Shijou Saikyou No Daimaou Murabito A Ni Tensei Suru (NL)

Volumen 6

Interludio 2: Preludio De La Destrucción

Ard Meteor se mantenía ocupado, y mientras tanto… los planes de cierto hombre avanzaban.

Varias regiones apartadas salpicaban el Imperio de la Hechicería de Laville. El público conocía la mayoría de ellos y se trataba como lugares de interés turístico. Otros, de los que no sabían nada.

Uno fue Ishwald, que experimentó un clima extremo a diario. Dentro de él había una aldea escondida a la que solo se podía ingresar mediante un método especial.

Se podría decir que es más un laberinto que un pueblo. Los que vivían en su interior parecían grotescos y poseían habilidades de lucha poco comunes. Rechazaron todo sobre este mundo y no dudaron en matar a cualquiera que intentara entrar en sus dominios.

—Un hombre acababa de salir vivo de un lugar así.

El trueno retumbó, poco característico de un ambiente desértico. Un instante después, el espacio se combó y abrió un enorme agujero. Un hombre salió de allí, luciendo como un pobre infeliz que acababa de ser torturado a una pulgada de su vida. La arena se puso roja bajo sus pasos. Su cuerpo estaba cubierto de profundas laceraciones. El frac que llevaba la esbelta figura estaba hecho jirones como trapos viejos. Incluso la máscara que cubría su rostro tenía una grieta.

Pero eso no le impidió reír. Felizmente. Extrañamente.

Incluso cuando experimentó un dolor del que cualquier persona normal se volvería loca.

“Heh. ¡Heh-heh…! ¡Heh-heh-heh-heh-heh…! ¡Como esperaba de mi antiguo maestro…! ¡Han pasado miles de años desde que el Señor Demonio se deshizo de mi líder…! ¡Pensar que llegaría el día en que volvería a experimentar su maldad…!”

El creador de la aldea escondida fue lo que los hombres modernos llamaron un “Dios Maligno”. En la antigüedad, eran seres trascendentales conocidos como los “Externos” que gobernaban sobre todo.

Y… él era el padre de la Campeona Lydia, el antepasado de Ireena, y el enemigo jurado de Ard cuando el niño era Varvatos.

Para recolectar cierta cosa dejada por un Dios Maligno, había sufrido graves daños en su máscara. A pesar de tener heridas fatales que matarían a un hombre, moderno o antiguo, nunca iba a morir. Era como si el tiempo se estuviera rebobinando. Sus heridas se estaban curando.

“Oh, mi antiguo maestro. Sabía que no eras tú. Incluso tú no podrías robarme mi inmortalidad y acabar conmigo. Debe haber sido él, nuestro amado Señor Demonio, quien puede destruirme de una vez por todas”. Miró hacia el cielo atronador y se rio entre dientes.

Presionó sobre su cabeza lo que había recuperado del Dios Maligno: medio cubo roto. Parecía un pedazo de basura sin valor, pero esta caja sucia contenía una terrible cantidad de poder.

“El resto depende de mi socio”. Giró sobre una pierna, sosteniendo el cubo medio hacia el cielo. Una chica se materializó junto a él, joven y hermosa, pero no la más guapa.

Su nombre era—

“Parece que has cumplido tu misión, Kalmia”.

Kalmia, la que se había llamado a sí misma miembro de la Sombra de la Reina. El punto de contacto para Ard e Ireena.

Ella era la cómplice de la figura enmascarada y su subordinada de mayor confianza.

“… Lo recuperé, Al”, dijo, sin inflexión ni emoción. Kalmia se lo tendió.

Era la otra mitad del cubo roto. La figura enmascarada lo arrebató y lo unió con avidez con su propia mitad.

“¿Me pregunto qué podría pasar?” preguntó, sonando tan eufórico como un niño frente a lo desconocido.

El cubo combinado comenzó a brillar en blanco… y volvió a su forma original. La sucia superficie gris se desprendió como óxido para revelar una caja de marfil. Las líneas doradas parpadearon a través de él, una vista cautivadora y de alguna manera inquietante.

“¡Keh-keh-keh…! ¡Así que esto es lo que es volver a ser un niño…!”

“Parece que te estás divirtiendo, Al.” “¡Oh, porque lo estoy!”

“Pareces contento.”

“¡Oh, porque lo estoy!” La figura enmascarada se dio la vuelta con la caja blanca en la mano y comenzó a hablar con voz cantarina. “Tres mil setecientos cuatro años, dos meses, tres días. Ese es el tiempo que he esperado, con impaciencia. Ahora, finalmente puedo seguir adelante. ¡Ah, no hay nada mejor que esto!” Su voz hechizada tenía una innegable locura.

Otra persona apareció y lo llamó. “¿Es ese el santo votivo conocido como el ‘Cubo Extraño’?”

El ex Rey Celestial y Papa, Lizer Bellphoenix, se había deformado ante ellos. Miró el objeto en la mano de la figura enmascarada. “Desviar la mirada del Señor Demonio era un desafío que la mayoría no podía esperar lograr. Parece que nuestros esfuerzos valieron la pena. El primer paso ha sido aprobado”.

“Estás en lo correcto. En estos días, pasa por “Ard Meteor” y está rodeado de amigos. Está más feliz que nunca. Pero lo ha dejado ciego para todo lo demás. Si hubiera sido el monstruo solitario que alguna vez fue, habría visto nuestros planes con una agudeza divina”.

Este “Ard Meteor” solo pensaba en proteger a sus amigos, razón por la cual no podía alejarse de las tierras gobernadas por los Spencer y Salvans. Tenían razón sobre él.

“Sé que propuse que deberíamos presionar a Asylas para que atacara las casas de sus amigos y mantenerlo arraigado allí para permitirnos obtener lo que necesitamos… pero nunca imaginé que funcionaría como un encanto”, comentó Lizer.

Esa había sido la razón por la que Asylas había declarado la guerra: mantener a Ard Meteor ocupado en la frontera para que pudieran obtener la caja.

“… ¿Qué es lo siguiente?”

“La tendremos… Hmm, supongo que debería decir ‘él’ ahora. ¿O ‘eso’ por simplicidad? De cualquier manera, está listo. Parece que nos espera un verdadero placer, así que pensé que íbamos a echar una mano”.

Lizer parecía descontento.

La figura enmascarada se rio entre dientes. “Por supuesto, esto es parte de nuestro plan. Pensé que lo había explicado desde el principio. Obtener el cubo extraño no significa nada si nos detenemos allí”. Miró la caja. “No podemos hacer nada a menos que tengamos a la persona adecuada con las calificaciones adecuadas. Como—”

“Ireena, por ejemplo”.

La figura enmascarada asintió y sonrió. “Heh-heh. Nuestro Señor Demonio ni siquiera se ha dado cuenta de que en los innumerables cuentos sobre él, hay exactamente uno en el que él no es el personaje principal… pero esa chica sí lo es”. Extendió los brazos mientras miraba las nubes oscuras arriba.

Lizer miró al hombre. “Quieres usar ese ser y despertar a la chica. ¿Está bien?”

“Correcto. Ella es una crisálida a punto de emerger. Un empujón más y nos mostrará su belleza. Y cuando llegue el momento…”

“—Casaremos nuestro deseo”. El rostro arrugado del viejo general parecía ansioso. “… Discutiremos los detalles más tarde. Tengo asuntos urgentes que atender”.

“Buena suerte, Eminencia”, respondió burlonamente la figura enmascarada.

Un círculo mágico se manifestó bajo los pies de Lizer. Justo cuando estaba a punto de deformarse, miró a la figura. “No te perdonaré si me traicionas. Te sugiero que tengas esto en cuenta”.

Y con eso, desapareció.

“Keh-keh. Entonces no confía en mí. Tengo que decir que eso duele”.

“… Pero lo vas a traicionar, ¿no es así?” Kalmia preguntó, inclinando la cabeza.

La figura enmascarada se encogió de hombros. “No puedo decirlo con certeza todavía. Dependiendo de cómo vayan las cosas, podríamos ser cómplices hasta el final. Pero todo está en el aire… Es muy posible que las fuerzas trabajen juntas para destruirme. Y la verdad es que eso es exactamente lo que quiero”.

“Lo sabía, estás planeando traicionarlo”.

Kalmia lo miró con ojos fríos. Después de que él le acariciara la cabeza, la figura enmascarada tomó su pequeña mano y comenzó a bailar con ella. Sus pasos eran ligeros y él la hacía girar una y otra vez.

Pensó en su amado archienemigo.

“Les voy a dar el preludio más desenfrenado. Prepárate, mi Señor Demonio”.