Shijou Saikyou No Daimaou Murabito A Ni Tensei Suru (NL)

Volumen 5

Capítulo 68: El Ex-Señor Demonio Y El Lado Bueno De La Humanidad, Parte 2

Parte 1

En circunstancias normales, no era fácil condenar y ejecutar a la realeza o a un líder nacional. Este era particularmente el caso si un país dado era una monarquía absoluta. Incluso en las naciones democráticas o socialistas que protegían los derechos de las personas, era difícil organizar un juicio.

Volviendo al caso de una monarquía absoluta. El gobernante solo vio el obstáculo de una revolución exitosa… En una democracia, el juicio podría durar una eternidad mientras reunían pruebas y procesaban a la realeza, y es posible que ni siquiera los declararan culpables en un juicio político.

De todos modos, tomó tiempo y energía eliminar de la sociedad a alguien con importancia social.

Sin embargo… una inquisición papal pasó por alto en gran medida todos los canales habituales. Como líder del Credo Unido, las palabras de Su Eminencia eran ley y era su deber salvaguardar el orden mundial de acuerdo con la doctrina.

Dado que Lizer Bellphoenix era esencialmente el gobernante de toda la humanidad, se entendía que el bien y el mal eran suyos para decidir. Si realizaba una inquisición, la gente aceptaría cualquier resultado. No importaba si el que estaba siendo juzgado era un esclavo o el gobernante de una nación. Si Su Eminencia condenaba a alguien a la pena capital, lo haría sin lugar a discusión. Ese era el dominio inquebrantable que tenía sobre su mundo.

Y así… Valdr, el primer ministro de Laville, estaba experimentando la peor forma de agonía.

Temprano en la mañana. No había una nube en el cielo azul pálido. El sol se filtró sobre la tierra. La temperatura no era ni caliente ni fría. Fue la mañana perfecta.

Bajo el cielo se estaba llevando a cabo la ejecución pública de Rosa, reina de Laville.

Acompañada por los Caballeros Sagrados, caminó por la avenida principal, lentamente. Había adquirido la apariencia de una pecadora: despojada de cualquier atuendo propio de un gobernante, vistiendo los andrajos de una prisionera. El cabello dorado que le llegaba hasta la cintura parecía sucio sin ningún rastro de su sedosa belleza.

Al final del camino, los ciudadanos esperaban su procesión… y la maldijeron.

“¡Secuaz demoníaco!” “¡Arde en el infierno!”

“¡¿Cómo pudiste proteger a los enemigos del Gran Señor Demonio?!

¡Deberías de estar avergonzada!”

No solo se detuvieron con miradas furiosas y abuso verbal. Algunos de ellos la arrojaron piedras, riendo con desprecio.

Incluso mientras la sangre manaba de las piedras afiladas que le cortaban los brazos, las piernas y la cabeza, Rosa se puso de pie con orgullo y siguió mirando hacia adelante. Se enfrentó al escenario final ambientado en la plaza central con esos ojos ardientes.

Era una gran plataforma trapezoidal con largas escaleras que conducían a ella. Acababa de acoger la ceremonia del tratado de paz el día anterior.

“Hee-hee. Construido para dar la bienvenida a la paz, ahora sirve como lugar de juicio. Qué divertido”. Rosa se rio de las burlas colectivas mientras subía las escaleras.

El primer ministro Valdr miraba con miedo.

En la superficie, era un defensor de la justicia social que despreciaba a la reina criminal. Por dentro… era un sirviente leal que quería gritar.

¿Por qué? ¡¿Por qué le está pasando esto a ella…?!

La habían obligado a ponerse harapos. La gente estaba tratando de apedrearla.

Estaba empezando a tener moretones y sangrar mientras se acercaba.

Valdr quería morderse la lengua. O eso o… desgarrar a todos los perpetradores de la violencia miembro por miembro. Estaba en un infierno viviente.

Aun así… su cruel tarea apenas estaba comenzando.

La reina pisó su lugar de ejecución. Aquí era donde el Papa leería la sentencia en este punto y denunciaría al ofensor.

Sin embargo, el Papa no estaba a la vista. Sólo un arzobispo ocupó su lugar.

El primer ministro no sabía por qué. No quería saberlo. Sin embargo, él sabía que esto era una verdadera pesadilla… porque era el propio Valdr quien tendría que asumir los deberes del Papa a lo largo de este proceso.

Rosa en su puesto actual significaba que Valdr era el gobernante de su nación. Como tal, tenía que proteger al país, incluso si eso significaba culpar a Rosa de todo, obligarla a soportar el odio de la gente y castigarla.

Era la única forma en que podían mantener a Laville a salvo. “Venga, sir Valdr. Justo por aquí.”

El arzobispo le entregó un pergamino de piel de oveja. Valdr se paró frente a Rosa mientras tenía el registro de sus crímenes.

“… No vaciles. Proceda como debe,” susurró.

Se mordió el labio y, un momento después… Valdr tomó el pergamino con ambas manos y lo sostuvo en alto mientras leía.

“¡Oye, Rosa von Volg de Laville! ¡Has traicionado al Señor Demonio, a pesar de afirmar que sigues sus caminos! ¡Tus pecados son demasiado espantosos para decirlos en voz alta! ¡No queda ningún castigo adecuado además de la muerte! ¡Una vez que tu alma pase, caerá en las entrañas de la tierra y sufrirá en el eterno tormento de las santas llamas!”

Empezaba a sentirse mal. Quería menospreciar esta estúpida carta y hacerla pedazos.

Valdr hizo todo lo posible por controlar estos violentos impulsos, con la piel rebosante de sudor cuando hizo que Rosa se arrodillara ante él.

“… No lo arruines. Odio el dolor”, dijo Rosa, presentando su cuello con una sonrisa.

“Primer ministro. Aquí está su instrumento”.

Un Caballero Sagrado que estaba cerca sostuvo una espada de doble filo.

La sentencia de muerte de esta inquisición sería ejecutada por esta espada negra. El instrumento letal fue hecho a la imagen de la espada que el Señor Demonio una vez blandió. Los dioses malignos y los demonios cuyas cabezas cayeron a su espada solo experimentaron una vida de tortura en el infierno. Para los creyentes del Credo Unido, ese castigo debía evitarse a toda costa.

“Continúe, primer ministro. Haz caer el martillo de la justicia sobre la criminal”.

Ante la insistencia del arzobispo, Valdr sostuvo la espada sobre su cabeza mientras respiraba entrecortadamente.

“¡Haaah…! ¡Haaah…! “

Empapado de sudor bajo el cielo azul claro, miró a Rosa. Sus manos parecían temblar cuando agarró la empuñadura de la espada.

“¡Ggh…! ¡Uhg…!”

Gruñó involuntariamente. Para Valdr, la muerte de Rosa marcó el final de su propia vida.

Tal vez por eso las visiones del pasado pasaron por su mente como una inundación.

La había cuidado desde que era un bebé. Recordó vívidamente su ceremonia de ascensión después de que el gobernante anterior había fallecido. Su comportamiento digno era más que un sustituto, y su sabiduría no tenía rival. Ella era noble, bella y hermosa tanto de corazón como de mente. Creía desde el fondo de su corazón que nunca había nacido un monarca más grande. No le estaba mintiendo cuando expresó eso en el calabozo.

El verdadero gobernante de Valdr era Rosa y no otro.

… ¿Podría matarla con su propia mano? “¡Ggh…! ¡Nghhh…!”

No pudo hacerlo. No había forma de que pudiera seguir adelante con esto.

“…Primer ministro. No quieres cometer traición, ¿correcto?”

¿Traición?

¿Traición?

Valdr dejó escapar un fuerte suspiro.

Traición significaba darle la espalda a su gobernante. Para Valdr, Rosa era la única que encajaba en ese papel. El Papa no podía esperar acercarse a su autoridad sobre él.

“¡Yo…!”

Dos emociones estaban en guerra dentro de él. Lealtad y amor por su reina.

Lealtad y amor por su país.

Debido a que los sintió a ambos desde el corazón, se retorció de angustia mental, incapaz de tomar una decisión.

Debo matarla por el bien de la nación… ¡Tuve una noche entera para armarme de valor…!

El viejo Valdr, el sirviente bueno y fiel.

El hombre, tan experimentado en los caminos del mundo, comenzó a llorar como un niño.

¡Alguien! ¡Quien sea…!

Las lágrimas le caían por la cara, mojando la nuca de Rosa.

¡Ayuda…! ¡Alguien…! ¡Sálvala…!

¿Cuándo fue la última vez que oró? Siempre había estado tan seguro de que todas las dificultades de este mundo solo podían superarse a través de su propia voluntad.

Oró a los cielos como un niño indefenso.

¡Cualquiera…! Ayúdame. Te lo ruego, por favor, suplicó desde el fondo de su corazón.

Hubo una explosión en la distancia. El humo flotaba en el aire.

Este incidente provocó un pánico masivo. “¡¿Qué fue eso?!”

“¡Iré a comprobar…!”

En la plataforma de ejecución, el arzobispo y los Santos Caballeros estaban frenéticos.

“¡¿Gah?! ¡¿Otra explosión…?!”

“¡Es el Señor Demonio! ¡El prisionero debe haber provocado su ira!”

Debajo de la plataforma, el público expresaba terror abierto. Mientras tanto, hubo una reacción en cadena de explosiones, que estaban… acercándose.

“Suspiro. Pobre de mí. ¿Es esto a lo que ha llegado?” Rosa suspiró mientras miraba a la distancia. “Qué paso en falso atroz. Le había dado instrucciones claras para que me dejara atrás. No entienden nada”.

Una severa condena, pero su rostro parecía algo complacido. Rosa estaba pensando en un par en particular… que era un pensamiento que compartía el primer ministro Valdr.

Luego, el antiguo criado se centró en una persona en particular.

Despreciaba a esta persona. Apenas podía soportar a la persona que no era compatible con alguien de la estima de su maestro. Valdr no se dejaría influir en este asunto.

Sin embargo… solo había un individuo que podía salvarlos de esta situación.

Valdr fue en contra de sus principios, ocultó su vergüenza y gritó cierto nombre implorante.

“Ard… ¡Meteor…!”

***

La Sombra de la Reina había investigado un asunto en particular para nosotros mientras los preparativos para la ejecución aún estaban en marcha.

La posición de los Caballeros Sagrados.

Parecían estar concentrados en espiral alrededor de la plataforma de ejecución en la plaza central. La formación era una fortaleza inexpugnable. Ni una sola hormiga pudo atravesar su configuración.

La chica había declarado: “El sigilo no será suficiente”.

Para ella, solo había una opción si queríamos salvar a la reina: escabullirse hacia la plataforma, lograr escabullirse entre los caballeros y rescatar a Rosa. Desde allí, escaparíamos por un camino subterráneo. Si ese método era imposible, pensó que eso significaba que estábamos completamente jodidos.

“¿Entonces qué vas a hacer?” preguntó justo cuando Ireena y yo estábamos a punto de salir de la casa y avanzar.

¿Mi respuesta?

“Nada en absoluto. Todo lo que tenemos que hacer es recoger a Su Majestad a plena luz del día”.

Pasaron momentos antes de que la cabeza de Rosa golpeara el suelo… Ireena y yo estábamos desfilando audazmente por la avenida principal.

Como todos los ciudadanos estaban reunidos alrededor de la plataforma, el pueblo parecía prácticamente desierto. Solo era yo, Ireena y…

“¡Hmph…! ¡Deténganse ustedes dos!”

… Los Caballeros Sagrados de patrulla.

Una de las unidades notó nuestra presencia y ladró a modo de advertencia. “¡Son ellos…!”

“¡Estas bajo arresto!”

“¡Simplemente entraron en el ruedo…! ¡¿Están locos…?!”

La unidad de Caballeros Sagrados se puso frenética. Uno llamó a otro que parecía ser el capitán.

“¿Deberíamos pedir refuerzos?”

“…No hay necesidad. Podemos manejar esto”, aseguró, desenvainando la espada a su costado. Siguiendo su ejemplo, los demás desenvainaron simultáneamente el suyo.

“Apuesto a que te has ido mal, porque tienes un poco de valor para pasear por estas calles sin magia”, se burló el capitán, cargando hacia adelante, y el resto de los Caballeros Sagrados comenzaron a correr.

“¡Captúralos vivos o muertos! ¡No muestres piedad!” “¡¡Para Su Eminencia!!”

“¡RAAAAAH!”

Vi a los hombres precipitarse hacia nosotros. “No puedo usar magia con esta barrera en efecto. Parece una regla incondicional… pero…”

Mi voz era plana mientras la comisura de mi boca se movía.

“El Señor Demonio sabe que las reglas están hechas para romperse”.

Empujo mi palma derecha hacia mis enemigos. No podrían haber adivinado lo que les esperaba.

“¡¿Qué diablos va a hacer?!”

“Esto.”

Un instante después, un patrón geométrico carmesí brilló frente a mi palma derecha.

Fue… mágico. “¡¿Qué?!”

Frente a los Caballeros Sagrados era imposible.

“Creo que debería dejarlos boquiabiertos a todos. Wind Slash”.

Una ráfaga violenta azotó a mí alrededor, golpeando a los caballeros con un fuerte rugido. Pude ver que estaban conmocionados por el proyectil cuando fueron destruidos por el impacto.

¿Cómo es esto posible?

No debería poder usar magia.

No podían decir eso en voz alta, por supuesto.

Estallé en una sonrisa. “Como dije antes, las reglas están hechas para romperse. Tal vez sea mejor si digo—”

“¡Ard Meteor hace las leyes del universo!” Ireena interrumpió.