Jimi na Kensei (NL)

Volumen 3

Capítulo 2: Dictador De Una Tierra Extranjera

Parte 4: Evaluación

“¿Qué pensaste de él?”

“Bastante más común de lo esperado. Dadas nuestras preocupaciones anteriores, fue casi decepcionante”.

Después de una charla agradable pero sin sentido y de ver el debate entre los Tesoros Sagrados, el primer día de la conferencia ha llegado a su fin. Posteriormente, el rey y Lord Caputo discuten sus impresiones de la noche. Por fin han podido hablar con el jefe del país vecino, es cierto, pero esto fue solo el comienzo.

“Sí… La impresión que tuve es que quizás es un poco desalmado, pero no ha hecho nada malo como jefe de estado”.

“Incluyendo el hecho de que está dispuesto a inclinar la cabeza ante nosotros… Que sabe cuándo cortar sus pérdidas y retirarse es bueno. Nos ahorrará tiempo al hablar con él”.

¿Qué clase de hombre es el revolucionario que derribó el Imperio de Domino? Si fuera irremediablemente ingenuo o tonto, no tendría sentido negociar. Pero, por lo menos, no mostró tales fallas en su breve reunión. Parece más razonable que los nobles emigrados, de todos modos.

“Parece que lo impulsa la emoción en su búsqueda de la Casa Imperial, pero también un sentido del deber en asuntos políticos. Un sentido de profesionalismo, en cierto modo”.

“Su falta de apego le permite cambiar de táctica según sea necesario. Es un rasgo por el que deberíamos estar agradecidos”.

No derrocó al antiguo régimen por un sentido de idealismo o ideología, sino por odio a la Casa Imperial. El hecho de que empuñe a Dainsleif lo hace casi seguro, pero es una suerte que hayan podido confirmar ese hecho.

“En cuanto a la hija de Lightning Slasher… es demasiado pronto para decirlo. Aun así, dudo que sienta algún odio hacia una niña que nunca obtuvo ningún beneficio de ser miembro de la Casa Imperial”.

“Al final, eso dependerá completamente de sus emociones. Las emociones no se pueden medir fácilmente, ni siquiera comprender adecuadamente, ni siquiera quien las siente”.

La pregunta más importante es si Lain es considerada un objetivo en sus planes de venganza. Dependiendo del resultado de esa pregunta, Sansui podría decidir que no tiene más remedio que matarlo y actuar en consecuencia.

“Somos afortunados de que lidere a su país, sea cual sea el motivo. Ciertamente es posible que, sin él, individuos suficientemente desesperados puedan decidir arriesgarlo todo en otra invasión. Sería un esfuerzo inútil”.

“Sería una pena perderlo en esta coyuntura. Ahora, ¿sientes que vale la pena atraerlo a tu lado?”

“…Demasiado pronto. Demasiado pronto para decirlo”.

El Reino de Arcana preferiría que la República de Domino mantuviera su forma actual.

Pueden prosperar o hundirse, pero prefieren evitar una avalancha de refugiados desesperados. Conquistar el territorio y gobernarlo sería una carga aún mayor. Duplicar sus tierras actuales simplemente no era una solución viable. Incluso con los cuatro ases disponibles, no era algo que pudiera lograrse fácil o simplemente.

Entonces, ¿qué pasa con los intereses de la Casa Arcana? Aunque dependen en gran medida de la personalidad y el carácter de Ukyo, les gustaría atraerlo a su órbita, si es posible. Como portador de cuatro de los Tesoros Sagrados, no solo tiene un valor simbólico, sino también un valor práctico.

Es un hombre que literalmente derribó todo un imperio. En términos de logros, ciertamente tiene más detrás de él que incluso los ases arcanianos. Aun así, no es una cuestión sencilla atraer a un jefe de estado como Ukyo a su lealtad.

El propio Ukyo se da cuenta de esto, pero si la República pierde tanto a Ukyo como a Ungaikyo, tanto política como materialmente, entonces sus países vecinos comenzarán a cortar pedazos de Domino. Como tal, llevarlo a su esfera de influencia requeriría ganar una guerra total y absorber la República, algo que no es lo mejor para el reino en sí.

“Aun así, vale la pena intentarlo”.

“Ya veo… Me alegra escuchar eso, Su Majestad.”

Ahora que saben que Ukyo no es del tipo que se compromete tontamente con una guerra perdida por despecho, la Corona, a quien le encantaría agregarlo a sus filas, ciertamente preferiría tratar de alejarlo de apuntar a Lain. Si pueden tener éxito en eso, hay una buena posibilidad de que puedan atraerlo a su lado. Por supuesto, eso requiere lidiar con otro tema que aún está sobre la mesa.

“En cuyo caso, eso nos deja con el problema de la nobleza imperial”. “Sería mejor para ellos luchar hasta el final”.

Incluso agotada como está la República de Domino, los nobles emigrados todavía no tienen la fuerza suficiente para derribarla. Como tal, dependen del Reino de Arcana para todos sus planes, pero el reino ya está en camino de dejar completamente al Imperio a un lado y aceptar a la República como los gobernantes legítimos de Domino. Cuando eso suceda, los nobles ciertamente se volverán locos. Como mínimo, eso es lo que sugiere la información disponible hasta ahora.

“No podemos permitirnos que ninguno de los tres objetivos caiga en sus manos”.

“¿Es una bendición o una maldición que el Lightning Slasher haya adoptado al abandonado…?”

El joven apóstol de la espada es fuerte más allá de lo razonable. Incluso la Casa Marcial Sepaeda no pudo medir el alcance de su poder, que debe haber sido la razón por la que decidieron tratar de averiguar el alcance de su habilidad haciéndolo chocar con la fuerza de combate más elitista del

Reino de Arcana, la Guardia Real. Por supuesto, lo único que aprendieron fue que ni siquiera ellos tenían ninguna posibilidad contra él.

“Es un hombre sencillo. No depende de la Casa Sepaeda”. “Como usted dice, Su Majestad.”

“… Sería mucho más reconfortante tenerlo si no tuviéramos que competir contra él”.

El rey, al menos a nivel personal, siente un poco de envidia de la naturaleza dictatorial del antiguo Imperio. Le encantaría gobernar el país basándose únicamente en su voluntad, utilizando toda la extensión de sus habilidades. La realidad es que le encantaría tener la oportunidad de usar los cuatro ases como quisiera.

Si fuera una opción… Las posibilidades serían…

“Debemos contentarnos con el conocimiento de que competir contra un rival poderoso nos hace más poderosos a su vez”.

***

Independencia

Aunque el grupo de la Casa Batterabbe tenía la tarea de proteger la cumbre, no se les había asignado un lugar en particular para vigilar durante las noches. Como tal, con un Eckesachs visiblemente furioso a cuestas, se dirigieron a uno de los balcones de la finca para disfrutar del aire nocturno.

“No sabía que tenías una mecha tan corta, Eckesachs…”

Esta fue una parte inesperada de la personalidad de su arma. Habiendo sido testigo recientemente de su temperamento explosivo, Saiga ahora intenta calmar a Eckesachs mientras se cuece en su forma humana.

“Frustrante… Tener finalmente la oportunidad de viajar contigo, y todo lo que nos espera es una colección de molestias”.

Sunae le da a Saiga una mirada de reojo, ya que ya se ha llenado de la problemática tarea política. No están aquí de vacaciones, por lo que la probabilidad de tener tiempo libre para disfrutar de los alrededores es casi nula. Cualesquiera que sean sus opiniones reales sobre lo que está en juego en la política, de joven encuentra la situación aburrida.

“La política es una bestia problemática. Pero para evitar que la guerra devore más vidas, este tipo de molestias es un mal necesario”, Tahlan regaña suavemente a su hermana.

Las negociaciones entre países en guerra son extremadamente importantes, vitales para reducir la posibilidad de derramamiento de sangre. No son algo que deba tomarse a la ligera.

“…Lo sé. Mis disculpas.”

Eckesachs, aun haciendo pucheros, ofrece una disculpa. La conversación entre ella y los otros Tesoros Sagrados había descendido a tal nivel de locura que Saiga y Ukyo tuvieron que golpearlos con algo de sentido común.

“¡Entonces quizás deberías actuar de una manera apropiada a tu posición!

¡Tú comportamiento no fue apropiado para una espada legendaria!”

“Vamos, vamos… Así que supongo que todavía estabas con Suiboku cuando los viste por última vez, ¿eh, Eckesachs?”

Saiga intenta calmar la agitación de Sunae mientras dirige la pregunta a Eckesachs.

“En efecto. Nos encontramos con ellos hace unos dos mil años, e incluso luchamos contra sus amos. Fue como quinientos años después de eso cuando Suiboku y yo tomamos caminos separados”.

Todos los presentes conocieron a Suiboku, el antiguo maestro de Eckesachs. Como tales, saben por qué abandonó a Eckesachs. Es una realidad brutal para Eckesachs, pero la triste decisión de dejarla atrás finalmente contribuyó a su desarrollo posterior.

“Dainsleif ya había predicho nuestra separación en ese momento. Que si buscaba la perfección, en algún momento soltaría la espada definitiva en pos de esa perfección. Odio admitirlo, pero tenía razón. Dainsleif y yo, aunque ambas espadas, siempre hemos tenido propósitos divergentes”.

Eckesachs, la máxima espada divina… Su función era amplificar la “energía” en su sentido más amplio.

Dainsleif, la Espada Demoníaca de la Venganza… Su función era drenar la sangre de los que cortaba.

Si bien ambos eran indudablemente Tesoros Sagrados, las características definitorias de sus portadores no podrían haber sido más diferentes.

“Solo acepto a aquellos que buscan alcanzar la fuerza como mi portador. Es decir, mi propósito es funcionar como espada. Pero ella es diferente. Ella es un medio para cumplir un fin llamado venganza”.

Bueno, quizás eso sea cierto. Como había señalado el propio Suiboku, convertirse en el más fuerte es un objetivo en sí mismo, no un medio para lograr otra cosa. Al igual que Shouzo, aquellos que son realmente los más grandes son demasiado poderosos para ser utilizados simplemente como un medio.

“Prefiero ser empuñado como una espada. Pero en su caso, mientras ocurra la venganza, no le importa si su propia espada sabe a sangre o no”.

Para lograr venganza organizando una revolución y armando a una gran multitud de personas… Esas acciones tienen poco que ver con la Espada Demoníaca de la Venganza en sí. Ella no tiene ningún papel en nada de eso. Pero, incluso si eso sucediera, Dainsleif todavía está satisfecho.

“Supongamos que ella piensa que es ilustrada… Pretenciosa”.

Aun así, Eckesachs, habiendo visto “el más fuerte” objetivamente, no puede negar la verdad de esas palabras. Ella tampoco puede aceptarlo.

“No fue tu culpa, Eckesachs, pero tampoco fue culpa del Maestro Suiboku. Entiendo eso.”

“… Mm.”

Los mortales ordinarios que respiran el aire de la noche en la propiedad Caputo comprenden que están lidiando con un asunto de Inmortales y Tesoros Sagrados, seres que trabajan en una escala de tiempo completamente suya. Es un asunto que tiene una escala demasiado masiva para considerarlo de manera objetiva. Estos eran asuntos que habían tenido lugar durante tantos años y meses que hicieron que los presentes quisieran mirar hacia arriba y perderse en las estrellas de arriba.

“Aun así, la realidad es que mis Tesoros Sagrados tenían la culpa. Estoy aquí para disculparme”.

Una lanza, un cáliz, una hoja corta y un espejo… Aparece un hombre con esos cuatro objetos. Obviamente, es Ukyo Fuushi, líder supremo de la República de Domino.

“Ah, si no es el nuevo emperador en persona”.

“Mi gente me llama así. Empiezo a pensar que debería tomar ese título y terminar”.

Habiendo recibido una bienvenida levemente desafiante de Tahlan, Ukyo responde un poco cansado. Se une a los cuatro que se refrescan en el balcón, también contemplando el cielo nocturno.

“Veamos… ¿Quién eras tú de nuevo?”

“Magyan Tahlan. Un miembro de la realeza de un reino muy, muy lejos de aquí”.

“Ya veo… Es lindo aquí, ¿no? Alégrate de no haber venido a mi país”.

Fue un comentario muy cansado y autocrítico, poco digno de un revolucionario que había derrocado todo un imperio. Pero Tahlan simplemente lo miró con admiración.

“‘Mi país’… No creo que haya un hombre vivo que no haya querido decir esas palabras y decirlo literalmente”.

“Supongo que es cierto. Me estoy cansando un poco, pero aun así…”

Al escuchar las palabras de Tahlan, Ukyo vuelve su mirada hacia el horizonte, mirando a lo lejos a su propio país.

Su país, devastado por la guerra, un país que él mismo había empujado a una espiral de destrucción. Habiéndose levantado para destruir el país, en realidad había derrotado al régimen gobernante, y ahora, trabajó para borrar todo lo que quedaba de la Casa Imperial. Con estos pensamientos en mente, el hombre más poderoso de la República de Domino vuelve su mirada hacia su país.

“Tomé el título de ‘presidente’ para tratar de enseñar a la gente lo contrario. Pero la mayoría de ellos siguen gritando ‘¡Viva el nuevo emperador!’. Rompen las bóvedas de los nobles y gritan ‘¡Viva el emperador!’ Mientras saquean su contenido”.

Todos en el imperio habían pasado hambre. Se confiaba en Ukyo, que los había ayudado a saciar esa hambre, por esa misma razón.

“La gente de mi país hace tiempo que se olvidó de cuáles eran mis ideales. Se han olvidado de toda la mierda que solté sobre un país justo y equitativo. Probablemente nunca entendieron lo que significaba justicia o igualdad en primer lugar”.

El hombre estaba claramente cansado de vivir. Pero también era un hombre que estaba haciendo todo lo posible por aferrarse, aferrarse a la esperanza, una razón para vivir.

“La gente que me rodea inmediatamente es aún peor. Piensan que porque derribaron a la nobleza van a hacerse cargo. Oh, no se llamarán a sí mismos nobles, pero creen que tienen derecho a ello. No les importa nada la justicia o la igualdad, solo la construcción de una sociedad que los satisfaga. Demonios, probablemente ni siquiera estén pensando en la sociedad en absoluto. Se trata de su propia codicia”.

Desprecia su propio valor y sus logros. Pero al mismo tiempo, hay cierta aceptación allí.

“Son partidarios dignos de un hombre que derribó un país por sus propias razones egoístas, y está planeando masacrar a mujeres y niños solo porque comparten sangre con un hombre al que odia. Mi venganza se aprovechó de mi gente… Pero al final, esa gente también se aprovechó de mí. Todos somos culpables”.

“No hay necesidad de revolcarse tanto, oh padre fundador. Expulsaste a un rey indigno y los súbditos de esa tierra te aceptaron como su nuevo rey. Debes sentir orgullo, no vergüenza, por tu logro”.

Sunae regaña descaradamente al “rey” de otro país. Aun así, hay respeto enterrado debajo de sus palabras.

“Orgullo de mi poder… Quizás. Sé que lo que hice fue bastante impresionante. Realmente pensé que sería la mejor venganza. Pero… todo esto es poder que me dio un dios, y eso lo hace difícil…”

“Me imagino que Dainsleif debe haberte dicho que los tires a todos, ¿no?”

“… Sí, lo hizo”, responde Ukyo, asintiendo con la cabeza a la pregunta de Eckesachs. Su expresión muestra simultáneamente desdén y simpatía por quien había sido.

“Vine a este mundo habiendo recibido cuatro tesoros de Dios. Creí que todo saldría a mi manera. Pero lo que encontré en realidad fue un grupo de personas codiciadas por mis tesoros. No ha cambiado mucho. Dudo que yo mismo tenga algún valor”.

Saiga sintió una punzada en su propio pecho al escuchar el auto desprecio de Ukyo y, acercándose, agarró firmemente la mano de Sunae. Quería sentirse conectado con otra persona en ese momento.

“Aun así… estoy aquí. No tengo ninguna intención de dejarlo todo a un lado. Aún no es mi momento de morir”.

Su propio valor proviene de las herramientas que solo él puede usar. Quizás eso es todo lo que es. Pero incluso entonces, está en un país enemigo como jefe de estado. Tiene una responsabilidad que cumplir.

“Dime, el maestro de Eckesachs… Saiga, ¿verdad? Cómo hizo…” “Cuidado, mi maestro”.

Desde la espalda de Ukyo, Ungaikyo emite una advertencia. Hay una tensión definida ahí.

“¡Hay varios hombres armados con armas mágicas al acecho en la oscuridad!”

Debido a su capacidad para crear copias, Ungaikyo es capaz de reconocer y detectar la autenticidad y las habilidades de varios tipos de equipos.

Así como la Espada Demoniaca Dainsleif puede rastrear objetivos de venganza, el Espejo de la Verdad Ungaikyo puede clasificar las cosas que ve. No importaba si era en medio del día o en la oscuridad de la noche.

“Solo para confirmar… ¿Tienes la intención de matarme?”

“Por supuesto no. Si intentáramos matar al portador de Elixir, no lo perseguiríamos directamente”.

Por “usted”, Ukyo se refiere al grupo de la Casa Batterabbe. Eckesachs descarta rápidamente esa posibilidad.

“En realidad, no he hecho nada para que este reino me odie personalmente, ya sabes”.

Es cierto que los invadió, pero sus ejércitos no causaron ningún daño. Y Saiga, el as de la Casa Batterabbe, no tiene ninguna conexión con la Casa

Caputo. Sunae y Tahlan también vienen del extranjero demasiado para tener alguna conexión allí.

“Lo que significa… ¡¡Estos son…!!”

El padre fundador de la República de Domino sonríe con fiereza. Con un enemigo malvado al que luchar, adopta el comportamiento de un revolucionario que lucha por la justicia. Ukyo se anima más y parece cobrar vida de verdad.

“La escoria de la nobleza imperial, ¿huh?” Destellos de metal reluciente en la oscuridad.

Con una visión precisa del futuro de su adivinación, Saiga cae en una postura de batalla, tomando a Eckesachs en su forma de espada. Tahlan y Sunae también se colocan en sus posiciones sin dudarlo, moviéndose frente a Ukyo.