Shijou Saikyou No Daimaou Murabito A Ni Tensei Suru (NL)

Volumen 1

Capítulo 20: El Ex-Señor Demonio Contra El Frenético Rey De Los Dragones, Elzard

Parte 2

Elzard continuó lanzando sus ataques. Encendí algunas llamas en su dirección para acercarla al final de sus poderes mágicos, pero ella debe haber tomado mi comportamiento como pesimismo, porque se burló de mí.

“¡Ah! Vamos, ¿Qué pasa? ¡Tienes que ir a la ofensiva si quieres ganar!” Llovió más rayos con una mirada victoriosa en su rostro.

Su idiotez me dejó con los labios sueltos.

“Heh-heh… Elzard… Para alguien de tu edad, peleas como un niño”, me burlé, riéndome entre dientes.

Estaba buscando emitir algún tipo de refutación…

“¿No deberías vigilar tus pasos?”, Sugerí.

Elzard saltó a un lado, aterrizando en el suelo que estalló en una abrasadora tormenta de fuego. Era una combinación de magia de tierra y fuego conocida como Ground Bomb. Había estado manejando su paradero por algún tiempo, y todo había estado conduciendo a esto.

“¡¿U-uuuuuurg?!”

Los gritos de Elzard resonaron en el centro, y le envié una sonrisa helada en su dirección.

“Luchas de la misma manera que aquellos que ejercen el poder absoluto. Hay una desventaja importante que tienen esos guerreros, ya sabes, que aquellos que nunca han experimentado batallas difíciles solo emplearán estrategias simples en el campo de batalla. Eso te hace susceptible a caer en trucos fáciles. Parece que no aprendiste nada de cuando te quitaron la alfombra del reinado hace miles de años”.

La Ground Bomb desapareció cuando llegó a su límite, pero el ataque único pareció causar un daño significativo. Eché un vistazo a su cuerpo, que estaba completamente chamuscado y emitiendo humo, mientras sostenía mi lanza preparada.

“En mi opinión, los guerreros más fuertes no emplean suficiente precaución. Debe derivarse de la tonta ilusión de que no hay forma de que mueran o que la victoria sea tan buena como la de ellos… Y me parece que todavía estás convencida de que vas a ganar, incluso ahora. Déjame decirte algo.”

Enfoqué mi fuerza en la lanza en mi mano.

“No hay nada en este mundo que no pueda ser destruido”.

Apunté la lanza carmesí a Elzard, impulsándola a través del espacio antes de que atravesara mi objetivo directamente a través de su pecho. Su impulso tiró de su cuerpo hacia atrás, llevándola hacia el borde de la cumbre. Su herida arrojó sangre fresca hasta que finalmente se desplomó en el mar de nubes.

“¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaardddddddddd!” Gritó Ireena mientras saltaba sobre mí.

“¡Yo… sabía que ganarías! ¡Pero aun así! ¡Estaba muy preocupada! ¡Estoy tan feliz de que hayas ganado! ¡Gracias a Dios que no estás herido! ¡Estoy tan tranquila!”

Mientras enormes gotas de lágrimas caían de sus ojos, ella celebró mi victoria, y la sostuve con fuerza, acariciando su cabeza.

Menos mal, Ireena era la mejor de lo mejor.

“¡E-Esto es una pesadilla! ¡Debe ser eso…!”

“¿En serio? ¿El Rey de los Dragones cayó… así como así…?”

Los demonios estaban abatidos, no es que hubiera necesidad de considerar sus sentimientos.

Todo finalmente había llegado a su fin. Regresaremos a la capital y disfrutaremos de una buena comida juntos, pensé cuando vi algo retorciéndose debajo de la cumbre en el mar de nubes en la distancia.

En el siguiente instante, las nubes de color blanco lechoso se oscurecieron cuando los truenos retumbaron en el cielo.

Un destello brillante se disparó hacia el espacio exterior.

“¡Aaaaaaaaaaaargh! ¡Aaaaaaaaard! ¡Meteooooooooor!” Rugió con fuerza suficiente para sacudir la tierra antes de que finalmente apareciera, atravesando las nubes y volando por el aire.

Era un gigantesco dragón blanco de tres alas, una vista majestuosa que merecía el título del Rey de los Dragones Frenéticos.

“¡Aún no! ¡Esto todavía no ha terminado!”, Chilló furiosamente justo cuando un círculo mágico dorado estalló frente a la verdadera forma de Elzard.

“Bueno, bueno… ¿No sabes que a nadie le gustan las mujeres persistentes?”, Pregunté, frunciendo las cejas mientras usaba cada onza de poder para construir mentalmente un hechizo de defensa de clase especial.

Se completó en cuestión de segundos, y lancé este hechizo a pesar de que todavía consumía mi energía mágica, cubriéndonos a Ireena y a mí en una gruesa membrana dorada con un radio de unos cincuenta metros.

Puse en su lugar un hechizo de defensa de siete círculos del más alto calibre, Ultima Wall, justo a tiempo.

“¡Desapareceeeeeeeeee!” Rugió Elzard, lanzando otro hechizo y disparando un grueso haz de luz azul con fuerza suficiente para derribar un castillo o dos.

Pero mi barrera defensiva tampoco era un hechizo ordinario. Era lo suficientemente acerado como para que un dragón común no lograra arañarlo. Dicho esto, parecía que Elzard no era una bestia promedio, ya que la primera de mis siete capas se pulverizó por el impacto de su ataque.

Una horda de demonios se situó dentro de la trayectoria de su asalto.

“¡¿Eeeeeeeeeek?!”, uno de ellos gritó.

Pero no tenía suficiente capacidad mental para salvarlos. Observé que los rayos se tragaban a los demonios y desaparecían mientras pensaba para mí:

… Después de que esta maldita lagartija fuera derrotada hace mil años, apuesto a que se escondió en esta cumbre durante un milenio. Y dado que el maná, o energía mágica, se concentra fuertemente en áreas más cercanas al espacio exterior, supongo que la densidad mágica en esta montaña no sería muy diferente de la de mí tiempo. Si ella pasó sus años aquí, eso significa…

“¡Raaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagh!”

Eso significaba que la magia de Elzard se había salvado del deterioro a través de las épocas.

El segundo rayo vino zumbando hacia nosotros y mato a otro demonio antes de que masticara a otra de mis barreras. Quedan cinco capas.

… Creo que esperaba que todo se redujera a esto. Juro que tengo la peor suerte.

“Ireena”, dije en un tono de resignación mientras la miraba a la cara.

Mostraba una mirada de preocupación y miedo. Pero pude ver que también había confianza: Ard pensará en algo. Y eso le había dado esperanza.

Ireena, te protegeré pase lo que pase.

No importaba lo que sucedería como resultado. Mientras ella estuviera viva, eso era suficiente.

Creí esto desde el fondo de mi corazón… pero aun así no pude evitar que mi corazón se desbordara de emoción y derramara algunas palabras propias.

“Te imploro que no mires esta próxima batalla”.

Me di cuenta de que se dio cuenta de que mi corazón se rompía en función de mi tono de voz, y me miró con curiosidad. Pero no había nada más que pudiera decir.

Iba a quitarme la máscara, mi identidad como Ard Meteor, para convertirme en el Señor Demonio Varvatos una vez más.

Todos los caminos conducen a la desesperación.

Esa es la forma de vida de un hombre lamentable.

Comencé el encantamiento de mi magia más grande y más fuerte hecha exclusivamente para mi uso personal, un Original.

En completa soledad esta él.

Porque hay quienes siguen su ejemplo

Pero ninguno para gobernar junto con él.

Dos de las cinco capas restantes fueron molidas.

“¡Ha-ha-ha-ha-ha! ¡Sufre! ¡Ard Meteor!” Gritó Elzard, haciendo que la cara de Ireena se nublara de miedo intenso.

Agarré a Ireena fuertemente en mis brazos como consuelo, continuando con mi canto.

No hay quien entienda.

Todos están ansiosos por dejar su lado.

Queda una capa. Y estaba tan cerca de terminar mi encantamiento.

Echado por su única amiga.

Se hunde en un mar de locura y aislamiento.

La capa final fue aplastada por el peso de su ataque. Elzard estaba ansiosa por dar su golpe final, convocando a otro círculo mágico.

Descansa sin paz.

Ahogarse en angustia y desesperación.

Es lo que guía este cuento.

El Reino Privado: La historia de un rey solitario.

Cuando el canto llegó a su fin, invocó la aparición de cierta figura.

Estábamos rodeados de innumerables círculos mágicos que brillaban dentro y fuera de la existencia hasta que finalmente revelaron a una mujer.

Ella era deslumbrante, increíblemente hermosa. Con el largo cabello plateado que le rozaba las caderas y las orejas puntiagudas, exhibía una belleza madura. Su belleza era atemporal.

Su cuerpo entero estaba atado en una camisa de fuerza negra como la oscuridad…

AMENAZA DETECTADA: NIVEL III.

LIBERACIÓN DE RESTRICCIONES EN UN 15 POR CIENTO.

INICIANDO MANIOBRAS DE DEFENSA.

Una voz robótica resonó en ella mientras arrancaba los lazos de su mano derecha, su fachada sin emociones como una marioneta. En el momento siguiente, Elzard disparó otra ráfaga de luz en nuestra dirección, y la convocada extendió su palma frente al diluvio que se acercaba.

Un golpe directo.

Pero cuando su ataque hizo contacto con las yemas de los dedos de la mujer, absorbió por completo su poder.

“¡¿Que es ella…?!”

No tenía la obligación de responder esa pregunta. Estaba listo para llevarlo al siguiente nivel.

Cuando me acerqué a la mujer, su rostro se torció ligeramente, volviéndose para mirarme. Había algo en su rostro que me recordaba un poco a Ireena, pero esos ojos azules no tenían ninguna emoción en ellos.

Bueno, ella no era más que una muñeca, nada más que una marioneta lamentable que mi alma había capturado.

La llamé. “…Ha pasado un tiempo. ¿Bailamos, Lydia?”

SÍ, MI SEÑOR, ella respondió, estallando a través de todas sus restricciones y abrazando mi cuerpo.

En el momento siguiente, Lydia se vio envuelta en un brillo cegador mientras cambiaba de forma a una forma líquida brillante. Se enroscó alrededor de todo mi brazo derecho y se transformó en una cadena tan negra como la medianoche, que llegó hasta mis dedos donde apareció una espada gigante del mismo color ante mí.

Suavemente acaricié la mujer convertida en arma y fijé mis ojos en Elzard para lanzar una mirada feroz.

Hice una declaración. “Pelearé en tu arena. Ven, humilde tonta”, escupí mientras componía y activaba un hechizo para flotar en el aire.

Momentos después, estaba volando alto por el cielo.

“¿De Verdad? ¿Estás desafiando a un dragón a una batalla en el aire? ¡Haré que te arrepientas de tu arrogancia, con la muerte! ¡Reconoce tu impotencia y desesperación!” Elzard retumbó, expandiéndose y batiendo sus tres enormes alas para cazarme.

Nos enfrentamos en el umbral entre la tierra y el espacio.

“Sigues hablando de ‘desesperar esto’ y ‘desesperar aquello’… pero supongo que no tienes ni idea de lo que estás diciendo. Sabes, eres mil años demasiado joven para hablarme así”.

Mirando a mi enemigo, hablé con indiferencia helada.

“Permíteme mostrarte la verdadera desesperación (como el Señor Demonio)”.

Dejé que mis labios se elevaran en un gruñido, causando que Elzard saltara, pero ella logró recuperarse de inmediato, recuperando su espíritu.

“¡Enséñame si puedes!”, Gritó, liberando toda la gama de sus furiosas emociones.

Estábamos a punto de comenzar nuestra batalla en el aire, luchando en el campo de origen del dragón.

La cantidad de demonios había disminuido enormemente a manos de Elzard, el dragón blanco. Pero no habían sido eliminados por completo, ya que fueron capaces de recuperarse con capacidades curativas únicas para la raza demoníaca. Incluso habían logrado curarse de las heridas infligidas por Ard Meteor.

¿Cuál fue su próximo movimiento?

La respuesta fue obvia. Necesitaban cumplir su misión. Si se abalanzaran sobre su sacrificio, Ireena, que estaba indefensa y expuesta, podrían salir de este lugar y seguir adelante con la ceremonia.

Todos los demonios sobrevivientes sabían esto. Pero no podían moverse ni una pulgada.

Aunque entendieron perfectamente lo que tenían que hacer, en realidad no pudieron llevarlo a cabo, gracias a la escena que tenían delante.

“¡¿Qué es eso…?!”

“¿E-Es esta la vida real…?”

“¡Pensar que estaríamos luchando contra esa cosa…!”

Las antiguas leyendas se representaban frente a ellos, en este mismo mundo.

Bajo un cielo oscuro, dos combatientes en blanco y negro se enfrentaron violentamente. Justo cuando los demonios pensaban que un destello rojo se cortaba en el aire, una ondulación azul llenaría el cielo, de un lado a otro, los colores surcaban el espacio sin fin. En medio de estas explosiones de rojo y azul, hubo destellos de blanco y negro que zigzaguearon por el cielo.

Los demonios no tenían idea de lo que los dos estaban haciendo allí.

Toda esta batalla estaba más allá de su comprensión, a pesar de que eran conocidos como el flagelo de la sociedad.

Pero estaban seguros de una cosa: eran insignificantes en comparación con las dos figuras en el cielo. Era la única cosa de la que todos estaban dolorosamente conscientes.

Los demonios notaron que habían caído de rodillas, juntando sus manos.

“¡Ah…! ¡Ah…!”“¡Por favor perdónanos…! ¡Oh por favor…!”

Mendigaban a través de ruidos de dientes y convulsiones de cuerpo completo. Sus corazones se habían apoderado del absoluto asombro y terror. Así es como cualquiera reaccionaría ante seres casi omnipotentes y una situación incomprensible

Los demonios se despojaron de cualquier otro pensamiento mientras se concentraban en ofrecer sus oraciones, ya no atados a un sentido de deber o lealtad hacia su maestro.

Sus corazones habían sido completamente pulverizados por la vista de estos dos monstruos y el terror puro que habían infligido a todos y cada uno de ellos.

***

Junto a los demonios en pánico para elevar sus oraciones con desesperación estaba Ireena, la elfa, que temblaba incontrolablemente. Las ondas de choque de los monstruosos golpes de arriba la cubrieron mientras murmuraba para sí misma.

“¡Ard puede hacer todo posible…!”

Llamarlo fenomenal o irregular no era suficiente: se movía a una velocidad casi tan rápida como la luz. Cualquiera de sus ataques podría destruir una ciudad entera en un golpe crítico.

Pero actuó como si lo hubiera hecho toda su vida. Estaba en el reino de los dioses. El mundo de los mortales estaba muy por debajo de él.

Por eso Ireena no pudo evitar pensar, me asusta.

… Significaba que no había sabido nada sobre Ard; ella solo pensaba que lo conocía. Pero ahora, Ireena había descubierto su verdadera identidad, demasiado bien.

En verdad, la hizo querer trazar una línea entre ellos, con ella como una adoradora temerosa de Dios y él como una deidad. Ireena estaba en una encrucijada: estaba empezando a tener dificultades para verlos a ambos como iguales. Estaba a punto de unirse a los demonios para juntar sus manos en oración. Su corazón crujió bajo el peso de su angustia.

Pero se contuvo justo a tiempo. “¿Qué estoy pensando?”

Ireena hinchó las mejillas y volvió a sus sentidos.

Las palabras de despedida de Ard le vinieron a la mente: le había rogado que no mirara su duelo. Debió haber tenido miedo de que Ireena se distanciara si veía sus verdaderos poderes. Lo que significaba que tenía miedo de perderla.

“¡Cuando Ard descubrió mi secreto… dijo que aún éramos amigos…!” Necesito hacer lo mismo y pensar que nuestra amistad es de toda la vida. Ponerlo triste era lo último que quería.

Ireena miró el cielo sobre ella, donde la batalla se desarrollaba en los cielos, apretando los puños con fuerza. Iba a grabar este momento en su mente como su objetivo: su destino y deseo.

“También estaré allí algún día… y caminaremos como iguales, hombro con hombro. Y entonces…”, dijo ella, deteniéndose por un momento.

Y luego, nunca volveré a tener miedo de ti. Disparo estos pensamientos recién formados. Así podremos ser verdaderos amigos.

“¡Solo espera, Ard…!” Gritó Ireena, llena de determinación, mientras continuaba mirando a su precioso amigo.