Slayers (NL)

Volumen 11

Capítulo 3: Batalla a muerte en la ciudad de aguas carmesí.

Parte 1

 

 

-¡Graaaaah! – La cabeza de Narof gritó, con tentáculos saliéndole de la boca y retorciéndose frenéticamente.

“Este tío… ¿ha absorbido el cadáver de Narof?”


Yo no tenía ni idea de qué tipo de habilidades tenía Narof cuando estaba vivo, pero una cosa estaba clara: mi presentimiento de que algo iba mal en todo este asunto acababa de volverse mucho más fuerte. Aún así, yo no soy de las que esperan pacientemente a que el enemigo muestre sus habilidades antes de entrar en acción, así que en seguida comencé a recitar un hechizo.

-¡Elmekia Lance!

Antes de que Aireus o yo hiciésemos algún movimiento, Dilarl lanzó un hechizo desde atrás. Este hechizo ataca directamente la forma astral del objetivo, y es lo suficientemente poderoso como para matar a un lesser demon de un golpe. No había forma de que Aireus, que parecía una masa de piel que crecía desde el suelo, esquivase algo así, por lo que la lanza de luz le dio de lleno.

Pero la expresión de Aireus no cambió en absoluto, y la cabeza de Narof siguió con su rutina de sacar tentáculos retorcidos por la boca. La parte de la piel en la que había impactado el Elmekia Lance simplemente se despegó del resto y cayó al suelo como una costra.

La cabeza de Narof empezó a aullar aún más fuerte, sentíamos como si el espacio a nuestro alrededor se estuviera agrietando. Muchos puntitos de luz empezaron a aparecer en el aire.

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“¿Pero qué…?”

-¡¡Esquivadlos!! – Grité, advirtiendo a los demás e interrumpiendo mi hechizo, antes de salir corriendo. Al mismo tiempo las luces empezaron a moverse, bombardeando el suelo en direcciones aleatorias. Esquivé por poco dos de ellas que se lanzaron en mi dirección, y…

¡BOOOM!

Una poderosa explosión retumbó por toda la cueva. Yo podía sentir un intenso calor y vapor saliendo de la tierra a mi alrededor.

-¿Estáis todos bien? – Pregunté.

-¡Yo estoy bien!

-… Yo también…

-Sí, por ahora. – Respondieron mis tres compañeros.

Parecía que todos estaban bien pero… Aireus nos había lanzado algo muy poderoso. Incluso podría haber sido el Blast Bomb, un hechizo que, resumiendo, crea varias Fireballs amplificadas, y las lanza todas a la vez. Los proyectiles que esquivamos y que golpearon el lago eran los responsables del vapor.

Pero, debido a dicho vapor, no podía ver a mis enemigos ni a los miembros de mi grupo. Sería bueno si nuestros enemigos tuviesen el mismo problema pero, como no eran humanos, era difícil saberlo con seguridad.

Encima, para hacer las cosas aún más injustas para mí, había perdido la espada corta que estaba usando a modo de antorcha cuando el agua nos arrastró hasta aquí. No es que pudiese acabar con muchos enemigos con ella, pero me servía para crear distracciones.

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Bueno, da igual, quejarse sobre lo que no tiene remedio es una pérdida de tiempo. Por el momento, decidí recitar otro hechizo.

De repente sentí un gran peligro a mi alrededor, e instintivamente salté hacia un lado. Algo zumbó en la niebla y rozó la punta de mi hombrera derecha.

-¡Unnh!

-¡Aah! – Al mismo tiempo se escucharon los gritos de Gourry y Dilarl, en algún lugar cercano.

¿Así que, como yo sospechaba, estaban intentando usar la niebla para sus trucos?

¡No tan deprisa!


-¡Diem Wind! – Mi hechizo creó una ráfaga de viento que disipó la niebla y, una vez que la visibilidad era normal… pude ver a Aireus, que acababa de finalizar algún tipo de transformación.

Aún era una masa de piel enraizada en el suelo con la cara de un joven y la cabeza de Narof pegadas, pero ahora había formado docenas de brazos. Bueno, digo “brazos” pero en realidad no se parecían en nada a extremidades humanas… sino que parecían ramas podridas de árboles. Era una imagen totalmente bizarra el ver un brazo como ese, con tantas articulaciones.

“¿Ha intentado atacarnos en la niebla con uno de esos brazos?”

Bueno, ya que podíamos verle claramente…

-¡Fireball! – Dilarl no perdió el tiempo en atacarle.

¡BOOOM!

En cuanto el hechizo explotó, Gourry se lanzó hacia nuestro oponente. Aireus respondió moviendo uno de sus brazos hacia él.

-¡Haa! – ¡Gourry golpeó la extremidad con su espada! Yo esperaba ver la extremidad cortada lanzada al aire, pero apenas se torció hacia atrás con un “clang”. Estaba claro que era más fuerte de lo que parecía.

Además, la parte de la piel que había sido alcanzada por el Fireball respondió como la que yo alcancé con mi Elmekia Lance, simplemente se despegó del resto, y el daño en el cuerpo se regeneró rápidamente.

¿Así que el tipo podía regenerar su cuerpo como un lagarto hace crecer de nuevo la cola después de perderla? Si es así, estaba claro que debía haber una parte que no podía regenerar así de fácil. Esa podría ser su debilidad…

-¡Khyaaaaaak! – La cabeza de Narof no paraba de gritar.

Aunque no parecía más que el aullido de un animal para los oídos humanos, probablemente estaba recitando algún tipo de hechizo. Los movimientos de los tentáculos también debían ser parte del ritual.

De todos modos, como estaba claro que los hechizos de nuestro enemigo no eran para tomarlos en broma, no podía dejarlo terminar.

-¡Hell Blast! – Pero Aria disparó su hechizo primero.

-¡Zelas Brid! – ¡Seguido del mío!

Su disparo cortó una de las extremidades de Aireus y golpeó la cara del hombre joven, mientras que el mío zigzagueó entre los brazos y golpeó la cabeza de Narof.


“¡Toma ya! ¡He detenido su hechizo!”

El patrón de los ataques de Aireus no cambiaba ni un ápice. Mantenía a Gourry a raya con cinco de sus seis brazos, mientras intentaba atacarnos a Aria, Dilarl y a mí esporádicamente. Por suerte no  parecía poder controlar sus brazos muy bien, usando movimientos tan simples que incluso Aria podía esquivarlos, aunque no estaba acostumbrada a luchar.

Por otro lado, la cara del hombre joven que Aria golpeó con su hechizo también se despegó, pero poco después se regeneró como si nada.

-Es inútil… – Murmuró Aireus.

-¡No puedo creerlo…! – Dijo Aria, sin poder esconder su asombro.

Era totalmente evidente que no tenía ninguna experiencia con este tipo de cosas.

La manera en la que la cara del hombre joven se situaba en el centro de su pecho parecía gritar “¡este es mi punto débil!”… Pero no creo que alguien con habilidades regenerativas como esas mostrase su punto débil como si nada.

Oh, además, la cabeza de Narof que yo había golpeado con mi hechizo, también estaba volviendo a crecer. Se regeneraba más lentamente que la otra, quizás porque no era parte del cuerpo original, pero no había duda de que estaría completa pronto y que volvería a lanzar más hechizos…

“Es mejor que acabe ya, antes de que eso ocurra…”

El punto débil debía estar dentro de su cuerpo, pero los ataques normales sólo parecían dañar su piel, que se despegaba y volvía a crecer, pero…

“Un momento… quizás este hechizo…”

Esquivando el ataque de un par de brazos, empecé a recitar entre murmullos y…

-¡Bram Blazer! – ¡La luz azul de mi hechizo amplificado, capaz de destruir fácilmente a un lesser demon, consiguió penetrar en el cuerpo de Aireus!

-Uahh… ¡¡Aaaaaaaah!! – Un grito mortal retumbó por todo el lago subterráneo. Los brazos podridos cayeron al suelo, sin fuerza. El hechizo que yo había lanzado tenía la habilidad de alanzar el interior del oponente, en vez de explotar en cuanto entrase en contacto, como los otros que habíamos usado. Esperaba alcanzar así su punto débil… y tenía razón. El cuerpo de Aireus se derrumbó como si fuese un montón de tierra seca.

-Parece que hemos acabado con él… de alguna manera… – Dijo Gourry con un silencioso suspiro.

-Eso parece. – Dije mientras asentía -. El pasadizo para subir hasta la ciudad debe de estar en algún lugar de esta isla.

-Espera un momento, – dijo Dilarl interrumpiendo mi inspirada explicación y mirándome fijamente -. ¿El plan del que hablaste antes… para encontrar la ruta… era este?

-Sí, – Dije llanamente.

Asumí que el camino hacia la asociación tendría guardias protegiéndolo, que no dudarían en atacarnos si nos acercábamos. Todo lo que teníamos que hacer era pasear por la cueva hasta que eso ocurriese, y entonces sabríamos dónde encontrar el pasadizo.

-¡¿Estás loca?! ¡¿Cómo se te ocurrió un plan tan arriesgado?! – Exclamó Dilarl.

-Ah, venga ya, si hemos sobrevivido todos. ♥

-Pero serás… – Dijo apretando los puños, que le temblaban de rabia. Pero antes de que pudiera decir algo más…

-¡Lina! – Aria me llamó desde el pilar de piedra del centro de la isla -. ¿Podría ser esto de aquí?

Estaba señalando un agujero en la columna de roca, que prometía mucho, pero…

-Es demasiado pequeño… – Murmuró Gourry.

Exactamente, aunque el agujero parecía muy profundo, era tan pequeño que incluso yo apenas podría pasar gateando, aún después de quitarme las hombreras. No importaba hacia donde llevase, ni Gourry ni Dilarl podrían entrar por ahí.

-No… creo que sea este. Narof hablaba de una “ruta”, pero él no podría caber por un túnel tan pequeño, ¿verdad? – Dijo Dilarl tratando de encontrar una explicación lógica. Estaba claro que ni Narof ni los demonios pez podrían pasar por un lugar tan estrecho.

“De todos modos… un momento… quizás…”

-¡Lighting! – Tras terminar mi hechizo, lancé la esfera de luz al lago.

La brillante luz iluminó lo que había bajo el agua, permitiéndonos ver con mayor claridad. Como sospechaba, debajo de la isla se encontraba la boca de una enorme cueva bajo el agua.

***

 

Dip… Dip…

El sonido del agua goteando se repetía una y otra vez.

Entramos en la cueva usando el Ray Wing y, después de un rato, el agua dejó paso a tierra firme, por lo que cancelé el hechizo y continuamos a pie.

Si esta era de verdad la supuesta “ruta”, era de esperar que hubiese enemigos esperando para atacarnos, especialmente porque cuando luchamos contra Aireus, uno de los demonios pez huyó, seguramente por aquí, y habría informado sobre nosotros al resto. Así que, aunque era más rápido ir volando, caminar era mejor en caso de que nos atacasen. Además, el musgo fluorescente también llenaba las paredes y el techo de esta cueva, por lo que no necesitábamos crear nuestra propia luz.

Dicho esto…

-Pero… este camino… es demasiado largo… – Dijo Gourry con voz cansada después de andar lo que nos había parecido años. El suelo estaba demasiado húmedo como para poder caminar muy rápido, y el “paisaje” no cambiaba para nada, lo que hacía que el viaje nos pareciese más largo de lo que era en realidad.

Aún así, el pasadizo era muy, muy largo.

“¿Quizás estamos caminando bajo el suelo del lago subterráneo?”

-Quiero advertiros… que si seguimos caminando y caminando sólo para que al final este pasadizo no sea más que una simple cueva, me va a dar algo… – Dijo Dilarl, también cansado.

Cuando entramos en Crimson el Sol estaba a punto de ponerse. No podíamos ver la ciudad desde allí, así que no estaba segura de qué hora sería, pero probablemente sería en mitad de la noche. Eso significa que, excepto por el tiempo en el que estuvimos desmayados cuando la corriente nos arrastró, hemos estado moviéndonos sin parar. Si alguien no se sintiese cansado después de todo eso, sería inhumano.

Aria parecía ser la que estaba más cansada, pues no había abierto la boca desde que entramos en la cueva. Aún así, no podíamos permitirnos parar a descansar. Teníamos que entrar en la base del enemigo y destruir sus fuerzas lo antes posible.

¿O quizás deberíamos destruir toda la Asociación de Hechiceros con un Drag Slave cuando lleguemos?

“Ya lo pensaré cuando lleguemos allí…”

Slayers Volumen 11 Capítulo 3 Parte 1 Novela Ligera

 

-Estoy segura de que es por aquí. – Dije.

-¿Y cómo lo sabes? – Preguntó Dilarl, incrédulo.

-Porque este camino ha sido hecho por el hombre.

-¿Este camino…? ¿Te refieres al terreno que estamos pisando? – Interrumpió Gourry.

-Sí, mira eso. – Dije, apuntando hacia arriba -. Hay estalactitas colgando del techo. Si el fondo fuese natural, habría estalagmitas en el suelo. Pero no hay ninguna, lo que significa que alguien limpió el camino de obstáculos para facilitar el tránsito. Además, parece que estamos llegando a nuestro destino…

Señalé con los ojos hacia el final del pasadizo. Había frascos, tanto pequeños como grandes, alineados en ambos lados.

-Este lugar parece estar siendo usado como almacén, lo que significa que se ha usado hace poco, – expliqué -. Por cierto, Aria, ¿oíste alguna vez de un pasadizo secreto cuando pertenecías a esta asociación?

-Bueno… Sé que el sótano se usa como almacén… pero como tenían contratada a una persona para ocuparse de esa zona… nunca estuve allí… – Murmuró. Como esperaba, parecía totalmente exhausta.

“¿Hmmm?”

Si esta cueva y el sótano están conectados, ¿no debería haber algún rumor sobre el tema? A no ser que hubiese algo que quisieran mantener en secreto.

“Supongo que lo descubriremos tarde o temprano.”

Mientras caminábamos, más y más frascos aparecían a nuestro alrededor, algunos volcados, y algunas extrañas herramientas. Y, por fin…

-Parece que tenía razón. – Dije al pararme enfrente de una puerta de metal, algo que no parecía normal encontrar al final de una larguísima cueva. No parecía que la hubieran puesto porque pasaran a menudo mientras minaban o expandían la cueva. Las piedras a su alrededor indicaban que su instalación fue una chapuza.

No parecía haber ningún enemigo tras la puerta… Aunque podrían estar ahí y ser muy buenos ocultando su presencia.

-Voy a abrirla… – Advertí a mis compañeros.

Uno de ellos tragó saliva ruidosamente. Gourry sacó su espada en silencio y se preparó para un posible ataque sorpresa, mientras que Dilarl comenzó a recitar un hechizo.

Puse mi mano en la puerta.

-Vaya, está bloqueada. Me lo imaginaba.

-¡Oye! – Exclamó Dilarl, dejando de recitar el hechizo.

Aunque, en mi opinión, que una puerta así esté cerrada no debería sorprender a nadie. La examiné más detenidamente.

-Hmmm… Esperad… No está bloqueada, sólo cerrada con llave, así que… – Saqué un fino cuchillo oculto en una de mis hombreras, y lo metí entre la puerta y el marco.

Click.

Con un pequeño ruido metálico, la cerradura cedió.

“Bien.”

-Vale, ahora en serio… vamos.

Con un ruidoso crujido, la puerta se abrió lentamente hacia dentro. No había ninguna emboscada esperándonos, por ahora.

Pero…

-¿Este sitio no es muy pequeño para usarse de almacén de la asociación? – Murmuró Dilarl mientras miraba a su alrededor.

-Además, hay útiles de hogar por el suelo… – Dijo Gourry, haciendo que yo misma echase un mejor vistazo a la habitación.

Tal y como había dicho, había utensilios de cocina y limpieza en una esquina, y todo lo que había allí era totalmente normal y corriente. La habitación no parecía ser mayor que la de una casa normal, con una lámpara apagada colgando del techo.

“¿Qué puñetas… pasa aquí?”

Sin saber qué otra cosa hacer, recité un hechizo.

-¡Lighting! – Elevé mi esfera de luz hacia el techo pero, incluso bien iluminada, la habitación parecía el sótano de una casa normal. Además vi unas escaleras que conducían hacia arriba.

-Parece que… de alguna manera… hemos acabado en el lugar equivocado…

-Jejejeje, mejor subimos las escaleras… – Dije con una risa nerviosa ante el comentario de Gourry, y comenzamos a subir.

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Al final de las estrechas y empinadas escaleras apareció una puerta. Estaba cerrada con llave, pero saqué una aguja que tenía escondida cerca del pecho, la metí en la cerradura, y la abrí sin demasiado esfuerzo. Después de asegurarnos lo mejor que pudimos de que no hubiese nadie detrás, abrí la chirriante puerta y encontré un pasillo al otro lado. Yo entré primero, con Gourry, Aria y Dilarl tras de mí.

-Um… este sitio no es la asociación, – murmuró Aria con una cara inexpresiva.

“Así que al final no lo es…”

En realidad era una increíble obra de mampostería, pero la estructura dejaba claro que no era más que una casa normal y corriente.

-¿Eh? ¿Qué? ¿Hemos venido hasta aquí para nada? – Preguntó Dilarl.

-¿Significa esto que tenemos que seguir avanzando por la cueva?

-Hmmmm… Eso parece… – Respondí a la pregunta de Gourry, sin ganas. Estábamos a punto de darnos la vuelta y bajar por las escaleras…

-Esta es… la casa de Cairus.

… Cuando la silenciosa voz de Aria nos hizo parar en seco.

-En… ¿en serio? – Pregunté, algo escéptica.

-Estoy segura, – respondió con determinación -. Puede que sólo haya estado antes aquí una vez, cuando vine a ver a mi hermana antes de la revuelta de Cairus… pero puedo jurar que he estado aquí antes. – Dicho eso, comenzó a caminar hacia delante con largos pasos.

-¡Espera, Aria! – Grité -. ¡¿A dónde vas?!

-A la habitación de mi hermana, – respondió sin darse la vuelta. En vez de detenerse, empezó a ir más rápido, así que no tuvimos más remedio que seguirla.

Creíamos que la “ruta” era un pasadizo hacia la Asociación de Hechiceros pero, en realidad conectaba con la mansión de Cairus. Posiblemente Narof se dio cuenta de nuestro error, pero no tenía ningún motivo para corregirnos.

Aria recorrió rápidamente la mansión sin mostrar ningún miedo, aunque los enemigos podían estar escondidos en cualquier sitio. Por fin se detuvo delante de una puerta. Con un profundo suspiro, puso la mano en el picaporte.

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Antes de que pudiésemos detenerla, abrió la puerta de par en par, y…

-Bell… – Murmuró, con la voz temblando por la emoción.

***

 

La luz de la Luna penetraba por las puertas que daban a una terraza.

Aunque no había ninguna otra luz, podíamos ver una cama con dosel y una pequeña mesa en una habitación grande, también había una mecedora junto a la cama.

Cerca de la mecedora había una mujer de pie que se parecía mucho a Aria. Su largo cabello plateado brillaba bajo la luz de la Luna.

-¿Ari…a? – Tartamudeó.

-¡Bell! – Gritando el nombre de su hermana, Aria corrió por la habitación y enterró la cara en su pecho.

-Aria, ¿cómo has llegado hasta aquí…?

-He… ¡he venido a salvarte! Oí que, debido a la revuelta de Cairus, la armada del rey viene hacia aquí para convertir esta ciudad en un campo de batalla… Por eso… ¡Por eso vine a salvarte! – Debido probablemente a la tensión acumulada y al poder ver por fin a su hermana, Aria rompió a llorar mientras decía esas palabras.

Bell simplemente acarició el pelo de su hermana, mientras desviaba su vista amablemente hacia nosotros.

-¿Y vosotros?

-Se podría decir que somos los guardaespaldas de tu hermana, – respondí -. Pero lo primero es lo primero, tenemos que sacarte de este lugar, las presentaciones pueden esperar. Podrían atacarnos en cualquier momento.

-S… sí. Bell, ven con nosotros. – Dijo Aria.


-Me temo que no puedo permitirlo, – dijo de repente una voz familiar desde el pasillo.

-¡¿Zonagain?! – Exclamé mientras giraba la cabeza para ver al viejo y bajito hombre que ocultaba su cara con una capucha, llevando la misma capa de la otra vez.

A su lado había otro hombre… de unos 40 años de edad, con el pelo negro. Llevaba una delicada capa bordada con hilo de plata, y con una joya talismán, pero sus ropas no encajaban con su horrible.

“Bueno… teniendo en cuenta la situación, debe ser…”

-¿Tú eres Cairus? – Pregunté.

-Sí, lo soy. Os doy la enhorabuena por llegar tan lejos… pero hasta aquí habéis llegado. Este lugar será vuestra tumba.

No puse mucho interés en sus palabras, porque empecé a reír a carcajadas, lo que provocó que Cairus frunciera el ceño, disgustado.

-¿Ocurre algo?

-¡Es que tu frase ha sido TAN típica! – Fui hacia el centro del pasillo y le señalé con el dedo. – ¡Por si no fuera poco que tu cara parezca la de un villano de tercera categoría, encima vas y nos sueltas una de las frases más típicas! Hasta un niño se reiría de ti.

Una de las cejas de Cairus empezó a temblar, pero probablemente se dio cuenta de que si se dejaba llevar acabaría pareciendo aún más ridículo, así que luchó con todas sus fuerzas para mantener su rabia a raya, siseando como una serpiente.

-Deja de decir tonterías. ¡Vas a morir aquí, no importa lo fuerte que seas!

-¡Eso ya lo veremos! – Dije mientras daba un paso hacia la pared, y en ese momento…

-¡Fireball! – ¡Dilarl, que había estado recitando un hechizo escondido tras mi espalda, liberó una esfera de luz carmesí!

¡BOOOOOM!

Con una gran explosión, las llamas arrasaron el pasillo. Nosotros las esquivamos utilizando la puerta abierta a modo de escudo.

Era el mismo truco que habíamos usado cuando luchamos contra Narof bajo la ciudad. Pero ahora, debido al estrecho pasillo, era imposible de esquivar.

¡Aún así, una flecha de luz emergió de entre las llamas y destrozó nuestra puerta! Salté rápidamente para esquivarla y comencé a recitar mi propio hechizo. Cuando el humo se aclaró pude ver a Cairus y Zonagain de pie al final del pasillo.

“¿Cómo pueden haberse desplazado tan rápido?”

En cuanto ese pensamiento se formó en mi cabeza, Zonagain ya estaba acercándose hacia mí, corriendo por el pasillo a una velocidad extraordinaria y haciendo un extraño sonido.

Por la costumbre fui a coger mi espada, que normalmente colgaba de mi cintura, pero…

Un sonido afilado sonó cerca de mi cabeza. Era Gourry, que me había protegido de una especie de ataque, con su espada.

“Esas cosas… negras…”

Eran las piernas de una araña, saliendo de la encorvada espada del viejo.

-Hmph… No sois dignos de haber matado a Graimore, – dijo Zonagain, alejándose de nosotros con sus patas de araña. Puede que hubiese renunciado a ser humano, pero aún así no le apetecía medirse cuerpo a cuerpo contra Gourry.

Entonces…

-¡Bram Blazer! – Lancé mi hechizo… ¡justo a mi espalda, de donde acaba de surgir una presencia sedienta de sangre!

La luz azul alcanzó a una mujer vestida de verde, que había aparecido en el pasillo sin que nadie se diese cuenta. O eso pensaba yo… ¡porque cuando el hechizo estaba a punto de golpearle, la mujer lanzó su propia onda de luz cerúlea que se expandió por la habitación!

-¡Ugh! – De repente sentí un intenso dolor por todo el cuerpo.

“Eso era… había perdido un montón de fuerza, ¡pero estoy segura de que era un Bram Blazer! ¿Me ha devuelto mi propio hechizo?”

Cuando la luz se disipó, la mujer de verde estaba… no, esperad… Después de mirarla por segunda vez, me di cuenta de mi error. No estaba vestida de verde, sino que todo su cuerpo – cara, torso, cabeza, incluso las manos y los pies – eran de un color verde brillante, como una esmeralda.

Con alguien así en el campo de batalla, la balanza no estaba a nuestro favor. Yo quería acabar con Cairus allí mismo, pero la situación no nos lo ponía nada fácil.

-¡Vamos, a la habitación! – Grité a Gourry y Dilarl y nos retiramos hacia la habitación, en la que esperaban las dos chicas -. ¡Aria, Bell, vámonos de aquí! – Exclamé, y comencé a recitar un hechizo.

Como las cosas estaban así, pensé en sacar a Aria y los demás del edificio, ¡y luego hacerlo añicos con un hechizo gordo, junto a nuestro enemigo!

-¡No les dejéis huir! – Gritó Cairus desde el pasillo -. ¡Zonagain, Mucale, a por ellos!

Al oír esas palabras, Aria se detuvo de repente. – Qué… ¿qué ha di…?

-¡Pero qué haces, Aria! ¡Vamos! – Gritó Dilarl, abriendo las puertas de la terraza de una patada.

-Oh… – dijo, y empezó a correr de nuevo.

Mientras, Gourry plantó cara una vez más a Zonagain, que había aparecido de repente en la puerta de la terraza. Entonces…

-¡Esperad! – Grité a Dilarl y Aria, pero tanto ellos como Bell ya estaban fuera.

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Al oírme se detuvieron en seco, pero entonces… algo que parecía una hoz atravesó el pecho de Dilarl.

Lentamente, el muchacho cayó al suelo, golpeándolo con un sonido seco.

-¡Señor Dilarl! – Gritó Aria, su grito desesperado resonando por todo el edificio.

Gourry y yo corrimos hacia la terraza. En cuanto llegamos algo cortó el aire hacia nosotros, pero Gourry lo desvió con su espada.

Rodeé a Dilarl con un brazo, y cogí la mano de Aria con mi mano libre. Tras confirmar que Gourry estaba agarrado a mis hombros, lancé mi hechizo.

-¡Ray Wing!

Teníamos que salir de allí en seguida, y la mejor manera era un Ray Wing amplificado.

Pero, cuando el hechizo estaba a punto de hacer efecto…

-¡Kyaaaa! – El grito de Bell resonó en mis oídos. Cuando volví la cabeza, vi una de esas cosas parecidas a ramas podridas agarrándola por la pierna derecha.

“¿Eso es…?”


-¡Bell! – ¡La mano de Bell se resbaló de la de su hermana! – ¡Sácanos de aquí! – Me dijo mientras Bell caía de nuestra barrera de viento mientras esta se empezaba a formar.

Los cuatro empezamos a volar, dejando a Bell atrás.

-¡Bell…! – Aria volvió a gritar. No había duda de que quería regresar y salvarla, pero seguramente pensó que Dilarl no duraría en esas condiciones mucho tiempo.

Pero… en mis brazos, el cuerpo de Dilarl empezaba a enfriarse poco a poco… Sabía lo que eso significaba.

Así es… como muere un hombre.

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