, ubicada en el sur del Imperio de Hechicería de Laville.

Una neblina siniestra se cernía sobre Evergrace en un día cualquiera, y estaba plagada de monstruos por razones desconocidas. Cualquier persona normal sabía que debía permanecer lejos de esta área, aunque era el lugar perfecto para que los aventureros se movieran, y muchos aceptaron el desafío.

Todo esto significó que hubo una larga lista de bajas. Incluso ahora, había un grupo a punto de convertirse en otro nombre en la lista.

“¡Maldicioooooooooon!”

“¡¿Por qué nos está pasando esto…?!” “¡No me queda mucha más magia!”

La experiencia y la confianza suficientes hicieron que los aventureros se sintieran demasiado cómodos asumiendo el papel de cazadores. Nunca imaginaron que se convertirían en los cazados. Esa era exactamente la razón por la que a los aventureros a menudo se les entregaba el culo… causando que algunos lo perdieran todo.

“¡N-No…! ¡Yo… yo no quiero morir aquí…! ¡Tengo esposa e hija…!”

Un ejército de monstruos babeantes se cernió sobre ellos. La situación era espantosa. Solo les esperaba un destino, incluso si intentaban resistir.

Todos vamos a morir. Aceptaron su destino, renunciando a la esperanza… “Alguien parece estar en problemas”.

Una voz agradable atravesó la densa niebla. Un momento después, algo detonó.

Los monstruos que acorralaban a los aventureros se incendiaron, ardiendo bajo un rayo de luz.

Fue instantáneo. En segundos, la horda de bestias se había convertido en poco más que restos carbonizados esparcidos por el suelo. Sin idea de lo

que acababa de pasar, los aventureros estaban visiblemente conmocionados.

“Eso estuvo cerca”, gritó una voz melodiosa. Un chico y una chica salieron de la niebla.

Fueron impresionantes. La chica elfa era hermosa, típica de su especie…

¿pero el chico? Debía de ser humano, pero algo en él era tan fascinante que cautivaba a todos los que lo encontraban.

Mientras los aventureros lo miraban boquiabiertos… el chico en el centro de sus miradas les habló.

“Estamos de camino a la Aldea Nephilim. ¿Podemos llegar viajando por este camino?”

Uno de los aventureros asintió tímidamente antes de preguntar: “¿Q-Quién en el mundo eres tú?”

“Nadie digno de mención”, dijo el niño con una sonrisa, volviéndose para irse después de inclinarse elegantemente. La niña caminaba a su lado con pasos ligeros.

Mientras veían a los dos partir, uno de los aventureros rompió silenciosamente el silencio.

“¿Podrían ser… los hijos de nuestros grandes héroes…?” “T-Tienen que ser ellos”.

“Ard e Ireena, si mal no recuerdo”.

“Se rumorea que salvaron un país y derrotaron al Frenético Rey de los Dragones…”

¿Se tropezaron con algunas personas más grandes que la vida? No podían ocultar su emoción, aunque uno de ellos estaba relativamente sereno.

“Por el bien de la discusión, digamos que son los hijos de nuestros héroes.

¿Por qué estaban aquí en medio de la nada? ¿No son estudiantes?

¿Sabes, en la escuela preparatoria?”

“… Según el rumor, son parte de una organización llamada la Sombra de la Reina”.

La Sombra de la Reina.

El alias de un grupo encubierto bajo el mando directo de la reina. Básicamente era una leyenda urbana. No era muy conocido, e incluso aquellos que estaban familiarizados con el nombre no creían que realmente existiera. Sin embargo…

“Si los estudiantes de una escuela elegante están buscando algo más allá de las actividades extracurriculares… Podemos reducirlo a una sola posibilidad”.

“¿Que son estudiantes normales que trabajan en secreto para la Sombra de la Reina?”

“No sé qué negocio tienen en ese pueblo, pero…” “Dudo que nos volvamos a encontrar con ellos”.

Esos dos estaban destinados a pasar a la historia. Los aventureros continuaron mirando a Ard e Ireena hasta que desaparecieron en la niebla.

***

La Aldea Nephilim. Una antigua y remota aldea escondida en la niebla desde antaño.

Había una historia sobre esta tierra que sus habitantes llamaban hogar… e involucraba una repulsiva tradición de larga data.

Debajo de la mansión propiedad de los Orland, la familia que dirigía la aldea, el ritual se estaba desarrollando una vez más ese día.

“¡N-nghh…!”

“Ha-ha. Parece que tienes tanto dolor. Genial. Genial… ¿Por qué no te saco ese hombro tuyo a continuación?”

Las voces de una mujer y un hombre rebotaban en las paredes de piedra de un espacio iluminado a la luz de las velas.

La voz del hombre era áspera y tosca, ligeramente estridente para igualar su horrible rostro, y parecía borracho de la tarea que tenía entre manos.

Fue una tortura. El hombre estaba brutalizando a la chica que no se resistía ante él.

“¡Keh-keh-keh-keh-keh…! Esta es una parte muy importante de la ceremonia, hermana. Te das cuenta de que tu hermano mayor no encuentra ninguna satisfacción en lastimarte, ¿verdad?”

Sus palabras estaban en franca oposición a su comportamiento vulgar. El hijo del líder del pueblo, Vespa, tenía locura en sus ojos. El látigo en su mano no escatimó esfuerzos. Cada vez que azotaba a la niña indefensa, su hermana pequeña, Carmilla, soltaba una risa desagradable.

“Deberías sentirte honrada, Carmilla. Estoy tan celosa de ti”.

La sangre goteaba por su piel pálida. Carmilla siguió aceptando los golpes. Incluso cuando los alicates y otros instrumentos destrozaron su piel, sus ojos no albergaban miedo ni desesperación. De hecho, había un sentimiento de orgullo reflejado en ellos.

Vespa siguió arrancándose la piel durante un rato más antes de detenerse.

“Vamos a ver. ¿Qué sigue?” Se volvió hacia un lado, examinando los dispositivos de tortura que colgaban de la pared del sótano y sonrió. “Okay. Éste.”

Era una aguja larga. La quitó de la pared y luego se acercó a Carmilla, agarrándola por el delgado brazo.

“Esto realmente va a doler, pero aguanta, Carmilla”. “Sí hermano…”

Vespa agarró la aguja, apuntándola a una de sus uñas… “Tienes algún pasatiempo detestable”.

La voz de un tercero entró en la habitación.

“¿Eh? ¿Quiénes diablos son…?” Vespa comenzó a girar hacia la dirección de la voz…

“¡¿Qué crees que estás haciendo?!”

Unos pasos pesados siguieron al grito enfurecido. Un momento después, un pie chocó contra la cara de Vespa y su cuerpo carnoso salió volando unos metros hacia adelante.

Luego, la persona que dio la patada, Ireena, corrió hacia la chica herida.

“¡¿Estás bien?! ¡Debes sentir tanto dolor! ¡No te preocupes! Ard puede curar estos…”

“… Por favor… no… camino…” “¿Eh?” Ireena inclinó la cabeza.

Carmilla mantuvo la mirada baja durante unos segundos más antes de mirar a Ireena.

“¡Por favor, no se interponga en nuestro camino…!” gritó la niña, irradiando molestia. “¡Estamos… cumpliendo la voluntad del difunto Señor Demonio…! Nos ha encomendado el deber… una especie de ángel de… ¡proteger este mundo de esos dioses malignos…! ¡Así que les ruego que no interfieran…!”

Ireena estaba desconcertada por la hostilidad de Carmilla, pero Ard mantuvo la calma.

“¿No repasamos esto antes? Esta es una tradición transmitida de generación en generación… y se considera un gran honor participar en ella”.

Ard se lanzó a los detalles del pueblo.

“La Aldea Nephilim es donde el Señor Demonio selló a un Dios Maligno. Sus habitantes realizan ceremonias de sacrificio: alguien de la familia del anciano de la aldea, de la familia Orland, es elegido para reponer la magia en el sello que mantiene a raya al Dios Maligno. Se cree que, de lo contrario, el Dios Maligno volverá a destacar…” Ard terminó su explicación y suspiró. “Entiendo la esencia de esto. Entonces, ¿para qué sirve esta tortura? “

La pregunta iba dirigida a Vespa.

La patada de Ireena debió haberle hecho mucho, porque se quedó en el suelo, frotándose la cara y gimiendo. No tenía la intención de responder.

Carmilla habló por él con voz débil. “Nuestro padre nos enseñó que haría un mejor sacrificio si experimentara dolor todos los días…”

“¿Sí? Bueno, bueno, bueno… Debe ser parte del hechizo. Supongo que eso casi lo prueba”.

Nadie podía oír a Ard susurrar en voz baja.

A Carmilla no le habría importado menos nada de lo que tenía que decir. Después de todo, ella tenía su único objetivo.

“Estamos protegiendo el mundo. Ese es nuestro deber. Por favor, no interfieras”.

“¡E-Ella tiene razón!” Vespa gritó, haciéndose eco de ella después de que finalmente dejó de gemir. “¡L-Lárgate!”

“¡¿Whazzat?!”

Vespa se encogió rápidamente sobre sí mismo cuando Ireena flexionó su poder.

“¡Eek! ¡¿Q-Qué quieres?! ¡¿Q-Qué estás haciendo aquí?! ¡M-Mi papá no perdonará este tipo de comportamiento!” gritó Vespa con miedo.

Ard parecía sereno. “Soy Ard Meteor. Y esta es Ireena Olhyde, la hija de un barón. Soy un estudiante promedio que asiste a la escuela en la capital real… pero en ocasiones, la reina nos plantea las demandas más irracionales. Por eso estamos aquí hoy”.

“¡¿Una orden de la reina…?! ¡N-Nadie me dijo sobre esto!”

“Quizá no, pero tu padre debería saberlo. Estuvo de acuerdo en dejarnos residir en la aldea hasta que termine la ceremonia y actuar como nos plazca”.

“¡Nnnnngh…! P-Pero… ¡Apuesto a que papá nunca dijo que pudieras interrumpirnos! Quiero decir, ¡esto es parte de la ceremonia!”

“…Bien, eso es cierto.” Ard frunció el ceño.

“¡Entonces lárgate! ¡Estás en nuestro camino! Y llévate a la loca contigo…” “¿A quién llamas loca?”

Un pie aterrizó en la cara de Vespa. La sangre brotó de su nariz.

Ireena parecía lista para atacarlo de nuevo cuando cayó al suelo por segunda vez, pero Ard la agarró por el hombro.

“Déjalo en paz, Ireena. Como dijo, estamos en el camino. Vamos.” “¡P-Pero…!” Ireena miró a Carmilla y vaciló.

La otra chica se negó a decir lo que Ireena esperaba oír. De hecho, Carmilla miró a Ireena, quien inclinó la cabeza abatida y silenciosamente salió de la habitación con Ard.

“Heh. Hah. B-Bueno, retomemos donde lo dejamos”. “Sí hermano…”

En el sótano se desarrolló una escena que haría que cualquiera quisiera desviar la mirada…

***

El pasillo del sótano subterráneo estaba oscuro. Al otro lado de la puerta, pudieron escuchar el regocijo en la voz de un hombre asqueroso y una joven angustiada.

“… ¡Ngh! ¡No puedo soportarlo…! ” Gritó Ireena, cerrando los dedos para hacer un puño apretado y apretando los dientes. Las lágrimas se acumularon en sus ojos de cierva, la ira era visible. Era difícil para alguien con tal complejo de salvador y un corazón tan puro aceptar esta tradición.

“… Por eso sugerí que sería mejor que no me acompañaras”. Ella no respondió. Después de un rato, ella lo miró suplicante. “¿No hay nada que podamos hacer…?”

Ireena quería que él arreglara la situación, que salvara a esa pobre chica. Ard respondió con una sonrisa. “Ireena. Es por eso que estoy aquí.”

***

La sesión, la tortura soportada por el cordero del sacrificio, llegó a su fin.

“Buen trabajo hoy. Lo recogeremos mañana”. Su medio hermano, nacido de otra madre, sonrió y salió del sótano.

Como para reemplazarlo, sus asistentes femeninas entraron en la habitación. Cada uno tenía una pequeña caja que contenía vendajes, pociones y otros elementos curativos.

“Te atenderemos, lady Carmilla.”

“Okay… Gracias por hacer esto todos los días…”

Le untaron las heridas con ungüentos antes de vendarlas. Estos momentos estuvieron acompañados de un dolor punzante, pero Carmilla se resignó a su deber como sacrificio.

Después de que las sirvientas la trataron, la escoltaron de regreso a su habitación. Podía ser torturada a diario, pero eso no significaba que tuviera un estatus bajo. De hecho, ella era uno de los nombres más importantes del pueblo y la trataban con gran respeto.

Carmilla se instaló en una habitación más grande que el líder de la aldea, Gelmann Orland, y estaba decorada con un alto precio. Desde que se convirtió en el sacrificio, la atendieron de pies y manos, le gustara o no. Ella creía que esta era la forma en que su familia expresaba amor; Carmilla sabía que su padre y su hermano la adoraban.

Así que esto no la atormentó. Incluso el dolor físico que casi la hacía desmayarse todos los días era algo que la enorgullecía.

“……Uf.” Se derrumbó en la cama y gimió con la suavidad perfecta. “Tres días más.”

Tres días más hasta la ceremonia. Entonces Carmilla cumpliría su papel. Ella protegería este mundo. Con ese fin, estaba dispuesta a ofrecer su vida.

Ella no iba a morir. De hecho, su vida finalmente comenzaría.

“Pronto… podré verte, madre…” Como una doncella soñando despierta, Carmilla se sonrojó.

“¿Verás a tu madre?”

Una voz salió de la nada. ¡Cuando se volvió para enfrentar su fuente! Carmilla vio a Ard Meteor. El hombre delgado se paró ante ella con gracia, lo que realzó su belleza y le dio un aire aristocrático.

Al final del día, Carmilla era solo una joven inocente. Un rostro hermoso sería su perdición. De ahí por qué no pidió ayuda, incluso con un hombre desconocido en su habitación.

“… Te apareces en los lugares más inesperados. Como un fantasma. O un dios”.

Ard Meteor no respondió a eso. En cambio, se repitió. “¿Qué quieres decir con que podrás ver a tu madre?”

Sabía que este no era un tema para abordar con un chico al que apenas conocía, pero Ard Meteor era tan misterioso y… se encontró deseando desesperadamente responder a su pregunta.

¿Es esto amor?

Tenía la sensación de que era otra cosa.

… De todos modos, Carmilla respondió: “Mi madre… también fue un sacrificio…”

“Lo sé. La tercera esposa de Gelmann, si mal no recuerdo. Se la ofrecieron poco después de que nacieras”.

“Así es… No pude pasar mucho tiempo con ella… pero la amo”.

Si hubiera dejado de hablar entonces, esta podría haber sido una historia conmovedora, pero sus siguientes palabras harían que cualquiera se volviera loco.

“Por eso… quiero apurar las cosas y sacrificarme… Si lo hago, puedo ver a Madre de nuevo… Los sacrificios viven felices para siempre dentro del sello… Estoy tan emocionada… Me pregunto de qué hablaremos… y que haremos…”

Eso fue lo que le dijo su padre. Convertirse en el sacrificio fue más que un honor; se le concedería la dicha eterna con su madre.

“…Ya veo. Ahora lo entiendo perfectamente”.

Entonces, ¿por qué Ard Meteor parecía de alguna manera melancólico? Carmilla no tenía ni idea.

Quiero decir, mírame. Estoy tan bendecido.

***

Pasaron tres días. Una vez más, una niebla cubrió la Aldea Nephilim. Era de mañana, pero el cielo nublado bloqueaba el sol, y la densa niebla hacía que las cosas parecieran lo suficientemente oscuras como para empañar el estado de ánimo de cualquiera… Los ojos de los aldeanos, sin embargo, estaban frenéticos. Se alinearon a ambos lados de la carretera principal que atravesaba el pueblo y se dispusieron en un camino bordeado de flores.

Caminar por la procesión fue el sacrificio, Carmilla. Su lujosa túnica, sus pesados ornamentos y su gracia natural resaltaban su belleza. Ella era como una novia el día de su boda.

Carmilla se sonrojó levemente y avanzó hacia la plaza con un destello de anticipación en sus ojos. Vespa miraba desde el margen, pensando para sí mismo.

Ah… Qué vergüenza. Si esta no fuera la ceremonia final, Carmilla habría sido mi esposa.

Para cumplir cierto objetivo, los Orland habían cometido incesto durante generaciones. La madre de Carmilla era la hermana menor de su padre.

Oh… ¡Si tan solo mi hermana fuera toda mía…! Las emociones impuras eran la fuente de su anhelo por Carmilla, pero nunca podría anteponer sus deseos.

Después de todo, Vespa vivió una existencia miserable, solo otro miembro de la familia al que la tradición le había lavado el cerebro. El sacrificio fue la prioridad aquí. Y ahora… tenía que realizar un deber crítico. Vespa miró a su lado… hacia Ard Meteor e Ireena Litz de Olhyde. El joven observó a Carmilla acercarse a la plaza, pero… la chica parecía bastante deprimida.

Eso es extraño. Estaba seguro de que provocaría una escena.

Vespa no estaba completamente convencido, pero apartó el pensamiento de su mente por ignorancia. En cualquier caso, tenía que concentrarse en la tarea que tenía entre manos. Todo lo demás se arreglaría solo.

Carmilla llegó a la plaza, un gran espacio abierto. Se trazó un círculo de clase especial, las líneas se extendían sobre el suelo y brillaban con un púrpura venenoso.

Junto a ella estaba su padre, Gelmann, un repugnante hombre de mediana edad que se parecía mucho a su hijo. Miró a Vespa. Esta fue su señal.

“¡Está bien! ¡Reparte el licor maldito!” Vespa ordenó a un sirviente que se mantuviera firme cerca.

El licor maldito era un objeto mágico que aumentaba temporalmente la magia de su bebedor. La ceremonia estaría completa cuando cada miembro de la aldea transfiriera magia al círculo, razón por la cual todos los participantes debían beberla.

El objeto mágico se pasó entre los aldeanos y… “T-Tú también tienes algunos.”

Los siguientes en la fila fueron Ireena y Ard.

“P-Puedes observar, pero s-si vas a estar aquí, tienes que beber”.

En realidad, no existía tal obligación, pero plantearía problemas si no lo hiciera. Vespa estaba siendo bastante insistente.

“Mmm. Muy bien.” Ard miró el vaso de licor en sus manos y entrecerró los ojos.

¡¿No me digas… este tipo se dio cuenta…?! Vespa empezó a sudar. ¿Qué clase de golpiza le daría su padre si no consiguiera que Ard bebiera esto? Ni siquiera quería pensar en eso.

“Esto parece fuerte. Debería estar bien, pero no será bueno para el cuerpo de Ireena. Espero que me permitan que soy el único que lo consume”.

“Sí, soy un poco liviano”.

Oh. ¿Esa es la razón? Vespa se relajó. Su trabajo consistía en hacer que Ard bebiera. No le importaba Ireena.

Vespa le ofreció una sonrisa amable. “N-No hay problema. B-Bueno, de abajo hacia arriba”.

Instó a Ard, y sin la menor vacilación, Ard Meteor bebió el licor maldito.

Un momento después… “…!” Ard cayó al suelo.

Vespa esbozó una enorme sonrisa. “¡Hee-hee!! ¡Hee-hee-hee-hee-hee- hee-hee-hee-hee-hee! ¡Te tengo! ¡Te sirve bien, idiota!”

Con una emoción volcánica, Vespa sacó una pequeña daga del bolsillo del pecho y sin piedad clavó a Ard Meteor en el pecho.

***